Capítulo 23 De cómo Motecuçoma y el governador del Tlatilulco fueron echados muertos fuera de la casa donde los españoles estavan fortalecidos Después de lo arriba dicho, cuatro días andados después de la matança que se hizo con cu, hallaron los mexicanos muertos a Motecuçoma y al governador del Tlatilulco, echados fuera de las casas reales cerca del muro donde estava una piedra labrada como galápago, que llamavan Teoáyoc. Y después que conocieron los que los hallaron que eran ellos, dieron mandado y alçáronlos de allí, y llamáronlos a un oratorio que llamavan Copulco, y hiziéronlos allí las cerimonias que solían hazer a los difuntos de gran valor. Y después los quemaron como acostumbravan hazer a todos los señores, y hizieron todas las solemnidades que solían hazer en este caso. Al uno de ellos, que era Motecuçoma, le enterraron en México, y al otro en Tlatilulco. Algunos dezían mal de Motecuçoma, porque havía sido muy cruel. Los de Tlatilulco lloravan mucho a su governador, porque era muy bien quisto. Después de algunos días que estavan cercados los españoles, y que cada día les davan guerra, un día salieron de su fuerte algunos de ellos y cogieron de los maizales maçorcas de maíz y cañas de maíz, y tornáronse a su fuerte.
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Capítulo 23 Trata en este capítulo de como este rrey Monteçuma de Mexico Tenuchtitlan començó a fundar el templo de Huitzilopochtli y la guerra que hizo a los de Chalco para abasallarlos a Mexico Tenuchtitlam Pasados algunos años, dixo el rrey Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, general y oydor: "Parésçeme que a muchos días que estamos muy uçiosos; 25r que començemos y labremos el templo y casa de tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli. Y para esto quisiera <que> fueran mensajeros a los pueblos y señores a darles abiso de ello para que, <en>tendido n<uest>ro mando, pusiesen luego en obra esta labor y obras de esta casa. Y a esto yrán primero n<uest>ros mensajeros por estilo y orden a los señores de Azcapuçalco y al de Cuyuacan y luego a Culhuacan y luego a los señores de Suchimilco y de allí a Cuitlahuac y Mizquic y luego a la postre al señor de tepanecas Neçahualcoyotl". Tomó la mano de este mando Çihuacoatl Tlacaeleltzin, dixole: "Señor n<uest>ro, mi paresçer y boluntad no es ni a de ser de esa manera, que los mensajeros, con el cansançio, <en> una parte explicarán bien u<uest>ro rreal mando y en otras partes no, con el cansançio, y es diminuir n<uest>ra onrra y fama y buestro gran señorío. Y para esto <en>biarlos a llamar a todos un día señallado, para que de nosotros propios lo oygan. Y así con esto será lo mexor, a mi <en>tender". A esto rrespondió Monteçuma que era muy bien hecho de la manera d<ic>ha y que de la otra manera yba todo borrado, "porque es berdad que soy señor, pero no lo puedo yo todo mandar, <que> tan señor soys bos, Çihuacoatl, como yo y ambos emos de rregir y gouernar esta rrepública mexicana". Y ansí, luego fueron los mensajeros a los pueblos y a los señores de ellos <que> los rrigen y gobiernan a llamarlos, los quales fueron Tezcacoacatl y Huitznahuatl y Huecamecatl y Mexicatl Teuctli, y estos fueron. Y primeramente fueron a Azcapuçalco al rrey Acolnahuacatl Tzacualcatl y, oydo su <en>baxada del rrey Monteçuma, luego se puso en camino. Y dende allí ban a Cuyuacan y luego se partió el biexo rrey Ytztlolinqui. Y de allí fueron a Culhuacan y luego bino en persona Xilomantzin. Y de allí fueron al pueblo de Suchimilco y, hecha su <en>baxada, luego partieron los dos señores de allí, llamados Tepanquizqui y Quequecholtzin. Y de allí binieron los mensajeros a Cuitlahuac y luego asimismo se partió luego el señor de ellos Tzompanteuctli y Yochitlolinqui. Y de allí binieron a Mizquic y, oyda la <en>baxada, luego partió Quetzaltototl. Y de allí partieron los mensajeros y fueron a Culhuacan y, oyido el mandato, se partió luego, según <que> los demás, Neçahualcoyotzin. Y llegados todos los señores de los d<ic>hos pueblos en el palaçio del rrey Monteçuma y sentados cada señor según su meresçimiento y balor de sus personas, dixéronles los dos, el rrey Monteçuma y su presidente, capitán general, Çiahuacoatl Tlacaeleltzin: "Señores, aquí soys benidos y ayuntados para que <en>tendáis y hagáis y pongáis luego en efecto y execuçión. Bosotros todos, señores, soys ya hijos adotiuos de tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli. Estáis rresçibidos en su graçia y amparo, que ya en sus haldas y seno os tiene puestos a todos y mirará de oy en adelante por bosotros como a berdaderos hijos queridos, rregalados, como a los demás. Y es nesçesario que un dios tan baleroso y fauoresçedor de sus hijos le hagamos su templo y casa nombrado <en> todo el mundo, conforme y grandeza de su alto balor su casa y morada, alta y grande, muy abundante de lo que más le pertenesçe de sacrifiçios, que adelante sabréis. 25v Esto es lo que, señores, abéis <en>tendido, <que> luego <que> lleguéis a buestras tierras y casas hagáis llamami<ento>s en todas partes de buestras juridiçiones a todos u<uest>ros basallos". A esto tomó la mano por todos los otros demás prençipales señores, dixo Neçahualcoyotzin de Tezcuco: "Señor y n<uest>ro rrey Monteçuma, hijo, nieto n<uest>ro tan amado, querido y temido y a bos señor Çihuacoatl Tlacaeleltzin y todos los demás prençipales mexicanos que aquí están todos ayuntados, rresçibimos singular contento y alegría de lo que se nos manda y es bien y es líçito que tan buen señor y tan gran dios como es el tetzahuitl Huitzilopuchtli, que nos tiene abrigados con su fauor y amparo, que estamos debaxo dél como rresçibiendo alegría a su sombra, como árbol grande de çeiba (puchotl) o çiprés amcho (ahuehuetl), abiéndonos rresçibido <en> su graçia y fauor, es bien <que> se haga lo que nos dezís, pues estamos uçiosos, y para esto nos emos de ocupar. Pero sepamos, señores, qué es menester para ello". Dixo Tlacaeleltzin Çihuacotl: "Señores, materiales piedra pesada y libiana (tlacuahuactetl y teçomtle) y cal". Rrespondieron <que> heran muy contentos de lo hazer luego y maesos <que> lo hagan y así, se despidieron todos. E otro día siguiente llamó Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, dixo: "Parésçeme que será bien <que> bayan mexicanos <en>baxadores a los prençipales de Chalco para que asimismo nos den y ayuden con piedra pesada para la labor y obra del tetzahuitl Huitzilopuchtli. Y será, me paresçe, con alagos y no con fieros, para beer si nos obedeçen. Y si obedeçieren serán n<uest>ros amigos y si no, determínese luego como a los demás pueblos se a hecho guerra, para de fuerça bengan a hazerlo. Y para ello escoxed los prençipales mexicanos que más pláticos fueren para ello". Y luego Çihuacoatl llamó a quatro prençipales, el uno llamado Tezcacoacatl y Huitznahuatl y Huecamecatl y Mexicatl teuctli, díxoles: "Hijos y señores mexicanos, yd con <en>baxada a los a los prençipales de Chalco, en rrazón y con mucho encaresçim<iento>, criança, humildad, nos quieran fauoresçer con darnos de merçed una poca de piedra pesada pa la obra y casa de n<uest>ro gran dios tetzahuitl Huitzilopochtli, que se lo <en>bían a rrogar los señor el rrey Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaheleltzin, los que están y rresiden en esta rrepública, dentro y en medio de cañauerales y tulares. Y ternéis grande atençióm a la rrespuesta de ellos para que después se <en>tienda sobre lo que conba a ello". D<ich>o esto, se partieron los mensajeros para los prençipales de Chalco. Llegados los mensajeros a las casas de los señores de Chalco, Quateotl y Tonteoçiuhteuctli, que los faboresçiesen para la edificaçión de su templo una poca de piedra pesada y teçontle liuina. Y con esto y aberlo los mexicanos <en>baxadores explicado con umildad a ellos, luego rrespondieron con grande enoxo y soberuia, dixeron: "¿Qué dezís bosotros, mexicanos, y que demos la piedra que piden? ¿Quién la a de? 26r Y es berdad que somos prençipales y señores. ¿Amoslo nosotros de lleuar el trabaxo? ¿No a de ser de los maçehuales? Y para esto, mexicanos, bolueos otra bes, que se tratará y comunicará con todos los prençipales de Chalco de los tigueres y leones, águilas nonbrados, mandones y capitanes, y bolueréis por la rrespuesta". Y dixéronles los dos al rrey Monteçuma y Tlailotlac Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "Sea norabuena. Descansad del trauaxo y camino". Dixo Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe de esta rrespuesta de los chalcas? ¿Yrán otra bez o no a traer çertificaçión de lo que dizen açerca de esto?" Rrespondió Çihuacoatl, dixo: "Señor, ¿qué dezís? ¿Pues no abían de boluer? Bueluan otra bez. Por esta manera, si allá no bueluen dirán estauan burlando de <en>biar la tal demanda, pu pues no an buelto por rrespuesta. Y así, es menester <que> luego mañana bueluan los propios mensajeros con n<uest>ra demanda, porque después no tengan ni pongan escusa alguna". Dixo Monteçuma: "Pues ansí lo queréis, hágase lo que mandáis y bueluan los mesmos mensajeros allá y no otros, y tornen de nuebo a n<uest>ra demanda primera".
