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Capítulo 13 De las comidas que usavan los señores Las tortillas que cada día comían los señores se llaman totonqui tlaxcalli tlacuelpacholli; quiere dezir "tortillas blancas y calientes y dobladas", compuestas en un chiquíuitl y cubiertas con un paño blanco. Otras tortillas comían también cada día, que se llamavan ueitlaxcalli; quiere dezir "tortillas grandes"; estas son muy blancas y muy delgadas y anchas, y muy blandas. Comían también otras tortillas que se llaman cuauhtlacualli; son muy blancas y grandes, y gruesas y ásperas. Otra manera de tortillas comían, que llamavan tlaxcalpacholli; eran blancas, y otras algo pardillas, de muy buen comer. También comían unos panecillos, no redondos sino largos, que llaman tlaxcalmimilli; son rollizos y blancos, y del largor de un palmo o poco menos. Otra manera de tortillas comían, que llamavan tlacepoalli tlaxcalli, que eran ahojaldrados; eran de delicado comer. Comían también tamales de muchas maneras. Unos de ellos se llaman cuatecuicuilli tamalli; son blancos y a manera de pella, hechos no del todo redondos ni bien cuadrados; tienen en lo alto un caracol que le pintan los frixoles con que está mezclado. Otros tamales comían que llaman íztac tlatzíncuitl; éstos son muy blancos y muy delicados, como digamos pan de bamba o de la Guillena. Otra manera de tamales comían, que llamavan íztac tetamalli, blancos, pero no tan delicados como los de arriba, algo más duros. Otros tamales comían que son colorados y tienen su caracol encima, házense colorados porque después de hecha la masa la tienen dos días al sol o al fuego, y la rebuelven, y ansí se para colorada. Otros tamales comían que llaman nexyo tamalli cuatecuicuilli; quiere dezir "tamales simples, que ni son muy blancos, sino medianos", y tienen en lo alto un caracol como los de arriba dichos. Otros tamales comían que se llaman tamálatl cuauhnextli. Estos tamales no eran mezclados con cosa ninguna. Comían los señores estas maneras de pan ya dichas con muchas maneras de gallinas asadas y cozidas. Unas de ellas se llaman totolnacaquimilli; quiere dezir "empanada en que está una gallina entera". Otra manera de empanadilla, que se llama nacatlaoyo tamalli, quiere dezir "empanadilla de carne de gallina o del gallo", y con chilli amarillo. Otra manera de gallina asada comían, que llaman cioatotollaleoatzalli; quiere decir "gallina asada." Otra manera de asada, que se llama çollaleoatzalli, quiere dezir "codornizes asadas." Usavan también muchas maneras de tortillas para la gente común. Una manera de ellas se llaman tianquiztlacualli; quiere dezir "tortilla o tamal que se vende en el tiánquez." Otra manera del tiánquez, que se llama íztac tlaxcalli etica tlaoyo, quiere dezir "tortilla muy blanca que tiene de dentro harina de frixoles no cozidos." También comían los señores muchas maneras de caçuelas. Unas de ellas se llaman totolin patzcalmollo; quiere dezir "caçuela de gallina hecha a su modo con chilli bermejo y con tomates y pepitas de calabazas molidas", que se llama agora pipiana. Otra manera de caçuela comían, que se llama chiltecpiyo totolin; quiere dezir "caçuela de gallina hecha con chilli que quema mucho", que se llama chiltécpitl. Otra manera de caçuela comían, que se llama chilcuzyo totolin; quiere dezir "caçuela de gallina hecha con chilli amarillo." Otras muchas maneras de caçuelas y de aves asadas comían, que están en la letra explicadas. Comían también muchas maneras de potajes. Una manera de ellas se llaman chilcuztlatonilli; quiere dezir "potaje hecho con chilli amarillo". Otra manera de chilmule, que se llama chiltecpinmulli, quiere decir "mule hecho de chiltécpitl y tomates". Otra manera de chilmule, que se llama chilcuzmulli xitomayo, quiere dezir "mulli de chilli amarillo y con tomates", etc. Usavan también comer peces en caçuela. Unas de ellas se llaman íztac amílotl chilcuzyo; quiere dezir "peces blancos hechos en caçuela con chilli amarillo". Otra manera de caçuela, que se llama tomáoac xouilli patzcallo, quiere dezir "caçuela de peces pardos hecho con chilli bermejo y tomates, y con unas pepitas de calabaças molidas", y son muy buenos de comer. Otra manera de caçuela, que llaman cúyatl chilchoyo, quiere dezir "caçuela de ranas con chilli verde". Otra manera de caçuela, que llaman axólotl chilcuzyo, quiere dezir "caçuela de aquellos peces que se llaman axólotl, con chilli amarillo". Comían también atepócatl chiltecpiyo; quiere dezir "caçuela de ranacuajos con chiltécpitl". Comían también michpilli chiltecpio, una manera de pecezillos colorados hechos con chiltécpitl. También comían unas hormigas aludas, que se dizen tzicatanatli; quiere dezir "caçuela de unas hormigas aludas con chiltécpitl". Comían también unas langostas que se llaman chapolin chichiaoa; quiere dezir "caçuela de unas langostas", y es muy sabrosa comida. Comían también unos gusanos que se llaman meocuilti chiltecpin mollo; quiere dezir "gusanos que son de maguey