Busqueda de contenidos

contexto
Capítulo 26 De cómo los españoles llegaron al pueblo de Teucalhuiacan y del buen recibimiento que allí los hizieron Llegados los españoles al pueblo de Teucalhuiacan ante mediodía, fueron muy bien recebidos por los otomíes, cuyo era aquel pueblo, y diéronles luego mucha comida, la cual les tenían aparejada; regocijáronlos y recreáronlos mucho, ansí a ellos como a todos los que con ellos ivan, y también a los cavallos, dándolos cuanto havía menester y ellos tenían. Los otomíes tlaxcaltecas que se escaparon de la guerra conoziéronse con los de Teucaluiacan, porque eran todos parientes, y desde el pueblo de Teucaluiacan havían ido a poblar a Tlaxcalla. Y luego todos ellos juntos se hablaron para saludar al capitán y a los españoles; luego todos juntos fueron a hablar al capitán y a los otros capitanes, diziéndoles que aquélla era su casa y su pueblo, y ellos eran sus basallos. También se quexaron al capitán del mal tratamiento que les havían hecho Motecuçoma y los mexicanos, cargándolos mucho tributo y muchos trabaxos, y dixéronlos que si los dexavan que más mal tratramiento les havían de hazer porque eran crueles y inhumanos mexicanos. Como Marina huvo dicho al capitán lo que los otomíes dezían, díxoles el capitán: "No tengáis pena aunque me vaya, que yo bolveré presto y haré que ésta sea cabecera y no sea subjecta, a México, y destruyeré a los mexicanos." Como oyeron estas palabras los otomíes de Teucalhuiacan, consoláronse mucho y cobraron presumción y orgullo para revelarse de los mexicanos. Y los españoles dormieron aquella noche allí. Y otro día, ante que amanesciese, apareciéronse para partirse y tomaron el camino, de Tepotzotlan; llegaron a aquel lugar antes de mediodía. Como los de Teputzotlan los vieron que ivan a su pueblo, començaron luego todos a huir; metiéronse en los montes y ascondiéronse por las barrancas; no quedó nadie en el pueblo que recibiese a los españoles; ninguna cosa llevaron consigo; dexaron todas sus haziendas; solamente salvaron sus personas porque tuvieron gran miedo que las havían de matar. Y los españoles entráronse en las casas principales o palacios del señor; en aquel pueblo dormieron aquella noche todos juntos, y todos estavan con gran temor de que viniesen sobre ellos los enemigos. Otro día, en amaneciendo, almorçaron de lo que hallaron por las casas del pueblo. Después que huvieron almorçado, partiéronse, y por el camino donde ivan, ivan tras ellos los mexicanos dándoles grita, y si alguno se acercava a los españoles, luego le matavan. Fueron derechos al pueblo de Citlaltépec, y como vieron los de Citlaltépec que ivan allá los españoles, ascondiéronse; ningún recibimiento les hizieron. Comieron de lo que hallaron por las casas, y dormieron allí aquella noche. Y de mañana almorçaron; haviendo almorçado, partiéronse, y llegaron al pueblo que se llama Xóloc. Los de aquel pueblo todos huyeron y nadie osó esperar. Todos se subieron al cerro que se llama Xóloc, y allí se ascondieron, y todos tuvieron gran temor. Los españoles dormieron allí aquella noche, y otro día muy de mañana, como, huvieron almorçado, partiéronse los españoles. Ivan por el camino, en dos rencles los de cavallo y todos los de a pie, y los que llevavan cargas ivan en medio de los de cavallo. Y de camino quemaron todas las casas de los demonios que hallaron a mano, porque eran paxizas; y como las casas ardían espantávanse los que lo vían. Yendo por su camino adelante los españoles, ivan tras ellos dándoles grita los maceoales de aquellos lugares, pero no osavan llegarse. Aquel. día llegaron al pueblo que se llama Aztaquemecan; éste es un monte alto poblado. Los españoles subieron al monte; aposentáronse en la falda del monte, en una población que se llama Çacamulco, que está en un collado; aposentáronse en un cu de los otomíes. También los habitadores de aquel pueblo se huyeron y dexaron el pueblo.
contexto
Capítulo 26 Trata como de los presos en guerra cautiuos mexicanos, queriendo los chalcas alçar por rrey de los mexicanos cautiuos e darles un barrio para ellos, no quiso Tlacahuepan, prençipal; antes murió, haziendo çerimonias día señalado Abiendo llegado los chalcas al pueblo y caueçera de ellos en Tlalmanalco, trujeron delante de Quateotl y Teoçiuhteuctli. Bisto <en>tre los cautiuos al prençipal mexicano llamado Tlacahuepan, alçaron boz diziendo: "No 28v no es muerto, como dizen los mexicanos, Tlacahuepan, que éste es". Y luego de hecho acuerdo y consillio <en>tre ellos, acordaron no matar a este prençipal, antes alçar los mexicanos a libres de muerte y que fuese rrey de ellos Tlacahuepan, dexándolo <en> un barrio con todos los otros. Y abiéndolo <en>tendido Tlacahuepan, en prezençia de todo el senado chalcas, se sonrrió, diziendo: "Rríome de bosotros y de buestros banos pensamientos, que este cuerpo y cabeça, braços y piernas y las de mis compañeros mexicanos que aquí estamos, ¿a qué salimos de n<uest>ra tierra? No a ser señores, sino en campo abenturar nuestros cuerpos, o ser señores de todos los otros o de mataros en justo campo y batalla, y la pretençión buestra fue lo propio. Agora estoy <en> u<uest>ro poder y, pues sois señores y dello os xatáis, quiero holgarme con mis compañeros. Y luego me traigan un árbol o morillo rredondo muy grande, más de beinte braças en alto, que quiero holgarme y bailar y cantar con mis conpañeros. Y le traigan, quando ayan traído el árbol grande, el atambor y teponaztle, para que con más gloria rresçiba yo bida y muerte". Abiéndolo oydo los chalcas, trujeron luego un árbol de más de beinte braças en alto e hizieron, a dos o tres estados ante de la punta dél, çercado de quatro tablas, como están los de los pilotos <en> las naos. Y traído, abraçóse junto a la punta, abiendo hecho aguxero para hincallo, e dixo: "Alçaldo en alto". Y lo leuantaron más de quatroçientos yndios chalcas y estando ya hincado, dixo que trujesen el teponaztle y tlalpanhuehuetl, que es como un atabal de los negros que oy bailan <en> las plaças, y el consonante aconpañado, rrolliso, hendido casi la mitad de por medio, hueco de dentro, como de una bara de largo; y para tañerse es con dos barillas, que están <en> la punta de los palillos atados con una cosa <que> se saca debaxo de los rríos caudales o la mar, que es como melcocha tirada negro, <que> llaman ulli, <que> salta. Y començando a tocar los mexicanos el canto suyo, baxo, latimero el canto, dixo desde lo alto