<p>Francia fue la cuna indiscutible del Gótico, favorecida por su intensa actividad intelectual basada en los centros románicos del período anterior. Los soportes intelectuales del gótico los proporcionaron la Escolástica de Santo Tomás y el humanismo de San Francisco de Asís, que otorgaron un valor nuevo a los sentidos del ser humano y a la Naturaleza. Esto es lo que provocó la suavización de la rigidez románica, que había llegado a caer en una abstracción tremendamente árida, para volcarse hacia un estilo más natural, más humano, en el cual los santos sonríen y la Virgen acaricia a su Niño en vez de ser tan sólo su trono.La línea, como en el Románico, fue la principal herramienta de la pintura, por su elegancia y su dinamismo. Sin embargo se vio complementada por un color vivo, optimista, siempre supeditado a la línea, por supuesto. Al principio fue un color plano, pero progresivamente adquirió gradaciones que lo aproximaron a la renovación trecentista al final del Gótico Italiano. Este sometimiento a la línea viene marcado por la importancia de la vidriera y la miniatura, artes ambas que requieren una técnica precisa en el contorneado de las figuras: véase para ilustrar esta característica el Salterio de Ingeburgo.Durante el gótico, se practicaron fondos dorados tras las figuras, que aumentaban el valor material y simbólico de las imágenes. Un fondo de oro introduce una luz mágica y no natural, así como configura un espacio inexistente.El Gótico en Francia se centró en el núcleo cortesano, l'Ile de France, y contó con precedentes Protogóticos, que sirvieron para ajustar la transición del Románico al Gótico. Tras este período de preparación tuvo lugar el Gótico Lineal, un período de esplendor, que se vio culminado durante el Gótico Internacional, de hondísima influencia italiana.</p>
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Ya desde el siglo XI, concretamente en el año 1066, los normandos se habían establecido como dinastía dominante en el trono inglés. Esto trajo consigo la implantación de los modelos estéticos de su tierra natal, el norte francés, por lo cual el resultado final del gótico en suelo británico tiene mucho que ver con el desarrollo del gótico en Francia. Al mismo tiempo, hemos de sumar la gran tradición pictórica de calidad que se había desarrollado en las islas durante el período anglosajón y celta, ya que el románico inglés resulta muy escaso. La dinastía normanda fomentó la implantación de las Universidades como centros educacionales alejados de la órbita católica, más afín a las órdenes del Vaticano, para poder crear un conocimiento ligado a la monarquía. La más importante en este momento fue Oxford, aunque los monasterios nunca perdieron su importancia. El gran centro artístico, sin embargo, fue en todo momento la corte de Londres. La pintura inglesa del gótico es casi en exclusiva de miniatura. El más destacado autor fue Mathiew Paris, monje de Saint Albans, el exponente del "estilo 1.200". Este estilo consiste en unas imágenes de mucho decorativismo, realizadas con elegancia y basadas en el dibujo. El estilo 1.200 se cultivó especialmente en el East Anglia, (los condados de Norfolk y Sulfolk), donde la nobleza tenía sus palacios y sus escritorios. Las páginas miniadas de los salterios británicos solían enmarcarse en cuadrilóbulos, un rasgo que las hace fácilmente reconocibles. Sienten además cierto horror al vacío, lo cual les lleva a llenar absolutamente todo el espacio con figuras, sujetas a un carácter fuertemente narrativo. Otra característica inglesa son los fondos de damero o reticulados, que apoyan el aspecto de tapiz. Uno de los libros más famosos es el Salterio de la Reina María, realizado en el siglo XIV. La pintura sobre tabla tiene las mismas características que la miniatura, aunque puede resultar algo arcaizante en sus modelos, al igual que ocurre con los frescos o los bordados. En el bordado de textiles, llamado Opus Anglicarum, se llegaron a realizar auténticas maravillas, cotizadísimas en el mercado, en especial para realizar las ropas talares de las altas jerarquías eclesiásticas. Cuando se produjo la gran eclosión del Gótico Internacional, provocada por la fusión de la linealidad, la elegancia y el movimiento que los franceses habían aprendido de los ingleses, con el colorido y el realismo sienés de los italianos, Inglaterra se apunta al nuevo estilo de una forma más matizada, sometida a las influencias extranjeras: en especial por los libros iluminados por los hermanos Limbourg en Francia, y por el arte de la corte de Praga en Bohemia.
