Emplazamiento habitado desde la época romana, aun se pueden apreciar los restos de un mausoleo de comienzos de la era cristiana. La población adquiere su mayor importancia a partir del siglo IX, cuando el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, afirma descubrir el sepulcro del Apostol Santiago. Corre el año 813, y la noticia del hallazgo es recibida con alborozo y expectación en una Europa que está en lucha contra el Islam. Rápidamente comienzan a ponerse en marcha rutas de peregrinación al sepulcro del santo para poder ver las reliquias, instaurando un Camino de Santiago que será uno de los nexos de unión fundamentales entre la Cristiandad.Fue el rey Alfonso II quien proclamó a Santiago Patrón del Reino y quien ordenó construir allí un santuario, que fue sustituido en el 899 por una basílica mayor, por orden de Alfonso III el Grande. También se levantaron iglesias y fueron creados los monasterios de Antealtares y Pinario.Una de las expediciones de Almanzor llega hasta Santiago, ciudad que saquea en el 997 y de la que se lleva a Córdoba las campanas como botín. Muy poco después, por orden del obispo Pedro Mezonzo, la basílica es reconstruida.Doscientos años después, reinando Alfonso VI de Castilla y León, Santiago de Compostela ve cómo comienza a ser construida una espléndida catedral románica y la ciudad se convierte, junto a Roma y Jerusalén, en uno de los centros de peregrinación de la Cristiandad. Comienza entonces su etapa de mayor esplendor, favorecida por el control musulmán sobre los caminos que llevaban a Jerusalén -si no de la propia ciudad-, lo que realza la importancia de Santiago como centro cristiano.La construcción de la catedral continúa en época del conde don Ramón de Borgoña y del obispo Diego Gelmírez, al tiempo que la población de la ciudad crece. Sin embargo, la conclusión de las obras de la catedral no sucederá sino hasta el año 1211, estando a cargo del Maestro Mateo.Santiago también fue escenario de las luchas entre el obispo Gelmírez y la reina doña Urraca, en las que la ambición del primero tuvo mucho que ver. La peregrinación a Santiago se vio refrendada por la concesión a la iglesia compostelana del "Jubileo pleno del Año Santo", realizada por el papa Calixto II y declarada perpetua por Alejandro III.
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contexto
Los monjes mozárabes demostraron un especial empeño en restaurar la vida contemplativa en la llamada Tebaida leonesa, la zona más desolada de las montañas del Bierzo, cuya capitalidad se colocaba en San Pedro de Montes. En esta labor se destacó San Genadio, seguidor del visigodo San Fructuoso y como él, monje fundador y obispo a su pesar, cuya santidad era reconocida entre sus contemporáneos. A la muerte de San Genadio, el obispo Salomón, que le sucedía entonces en la sede de Astorga, decidió proporcionarle una honrosa tumba, pero desistió del lugar de Peñalba, que había fundado el propio Genadio y del creado por Fortis, su sucesor, en el valle del Silencio, eligiendo otro cercano a los anteriores, que estaba dedicado a Santiago. El testamento de Salomón no aclara qué subsistía del antiguo monasterio de Santiago, pero es posible hacerse una idea por el estudio de lo que allí se encuentra y la comparación con lo que conocemos en las iglesias cercanas. La construcción es de una sola nave con capilla y cámaras laterales; en la parte de los pies, el lugar ocupado por la capilla funeraria de San Genadio, corresponde a un pórtico; el edificio original tenía el interior de la nave corrido, sin el arco que la divide ahora, y que corresponde a los contrafuertes exteriores, colocados por los restauradores mozárabes al reformar toda la cubierta. La única puerta original conservada es la del lado norte, situada en el centro del muro antiguo, aunque ahora se vea casi adosada al contrafuerte central; en ella se conserva incluso el típico trasdós excéntrico de los arcos de herradura visigodos. El grupo de columnas de la iglesia corresponde al estilo bizantino leonés y es un grupo homogéneo, similar al de San Miguel de Escalada. Existen diez capiteles, uno de ellos desplazado en un rincón para hacer de base a una cruz procesional; de los colocados, hay uno en la puerta y otro en la nave, que tienen labradas las volutas de los ángulos que van adosados a la pared, por lo que debieron ir antes exentos, y lo mismo se aprecia en los cimacios. El tipo de la iglesia, si se prescinde de las reformas mozárabes, es un aula con pórtico, capilla y dos celdas para monjes; es posible que en el interior se marcase un pequeño crucero de la misma anchura que las celdas. Todo está trazado con el sistema visigodo de medidas, de 80 cm de módulo 20 por 14,40 metros de dimensiones máximas y 4,80 por 4 para las capillas, las cámaras y el pórtico; el interior de la nave, con 4,80 metros de anchura, pudo estar cubierto con armadura de madera. El conjunto de las columnas leonesas es posible que proceda de otro de los muchos monasterios visigodos establecidos en las cercanías por San Fructuoso y San Valerio.