Tlacahuepan: "Señores chalcas, oy os compro por mis esclauos, que abéis de seruir y tributar a n<uest>ros hijos y nietos mexicanos. Y mirá lo que os digo, que esto será çierto y bero". Hiziéronle señal los chalcas que escuchase, que el senado le leuantauan por rrey de todos ellos uniuersalmente y Tlahuepan se sonrrió de ellos y dixo a los mexicanos: "Hermanos y amigos míos, proseguí u<uest>ro canto". Y tornóles a rreferir a los chalcas que acudiesen con las beras al seruiçio de sus hijos y nietos y subióse <en> la pumta del palo y dixo a los mexicanos: "Ya boi, aguardáme, mexicanos". Y arróxase de allá de lo alto y quando llegó al suelo estaua hecho pedaços. Y luego, en un ynprouiso, los chalcas tomaron el cuerpo y lleuáronlo al cu de sus ydolos y a todos los mexicanos maniatados los lleuaron allá al cu, y ubo <en>tre todos prençipales y señores chalcas grande alboroto <en>tre ellos: "¿Qué es esto que sobre nosotros a hecho Tlacahuepan y a dicho, que nos echó a todos a dormir de sueño mortal y que emos de perdernos y ser esclauos y basallos de los mexicanos? Pues no a de ser así por 29r porque luego que ayamos hecho sacrifiçio a n<uest>ro dios Camaxtli con los mexicanos y cuerpo de Tlacahuepan, luego se <en>tienda en proseguir la guerra començada contra los mexicanos, porque ellos con el dolor de los muertos y cautibos an de rreboluer furiosamente sobre nosotros". En este comedio los mexicanos, abiendo <en>tendido, bisto el susçeso y mal de los cautiuos y muertos mexicanos, llamó el rrey Monteçuma a Tlacaeleltzin Çihuacoatl, dixo: "Ya tenéis <en>tendido claramente la muerte de Tlacahuepan, n<uest>ro hermano y prençipal mexicano, de las manos de los de Chalco y los otros n<uest>ros hermanos Chahuacue y Quetzalcuauh y demás de Tenuchtitlan mexicanos con ellos. Y agora es menester <que> boluamos otra bes contra los de Chalco, pues an conprado con su sangre de los muertos esta guerra y muerte contra ellos y contra sus pueblos y tierras". Entendido esto por los prençipales y capitanes Tlaacateutl y Tlacochcalcatl, luego començó a dar abiso de que otro día de mañana se juntasen todos y las deuisas de todo género de armas, cueros de tigres, águilas, leones, diziendo: "Agora y no más, hermanos". Y así, començaron con grandísimo estruendo y bozería, tan furiosos que llegaron a la parte <que> llaman Cocotitlam, media legua antes del pueblo de Tlalmanalco, cabeça de los chalcas, y Huexoçingo, Cholula. Y, llegados a Ytztepantepec, dixo el rrey Monteçuma el biexo a los suyos: "¿A dónde haremos noche para <en>trar de tropel y dalles aluorada, que no quede chalcatl a bida?" Y sobre esta rrazón mandam el rrey Monteçuma y Çihuacoatl que por este mesmo caso nenguno a de boluer a Mexico o morir o alcançar <en>tre los chalcas bitoria: "Y luego nos untemos con barro de arena n<uest>ros cuerpos, que ya de oy más no ay acordarnos de n<uest>ros padres, madres, madres, hermanos, mugeres, hijos ni deudos, pues póngaseos por delante las muertes de tantos prençipales hermanos y parientes que en manos de estos malditos chalcas an muerto con tanta crueldad. Duélaos los coraçones de ello, pues fueron balerosos capitanes Tlacahuepan y Chahuacue y Quetzalcuauh, con los demás mexicanos. Y así, ya estamos aquí, començemos a untarnos del barro arenisco n<uest>ros cuerpos. Bayan luego a topar n<uest>ro bagaxe y mantenimi<ent>os doze o beinte mensajeros". Y luego començaron a sentar y labrar su rreal y estançias, buhíos, en Cocotitlam y en Ytztapaltepec. Y estando com belas y escuchas, oyeron a medianoche un búho a llorar y dixo el búho: "Tecolot oco, coco. Tiaca", que dos bezes dixo esto, y "¡Nocne! ¡nocne!". E luego tornó otra bez el búho, dixo: "Tecolo coco. Tetec yollo, yollo". Tornó terçera bez el búho, dixo: "Tecolo coco. Quechtepol chichil, quechtepol chichil. Chalco, Chalco". Y luego dixo: "Tlailotlac yn Çihuacoatl Tlacaeleltzin". Y a esto rrespondió el capitán Tlacaeleltzin, mexicano, a sus conpañeros: "<En>tendéis, hermanos, lo que dize este agüero páxaro". E luego le rrespondieron los mexicanos diziéndole que mentauan y nonbrauan a los chalcas y sus barrios. Rrespondió Tlacaeleltzin: "Ea, hermanos, esforçáos con ánimo baleroso, que esto no lo dize el búho, que <en>biado es". Y así, se lebantaron con baleroso ánimo.
contexto
Capítulo 26 En que se pone lo que los padres de los casados hazían cuando ya la preñada estava en el séptimo o octavo mes. Y es que los padres y parientes de los casados se juntavan en casa de los padres de ella y comían y bevían, lo cual acabado, un viejo de la parte del marido hazía un parlamento para que se buscase una partera bien instructa en su oficio para que partease a la preñada Cuando ya la preñada estava en días de parir, juntávanse la segunda vez los parientes, viejos y viejas; aparejávase comida y bevida. Después que havían comido y bevido, llamavan a la partera que les parecía ser tal y para este efecto. Primero se hablava a los padres de los casados, y levantávase a orar o hablar un viejo, o de la parte del moço o de la moça, y dezía de esta manera: "Señores padres y madres de estos casados, aquí estáis presentes. Ya esta muchacha anda en días de parir y anda fatigada con su preñado, porque ya se llega el tiempo donde se manifestará lo que fuere la voluntad de dios. ¿Qué sabemos si morirá? Conviene, señores, que la ayudéis; conviene que reciba algunos baños, que entre en nuestra madre el horno del baño, que se llama Yoaltícitl, que es la diosa de los baños, sabidora de los secretos, en cuyas manos todos nosotros nos criarnos. Ya es tiempo, ya conviene que la pongáis en las manos y sobre las espaldas de alguna buena partera, diestra en su oficio, que se llama tícitl, y sea rogada y hablada como es costumbre. Los que sois padres y madres de la moça, oya vuestras palabras, con que como padres y madres la roguéis, para que tome este negocio a su cargo, pues que estáis presentes los padres y madres de estas piedras preciosas y plumas ricas, y no os ha apartado dios de ellos. Después de vuestra vida y en vuestra ausencia no tenéis obligación de mirar por ellos; y después de vuestra muerte, después que nuestro señor os haya llevado, ¿dónde os irán a buscar? Y pues que dios los haze merced en que sois bivos, hazed el dever". Dicho esto, luego salía allí la partera, que para esto estava buscada, y poníanse junto a ella los viejos y viejas. Y luego una de las viejas començava a hablar a la partera de esta manera.