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Capítulo 23 De la manera que hazían los casamientos estos naturales Aquí se trata de la manera que se hazían los casamientos en estas partes. Los padres de algún mancebo, cuando ya le vían que era idóneo para casarse, juntavan a todos los parientes. Estando juntos, dezía el padre del mancebo: "Este pobre de nuestro hijo ya es tiempo que le busquemos su muger, porque no haga alguna travesura, porque por ventura no se rebuelva por ahí con alguna muger, que ya es hombre". Dicho esto, llamavan al moço delante de todos y dezía el padre: "Hijo mío, aquí estás en presencia de tus parientes. Havemos hablado sobre ti, porque tenemos cuidado de ti, pobrezito. Ya eres hombre. Parécenos que será bien buscarte muger con quien te cases. Pide licencia a tu maestro para apartarte de tus amigos, los mancebos con quien te has criado. Oyan esto los que tienen cargo de vosotros, que se llaman telpuchtatoque". Oído esto, el mancebo respondía: "Tengo en gran merced y beneficio esso que se me ha dicho. Havéis hecho conmigo misericordia en haver tenido cuidado de mí. Dado os havré pena y fatiga. Hágase lo que dezís, porque también lo quiere assí mi coraçón. Ya es tiempo que yo comience a experimentar los trabajos y los peligros de este mundo. Pues ¿qué tengo de hazer?" Hecho esto, luego aparejavan de comer, haziendo tamales y moliendo cacao y haziendo sus guisadas que se llaman molli. Y luego compravan una hacha con que cortan leña y maderos; luego embiavan a llamar a los maestros de los mancebos, que se llamavan telpuchtlatoque, y dávanles a comer, y davan las cañas de humo. Acabado de comer, sentávanse los viejos parientes del mancebo y los del barrio, y ponían delante de todos la hacha de que los mancebos usan estando en el poder de sus maestros; luego començavan a hablar. Uno de los parientes del mancebo dezía: "Aquí estáis presentes, señores y maestros de los mancebos. No rescibáis pena porque vuestro hermano N, nuestro hijo, se quiere apartar de vuestra compañía. Ya quiere tomar muger. Aquí está esta hacha; es señal de cómo se aparta ya de vuestra compañía, según es la costumbre de los mexicanos. Tomalda y dexad a nuestro hijo". Entonces respondía el maestro de los mancebos, llamado telpuchtlato, diziendo: "Aquí hemos oído todos nosotros, yo y los mancebos con quien se ha criado vuestro hijo algunos días, cómo havéis determinado de casarle, y de aquí adelante se aparta de ellos para siempre. Hágase como mandáis". Luego tomavan la hachuela y se ivan y dexavan al moço en casa de su padre. Hecho esto, juntávanse los parientes del moço, viejos y viejas, y conferían entre sí cuál moça le vendría bien. Y haviendo determinado cuál moça le havían de demandar, aquellas matronas viejas que tenían por oficio de entrevenir en los casamientos, haviéndolas rogado los parientes del moço que fuessen a hablar de su parte a la que tenían señalada y a sus parientes, luego otro día de mañana ivan a la casa de la moça y hablavan a los parientes de la moça para que diessen su hija a aquel moço. Esto hazían con mucha retórica y con mucha parola. Haviendo oído los parientes de la moça la mensajería de las viejas, respondían escusándose, como haziéndose de rogar, que la moça aún no era para casar ni era digna de tal mancebo. En esto passavan pláticas de mucha roncería. Acabada su plática los de la parte de la moça con las viejas, despedíanse diziendo que vendrían otro día, que mirassen despacio lo que les cumplía. Y ansí, el día siguiente ivan muy de mañana a la casa de la moça y hazían sus pláticas cerca del negocio, y también los despedían con roncerías de los padres de la moça; y como se ivan las viejas, dezían los parientes de la moça que vendrían otra vez. Al cuarto día bolvían las viejas a oír la respuesta y determinación de los padres de la moça, los cuales hablavan de esta manera: "Señoras nuestras, esta muzuela os da fatiga en que la buscáis con tanta importunación para muger de ese mancebo que havéis dicho. No sabemos cómo se engaña esse moço que la demanda, porque ella no es para nada y es una bobilla, pero, pues, que con tanta importunación habláis en este negocio, es necessario que, pues que la muchacha tiene tíos y tías, y parientes y parientas, será bien que todos junctos vean lo que les parece. Veamos lo que dirán, y también será bien que la muchacha entienda esto. Y ansí veníos mañana y llevaréis la determinación y conclusión de este negocio". El día siguiente, después de haverse ido las viejas, juntarse los parientes de la moça y háblanse sobre el negocio sossegada y pacíficamente. Y los padres de la moça, después de haver concluido el negocio entre todos, dizen: "Está bien, pues conclúyesse que el moço será muy contento de oír lo que se ha determinado. Será contento de casarse con ella, aunque sufra pobreza y trabajo, que parece que está aficionado a esta muchacha, aunque no sabe aún hazer nada, ni es esperta en su oficio mugeril". Y luego, después de esto, los padres de la moça hablan a los padres del moço, diziéndoles: "Señores, dios os dé mucho descanso. El negocio está concluido. Conciértesse el día cuando se han de juntar". Después de apartados los unos de los otros, los parientes ancianos del moço preguntavan a los adivinos que señalassen un día bien afortunado para el negocio, y los adivinos les señalavan uno de los días prósperos para el negocio. Dezían que cuando reinava el carácter que se llama ácatl, o el otro que se llama oçomatli, o el otro que se llama cipactli, o el otro que se llama cuauhtli, o el otro que se llama calli, cualquier de éstos era bien acondicionado para este negocio. Después de esto, luego començavan aparejar las cosas necessarias para el día de la boda, que se havía de hazer en algún signo de los arriba dichos. Aparejávanse las ollas para cocer el maíz y el cacao mullido, que llaman cacaoapinolli, las flores que eran menester, las cañas de humo que se llaman yetlalli, y los platos que se llaman molcáxitl, y los vasos que se llaman çoquitecómatl, y los chiquihuites. Començavan a moler el maíz y ponerlo en los apaztles o librillos; luego hazían tamales toda la noche y todo el día por espacio de dos o tres días. No durmían de noche, sino muy poco, trabajando en lo arriba dicho. El día antes de la boda combidavan primero la gente honrada y noble, y después a la otra gente, como eran los maestros de los mancebos y a los mancebos de quien tenían cargo, y luego a los parientes del nobio y de la nobia. El día de la boda, de mañana, entravan los combidados en la casa de los que se casavan. Primeramente entravan los maestros de los mancebos con su gente, y bevían solamente cacao y no vino; y todos los viejos y viejas entravan a comer al mediodía. Entonce havía gran número de gente que comían, y servían dando comida y flores y cañas de perfumes. Muchas de las mugeres llevavan mantas y las ofrecían; otras que eran más pobres ofrecían el maíz. Todo esto ofrecían delante del fuego, y los viejos y las viejas bevían uctli o pulcre, y bevían en unos vasos pequeños, templadamente. Algunos bevían tres, otros cuatro, otros cinco de aquellos vasos, y de allí no pasavan los viejos y viejas con tanto como éstos se emborrachavan; y este vino era adobado. Y a la tarde de este día bañavan a la nobia y lavávanla los cabellos, y componíanla los braços y las piernas con pluma colorada, y poníanla en los rostros margaxita pegada. A las que eran más muchachas poníanlas unos polvos amarillos que se llaman tecoçáhuitl. Y después de compuesta de esta manera, poníanla cerca del hogar en un petate como estrado, y allí le ivan a saludar todos los viejos del parte del moço; dezían de esta manera: "Hija mía, que estás aquí, por vos son honrados los viejos y las viejas y vuestros parientes. Ya sois del número de las mugeres ancianas, y ya havéis dexado de ser moça y començáis a ser vieja. Agora dexad ya las mocedades y niñerías. No havéis de ser desde aquí adelante como niña o como muzuela. Conviene que habléis y saludéis a cada uno como conviene. Havéis de levantaros de noche y varrer la casa y poner fuego antes que amanezca; os havéis de levantar cada día. Mira, hija, que no avergüencéis, que no deshonréis a los que somos vuestros padres y madres. Vuestros abuelos, que ya son defunctos, no os han de venir a dezir lo que os cumple, porque ya son defunctos; nosotros lo dezimos en su nombre. Mira, pobrezita, que te esfuerces. Ya te has de apartar de tu padre y madre. Mira que no se incline tu coraçón más a ellos; no has más de estar con tu padre ni con tu madre; ya los has de dexar del todo. Hija nuestra, desseamos que seas bienaventurada y próspera". Oído esto, la nobia respondía con lágrimas diziendo al que la havía hablado: "Señor mío, persona de estima, havéisme hecho