obra
A finales de la década de los cincuenta Dalí experimenta con un nuevo movimiento, el expresionismo abstracto, patente en obras como Velázquez pintando a la infanta Margarita, rodeada de las luces y las sombras de su propia gloria (1958) o El siervo de los discípulos de Emaús (1960). En paralelo, realiza dos grandes cuadros de historia: Santiago el Grande y El sueño de Cristóbal Colón. El primero representa al patrón de España, Santiago de Compostela. Cuando pintó Salvador Dalí este cuadro afirmaba que había sentido "un escalofrío existencialista: el escalofrío de la unidad de la patria". Probablemente, Dalí refleja con este tema la persistencia de la cultura y la religión de España pero a través de una clave mística. El artista dibuja de nuevo este cuadro en ese mismo año pero en otro escenario y bajo el título de Vista del cuadro Santiago el Grande a través de la ventana del taller de Dalí en Port Lligat, por la noche.
obra
El marqués de Lozoya reparó en una serie de lienzos traídos durante la guerra civil española al Fuerte de Guadalajara procedentes de la iglesia del cercano pueblo de Almadrones. Nueve de ellos fueron llevados al Prado, distribuyéndose los restantes entre diversos museos. Este Apostolado, llamado de Almadrones debido a su procedencia, es uno de los más interesantes de El Greco, pero no supera los de la catedral de Toledo o el Museo de El Greco. Una de sus figuras más impactantes es Santiago el Mayor, presentado de media figura sin ningún atributo. Es uno de los personajes más naturalistas de la serie, realizado como un hombre de la calle, enlazando su expresión con la teoría manifestada por Marañón según la cual Doménikos emplearía locos del cercano Hospital del Nuncio como modelos. La amplia figura oculta su anatomía con el pesado ropaje azulado y muestra zonas aclaradas debido al impacto del potente foco de luz. La postura de la mano y la deformidad de su rostro hacen de este personaje uno de los más enigmáticos de los pintados por El Greco. La factura empleada es rápida y abocetada modelando, según su costumbre, a través del color y de la luz.
obra
El hijo de Zebedeo fue degollado en Jerusalén hacia el año 45, convirtiéndose en el primer apóstol mártir. La tradición dice que sus discípulos Atanasio y Teodoro trasladaron su cuerpo en una barca hasta las costas gallegas ya que el santo habría realizado su peregrinación en la península Ibérica. Desembarcaron en Padrón y lo enterraron en una cripta en el lugar llamado Libredón. Allí será donde el monje Pelagio descubra sus restos en el siglo IX, dando lugar a una de las vías de peregrinación más importantes de la Edad Media: el Camino de Santiago. El patrón de España aparece aquí representado con sus tradicionales atributos: el bastón y la concha de peregrino. Forma parte del Apostolado pintado por Ribera en la década de 1630 y en él se aprecian las influencias de Caravaggio en cuanto al tratamiento de la luz y el naturalismo con el que está representado el personaje, captado como un hombre maduro cargado de humanidad pero revestido de dignidad. También podemos apreciar cierta influencia de Rubens en la monumentalidad de la figura. Entre sus compañeros destacan San Bartolomé y Santiago el Menor.
obra
Ribera es el máximo representante del Naturalismo tenebrista dentro del Barroco español. Su traslado a Nápoles a una edad temprana le permitió conocer ampliamente las obras de Caravaggio y formar parte de la Escuela napolitana, de la que se convertirá en líder indiscutible. Su nacionalidad española, que siempre exaltará con orgullo en sus obras, le permitirá trabajar para los virreyes españoles en Nápoles, quienes se convertirán en sus mejores clientes. La temática religiosa será la preferida por el maestro, destacando sus escenas de martirio. En éstas, la violencia y el dramatismo se convertirán en sus notas más destacadas, como se puede observar en el Martirio de San Felipe en el Museo del Prado. Los santos, aislados en figuras de cuerpo entero, serían muy solicitados por sus clientes. Santiago el Mayor fue instalado por Velázquez en el Palacio de El Escorial, donde obtuvo positivas críticas de los expertos de la época. Si hay una palabra que defina la obra de Ribera ésta es realismo ya que sus figuras están inspiradas en personajes muy cercanos al entorno del pintor, captando perfectamente sus rasgos. Sus rostros carecen de idealización y sus miembros están dotados de gran veracidad, estudiando los pies y las manos de tal manera que en algunas figuras se aprecia hasta la suciedad de las uñas. Otra de las características que definen la pintura del maestro es la luz, una fuerte luminosidad lateral que provoca un precioso contraste de luces y sombras. El colorido empleado es oscuro, predominando los marrones, negros, grises y pardos, animados por la tonalidad más clara de la carnación. El detallismo también resulta interesante, como se observa en los dedos de los pies o en el rollo de pergamino que porta el santo en la mano derecha. Su compañero desde que llegaron a El Escorial enviados por Felipe IV será el San Roque.