contexto
Capítulo 26 De los que venden atulli y cacao hecho para bever, y tequíxquitl, salitre El que vende atul, que es maçamorra, véndelo o caliente o frío. El caliente se haze de masa del maíz molido o tostado, o de las tortillas molidas, o de los escobajos de las maçorcas quemados y molidos, mezclándose con frixoles, con agua de maíz azeda, o con axí o con agua de cal, o con miel. El que es frío házese de ciertas semillas que parecen linaça y con semillas de ceniços y de otras de otro género, las cuales se muelen muy bien primero, y ansí el atul hecho de estás semillas parece ser cernido, y cuando no están bien molidas hazen un atul que parece que tiene salvados, y a la postre le echan encima para que tenga sabor axí o miel. La que vende cacao hecho para bever, muólelo primero en este modo: que la primera vez quiebra o machuca las almendras; la segunda vez van un poco más molidas; la tercera y postrera vez muy molidas, mezclándose con granos de maíz cozidos y lavados; y ansí molidas y mezcladas, les echan agua en algún vaso. Si les echan poca, hazen lindo cacao, y si mucha, no hazen espuma. Y para hazello bien hecho se haze y se guarda lo siguiente, conviene a saber: que se coela; después de colado, se levanta para que chorree, y con esto se levanta la espuma y se echa aparte; y a las vezes esosase demasiado; medzclase con agua después de molido. Y el que lo sabe hazer bien hecho, vende el cacao lindo, y tal que solos los señores lo beven, blando, espumoso, bermejo, colorado y puro sin mucha masa. A las vezes le echan especies aromáticas, y aun miel de avejas, o alguna agua rosada. Y el cacao que no es bueno tiene mucha masa y mucha agua, y ansí no haze espuma, sino unos espumarajos. El que vende salitre amontánalo en el lugar donde hay copia de ello, y vende el que es blanco, colorado, que tiene costras, o amarillo, o el que es menudo, y todo es viscoso o blanduxo. El que vende greda amásala con las manos y la cueze, y ansí se haze fofa y hueca. El yeso cozido es piedra que se saca de las venas donde se haze. El que vende piciete muele primero las hojas de él, mezclándolas con una poca de cal, y ansí mezclado, estrágalo muy bien entre las manos. Algunos házenlo del axenxo de la tierra, y puesto en la boca, haze desvanecer la cabeça o emborracha; haze también digerir lo comido, y hacen provecho para quitar el cansancio.
contexto
Capítulo 27 De cómo los mexicanos llegaron a donde estavan los españoles, siguiendo el alcance Estando los españoles en este pueblo, llegaron gran número de mexicanos con propósito de acabarlos, y asentáronse cerca de una cuesta que se llama Tona, que quiere dezir "nuestra madre". Embiaron luego espías los mexicanos para que espiasen a los españoles, para que viesen cuando començasen a caminar. Y como començaron los españoles a caminar, los espías dieron vozes a los mexicanos, diziéndoles cómo ya los españoles se ivan. Oído esto, luego mexicanos començaron a marchar tras ellos. Los españoles, como los vieron ir tras sí con gran priesa, entendieron querían pelear, y paráronse y pusiéronse en orden de guerra. Y los mexicanos, como eran muchos, tomaron en medio a los españoles, començaron a combatirlos de todas partes, y los españoles mataron muchos mexicanos y tlatilulcanos por cuanto se arrojaron mucho en los españoles, y ansí murieron muchos de ellos y fueron ahuyentados. Haviendo vencido los españoles esta batalla, prosiguieron su camino, y de allí adelante no siguieron los mexicanos. Estuvieron los españoles desde que entraron en México hasta que salieron dozientos y treinta y cinco días; y estuvieron en paz y amistad con los indios ochenta y cinco días. Cuando los españoles huvieron vencido la batalla arriba dicha, luego tomaron su camino para Tlaxcalla, y entrando en el término de Tlaxcalla, los mexicanos se bolvieron. Buscaron entre los muertos las personas señaladas que havían sido muertos, y hiziéronles sus exequias y quemaron sus cuerpos, y tomaron las cenizas. Y bolviéronse a México, diziendo que los españoles havían huido, que nunca más havían de bolver. Como los españoles huvieron entrado en los términos de Tlaxcalla según la relación de los españoles que allí se hallaron, los principales de Tlaxcalla, ansí hombres como mugeres, salieron a recebirlos con mucha comida. Lleváronlos a su ciudad, llevando a cuestas los que no podían andar, y curando a los heridos. Y llegados a la ciudad de Tlaxcalla les hizieron muy buen tratamiento, y se compadecieron y lloraron por el desastre que les havía acontescido y por los muchos que quedaron muertos en México, ansí los españoles como los indios tlaxcaltecas. Curáronse los españoles, y esforçáronse en la ciudad de Tlaxcalla por más de medio año. Y eran muy pocos para tornar a dar guerra a los mexicanos. En este medio tiempo llegó a Tlaxcalla un Francisco Hernández, español, con trecientos soldados españoles y con muchos cavallos y armas y tiros de artillería y munición. Con esto tomó ánimo el capitán don Hernando Cortés y los que con él estavan que havían escapado de la guerra, para tornarse a aparejar y bolver a conquistar a México.
contexto
Capítulo 27 Capítulo beinte y siete que trata de la rrecordaçión de los prençipales mexicanos muertos <en> la guerra de Chalco, sus mugeres, hijos, padres en el areito 29v Estando en el campo el exérçito mexicano, en la parte de Cocotitlan, aguardando las demás gentes y bastimientos de ellos, en Mexico Tenuchtitlam hizo llamamiento el rrey Ytzcoatl Monteçuma el biexo y su capitán general Çihuacoatl, en especial a los padres, madres, mugeres, hijos, hermanos de los mexicanos muertos y cautiuos <que> fueron en Chalco quando fueron presos y muertos Tlacahuepan y los otros dos capitanes. Y mandó que hiziesen en la plaça y patio del templo de Huitzilopochtli asentar la música con canto y baile triste, saliendo primero a una banda los deudos, muger, hijos de los prençipales y tras ellos a los otros deudos, parientes y mugeres, hijos de los demás que murieron primera bez en Chalco con Tlacahuepan. Salieron delanteros los padres de los muertos con arcos, flechas y otros con rrodelas doradas, muchísima plumería, otros con espadartes y los más más biexos de ellos cargados con tecomates de piçiete y la gente común de los otros, conforme al meresçimiento y balor que cada uno de los muertos tenía y meresçía de armas, esa traían sus deudos y parientes; y las mugeres cargadas de sus criaturas pequeñas, otras con todas sus rropas en torno, como quando ban en proçesión; detrás de todos ellos su niños, niñas. Cantando, bailando cantar muy triste al som del teponaztle y tlalpanhuehuetl en medio del patio, areito (y mitote) el rromançe que todos cantauan, diziendo: "La muerte que n<uest>ros padres y hermanos y hijos de ellos les susçedió no por que deuidamente debíam nada ni por rrobar ni mentir ni otra bileza, sino balor, onrra de n<uest>ra patria, naçión, balor del ymperio Mexico, honrra y gloria de n<uest>ro dios y señor Huitzilopochtli y