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CAPITULO IV Mantenimiento de Panamá y otras noticias particulares 275 La misma falta de abastos que tiene aquella ciudad contribuye á que sus mantenimientos sean mas notables, y puede decirse verdaderamente que vive de comercio, pues, quanto en ella se consume, le ha de venir de fuera. Para lo qual, no cessan las embarcaciones del Perú en su tráfico ni los barcos de la costa en transportar continuamente lo que produce la misma provincia de Panamá, en las poblaciones de su jurisdiccion y la de Varaguas; con que, goza abundante el pan de trigo, el maiz, carnes y aves. Y, ó yá por esta razon de los mejores alimentos ó yá por la disposicion del clima ó por otra causa oculta á mi diligencia, no son los colores de los de esta ciudad tan macilentos y pálidos como los de Cartagena ó Portobelo. 276 Acostumbran allí comer frequentemente un animal llamado iguana; es amphibio porque indiferentemente anda por tierra como en agua. Su figura es como la de una lagartija pero, mayor en el tamaño, pues lo regular es tener una vara poco mas de largo, aunque tambien hay algunas de mas y otras no tan grandes. El color es amarillo verdoso, mas encendido por la barriga que por el lomo y parte superior, donde se inclina mas el verdoso. Tiene quatro pies como lagartija, y sus dedos, que son mucho mas largos á proporcion, están unidos con una membrana suelta que, además de cubrirlos, forma la misma figura que en los patos, con la diferencia de que las uñas en que se terminan todos los dedos son mucho mas largas y sobresalen de la membrana enteramente. El pellejo lo tiene cubierto de una menuda escama pegada ó unida contra él que lo hace duro y áspero, y desde lo mas elevado de la cabeza casi hasta el nacimiento de la cola, en que las regulares tienen de largo como media vara, vá siguiendo una fila de escama verticalmente, largas como 3 ó 4 lineas y anchas de una y media á dos, separadas entre sí y formando la figura de una assierra, pero desde el fin del cuello hasta el extremo inmediato de la cola se van minorando sensiblemente de conformidad que ya en este parque apenas se perciben. La barriga es desproporcionada al cuerpo por lo grande, y la boca, guarnecida de dientes, separados entre sí y terminados en agudas puntas. Anda sobre el agua sin sumergirse en ella el cuerpo mas que aquellas membranas, las quales le sostienen, y corre sobre ella con tanta velocidad que se desaparece de la vista, pero en tierra, aunque no es torpe, no tiene tanta ligereza. Quando están preñadas, les crece la barriga con excesso, y suelen encerrar en ella sesenta ó mas huevos, cada uno como los pequeños de paloma, y estos son de gran regalo para los naturales, no solo de Panamá pero aun de otras partes donde las hay; estos se hallan todos envueltos en una delgada membrana larga y formando como una sarta. Degollado este animal, la carne queda summamente blanca, la qual aderezan y comen igualmente; yo he probado de ella y de los huevos pero estos son pegajosos en la boca, y á mi paladar, de malissimo gusto; su color, despues de cocidos, es como el de las yemas de los huevos de gallina; la carne, algo mejor, aunque dulce, con un olorcillo fastidioso; quieren decir que se assemeja á la de los pollos, pero yo no he encontrado entre los dos alguna conformidad. El paladar de aquellas gentes, acostumbradas á verlas y olvidadas del horror natural que causan las lagartijas, halla su recreo en tal manjar que no encuentra tan fácilmente el nuestro. 277 Muy validas están allí dos particularidades que se atribuyen á la naturaleza, una en la planta que llaman yerva del gallo y otra en la culebra que nombran de dos cabezas, las que advertiré aqui de passo. 278 Es cosa muy comun en aquella ciudad que en sus campos se cria una culebra, la qual tiene en cada extremo una cabeza y que igualmente ofende con entrambas, cuya picada no es menos venenosa y activa que la de la coral ó cascabel. No hemos visto ninguna de esta especie mientras estuvimos allí, aunque lo solicitamos; pero, segun la noticia que nos dieron de ella, es su largo ordinario como de media vara, redonda y toda semejante á la figura de una lombriz de tierra, de seis á ocho lineas de diametro, y las cabezas, distintas de las de otras culebras porque son formadas de la misma prolongacion del cuerpo; es muy factible que, no teniendo mas que una y siendo de esta estructura, sea muy semejante á la cola y que por esta razon hayan juzgado que tienen dos, y ofenden igualmente con una y otra. Es lenta en el moverse, y su color, pardo con algunos visos amortiguados. 279 De la yerva que llaman del pollo ó del gallo, ponderan tanto la virtud que asseguran que, cortándole la cabeza á uno de estos animales, con tal que no se le corte la articulacion de las vertebras, y aplicándole esta yerva inmediatamente, vuelve á quedar del todo sano. Aunque se quisiera dar á esta curacion alguna comoda salida, no se puede dexar de jugar por ella misma que es pura vulgaridad, y, si la inserto aqui, es solo para que los que tienen noticia de ella no la crean ignorada; mientras estuvimos allí, la solicitamos haber con toda instancia por medio de los mismos que nos deben el anuncio de su particularidad, pero no se pudo conseguir, siendo assi, que despues me han dicho personas avecindadas en Panamá ser muy comun, lo que prueba que no tiene tal virtud, pues, siendolo, era regular que no se escasseasse para practicar la experiencia; es muy dable que tenga la propriedad de contener la erupcion de sangre en una herida, en que no está cortado alguno de los principales vasos sanguinarios, pero que vuelva á unirlos, despues de cortados é igualmente los nervios y tendones que han sido separados enteramente, qualquiera persona que lo juzgare con conocimiento lo repugnará á la primera vista. Y si tuviera tal efecto en los pollos, no sería irregular se estendiesse á toda suerte de animales, y, participando los hombres de tanto beneficio, sería la alhaja de mas estimacion para todos los que andan en la guerra una ó dos onzas de esta nueva vida con que curarse de las heridas mortales.
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CAPITULO IV De los frutos, árboles y animales que se hallan en la isla Española Las espaciosas campañas de esta isla se dilatan ordinariamente a cinco o seis leguas, siendo su amenidad tan agradable, que con la variedad de gérminos alternantes hacen magnífico aplauso y armonía en la más sufrible contemplación, recreando el sentido de la vista a porfía con el olfato y, ambos, rindiendo al gusto tributo, que el tacto ofrece nunca oídos. Lisonjean el apetito otras diversidades, especialmente la multitud de naranjos y limones, dulces, agridulces y agrios, sin que la naturaleza haya andado escasa de dejar de producir fresquísimas limas, toronjas y cidras; bien que, en lo que toca a los limones, no exceden a la magnitud de un huevo de gallina, que los distingue en esta desproporción a los de España, de que nuestras septentrionales regiones se hallan participantes con abundancia; como de otros óptimos frutos de la Iberia, Galia y Lusitania. Las palmas dactilíferas, que prolongados llanos producen, son de una muy empinada proporción, cuya descollada lozanía deleita sin enojo; su altura se observa ser de 150 hasta 200 pies, siendo despojadas de ramas hasta el cogollo, el cual contiene cierta gustosa materia semejante a la del repollo blanco, de donde están pendientes dichas hojas y en quien la simiente se encierra. Cae cada mes una hoja y al mismo tiempo germina otra en el mismo lugar, mas la simiente no madura sino una vez al año, que es pasto sabroso a los puercoespines. Del tallo, los moradores de la isla hacen el mismo caso para comerle, y del mismo modo que se practica en Europa con las coles cocidas, echándole a rebanadas en la olla de carne. Tienen de longitud las hojas siete u ocho pies, y de latitud tres o cuatro, siendo muy aptas para cubrir las casas en lugar de tejas, sirviendo de segura defensa a cualquiera que se recoge debajo de ellas en tiempo de lluvia, de cualquier suerte que las hallen o pongan sobre sí; como también se aprovechan de ellas para envolver carne ahumada y para hacer una suerte de cubos con que manejan el agua que han menester; no siendo durables más que el espacio de seis, siete y ocho días. Los tallos, en lo exterior, son de un color verde y por de dentro muy blancos, de los cuales se separa una corteza que es a modo de pergamino, pudiendo escribir sobre ella como hacemos sobre el papel. Son estos árboles de una corpulencia que dos brazadas no pueden casi abarcar, no pudiendo propiamente llamarse leñosos más que tres o cuatro pulgadas en la cantidad del espesor y en lo interior muy tiernos, de suerte que se pueden rebanar (quitando las dichas tres o cuatro pulgadas) como quesos frescos. Córtanlos más arriba de la raíz, tres o cuatro pies, y hacen en el tronco un agujero, del cual destila un licor poco a poco que en breve tiempo se rinde tan fuerte como el vino más generoso, que emborracha muy fácilmente a los que con sobriedad no lo usan. Llaman los franceses palmas francas a estos árboles, los cuales nacen y se tienen en tierras saladas. Hállanse, además de las referidas palmas, otras cuatro especies de ellas, que se nombran: latanier, palma espinosa, palma a chapelet o rosario, palma vinosa. La latanier no es tan alta como la vinosa, si bien tiene casi la misma forma, excepto que las hojas son como abanicos; nacen en tierras pedregosas y arenosas, pareciendo su corpulencia de siete pies, poco más o menos, y toda cuajada de espinas, largas de medio pie, muy agudas y fuertes; da su simiente del mismo modo que la que arriba dijimos, sirviendo, como ella, también de alimento a las bestias silvestres. Tiene el nombre de espinosa otra de las cuatro especies, por estar sumamente cuajada, desde la raíz hasta las hojas, de ellas, más que la precedente; con ellas atormentaban algunos indios bárbaros a sus prisioneros de guerra que, atándolos a un árbol, toman dichas espinas y las ponen en bolas de algodón a modo de erizos, los cuales mojan en aceite y con ellos punzan penetrantísimamente los miserables pacientes, llenándoles sus cuerpos de tales puntas y dejándolos cubiertos de ellas, tan espesas como crecen en los árboles; péganles después fuego y si el atormentado canta en medio de sus dolores, entre las llamas, le estiman por bravo y generoso soldado que no teme los enemigos, ni sus tormentos; si, al contrario, grita, dicen que es un poltrón, indigno de memoria. Semejante historia me fue relatada por un indio que lo había ejecutado muchas veces en algunos de sus enemigos y muchos cristianos han visto tan crueles acciones viviendo entre tan bárbara canalla. Mas, prosiguiendo mi discurso, diré que la palma de que hablamos no se diferencia de la latanier si no es en que las hojas son semejantes a las de las palmas francesas; echa su simiente como las otras, diferenciándose en que es mucho más grande y más redonda, casi como un maravedí, y por estar dentro llena de pepitas de tan buen gusto como el de las nueces de España; crece este árbol en los bajos de la costa marítima. La palma vinosa toma el nombre a causa de la abundancia de vino que de ella sacan; crece en altas y pedregosas montañas, no siendo más alta que de cuarenta a cincuenta pies, de una extraordinaria forma, pues desde la raíz hasta la mitad de su altura no es más espesa que tres o cuatro pulgadas y llegando hacia lo alto, más allá de los dos tercios, es tan grande y espesa como una cuba ordinaria, que por dentro está llena de una materia parecida al tierno tronco de un repollo blanco, la cual se halla empapada de cierto licor de muy agradable gusto que, después de haber depuesto la madre, se reduce en un muy buen vino claro, sacado con poca industria; pues habiendo cortado el árbol con un ordinario machete, hacen una abertura cuadrada en él majando la dicha materia hasta tanto que fácilmente la pueden exprimir con las manos, no teniendo necesidad de más instrumento. Hacen ciertos vasos de las hojas, no sólo para purificar el licor sobredicho, mas también para beber. Lleva los frutos como las otras palmas, pero de chiquita forma, semejantes a las cerezas, buenos para el sabroso gusto, mas no para la garganta, causándola grandes dolores que atormentan de esquinencia a los que lo comen. Palma a chapelet o para rosarios, la pusieron los españoles y franceses este nombre a causa que su simiente es apta para hacer rosarios, cuyas cuentas son pequeñas, duras y fáciles a horadar; crece esta cuarta especie en las cumbres de las más altas montañas, con muy empinada elevación, mas muy estrechos y poblados de muy pocas hojas. Cierta especie de albaricoques produce esta isla, semejantes en la magnitud a los melones, de un color ceniciento y del gusto de albaricoques de la Europa, teniendo sus pepitas de la magnitud de un huevo de gallina, de los cuales hacen deleitoso banquete muy de ordinario los jabalíes, con que engordan a maravilla. Son semejantes a los perales los caremitas, cuyos frutos parecen a las ciruelas damascenas, que son de agradable gusto, casi como a la leche dulce; son negros por dentro y sus pepitas son tal vez dos, otras tres y cinco, grandes como un fríjol, no siendo menos agradable pasto a los jabalíes que el precedente, pero no se hallan tan comúnmente por la isla como otros. Los jupinas se encuentran a cada paso, muy parecidos a los cerezos, aunque sus ramas son más dilatadas y sus frutos de un color ceniciento, de la magnitud de dos puños, cuyo interior está lleno de ciertas puntas que las envuelve una película muy tenue, la cual si no la pelan al tiempo de comerlas, es causa de grandes obstrucciones u opilaciones y dolores de vientre. Antes que estos frutos maduren, si los exprimen, despiden un licor tan negro como la tinta con que de