y con chiltecpinmolli". Otra caçuela comían, que se dize chacalli patzcallo; quiere dezir "caçuela de camarones hechos con chiltécpitl y tomates, y algunas pepitas de calabaça molidas". Otra caçuela comían, que se llama topotli patzcallo; quiere dezir "caçuela de una manera de peces, que los llaman topotli, hechos con chiltécpitl", como las de arriba dichas. Otra caçuela comían, que se llaman tlacamichi patzcallo; quiere dezir "caçuela de pescados grandes", hecha como las de arriba dichas. Otra caçuela comían, que se llama maçaxocomulli íztac michyo; quiere dezir "caçuela de ciruelas no maduras con unos pecezillos blanquecillos y con chilli amarillo y tomates". Usavan también comer los señores muchas maneras de frutas. Una de ellas se llama tlatlauhqui tezontzápotl; quiere dezir "tzapotes colorados por de dentro, y por de fuera pardillos y ásperos", Otra manera de fruta se llama maçaxócotl chichíltic, una manera de ciruelas, y son coloradas; cúztic maçaxócotl, otra manera de ciruelas, y son amarillas; tlaztaleoáltic maçaxócotl, otra manera de ciruelas, y son bermejas o naranjadas. Usavan también comer muchas maneras de tzapotes. Una de ellas se llama eheyotzápotl; quiere dezir "tzapote ceniziento o anonas", que tiene por de dentro unas pepitas como frixoles negros, y es muy sabrosa. Otra se llama xicotzápotl; quiere dezir "tzapotes pequeños o parvetanos". Otra fruta se llama atztzápotl, una cierta fruta amarillas por de fuera, y por dentro como yemas de huevos cozidos. Otra fruta se llama cuauhcamotli; son unas raízes de árboles. Camotli, una cierta raíz que se llama batatas. Ooácatl, una cierta fruta. Nochtli, una cierta fruta que se llama tunas. Otras muchas frutas se dexan de dezir. Usavan también comer unas semillas que tenían por fruta. Una se llama xílot; quiere decir "maçorcas tiernas", comestibles y cozidas. Otra se llama élotl, también maçorcas ya hechas, tiernas y cozidas. Exotl, quiere dezir "frixoles cozidos en sus bainas". Comían también unas ciertas maneras de tamales hechos de los penachos del maíz, que se llaman miyaoatámal, rebueltos con unas semillas de bledos y con meollos de cereças molidos. Comían unas ciertas tortillas hechas de las maçorcas tiernas del maíz, que se llama elotlaxcalli o xantlaxcalli; otra manera de tortillas, hechas de las maçorquillas nuevas de maíz, que se dize xilotlaxcalli. Otra manera de tamales comían hechos de bledos, que se llama oauhquiltamalli, etc. Usavan también comer unas ciertas maneras de potaxes hechas a su modo. Una de ella se llama oauhquilmolli, hecha de bledos cozidos y con chilli amarillo y tomates y pepitas de calabaça, o con chiltécpitl solamente. Otra se llama itzmiquilmolli, y con chilli verde, y es bueno de comer. Otra se llama oauhtzontli tonalchillo, hecha de semilla de bledos verdes, y con chilli verde. También comían unas ciertas yerbas no cozidas, sino verdes. Una se llama tzayanalquílitl, que se haze en la orilla del agua. Otra se llama xonácatl, como digamos cebolletas de esta tierra, etc. Todas estas yervas que se nombrarán adelante, cada una por sí con sus adereços. Y éstos: íztac xoxocoyolli, quiere dezir "yerva azeda blanca" o "azederas" de esta tierra; xoxocoyoluiuilan, otra manera de yerva azeda; axoxoco, otra yerva también azeda; acuitlacpalli, una cierta yerva; ayoxochquílitl, quiere dezir "flor de calabaças"; ayonanácatl o ayonacaquílitl, quiere dezir "calabaças tiernas". Usaban también bever muchas maneras de puchas o maçamorras. Una manera de ellas se llama totonquiatulli, "maçamorra caliente". Otra, necuatulli, "maçamorra con miel caliente". Otra se llama chilnecuatulli, "maçamorra con chilli amarillo y miel". Bevían también otra manera de maçamorra hecha con harina muy espesa y muy blanca, hecha con tequíxquitl, que se llama cuauhnexatolli, etc. Bevían también unas ciertas maneras de puchas, que se llama íztac atulli. La primera de ellas se llama chiantzótzol atulli; quiere dezir "puchas de chiantzótzol con chílchotl o con chiltépitl"; la segunda se llama íztac chianatulli chilcuzpani; quiere dezir "puchas de chían blanca con chilli amarillo"; otra se llama chianpitzáoac atulli ayooachpani chilo, "puchas de chíen menuda con chilcuztli y con pepitas de calabaças bien molidos"; otra se llama tlacyocuépal atulli chiltecpin pani; otra manera de puchas hecha del migajón de las tortillas o de pan cozido y con chiltécpitl. Todas estas maneras de puchas o de maçamorras ya dichas se usavan hazer en casa de los señores. Y los calpisques tenían cargo de las cosas necessarias para los señores; traían para comer siempre a casa de los señores muchas maneras de comida, hasta número de cient comidas, como tortillas calientes y tamales blancos y su caracol, etc., como arriba se dixo. Y después que havía comido el señor, luego mandava a sus pajes o servidores que diessen de comer a todos los señores y embaxadores que havían venido de algunos pueblos. Y también davan de comer a los que guardavan en palacio, que ellos llaman