rrecordaçión de perpetuan memoria, onrra, gloria dellos", y esto llorando las mugeres, hijos y parientes. Y los muy biexos, de cansados, se asentauan a descansar delante de los que bailauan y pasando delante de ellos, los biexos consolauan a las mugeres y hijos de los muertos diziéndoles: "Hijos amados, no desfallescan buestras fuerças, ánimo, esforçándoos quanto pudierdes, que la gloria de esto será bengança y muy bastante. Y mira y ynterrogá al dios del sol y de los bientos y tiempos". Y al tiempo y ora que yba declinando el día y ora del areyto (mitote) benían çiertos personas cargados, por mandado del rrey Monteçuma y Çihuacoatl dauan a los parientes de los muertos algunas mantas comunes (cuachtli) y pañetes <que> llaman maxtlatl, y a los prençipales plumería, joyas baxas, y a las mugeres naguas, hueipiles, algunas mantas, todo por mandado del rrey y de sus tributos, en señal de merçedes y consuelos de sus deudos; hasta comidas de maíz, huauhtli, chian, frisol, pepitas y leña, atados y rrepartidos <en>tre todos ellos muy conformes unos de otros. Y luego ataban un bulto como de persona bestida y lo liauan con soga blanca, que llaman aztamecatl, y le ponían rrostro, ojos, boca, nariz, orejas, pies, manos, y le çeñían un laso colorodo de la çinta, <que> llaman y yetecomatl, con una rrodela <en> la mano y plumas 30r preçiadas le cargauan por arma y debisa y ençima della un pendón de hoja de oro, que llaman malpanitl (guión de guerra), e lo cobixauan de una manta rrica de color llamada heltetehuitl y luego <en> la cabeça le enplumauan (quicuapotonia), y lo asentauan <en> un lugar llamado tlacochcalli (casa de guerra) y çihuacalli. Y luego el bulgo començauan un cantar y baile que dizen de la guerra y todos los deudos de los muertos se juntauan y rrodeauam el bulto. Començando el canto, començauan estos parientes a llorar todos y los biexos a bailar llorando y los moços, con todos los actos del canto y baile, omichicahuaztli, hueço de benado aserrado con un caracol, <que> le hazían rresonar cosa triste, y flautas rromcas (cuauhtlapitzalli), sonaxeras <que> llaman ayacachtli. Esto dura quatro días y al cabo de ellos todos jumtos toman el bulto bestido y en mitad del gran patio frontero del gran cu de Huitzilopochtli quemauan el bulto a fuego brauo, que llaman quitlepanquetza, gran serimonia de ydolatría, quiere dezir quemabam los cuerpos muertos en la guerra pasada. Acabado de quemar, lauauam las caras de los deudos de los muertos, quiere dezir acxoyatl, y los poluos del bulto muerto y çeniza senbráuanlos sobre los deudos de los muertos <en> la guerra. Acabado, estauan las mugeres y parientes de los muertos en ayuno de ochenta días y, acabado esto, senbrauan y <en>terrauan la seniza de este bulto en çierto lugar otros ocho días y luego toman esta çeniza que abían <en>terrado, sacáuanlo y lleuáuanlo los biexos pariente, y lo lleuauan <en> un çerro que llaman Yahualiuhcan, términos de los de Chalco, y ençima del çerro dexan la çeniza y bueluen. Y el rrey <en>tonçes les dauan y hazían merçedes y rropas y otras muchas cosas de balor. Y acabado esto a cabo de çinco días hazían conbite en nonbre de los muertos, <que> llaman quixocoqualia, haziéndoles ofrenda en sacrifiçio çentzontlacualli y tlacatlacualli, como dezir nosotros los cristianos cabo de año, con tortas muy anchas <que> llaman papalotlacualli y breuaje que llaman yzquiatl. Con esto les queman a los difuntos en público todas las rropas <que> tenían <en> bida y luego les dauan a los tales biexos y moços, mugeres, parientes de los muertos en la guerra, de beuer de dos géneros de bino pulque, blanco y amarillo, <en> una gran batea <que> llaman piaztecomatl, y con esto llorauan los biexos y dezían por los difuntos: "Agora, hijos, abéis llegado a los dioses nuestros y estáis çerca del dios Xiuhpilli y Cuauhtlehuanitl y alegría del sol". Y así, dezíanles a bozes a los difuntos: "Desde las cauernas y llanos, dentro y fuera y poblado y montes, te llamamos, que no estáis bosotros en nublados ni en tinieblas, que rresplandeçe el sol por bosotros. Y con esto os dexamos y gozá bosotros de esa gloria y biemabenturada adonde estáis con alegría y con los dioses". E tornan luego con esto a consolar a todos los parientes con <en>briagues de los dos géneros de binos. Y estas çeromonias hazían los mexicanos <en> las muertes de los tales <en> las guerras mexicanas <en> lugar de gloria y rrememoriaçión de los tales difuntos <en> las guerras, de los señores y prençipales.
contexto
Capítulo 27 De cómo una matrona parienta del moço habla a la partera para que se encargue del parto de la preñada, y de cómo la partera responde aceptando el ruego, y de los avisos que da a la preñada para que su parto no sea difilcultoso, donde se ponen muchas cosas apetitosas de leer y de saber, y muy buen lenguaje mugeril y muy delicadas metáphoras Señora, aquí estáis presentes. Haos traído nuestro señor, que está en todo lugar, persona honrada y digna de veneración. También aquí están presentes los viejos y viejas, vuestros mayores. Sabed, señora, que esta mozuela está preñada, muger casada con N, que aquí está, vuestro siervo. Sus padres y sus parientes os la presentan y encomiendan, porque nuestro señor, que rije el mundo, quiere hazer con ellos misericordia en darles una piedra preciosa y una pluma rica, que es la criatura que ya vive dentro del vientre de su madre, que está aquí presente, que es esta moja vuestra sierva que se llama N, la cual es casada con vuestro siervo y criado N, el cual la pone en vuestras manos, en vuestro regaço y sobre vuestras espaldas. Y también los viejos y viejas, parientes y padres y madres de ella os encomiendan esta su hija agora. Señora, metelda en el baño como sabéis que conviene, que es la casa de nuestro señor, llamada xuchicaltzin, a donde arrecian y esfuerçan los cuerpos de los niños la madre y la abuela, que es la señora diosa llamada Yoaltícitl. Entre, pues, esta moça en el baño por vuestra industria, porque ya ha llegado el tiempo de tres o cuatro meses que ya ha concebido. ¿Qué os parece, señora, de esto? No queremos que por nuestro poco saber la pongamos en ocasión de enfermar. Por ventura aún no es tiempo de endereçarle la criatura ni llegar a ella. Estas palabras havéis oído, señora nuestra muy amada. Desseo salud a vuestro coraçón y a vuestro cuerpo con todo contento. No hay otra persona más hábil para hablaros con aquella cortesía y concierto de palabras que, señora, merecéis; y si la huviera, no la escondieran estos viejos y viejas, padres y madres de los casados, que aquí están, que han brotado y procedido de los abuelos y antepasados, señores y progenitores de esta señora N y de su marido, vuestro siervo y criado N. Ellos ignoran lo que en su absencia se haze, porque ya están en el recogimiento y encerramiento que nuestro señor los puso; ya son idos a reposar en la casa donde todos hemos de ir, que está sin luz y sin ventanas, que ya están dando descanso a su dios y padre de todos