ordinario se escribe, pudiendo usar de él para escribir sobre el papel, cuyas letras se desvanecen en el término de nueve días y el papel queda tan blanco como si jamás se hubiera en él escrito; su madera es muy fuerte, sólida y dura, propia para navíos, pues de ella se observa durar largo tiempo dentro del agua. Esta deliciosa tierra es coronada de otra muchedumbre de árboles que producen muy buenos frutos, de los cuales omitiré algunos por estar cierto hay volúmenes enteros escritos por diversos historiadores que los han escudriñado con atención más filosófica que la mía; mas aunque no es de mi intención aquí tratar de cosas de este género, no obstante la curiosidad me induce a relatar algunos más particulares, como son: cedros, que esta admirable parte del orbe produce en cantidad prodigiosa; intitúlanlos acajou la nación francesa hallándoles muy útiles para fabricar naves y canoas, que son como pequeñas saetías labradas de un solo árbol, tan veleras que se pueden intitular Postas de Neptuno; lábranse sin algún instrumento de hierro, quemando los árboles en lo inferior cerca de la raíz y gobernando el fuego de tal modo, que no se quema nada más que lo quieren los industriosos indios; otros tienen hachas de piedra con que raspan si algo se quemó por descuido; y así saben darlas una forma con fuego que las hacen capaces de navegar con ellas sesenta o setenta leguas y más, con toda ordinaria seguridad. La próbida naturaleza ha andado en esta tierra tan manirrota que no queriendo que donde franqueó sus tesoros con tanta liberalidad dejase de abundar en contramorbíficas infecciones (que a ser yo grande físico pudiera granjearme, como otros, el título de botánico), pues la medicina puede hallar aquí materia suficiente para trastornar los almacenes galénicos y hornos paracélsicos. Tiene la fragilidad sublunar en el seno de esta isla, para ocurrir a diversas enfermedades, árboles, plantas, hierbas y simientes, con que no sólo sus moradores hallan remedio en sus achaques sino también de comerciar con las naciones más remotas. Diré de algunas más conocidas, dejando la multitud a laboriosos herbolarios que ya con docta experiencia han observado sus virtudes, y cualidades, de que se podrán hallar enteros volúmenes escritos, si los curiosos lectores con su fatiga quisieren meditar sus leyendas. Entre los árboles medicinales se hallan el brasilete, manzanilla, el que destila la goma Elemi; Lignum Guayacum o palo santo; Lignum Aloes o palo de acíbar; Cassia lignea o caña fístula; Radix Chinae o raíz de quina. El mapou, fuera de ser medicinal, siendo un árbol muy espeso se sirven de él para labrar canoas, aunque no es tan bueno que el acajou, por ser esponjoso, que con facilidad tira o atrae a sí mucha agua, con que es peligrosa embarcación. El acomá es una suerte de leña dura y pesada del color de palma, muy cómoda para hacer remos a los molinos de azúcar. Es muy conocido el brasilete en las provincias de Holanda, al cual llaman por otro nombre leña de pescado palo, a propósito para el uso de la tintura; crece en grande abundancia en las costas marítimas de esta isla, en ciertas partes que se llaman Jacmel y Jaquina; estos dos sitios son cómodos puertos o bahías donde pueden llegar navíos de alto bordo. La manzanilla crece cerca de la mar, siendo naturalmente árbol tan enano, que sus ramas por cortas que sean tocan al agua; lleva un fruto en algún modo semejante a las camuesas odoríferas, mas de cualidad muy venenosa, porque habiendo comídolas alguno, muda el color y una tan ígnea sed le sobreviene que todo el agua del Tajo no es bastante de refrescarle, con que rabiando en muy poco tiempo muere. Lo que más es, que los peces comiendo (como de ordinario sucede) de este pestilencial fruto son venenosos; da este árbol un licor espeso y blanco como el de la higuera y si alguno le toca con la mano levanta ampollas en la carne, tan rojas como si ardientemente se hubiera escaldado. Sucedióme que habiendo cortado un ramo (sin conocer sus tretas) para abanicarme y desechar los mosquitos que me importunaban la cara, se me hinchó al día siguiente y llenó tanto de ampollas como una quemadura, que en tres días no pude ver cosa alguna. Llaman los españoles icaos a ciertos árboles que crecen sobre las riberas, los cuales llevan sus frutos parecidos a las ciruelas endrinas; los jabalíes vienen a buscarlos cuando son maduros y les llena tanto como si comiesen carnes muy pingües. Deléitense estos árboles entre la arena y son tan bajos, que aún siendo largas sus ramas, cogen gran circunferencia, casi arraigadas al suelo. Los abelcoses llevan frutos semejantes en el color a los icaos, mas de la magnitud de melones, cuyas pepitas son como huevos, la materia es amarilla y de un agradable gusto que los cochildres franceses comen en lugar de pan, no hallándolos buenos los jabalíes; crecen muy levantados y espesos estos árboles, pareciéndose en las hojas a un peral muy frondoso. Después de haber hecho una breve discripción de algunos árboles y frutos que se hallan en esta isla, diremos al propósito algo de insectos, loando al Sumo Criador que en esta tierra quiso fuesen inmunes de alguna bestia ponzoñosa. Tres especies de moscas, que pérfidamente atormentan los humanos y mucho más a los que en aquella tierra jamás estuvieron, o corto tiempo, contaré. Las primeras son tan grandes como los tábanos de España; las cuales lanzándose sobre los cuerpos chupan la sangre hasta que no pueden más volar; su importunidad obliga a servirse prolijamente de ramas para aventarlas; los españoles en aquellas partes las llaman mosquitos y los franceses maranguines. La segunda especie de estos insectos no es mayor que un grano de arena, no hacen algún ruido, como la primera especie, por cuya razón es más dañosa, pudiendo penetrar el más tupido lienzo; los cazadores se untan la cara con manteca de puerco por eximirse de tan enfadosas bestezuelas y la noche, estando en sus cabañas, queman tabaco en hoja, sin cuya humareda no pudieran reposar; de día no hacen mucho mal, si el menor viento se mueve, por manso que sea, las hace disipar. Los mosquitos que proponemos de la tercera especie no son mayores que un grano de mostaza; su color es rojo y no pican de ningún modo, mas muerden sutilmente en la carne, en la cual causan pequeñas llagas; sucede algunas veces que la cara donde picaron se hace disforme por el inconveniente dicho. Dominan y prevalecen todo el día, desde la aurora hasta el ocaso; después de cuyo tiempo se reposan y dejan sosegar los mortales; pusieron los españoles por nombre a estos insectos rogados y los franceses caladores. La cochinilla que se halla en esta espaciosa isla es muy parecida a la ordinaria excepto que es un poco mayor y de figura más larga; tienen dos puntos en la cabeza que de noche causa tal claridad, que si (como sucede) se juntan tres o cuatro encima de un árbol, no se puede de lejos deliberar sino que es fuego muy luminoso. Tuve un día tres en mi barraca hasta más de la media noche, y en ella, sin otra luz, me daban tal claridad que muy cómodamente podía leer en cualquier libro por letra menuda que fuese. Quise traer a la Europa algunos de estos animalejos, mas habiéndolo intentado, se me murieron llegando a temperamento más fresco que aquél, con que inmediatamente perdieron y se desvaneció su resplandor, siendo tan grande que con razón los españoles los llaman moscas de fuego. Los grillones son en cantidad excesiva y de una magnitud extraordinaria, gritando revientan si alguna persona pasa junto a ellos. No hay menor número de reptiles como son serpientes y otros; mas por gracia particular del Sumo Criador, carecen de veneno, no haciendo algún daño más que a las aves que pueden agarrar, principalmente pollas, pichones y demás de este género. Sírvense en las casas algunas veces de tales serpientes para despojarlas de ratones y ratas, teniendo tal sutilidad que contrahacen sus chillidos, con que los engañan y cogen más a su gusto; habiéndolos cogido de ningún modo comen las tripas, mas chupan la sangre y desechan los intestinos, con que luego se los tragan enteros y no dejan de digerir en blando excremento para descargar sus vientres. Otro género de reptiles que dieron por nombre cazadores de moscas se halla y, a causa de experimentar, no se sirven de otro mantenimiento que de moscas, las llamaron así; mal, no se puede decir causen a los moradores, antes alivio, pues disminuyen con su continua caza las prolijas y molestas moscas. Galápagos terrestres hay en grande cantidad, los cuales se crían en el lodo y campos húmedos; comen los moradores de ellos asegurando ser muy buen mantenimiento. Disforme es el género de arañas de que aquí haremos mención, siendo las que allí se crían tamañas como un grande huevo y sus patas largas como las de muy grueso cangrejo; muy pelosas y con cuatro dientes negros, a modo de los de un conejo en magnitud y forma, y aunque sus mordeduras no son venenosas, por lo menos pueden furiosamente morder, como es su costumbre; sus mansiones son en los techos de las casas. No está libre esta tierra de los insectos llamados milpies y en latín Scolopendria, como también de escorpiones; mas por Divino Privilegio, sin sospecha de ponzoña son los unos y los otros, que aunque no dejan de morder su mordedura no tiene necesidad de aplicarla algún medicamento; si bien, al principio, causan alguna hinchazón que de sí misma se disipa; con que, finalmente, en toda esta isla no se halla algún animal de quien se pueda saber haga dañoso estrago con su veneno. Pues tenemos entre las manos el tratar de los insectos, diremos del caimán alguna cosa. Es, pues, una especie de cocodrilo que en esta isla se halla número considerable y entre ellos algunos de una corpulencia horrible; vístose han de sesenta pies de longitud y doce de latitud. Tales animales usan de una maravillosa sutileza para buscar de comer y es que se ponen en las entradas de algunas riberas sin moverse más que si fuesen un árbol viejo caído en las aguas, nadando encima sin movimiento propio que el que las olas causan, mas no se alejan de la tierra aguardando que algún jabalí o vaca salvaje vengan a beber y refrigerarse a las orillas, en cuyas ocasiones saben cogerlos inmediatamente, con tal vivacidad que atrayéndolos a la profundidad los hacen ahogar. Lo más que se debe notar y admirar es que tres o cuatro días antes que vayan los caimanes a tal caza, no comen cosa alguna, mas yendo para el agua se tragan ciento o doscientas libras de piedras, por cuyo medio se hacen más pesados y aumentan a sus fuerzas (que son grandes) esta carga, para hacer más asegurados el asalto. Anegada ya la presa la dejan cuatro o cinco días intacta, pues no sabrían morderla por no estar medio podrida; pero llegando a tal putrefacción, se la comen con buen apetito y favor. Si pueden agarrar algunas pieles de bestias, que ordinariamente ponen a secar los moradores de la isla al sol en la campaña, cerca de algunas riberas, las tiran y arrastran dentro del agua, donde las dejan algunos días bien cargadas de piedras, hasta que se las cae el pelo, de cuya suerte las engullen no con menos presteza que los mismos animales si los cogieran. He visto yo mismo duplicadas veces tales acciones y dejando mi experiencia particular aparte, diré que muchos historiadores han hecho tratados enteros sobre estos animales, tanto explicando su figura, cantidad y cualidades ordinarias, cuanto su vida y brutales inclinaciones, que como he referido son raras. Un hombre de reputación y crédito me contó haber estado cierto día cerca de una ribera lavando su barraca o tienda y que al punto de su llegada a las aguas que comenzó a lavar, vino un caimán que con furia intrépida le arrebató de las manos la tienda y con celeridad la sumergió; quería el hombre ver en qué paraba el caso y tiraba por el lado opuesto con toda su fuerza teniendo un cuchillo entre los dientes para defenderse en urgente necesidad, mas echándose el caimán sobre él, le tiró al agua con grande ímpetu, cargándose encima para ahogarle; hallábase este hombre a toda extremidad, con que dio al caimán una puñalada en el vientre, de la cual en poco tiempo murió. Sacóle después a la orilla; al cual abrió y tiró fuera de su estómago cerca de cien libras de piedras, tan grandes cada una como un puño. Vanse de ordinario los caimanes siguiendo las moscas para tragarlas, y tienen ciertas escamas entre la carne y pellejo que huelen a almizcle, donde algunas de ellas llegan a picar, con que son perseguidos y persiguen a estos insectos con simpatía irreconciliable. E1 modo de fermentar y prolificar sus hijuelos es de este modo: lléganse a las arenas de alguna ribera que esté expuesta a los rayos del sol meridiano, entre las cuales echan sus huevos cubriéndolos con su pata; que después hallan fermentados con sus embriones por medio del calor del Phebo; los cuales, luego que se hallan fuera de la membrana oval, se van por curso natural al agua. Las madres en tiempo que puedan tener algún temor de avenidas de pájaros que los suelen descubrir, escarbando en la arena y rompiéndolos, se los tragan y guardan en su estómago de noche y, de tiempo en tiempo, mientras es de día los vuelven a echar como dije hasta que llega la sazón referida de salir de la membrana, que entonces, si la madre está cerca, se van y juegan con ella regocijándose juntos a su modo, entrando y saliendo en su cuerpo como conejos en la vivera. He visto estos torneos muchas veces hallándome de la otra parte a las orillas de una ribera y tirando hacia ellos una piedra, los pequeñuelos se metieron todos dentro de la madre huyendo de los peligros exteriores. E1 modo referido de procrear estos animales es siempre el mismo, que no tienen ni hacen que sola una vez al año y ésta por el mes de mayo. Diéronlos en este país por nombre cocodrilos, aunque en otras los llaman caimanes.