achcacauhtli, tequioaque, tiachcaoan. También davan de comer a los que criavan los mancebos, que se llaman telpuchtlatoque, y a los sátrapas de los ídolos. Y también davan de comer a los cantores y a los pajes y a todos los del palacio. También davan de comer a los oficiales como los plateros, y los que labran plumas ricas, y los lapidarios, y los que labran de musaico, y los que hazen cotaras ricas para los señores, y los barveros que trasquilavan a los señores. Y en acabando de comer, luego se sacavan muchas maneras de cacaos, hechos muy delicadamente, como son éstos: xoxouhqui cacaoacintli, "cacao hecho de maçorca tierna de cacao", y es muy sabrosa de bever; cuauhnecuyo cacáoatl, "cacao hecho con miel de avejas"; xochyo cacáoatl, "cacao hecho con ueinacaztli"; xoxouhqui tlilxochyo, "cacao hecho con tlixóchitl tierno"; chichíltic cacáoatl, "cacao hecho colorado"; uitztécul cacáoatl, "cacao hecho bermejo"; xuchípal cacáoatl, "cacao hecho naranjado"; tlític cacáoatl, "cacao hecho negro"; íztac cacáoatl, "cacao hecho blanco". Y dávanlo en unas xícaras con que se bevía, y son de muchas maneras: una de ellas se llama tecontlacuilolli, "xícara pintada con diversas pinturas", y su atapadero muy rico, que se llama atzaccáyotl, y también su cuchara de tortuga para rebolver el cacao; otra manera de xícaras se llaman ayotectli tlacuilolli, "xícara negra pintada de negro"; y también su rodeo hecho de cuero de tigre o de venado para sentar o poner esta calabaça que se llama ayaoalli oceloéoatl o cuetlaxayaoalli. Usavan también traer unas redes hechas a manera de bruxaca, que se llama chitatli, en que se guardavan otras xícaras ya dichas. Usavan también unas xícaras agujeradas para colar el cacao. Usavan también guardar unas xícaras más grandes en que se alçava el cacao. Usavan también guardar unas xícaras pintadas, también grandes, para lavar las manos. Usavan también unas grandecillas xícaras que ellos llaman tzooacalli tlayoaloni, quiere decir "xícaras pintadas con ricas pinturas con que se bevía maçamorra". Usavan también guardar unos cestillos que se llaman tlacualchiquíuitl, en que se ponían las tortillas. Usavan también tener unas escudillas que se llaman molcáxitl con que se bevían potaxes. Usavan también tener unas salseras que se llaman petzcáxitl. Usavan también tener unas escudillas de madera que se llaman cuauhcáxitl.
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Capítulo 13 De las mugeres nobles La muger noble es muy estimada, digna de honra y reverenciada, y por su virtud y nobleza en todo da favor y amparo a los que acuden a ella. Y la tal, si es buena, tiene estás propriedades: que debaxo de sus alas se amparan los pobres, y los ama y los trata muy bien, amparándolos. Y si no es tal, es apasionada, de malas entrañas; no tiene en nada a los otros por ser sobervia y presumptuosa. La muger hidalga es muy estimada y querida de todos, honrada y reverenciable, grave y esquiva. La tal, si es buena, sabe bien regir su familia y mantenella, y por su bondad a todos muestra amor y benevolencia, dando a entender ser noble y ahidalgada. Y si no es tal, es mal acondicionada, de malas entrañas; mira con ojeriza y desdén; es austera y mal encarada, y corajuda, pesada y mal contentadiza. La señora que mantiene familia es generosa, digna de ser obedecida y muy cabal, por tener términos y partes de las buenas y nobles señoras; ni haze cosa indigna de su persona; y gentil muger, muy honrada, grave y brava. La tal, si es buena, es muy honrada y de buena fama, y de mucha estima, piadosa; a todos los ama; a nadie tiene en poco, sino que a todos los regala como si fuessen sus hijos. Y si es mala, es brava y de mala digestión, enojadiza, desabrida o desgraciada, inquieta, acelerada o súpita, y de nonada se corre, todo le da pena. La muger principal rige muy bien su familia y la sustenta, por lo cual merece que le obedezcan, le teman y le sirvan; y govierna varonilmente; amiga de fama y honra. La tal, si es buena, es sufrida; es mansa, humana, constante y varonil, bien acondicionada, y govierna tan bien como cualquier principal, en paz y concordia. Y si es mala, es arrojada, alborotadora o desasosegadora, y tal que por nonada suele amenazar y poner a todos gran miedo y espanto, y es tan feroz que parece que querría comer vivos a los otros. La señora principal govierna y manda como el señor. La tal, si es buena, rige muy bien sus vasallos y castiga a los malos; a ella se tiene respeto; pone leyes y da orden en lo que conviene, y es obedecida en todo. La que es mala, es descuidada y floxa; dexa perder las cosas por negligencia y es exageradora; y en todo da mal exemplo y pone las cosas a peligro y riesgo, y muy escandalosa. La infanta o la donzella generosa tiene la criança del palacio, bien acondicionada, digna que sea amada y bien tratada de todos. La que es buena, es generosa y de ilustre y limpio linage, de buena vida, mansa, amorosa, pacífica, humilde y bien criada,. en todo. La que es mala, es vil, plebea