merced todos los que havéis venido. Ha hecho vuestro coraçón benignidad por mi causa; havéis rescebido pena y trabajo por honrarme. Las palabras que se me han dicho téngolas por cosa preciosa y de mucha estima; havéis hecho como verdaderos padres y madres en hablarme y avisarme. Agradezco mucho el bien que se me ha hecho". Cuando ya era a la puesta del sol, venían los parientes del moço a llevar a su nuera, muchas viejas honradas y matronas. Y entrando en la casa donde estava la nobia, dezían luego: "Por ventura os seremos causa de temor con nuestro tropel; y es que venimos por nuestra hija, queremos que se vaya con nosotros". Y luego se levantavan todos los parientes de la moza, y una matrona, que para esto iva aparejada, aparejava una manta que se llama tliquémitl, tornándola por las esquinas y tendíala en el suelo, y sobre ella se ponía de rodillas la nobia. Luego la tomavan a cuestas, y luego encendían hachones de teas, que para esto estavan apeyados; y ésta era la señal que ya la llevavan a casa de su marido. Ivan todos ordenados en dos rencles, como cuando van en processión, acompañándola, pero los parientes de la moça ivan en torno de ella en tropel, y todos llevavan los ojos puestos en ella. Y los que estavan a la mira por las calles dezían a sus hijas: "¡Oh, bienaventurada moza! Mírala, mírala cual va. Bien parece que ha sido obediente a sus padres y ha tomado sus consejos. Tú nunca tomas los consejos y palabras que se te dizen; todas las entiendes al revés y no las pones por obra. Esta moza que agora se casa con esta honra bien parece que es bien criada y bien doctrinada, y tomó bien los consejos y doctrinas de sus padres y madres. Honrando a sus padres, no los desobedeció, mas antes los ha honrado como parece agora". Haviendo llegado la nobia a la casa del nobio, luego ponían a los dos junto al hogar; la muger a la mano izquierda del varón, y el varón a la mano derecha de la muger. Y la suegra de la nobia luego salía para dar dones a su nuera: vestíala un uipilli y poníala a los pies un cueitl, todo muy labrado. Y la suegra del nobio luego dava también dones a su yerno: cubríale una manta anudada sobre el hombro y poníale un maxtli junto a sus pies. Hecho esto, las casamenteras atavan la manta del nobio con el uipilli de la nobia, y la suegra de la nobia iva y lavava la boca a su nuera, y ponía tamales en un plato de madera junto a ella, y también un plato con mulli, que se llama tlatonilli. Luego dava a comer a la nobia cuatro bocados, los primeros que comían; después dava otros cuatro al nobio, y luego a ambos juntos los metían en una cámara, y las casamenteras los echavan en la cama y cerravan las puertas y dexávanlos ambos solos. Salíanse todos de la cámara, y las viejas casamenteras que se llaman titici -que eran como ministras del matrimonio- estávanlos guardando a la puerta, y allí bevían. No se ivan a sus casas; toda la noche estavan allí. Haviendo hecho esto cuatro días arreo, hazían una cerimonia, y era que la estera sobre que havían dormido, que se llama pétatl, la sacavan al medio del patio y allí la sacudían con cierta cerimonia, y después tornavan a poner la estera adonde havían de dormir. En este tiempo comían y bevían dentro de casa los parientes de la nobia con los parientes del nobio, y allí se tratavan todos como cuñados y afines, y como tales se hablavan. Después de esto ívanse todos a sus casas muy contentos. Y las viejas parientes del nobio hablavan a la nobia, diziendo de esta manera: "Hija mía, vuestras madres, que aquí estamos, y vuestros padres os quieren consolar. Esforçaos hija, no os aflijáis por la carga del casamiento que tomáis a cuestas, y aunque es pesada, con la ayuda de nuestro señor la llevaréis. Rogalde que os ayude. Placerá a nuestro señor que viváis muchos días y subáis por la cuesta arriba de los trabajos; por ventura llegaréis a la cumbre de ellos sin ningún impedimento ni fatiga que os embíe nuestro señor. No sabemos lo que nuestro señor tendrá por bien de hazer; esperad en él. Veis aquí cinco mantas que os da vuestro marido para que con ellas tratéis en el mercado, y con ellas compréis el chilli y la sal, y las teas y la leña, con que havéis de guisar la comida; esto es la costumbre que dexaron los viejos y viejas. Trabajad, hija, y hazed vuestro oficio mugeril sola; ninguno os ha de ayudar. Ya nos vamos; sed bienaventurada y próspera como desseamos". Después de esto, la suegra del rezién casado hablava de esta manera: "Aquí estáis, hijo mío, que sois nuestro tigre y nuestra águila, y nuestra pluma rica y nuestra piedra preciosa. Ya sois nuestro hijo muy tiernamente amado. Entended, hijo, que ya sois hombre y hombre casado, y hombre que tiene por su muger nuestra hija. No os parezca esto cosa de burla. Mirad que ya es otro mundo en donde agora estáis; ya estáis en vuestra libertad. Otra manera de vivir havéis tomado de la que havéis tenido hasta agora. Mirad que seáis hombre y que no tengáis coraçón de niño. No os conviene de aquí adelante andar en los vicios que andan los mancebos, como es los amancebamientos y burlerías de moços y chocarrerías, porque ya sois del estado de los casados, que es tlapaliui. Començad de trabajar en llevar cargas a cuestas por los caminos, como es chilli y sal y salitre y peces, andando de pueblo en pueblo. Enseñaos a los trabajos y fatigas que havéis de sentir en el coraçón y en el cuerpo, dormiendo a los rincones en las casas agenas, en las portadas de las casas donde no conocéis. Hazeos a los trabajos de pasar los arroyos y de subir las cuestas y de pasar los páramos; hazeos a los trabajos de pasar grandes soles y grandes fríos, do havréis menester de templar el calor del sol con el aventadero de pluma que havéis de llevar en la mano; hazeos a los trabajos de comer pan seco con maíz tostado. No penséis, hijo, que de aquí adelante havéis de vivir en regalos y en delicadeces, porque havéis con vuestro sudor de ganar la comida. A nadie se le viene a casa lo que ha de comer y bever; a nadie se le caye delante lo que han menester. No se junta la hazienda sin trabajo; es menester trabajar con todas las fuerças para alcançar la misericordia de dios. No hay otra cosa que os dezir; queda en buena hora".
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Capítulo 24 De cómo los españoles y tlaxcaltecas salieron huyendo de México, de noche Después que los españoles y los amigos que con ellos estavan se hallaron muy apretados, ansí de hambre como de guerra, una noche salieron todos de su fuerte, los españoles delante y los indios tlaxcaltecas detrás. Y llevavan unas puentes hechas, con que se pasavan las acequias. Cuando esto aconteció lluvía mansamente. Pasaron cuatro acequias, y antes que pasasen las demás, salió una muger a tomar agua y violos cómo se ivan, y dio vozes, diziendo: "¡Ah, mexicanos, ya vuestros enemigos se van!" Esto dixo tres o cuatro vezes. Luego, uno de los que velavan començó a dar vozes desde el cu de Uitzilopuchtli, en manera que todos le oyeron. Dixo: "¡Ah, valientes hombres, ya han salido vuestros enemigos! Començad a pelear, que se van." Como oyeron todos esta voz, començaron a dar alaridos, y luego començaron arremeter ansí por tierra como por agua. Acudieron a un lugar que se llamava Mictlantonco Macuilcuitlapilco; allí atajaron a los españoles, los mexicanos de una parte, los tlatilulcanos de otra; allí començaron a pelear contra los españoles y los españoles contra ellos; ansí fueron muertos y heridos de ambas partes muchos. Y llegando los españoles a una acequia que se llamava Tlaltecayocan, como no podieron pasarla todos y los davan guerra por todas partes, los indios tlaxcaltecas cayeron en la acequia y muchos de los españoles y las mugeres con ellos; tantos cayeron que la acequia se hinchió y los que ivan detrás podieron pasar la acequia sobre los muertos. Llegaron a otra acequia, que se llama Petlacalco, y pasaron con harta dificultad; haviéndola pasado, allí se rehizieron todos y se recogieron y llegaron a otro lugar que se llama Puputla, ya cuando amanecía, y los mexicanos seguíanlos con gran grita. Los españoles con algunos tlaxcaltecas ivan juntos por su camino adelante, y peleando los unos con los otros, siguiéronlos hasta cerca de Tlacupan, hasta un lugar que se llama Tiliuhcan, y allí mataron al señor de Tlacupa, que era hijo de Motecuçoma. También aquí murió un principal que se llamava Tlaltecatzin, y otro que se llamava Tepanécati Tecuhtli. Todos ivan guiando a los españoles y los enemigos los mataron. Llegaron los españoles a un lugar que llamavan Otonteocalco; allí se recogieron en el patio y se refocilaron porque los indios mexicanos ya se havían buelto a coger el campo. Allí los llegaron a recebir de paz los otomíes del pueblo de Teucaluiacan y los dieron comida.