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CAPITULO IV Descripcion de la ciudad de Guayaquil; su situacion, descubrimiento, fundacion, capacidad y fabrica de sus casas 393 Aunque no hay gran certidumbre del tiempo en que tuvo principio la poblacion de esta ciudad de Guayaquil, es cosa yá decidida que fue la segunda de las que fundaron los españoles assi en aquella provincia como en todo el reyno del Perú, pues, segun las memorias antiguas que se conservan en sus archivos, siguió á la de San Miguel de Piura; y haviendose edificado esta en el año de 1532 y en el de 1534 principiado la de los reyes de Rímac ó Lima ó como otros dicen en el de 1535, es verosimil que entre estos dos años se sentassen los cimientos á la de Guayaquil, la qual prevaleció poco tiempo con aquellos primeros que le dió el adelantado Belalcazar porque, con los insultos que hacian sobre ella los indios de su vecindad, consiguieron llegar á destruirla, y fue preciso que la volviera á reedificar el capitan Francisco de Orellana en el año de 1537. Tuvo su primer establecimiento en la ensenada de Charapopó, poco mas al norte, donde se halla hoy el pueblo de Monte Christo, de cuyo parage fue mudada al que ocupa al presente, que es á la orilla ó costa occidental del rio de Guayaquil en 2 grados 11 minutos 21 segundos de latitud austral por nuestras observaciones. Su longitud no está determinada por algunas peculiares de ella pero, computandola de las que se hicieron en Quito, es en 297 grados 17 minutos del meridiano del pico de Tenerife. Su antigua poblacion, despues de trasplantada del primer sitio por Orellana, fue á la falda de un mediano monte llamado Cerrillo Verde, y la que ahora existe en este tiene el nombre de Ciudad Vieja; sus habitadores, estrechados del corto ámbito que les dexaba la vecindad de aquel cerro por una parte y por las otras los varios esteros ó caños que internan en el terreno sin abandonar del todo aquel, han formado lo principal de la ciudad distante de él como 500 á 600 tuessas, dando principio á ello en el año de 1693 y manteniendo la comunicacion de esta con aquella por medio de un puente de madera que, siendo de 300 tuessas con muy poca diferencia, dexa salvo el embarazo de los mismos esteres que median entre ambas, y, en sus intervalos, hay muchas casas por las dos vandas del puente de gente pobre, las quales unen entre sí las dos ciudades, Nueva y Vieja. 394 La dilatacion de esta ciudad es grande pues lo que se estiende por la orilla del rio desde la Nueva hasta la Vieja poblacion es casi de media legua, pero en el fondo es muy estrecha porque todos procuran fabricar sus casas junto al rio, no solo para gozar de la diversion que ofrece el tráfico de él, quanto para participar de sus vientos saludables y frescos, que, tanto quanto son mas raros en el ibierno, se hacen mas apetecibles. 395 Todas las casas de una y otra ciudad son de madera; las de la Nueva, cubiertas de texa, lo que tambien sucede con algunas de la antigua, pero la mayor parte de las de esta lo están con paja ó gamalote, y modernamente se tiene prohibido el que en esta poblacion se fabriquen con cubiertos tan frágiles para evitar los incendios, los quales ha experimentado yá en nueve ocasiones, y en ellas ha sido todo funesto estrago del fuego. En las mas, fueron sus autores los negros y gente baxa quando, deseosos de tomar propia venganza del castigo que en ellos han executado sus amos, lo han conseguido con la facilidad de echar algunas asquas en sus techos, favorecidos del silencio y quietud de la noche; y con ello, no solo la ruin de aquellos contra quienes se encaminaba su ira sino el que por ella la padezca universalmente toda la ciudad. 396 Aunque toda la materia de las casas es de madera, acompaña á su fabrica sobresaliente hermosura y capacidad; todas tienen un alto y un entresuelo, y el baxo sirve en lo interior de almacenes y lo exterior lo ocupan tiendas de todas especies, á las que generalmente acompañan portales muy capaces, que son los unicos por donde se transita en tiempo de ibierno por ser entonces impracticables las calles. 397 El justo recelo que deben allí tener de que algun descuido en las cozinas con el fuego pueda salirles muy costosos ha providenciado separarlas de las casas, y, assi, distante de estas como 12 á 15 passos, hacen su fabrica en alto, y, por medio de un passadizo descubierto á manera de puente, queda la comunicacion de uno á otro; este, siendo tan ligero, con brevedad se corta luego que se enciende la cozina, y queda libre la casa de participar del daño. Las personas de distincion de la ciudad habitan las viviendas principales, y los entresuelos se alquilan á la gente forastera que comercia, á yá deteniendose allí o de transito con sus mercaderias. 398 El terreno sobre que está fundada la ciudad Nueva y todas las sabanas de su inmediacion se hacen intraficables á pie ó á caballo en tiempo de ibierno porque, además de ser de una greda muy esponjosa, es tan llano que no tiene pendiente con que el agua pueda hacer corriente, y assi lo mismo es empezar á llover que convertirse todo en cienagas; por esto, es necessario que, desde que dan principio las aguas hasta que, terminado el ibierno, vuelve á secarse el suelo, tiendan unos palos muy gruessos y anchos en las travesías de las calles, plazas y parages donde hay portales para poder andar sobre ellos. Esto tiene el peligro de que el que resbala y toca el suelo se hunde en aquella greda hasta quedar sobre el palo. Luego que empieza el verano, con facilidad se enjuga todo el terreno y queda firme. El de la ciudad Vieja es mucho mejor porque se compone de cascajo, y, aunque las aguas formen algunos lodos, no lo ablandan, y se puede andar por él en todos tiempos. 399 Tiene aquella ciudad tres fuertes para defenderse de los insultos enemigos; los dos, contiguos á ella en la misma orilla del mar, y el otro, á las espaldas, resguardando la entrada de un estero. Todos estos son fabricados modernamente porque antes solo tenia una batería de piedra, que tambien se conserva, y está en la ciudad Vieja. La construccion de los primeros es toda de estacadas de una madera muy fuerte y que se mantiene incorruptible debaxo del agua no menos que en el lodo y, assi, propia para aquel parage y fin. Antes que se huviese fortificado esta ciudad, fue tomada y saqueada en dos ocasiones por pyratas que entraron en la mar del sur en los años de 1686 y 1709; en esta ultima no lo huvieran conseguido, segun las providencias que se havian dispuesto con su anticipado aviso, si la malicia de un mulato, queriendo vengarse de algunos de la ciudad, no los huviera introducido industriosamente por caminos ocultos, por donde no pudieron presumir los vecinos la invasion, y, assi, fueron sorprendidos de los enemigos, y estos se hicieron dueños de toda la ciudad. 400 Las iglesias y conventos son igualmente de madera, á excepcion del de Santo Domingo que se conserva en la ciudad Vieja y es de piedra porque la mayor solidez del terreno tiene resistencia para mantener edificios de esta materia. Los que hay en la Nueva, además de la iglesia parroquial, son uno de San Francisco, otro de San Agustin y un colegio de la Compañia, todos con corto numero de sugetos á causa de no ser muy grandes las rentas que gozan. Tiene, assimismo, fundacion de un hospital aunque este ha quedado solo en lo material del edificio. 401 Es governada la ciudad y jurisdiccion por un corregidor, proveido por el rey por tiempo de cinco años, el qual está sujeto al presidente y Audiencia de Quito y á él los thenientes, que nombra en los partidos de aquella jurisdiccion; y para lo economico y civil, hay cabildo de alcaldes ordinarios y regidores. Assimismo, hay un assiento de Caxas reales con dos jueces oficiales de la Real Hacienda, que lo son thhesorero y contador, para el recobro de los tributos de indios pertenecientes á aquella jurisdiccion y los derechos de entrada, salida y alcabala de los efectos que se consumen y passan por allí. 402 El govierno espiritual está en un vicario del obispo de Quito, cuya comission suele recaer ordinariamente en el cura parroco.
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CAPITULO IV Del origen y descendencia de Juan Morgan, sus hechos y continuación de las más notables acciones de su vida Juan Morgan nació en Inglaterra en la provincia de Gales, su padre era labrador rico y de buenas calidades, pero Morgan, que no tuvo inclinación por seguir los ejercicios de su padre, se fue a las costas de la mar, para emplearse, si hallase ocasión. Hallóla en un cierto puerto donde estaban algunos navíos destinados para la isla de Barbados, con los cuales determinó de ir en servicio de quien, después, le vendió, luego que llegaron a dicha isla, según las máximas ordinarias de los ingleses. Sirvió su tiempo en Barbados y acabado fue a la isla de Jamaica, en cuyo tiempo halló preparados allí dos piratas y se acordó con uno para emplearse en los ejercicios que contaremos. Aprendió en muy poco tiempo su modo de vivir, tan exactamente que después que hubo hecho tres o cuatro viajes, con emolumentos de prosperidad, se concertó con algunos de sus camaradas que tenían, de los mismos viajes, buena partida de dinero y juntos compraron un navío, del cual Morgan fue hecho y electo capitán. Fuese a cruzar las costas de Campeche, donde tomó diversos navíos. Había en este mismo tiempo un viejo pirata llamado Mansvelt, que emprendía en Jamaica armar una poderosa flota a fin de ir a tierra firme y saquear cuanto sus fuerzas alcanzasen. Viendo Mansvelt que Morgan era intrépido, le hizo su vicealmirante, con que, poniendo quince navíos, tanto grandes como pequeños, a la vela salió de Jamaica con quinientos hombres, valones y franceses, y se fueron a la isla de Santa Catalina, situada cerca de la tierra firme de Costa Rica, en la altura de doce grados y medio, latitud septentrional, treinta y cinco leguas de la ribera de Chagre, entre el norte y sur, en la cual fue donde echaron primer pie en tierra. Forzado que hubieron la guarnición que guardaba dicha isla a rendirse y poner entre sus manos todas las fortalezas de ella, arruinaron una grande parte, y en la que dejaron, pusieron cien hombres de los suyos, con todos los esclavos que los españoles tenían. Hizo después retirar toda la otra gente suya a una pequeña isla que estaba de allí cercana y tan próxima a la tierra firme, que con un puente podían pasar. Fabricóle, y sobre él condujo la artillería que sacó de la grande isla; con que habiendo puesto fuego por toda ella y dado las órdenes necesarias, se fue a la mar con los españoles que había hecho prisioneros y los puso poco después en tierra firme, cerca de una plaza llamada Portobelo. Comenzaron después a cruzar los mares de Costa Rica y, finalmente, vinieron a la ribera de Colla, con intención de robar todas las aldeas que en aquellas partes se hallan, y después de pasar la villa de Nata, para hacer lo mismo. El presidente de Panamá, estando advertido de la llegada e insultos de piratas, vino a su encuentro con alguna gente de modo que hizo retirar con cuidado a los piratas, que viendo había por todo el país ya noticia de ellos y que sus designios estaban conocidos y, por consecuencia, no podían hacer por entonces grande fortuna, se volvieron a la isla de Santa Catalina para visitar a los cien hombres que dejaron de guarnición en ella, de los cuales era gobernador un cierto francés llamado le sieur Simon, que se comportó muy bien en el cargo mientras Mansvelt estaba ausente; de suerte, que había puesto en buena defensa la isla grande y la pequeña la hizo cultivar de muy fecundos plantíos, que fueron bastantes para que toda la flota hallase suficientes vituallas y frutos, y no sólo se refrescase sino también se proveyese, en caso de nuevo viaje. Llevábale la inclinación a Mansvelt de guardar estas dos islas en perpetua posesión por ser muy cómoda y provechosa a los piratas pues estaba cerca de los españoles y fácil para guardar contra ellos, lo que después representaré en la tercera parte en los discursos de la toma de Panamá. Mansvelt determinó de volver hacia Jamaica, y de allí enviar algún socorro a la isla de Santa Catalina para que, en caso de invasión de españoles, estuviesen los piratas más fuertes. Propuso al gobernador, luego que llegó, sus designios, mas no le agradó la proposición de Mansvelt temiendo que caería, si lo hacía, en desgracia del rey de Inglaterra; además, si le daba el socorro de gente que pedía y otras cosas concernientes, se exponía a disminuir las fuerzas de la isla, de que era gobernador. Viendo Mansvelt la tibieza de dicho gobernador y que de sí mismo no podía guardar lo que pretendía, se fue a Tortuga con el mismo intento, pero antes que ejecutase estas segundas determinaciones, la muerte le cortó los pasos de su forajida vida y quedó todo suspenso hasta la ocasión que contaré. Le sieur Simon, que había quedado en Santa Catalina en calidad de gobernador, viendo no recibía alguna nueva de su almirante Mansvelt, aguardaba de día en día, con impaciencia, cuál podría ser la causa; entretanto, Don Juan Pérez de Guzmán, que nuevamente había venido al gobierno de Costa Rica, echaba de ver era una cosa muy considerable el dejar aquella isla en poder de piratas, juzgando iba en ello el interés del rey de España, su señor; con que armó una considerable flota que envió a la dicha isla. Antes que llegase a ponerse en términos de violencia, dicho Don Juan Pérez de Guzmán escribió una carta a le sieur Simón (esto es, al caudillo de piratas que allí estaba) proponiéndole, que si quería rendir a S. M. Católica la isla, le prometía alguna buena recompensa y que sino, al contrario, le forzaría a ello. El sieur Simon no viendo apariencias de defensa, ni provecho para él, ni para su gente, entregó la isla al propietario con las mismas capitulaciones que ellos habían obtenido de los españoles. Pocos días después llegó un navío inglés de Jamaica, que el gobernador tácitamente había enviado, en el cual estaban muchas personas, tanto hombres como mujeres. Viéndole los españoles del castillo, enarbolaron el estandarte inglés y persuadieron al sieur Simón a ir y conducir dicho navío a un puerto que le estaba ordenado; hízolo inmediatamente con ficción, de suerte, que todos quedaron prisioneros. Cierto ingeniero español ha hecho antes que yo relación de este caso, la cual me llegó a las manos y, pareciéndome del propósito, la pondré aquí. Relación particular de la victoria que las armas de S. M. católica obtuvieron contra los piratas ingleses por la dirección y valor de Don Juan Pérez de Guzmán, caballero del Orden de Santiago, gobernador y capitán general de la Tierra Firme y provincia de Veragua E1 reino de Tierra Firme, siendo fuerte lo que basta para exterminar grandes armadas y, principalmente a los piratas de Jamaica, se hallaba con avisos, y el gobernador de él en su nombre, de que catorce navíos ingleses cruzaban las costas, sujetas a S. M. católica. El día 14 de julio de 1665 llegaron las nuevas a Panamá de como los piratas ingleses habían invadido a Puerto de Naos y forzado la guarnición española de Santa Catalina, donde estaba por gobernador