nosotros, que es el dios del infierno Mictlantecutli. Oxalá estuvieran ellos presentes a este negocio, porque ellos lloraran y se afligieran por lo que agora tenemos nosotros como sueño, que es la fiesta grande y la maravilla que nuestro señor les quiere dar. Y ellos, si fueran vivos, os hablaran y rogaran según vuestro merecimiento; pero por estar ellos absentes, nosotros, sus sucessores, hazemos niñerías y muchacharías en pronunciar palabras, barbarizando y tartamodeando aquí en vuestra presencia, sin orden y sin concierto, trabajando de presentaros nuestra necessidad. Así os rogamos, señora, que hagáis misericordia con esta muchacha y que hagáis con ella vuestro oficio y facultad, pues que nuestro señor os ha hecho maestra y médica, y por su mandado exercitáis este oficio. Señora, no tengo más que dezir de lo que havéis oído. Déos dios muchos días de vida para que sirváis y ayudéis en este oficio que os ha dado. Aquí habla la partera que apareja a las mugeres preñadas para que paran con facilidad, y las partea al tiempo del parir. Dize: Aquí estáis presentes, señores y señoras, y aquí os ha juntado nuestro señor que rije todo el mundo; aquí estáis viejos y viejas, padres y madres y parientes de estas piedras preciosas y de estas plumas ricas que han nacido y tenido principio de vuestras personas, como la espina del árbol, y como los cabellos de la cabeça, y como las uñas de los dedos y como los pelos de las cejas de la carne que está sobre el ojo. También estáis aquí presentes, señores, los que sois padres de la república y nuestros señores, que tenéis las vezes de dios sobre la república por ordenación del mismo dios. Y tenéis las personas y oficio de Xúmotl y de Cipactli, teniendo cargo y ciencia de declarar las venturas de los que nacen. He oído y entendido vuestras palabras y vuestro lloro y vuestra angustia, con que estáis fatigados y llorosos y angustiados por causa de vuestra piedra preciosa y de vuestra pluma rica, que es esta moça o muger, que es pedaço de vuestro cuerpo, que es vuestra primogénita, o por ventura la postrera que havéis engendrado, por cuya causa agora llamáis y dais voces a la madre de los dioses, que es la diosa de las medicinas y médicos, y es madre de todos nosotros, la cual se llama Yoaltícitl, la cual tiene poder y autoridad sobre los temazcales, que se llama xuchicalli, en el cual lugar esta diosa ve las cosas secretas y adereça las cosas desconcertadas en los cuerpos de los hombres y fortifica las cosas tiernas y blandas, en cuyas manos y en cuyo regazo y en cuyas espaldas ponéis y echáis ésta vuestra piedra preciosa y ésta vuestra pluma rica. Y también lo que tiene en su vientre es la merced que dios le ha hecho, que es hembra o varón que dios le ha dado, el cual ordena todas las cosas y solo sabe qué es lo que está en su vientre. Esto sólo digo agora, que soy una vieja miserable y malaventurada. No sé qué os ha movido a escojerme a mí, que ni tengo discreción, ni saber, ni sé hazer nada agradable a nuestro señor, que soy boba y tonta. Y viven y hay y florescen muchas siervas de nuestro señor muy sabias y muy prudentes y muy experimentadas y muy enseñadas, a las cuales ha enseñado nuestro señor con su espíritu y con sus espiraciones, y las ha dado autoridad para exercitar este oficio. Y ellas tienen discípulas enseñadas que son como ellas y imágines de ellas, y éstas saben este oficio, y ellas lo exercitan, de lo cual me havéis aquí hablado. No sé cómo haviendo copia de las que tengo dicho me havéis señalado a mí. Pienso que esto ha sido por mandamiento de nuestro señor, que está en todo lugar, que es un abismo, el cual se llama tiniebla y viento. Por ventura es por mi mal para que aquí acabe mi vida; por ventura ya tengo enhadado a nuestro señor y tengo enhadados a los hombres, y por esto me quiere acabar. Y aunque se dize que soy médica, ¿por ventura por mi saber o por mi experiencia podré amedicinar y partear a esta piedra preciosa y esta pluma rica? ¿O podré saber cómo es la voluntad de dios? ¿O qué son nuestros merecimientos de darnos y de hazernos merced que salga a luz esta piedra preciosa y esta pluma rica, que está dentro de vuestra hija preciosa, como una piedra preciosa y como una pluma rica? Y aunque soy partera y médica, ¿podré yo, por mi ciencia o por mi industria, poner manos a este negocio? ¿Qué es lo secreto del cuerpo de esta mi hija muy amada, la cual está aquí presente, por cuya causa estáis penados y congoxados? ¿Por ventura dios no me ayudará, aunque yo haga lo que es de mí, aunque haga mi oficio? Por ventura lo haré con presumpción y lo haré al revés, poniéndole de lado, o de soslayo, o por ventura romperé la bolsa en que está. ¡Oh, desventurada de mí! ¿Por ventura será esto causa de mi muerte? Por lo cual, ¡oh, hijos míos, y señores y señoras preciosos, y nietos míos muy amados!, por ventura esto no sale de vosotros sino de nuestro señor dios, por vuestros lloros. Y pues ansí es agora, cumplamos la voluntad de nuestro señor dios, y hágase lo que, señores y señoras, mandáis. Pongamos el hombro a este negocio; comencemos a obrar en el servicio de esto que dios ha embiado, de esto que nuestro señor nos ha dado, de lo cual ha rescebido don y merced esta señora mocita y nuestra regaladita. ¿Pues qué hemos de dezir? No podemos dezir que ya tenemos la merced, sino que nuestro señor nos quiere hazer merced, porque hablamos de cosa muy uscura, como el infierno. ¿Qué podemos dezir determinadamente? Esperemos en aquel por quien vivimos; esperemos lo que sucederá adelante; esperemos en lo que está determinado en el cielo y en el infierno desde antes del principio del mundo. Veamos qué es lo que se determinó y qué se dixo de nosotros, qué suerte nos cupo, si por ventura será próspera como es la luz y la mañana cuando nuestro señor amanece; por ventura si veremos la cara de esta criatura preciosa como una piedra preciosa y como una pluma rica que nuestro señor nos quiere dar; o si por ventura tamañito como está perecerá; si quiçá en su ternura perecerá; o por ventura irá con él mi hija regalada y muy amada que lo tiene en su vientre. Yo creo que os doy pena, señores y señoras mías, y con mi prolixidad os causo dolor de estómago y de cabeça. ¡Oh, señores míos y señoras y hijos míos! Comencemos a responder a lo que quiere nuestro señor que está en todo lugar. Caliéntese el baño, que es la casa florida de nuestro señor. Entre en él mi hija; entre en nuestra madre, la cual se llama Yoaltícitl. Aquí responden la madre y parientas de la casada a la partera, y dizen: Muy amada señora y madre nuestra espiritual, hazed, señora, vuestro oficio. Responded a la señora y diosa nuestra que se llama Quilaztli y començad a bañar a esta muchacha. Metelda en el baño, que es la floresta de nuestro señor, que le llamamos temazcalli, a donde está y donde cura y ayuda la abuela, que es diosa del temazcalli, llamada Yoaltícitl. Oído esto, la partera luego ella misma comiença a encender fuego para calentar el baño, y luego