y sobervia; al fin, haze obras de macegual; muger perdida, descuidada y amancebada. La donzella delicada es de buen linage y de buenos y hormados padres. La tal, si es buena, es de buena vida y de vergdença, zelosa de si mesma, considerada y discreta, siempre se arrima a los buenos y les sirve humillándose y respetando a todos. Y la que es mala, no sabe guardar secreto; es muy precipitada en sus cosas, e por nonada se altera e se enoja fácilmente, menospreciando a los otros, no respetando a nadie. La hija de claro es de buena parte, honrada e amada de todos, o estimada. La que es buena, quiere bien a todos y sabe agradecer por el bien que se le haze, muy mirada en sus cosas. La que es mala, es muy loca, incorregible, torpe, desvergonçada, que fácilmente afrenta y deshonra a su linage. La hija noble de buen linage es hidalga. La que es buena, responde bien a su linage; en cosa ninguna deshonra a sus padres; resucita la buena fama de sus antepasados. Y la que es mala, afrenta a su linage; es de vil o baxa condición y desvergonçada, presumptuosa, disoluta y absoluta, y no tiene en nada a los otros. La muger de buena ralea desciende de cavalleros. Y la que es buena, sigue las pisadas de sus padres y los imita en virtudes e da buen exemplo, siguiendo lo bueno y evitando lo malo. Y la que es mala, ella mesma se deshonra; amiga de cosas baxas, mentirosa, por lo cual es aborrecible a todos. La donzella de buen solar es gloria y reliquia de sus padres. La que es buena, es pacífica, noble, amorosa, y tiene respeto a todos. La que es mala, es atrevida, que ni teme ni deve; a todos menosprecia; sobervia y fantástica. La muger noble de buena estima es de buena parte. Y si es buena, es mansa y no es brava. Y la que es mala, es mal acondicionada, alocada e precipitada en todo. La muger descendiente de nobles es noble y magnífica, y en todo muestra nobleza; y ansí obra y vive conforme a su genealogía, y cuanto haze todo corresponde a su linage. La que no es tal, es vil, torpe, y sus malas obras la hazen baxa y vil, por ser tosca, sobervia, fantástica y necia. La muger noble de solar conocido no haze cosa que no deva, sino que en todo es buena, honesta y dispuesta. La tal, si es buena, es humilde, pacífica y de apacible conversación a todos, y muy agradecida a sus bienhechores. La que es mala, es mal criada, deshonesta e incorregible, muy entonada y fanfarrona, desbaratadora y alocada. La muger de buena parentela es noble y de buena ralea. La que es buena, es enemiga de vanos loores entre las gentes y de ser muy estimada y nombrada. La que es mala, es muy presumptuosa, y ella mesma se jacta de su linage. La muger que desciende de buenos, tiene buena fama y buena nombradla, honrada y estimada entre todos. La tal, si es buena, es compasiva cerca de los aflictos, y más suele ser agradescida y reverente a todos, no menospreciando a los pobres, sino ayudándolos y amándolos. La que es mala, es desagradecida, codiciosa de honra y riquezas. La muger noble de limpia sangre es bien acondicionada y de noble coraçón. La que es buena, es elocuente, blanda y sosegada en el hablar, y cuanto haze todo lo haze en paz o quietud. La que es mala, es avillanada, de malas entrañas y corajuda, comilona y bevedora y insaciable, muger para nonada y tosca en todo. La muger de noble sangre es de linage de cavalleros, ora sea legítima, ora bastarda. La que es buena, tiene vergilença y empacho de todo lo malo, y cuanto haze lo haze con entera voluntad. La que es mala, es desvergonçada, atrevida y borracha y alocada, que parece que ha comido cosas que suelen sacar al hombre de su juizio, como es la yerva llamada mixitl y los malos hongos. La muger de buen parentesco es de muy buena casta, venerable e amable a todos, digna de ser bien tratada, buena y gentil muger, dispuesta y bien hecha, delgada, no muy gorda, de mediana estatura, grave y severa, bien agestada. La que es buena, es de buenas entrañas y amorosa a todos; ni haze cosa digna de reprensión o tacha, grave, temerosa, y por descendir de buenos cavalleros, es muy estimada, y ansí es comparada a plumas ricas y piedras preciosas, y en ella se hallan, fuera de la nobleza, piedad, humanidad y amor, y todas las gracias que hazen parecer bien al alma y al cuerpo, cabal y muy cumplida en sus cosas. La que es mala, es mal acondicionada, avillanada, torpe y fea, muy desbaratada, sobervia, fanfarrona, luxuriosa, desasosegadora, baladrona, borracha y, por otra parte, muy bocal, torpe y bova, desvergonçada y tonta; es de buen parecer solamente, y no es para nada.
