En Perú, la polémica entre una pintura culta y otra caracterizada por el desarrollo de unos planteamientos propios se inclina, desde finales del siglo XVII, a favor de estos últimos. Lo cual no quiere decir que se rompa toda vinculación con las formas y modelos europeos, sino que en la pintura irrumpen una serie de elementos plásticos con un valor radicalmente distinto. Esta pintura, que se ha denominado Escuela cuzqueña, suprime la perspectiva, coloca las figuras en un escenario plano, y, a su vez, éstas son aniñadas y convencionales. La nota distintiva de la escuela es el uso del sobredorado, nota arcaica, que proviene quizá de la pintura prerrenacentista.
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Personaje
Pintor
Tras quedar huérfano de padre y madre fue adoptado por Hernando de Santiago, del que tomó su primer apellido. En sus creaciones iniciales se recrea en asuntos religiosos. Para el convento de San Agustín en Quito representa en varias escenas la vida del Santo que da nombre al cenobio. Las estampas llegadas de Europa le sirvieron de modelo, inspirándose especialmente en las de Bolswert. Su producción llegó a gran parte de las iglesias de Quito. Uno de los centros más importantes, en este sentido, es la iglesia de Guápulo, donde representa en un cuadro el logro de Felipe IV al conseguir que la Inmaculada se convirtiera en patrona de España y América. Murillo y Zurbarán son sus principales referentes. La incorporación de paisajes típicos de su tierra natal en los fondos es una peculiaridad que define sus cuadros. De Santiago consiguió un gran éxito en Ecuador y otros países. De él se dice que tenía un fuerte temperamento, llegando incluso a rozar la violencia. De sus cuatro hijos, Isabel continuó la profesión de su padre, especializándose en escenas religiosas.
obra
Una de las imágenes más monumentales pintadas por Murillo es el Santiago Peregrino o Santiago Apóstol. Su figura solemne y grandiosa sorprende gratamente al espectador del Museo del Prado. El apóstol está representado de frente al espectador, portando en su mano derecha el bordón de peregrino y en la izquierda un libro que alude a las epístolas. Viste una túnica azul y un precioso manto rojo que hace resaltar la figura del fondo neutro. Estos colores forman parte de la iconografía, ya que el azul simboliza la eternidad y el rojo el martirio. Posiblemente formaría parte de un Apostolado, muy popular en la España del Barroco debido a los ejemplos tan importantes que nos han quedado: Rubens, Ribera o El Greco. Habitualmente son figuras aisladas, captadas con el mayor realismo posible, como ocurre en este caso.
obra
Esta pieza de plata sobredorada y esmaltes que conserva el museo catedralicio de Santiago de Compostela fue ofrecida por el arzobispo don Álvaro de Isorna (1445-49).
obra
Una de las representaciones más habituales del hijo de Zebedeo es como peregrino. La caracterización más tópica de un peregrino viene dada por dos elementos de su indumentaria: el bastón-bordón y la esportilla o morral. Desde muy antiguo la Iglesia dispuso de un ceremonial de bendición especial para los caminantes, del que tenemos un buen testimonio de referencia en el sacramentario "Gelasiano antiguo" (¿siglo VII?). En esta obra se dedican unas oraciones con el título de "Item orationes ad iter agentibus". Con el paso del tiempo estas fórmulas destinadas a los simples viajeros terminarán convirtiéndose en bendiciones específicas de los peregrinos. Ya durante el siglo IX se agregará la ceremonia de la entrega de los emblemas "sporta et baculus" (bolsa-morral y bastón-bordón).