metía en el baño a la moça preñada y la palpava con las manos el vientre para enderecar la criatura si por ventura estava mal puesta. Y bolvíala de una parte a otra. Y si por ventura la partera se hallava mal dispuesta o era muy vieja, otra por ella encendía el fuego. Después de sacada del baño, la palpava la barriga, y esto hazía muchas vezes aun fuera del baño; y éste se llamava "palpar a secas". Y porque es costumbre que los que se bañan los hieran las espaldas con hojas de maíz cozidas en la misma agua del baño, esto mandava algunas vezes la partera que no se hiziese cuando se bañava la preñada. También mandava algunas vezes que no se calentase mucho el agua, porque dezía que havía peligro de escalentarse o tostase la criatura si estava el agua muy caliente, y ansí se pegaría, de manera que no podría bien nacer. Por esta causa mandava que no golpeasen en las espaldas, ni el agua fuese muy caliente, porque no peligrase la criatura. También mandava la partera que no se calentasse mucho la preñada al fuego, ni la barriga ni las espaldas, ni tampoco al sol, porque no se tostase la criatura. También mandava la partera a la preñada que no durmiese entre día, porque no fuese disforme en la cara el niño que havía de nacer. Otros mandamientos o consejos dava la partera a la preñada para que los guardase entretanto que durava la preñez. Mandávala que no comiesse aquel vetún negro, que se llama tzictli, porque la criatura por esta causa no incurriesse el peligro que se llama netentzoponiliztli, y que no se hiziesse el paladar duro y las encías gruessas, porque no podría mamar y si muriría. También mandava que no tomase pena o enojo, ni rescibiesse algún espanto, porque no abortasse o rescibiesse daño la criatura. También mandava a los de casa que lo que quisiese o se le antojasse a la preñada que luego se lo diessen, porque no rescibiese daño la criatura si no le diessen luego lo que se le ha antojado. También la partera mandava a la preñada que no mirasse lo colorado porque no naciesse de lado la criatura. Mandava la partera a la preñada que no ayunase porque no causasse hambre a la criatura. También la mandava que no comiesse tierra, ni tampoco tíçatl, porque nacería la criatura enferma o con algún defecto corporal, porque lo que come y beve la madre, también aquello se incorpora en la criatura y de aquello toma la su substancia. También dezía la partera a la preñada que cuando era rezién preñada de un mes, o dos o tres, que tuviesse cuenta con su marido templadamente, porque si del todo se abstuviesse del acto carnal, la criatura saldría enferma y de pocas fuerças cuando naciesse. También mandava la partera a la preñada que cuando ya llegava cerca del tiempo de parir, que se abstuviesse del acto carnal, porque si no lo hiziesse ansí, la criatura saldría suzia, cubierta de una vescosidad blanca, como si fuera bañada con atulli blanco, y en aquello parecía que nunca dexaron el acto carnal en todo el tiempo que estava preñada, y esto es cosa vergunçosa a la muger preñada. Y esta mesma vescosidad da mucha pena y dolor a la muger, cuando pare tiene mal parto, y aun queda lastimada por dos o tres días. Y cuando pariere dará muchas vozes con el dolor, porque aquella vescosidad es pegajosa y no dexa salir la criatura libremente; y esto porque rescibió la simiente del varón cuando no convenía. Y para sacar la criatura es menester que la partera tenga mucha maña para no lastimar a la madre ni a la criatura. Y si la partera no tiene aquella destreza que conviene, muere la criatura ante de nacer, o de acabar de nacer, porque se apega o se buelve de lado; y algunas vezes también por esta causa muere la parida porque con aquella vescosidad se pega y se rebuelve en las pares y no puede salir. Por eso muere dentro de su madre, y también la madre muere. Y el no cesar de la cópula carnal cuando es menester es causa que la simiente del varón se buelva vescosidad pegajosa, de donde se causa el peligro dicho. Digamos aquí una cosa digna de saber, que tiene dependencia de cuando el niño muere dentro de su madre: que la partera con una navaja de piedra, que se llama itztli, corta el cuerpo muerto dentro de la madre y a pedaços le saca. Con esto libran a la madre de la muerte. También manda la partera a la preñada que no llore ni resciba tristeça, ni nadie le dé pena, porque no resciba detrimento la criatura que tiene en el vientre. Mandava la partera que a la preñada la diessen de comer suficientemente y buenos manjares calientes y bien guisados, mayormente cuando la preñada le viene su purgación o, como dizen, su regla. Y esto llaman que la criatura se lava los pies, porque no se halle la criatura en bacío o haya alguna vacuidad o falta de sangre o humor necessario, y así resciba algún daño. También mandava la partera a la preñada que no trabajasse mucho, ni que presumiesse de diligente y hazendosa entre que estava preñada, ni tampoco levantasse alguna cosa pesada, y que no corriesse, ni temiesse, ni se espantasse de nada, porque estas cosas causan aborto. Estas cosas dichas son los mandamientos o consejos que dava la partera a la preñada. Aquí habla la partera: ¡Oh, hijos míos muy amados y señores nuestros! Aquí estáis presentes. No sois niños ni muchachos; sois personas sabias y prudentes, y todos somos entendidos los que aquí nos hablamos. Y veis cuántos y cuán grandes peligros de muerte hay en lo interior de las mugeres. Esta mozuela preñadilla aún no sabe, aún no tiene experiencia de estas cosas. Mirad que tengáis mucho cuidado de ella; mirad que no haya negligencia; mirad mucho por ella. Tened mucho cuidado de ella para que no caiga en algún peligro y para que no la acontezca alguna cosa por donde le venga algún mal a la criatura que tiene en su vientre. Aquí estoy yo, que me llamo médica; y para esto soy médica, para informar de las cosas que son peligrosas en este caso. Y si por ventura alguno de estos peligros nos acontesciere, ¿tengo yo algún remedio o alguna medicina por ventura para obviarlo? ¿Podré por ventura hazer algo para remediarlo? ¿Tengo por ventura poder absoluto para librar de la muerte? Solamente podemos ayudar a nuestro señor con avisos y medecinas y conformarlos con su voluntad. Lo que nosotros podemos hazer es como oxear las muscas con muscadero o aventadero al que tiene calor. ¿Por ventura podremos mandar: "hágase esto" o "hágase aquello"? ¿Podremos dezir "nazca bien esta criatura", y deziéndolo será luego hecho por ventura? ¿Por ventura podremos tomar por nuestro querer la misericordia de dios, que está en todo lugar? Esto, por cierto, no es impossible que las cosas se hagan según nuestro querer. Pues resta agora que todos nosotros roguemos a nuestro señor y esperemos en él para que se haga su voluntad, la cual ignoramos; y no tenemos merecimientos para que se haga lo que queremos. Ninguna otra cosa nos es más necessaria que llorar y derramar lágrimas. Señores míos, seáis muy bienaventurados, nietos míos muy amados. No tengo más que dezir.