Don Esteban del Campo, y que se habían hecho posesores de la isla aprisionando y destruyendo cuanto encontraban. Como Don Juan Pérez de Guzmán oyese tales insultos por las relaciones de algunos españoles, que se escaparon (a los cuales hizo Don Juan conducir a Portobelo) y que decían como los piratas llegaron de noche a la isla el día 2 de mayo sin que persona los hubiese apercibido, y que el día siguiente, después de algunos combates, tomaron las fortalezas e hicieron prisioneros a todos los habitantes y soldados, sin reservar alguno más que los que por fortuna se escaparon. Juntó consejo Don Juan, declarando el gran progreso que los piratas habían hecho en las tierras de S. M. católica. Hizo allí proposición como era menester de toda necesidad enviar fuerzas bastantes a la isla de Santa Catalina para volverla a tomar de los piratas, lo cual era del crédito e interés real el hacerlo así. Y que los dichos piratas con tales conquistas se podrían señorear de todas aquellas tierras. Respondieron algunos del consejo, que los piratas, no estando en estado de subsistir en dicha isla, se comsumirían de sí mismos en breve tiempo y se hallarían obligados de salir sin ser preciso echarlos, y que, por consecuencia, que no valía la pena de tomar tanta fatiga y hacer los gastos que preveían. No obstante la respuesta, Don Juan (como valiente soldado que era) dio orden al punto de conducir muchas vituallas a Portobelo para la milicia, y por no hallarse ocioso y confiado, fue él mismo en persona con grande riesgo de la vida. Llegó el día siete de julio con todo lo necesario, y halló en el puerto un buen navío llamado San Vicente, perteneciente a la Compañía de los Negros, el cual, de sí mismo, estando bien armado y lleno de municiones de guerra, le proveyeron de gente y vituallas, y enviaron a Santa Catalina, y por capitán de él a Joseph Sánchez Xíménez, mayor de la ciudad de Portobelo, que era bravo y valeroso soldado. La gente que consigo llevaba eran doscientos y setenta hombres militares y treinta y siete prisioneros de la misma isla, más treinta y cuatro españoles de la guarnición, veinte y nueve mulatos de Panamá, doce indios muy hábiles y diestros a tirar con flechas, siete condestables muy buenos artilleros dos ayudantes, dos pilotos, un cirujano, y un religioso del orden seráfico por confesor. Dio Don Juan orden a todos los oficiales, instruyéndoles del modo que se debían arreglar y como el gobernador de Cartagena los asistiría con gente, barcos y de todo lo que tuvieran necesidad, según la carta que le había escrito a este fin. El veinte y cuatro del dicho mes, Don Juan hizo salir el navío fuera del puerto, y viendo el viento favorable convocó toda la gente destinada, dándoles ánimo para pelear contra los enemigos de la religión católica, y aún más, contra aquellos condenados piratas que habían ya cometido tantas acciones crueles contra los vasallos de S. M. católica, prometiendo a cada uno de ellos la recompensa liberal, principalmente al que hiciera con esfuerzo lo que debía por su ley. Fuese luego Don Juan, e inmediatamente los del navío levantaron áncora al favor del viento que les era propicio. Llegaron a Cartagena el día veinte y dos del dicho mes y presentaron una carta al gobernador de parte del valeros Don Juan, la cual recibió con muestras de afección, y viendo aquella animosa resolución les prometió asistencia con una fragata, un galeón y una barca con ciento veinte y seis hombres, la mitad de su guarnición y la mitad de mulatos. Estando todos bien proveídos de todo lo necesario salieron del puerto de Cartagena el día dos de agosto, y el diez del mismo llegaron a la vista de Santa Catalina hacia la punta del occidente, y aunque entonces el viento era contrario, llegaron al puerto y echaron las áncoras, habiendo perdido una barca por tempestad en la roca llamada Quita Signos. Viendo esto los piratas tiraron tres piezas de artillería con balas, las cuales fueron pagadas con semejante moneda. Envió, el mayor Joseph Sánchez Ximénez, al punto uno de sus oficiales, anunciando a los piratas que rindiesen la isla de parte del rey su señor, pues la habían tomado en tiempo de paz entre las dos coronas de España e Inglaterra, y que en caso que obstinasen, los arruinaría a todos a punta de cuchillo. Respondieron los piratas que esta isla había estado otra vez debajo del gobierno y sujección del rey de Inglaterra, y que, en lugar de rendirla, amaban más perder la vida. Viernes trece de dicho mes vinieron tres negros del enemigo a bordo de la almiranta diciendo que todos los piratas juntos que estaban en la isla eran en número setenta y dos hombres, y que entre sí había una grande consternación, viendo venir un tal poder contra ellos. Con esta advertencia los españoles avanzaron en tierra a las fortalezas, las cuales despidieron muchos tiros de artillería, tantos que pudieron, no faltándoles respuesta de la otra parte, durando hasta cerrar la noche. El domingo quince del dicho mes, que era día de la Asunción de Nuestra Señora, hacía un tiempo muy claro y sereno; los españoles comenzaron a avanzar así: el navío San Vicente, que era la almiranta, disparó dos andanadas de artillería, todas enteras, sobre la batería llamada La Concepción; el navío San Pedro, vicealmiranta, disparó sobre la otra llamada Santiago. Entre tanto condujeron a nuestra gente a tierra con chalupas, encaminándolos a la punta de la dicha última batería, y de allí fueron marchando hacia la puerta intitulada Cortadura. Al ayudante Francisco de Cáceres, queriendo reconocer las fuerzas de los piratas con sólo quince hombres, le fue preciso retirarse bien presto a causa del ímpetu de la artillería, porque tiraron los piratas hasta los órganos de la iglesia, despidiendo cada tiro sesenta flautas algunas veces. E1 capitán Don Joseph Ramírez de Leyba, no obstante, con sesenta hombres dio un ataque, y pelearon furiosamente de una parte y de otra hasta el tiempo que obligó a los piratas a rendir la fortaleza que emprendió. El capitán Juan Galeno y con noventa hombres pasaron las montañas para avanzar por aquella parte al castillo de Santa Teresa. El mayor Don Joseph Sánchez Ximénez, como general y gobernador, salía fuera de la batería de Santiago con el resto de su gente, pasando el puerto con cuatro chalupas, y llegó a tierra a pesar de los enemigos. En ese tiempo el capitán Juan Galeno comenzó a avanzar con los otros la sobredicha fortaleza; de suerte que nuestra gente dio ataque a los enemigos por tres diversas partes a un mismo tiempo, con grande coraje y valor. Viendo los piratas muchos de los suyos ya muertos y que no les era posible subsistir contra los españoles, huyeron a Cortadura, donde se rindieron, como también toda la isla; con que, al punto, enarbolaron el estandarte real de España y después dieron muchas gracias a Dios por la victoria obtenida en día de Nuestra Señora. El número de muertos era seis hombres de los enemigos, con muchos heridos, y setenta prisioneros; de nuestra parte no hubo más que un solo muerto y cuatro heridos. Halláronse en la isla ochocientas libras de pólvora, doscientas y cincuenta libras de balas de mosquete y otras municiones de guerra. Entre los prisioneros se descubrieron dos españoles que habían tomado las armas con los ingleses en oposición de S. M. católica los cuales fueron arcabuceados el día siguiente por orden del mayor. El diez de septiembre llegó al puerto un navío inglés, que habiendo sido descubierto a lo lejos por el gobernador, dio orden a le sieur Simon, que era francés, para ir a visitarle y decir a los que en él venían como la isla pertenecía aún a los ingleses. Hízolo, y halló dentro catorce hombres y una mujer con una hija, los cuales fueron todos hechos prisioneros. Los piratas ingleses fueron transportados a Portobelo; excepto tres que el gobernador dio orden de llevar a Panamá para trabajar en el castillo de San Gerónimo, el cual es obra excelentísima y fuerte, estando fundado en medio del puerto en forma cuadrangular, de piedra muy sólida. Su elevación es de ochenta y ocho pies geométricos; las murallas de catorce y los cordones de setenta y cinco pies de diámetro. Hase fabricado a expensas de particulares, contribuyendo la mayor parte del dinero el gobernador, sin que a S. M. le haya costado cosa alguna. La verdad y opinión más conforme a todas las naciones que han entendido y hablado en ese caso, concuerdan con la sobredicha relación, sacada en público por aqueste ilustre ingeniero, la cual trae en lengua flamenca el autor de este libro, que como mira, siendo gallo soberbio, al león bravo forcejudo, y rey valiente, envidia le sobra y legalidad le falta para escribir sin pasiones la integridad de los casos hasta aquí mencionados y en particular cuando habla en lo antecedente de esta isla de Santa Catalina; y aquí con la burlesca declaración que pone, queriendo dar a entender a las naciones extranjeras, hicieron mucho ruido y preparaciones los españoles para recobrar a los piratas una isla que no tenía más que setenta hombres, no considerando que los españoles estaban advertidos de que era el número copiosísimo cuando los piratas la tomaron e ignorando los que podrían haber quedado y llamado a su socorro. Además que cuatro amurallados suponen cuatro cientos a cuerpo abierto, de donde concluyo que así en esto como en todo lo demás de esta historia se debe dar fe conforme a la razón más probable, que es considerar el que este libro leyere, como en todos los casos ya referidos y que adelante se contarán, han sido escritos por una pluma francesa en papel flamenco, y que yo como traductor, ni aumento ni disminuyo, porque me parece no habrá genio tan basto que deje de penetrar lo siniestro de esta historia cuando es menester oír noticias de los heroicos hechos de los españoles y contar los sucios y crueles modos de los piratas.
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CAPITULO IV Descripcion de la ciudad de Quito; su capacidad, distribucion y tribunales 616 Como no sea propio del methodo que hasta aqui he seguido el recopilar las noticias historicas y cronologicas en la descripcion de las ciudades por donde se transitó, no me detendré en darlas ahora por extenso de la de Quito, y todo mi fin se dirigirá á proponer la idea de lo que son aquellos países al presente, las costumbres de sus moradores y la abundancia ó disposicion de aquellos pueblos, á los que solamente conocen por el nombre para evitar por este medio el daño que muchas veces se experimenta de que la falta de conocimiento haga cometer errores inevitables en el concepto de los hombres quando regulan las cosas sin una noticia verdadera de ellas. No obstante, como precisa y breve preliminar, havré de suponer que aquella provincia fue sujeta al yugo de los emperadores ingas, por el XI de estos, Tupac Inga Yupanqui. 617 Garcilaso, en sus Commentarios Reales de los Ingas del Perú, á quien en esto parece deberemos seguir, añade que su conquista fue hecha llevando el comando de las armas de aquel emperador su hijo primogenito Huayna Capac y que, haviendole succedido este en el imperio y hallandose entre otros hijos no legitimos con Atahuallpa, habido de una hija del ultimo rey de Quito, á el qual tenia por sus prendas mucha inclinacion y deseando dexarle bien colocado, solicitó de su hijo legitimo y primogenito Huescar el consentimiento para poderlo establecer en el reyno de Quito como en feudo del imperio, pues, mediante ser ley de este que las provincias conquistadas quedassen siempre unidas, no podia sin aquel requisito disponer de otra suerte de ellas. Y obtenido el permisso de Huescar, quedó rey de esta provincia Atahuallpa, que, rebelandose despues de la muerte de Huayna Capac y apoderandose del imperio con prision y muerte de su hermano, pagó con igual pena su delito en poder de Don Francisco Pizarro, quien destinó para la conquista de Quito á Sebastian de Belalcazar. Vencidos y derrotados los indios por este en varias refriegas, dieron lugar á que se apoderasse de aquel reyno y reedificasse en él la ciudad capital con el establecimiento de los españoles por el año de 1534 dandole el nombre de San Francisco de Quito, que hoy conserva, aunque el titulo de ciudad no se le confirió hasta el de 1541, siete años despues de su poblacion. 618 Hallase situada esta ciudad en 00 grados 13 minutos 33 segundos de latitud austral y en 298 grados 15 minutos 45 segundos de longitud contada del meridiano de Tenerife, segun tenemos concluido por las observaciones que se hicieron á este fin. Su fundación es en lo interior del territorio de la America meridional y en las faldas orientales de la occidental cordillera de los Andes, distante de la costa y playas del mar del sur por la misma parte occidental treinta y cinco leguas con corta diferencia. 619 A la parte del noroeste le hace espaldas el cerro ó páramo de Pichincha, celebrado assi por su eminencia como por una gran fama de riqueza que conserva desde la gentilidad, sin que halla mas certeza de ella que la heredada noticia. En sus vertientes, pues, ó falda está fabricada la ciudad, circunvalada de cerros de mediana altura. Las quebradas ó guaycos, segun el propio nombre que les dan allí, que baxan formando colinas de Pichincha son su fundamento, y la atraviessan algunas de mucha profundidad; assi, una gran parte de sus edificios se sustenta sobre arquería y bobedas. Por esta razon, son irregulares muchas de sus calles y forman en su longitud varias cuestas que suben ó baxan de lo inferior de las quebradas á lo alto de las lomas, hasta donde se estiende la poblacion. La magnitud de la ciudad es como las de segundo orden de Europa, y podria parecer mucho mayor si estuviera en otro parage menos desigual y quebrado. 620 Hacenla vecindad dos llanos espaciosos; el uno, por la parte del sur, llamada Turubamba, cuya extension es de tres leguas, y el otro, por la del norte, que nombran Iña Quito, y se dilata el espacio de dos. Ambos están poblados de haciendas ó chacaras que hermosean sus orillas porque el vivo y agradable verdor de las sementeras y yerva y el matizado de las flores que adornan llanos y colinas no se agosta en todo el año, y, assi, es una perpetua primavera que no tiene descaecimiento en ninguna sazón; sirven uno y otro dar pasto á numero crecido de ganado mayor y menor, el qual no puede consumir el yervage que produce la gran fertilidad de aquella tierra. 621 Vanse estrechando los dos llanos á proporcion que se acercan á Quito y forman con su union una especie de garganta donde se halla la ciudad. La causa que se ofrece para haver puesto su fundacion en un terreno tan desigual y malo, pudiendola haver hecho con mas hermosura y comodidad en cualquiera de los dos llanos ó egidos, es el de haver querido conservar la poblacion antigua de los indios, quienes, propensos á escoger las quebradas para ellas, havian puesto la de Quito en el parage que ocupa, y, no persuadidos los españoles en los principios de la conquista que llegarla á hacerse tan capaz, fueron reduciendo á edificios sólidos los frágiles antiguos y estendiendola sensiblemente. Estuvo en otro tiempo mucho mas opulenta que lo que yá se halla, pues la disminucion del vecindario, y particularmente en los indios, la ha minorado, como lo dan á entender las ruinas que se ven de barrios casi enteros. 