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Capítulo 13 De todos los mantenimientos Párrapho primero: del maíz En esta letra se trata de las maneras que hay de maíz, y porque esto es cosa clara, parecióme de poner en este lugar que en la diversidad de los mantenimientos, que casi ningunos son semejantes a los nuestros, parece que esta gente nunca ha sido descubierta hasta estos tiempos, porque de los mantenimientos que nosotros usamos y se usan en las partes de donde venimos, ningunos hallamos acá, ni aun de los animales mansos que usamos los que venimos de España y de toda la Eoropa, tampoco los hallamos acá, donde parece que ni ellos venieron de hazia de aquellas partes, ni hombres de aquellas partes havían venido a descubrir esta tierra. Porque si ellos huvieran venido de hazia allá, huvieran venido a descubrirlos en otros tiempos de él, halláramos acá trigo o cevada o centeno o gallinas de las de allí, o cavallos o bueyes o asnos o obejas o cabras o algunos otros de los animales mansos de que usamos, donde parece que en estos tiempos solamente han sido descubiertas estas tierras, y no antes. Cerca de la predicación del Evangelio en estas partes, ha havido mucha duda si han sido predicados ante de agora o no. Y yo siempre he tenido opinión que nunca les fue predicado el Evangelio, porque nunca jamás he hallado cosa que aluda a la fe católica, sino todo tan contrario y todo tan idolátrico, que no puedo creer que se les ha sido predicado el Evangelio en ningún tiempo. El año de setenta, o por allí cerca, me certificaron dos religiosos dignos de fe que vieron en Guaxaca, que dista de esta ciudad sesenta leguas hazia el oriente, que vieron unas pinturas muy antiguas, pintadas en pellejos de venados, en las cuales se contentan muchas cosas que aludían a la predicación del Evangelio. Entre otras era una de éstas, que estavan tres mugeres vestidas como indias y tocados los cabellos como indias, estavan sentadas como se sientan las mugeres indias, y las dos estavan a la par, y la tercera estava delante de las dos, en el medio, y tenía una cruz de palo, según significava la pintura, atada en el nodo de los cabellos, y delante de ellas, estava en el suelo un hombre desnudo y tendido pies y manos sobre una cruz, y atadas las manos y los pies a la cruz con unos cordeles. Esto me parece que alude a Nuestra Señora y sus dos hermanas y a Nuestro Redemptor crucificado, lo cual devieron tener por predicación antiguamente. Otra cosa hay que también me inclina a creer que ha havido predicación del Evangelio en estas partes, y es que tenían confessión auricular en estas partes de México, donde los penitentes contavan sus pecados al sátrapa en gran secreto, y recebían penitencia de ellos, y les exhortava el sátrapa a la emienda con gran diligencia. Y esta confessión hazíanla una vez en la vida, ya cerca de la vejez o en la vejez; y tenían que del penitente tornava a recayer en los pecados, no tenía remedio, porque a nadie se le perdonavan los pecados sino una vez en la vida. Está esto escrito muy a la larga en el Segundo Libro, que trata de las fiestas de los dioses. También he oído dezir que en Chanpotón o Campeche hallaron los religiosos que fueron allí a convertir primeramente muchas cosas que aluden a la fe católica y al Evangelio. Y si en estas dos partes dichas huvo predicación del Evangelio, sin duda que la huvo también en estas partes de México y sus comarcas, y aun esta Nueva España, pero yo estoy admirado cómo no hemos hallado más rastro de lo que tengo dicho en estas partes de México. Y aunque esto digo, paréceme que pudo ser muy bien que fueron predicados por algún tiempo, pero que muertos los predicadores que venieron a predicarlos, perdieron del todo la fe que les fue predicada, y se vulvieron a sus idolatrías que de antes tenían. Y esto conjecturo por la dificultad grande que he hallado en la plantación de la fe en esta gente, porque yo ha más de cuarenta años que predico por estas partes de México, y en lo que más he insistido, y otros muchos conmigo, es ponerlos en la creencia de la sancta fe católica, por muchos medios y tentando diversas oportunidades para esto, ansí por pinturas como por predicaciones, como por representaciones, como por colocociones, provando con los adultos y con los pequeños. Y en esto aún he insistido más en estos cinco años pasados, dándolos las cosas necessarias de creer con gran brevedad y con claridad de palabras. Y agora en este tiempo de esta pestilencia, haziendo experiencia de la fe que tienen los que se vienen a confessar, antes de la confessión cual o cual responde como conviene, de manera que pudemos tener bien entendido que con haverlos predicado más de cincuenta años, si agora se quedasen ellos a sus solas, que la nación española no estuviesse de por medio, tengo entendido que a menos de cincuenta años no havría rastro de la predicación que se les ha hecho. Ansí que digo, concluyendo, que es posible que fueron predicados y que perdieron del todo la fe que les fue predicada, y se vulvieron a las idolatrías antiguas. Y agora paréceme que Dios Nuestro Señor, haviendo visto por experiencia la dureça de esta gente, y lo poco que en ellos aprovechan los grandes trabajos, y con ellos se tienen y aun tenido, ha querido dar la nación española para que sea como una fuente de que mana la doctrina fe católica, para que, aunque ellos desfallezcan, siempre tengan presentes ministros