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Capítulo 24 Trata en este capítulo como boluieron los mensajeros de Monteçuma a Chal a sauer la terminaçión de ellos, e rresultos los chalcas no quer Abido <en>tendido los propios mensajeros la rrazón y demanda de Monteçuma y de Çihuacoatl, tomaron su camino para Chalco y, llegado allá, se ban a las casas de Cuatlecoatl, Cuateotl y Tonteoçiuhqui diziendo la oraçión de la demanda y, oyda por ellos, rrespondieron ambos jumtos Cuateotl y Tonteoçiuhteuctli: "¿Qué podemos dezir ni rresponder a la braueza de los prençipales y señores y todos los demás maçehuales y basallos sino que burlando ny de beras quieren hazerlo ni dar la piedra que piden los mexicanos? Con esta rrespuesta os bolued, mexicanos, y dezildes a b<uest>ro rrey y señores lo que rresponden los chalcas, porque pretenden tomar sus armas y debisas, rrodelas, espadartes, arcos, flechas, para su defensa y seguridad". Despedidos los mexicanos de los chalcas, se bueluen a Mexico Tenuchtitlam. Llegados ante Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin, explicado la <en>baxada que truxeron de Chalco, tan agria y áspera, rrespondieron los dos juntos, dixeron: "Sea norabuena. Yd y descansá bosotros del trauaxo, que luego se <en>tenderá <en> lo que más conbenga". Pasados dos o tres días, se juntaron Monteçuma y Tlacaelel. Dixo Monteçuma: "¿Qué os a paresçido de esta rrespuesta que nos <en>biaron los chalcas? ¿Será bueno <que> luego fuese n<uest>ro poder a ellos? Mirá lo que os paresçe, <que> bos sois primero en el saber y ordenar". Rrespondió Tlacaelel: "Señor, no es bien, no paresçe que ansí sea, sino que bayan dos hombres o prençipales mançebos a beer si bienen a nosotros o si están <en> las partes que tengan guardas y belas esperándonos y, bisto están allá, moueremos <en>tonçes nosotros a ellos, porque no digan los coximos durmiendo descuidados". 26v Dixo Monteçuma: "Muy dicho está de esa manera, y ¿quién serán nuestros miradores y escuchas?" Dixo Tlacaeleltzin: "Señor, bayan buestros prençipales Xicoaoc y Tenamaztli teuctli". E les dixo: "Bení acá, hermanos mexicanos. Yd a ber en las partes que os paresçiere que podrán estar <en> términos de los chalcas. Beréis y <en>tenderéis qué hazen o si están <en> belas y escuchas los chalcas y por qué parte les podremos <en>trar con guerra". Dixeron los dos prençipales señores: "Ya nos ponemos <en> camino y si caso los biéremos, desde allí nos bolueremos con toda presteza a dar abiso". Dixo Tlacaeleltzin: "Eso abéis de hazer con mucha breuedad". Y llegados <en> la parte que dizen Techichco y no biendo a nadie, fueron adelante hasta Aztaapan. Tanpoco bieron a nadie. Ban adelante en Cuexomatitlam y bieron como allí se yban juntando poco a poco. Boluiéronse los dos mexicanos con mucha presteza. Dixeron como los chalcas estauan por su orden en escuadrones y por manera de rraya derechos y escoxiendo a los mançebos hechos y dispuestos. Boluiéronse y dixeron a Monteçuma: "Señor, esto que abemos bisto es lo que pasa del campo de los chalcas <en> la parte de Cuaxomotitlan". Y, oydo por Monteçuma, díxoles: "Descansad, hermanos, y aparejá buestras armas". Y habló con Çihuacoatl: "Ya abéis oydo lo que ay y lo que pasa de estos de Chalco. Mirá agora lo que os paresçe <que> se a de hazer". Rrespondió Tlacaelel, dixo: "Quiero dar abiso a Tlaacatecatl y a Tlacochcatl publiquen luego <en> toda esta rrepública esta guerra por los barrios y por las escuelas de soldados (telpuchcalco)". Y luego, <en>tendídolo Tlacatecatl, lo publicó con furioso ánimo, a fuego y sangre, y luego lo propio hizo Cacamatzin, diziéndoles: "Ea, mexicanos, aparexaos, que agora os biene y aparexa gran gloria, gran ganançia, muchos esclauos, muchas tierras. Paresçen balientes los chalcas, pero adonde están los mexicanos no pueden parárseles delante, <que> sois bosotros los tigueres, leones, águilas furiosos, balientes. Y luego, tomadas todas buestras armas, bamos amanesçer a Aztahuacan para acometer el escuadrón de chalcas con balerosos ánimos y esfuerço de buestras personas". E luego, otro día, amanesçió el campo mexicano e<n> Ytztapalapan y las guardas y escuchas <que> yban delante dixeron: "Señores mexicanos, los chalcas son con nosotros". Aperçibiéronse de todo lo nesçesario a la guerra e luego Tlacaelel, capitán general: "Ea, mexicanos, no temáis, que no son leones ni tigueres ni sus armas más abentaxadas <que> las buestras. Agora es ello. Ea, señor, y llamando a Huitzilopochtli con bosotros". Començaron los chalcas a bozear, y diziéndoles: "Ea, mexicanos, agora se a de beer el poder de los chalcas y la de los mexicanos". E dixéronles los mexicanos a los chalcas: "A eso, chalcas, somos benidos". E luego dio una gran boz Tlacaelel, diziendo: "¡A ellos, a ellos, mexicanos, <que> son pocos 27r y de poco efeto y balor!" Dando grandes alaridos y bozes, acometieron los mexicanos con ta<n>to ynpitu que del rrecuentro les lleuaron muy gran trecho, diziendo "¡Nenguno escape a bida!" Y como yba çerrando la noche, dixeron los chalcas: "Mexicanos, nosotros os començamos a mobeer esta guerra y no çesaremos en çinco ni seis ni diez días. Ya es noche, bamos a n<uest>ras casas a descansar y mañana a las propias oras de oy aquí os aguardamos". Fueron contentos los mexicanos de ello y cada uno se tornó a su pueblo, espantados los unos de los otros. Llegados a Tenuchtitlan, abiendo contado a Monteçuma el susçeso y lo q<ue> estaua determinado, <que> hasta la fin no abían de parar. Rreplicando Monteçuma al esfuerço, balentía grande <que> hera menester para los chalcas, rrespondió Tlacateecatl y Atlixcatl: "Señor, cosa de esas no nos espantan ni pueden espantar. Y acuérdese buestra rreal memoria que fuimos, y lo fueron n<uest>ros abuelos pasados, combatidos de muchos géneros de enemigos quando nos rrodearon en Chapultepec, pues n<uest>ros abuelos <en>tonçes eran mui pocos para la gran bentaxa de nosotros agora, pues a todos los bençieron y desbarataron y huyeron del gran balor mexicano. No os aternorize cosa alguno, que somos hijos de los chichimecos pasados mexicanos. <En>bíense agora belas y guardas a todas partes, que es lo que nos haze al caso, y aliende bayan a todos los caminos a guardar, no bayan los chalcas a darles boz se lebanten contra nosotros n<uest>ros pueblos bençidos de Azcapuçalco, Tacuba, Cuyuacan, Xochimilco, Cuitlabac, Mizquic, Tezcuco". Dixo Monteçuma: "Bien dezis, Çihuacoatl, y para ello bayan Tlilpotonqui y Tlacacochtoc y los nueuos mexicanos". Y, abiendo ydo, <en> los caminos y pueblos estar todos sosegados, quietos, se boluieron a Mexico. Y, fechas sus rrelaçiones, dixo Monteçuma: "Esto se ha de hazer cada çinco días para esta guarda y defensa y nuestro rremedio".