contexto
Capítulo 28 De la primera fiesta que hizieron los mexicanos después que los españoles salieron de noche de esta ciudad Cuando los españoles salieron de México y fueron a Tlaxcalla era en el mes que se llama tecuilhuitontli, que comiença a dos de junio; y llegado el mes siguiente, que ellos llamavan ueitecuílhuitl, que comiença a veinte y dos de junio, como ya estavan algo descansados de la guerra pasada, hizieron muy gran fiesta a todos sus dioses y sacaron todas las estatuas de ellos, y ataviáronlas con sus ornamentos y con muchos quetzales de pluma rica, y pusiéronlas sus carátolas de torquesas hechas de mosaico. Esto hizieron agradeziendo, a sus dioses porque los havían librado de sus enemigos. Luego se sigue el otro mes suyo que se llama tlaxochimaco, que comiença a doze de julio; tras éste se sigue el mes que llaman xócotl uetzi, que comiença primero día de agosto; tras éste se sigue el mes que llaman ochpaniztli, que es a veinte de agosto; tras éste se sigue el mes que llaman teutleco, que comiença a diez de setiembre; tras éste se sigue el mes que llaman tepeíhuitl, que caye a treinta de setiembre; tras éste se sigue el mes que llaman quecholli, que comiença a veinte de otubre; luego se sigue el mes que llaman panquetzaliztli, que comiença a nueve de noviembre; luego se sigue el mes que llaman atemuztli, que comiença a veinte y nueve de noviembre; luego se sigue el mes que se llama títitl, que comiença a dezinueve de deziembre; tras éste se sigue el mes que llaman izcalli, que comiençava a ocho de enero; y luego se sigue cinco días que ellos llamavan nemontemi, que quiere dezir "días valdíos" o "aciagos", los cuales no contavan con el año. Y luego començava otro año en el mes que llamavan cuáuitl eua, que començava segundo día de febrero; luego se sigue el 2? mes, que llaman tlacaxipeoaliztli, que comiença a veinte y uno de febrero; luego se, sigue el 3? mes, que se llama toçoztontli, que comiença a 15 días de março; luego se sigue el 4? mes, que se llama ueitoçoztli, que comiença a 3 días de abril, -en este mes salieron los españoles huyendo de México en el año pasado. En este año bolvieron algunos de ellos. Vinieron por la vía de Cuauhtitlan, y llegaron hasta Tlacupa, y no estuvieron más de siete días. Y luego se bolvieron, y dende a cuarenta días bolvieron otra vez, y destruyeron algunos lugares. Mataron más de cuatrocientos hombres, que eran maceoales del Tlatilulco. Y dende a cuarenta días se contaron dos años de su venida: bolvieron todos en el mes que se llamava tóxcatl.
contexto
Capítulo 28 Tratará en este postrero capítulo de lo proçedido de la guerra de Chalco, 30v la benida de los mexicanos prençipales y los demás con la presa de los señores, hijos de los rreyes de Chalco, y lo demás que a ella pasó Después de aber fenesçida la batalla <en>tre los mexicanos y chalcas en el lugar, sitio ya dicho, se boluieron los chalcas con la gente de los tres prençipales, Tlacahuepan y sus dos conpañeros capitanes, y beinte y tres soldados más, como atrás se a contado. Llegados que llegaron los mexicanos a Mexico Tenuchtitlan, trujeron consigo tres prençipales señores, hijos de los rreyes de Chalco, el uno y capitán llamado Teoquizqui, hijo mayor del rrey Cuateotl, el segundo llamado Tlahuacaxochitl, el terçero llamado Huetzin. Llegados ante la prezençia del rrey Monteçuma, explican la enbaxada y fin que ubo de la segunda y terçera guerra y presentan los tres rreyes y sesenta soldados chalcas. Estando <en> su trono Monteçuma y Çihuacoatzin, dixeron: "Señor, llegado emos a n<uest>ra casa y a n<uest>ro rreal ymperio, lugar y silla u<uest>ra y de toda esta corte de Tenuchtitlan Mexico, "toltzalan, acatzalam", adonde está y abita, rrige, gouierna y trabaxa <en> su alto lugar el abusión y dios tetzahuitl Huitzilopochtli. An de ser los chalcas totalmente perdidos porque en n<uest>ras manos están y nosotros daremos cuenta de todos ellos y nosotros abemos de entrar y guiar la gente mexicana a toda las prouinçias de Chalco". E luego rrespondió el rrey Monteçuma a los mexicanos y a los prençipales de Chalco: "Seáis todos muy bien benidos. Descansad y rreposad y a esos señores trátenlos conforme a su balor y meresçimiento de los chalcas". Dixo Monteçuma a Çihuacoatl y a Tlaeleltzin: "Hermanos míos, ¿qué os paresçe a bosotros de esto susçeido y de los presos señores de Chalco? ¿Es cosa buena esta o no?" A esto rrespondierom los dos señores, capitanes mexicanos Çihuacoatl y Tlacaeleltzin, dixeron: "Señor, la pretençión y acuerdo buestro deseo es paz y dar libertad a estos presos, señores de Chalco. No es bien acordado, porque nosotros los mexicanos començamos la guerra y por nosotros queda señal de cobardía y bergüença, y emos de ser señores de ellos tarde o tenprano. Bernán después que con engaño o fraude les suxetamos a ellos y no con esfuerço y balentía em campo de buena guerra, bien bençidos y suxetos a n<uest>ra corona rreal mexicana". Y así, les tornaron a dezir a los señores mexicanos: "Estad y sosegad con quietud, señores, que como <en> buestra casa y corte estáis". Rrespondieron Teoquizqui y Tlahuacaaxochitl y Huetzin e les dieron mugeres para su casamiento de ellos, hijas de señores mexicanos. Contentos con esto, se explican una oraçión y plática, diziéndoles que esto fuera para mayor honrra, gloria de sus deudos, parientes y tierra y señorío, y que estubiesen, holgasen con descanso y alegría y que <en> lo demás de las guerras, que fuese y biniese hasta la conclusión, por<que> son fines y términos de guerra, los unos por los otros, y sobre todo grande cuenta y diligençia <en> las guardas de sus personas. Y en esto boluieron los mexicanos a la guerra de Chalco y llegados al lugar de Cocotitlan, donde estaua el campo mexicano, se comiençan luego adereçar y aperçiuir para la guerra, aperçibiéndolos los capitanes Tlacochcalcatl y Tlaacateecatl, dízeles: "Hermanos mexicanos, aquí estamos todos en esta guerra, campo de gloria, montaña, 31r lugar preçioso de oro, summo contento y alegría n<uest>ra de bitoria <que> será de gran gloria, onrra de Mexico Tenuchtitlan. Y benimos a morir en campo de alegría y es n<uest>ro cargo y ofiçio. Ya está con gran paz, rregozixo, alegría el ymperio mexicano de Tenuchtitlam. Mirá que no baya baldío ny mal empleado buestro cuerpo, sino muy bien bengado en campal batalla contra gente ynútil, de poco conosçimiento. Mirá <que> se emplee en que cada uno alcançe al más baliente hombre de Chalco, baleroso capitán o señor de título". Y con esto, con grandísimo ánimo y estruendo de bozería y cornetas, bozinas, atabales rresonando, arremeten a los chalcas. E los chalcas dixeron: "Ea, mexicanos, que ya es tarde para nosotros, que a mucho que os esperamos". Arremeten los unos con los otros furiosamente y comiençan luego a hazer presa a los mayorales del campo, soldados balientes, capitanes señalados: "el uno fue Tenamazcuicuil y otro Aztacoatl y Huehue Cacancatl y luego fue Çihuacoatl y Tlacaheleltzin y Tzompantzin