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El Gótico puede considerarse un arte de origen francés, cuyos postulados fueron transmitidos y ampliamente aprovechados por otras naciones: por ejemplo, en el caso de la arquitectura, ningún país pudo alcanzar las cotas de sofisticación del Gótico Inglés, cuyo estilo se trabajó de forma casi ininterrumpida hasta el siglo XIX. Con la pintura hubo mayor difusión, pero la renovación más profunda y revolucionaria tuvo lugar en el seno del Gótico Italiano, concretamente en su última fase: el Trecento. Durante este siglo, el XIV, se produjeron ciertas innovaciones que apuntaban al fin de una época. Diversas circunstancias sociales y económicas en Italia (plaga de peste, revolución campesina, crisis económica) provocaron el éxodo de los artistas e intelectuales hacia 1348-50. Estos artistas acudieron masivamente a las cortes más poderosas que podían demandar sus servicios: además de París, que se surtía de pintores nacionales y normandos, la corte Bohemia en Praga, pero sobre todo, la nueva sede papal en Avignon, fueron los lugares elegidos para su trabajo. Avignon es una ciudad de tradición palatina, en el sur de Francia y por tanto cercana a la frontera italiana, y concretamente a la región sienesa, de donde procedían casi todos los exiliados. El Papa, con su corte, huyendo de la desastrosa situación en la Italia media, situó allí un magnífico palacio que necesitaba decorar con toda la pompa necesaria. Así, los artistas franceses e italianos combinaron sus estilos, en los cuales se recogían influencias bizantinas, normandas, británicas, celtas, etc, lo que dio lugar a un fértil modo de expresión llamado Gótico Internacional. Los frescos que ornaron el palacio se caracterizaban por su abigarramiento, su aspecto de horror vacui, su presencia similar a la de los tapices flamencos con intención claramente decorativa: escenas de caza, de música, y no los paneles dedicados a las historias edificantes de la Biblia. La estética cortesana que aquí se plasmó tuvo también su respuesta en l'Ile de France, el núcleo monárquico por excelencia de Francia. Allí, el esplendor de la miniatura alcanzaba su cumbre con figuras como el maestro Honoré, Jean Pucelle, o los hermanos Limbourg, autores de las hermosísimas Très Riches Heures du Duc de Berry, un libro de Horas adornado con símbolos zodiacales, escenas de los trabajos del campo y la ciudad, estudios astrológicos, etc. Las vidrieras disfrutaron de los avances técnicos que permitían engarzar trozos más grandes de vidrio coloreado, no ya en tintas planas sino con delicadas gamas tonales, y con emplomados mucho más finos, lo cual aumentaba la luminosidad y el colorido. Dijon y Borgoña, con sendas cortes nobiliarias respectivamente, fueron otros centros importantes de trabajo del gótico internacional. Destaca Borgoña por el papel que jugará posteriormente como región fronteriza entre el Renacimiento Italiano y la Pintura Flamenca, con un estilo francamente particular que ayudó al desenvolvimiento flamenco.
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El Gótico Italianizante se localiza en el Levante español. El reino que mejor lo asimila y que más brillantes obras produce es Cataluña, sin olvidar las obras de Valencia. Aquí la influencia es fácilmente atribuible a la proximidad geográfica con las escuelas del Gótico Italiano. Sin embargo, existe un núcleo italianizante que supera esta proximidad, que no es otro que la colonia florentina afincada en Salamanca a mediados del siglo XV. Sus autores son principalmente Dello Delli y Jorge Inglés. Sus obras las encontramos en el retablo de la catedral vieja de Salamanca, en el cual colaboraron artistas de toda la comarca que mantuvieron la influencia italiana, aunque siempre superada por la supremacía hispanoflamenca. El gótico italianizante arranca de precedentes en el siglo XIV. El Trecento que entonces se practicaba en Italia halla pronto su expresión en Cataluña, concretamente en la obra de Ferrer Bassa y los hermanos Serra. En los talleres de estos artistas se introduce un mayor naturalismo a la hora de tratar las anatomías, así como el sombreado en gamas de colores, del cual carece la pintura gótica por regla general. Esta raíz se ve matizada por la llegada de artistas flamencos, de moda en la época, que promueve una mezcla denominada gótico internacional, en la cual se inscribe la obra de pintores como Luis Borrasá o Bernat Martorell. En el siglo XV, sin embargo, la influencia italianizante es imborrable en Cataluña y Valencia. Se introducen descubrimientos propios ya del Quattrocento italiano, como es el óleo, la perspectiva y el estudio anatómico. Combinando esto con la espiritualidad gótica, se obtienen pinturas de gran exquisitez. Mezclan partes acabadas en pan de oro, como los nimbos de los santos o determinados adornos, con fondos naturalistas, de paisajes a la italiana o interiores perfectamente articulados. De esta época son muy abundantes los suelos de baldosas cuadriculados, el llamado ajedrezado, que permite observar la proyección de la perspectiva lineal italiana. Por influencia del humanismo y del gusto por la Antigüedad, nos encontramos con que las cartelas que identifican los personajes o con inscripciones aclaratorias, dejan de escribirse con caracteres góticos y son sustituidos por leyendas en latín. Al mismo tiempo, disminuye su presencia, puesto que se considera a la pintura suficiente para explicar la escena. Los mejores ejemplos de este arte dedicado a espíritus selectos los encontramos abundantemente, aunque hemos de destacar por su finura la obra de Lluis Dalmau y la de Jaume Huguet.