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Capítulo 24 En que se pone lo que hazían cuando la rezién casada se sentía preñada Después que ya la rezién casada se siente preñada, házelo saber a sus padres, y luego aparejan comida y bevida, y flores olorosas, y cañas de humo. Y luego combidan y juntan a los padres y madres del casado y de la casada con los principales del pueblo, y todos juntos comen y beven. Después de haver comido y bevido, pónese en medio de todos un viejo de parte del casado, asentado en coclillas, y dize de esta manera: "Oíd todos los que estáis aquí presentes. Por el mandamiento de nuestro señor, que está en todo lugar, quiero deziros algunas palabras rústicas y groseras a vosotros, nuestros afines y señores, pues que aquí os ha juntado nuestro señor, el cual se llama Yoalli Ehécatl, quiere dezir 'tiniebla y aire' y que está en todo lugar, el cual os ha dado vida hasta estos días, que sois sombra y abrigo, y sois como un árbol que se llama púchotl, que haze gran sombra, y como el árbol que se llama auéuetl, que asimesmo a su sombra se abrigan los animales. De esta manera sois, señores, abrigadores y amparadores de todos los menores y gente baxa que moran en las montañas y en los páramos; abrigáis assimismo a los pobrezitos soldados y gente de guerra, porque os llaman y tienen por padres y por sus consoladores. Por ventura tenéis trabajos y algunos desasosiegos, y os damos pena y os embaraçamos para entender en muchos negocios en que os ocupa nuestro señor, y también os ocupan los oficios de la república de que estáis encargados. Por ventura os seremos penosos con nuestra palabras con que os queremos saludar y hablar cerca de vuestros oficios y govierno. Oíd pues, señores, que estáis presentes y todos los demás que aquí estáis, viejos y viejas y canos y canas, sabed que nuestro señor ha hecho misericordia, porque la señora N, moça y rezién casada, quiere nuestro señor hazerla misericordia y poner dentro de ella una piedra preciosa y una pluma rica, porque ya está preñadilla la muzuela. Parece que nuestro señor ha puesto dentro de ella una criatura. Pues ¿qué será agora la voluntad de nuestro señor, si merecerá este mancebo gozar de la merced de nuestro señor, y vuestra hija N, si será merecedora por ventura de que venga a luz lo que ha concebido? Y los viejos de adonde ellos vienen, que ya son defunctos, que vivieron en este mundo algunos pocos días, los viejos y viejas que ya están en su recogimiento en la cueva y en el agua, en el infierno, donde están descansando y no se acuerdan de lo que acá pasa, porque fueron para nunca más bolver, ni tarde ni temprano nunca más los veremos, pluguiera a dios que esto acontesciera en su presencia para que oyérades las palabras de vuestra salutación de su boca. Agora no hay viejos que autoricen, ni canas que resplandescan. ¿Quién os podrá saludar? ¿Quién pronunciará en vuestra presencia algunas palabras dignas de ser oídas? Pues agora lo que se dize en vuestra presencia, señores, es una manera de tartamodear y de barbarizar, sin orden y sin concierto, que se ofrece a vuestras orejas. No dudamos sino que nuestro señor quiere dar un hijo o hija a vuestros hijos pobrezitos. Sólo esto he dicho, y sólo esto havéis oído. Descansad y holgad en prosperidad y bienaventurança'. Cuando oran siempre son dos oradores los que hablan. El segundo viejo orador dize lo que sigue: "Hijos míos y señores, no queremos daros fastidio ni causaros dolor de cabeça y de estómago; no queremos seros ocasión de alguna mala disposición. Ya havéis oído y entendido dos o tres palabras, y es que nuestro señor dios, que en todo lugar reside, quiere dar fructo de generación a la muzuela rezién casadilla. Hágase la voluntad de nuestro señor. dios. Esperemos lo que él quiere hazer. Reposad y holgad, hijos míos y señores míos'. Aquí responde el que es saludado, o alguno en su nombre. Dize ansí: "Seáis muy dichosos y prósperos lo que aquí havéis venido, siendo embiados por nuestro señor, que está en todo lugar. Por ventura diré algunas cosas que no son de regocijo y de amistad, por ventura algunas cosas de lloro y lágrimas, aquí donde nos ha juntado nuestro señor, que está en todo lugar. Aquí havemos oído agora cosas muy delicadas y muy preciosas, dignas de ser tenidas en mucho, y que no somos dignos de oírlas ni verlas. Por cierto, más convenía que las oyeran los viejos y viejas, los canos y canas. Y éstos ¿cómo los podremos traer aquí, que ya son muertos, ya son idos a la cueva del agua? Nuestro señor los llevó para sí. Estos fueron nuestros antepasados, los cuales fueron sombra y abrigo. Fueron assí como unos grandes árboles que se llaman púchotl y auéuetl, debaxo de cuya sombra se ampararon los que entonce vivían, los cuales no ascondieron sus manos y sus pies debaxo de sus mantas, sino que extendieron sus alas y sus colas para amparar con diligencia a sus súbditos y basallos, parientes y amigos, los cuales fueron el señor N y la señora N. Pluguiera a dios que este negocio acontesciera en su presencia y viviendo ellos. Oxalá ellos huvieran oído y sabido esta obra tan maravillosa que nosotros oímos y entendemos agora, que nuestro señor quiere hazer en nuestra presencia, que nos quiere dar una piedra preciosa y una pluma rica. Esto es la criatura que nuestro señor ha començado a poner en el vientre de esta mozuela rezién casada. Y si ellos esto vieran y oyeran, no hay duda sino que lloraran de plazer, y hizieran muchas gracias por este gran beneficio. Pero nuestro señor, que está en toda parte, nos ha dexado de esta manera en esta pobreza, que ni hay viejos ni personas que puedan satisfacer en semejantes casos. ¿Quién podrá llorar, y quién podrá dolerse? ¿Quién podrá suficientemente admirarse de lo que passa? No hay otros sino los que agora tenemos cargo y governamos, que somos como muchachos de poco saber y de poco valor, que no hazemos cosa a derechas; todo lo desperdiciamos, todo lo dañamos. ¿Quién os podrá responder? ¿Quién podrá llorar en respuesta de lo que havéis dicho? Si fuera en presencia de vuestros padres que aquí havemos nombrado y nos havemos acoerdado de su antigüedad y saber, ellos por cierto hovieran suficientemente respondido a lo que havéis dicho y no con pocas lágrimas se maravillaran de lo que havéis orado. Pero por falta de ellos, nosotros, pobres y menguados de saber, diremos algunas pocas palabras imperfectas y bárbaras, como balvuciendo y sin orden y sin modo, para responder a lo que havéis dicho. Lo que agora al presente se ofrece es que nuestro señor, que está en todo lugar, ha abierto el cofre y la caxa de sus misericordias, que sólo él las posee. Por ventura merecemos, o merecerán nuestros padres, que ya son pasados de este mundo, y nuestro señor los ha quitado de sobre la tierra y les ha puesto en el lugar del obscuridad, que ni tiene ventana ni por donde le entre luz, por ventura florescerá y brotará lo que ellos dexaron plantado, assí como maguey que dexaron plantado profondamente, que fue el desseo que tuvieron que se multiplicase su generación. No sabemos la joya o joel o sartal de flores con que ha adornado nuestro señor a esta mozuela, porque la merced que nos ha hecho nuestro señor está en ella abscondida como en un cofre. Por ventura no mereceremos ni seremos dignos de verla y gozarla; por ventura será como sueño que se pasa en vano. O si por ventura nuestro señor agora tendrá por bien de sacar a luz esta fiesta y esta maravilla, saldrá por ventura al mundo aquello con que está esta moça adornada, y el don que se le ha dado, cualquiera que él es, hembra o varón. Por ventura ¿será possible que le veamos, o se pasará como sueño? Y porque pienso que con mi prolixidad ofendo vuestras cabeças y vuestros estómagos, dando pena, paréceme lo más acertado que callemos y oremos a dios, y esperemos en su misericordia. Por ventura mereceremos que venga a luz esta criatura, o por ventura en su ternura la perderemos si por ventura no saliere a luz ni naciere en este mundo. Y ansí, no quiero dezir más, sino que ruego a nuestro señor, que está en todo lugar, que dé reposo a vuestros huessos y a vuestro cuerpo con todo contento". Después de esto, el orador endereça sus palabras a la preñada, y si es muger noble, dízela de esta manera.
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Capítulo 25 De cómo los de Teucalhuiaca salieron de Paz y con bastimentos a los españoles cuando ivan huyendo de México Estando los españoles en este aposento arriba dicho, vinieron los otomíes de Teucaluiacan con su principal, que se llamava Otoncóatl, y truxeron comida a los españoles, que estavan muy necesitados. Diéronlos muchas tortillas y gallinas asadas y cozidas y otras maneras de comida. Y hablaron al capitán don Hernando Cortés, saludándole de paz y rogándole que descansasen y comiesen. Y entonce el capitán los habló por la lengua de Marina, india, preguntándoles dónde eran. Ellos dixeron que eran del pueblo de Teucaluiacan. Luego informado el capitán de que tan lexos estava su pueblo, díxoles: "Mañana iremos a dormir a vuestro pueblo." Ellos hizieron gracias, porque quería ir a su pueblo. Haviendo llegado el capitán con los españoles y los amigos a este fuerte ya dicho, los mexicanos començaron a sacar la gente, ansí españoles como tlaxcaltecas y cempoaltecas que se havían ahogado en el acequia que se llamava Tolteca Acaloco, y en la que se llamava Petlacalco, y en la que se llamava Mictlantonco. Sacáronlos y despojáronlos y echáronlos desnudos por entre las espadañas y junzias para que allí los comiesen las aves y los perros. A los españoles a otra parte los echaron por sí; conozían que eran barbados y tenían los cuerpos muy blancos; también los cavallos que se havían ahogado. Y todas las cargas que llevavan, todo lo desbarataron y lo robaron; y todas las armas que hallaron las tornaron; los tiros de pólbora también los tomaron, y derramaron toda la pólbora que havía. Tomaron muchas escopetas y muchas vallestas y muchas espadas y muchas alabardas y muchos capacetes y cosoletes y cotas y muchas adargas y langas y muchas rodelas; aquí también tomaron mucho oro en barretas, en vasijas, y oro en polvo, y muchas joyas de oro, y de piedras. Començaron luego a buscar por todas las acequias lo que havía caído de los despojos, ansí de los vivos como, de los muertos. Los españoles que ivan en la vanguardia solos se salvaron con los indios que ivan con ellos, y los que ivan en la retaguardia todos murieron, ansí indios como indias y los españoles; y todo el. fardaje se perdió. Dormieron los españoles que se escaparon en un lugar que se llamava Acueco, y de allí muy de mañana se partieron, y los mexicanos ivan en su seguimiento dándoles grita desde lexos. Llegados a un lugar que se llamava Calacoayan, que está encima de de los cerros, destruyeron todo aquel pueblo; descendieron hazia los llanos que se llamava Tizapan, y luego començaron a subir hazia el pueblo de Teucalhuiacan.