y Cuauhtlecoatl y Nepcoatl y Cahualtzin e Yxcuetlantoc y Mecatzin y Xiconoc y Cuauhtzitzimitl, Çihuacoatl y Tlahueloc, Tlacacochtoc y Tlaçolteutl y Temictzin, Cuauhtzin, sin otros mançebos nonbrados mexicanos. Todos estos con gran esfuerço y balentía prendieron a muchos prençipales y señores de Chalco y fueron <en> siguimiento de los chalcas hasta subirlos en la parte <que> llaman Cuauhtechcac, la subida del gran Çerro del Bolcán, pasándolos por muy çerca de la Sierra Neuada y pasarlos a todo andar hasta el lugar de los términos de Huexoçingo. Allí le dixo Çihuacoatl a Tlacaeleltzin: "Señor, ¿<qué> hazéis? Bolued a los chalcas, <que> se nos ban, que a las mugeres, niños, biexos los tenemos en cadenas y a buen rrecaudo". Y entrando los chalcas en Huexoçingo, les dio bozes Tlacaeleltzin diziéndoles: "Chalcas, amigos, bolueos, que ya están sosegadas n<uest>ras armas, bolueos a nosotros", y así, los boluieron, que ya no abía más de la mitad de los chalcas. Y el que los fue a boluer, <que> algunos se <en>traron en Huexoçingo, <que> los boluió Çacangatl teuctli, capitán. Le rrespondieron los chalcas bençidos: "Señores mexicanos, no aya más. Seruiros emos. Lleuaremos madera para labrar buestras casas, pues estamos <en> los montes metidos, y piedra, canoas lleuaremos y asimismo no ternemos de término de n<uest>ras casas y tierras más de hasta Techichco. Y tomaldo, rrepartildos <en>tre bosotros, que están <en> los caminos rreales y allí aguardaremos y os seruiremos a los señores mexicanos. Y esto es, señores, lo que protestamos de cumplir y guardar sin eçeder". E allí les dixo Tlacateecatl, capitán mexicano: "Mirá, chalcas, <en> lo que abéis de cumplir y guardar y no en algún tiempo digáis <que> lo tal no dixistes, ni rreclaméis que por fraude o engaño lo tal prometistes". Dixeron los chalcas: "No abrá ni pasará tal, porque todas n<uest>ras fuerças, balor emos mostrado contra bosotros y no emos sidos poderosos de sobrepuxaros, antes, siempre peorando y arruinando treze años a ya. Ya de oy más emos desde agora tomado n<uest>ras cargaderos, sogas, cacaxtles. Con esto se boluieron los mexicanos bitoriosos y con su presa de basallos y fueron los prençipales a hazer rreberençia al rrey Monteçuma en el 31v gran palaçio mexicano, <en>trando con gran triumfo y alegría, bitoriosos, y los cautiuos delante, <que> heran muchísimos, e les dixo: "Capitanes Tlacaeleltze, Çihuacoatle, señalá a los balerosos soldados y capitanes que en esta guerra se mostraron y señálense con las orejas y narizes aguxeros a los tales que truxeron presa de los chalcas". E dixo Çihuacoatl que él, como testigo de bista, bídolos <que> fueron conquistadores de los balerosos chalcas, que él con su mano señalaría los tales mexicanos y que como tales <en>trasen de los primeros a los areitos y cantos, bailes, con géneros de diuisas, armas, plumería preçiada. Y luego, hecho esta y señalados, fueron luego a las tierras de Chalco a hazer <en>tre ellos rrepartimiento de tierras. El primero <que> se le dio y rrepartió tierras fue al rrey Monteçuma y luego a Çihuacoatl, capitán Tlacaelel, <que> le dieron en Aztahuacan y Acaquilpan y en Tlapitzahuayan y luego en Tlapechhuacan y quinta suerte en Cocotitlam y en Ahuatepan y en Huexocolco y en Tepopolam, y por lo consiguiente a todos los mexicanos señalados, uno en pos de otro, <en> las mesmas partes y lugares, con señales de su posesión y moxones a cadno dellos nonbrados. Desta manera fueron bençidos y basallos los chalcas.
contexto
Capítulo 28 De las diligencias que hazía la partera llegada la hora del parto para que la preñada pariese sin pena, y de los remedios que la aplicava si tenía mal parto, donde hay cosas bien gustosas de leer Llegado el tiempo del parto llamavan a la partera, y los hijos y hijas de los señores y nobles, y de los ricos y mercaderes, cuatro o cinco días ante que pariese la preñada estava con ellos la partera, aguardando y esperando a que llegase la hora del parto y a cuando començarían los dolores del parto. Y ellas mismas, según se dize, hazían la comida para la preñada. Y cuando ya la preñada sentía los dolores del parto, luego davan un baño. Y despúes del baño, dávanla a bever la raíz de una yerva molida que se llama cioapatli, que tiene virtud de impeler o rempujar hazia fuera a la criatura. Y si los dolores eran rezios aún todavía, dávanla a bever tanto como medio dedo de la cola del animal que se llama tlacuatzin, molida. Con esto paría fácilmente, porque esta cola de este animal tiene gran virtud para espeler y hazer salir la criatura. Tiene esta carne y cola de este animal tan fuerte virtud de espeler, que una vez un perro a hurtas comió uno de estos animalejos, que se llama tlacuatzin, y luego echó el perro por el sienso todas las tripas y todos los hígados, que no le quedó nada en el cuerpo. De la misma manera, si alguno comiesse o beviesse molido una cola entera de uno de estos animales, luego echaría por baxo todos los entestinos. Y si después de haver bevido la preñada las dos cosas arriba dichas no paría, luego la partera y los que estavan con ella tomavan conjectura que havía de morir la que estava de parto, y començava a llorar. Y la partera començava a dezir: "Hijos míos y hijas, ¿que es la voluntad de nuestro señor que nos ha de acontescer agora? Muy peligroso está este negocio. Roguemos a nuestro señor, que está en todo lugar, que ninguna cosa nos ayuda". Y luego la partera levantava en alto a la preñada, tomándola con ambas manos por la cabeça, meneávala y dávala en las espaldas o con las manos o con los pies, y dezíala de esta manera: "Hija mía, esfuérçate. ¿Qué te haremos? No sabemos ya qué te hazer. Aquí están presentes tu madre y parientas. Mira que tú sola has de hazer este negocio. Haz fuerça en el caño de la madre para que salga la criatura. Hija mía muy amada, mira que eres muger fuerte. Esfuérçate y haz como muger varonil; haz como hizo aquella diosa que parió primero, que se llama Cioacóatl y Quilaztli". Esta es Eva que es la muger que primero parió. Y si passava un día y una noche que no paría la paciente, luego la metían en el baño, y en el baño la palpava la partera y le endereçava la criatura. Si por ventura se havía puesto de lado o atravesada, endereçávala para que saliesse derechamente. Y si esto no aprovechava, y si con todo esto no podía parir, luego ponían a la paciente en una cámara cerrada, con sola la partera que estava con ella. Y allí la partera orava y dezía muchas oraciones, llamando a la diosa que se llama Cioacóatl y Quilaztli (que dezimos ser Eva), y también llamava a la diosa que se llama Yoaltícitl, y también llamava a otras no sé qué diosas. Y la partera que era hábil y bien diestra en su oficio, cuando vía que la criatura estava muerta dentro de su madre, por ver que no se meneava y que la paciente estava con gran pena, luego metía la mano por el lugar de la generación a la paciente y con una navaja de piedra cortava el cuerpo de la criatura y sacávalo a pedaços.