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<p>El Gótico Italiano corresponde a los siglos XIII y XIV, denominados respectivamente Duocento y Trecento. Se origina al norte de la península italiana: Florencia, Asís, Parma, Pescia y otras poblaciones constituyen los núcleos activos donde tiene lugar un estilo nuevo, alejado de las premisas del Gótico en Europa. Este nuevo estilo se basa en la recreación sobre artificios de captación espacial y ordenamiento geométrico que arrancan del arte de la Antigüedad clásica y que nunca se abandonaron del todo en estas regiones.La temática sigue siendo religiosa en su mayoría, pero es en estos momentos cuando aparece una tendencia nueva que va a recrearse en la vida cotidiana de los ciudadanos de las repúblicas mercantiles italianas. Así, en el fresco llamado Abrazo en la Puerta Dorada, de Giotto se aprecia cómo la ciudad reproduce la arquitectura mediterránea, colorista y torreada, de la Italia del momento. Del mismo modo, los personajes visten ropajes contemporáneos a los príncipes y comerciantes del siglo XIV. Las ciudades son representadas por órganos colegiados de notables y clero, y pretenden sentar las bases de la convivencia y el poderío económico: Venecia, Florencia, Milán, etc., encargan obras y frescos que representen las legislaciones, derechos y virtudes de la nueva forma política del estado-polis.Sus más importantes pintores trabajan sobre tabla y al fresco. Las provincias más orientales reciben la influencia del arte bizantino, en pleno esplendor, y a las obras producidas bajo este influjo se las señala como pintadas a la "manera grecca", influencia fácilmente rastreable en Roma, Venecia y Sicilia. Aparte de esta escuela de influencia oriental, otros focos importantes fueron Siena y Florencia, con sendas escuelas pictóricas de enorme valor.Algunos logros técnicos, como la introducción del óleo, aún imperfecto, la plasmación de la perspectiva en caja, que anuncia la perspectiva geométrica, la prolongación visual en puntos de fuga, aún inconexos, son los precedentes inmediatos de la perfección científica del período inmediatamente consecuente en Italia. El Gótico Italiano tuvo además influencia en zonas adyacentes, como pudieron ser las islas del Mediterráneo, bajo dominio aragonés, y Cataluña y Valencia, en las costas levantinas, es decir sobre el Gótico Español.</p>
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Durante el siglo XIII el núcleo conocido como l'Ile de France concentró en sus tierra la mejor producción artística de toda Francia. Sus pintores aprovecharon otros estilos, como pueden ser el Duocento italiano o el arte bizantino, para refrescar sus criterios estéticos. De los italianos toman el clasicismo de las figuras y las composiciones. De los bizantinos, el ordenamiento simétrico, la elegancia y el recargamiento lujoso de las imágenes. Otros referentes estéticos de gran peso fueron las vidrieras, influidas a su vez por modelos británicos, muy lineales y sinuosos. También las miniaturas, con similares características. La pintura se desarrolló en talleres cortesanos y monásticos, lo que favoreció la diversidad de clientes y por tanto, la diversidad del gusto. La vidriera se trataba desde el siglo XII, durante el Protogótico, en un estilo arcaizante próximo a