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Capítulo 25 En este capítulo se prosigue la començada batalla mexicanos y chalcas, adonde los mexicanos los binieron a ençerrar muy çerca de sus pueblos Llegados los çinco días de plazo señalado de los chalcas y mexicanos, dixo Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe que se haga agora? ¿Si será bueno <que> bayan otros nuebos soldados de rrefresco al conbate con los balerosos capitanes y soldados?" Partidos los delanteros como guardas y miradores, escuchas, <en> la parte que llaman Techichco, y bisto a los chalcas, dixeron los mexicanos: "Chalcas, siempre abéis de beniros aquí a parar. ¿Qué es buestra pretençión?" Dixeron los chalcas: "Es, enfín, n<uest>ras tierras. Emos de mirallas y guardallas". Dixeron los mexicanos: "Agora lo beremos si lleuaréis a cuestas u<uest>ras tierras o las dexaréis de grado o de fuerça. Por eso, chalcas, mirá lo que hazéis, <que> uno ni nenguno a de boluer a su tierra". Y començó luego el estruendo y bozería, alaridos, con tanto ynpitu <que> los mexicanos hizieron <que> los binieron a ençerrar <en> la parte que llaman Acaquilpan. Començando a apretallos más rrezio, los lleuaron a los chalcas hasta Tlapitzahuayan. Entonçes los chalcas di 27v dixeron: "Mexicanos, bueno está agora. De aquí a çinco días bolueréis, que aquí os aguardaremos en este lugar, porque para <en>tonçes çelebramos la fiesta de n<uest>ro dios Camaxtli y para <en>tonçes haremos n<uest>ra fiesta y bosotros nos adornaréis con buestra sangre n<uest>ro templo. Yd agora a descansar, que xamás çesaremos hasta la fin". Llegados a Mexico Tenuchtitlam, cuentan a Monteçuma todo lo proçedido <en> la guerra con los chalcas y como queda aplazada la última batalla para dentro de çinco días, con amenazas <que> los chalcas les hizieron de que para <en>tonçes an de çelebrar la fiesta de su dios de ellos, Camaxtli, "y abíam con n<uest>ra sangre de derramarla por todo su templo". Y dixeron: "Muy bien, que dios más abentaxado es el n<uest>ro, Huitzilopuchtli huei tetzahuitl. Que ellos dixeron <que> harán de nosotros, lo emos de hazer de ellos, y no solamente su sangre sino echallos en el fuego de la guardia de n<uest>ro dios". Llegados al quarto del plazo, llamaron Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin a los balerosos capitanes Tlacateecatl y a Tlacochcalcatl, dixéronles: "Mirá, preçiados mexicanos, que no a de quedar uno ni nenguno de los mexicanos si no fueren los muy biexos y niños y muchachos de diez años, porque hasta los de doze años an de yr a esta guerra, <que>stos lleuarán cargados las armas y matalotaxe y lleuarán sogas para amarrar a los prendidos y bençidos en la guerra de los chalcas. Y luego daréis abiso, mexicanos, que puntualmente a medianoche emos de salir de Tenuchtitlan con mucho silençio ny estruendo, e quando no se acataren estaremos a las puertas de los chalcas. Ea, mexicanos, que el cargo y cuidado tiene de nosotros el tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli. Y la persona que estubiere para poder yr y no fuere, despídase desde luego que xamás estará en n<uest>ra conpañía ni tierra". Llegados a Acaquilpan, se arman y adereçan de todo punto. Començaron a marchar y llegando a Tlapitzahuan, començaron los chalcas a dar bozes grandes e dixeron a los mexicanos: "¡Ea, bení presto, mexicanos! ¡Llegá presto, que están aguardando n<uest>ras mugeres u<uest>ros cuerpos para guisarlos en chile!" Y los mexicanos, oyendo esto, dan tan rrezio con ellos de un ympitu <que> los lleuaron a golpes hasta Nexticpac, y de allí dan otra bez tras ellos <que> los fueron a dexar hasta Tlapechhuacan, y allí començaron a bozear los chalcas, diziendo: "Mexicanos, por agora bueno está. Yd y rreposad, que adelante en días se acabará". Dixeron los mexicanos: "Mirá, chalcas, que tanbién nosotros çelebramos n<uest>ra gran fiesta y con la muerte que os emos de dar emos de ocupar n<uest>ras hogueras y primero la de n<uest>ro templo, con bosotros, porque la çelebraremos agora beinte días y para entonçes beréis, chalcas, las baroniles fuerças de los mexicanos". E así, començaron a dar bozes los capitanes mexicanos diziendo: "¡A ellos, a ellos, balerosos mexicanos!" Y dieron con tanta braueza como si aquella ora començaran la batalla. Y yendo en poz de ellos fueron prendiendo 28r a los chalcas, cansados del trabaxo de todo el día. Y yban matando y hiriendo muchos de ellos, <que> los fueron a ençerrar <en> un lugar <que> llaman Contlan y allí començaron a bozear los chalcas: "Ea, mexicanos, descansad". Y así, los mexicanos se boluieron abiendo muerto mucha summa de los chalcas. Y, llegados a Tlapitzahuayan, començaron a contar los cautibos que se hallaron presos y bieron dozientos caualmente de cuenta. Llegados a Mexico Tenuchtitlam, hizieron rreberençia los capitanes a Monteçuma y él se holgó en estremo de ber tantos cautibos y dixo a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe de la guerra <que> los mexicanos an hecho y traído tanto número de cautibos?" E díxole Çihuacoatl a Monteçuma: "No estemos agora en eso. Todos estos cautibos en horno de fuego delante de la estatua de Huitzilopochtli se quemen y consuman <en> lugar de sacrifiçio". Y así fue luego hecho. Y luego otro día se adereçaron para luego concluir la guerra y, adereçadas todas sus armas, se partieron con todo el campo y llegaron por otro camino a donde llama<n> Ocolco, abiendo llegado primero a Contitlan, adonde se armaron. Y de esta manera llegaron a Tepopula y a Tlacuilocan, que es ya en cazerías. Y bisto por los chalcas, començaron luego a juntarse todos los chalcas en grande número, <que> unos ni otros se conosçían, que allí se rreboluieron y juntaron los chalcas en Tzompantepec y Acolco, y allí se començó la batalla tan rrezia y tan rreñida que murieron muchos chalcas y mexicanos y de ambas ubo muchos cautibos, adonde murieron tres prençipales mexicanos: "el uno era llamado Tlacahuepan y Chahuacuee y Quetzalcuauh, <que> lleuaron a los chalcas hasta Tlapechhuacan. Bueltos los unos y los otros a sus estançias, llegados a Mexico Tenuchtitlam, bisto el rrey Monteçuma la desdicha y pérdida, haze gran llantos sobre los muertos y cautibos. Consuélale y dale baleroso ánimo Çihuacoatl diziéndole: "Baleroso señor, es berdad <que> tres de los n<uest>ros hermanos prençipales murieron, u<uest>ros parientes y míos. Béngaseos a la memoria como u<uest>ro tío y señor, <que> fue Huitzilihuitl, fallesçió en campo y su baleroso cuerpo <en>buelto en gloria de alabança y cubierto el cuerpo de suabe plumería dorada, armado. ¿Para qué es menester agora llorar? Antes alegría, <que> ban y fueron muertos en campo de buena guerra, bañados primero con la sangre de enemigos y sus armas todas tintas en sangre, que es perpetua alabança y me memoria de sus gloriosas muertes". Acabado y consolados, mandó Çihuacoatl por mandado de Monteçuma y el senado mexicano que luego adereçasen todas las armas y debisas chicos y grandes, que nadie quedase.