622 Por la parte del sudoeste, en la garganta que hace el llano de Turubamba, hay un cerro que llaman el Panecillo porque su figura es parecida á la de un pan de azucar; la altura de este no excede de cien tuessas, y queda entre él y los cerros que cubren la ciudad por el oriente un camino muy estrecho. Por la parte del sur y occidente, destila el Panecillo algunos crecidos ojos de agua muy delicada, y del de Pichincha baxan precipitadas por las quebradas diversos arroyos, de los quales se conducen por medio de cañerías ó atanores toda la necesaria para el abasto de la ciudad, y de lo restante, assi de los arroyos como de los manantiales, se forma un rio que lleva su curso por la parte del sur de ella, á quien dan el nombre de Machángara, y se passa sobre un puente de piedra. 623 El cerro de Pichincha es volcán y reventó en tiempo de la gentilidad, lo que se ha repetido en otras ocasiones despues de la conquista. Su boca es en un picacho con corta diferencia de la misma altura que en el que estuvimos, muy cercano uno de otro, y cubierto todo de arena muerta y calcinaciones. No expele ningun fuego ni se le percibe exhalar humo, pero en algunas ocasiones atemoriza con ronquidos formidables que forma el viento en sus concabidades interiores, los quales ponen en gran consternacion y cuidado á todo aquel vecindario avivandoles la memoria del estrago que ha ocasionado en sus rebentazones, inundando con las cenizas toda la ciudad y campos circunvecinos y formando con ellas nubes tan espesas que en tres y quatro dias les ocultaba totalmente el sol y tenia en continuas tinieblas. En la medianía del llano de Iña Quito hay un parage que nombran Rumi Pamba y significa llano de piedras porque está lleno de gruessos peñones despedidos de las entrañas de aquel cerro en sus fuertes rebentazones. En lo mas eminente de él se conserva el yelo, como queda yá dicho, y de allí lo llevan abundantemente á la ciudad para la composicion de muchas bebidas heladas que se acostumbran. 624 La plaza principal ó mayor de Quito tiene sus quatro fachadas, hermoseadas la una con la iglesia mayor ó cathedral, otra con el palacio de la Audiencia, su opuesta con las casas del ayuntamiento y la que lo está á la cathedral con el palacio episcopal. Es quadrada y muy capaz, y en su medio la adorna una hermosa fuente. El descuido que ha havido en reparar con tiempo el palacio de la Audiencia la tiene en la mayor parte reducido á ruinas, pues solo se conservan las piezas de Audiencia, Acuerdo y Caxas reales de servicio, y las paredes exteriores, que son las que permanecen, la amenazan de continuo. Las quatro principales calles que atraviesan los angulos de la plaza son derechas, anchas y hermosas, pero, apartadas de ella tres ó quatro quadras, que es la distancia entre cada dos esquinas y se regula allí por 100 varas, aunque unas tengan mas y otras menos, empieza en ellas la imperfeccion de subidas y baxadas. Esta desigualdad es causa de que no tengan uso los coches ni ningun otro carruage, y, en su lugar, llevan las personas de distincion algun criado que les acompaña con un gran quita sol, y las señoras principales andan en sillas de manos. Las demás calles son torcidas, disparejas y sin orden; por medio de algunas passan quebradas, y las casas están en los lados siguiendo sus curvidades y bueltas; por esto, una parte de la poblacion suele hallarse, como se dixo, en lo inferior de ellas, y otra, en lo alto de las lomas que las forman. Las principales calles son empedradas, lo que no sucede en muchas de los barrios, y, por esto, se hacen impracticables con la frequencia de las aguas. 625 Además de la plaza principal, hay otras dos muy capaces y varias pequeñas, haciendo vecindad á los conventos de religiosos ó monjes, y hermoseadas con las arquitecturas de sus frontispicios y portadas, en los que se particulariza el de San Francisco, que, siendo todo de piedra de cantería, pueden sus bien distribuidas proporciones, la hermosura de toda la obra y su invencion tener lugar entre las celebradas de Europa, haciendose allí de mayor estimacion por lo excessivo de su costo. 626 Las casas principales son muy capaces; algunas, con desahogadas y bien repartidas viviendas; todas, de un alto, á que acompaña la balconería á la calle, pero sus puertas y ventanas, particularmente en lo interior, son pequeñas y estrechas, costumbre que se conserva en parte de la que tienen los indios porque assi, como buscaban aquellos lugares mas escondidos para hacer las fundaciones de los pueblos entre quebradas y lugares disparejos, eran y son propensos á hacer las puertas muy pequeñas, y, aunque ahora los españoles, para permanecer en la costumbre, se valen del pretexto de que sean menos ventosas, sin negar que consiguen esta comodidad, se debe considerar su origen á haver seguido el methodo de los indios. 627 La materia con que fabrican las casas se reduce á adobes y lodo pero es la tierra de tan buena calidad para uno y otro que tienen la permanencia como si fueran hechas de otra cosa mas consistente, con tal que el agua no les coja en descubierto. Llaman á la tierra de que hacen los adobes, y los unen despues en lugar de mezcla, cancagua; es muy dura y sólida y los indios se servian de este material en tiempo de su gentilidad para la fabrica de casas y todo genero de paredes, de las quales se conservan muchos vestigios, assi en las inmediaciones de aquella ciudad como en otras muchas partes de la provincia, sin que acabe de destruirlos el tiempo y la inclemencia, bastante prueba de la firmeza que tendrán los edificios fabricados con ella. 628 Está dividido el recinto de la ciudad en siete parroquias, que son el Sagrario, San Sebastian, San Blas, Santa Barbara, San Roque, San Marcos y Santa Prisca. A excepcion de la cathedral y Sagrario, que es rica de todos adornos, assi de plata como de tales, y muy costosos ornamentos, las demás parroquias son pobres en esta arte, y no hay mas que lo muy preciso para el culto, llegando á tanto que muchas están terrizas sin solado, y á su correspondencia es lo restante. La capilla del Sagrario, fuera de ser muy capaz y toda de piedra, tiene bella arquitectura, y no es menos harmoniosa la exterior que bien distribuida la de adentro. 629 Los conventos de religiosos que hay en Quito son de San Agustin, Santo Domingo, San Francisco y la Merced y, además de estos, uno de Recoletos de San Francisco, otro de Santo Domingo y otro de la Merced; á excepcion de los tres ultimos, todos los otros son cabezas de provincia. Hay, assimismo, en aquella ciudad un colegio maximo de la Compañia, dos colegios de estudio para seglares, el uno intitulado San Luis, que está al cargo de los padres de la Compañia, y el otro, San Fernando, al de la religion de Santo Domingo. En el primero mantiene el rey doce becas reales que se distribuyen en los hijos de oidores y oficiales reales; es Universidad y tiene por patron á san Gregorio. El de San Fernando, que es fundacion real, está baxo la proteccion de santo Thomás, y en este paga el rey las propinas de los lectores; algunas de sus cathedras son de oposicion, como las de leyes, canones y medicina, pero la ultima está vacante siempre por no haver quien la lea, aunque se le dispensa la oposicion. El convento de San Francisco tiene un colegio ó casa de estudios para los religiosos de su orden con el nombre de San Buenaventura; y aunque lo material del edificio forma en lo exterior un cuerpo con él, está en su interior economía separado. 630 A correspondencia de los conventos de religiosos, hay de monjas, la Concepcion, Santa Clara, Santa Cathalina y dos de Descalzas de Santa Teresa. El uno de estos tuvo su primera fundacion en el assiento de Latacunga pero, haviendose arruinado con un temblor en que lo quedó todo el lugar, se trasladaron las religiosas á Quito y allí se han mantenido, aunque la fabrica de su convento y iglesia no quedaba concluido quando salimos de aquella ciudad. 631 Assi el colegio de la Compañia como los conventos de religiosos son muy capaces, de buena fabrica y sobresaliente riqueza, las iglesias abundantes en adornos, grandes y muy decentes, pero la fabrica de algunas no es á la moderna. Assi en estas como en la cathedral luce quando hay funciones solemnes la cantidad de plata labrada que sirve de magestad al culto divino y de ostentacion á aquellos templos. Las ricas colgaduras y los costosos ornamentos hacen mas serias las festividades y vistosas las iglesias; y, aunque en las de monjas no brille tanto la riqueza, excede el aseo y el primor, y con este se esmeran en la mayor decencia del culto. No sucede lo mismo en las parroquias porque sus funciones dan bastantes muestras de la pobreza que hay en ellas, lo que en alguna manera proviene de omission ó descuido, á cuyo cargo están. 632 Hay, assimismo, un hospital donde se curan los pobres enfermos, con division de salas para hombres y mugeres; y aunque no son muy crecidas sus rentas, goza las equivalentes á los regulares gastos de su subsistencia; está al cargo de la religion hospitalaria de Nuestra Señora de Bethlem. Antes era administrado por personas particulares de aquella ciudad, quienes dexaban perder las rentas ó por falta de diligencia ó aprovechandose de la mayor parte de ellas con detrimento de los pobres; pero, desde que las tomó á su cuidado esta religion, han edificado nuevamente toda la obra del convento, enfermería y una iglesia, que, aunque pequeña, está bien adornada y primorosa. 633 Esta religion de hospitalidad de Bethlem fue modernamente fundada con el titulo de congregacion en la provincia de Guatemala por el hermano Pedro de San Joseph Betancur, natural del pueblo de Chasna ó Villafuerte, en Tenerife; allí nació el año de 1626, hijo de Amador Gonzalez Betancur y Ana Garcia, su muger. Haviendo muerto á 25 de abril de 1667, fue aprobaba la congregacion por el papa Clemente X en sus bulas de 2 de mayo de 1672 y con mas formalidad en otra de 3 de noviembre de 1674. Despues fue erigida en comunidad regular por bula de Inocencio XI de 26 de marzo de 1687 y, desde entonces, empezó á estenderse como religion en aquellos reynos, bien que antes havia passado de Guatemala á México y despues á Lima en 1671, donde se le dió el hospital del Carmen para que cuidasse de él. En la ciudad de San Miguel de Piura tomó possession del hospital de Señora Santa Ana á 20 de octubre del año de 1678, en Truxillo de el de San Sebastian en el mes de julio de 1680, y á este respeto fueron otras ciudades y poblaciones poniendo á su cuidado los hospitales que tenian por ereccion, entre los quales fue una la de Quito, donde entraron en estos ultimos años. 634 Esta religion es descalza, viste de paño basto musco; su habito no se distingue de el de los capuchinos, sobre el qual, en uno de los costados del manto, traen la imagen de Nuestra Señora de Bethlem; y mantienen también la barba, á imitacion de aquellos. Cada seis años hacen eleccion de general, y se celebra el capitulo con alternativa entre Mexico y Lima. Quien gustare ver mas largamente lo correspondiente á esta religion lo encontrará en el padre fray Joseph Garcia de la Concepcion, Historia Bethlemitica, que se imprimió en Sevilla el año de 1723, y en el Doctor Medrano, Vida del padre Betancur. 635 En quanto á los tribunales que tienen su assiento en Quito, es el principal la Audiencia real, que se fundó allí el año de 1563, y es compuesta de un presidente, á cuyo empleo corresponde tambien el de governador de la provincia, en lo que se estienden los corregimientos, quatro oidores, que assimismo son alcaldes de corte y entienden en lo civil y criminal, y un fiscal, que llaman del rey porque, además de conocer en los assuntos que se juzgan en la Audiencia, tiene intervencion en todos los que pertenecen á Hacienda Real y derechos del soberano. Hay otro fiscal con titulo de protector de indios, que sirve de defenderlos y pide á su favor en la Audiencia. La jurisdiccion de esta se estiende en todo lo que pertenece á la provincia, y las causas ó litigios que se siguen en ella no tienen otro recurso que el Consejo de Indias en grado de segunda suplicacion ó injusticia notoria. 636 A el tribunal de la Audiencia sigue el de las Caxas ó Hacienda Real, que es compuesto de un contador, un thesorero y el fiscal del rey. Los interesses que entran en la thesorería de este tribunal son los tributos de los indios de aquel corregimiento y de los de Otabalo, villa de San Miguel de Ibarra, Latacunga, Chimbo y Riobamba, y las alcavalas de estos mismos partidos, á que se agregan los derechos de aduana de las bodegas de Babahoyo, Yaguache y el Caracol, cuyas sumas se distribuyen una parte para el annual situado que se remite para Cartagena y Santa Marta, otra en la paga de salarios de presidente, oidores, fiscales, oficiales reales, corregidores, estipendios de curas, governadores de Maynas y Quijos y otra parte en la paga de las encomiendas, á quienes corresponden, y de los cazicazgos á los caziques de los pueblos. 637 Hay un tribunal de Cruzada, compuesto de comissario, cuyo caracter suele recaer en alguna dignidad ó canonigo de la iglesia, y un thesorero, que es assimismo contador, en cuyo poder entre todo lo que pertenece á Cruzada. 638 Una thesorería de bienes de difuntos, antiguamente instituida en todas las Indias para percibir los caudales de aquellos cuyos heredederos legitimos están en España, á fin de que no se extraviassen ó fuessen dissipados por otros en daño de los interessados á quienes pertenecen. Institucion la mas piadosa que se pudiera haver imaginado si se observara sin las inversiones que padecen las herencias hasta llegar á cuyas son. 639 Además de los tribunales que quedan expressados, hay un comissario de la Inquisicion, alguacil mayor y familiares nombrados por la Inquisicion de Lima. 640 El ayuntamiento ó cuerpo de ciudad consiste en un corregidor, dos alcaldes ordinarios, que se nombran anualmente, y regidores. Estos son los que tienen la accion de elegir los alcaldes, assunto que causa no pequeño ruido en aquella ciudad, originado de que toda ella está dividida en dos vendas formado por la gente de distinción; el uno lo componen los criollos y el otro los europeos ó chapetones, con tanta oposicion entre sí que turba la buena correspondencia. Este cabildo secular hace assimismo nombramiento de alcalde mayor de indios de Quito en uno de los governadores de los pueblos de indios situados dentro de las 5 leguas de aquella ciudad y otros alcaldes inferiores á este para el govierno economico de ella, y vienen á ser assi el mayor, como los otros lo mismo que alguaciles del corregidor y de los alcaldes ordinarios, no obstante que su primera institucion fue mas autorizada de lo que al presente lo está; además de estos, hay otros indios alcaldes de harrieros que tienen la incumbencia de proveer bagages á los que viajan; y aunque todos deben estar sujetos al alcalde mayor de indios, es ninguna la superioridad de que este exerce sobre ellos. 