nuevos y de nación española para tornarlos a los principios de la fe. Hay otra cosa, la cual ha parecido en parte por experiencia y en parte por profecía, y es el acabamiento de esta nación. Y lo que parece por experiencia es que desde las Canarias hasta acá, todas las naciones naturales, y aquí en esta tierra vemos por experiencia, que ansí va verificándose. Y también esto ha parecido por profecía de un sancto varón dominico. Cuando los españoles llegaron a esta tierra estava llena de gente innumerable, y cuando por vía de guerra echaron de esta ciudad de México los indios a los españoles y se fueron a Tlaxcalla, diolos una gran pestilencia de viruelas que murieron indios sin cuenta, y después en la guerra y en los trabajos con que fueron afligidos después de la guerra murieron gran cantidad de gente en las minas, y haziéndolos esclavos, llevándolos captivos fuera de su tierra, y fatigándolos con grandes trabajos en edificios y en minas. Y después que estas vejaciones se remediaron con haver reclamado los religiosos al emperador Carlo Quinto, en año de mil y quinientos y cuarenta y cinco vino una gran pestilencia en que murieron en esta Nueva España más de la mitad de gente, donde toda la tierra quedó muy menguada de gente, muy grandes pueblos quedaron despoblados, los cuales nunca se tornaron a poblar. Treinta años después de esta pestilencia socedió la pestilencia que agora actualmente reina, donde ha muerto gran cantidad de gente y se han despoblados muchos pueblos, y el negocio va muy adelante. Si tres o cuatro meses dura como agora va, no quedará nadie. Y la prophecía de que atrás hize mención dize que ante de sesenta años después que fueron conquistados no ha de quedar hombre de ellos. Párrapho segundo: de cómo se siembra y cultiva el maíz Y aunque esta prophecía yo no la doy crédito, pero las cosas que suceden y han sucedido parece que van endereçadas a hazerla verdadera. No es de creer, empero, que esta gente se acabe tan en breve tiempo como la prophecía dize, porque si así fuese la tierra quedaría yerma, porque hay pocos españoles en ella, y aun ellos se vendrían a acabar, y la tierra se hinchería de bestias fieras y de árboles silvestres, de manera que no se podría habitar. Lo que más se me asienta en este negocio es que con brevedad esta pestilencia presente cesará y que todavía quedará mucha gente hasta que los españoles se vayan más multiplicando y poblando, de manera que faltando la una generación quede poblada esta tierra de la otra generación, que es la española. Y aun tengo para mí que siempre habrá cantidad de indios en estas tierras. Párrapho tercero: de los frixoles Párrapho cuarto: de la chían Párrapho quinto: de los cenizos que comen estos naturales Párrapho sexto: de las calabaças que comen estos naturales
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Capítulo 14 De cómo Motecuçoma mandó cerrar los caminos porque los españoles no llegasen a México Haviendo oído Motecuçoma todas estas cosa, y viendo que venían los españoles derechos a México, mandó cerrar los caminos por donde havían de venir; mandó plantar magueyes en los caminos, y mandó que los llevasen hazia Tetzcucu. Los españoles conocieron el cerramiento de los caminos y tornáronlos a abrir, y echaron por ahí los magueyes con que estavan cerrados. Dormieron en Amaquemecan, y otro día partieron de allí y llegaron a Cuitláoac. En el pueblo de Cuitláoac don Hernando Cortés embió a llamar todos los señores que están en Chinanpan: son Xochimilco, Mízquic y todos los pueblos de la Chinanpan. Allí los habló, diziéndolos la razón de su venida. Esta plática oyeron los de Tlalmanalco en Amaquemecan. Y rescibieron de paz a don Hernando Cortés. Según dizen, allí los habló; y también todos se mostraron de paz estos pueblo de la Chinanpan. De allí se partieron para Itztapalapan, pueblo que dista de México dos leguas. Llegados allí, don Hernando Cortés hizo juntar a los principales que se llaman nauhtetecuhtin, que son los de Itztapalapan, Mexicatzinco, Coloacan, Uitzilupuchco. Allí los habló de la manera que a los otros. Ellos se mostraron de paz, y hablaron como amigos. Motecuçoma en todo esto ninguna cosa de guerra proveyó, ni mandó que los hiziesen enojo ninguno, mas antes proveyó que fuesen proveídos de todo lo necesario hasta que llegasen a México. Estando los españoles en Itztapalapan, ninguno de los mexicanos fue a verlos ni osavan salir de sus casas ni andar por los caminos. Todos estavan amedrentados de lo que havían oído que los españoles havían hecho por el camino todo. Estavan esperando la muerte, y de esto hablavan entre sí, diziendo: "¿Qué havemos de hazer? Vaya por donde fuere, ya es venido el tiempo en que hemos de ser destruidos. Esperemos aquí la muerte."