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Capítulo 25 Del lenguaje y afectos que usavan dando la norabuena a la preñada, hablando con ella. Es plática de alguno de los parientes de él. Avísanla en ella de que haga gracias a los dioses por el beneficio rescibido y que se guarde de todo lo que puede empecer a la criatura, lo cual relatan muy por menudo. Y acabándola de hablar, habla luego a sus padres de los moços. Y alguno de ellos responde a los oradores. También la preñada habla a su suegro y suegra Nieta mía, muy amada y preciosa, como piedra preciosa, como chalchíuitl y zafiro, noble y generosa, ya es cierto agora que nuestro señor se ha acordado de vos, el cual está en toda parte y haze mercedes a quien quiere. Ya está claro que estáis preñada y que nuestro señor os quiere dar fructo de generación, y os quiere poner un joel, y daros una pluma rica. Por ventura lo han merecido vuestros suspiros y vuestras lágrimas, y el entendimiento de vuestras manos delante de nuestro señor, y las peticiones y oraciones que havéis ofrecido en presencia de nuestro señor, llamado tiniebla y aire, en las vigilias de la medianoche. Por ventura havéis velado; por ventura havéis trabajado en varrer y en ofrecer encienso en su presencia; por ventura por estas buenas obras ha hecho con vos misericordia nuestro señor; por ventura ésta fue la causa por que se determinó en los cielos y en el infierno ante del principio del mundo que se os hiziesse esta merced; por ventura es verdad que nuestro señor Quetzalcóatl, que es criador y hazedor, os ha hecho esta merced; por ventura halo determinado el que reside en el cielo, un hombre y una muger que se llama Ometecutli y Umecíoatl; por ventura esto está y ha sido determinado. Mirad, hija mía, que no os ensubervezcáis por la merced que se os ha hecho; mirad que no digáis dentro de vos: "ya estoy preñada"; mirad que no atribuyáis esta merced a vuestros merecimientos porque si esto hizierdes, no se le podrá absconder a nuestro señor lo que dentro de vos pensardes, porque no se le absconde ninguna cosa, aunque esté dentro de las piedras y de los árboles. Y ansí se enojará contra vos y os embiará algún castigo, de manera que perdamos lo que dentro de vos está, matándolo nuestro señor o permitiendo que nazca sin razón y muera en su ternura. O por ventura os dará alguna enfermedad a vos nuestro señor, que está en todo lugar, para que muráis o abortéis, porque el cumplimiento del desseo que tenemos de hijo y de generación por sola la misericordia de dios se nos cumple. Y si nuestros pensamientos son contrarios a esta verdad, pensando que se haze por nuestros merecimientos, nosotros nos defraudamos de la merced que nos está hecha. Por ventura, hija, por tu sobervia, no merecerás que salga a luz lo que está principado y viene ya. Por ventura ya quiere brotar la generación de tus visabuelos y tartarabuelos, de tus padres que te echaron acá. Y nuestro señor dios quiere que engendre y produzca fructo el maguey que ellos plantaron hondamente, para que lo que naciere sea imagen de ellos, a los cuales el mismo nuestro señor los ascondió, los llevó para sí, y él quiere que los levanten la cabeça y en alguna manera los resusciten los que nacerán de su posteridad. Lo que agora, hija mía muy tierna, es necessario que hagas es que te esfuerces que hagas toda tu posibilidad cerca de suspirar y llorar delante de nuestro señor. Trabajad también en varrer y en desembaraçar y en componer y en limpiar los altares y oratorios de vuestra casa, a honra de nuestro señor dios. Y procurad ansimismo de ofrecer encienso con el incensario que se llama tlenamactli. Velad de noche; mira que no dormáis demasiado, ni os deis a la dulçura del sueño. Mayormente procurad de suspirar de coraçón y dezir: "¿Qué será de mí desde aquí a cuatro días?", porque somos flacos y muy quebradizos. Oíd otra cosa, hija mía, que os encomiendo mucho. Mirad que guardéis mucho la criatura de dios que está dentro de vos; mirad no os burléis con él; mirad que no seáis causa de alguna enfermedad por vuestra culpa, a la merced que nuestro señor os ha hecho, que es haveros dado criatura, que es como un joel con que os ha adornado; mira que os guardéis de tomar alguna cosa pesada en los braços, o de levantarla con fuerça, porque no empezcáis a vuestra criatura; mira, hija, que no uséis el baño demasiadamente; mira que no la matéis con el calor demasiado del baño. De otra cosa os aviso, y ésta quiero que la oya y la note nuestro hijo, vuestro marido N, que está aquí, y es esto: porque somos viejos, sabemos lo que conviene; mirad los dos que no os burléis el uno con el otro, porque no empezcáis a la criatura; mirad que no uséis mucho el acto carnal, porque podrá ser que hagáis daño a la criatura, con la cual nuestro señor os ha adornado a vos, hija mía, y ansí saldrá cuando naciere manca o lisiada de los pies o de las manos o de los dedos. Si pluguiera a dios que merezcamos que nazca vuestra criatura que dios os ha dado, y veniere muy embuelta de la suziedad que causa el acto carnal, por ventura muriréis en el parto, porque aquella vescosidad es pegajosa y impidirá la salida de vuestra criatura, porque huvo efusión de simiente sin haver para qué, y así se haze pegajosa como engrudo y podréis murir del parto. Apartaos, hija, de mirar cosas que espantan o dan asco. Esto es consejo de los viejos y viejas que fueron ante de nos. ¡Oh, hija mía, chiquita, palomita! Estas pocas palabras he dicho para esforçaros y animaros, y son palabras de los viejos antiguos, vuestros antepasados, y de las viejas que aquí están presentes, con las cuales os enseñan todo lo que es necessario para que sepáis y veáis que os aman mucho, y que os tienen como una piedra preciosa y una pluma rica. Ninguna cosa os han abscondido, y en esto hazen como sabios y experimentados. Seáis, hija, muy bienaventurada y próspera y viváis con mucha salud y contento, y viva con sanidad y con salud lo que tenéis dentro en vuestro vientre. Esperemos todos en nuestro señor, esperando lo que sucederá mañana o ese otro día, y lo que de vos determinará nuestro señor. Seáis muy bienaventurada, y ruego venga a luz lo que está en vuestro vientre. Después de haver acabado el orador, buelve la plática a los padres y madres de los casados, diziendo: Aquí estáis presentes, señores y señoras, cuyas son estas piedras preciosas y estas plumas ricas, que son estos rezién casados, los cuales fueron cortados de vuestras entrañas y de vuestros lomos y gargantas, que están aquí presentes, N y N, que nacieron de vuestros cuerpos como uñas y cabellos. Havemos rescibido de nuestro señor dios un tesoro y una riqueza, porque havemos sabido lo que está en el cofre y en el arca encerrado, que es la criatura que está en el vientre de la moça, lo cual no nos es lícito ver ni mirar. Por ventura no somos merecedores que nuestro señor nos publique a nosotros este negocio, porque aquellos que fueron dignos de él ya nuestro señor los quitó de sobre la tierra, que fueron los viejos sabios y antiguos que ya fallescieron. Y agora en su ausencia los que vivimos dezimos y hazemos boverías y niñerías, porque no nos es possible tornarlos acá, porque no están en lugar donde pueden bolver. No los esperamos en ningún tiempo; sabemos que no han de bolver más. No harán más el oficio de padres y madres entre nosotros, porque para siempre se fueron; ya los puso nuestro señor en sus caxas y en sus cofres; para siempre se fueron y nunca más bolverán. Y los que agora vivimos gozamos por ellos en su ausencia aquello que ellos havían de gozar y de oír. Agora, empero, al presente ¿qué querrá nuestro señor hazer, pues que de nuestra parte no hay ningún merecimiento? ¿Por ventura otorgársenos ha esta merced que agora estamos soñando? Hablamos una cosa muy uscura y muy dudosa, y no sabemos qué merced se le ha hecho a esta vuestra piedra preciosa, a esta vuestra pluma rica, que es nuestra nieta y vuestra hija. Plega a dios que en nuestro tiempo y en nuestra presencia gozemos de la luz y del alva del día que nuestro señor hará cuando pariere; plega a dios que veamos y conozcamos qué cosa es aquella que nos dará nuestro señor. Pero es mucho menester que vosotros, señores y señoras, que aquí estáis, hagáis vuestros oficio de padres y madres con mucha diligencia. Conviene que exhortéis mucho a vuestros hijos, aunque son ya adultos, pero él es muchacho y ella es muchacha; no saben aún de cuánta importancia sea este negocio, porque aún buelan y juegan como muchachos, según la costumbre del mundo. Es mucho menester que sean exhortados y avisados. Por esso os ruego, señores y señoras, que hagáis vuestro dever en informarlos con toda diligencia, con palabras eficaces, para que lloren y se entristezcan y suspiren. ¿Por ventura verificarse ha en nos esta merced que dios nos quiere hazer? ¿Por ventura saldrá como sueño? ¿O nuestro señor se enojará y mudará la sentencia? No sabemos lo que querrá hazer. Perseverad en hablarlos para que hagan lo que conviene. Aquí responden al orador el padre y la madre de la moça: Señores, gran merced nos havéis hecho. Havéis trabajado a vuestro coraçón y a vuestro cuerpo; havéis fatigado vuestro estómago y vuestra cabeça. Plega a dios