641 El cabildo eclesiastico se compone del obispo, dean, arcediano, chantre, maestre escuela, thesorero, doctoral, penitenciario, magistral, 3 canonigos de presentacion, 4 racioneros, 2 medios racioneros; y sus rentas están reguladas. Las del obispo, en 24 mil pesos al año; el dean, 2500; las 4 dignidades que siguen, á 2 mil cada una y las 6 canongías, á 1500; las raciones, á 600 pesos, y las medias, á 420. Fue hecha la ereccion de esta iglesia en episcopal el año de 1545, y en ella se celebran con grande ostentacion las festividades del Corpus y Concepcion de Nuestra Señora, á que concurren todos los tribunales y personas distinguidas de la ciudad, siendo en la primera digna de no quedar en el silencio por su particularidad y circunstancias la pompa con que sale en procession el Santissimo y las danzas de indios que con tan justo motivo se disponen. Adornanse las calles por donde ha de passar con costosas colgaduras y arcos triunfales ricamente aderezados, y de distancia en distancia se forman altares donde, no menos que en los arcos, luce abundantemente la plata labrada, sobrepujando los aparadores de ella á las techumbres de las casas, brillan las mas estimables y ricas joyas, y la buena disposicion de unas y otras hace una agradable y vistosa perspectiva, donde el arte no se dexa admirar menos que la riqueza. Sale la procession con el séquito, que se dexa inferir, y concluye su estacion no menos pomposa que solemne. 642 En quanto á las danzas, es estilo tanto en los curatos de Quito como en los de toda la sierra nombrar los curas un mes antes de la celebridad de esta fiesta el numero de indios que han de formarlas, los quales se empiezan á adiestrar desde entonces en las que conservan del tiempo de la gentilidad y, al son de un tamboril y una flauta, teñidos ambos por un indio, hacen algunas especies de enlaces de poca industria y ningun agrado á la vista. Desde algunos dias antes se visten con un ropage á modo de tonelete, una camisa y un jubón de muger mas ó menos rico, segun lo puede conseguir cada uno, y sobre las medias ponen unos botincillos picados y sembrados con muchos cascabeles gruessos; cubren la cara y cabeza con una especie de mascara hecha de cintas de varios colores. Armados en esta forma, dicense ellos mismos que son angeles, aunque no lo parecen, y se juntan en quadrillas de ocho ó diez, empleando todo el discurso del dia en andarse por las calles, entretenidos con el ruido de los cascabeles y parandose á cada instante á lucirlos en sus bayles poco concertados. Lo mas particular en el assunto es que, sin ser pagados ni mas interesses que su propio gusto, mantengan este exercicio desde 15 dias antes de la festividad hasta mas de un mes despues que ha passado, sin acordarse ni de trabajar ni de otra cosa alguna, y el que, no dexandolo en todo el discurso del dia, no se cansen y aburren quando cansan tanto con él á los que los miran. 643 El mismo trage se visten quando hay otras processiones, y este sacan en las fiestas de toros, ocasiones muy estimadas para ellos pues assi se eximen de trabajar. 644 Entre los dos cabildos tienen fiestas annuales juradas á dos imagenes de nuestra Señora que están colocadas en los pueblos de Guápulo y el Quinche, pertenecientes á aquel corregimiento; llevanlas á Quito con mucha reverencia y devocion, y allí se les hace una solemne fiesta y novena con la assistencia de la Audiencia en el primer dia y demás tribunales, y despues las vuelven á conducir á sus iglesias, que distan de Quito la primera una legua y la segunda seis. El motivo de estas demostraciones piadosas han sido los temblores y rebentazones de Pichincha, en que ha implorado la devocion la intercession de la Santissima Virgen y, por medio de ella, libradose aquella ciudad de la ruina en que quedaron totalmente destruidos los assientos de Latacunga, Hambato y gran parte de Riobamba, pues, haviendolo experimentado no menos fuerte y continuo que en aquellos pueblos, no sucedió en la ciudad desgracia alguna.
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CAPITULO IV Tomada del Castillo de San Lorenzo de Chagre, por cuatrocientos hombres enviados por Morgan a este fin desde la isla de Santa Catalina Eligió Morgan por vicealmirante de los cuatro navíos y una barca que envió a la ribera de Chagre a uno llamado Brodeli, el cual había estado largo tiempo en aquellos cuarteles haciendo grandes insolencias contra los españoles cuando Mansvelt estuvo en Santa Catalina. Llegó Brodeli con sus navíos a la vista del castillo San Lorenzo de Chagre en tres días, después que salió de la presencia de Morgan. Este tal castillo está fabricado sobre una alta montaña a la entrada de la ribera, el cual está rodeado por todas partes de fuertes palizadas bien terraplenadas. Lo superior de la montaña está como cortado en dos partes, y en medio hay un foso, cuya profundidad es de treinta pies; no tiene más que una sola entrada al castillo, y ésta por un puente levadizo; por el lado de la tierra tiene cuatro bastiones, y por el de la mar dos: la parte que mira al mediodía tiene la asperidad de la montaña, inaccesible e imposible a subir; la del norte ciñe la ribera, que es muy ancha; al pie de dicho castillo hay una fuerte torre con ocho piezas de artillería, para impedir la entrada del puerto; un poco más abajo están otras dos baterías, cada una con seis piezas de artillería para defender la ribera; a un lado del castillo están dos buenos almacenes que sirven para la provisión de municiones de guerra, y para depositar mercadurías, que traen del país alto; cerca de ellos, hay una escalera muy larga que fue hecha para subir hasta lo alto del castillo; al occidente de esta fortaleza se halla un pequeño puerto que no tiene más que seis u ocho brazadas de profundidad, bueno para pequeñas embarcaciones y muy seguro para las áncoras; hay, aún, delante de dicho castillo, a la entrada de la ribera, una roca que casi no se descubre encima de las aguas. Desde el instante que los españoles vieron venir a los piratas, dispararon repetidas veces su artillería contra ellos, los cuales ancoraron en un pequeño puerto, una legua poco más del castillo. Por la mañana del siguiente día, saltaron a tierra y atravesaron el bosque, para hacer por aquella parte el ataque; la marcha les duró hasta las dos de la tarde, antes que pudiesen llegar a causa de la incomodidad del camino y sus lodazales y, aunque las guías que consigo llevaban les servían exactamente, no obstante, se acercaron de tal modo al castillo, que de los tiros que los españoles disparaban, los piratas perdieron muchos de los suyos, hallándose en parte rasa donde no podían encubrirse de cosa alguna. No sabían los piratas qué hacer; pues por aquella parte les era forzoso dar el ataque y siendo descubiertos desde la cabeza hasta los pies desde lo alto, se hallaban en grande riesgo si avanzaban; además, que el castillo, por su situación y fuerzas, les ponía en temores la empresa. Volverse no usaban, porque sus compañeros les escarnecerían. En fin, después de muchos debates resolvieron arriesgar el asalto (y) la vida desesperadamente, y avanzaron al castillo con sus alfanjes en mano y granadas de fuego aunque los españoles valerosamente se defendían y tiraban furiosa artillería y mosquetazos, gritando de lejos: Vengan los demás perros ingleses, enemigos de Dios y del rey. Vosotros no habéis de ir a Panamá. Después que los piratas hubieron hecho alguna prueba para subir al castillo, se vieron obligados a retirarse, quedándose en reposo hasta la noche, que volvieron para ver si, con el favor de sus granadas, podrían sobremontar el asalto y arrancar las palizadas; hicieron la prueba; cuando llegaron, un pirata fue herido con una flecha en sus espaldas que le atravesó de parte a parte y, al mismo instante, con gran valor, él mismo se la sacó por un lado del pecho y tomó un poco de algodón que tenía consigo, y lo ligó a dicha flecha que metió en su arcabuz, y disparó al castillo; que fue causa de poner en llama dos o tres casas que estaban dentro cubiertas de hojas de palma; lo cual, los españoles no advirtieron y, de este incendio, cayó fuego en una partida de pólvora que hizo grande ruina, causando notable consternación entre los españoles, que no lo habían podido remediar, por no haber visto al principio el incendio. Como los piratas viesen el buen efecto de la flecha y el principio de desgracia de los españoles, y que estaban notablemente ocupados en apagar el fuego, por cuya causa había grande desorden en el castillo, pues no tenían dentro bastante agua para extinguirle, procuraron aprovechar de la ocasión, poniendo también fuego a las palizadas; y así se vio el incendio en un mismo tiempo por diversas partes, cuya empresa les sirvió de mucha ventaja, porque entraron por las brechas que el fuego hizo en dichas estacadas, donde hallaron que se habían caído en los fosos muchos montones de tierra, sobre los cuales subieron dentro de los mismos fosos, y a donde algunos españoles, que no estaban empleados en el incendio, echaron sobre los piratas muchos pucheros llenos de pólvora, y de hedores con mechas encendidas, todo lo cual hizo perder muchos enemigos ingleses. No obstante la furiosa resistencia que los españoles hicieron, no pudieron impedir que todas las palizadas dejasen de abrasarse enteramente antes de la media noche; y aunque el fuego era grande, los piratas no dejaron de persistir en su pretensión, echándose a gatas, y caminaban de este modo hasta cerca de las llamas, por entre las cuales disparaban muchos mosquetazos contra los españoles, que columbraban y los hacían caer de las murallas abajo. Cuando el alba envió sus crepúsculos, vieron que toda la tierra levadiza, intermedia de las estacas, había caído (y) desmoronándose, en cantidad excesiva, dentro de los fosos; de tal modo era, que los del castillo estaban ya, para los de fuera, a cuerpo descubierto y tiraron contra ellos fieramente; de donde resultó, que mataron grande número de españoles, pues el gobernador les había dado orden de no retirarse de aquellos puestos que correspondían a los montones de tierra caídos y de transportar la artillería a las brechas. Tenía aún el fuego en el castillo su curso y los piratas desde afuera hacían lo posible para atajar su progreso, cuanto les era factible. Una parte de piratas estaban ocupados en esto y otra observaban los movimientos de los afligidos españoles; con que, cerca del mediodía los ingleses ganaron una brecha donde el gobernador estaba con veinte y cinco soldados para defenderla, después de una valerosa resistencia que los españoles hicieron con mosquetes, picas, piedras y espadas pasaron los piratas y finalmente ganaron el castillo. Los españoles que quedaron aún en vida saltaron del dicho castillo al agua, estimando más morir precipitados por sí mismos (porque pocos vivieron del asalto), que pedir cuartel. Retiróse el gobernador a un cuerpo de guardia, delante del cual había dos piezas de artillería, y pretendiendo aún defenderse, sin querer pedir cuartel; le mataron de un balazo que le dispararon a la cabeza. Hallaron aún cosa de treinta hombres dentro, de los cuales no había diez sanos; dijeron a los piratas que ocho o nueve soldados desertaron de entre ellos y se fueron a Panamá para llevar las nuevas de su llegada e invasión. No quedaron más que estos treinta hombres de trescientos catorce con que el castillo estaba guarnecido, entre cuyo primer número, no hallaron oficial alguno en vida. Hiciéronlos a todos prisioneros y los forzaron a decir todo lo que sabían acerca de sus empresas y, entre otras cosas, declararon cómo el gobernador de Panamá tenía noticias de Cartagena tres semanas había; cómo los ingleses armaban una flota en la isla Española, para venir a tomar dicha ciudad; y que esto se había sabido por una persona que se salió de entre los piratas en el río de la Hacha, donde proveyeron su flota de vituallas; y que con estas nuevas, dicho gobernador, envió ciento sesenta y cuatro hombres de socorro a aquel castillo, con muchos víveres y municiones de guerra. Como la guarnición ordinaria consistía en ciento y cincuenta hombres, haciendo juntos el número sobredicho de trescientos catorce, todos bien armados. Dijeron también a los piratas como dicho gobernador ordenó diversas emboscadas a todo lo largo de la ribera, y que aguardaban con tres mil y seiscientos hombres en las campañas de Panamá, que ellos llegasen. Costóles excesiva pena a los piratas ganar el castillo; mucha más que la entrada y reducción de la isla de Santa Catalina y su adyacente, porque contando su gente, hallaron haber perdido más de cien hombres, además de los heridos, que pasaban de setenta. Mandaron a los prisioneros españoles que echasen de lo alto de la montaña a la ribera todos los cuerpos muertos de los suyos y que después los enterrasen. Los heridos llevaron a la iglesia, en la cual las mujeres estaban encerradas y donde hicieron hospital, y lugar de prostitución, violentando las afligidas viudas con insolentes amenazas. No quedó largo tiempo Morgan en la isla de Santa Catalina, y antes de salir de ella hizo embarcar todas las vituallas que halló con el maíz y cazabe en cantidad, ordenando que transportasen cuantos víveres fuese posible a la guarnición de los del castillo de Chagre, de cualquiera parte que los pudiesen hallar. Echaron al agua, en parte conocida, toda la artillería de la dicha isla, con ánimo de volver, y dejarla guarnecida en posesión perpetua de piratas; no obstante, hizo poner fuego a todas las casas, excepto al castillo de Santa Teresa que le parecía el más capaz y seguro para hacerse fuerte a su vuelta de Panamá. Llevó consigo todos los prisioneros y, finalmente, partió para el río de Chagre, donde llegó en ocho días y, viendo el estandarte inglés levantado sobre el castillo, fue tanto el regocijo que tuvieron, que no advirtieron la entrada de la ribera, en la cual perdió el mismo navío en que iba y otros tres de su flota, siendo tan afortunados, que toda la gente se salvó con todos sus bienes; y hubieran, también, preservado los navíos si un grande viento de norte no se levantara en aquella ocasión, que los hizo dar contra una roca que está a la entrada de dicha ribera. Subió Morgan al castillo con grande triunfo y regocijo de todos los piratas que en él estaban y venían y, habiendo oído del modo que las cosas pasaron en la conquista, mandó al punto que todos los prisioneros comenzasen a trabajar a las reparaciones necesarias; principalmente en hincar nuevas palizadas alrededor de todos los fuertes dependientes. Hallábanse en la ribera algunos barcos de españoles, que ellos llaman chaten, los cuales sirven para transportar mercadurías por el río, como también para ir a Portobelo y Nicaragua; ármanlos, de ordinario, con dos piezas grandes de artillería de hierro y cuatro pequeñas de bronce; tomáronlos todos, y otros pequeños navichuelos, y todas sus canoas, y dejaron quinientos hombres de guarnición en el castillo; ciento y cincuenta en sus navíos dentro de la ribera; y partió Morgan hacia Panamá con mil y doscientos hombres, no proveyéndose de vituallas, más que en pequeña cantidad, con la esperanza de hallar bastantes entre los españoles que estaban emboscados en diversas partes del camino.