las posturas románicas. A mediados del siglo XII el abad Suger, promotor de la abadía de Saint Denis y figura relevante dentro de la corte, fijó un nuevo estilo en los diseños de los rosetones de la mencionada abadía. Estos modelos sirvieron para la gran obra del momento, las vidrieras de la catedral de Chartres, de las que destaca por su singular belleza Notre Dame de la Belle Verrière, una impresionante imagen de la Virgen. Los vidrios que conforman estos cuadros cristalinos son todavía de pequeño tamaño por dificultades técnicas, sujetos a emplomados muy recios, lo cual condicionaba el paso de la luz, el color plano del vidrio y la descomposición de la figura. Respecto a la miniatura, se cultivó principalmente en los monasterios por tradición, pero el impulso más novedoso lo encontró en los recién creados escritorios regios (insertos en los palacios) y universitarios (que se ubicaban en las catedrales). La producción de estos últimos, a diferencia de los monasterios, se dedicaba a una clientela cortesana, principesca, que demandaba modelos refinados, sofisticados y elegantes. Uno de los hitos de la miniatura francesa tuvo lugar a principios del siglo XIII, cuando se estableció una colonia de iluminadores normandos, que trabajaron tanto en Francia como en Inglaterra, con lo cual se estableció un fluido intercambio con el Gótico Inglés: rasgos bizantinos, románicos, linealismo y el típico fondo de retícula que aparece en las obras inglesas. Los libros más cotizados eran los salterios, de los cuales destacan el Salterio de Ingeburgo, el de la Reina Blanca de Castilla y el Salterio de San Luis.
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El arte gótico, introducido por los monjes cistercienses, sigue la ruta y la irradiación de sus fundaciones en Moreruela, Las Huelgas, Poblet, Santes Creus y Alcobaça y tiene sus mejores representaciones en las iglesias catedralicias de ciudades como Burgos, Toledo y León del siglo XIII. También son notables ejemplos las iglesias de Santa María del Mar, Santa María del Pi de Barcelona, y las catedrales de Gerona y de Pamplona, ya en el siglo XIV. Los mudéjares o musulmanes que han permanecido en los territorios ocupados por los cristianos, también desarrollan su propio arte. Grandes ejemplos son edificios como la Seo de Zaragoza, las iglesias del Salvador y de San Martín de Teruel, San Pablo de Zaragoza o Santa María de Calatayud. Contemporáneos de iglesias y monasterios son los numerosos castillos, construidos por la nobleza, y edificios civiles. Merecen ser destacados edificios como las lonjas comerciales de Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca y Perpiñán, el palacio real de Barcelona con el Salón del Tinell, el edificio de las atarazanas barcelonesas o el palacio-castillo de Bellver en Palma de Mallorca..., símbolos de la importancia de las ciudades, de la actividad comercial y de la necesidad de realzar el papel de la monarquía.
Personaje
Pintor
Destacó entre los máximos exponentes del Expresionismo Abstracto americano. Sus estudios en relación con los mitos y los símbolos, junto con su interés por las premisas del filósofo Jung le condujeron hasta este movimiento. En la década de los cincuenta su obra experimenta un giro y se adscribe a las propuestas del Action Painting.