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Capítulo 14 Trata en este capítulo los de Cuyuacan <en>bían mensajeros a Culhuacan, Cuitlahuac, Xochimilco, Chalco, Tezcuco a que hagan gente de guerra contra mexicanos Con esta rresoluçión de <en>biar mensajeros a todos los pueblos comarcanos de Culhuacan, Xuchimilco, Cuitlahuac, Chalco y tezcucanos para que <en>tendido los mexicanos benedizos se entraron <en> sus tierras de los tepanecas y señoreáronla forçiblemente y la tienem poblada y se ban cada día <en>sanchando y creçiendo y, sobre todo, aber tomado por fuerça de armas el pueblo de Azcapuçalco, e los tienen y tratan como esclauos y basallos, y tomádoles sus tierras y rrepartídolas <en>tre todos ellos. Fue el mensajero Çacangatl teuctli y Tepanecatl teuctli, los quales, con esta <en>baxada oyda y <en>tendida, el señor de Culhuacan Xilomantzin rrespondió: "Somos nosotros contentos de ello, porque con ese propio rreçelo estamos. Yd con esta mesma <en>baxada a Suchimilco y mirá lo que rresponde". Y llegados a Suchimilco, explicaron su <en>baxada al rrey Tepanquizqui. Rrespondió <que> le plazía a él y a todos sus basallos, y <que> se biniesen y juntasen todos en Chalco en casa del rrey Cacamatl. Con esta rresoluçión boluieron a Cuyuacan a Maxtlaton y de allí se boluieron y fueron a Cuitlahuac, al rrey Tzompanteuctli. Explicado su <en>baxada, dixo: "¿Qué determinan los prençipales de Cuyuacan y Suchimilco?" Dixeron: "Todos están conformes y hecho conçierto se han de beer y hablar juntos en Chalco para traça y orden, en la casa del señor de Chalco, Cacamatzin teuctli. E dixo <que> fuese norabuena, que apremiasen a ello al señor de Mizquic, Quetzaltototzin. Llegados a él, cuéntanle el rrueco de los tepanecas y los que están preuenidos para la destruiçión de los mexicanos, abiéndole asimismo propuesto la breuedad con que abían destruido y abasallado a los de Azcapuçalco y tomado forçiblemente sus tierras y rrepartido <en>tre ellos. Rrespondió Quetzaltototzin: "Lo propio digo, <que> tanbién deçiendo de toltecas sotiles y ardides; que también digo que primero beré u<uest>ras fuerças y sotilezas antes que yo. Y agora digo que no estoy en ello, ni tampoco quiero ni es mi boluntad. Y bolueos con esta rresoluçión a los tepanecas cuyuaques, que muy bien estoy solo y quieto sin ofender a quien no me a hecho ni haze agrabio. Con esta rrespuesta bolueos luego a ellos y no boluáis más acá". Bueluen otra bez a Culhuacan los mensajeros y tornan a ynterponer su <en>baxada, siendo ya otro señor y otro gouernador Neçahualcoyotl, 15r ansí llamado. E ydo la enbaxada, dixo: "Oydme bos, Çacangatl. Mensajero soys y sois <en>biado de los tepanecas de Cuyuacan. Abéis de sauer que los mexicanos tanbién son <en>biados y traídos allí por su dios, abusión, Huitzilopochtli, el qual es rrezio y poderoso. Mirá bosotros agora lo que pretendéis hazer y la junta <que> hazéis, y mira como os susçederá, por<que> os desengaño, como astuto <en> las artes de la mágica e yngromançia, <que> beo lo contrario contra bosotros. Por eso, yd y dezildes a los señores de Cuyuacan que yo me estoy muy bien quedo <en> mi tierra, gente y basallos; que pues tan de propósito estáis todos de hazer junta en Chalco con el señor de ellos, Cacamatl teuctli, <que> hagan lo que quisieren. Si pudieren destruir a los mexicanos, no tengan ellos quexa de mí ni de nadie, pues de su boluntad quieren hazer lo que quieren". Y esto dixo y se boluieron. Y los mexicanos no sabían cosa nenguna de lo que contra ellos se trataua. Y estubieron los de Culhuacan y su rrey como abisados, porque este Neçahualcoyotl era grande yngromántico y sabía lo que adelante sería. Los mensajeros fueron su biaxe a Chalco en casa de Cacamatl teuctli y, explicádoles la <en>baxada de los de Cuyuacan y por su rrey Maxtlaton e como <en> su pueblo y casa se abía de hazer el conçierto para esta guerra contra los mexicanos e que para ello estubiesen aperçebidos, abiendo dicho su oraçion con muchos rruegos y la boluntad determinada de los señores y pueblos que de ello son contentos, rrespondieron los chalcas: "Sea norabuena. Quiero dar abiso a todos los chalcas de esto. Descansá un poco mientras lo tratamos acá nosotros". Esto dixo el un señor de ellos llamado Cuateutl, q<ue> era de la parte de Çihuatecpan, y otro señor era llamado Tonteoçiuhteuctli, señor de la parte de Amaquemecan. Abiendo oydo esto los chalcas, dixeron a los mensajeros: "Sea norabuena u<est>ra enbaxada. A nosotros nos plaze de esa destruiçión de los maluados mexicanos tiranos. Aquí les aguardamos, señores Çacangatl teuctli, aquí les aguardamos. Bolueos con esto". Llegados los mensajeros a Cuyuacan, explican la <en>baxada <que> traían a Maxtlaton y a todos los tepanecas cuyuaques: "Y en dos partes y pueblos no quisieron oyrnos n<uest>ras <en>baxadas u<uest>ras, <que> son Mizquic y Aculhuacam, y los que más de propósito están son los chalcas". Dixo Maxtlaton: "Sea norabuena, padres míos. Yd y descansá del cansançio y trabaxo y aperçebíos todos para cuando bamos a Chalco". Dende a diez días se fueron jumtando de camino todos los señores, prebenidos a la guerra y destruiçión de los mexicanos. Llegados a Chalco se fueron aposentar en casa del señor Cacamatl teuctli, que