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Capítulo IV Notas calendáricas y astronómicas KATÚN El Principio del Once Ahau......................................... 1513 años. Ya acabó. Empezó Hoil............................................................ en 1519 años. Se fundó San Francisco en Santiago de Mérida............ 1519 años. Se fundó en medio de la ciudad la Iglesia Mayor,en el año de............... 1541 Meses dentro del año .............................................12 Días seguidos dentro de un año.................................... 365 Noches seguidas dentro de un año................................. 365 Fila de las semanas dentro de un año............................ 52 y un día Fila de los domingos dentro de un año.......................... 53 Días seguidos dentro de seis meses desde el principio.................................................... 181 Días seguidos dentro de seis meses en la segunda parte, para completar un año............. 184 Días que cuenta la semana.................................................................................................. 7 Ésta es la cuenta. SERIE DE LOS MESES DENTRO DE UN AÑO Poop 16 de julio. Uoo 5 de Agosto. Zip 25 de Agosto. Zods Zec 4 de Octubre. Xul 24 de Octubre. Es cuando ovan los peces. Dze-yax-kin 13 de Noviembre. Es cuando se doblan las cañas del maíz. Mol 3 de Diciembre. Chchén 23 de Diciembre. Yaax 12 de Enero. Es buen tiempo para cosechar. Zac 1 de Febrero. Es cuando florecen las flores blan- cas. Ceeh 21 de Febrero. Mac 13 de Marzo. Es cuando ovan las tortugas. Kan-kin 2 de Abril. Muan 22 de Abril. Se detiene la carrera del sol en la cin- tura del cielo. Paax 12 de Mayo. Kayab 1 de junio. Cum-kú 21 de junio. Chumayel 28, nació su ahijada Micaela Castañeda. Los wayeyab (los días "duendes" del año), son cinco. Cuando va a llegar el día once de junio se alargan los días. Cuando va a llegar el día trece de Septiembre, son muy iguales el día y la noche. Cuando va a llegar el día doce de Diciembre se acorta el día y se hace ancha la noche. Cuando va a llegar el día diez de Marzo, son iguales el día y la noche. Aquí va imagen 2 He aquí el círculo que está en medio, el que es blanco. Significa que es por donde va caminando el Sol. Las dobles ruedas de alrededor, las negras, significan que la cara del Sol va sobre la grande negra y baja a la pequeña negra. Asimismo, es igual como va y como camina, aquí también en el mundo sobre la tierra. Y así es como se ve en toda la extensión del país la marcha del Sol. Coge para caminar una verdadera jícara alargada y entra a ella por la parte más grande, que es la orilla de la tierra. Así es el Kahlay del sol, como se sabe aquí en esta tierra. Aquí va imagen 3 Diagrama que representa un eclipse de Sol A los hombres les parece que a sus lados está ese medio círculo en que se retrata cómo es mordido el Sol. He aquí que es el que está en medio. Lo que lo muerde, es que se empareja con la Luna, que camina atraída por él, antes de morderlo. Llega por su camino al nor- Aquí va imagen 4 Causa de los eclipses solar y lunar Aquí va imagen 5 El tronco de la tierra es Campeche, Maní es el corazón de la tierra Calkiní Ichcaansihó La cabeza de la tierra es Cumkal Naumpech I (x) Zac nicté Chheen Zodzil Muhel Itzmal Kinzazal Xa Zaquij Ah Kin Chablé Ah Kok bak Tixkokob te, grande, y entonces se hacen uno y se muerden el Sol y la Luna, antes de llegar al "tronco del Sol". Se explica para que sepan los hombres mayas qué es lo que le sucede al Sol y a la Luna. Eclipse de Luna. No es que sea mordida. Se interpone con el Sol, a un lado de la tierra. Eclipse de Sol. No es que sea mordido. Se interpone con la Luna, a un lado de la tierra. Esto es señal que da Dios de que se igualan; pero no se muerden.
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De las cosas que deben tratarse después y del cúmulo de los años El día se contaba desde una media noche hasta la siguiente (?); veinte días completaban un mes, excepto el último, al cual se le añadían otros cinco; el año constaba de trescientos sesenta y cinco días y seis horas, dividido en dieciocho meses, y el siglo o cúmulo, gavilla o atadura de años, de cincuenta y dos. Cuando se completaba éste, se hacía el fuego nuevo con dos maderos aptos para encenderlo, golpeados y frotados entre sí, porque ya no era lícito usar más del antiguo. Cada mes hacían sacrificios a cada uno de los dioses, y celebraban sus fiestas que se llamaban fijas, porque las movibles se regían por los veinte signos, según lo que había enseñado Quetzalcóatl, venerado entre los principales dioses, y por los mismos decían que se presagiaba y se prometía la fortuna y el infortunio a los niños nacidos en aquel tiempo, de todo lo cual tendré que hablar dentro de poco más ampliamente. Era la costumbre referir cada año a uno de los cuatro puntos cardinales por orden, numerados trece, empezaban cuatro veces desde la unidad, hasta llegar el quincuagésimo segundo, que era el más célebre de todos, se llamaba el cúmulo, gavilla o atadura de los años y estaba consagrado a Xiuhteuhtli, dios del fuego. Encendían el fuego nuevo con dos renuevos de ciertos árboles, frotándolos de alguna manera especial, porque (como ya se dijo) no estaba permitido usar el anterior. Encuentro varias opiniones acerca del principio del año, pero la más aceptable es que comenzaba el segundo día de febrero.
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Capítulo IV Del ídolo llamado Quetzalcohuatl, dios de los chulultecas, que eran los famosos mercaderes de esta tierra Aunque en el capítulo pasado queda dicho en sustancia todo lo que toca al culto de los dioses que esta gente adoraba. Pero porque este ídolo, llamado Quetzalcohuatl, era el dios de los mercaderes de esta tierra, los cuales residían en una gran ciudad que llaman Cholula, y por ser dios de gente rica, era honrado con particulares ceremonias fuera de las ordinarias y ricamente ataviado, se hará aquí particular mención de él. Era este ídolo muy celebrado y festejado de todos los mercaderes, tanto que el día en que se solemnizaba su fiesta gastaban cuanto en todo el año habían granjeado, pretendiendo aventajarse a las demás ciudades por mostrar y dar a entender la grandeza y riqueza de Cholula. Estaba este ídolo en un templo alto, muy autorizado, en una ancha y larga pieza, puesto sobre un altar ricamente aderezado, teniendo alrededor de sí oro, plata, joyas, plumas ricas, ropas de mucho valor y diversas labores. Era este ídolo de madera en figura de hombre, excepto que la cara era de pájaro, con un pico y sobre él una cresta y berrugas, con unas ringleras de dientes en la lengua de fuera; desde el pico hasta la media cara era amarillo con una cinta negra, que le venía ciñendo junto a los ojos por debajo del pico. Tenía en la cabeza una mitra de papel puntiaguda, pintada de negro, blanco y colorado. De esta mitra colgaban unas tiras largas pintadas, con unos flecos al cabo, que se tendían a las espaldas. Tenía en las orejas unos zarcillos de oro, de hechura de unas orejas, y al cuello un joyel de oro grande, a manera de ala de mariposa, colgado de una cinta de gamuza colorada. Tenía vestida una cortina muy labrada, de negro, colorado y pluma con espacios blancos. En las piernas tenía unas calcetas de oro y en los pies unas sandalias de lo mismo. En la mano derecha tenía un instrumento de madera de hechura de hoz, pintado de negro, blanco y colorado, y junto a la empuñadura tenía una borla de gamuza blanca y negra, y en la mano izquierda, una rodela de plumas blancas y negras, todas de aves marinas, con cantidad de rapacejos de la misma pluma muy espesos. Este era su ordinario ornato, aunque en diversas solemnidades lo iban variando. Solemnizábase la fiesta de este ídolo en esta forma. Cuarenta días antes compraban los mercaderes un esclavo que fuese bien hecho, sin mácula si señal alguna, así de enfermedad como de herida o golpe alguno. A este le vestían con los atavíos del mismo ídolo para que le representase estos cuarenta días. Y antes que le vistiesen, le purificaban, lavándole dos veces en el lago que llamaban de los dioses y, siendo purificado, le vestían en la forma que el ídolo estaba. Era muy reverenciado en estos cuarenta días, por lo que, cuando se presentaba, traía su guarda muy cumplida con otra mucha gente que le acompañaba. Enjaulábanlo de noche, como queda dicho de los demás, porque no se les huyese; luego, de mañana, lo sacaban de la jaula y lo ponían en lugar preeminente y allí le servían, dándole de comer preciosas viandas. Y después de haber comido, poníanle sartales de rosas al cuello y muchos ramilletes en las manos. Salían luego con él por la ciudad, el cual iba cantando y bailando por toda ella para ser conocido por semejanza de su dios. Y en comenzando a cantar, salían de las casas las mujeres y niños a saludarle y ofrecerle ofrendas, como a dios. Nueve días antes de la fiesta, venían ante él dos viejos muy venerables de las dignidades del templo y humillándose ante él le decían con una voz muy humilde y baja: -"señor, sabrás que de aquí a nueve días se te acabará este trabajo de bailar y cantar, porque entonces has de morir". Y él había de responder: que fuese muy enhorabuena. Llamaban a esta ceremonia neyolmaxiltiliztli, que quiere decir "el apercibimiento". Cuando le apercibían mirábanle con mucha atención y si veían que se entristecía y que no bailaba con aquel contento que solfa, ni con la alegría que ellos deseaban, hacían una superstición asquerosa, y era que iban luego y tomaban las navajas del sacrificio y lavábanles la sangre humana que estaba en ellas pegada de los sacrificios pasados, y con aquellas babazas hacíanle una bebida mezclada con otra que por acá llaman cacao. Dábansela a beber porque decían que hacía tal operación en él, que quedaba sin ninguna memoria de lo que le habían dicho y casi insensible, volviendo luego al ordinario contento. Y aun dicen que con este medio, él mismo con mucha alegría se ofrecía a morir, siendo enhechizado con aquel brebaje. La causa porque procuraban quitar a éste la tristeza era porque lo tenían por muy mal agüero y pronóstico de algún gran mal. Llegado el día de la fiesta, a media noche, después de haberle hecho mucha honra de música e incienso, tomábanle los sacrificadores, y sacrificábanle al modo arriba dicho, haciendo ofrenda de su corazón a la luna y después arrojándolo al ídolo, dejando caer el cuerpo por las gradas del templo abajo, de donde le alzaban los que lo habían ofrecido, que eran los mercaderes, cuya fiesta era ésta, y llevábanlo a la casa del más principal y allí lo hacían guisar en diferentes manjares, para celebrar, en amaneciendo, el banquete y comida de la fiesta, dando primero los buenos días al ídolo con un pequeño baile que hacían mientras amanecía y se guisaba el sacrificado. Juntábanse después a este banquete todos los mercaderes, especialmente los que tenían trato de comprar o vender esclavos, a cuyo cargo era ofrecer cada año un esclavo para la semejanza de su dios. Era este ídolo de los más principales de esta tierra como queda referido. El templo en que estaba era de mucha autoridad, el cual tenía sesenta gradas para subir a él, y en la cumbre de ellas se formaba un patio de mediana anchura muy curiosamente encalado. En medio de él había una pieza grande y redonda, a manera de horno, y la entrada estrecha y baja, que para entrar era menester inclinarse mucho. Tenía este templo los aposentos que los demás, donde había recogimientos de sacerdotes y de mozos y mozas y de muchachos, como queda dicho, a los cuales asistía sólo un sacerdote que continuamente residía allí, el cual era como semanero porque puesto caso que había de ordinario tres o cuatro curas o dignidades en cualquier templo, servía cada uno una semana sin salir de allí. El oficio del semanero de este templo, después de la doctrina de los mozos, era que todos los días a la hora que se pone el sol tañía un grande atambor, haciendo señal con él, como nosotros usamos tañer a la oración. Era tan grande este atambor que su sonido ronco se oía por toda la ciudad y, en oyéndolo, se ponían todos en tanto silencio que parecía no haber hombre, desbaratándose los mercados, recogiéndose la gente, con que quedaba todo en gran quietud y sosiego. Al alba, cuando ya amanecía, y así los caminantes y forasteros se apresuraban con aquella señal para proseguir sus viajes, estando hasta entonces impedidos para salir de la ciudad. Este templo tenía un patio mediano, donde el día de su fiesta se hacían grandes bailes, regocijos, y muy graciosos entremeses, para lo cual había en medio de este patio un pequeño teatro de a treinta pies en cuadro, curiosamente encalado, el cual enramaban y aderezaban para quel día con toda la policía posible, cercándolo de arcos hechos de toda diversidad de rosas y plumería, colgando a trechos muchos pájaros y conejos, y otras cosas apacibles. Donde, después de haber comido, se juntaba toda la gente, y salían los representantes de los entremeses, fingiéndose sordos, arromadizos, cojos, ciegos y mancos, viniendo a pedir sanidad al ídolo: los sordos respondiéndole adefesios y los arromadizos, tosiendo