contexto
Amigo de Rothko, Adolf Gottlieb (1903-1974), pasa una temporada en París a principios de los años veinte; allí acusa el impacto de Matisse, y tiene una trayectoria muy habitual en estos años: en 1935 es uno de los fundadores del grupo The Ten (Los Diez), en los años treinta trabaja para el FAP y empieza a interesarse por el arte de los indios americanos, coleccionando objetos primitivos realizados por ellos. Este interés, unido a las ideas de Freud y al ejemplo de Paul Klee, cristalizan en sus primeras obras interesantes, las Pictografías, que realiza en la década de los cuarenta. El nombre es el mismo que dio Millares a las suyas y ambas tienen muchos puntos de contacto. La tela aparece cuadriculada y, dentro de cada cuadrícula, se sitúan signos básicos -círculos, flechas, huellas, evocaciones de jeroglíficos, totems, petroglifos...-, pintados con colores alegres y sometidos al rigor geométrico que les da la cuadrícula y que hace pensar tanto en Klee como en Mondrian.Más adelante Gottlieb fue simplificando sus cuadros (Frozen Sounds, Sonidos helados, de principios de los años cincuenta) y después se limitó a tomar uno o dos de aquellos signos primitivos de las pictografías, y ampliarlos hasta darles dimensiones monumentales -como los signos caligráficos de Kline-, situándolos sobre un fondo de colores sensuales (Flecha que desciende, 1956, Nueva York, MOMA).También Philip Guston (1913-1980) pasó por Europa en los años treinta. Era canadiense pero fue a los Estados Unidos muy pronto, trabajó con los muralistas durante siete años (de 1934 a 1942) y ese entrenamiento resultó decisivo para toda su carrera en muchos aspectos: los grandes formatos, que reaparecen en su obra tardía y más conocida a partir de 1966; la crítica social, que también vuelve por sus fueros en esos años y la figuración que -como las aguas del Guadiana- atraviesa su obra de principio a fin y a la que nunca renuncia del todo. En 1960 escribía: "Hay algo ridículo y miserable en el mito que hemos heredado del arte abstracto: que la pintura es autónoma, pura y autosuficiente, y, por tanto, solemos analizar sus ingredientes y definir sus límites. Pero la pintura es impura. Es la modificación de las impurezas lo que da lugar a la continuidad de la pintura. Somos creadores de imágenes y esclavos de ellas".En los años cuarenta Guston va apartándose de la figuración y para el cincuenta ya hace una pintura abstracta, muy empastada, de pincelada densa y gruesa, que se expande desde el centro del cuadro hacia los laterales, y a propósito de la cual también se ha hablado, como en Rothko, de impresionismo abstracto, por el empleo de colores pastel y la delicadeza de toque que han llevado a algunos a emparentarle con Vuillard. Colocado él también en el callejón sin salida del expresionismo abstracto, en mitad de los años sesenta decidió cambiar y empezó a realizar su peculiar figuración gigante.El más individualista, antifigurativo y antieuropeo de los expresionistas abstractos es Clifford Still (1904-1980). Renunciando a la idea tradicional de belleza y a la decadencia europea, se dedicó a la búsqueda de una pureza extrema para la pintura. De ahí que no titulara sus cuadros, para evitar contaminaciones de otros géneros: "No me van los signos, los símbolos o las alusiones literarias en la pintura. Son muletas para ilustradores y políticos que esperan tener una audiencia". Still construye desde los años cuarenta una superficie de un solo color, muy empastada, que recuerda los alquitranes de Dubuffet, y la rasga con líneas o superficies dentadas de otro color, que la atraviesan como relámpagos, de arriba abajo o que aparecen junto a los bordes, ocupando un espacio mínimo y haciendo del cuadro una pequeña parte de un todo posible. Para él el Acto de pintar se escribe con mayúsculas, porque es un acto de Creación. "Diablos -dijo en una ocasión- es algo más que la pintura; cualquier idiota puede poner color en un lienzo".Sam Francis (1923) tiende un puente entre el expresionismo abstracto americano -por su relación con Pollock-, el informalismo europeo -con el que tuvo contacto durante su estancia en París en 1950 a través de Léger y Riopelle- y el arte oriental, especialmente el japonés, que conoció en 1957. Cercano al dripping de Pollock, aunque más rico de color, se acercó a aspectos del minimal en los años sesenta.En relación con esta Escuela de Nueva York hay un par de artistas españoles que trabajan allí: Esteban Vicente y José Guerrero (1914-1991), el primero integrándose completamente y el segundo a caballo entre Andalucía y América.
Personaje
Político
Descendiente de campesinos, trabajó como carpintero y se afilió al Partido Socialdemócrata en 1912. Movilizado por el Ejército austríaco durante la Gran Guerra, desertó. En 1921 se adhirió al nuevo Partido Comunista checoslovaco y dirigió su órgano de prensa. Secretario general en 1927, dos años después fue elegido miembro del Parlamento. En 1935 fue miembro del presidium del VII Congreso de la Komintern. Tras la ocupación nazi de Checoslovaquia, se refugió en la URSS. Vicepresidente del Gobierno checo en el exilio, a su vuelta a Praga en 1945 continuó ostentando el cargo en el Gabinete de Unión Nacional. En julio de 1946,-tras el triunfo electoral de los comunistas, se convirtió en jefe del Gobierno, cargo desde el que preparó el establecimiento de un régimen comunista. Rechazó el Plan Marshall y en febrero de 1948 dirigió el golpe de Praga. Elegido presidente de la República tras la dimisión de Benes, trabajó para convertir a Checoslovaquia en un Estado socialista. Murió poco después de asistir a las exequias de Stalin.