que este trabajo que por nosotros havéis tomado agora no os sea causa de enfermedad o de alguna mala disposición. Havéis hecho oficio de padres y madres en haver dicho lo que havéis dicho, ante que nuestro señor os saque de esta vida y ante que dexéis el oficio de doctrinar y informar a los que poco saben; y entretanto que tenéis el oficio de hazer sombra y amparar a la gente, como haze el árbol llamado púchotl y el árbol llamado auéuetl a cuya sombra se acojen no solamente los hombres pero también los animales; y entretanto que os dura la sucessión del regimiento que tomastes de vuestros antecessores y la lleváis a cuestas, como quien lleva una carga muy pesada o un gran lío de ropa, la cual os dexaron aquellos que nuestro señor llevó para sí, y nuestros señores y mayores que ya fallescieron y dexaron su carga sobre vuestras espaldas y sobre vuestros hombros, que es el regimiento muy pesado de la república, que se ha de llevar en braços, como la madre que lleva a su niño en braços y a cuestas. Havemos aquí oído y visto cómo havéis abierto vuestra caxa y vuestro cofre, y havéis sacado las palabras que hemos oído como de padres y de madres, las cuales huvistes de los antiguos y viejos, nuestros señores antecessores y padres, y havéislo guardado y atesorado en vuestras entrañas y en vuestra garganta, donde está cogido y doblado y ordenado como vestiduras preciosas, y agora lo havéis sacado para avisar y doctrinar a vuestros hijos que tienen necessidad de essa doctrina y criança, los cuales están aquí presentes, muchachos de poco saber, los cuales aún no saben nada de lo que les cumple, sino que viven en este mundo pareciendo que son personas. No lo son, que como han venido nuevamente al mundo, piensan que en este mundo hay plazeres sin peligros, y hay seguridad sin engaños, y que seguramente pueden dormir y que no tienen necessidad de ningunos trabajos, ni de buscar a dios para que los ayude ofreciendo encienso de noche y levantándose a varrer. No piensan nada de lo de adelante, ni dize su coraçón "¿qué será de nosotros mañana o ese otro día?" ni "¿qué dispondrá de nosotros nuestro señor, que está en todo lugar, mañana o ese otro día?" Y así viven descuidados; no tienen cuidado alguno de si serán dignos de gozar el don de dios, que agora parece como sueño, que es el preñado de esta moça, y a este propósito les havéis hablado y dicho maravillosas doctrinas, tocando todas las cosas que les son necessarias de saber, sin dexar ninguna. Y no solamente ellos han oído tan gran doctrina, sino nosotros, los que somos viejos y ancianos, hemos rescebido de nuevo los consejos y doctrinas de nuestros padres y madres, y otra vez nos havéis doctrinado como a vuestros proprios hijos. Tenérnoslo por muy gran merced, y hemos recebido muy gran beneficio, y tendremos guardada esta doctrina tan maravillosa como quien tiene en la mano y en el puño apretados los consejos de sus padres y madres. Y havéis dicho vuestra plática, para la cual oír nos havemos aquí juntado, mediante nuestro señor, por amor de esta muchacha de poca edad, la cual estimáis como piedra preciosa y como pluma rica, y como vuestra proprias barbas y uñas, y como a rosa que ha brotado de nuestros antepasados que ya fallescieron, y nuestro señor los ha puesto y ascondido y ausentado de este mundo. Porque nuestro señor os quiere hazer merced de daros una piedra preciosa, una pluma rica, que es una criatura que quiere perfecionar y acabar en el vientre de esta muchacha, y ésta es la causa porque nuestro señor, por quien todos bivimos, os ha traído aquí, y esto ya lo tenéis muy bien entendido. Señores, no tenemos más que dezir, porque aún agora este negocio está como cosa de sueño. ¿Por ventura merecerán estos nuestros muchachos, que aquí están, gozar lo que desseamos? ¿Por ventura lo sacará nuestro señor a luz a este mundo? Aún estamos ascuras y hablamos ascuras. Esperemos en nuestro señor qué es lo que tendrá por bien de hazer, pues él es el que rije y ordena todas las cosas que a nosotros convienen. Señores nuestros, desseamos vuestra prosperidad como a hijos; descansad agora; nuestro señor os dé todo contento. Aquí habla la preñada, respondiendo a lo que los viejos oradores dixeron, y dize: Señores nuestros y padres muy amados, por mi causa havéis rescebido trabajo en el camino, porque hay caídas y tropieços con tener muchos negocios y ocupaciones que nuestro señor os ha encargado. Por mi causa los havéis dexado, por darme a mí contento, descanso y plazer con vuestras palabras y consejos y avisos muy preciosos y raros que aquí yo he oído como de padres y madres muy amados, los cuales tenéis atesorados en vuestras entrañas y en vuestra garganta, cosa muy preciosa y desseable. ¿Por ventura los olvidaré? ¿O ambos los olvidaremos, yo y mi marido, el cual aquí está, que es vuestro siervo y esclavo N, a los cuales ambos nuestro señor nos ha juntado y atado? ¿Por ventura con descuido lo olvidará? Y lo que, señores, havéis oído, la razón porque havéis venido, es verdad. Verdad havéis oído, que ya nuestro señor tiene por bien de nos querer dar una piedra preciosa y una pluma rica. ¿Por ventura tendrá por bien de sacar a luz lo que está començado? ¿O por ventura perderé este beneficio y no gozaré de mi criatura? No sé lo que nuestro señor tiene propósito de hazer en este negocio. Por cierto esto sé, que en mí no hay merecimiento para que venga a luz y nazca en el mundo. Duda tengo que nuestro señor le dé luz para que se conozca la merced que me ha hecho. Aquí está presente vuestro siervo y criado. Siempre andamos juntos como trabados de las manos. No sé si lo verá; no sé si conocerá; no sé si verá la cara de lo que su sangre se ha hecho, que es lo que tengo en el vientre; no sé si verá a su imagen, que es la criatura que esta en mí, o si por ventura nuestro señor, que está en todo lugar, se quiere reír de nosotros, deshaziéndole como agua o dándole alguna enfermedad en su ternura, o nacerá sin tiempo y nos dexará con el desseo de generación, porque ni nuestro lloro ni nuestra penitencia merece otra cosa. Esperemos en nuestro Señor. Por ventura no lo merecemos. Padres míos y señores míos muy amados, desséoos todo reposo y todo contento.
contexto
Capítulo 25 De los que venden candelas, bolsas, cintas El que trata en candelas tiene de oficio lo siguiente, conviene a saber: adobar la cera, derretir, emblanquear, lavar y cozer o hervirla; y después que está derretida, échala sobre el pabilo; arrollarla con tabla y sobre otra tabla; mezclar camisas de cera negra dentro de la blanca; infundir la cera y ponerlos pavilo; vende también las candelas de cera de cualquier color que sean, blancas, amarillas, prietas, y las que son falsas, y las que tienen gordo pavilo, unas de las cuales son lisas o bruñidas, otras atolondronadas, unas delgadas y otras gordas. El que trata en bolsas, córtalas primero y las cose muy bien, y échales cerraderas de cuero o de cordones, ora sean de cuero, ora de manta; unas son anchas y grandes y capaces, y otras son angosticas y chiquititas. El oficial de cintas o talabartes, cuando los corta, unos corta angostos y otros anchos, a todos les echa hevillas para ceñirse; otros corta angostos y gordos, otros ni muy anchos ni muy angostos, unos amarillos, otros blancos, otros prietos y otros bermejos o colorados. El çapatero corta primero los çapatos, y después échales suelas y cóselos, apretándolos muy bien, unos angostos y otros anchos, unos muy bien hechos y pulidos, que no son sino de señores. El buhonero compra junto para tornar a vender por menudo, como son papel, tixeras, cuchillos, agujas, paños, lienços, orillas, o manillas, o cuentas, y otras cosas muchas que él puede comprar junto. La que embarra las cabeças con unas yervas llamadas duhqutlitl, que son buenas contra las enfermedades de la cabeça, tiene por oficio buscar el barro negro y traerlo al tiánguiz para ponello en la cabeça o los que lo quieren, y echar encima las dichas yervas, siendo molidas y mezcladas con las hojas de un árbol que se dize uixachi y con la corteza llamada cuauhtepuztli. A las vezes vende el barro mezclado solamente con las dichas hojas y con la corteza sin las dichas yervas. La que vende plumas hiladas suele criar muchas aves de que pela las plumas; y peladas, embuévelas con greda. Y pela las plumas de arriba y las que están debaxo, que son muy blandas como algodón, y haze todo lo siguiente: que hila pluma, hila parejo, hila atramuexos, hila mal torcido, hila bien torcido, tuerce la pluma, hila nequén con huso con que hilan las mugeres otomitas, hila con torno la pluma pelada y la torcida, e hila parejo, hila atrainuexos, hila también la pluma de pollos, y hila también la pluma de ánsares monciñas, la pluma de ánades, la pluma de ánades del Perú, la pluma de labancos, la pluma de gallinas. Y la que vende yervas de comer, algunas de ellas las planta y otras las coge en el campo al tiempo de las aguas; y de cualquier especie o manera que sean, todas las vende como sean comestibles, cuyos nombres están declarados en el Libro Onzeno, capítulo 7, de las yervas comestibles, como son las hojas de las matas de Chile, bledos, azederas, mastuerço, poleo, y otras muchas yervas buenas para comer.