y sonándose, y los cojos, cojeando, decían sus miserias y quejas, que hacían reír grandemente a los del pueblo. Otros salían en nombre de las sabandijas, unos vestidos como escarabajos y otros como sapos y otros como lagartijas, etc., y encontrándose allí referían sus oficios y volviéndose cada uno por sí tocaban algunas fábulas de que gustaban sumamente los oyentes, porque eran muy ingeniosas. Fingían, asimismo, muchas mariposas y pájaros de diversos colores, sacando vestidos a los muchachos del templo en estas formas, los cuales se subían en una arboleda que allí plantaban y los sacerdotes del templo les tiraban con cerbatanas, donde había en defensa de unos y ofensa de los otros graciosos dichos con que entretenían mucho a los circunstantes. Lo cual era concluído haciendo un gran mitote o baile con todos estos personajes. Y esto acostumbraban hacer en las más principales fiestas. La figura del ídolo Quetzalcohuatl es esta que se sigue, cuyo nombre quiere decir "Culebra de pluma rica". Ídolo de los chulultecas llamado Quetzalcohuatl, que quiere decir "Culebra de pluma rica". Demás de los sobredichos ídolos tenían otros muy muchos cuyos ritos y ceremonias por ser tan semejantes a los sobredichos, por evitar prolijidad, no se ponen aquí, sólo se añade otro género de sacrificio que en diversas fiestas tenían, el cual llamaban tlacaxipehualiztli, que quiere decir "desollamiento de personas". Llamábase así porque en ciertas fiestas tomaban un esclavo o esclavos (según el número que querían) y, degollándolos, les desollaban el cuero, el cual se vestía una persona diputada para esto. Este andaba por todas las casas y mercados de las ciudades, cantando y bailando, y habíanle de ofrecer todos y al que no ofrecía le daba con un canto del pellejo por el rostro, untándole con aquella sangre que tenía cuajada. Duraba esta invención hasta que el cuero se corrompía. En este tiempo, juntaban estos que así andaban mucha limosna, la cual se gastaba en cosas necesarias al culto de sus dioses. En muchas de estas fiestas hacían un desafío entre el que había de sacrificar y el sacrificado en esta forma: ataban al esclavo a una rueda grande de piedra de un pie con una espada y rodela en las manos y dábanle licencia para que se defendiese todo lo que pudiese. Salía luego el que había de sacrificar armado con otra espada y rodela, y si el que había de ser sacrificado prevalecía contra el otro, quedaba libre del sacrificio y con el nombre de capitán famoso, y como tal era después tratado; pero si era vencido, allí en la misma piedra hacían de él sacrificio, cuya pintura es la que se sigue. Desafío de soldados que sacrificaban: el que había de ser sacrificado ataban a una rueda y si podía más que ese suelto, se libraba y entraba el vencido al sacrificio. Tenían, asimismo, diosas. La principal de ellas era una a que llamaban Toci, que quiere decir "Nuestra abuela", que, como se ha dicho en la historia de los reyes, fué una hija del rey de Culhuacan, que fué la primera que desollaron por mandado de Huitzilopuchtli, haciéndola de esta arte su hermana. Desde entonces comenzaron a usar este género de desollar en los sacrificios, entendiendo que quería su dios ser servido de esta suerte. Y el otro sacrificio de sacar los corazones, les enseñó el mismo ídolo cuando él mismo los sacó a los que castigó en Tula, como queda referido en la historia de los mexicanos. Y así no ponen tanta admiración estas crueldades por haber sido dictadas del mismo demonio, a quien si no obedecían, los castigaba crudelísimamente, y así le tenían tanto respeto y temor. Y para que conste de algunas figuras de estas diosas por donde se infieran las demás, que todas eran casi de una suerte, se ponen aquí por junto.
contexto
CAPITULO IV Que trata de las guerras que obieron entre los chichimecas y los aculhuaques de Tezcuco Tornando a nuestro principal propósito, aquellos sinceros y antiguos chichimecas que vinieron a las poblazones y en seguimiento de sus parientes y amigos, trajeron por ídolo y adoraban por dios a Camaxtli, los cuales eran grandes cultores de los demás dioses e ídolos, que los veneraban y adoraban con mucha reverencia, e inviolablemente observaban sus preceptos e instituciones y promesas que les hacían. Este ídolo Camaxtli no pudo ser sino el mismo demonio, porque hablaba con ellos, y les decía y revelaba lo que había de suceder y lo que habían de hacer, en qué partes e lugares habían de poblar y permanecer. Eran, ansí mismo, estos chichimecas grandes hechiceros y nigrománticos, que usaban del arte mágico con que se hacían temer, y ansí eran temidos; por cuya causa no los osaban enojar las gentes vecinas y comarcanas. Y con esto se sustentaron muchos tiempos en Poyauhtlan, donde tuvieron su habitación algunos tiempos. Visto por los comarcanos que iban ocupando muchas tierras y que grandemente se iban apoderando de ellas y enseñoreándose, les ovieron recelo y temor de que en algún tiempo no prevaleciesen tanto que después viniesen a ser señores y que los viniesen a sujetar, y, ansí mismo, porque estos chichimecas comenzaban a hacerles mala vecindad y algunos malos tratamientos, por quererse ensanchar y extender, de cuya causa los tepanecas y culhuas mexicanos, que estaban muy conformes y confederados, trataron de los desviar y hechar de Poyauhtlan y que fueran a poblar a otras partes. Por lo cual, les movieron guerra de parte de estos tepanecas y culhuas mexicanos, reinando en México Huitzilihuitzin, el año que ellos llamaban Cetochtli Zihuitl "año de un conejo", para la cual se juntaron grandes huestes por la laguna y por tierra y vinieron a dar sobre los chichimecas de Poyauhtlan. Los cuales, como fuesen gente belicosa y feroz, y a la continua estuviesen sobre el aviso, no estaban tan descuidados que no les salieran al encuentro con gran furia a defender y resistir su partido, defendiéndose con esfuerzo y ánimo terrible, y de tal suerte y manera que dicen las historias y antigüedades que desde donde está el pueblo de Cohuatlichan hasta el pueblo de Chimalhuacan y toda aquella marisma y orilla de la laguna, no había otra cosa sino arroyos de sangre y hombres muertos, de tal suerte y manera que el agua de la laguna por toda aquella ribera no parecía ser agua, sino pura sangre y laguna de sangre, toda ella convertida en sangre. Y con buen esfuerzo y maña corrieron y desbarataron a sus enemigos con gran afrenta, y se volvieron victoriosos y llenos de gloria a su principal asiento. En memoria de tan sangrienta batalla comen los naturales de allí cierto marisco, que en esta laguna se cría, que tiene por nombre Izcahuitli, de lo cual hay mucha cantidad. Tiene color de sangre requemada y cara leonada, a manera de lama colorada. En la cual lama se coge mucha cantidad. Y la tienen por granjería los pescadores de allí. Y ansí, quieren decir que de la sangre que allí se derramó, se convirtió aquella lama y marisco de aquella color, lo cual es fábula. Más sólo quedó en memoria de aquella guerra y cruel estrago que hubo en ella a manera de encarecimiento, porque "sangre" en la lengua mexicana se llama eztli y ansí (por corrupción del vocablo) se llama esta lama izcahuitl. Pasada esta gran guerra entre los mexicanos tepanecas con los chichimecas, determinaron de irse de allí y pasar adelante en busca de tierras más extendidas y anchas donde más a su sabor y gusto estuviesen, y salir de aquella estrechura en que vivían, mayormente porque entendían estar malquistos con sus vecinos comarcanos, y porque, ansí mismo, su dios Camaxtli les decía que alzasen su real, que no había de ser allí su permanencia, que adelante habían de pasar a donde habían de amanecer y anochecer, dándoles a entender donde habían de ser señores supremos y vivir con descanso y quietud, porque dice la metáfora Uncantonazoncantlathuiz, oncanyazque ayancomican, "adelante habéis de pasar y no es aquí aún donde ha de amanecer y hacer sol, y resplandecer con sus prósperos y refulgentes rayos". Y estando tan malquistos con sus vecinos, que forzosamente habían de tener reencuentros y pesadumbres, por evitar tan grandes ocasiones e inconvenientes, trataron con los señores tetzcucanos de cómo se querían ir y desviar de los tepanecas, porque su venida no había sido con intento de pelear sino de poblar donde hallasen comodidad para ello, pues traían sus hijos y mujeres y eran muchos, y otros ejércitos que atrás quedaban que venían en su seguimiento, pues que los trataban tan mal que ellos querían pasar adelante, hacia las partes de donde el sol sale y llegar hasta la mar teuhtlixco anahuac, que quiere decir "al fin de la tierra y hasta la orilla y costa de la mar", pues era todo desierto y despoblado; y para emprender esta jornada querían tomar su beneplácito y que fuese con su licencia y voluntad, porque si algún tiempo les acaecían algunos infortunios y trabajos y adversidades, y los oviesen menester para algún socorro que, como hombres prosperados y que estaban de asiento, los favoreciesen como a hermanos, amigos y parientes. Y ansí, en esta despedida y apartamiento pasaron grandes negocios de la una parte y de la otra con los aculhuaques tetzcucanos. Y al fin, quedaron resueltos en que se fuesen y que buscasen asiento donde pudiesen poblar a su voluntad y antes de esta partida, para más favorecellos, les dieron adalides y guías que los guiasen por las sierras altas de Tetzcuco y que les mostrasen desde la más alta cumbre de aquellas montañas y sierras de Tlallocan, altísimas y umbrosas. En las cuales he estado y visto, y puedo decir que son bastantes para descubrir el un hemisferio y el otro, porque son los mayores puertos y más altos de esta Nueva España, de árboles y montes de grandísima altura, de cedros, cipreses y pinares, que su belleza no puedo encarecer con palabras, que parece llegan al cielo por orden de naturaleza; y pues con palabras no puedo explicar los conceptos que a esto me inspiran, supla el buen entendimiento del discreto lector. Dejando aparte la Sierra Nevada y el Volcán, que son más altas de estas montañas, puso el Artífice del Mundo uno de los principales ornatos de su creación, que de la una parte se descubría todo el reino de los mexicanos tepanecas y su grande laguna, por la otra el reino y provincia de Tlaxcalla, Cholulla, Huexotzinco, Quauhquecholla, Tepeyacac, Tecamachalco y otras provincias de innumerables naciones, que visto lo uno y lo otro, se dan inmensas gracias al Artífice Universal de todo lo creado; mayormente, el día de hoy, que visto el retruécano que el verdadero Dios ha obrado con los suyos, se dan inmensas y sempiternas gracias y loores, porque lo que el demonio señoreado tenía, está el día de hoy reducido al verdadero Dios y su Iglesia militante. ¿Quién no se hasta de llorar de puro contento? ¿Quién no se goza con alegría sublimada con milagros tan conocidos y tan a las claras obrados, que al cabo de tantos millares de años haya sido Nuestro Señor servido de traer en conocimiento de su Santa Fe tantas y tan inumerables gentes y naciones? A su Divina Majestad se dan las alabanzas y gracias por tantas mercedes como cada día obra con sus criaturas racionales. Subidos los chichimecas con los adalides a las sierras de Tlallocan, descubrieron y divisaron desde allí grandes y amplísimas tierras, valles, sierras y llanos con sus ríos y fuentes, casi como otro nuevo mundo o nuevo hemisferio; y como los atalayas ovieron visto tan grandes tierras despobladas, porque de noche ni de día hobiese fuegos ni moradas, conocidamente vieron que eran tierras desiertas, yermas, habitables y por poblar. Y con esta noticia, bajaron de la sierra y, dando relación y noticia de lo que habían visto, hicieron grandes fiestas y solemnidades, especialmente los chichimecas a su ídolo Camaxtli, el cual dicen que les dijo hablando con ellos: que comenzasen a caminar, que aquella era la tierra en que habían de poblar y a donde habían de permanecer señoreando, y que comenzaran a marchar que ya era tiempo de no estar más en aquella provincia de Poyauhtlan, ni entre aculhuaques; mas que en sus necesidades y trabajos, les daría favor y ayuda y grandes socorros de gentes a su tiempo y cuando fuese menester. De esta manera alzaron su real y poblazón, y la mayor parte de ellos comenzaron a caminar con mujeres e hijos hacia Chalco, aunque quieren decir, afirmativamente, que algunas cuadrillas de éstas caminaron hacia la parte Norte a poblar las provincias de Tullantzinco, por no subir ni atravesar las grandes serranías y puertos de la Sierra Nevada y Volcán de Amaquemecan. Acaecieron estas cosas desde el año Ome Tecpatl, que fue el año que poblaron en los llanos de Poyauhtlan los chichimecas por consentimiento de los Señores de Tetzcuco, y el año de Tres Calli, y el año de Cuatro Tochtli, y el año de Cinco Acatl y el año de Seis Tecpatl, y el año de "una Casa", que es Ce Calli, y el año de Cinco Tochtli, y el año de Nueve Acatl, y el año de Diez Tecpatl, y el año de Once Calli, y el año de Doce Tochtli, y el año de Trece Acatl, y el año de Dos Tecpatl, y el año de Dos Calli, que fue el año que llegaron a la provincia de Chalco Amaquemecan, después de la salida que hicieron de los llanos de Poyauhtlan.