ya allí estauan el otro señor Cuateotl y Tonteoçiuhteuctli aguardando a los contenidos señores comarcanos. Después de se aber los unos a los otros saludado con las cortesías y palabras antiguas, propusieron luego los dos prençipales chalcas, dixeron: "¿Qué es lo que queréis bosotros todos <que> hagamos?" Y explicado muy paçífica y rretórica 15v mente su pretençión y bolumtad de destruir a los mexicanos rresolutamente, que de ellos nenguna memoria quedase, y librar de suxeçión y cautiberio a los naturales de Azcapuçalco, pues eran todos unos y hermanos. Abiendo oydo <en>teramente toda la plática ynterpuesta, los prençipales tepanecas y los demás, dixeron los chalcas rreyes Cam?tl, Cuateyollo, por todos los demás chalcas: "¿Qué queréis proponer, señores, hazer? ¿Por bentura abéis bien bisto lo que pretendéis hazer? ¿Queréis poner a rriesgo y serbidumbre y de muertes a tanta multitud de gentes miserables, u<uest>ros basallos, <que> sin culpa alguna an de morir y ser esclauos de los mexicanos balerosos? ¿Nos dan lástima los biexos, biexas, mugeres, niños, niñas de tierna hedad? Dezimos que el que eso pretende <que> sea solo y por sí su culpa y rriezgo, y no se quexen de los otros ni de nosotros tanpoco. ¿Quál de bosotros se a abasallar por esta ocasión a los mexicanos y dalles cargos y trauajos como tales basallos y aun esclauos? Séalo el que quisiere, que, rresolutamente, nosotros no queremos lo tal proçeda, ser cautibos de nadie, en espeçial mexicanos balerosos y su dios, el mayor y más fuerte de los dioses. Esto dezimos los chalcas todos: no queremos hazerlo". Bisto esto, los naturales y señores de Culhuacan lo propio propusieron, no querer consentir en ello y, por lo consiguiente, los de Suchimilco, y lo propio tornaron a dezir los de Cuitlhuac; ya todos estos pueblo dixeron a los de Cuyuacan no querer yr contra los mexicanos ni ayudar a los tepanecas, comienço de querer abasallar a los mexicanos balerosos por fuerça.
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Capítulo 14 De la manera de las casas reales Párrapho primero: de la audiencia de las causas criminales El palacio de los señores o casas reales tenía muchas salas. La primera se llamava tlacxitlan; quiere dezir "sala de la judicatura", donde residían el rey y los señores cónsules o oidores y principales nobles, oyendo las cosas criminales, como pleitos y peticiones de la gente popular. Y allí juzgavan o sentenciavan a los criminosos a pena de muerte, ahorcar o apedrear, o achocarlos con palos, de manera que los señores usavan a dar muchas maneras de muerte por justicia. Y también allí juzgavan a los principales nobles o cónsules cuando caían en algún crimen. Condenávanlos a muerte o a destierro, o a ser trasquilados, o le hazían macegual, o le desterravan perpetuamente del palacio, o echávanlos presos en unas jaulas rezias y grandes. También allí los señores libertavan a los esclavos injustamente hechos. En tiempo de Motecuçuma huvo muy gran hambre por espacio de dos años, por lo cual los principales vendieron muchos, ansí sus hijos como hijas, por no tener qué comer. Y oyendo Motecuçuma que los señores vendieron sus hijos y hijas por la hambre, huvo gran misericordia, y mandó a sus vasallos que juntassen todos los esclavos hidalgos que se havían comprado. Y luego el señor mandó dar a sus dueños a cada uno una paga o sus dones, como mantas de cuatro piernas, y delgadas, y cuachtles; son como de Campech. Y también les dieron maíz por los que havían comprado los principales. Y fue la paga doblado del precio que havían dado. Y en este lugar donde llamavan tlacxitlan los jueces no diferían los pleitos de la gente popular, sino procuravan de determinarlos presto, ni recibían cohechos, ni favorecían al culpado, sino hazían la justicia derechamente. Párrapho segundo: audiencia de las causas civiles Otra sala del palacio se llamava teccalli o teccalco. En este lugar residían los senadores y los ancianos a oír pleitos y peticiones que les ofrecían la gente popular. Y los juezes procuravan de hazer su oficio con mucha prudencia y sagacidad, y presto los despachavan, porque primeramente demandavan la pintura en que estavan escritas o pintadas las causas como hazienda, o casas, o maizales, y después, cuando ya se quería acabar el pleito, buscavan los senadores los testigos para que se afirmassen en lo que havían visto o oído; con esto se acabavan los pleitos. Y si oía el señor que los juezes o senadores que tenían de juzgar dilatavan mucho sin razón los pleitos de las gentes populares que pudieran acabar presto, los dilatavan por muchos días por amor de los cohechos o paga, o por amor de los parentescos, luego el señor mandava que les echassen presos en unas jaulas grandes hasta que fuessen sentenciados a muerte. Y por esto los senadores o juezes estavan muy recatados o avisados en su oficio. En el tiempo de Motecuçuma echaron presos muchos senadores o juezes en unas jaulas grandes, a cada uno por sí, y depués fueron sentenciados a muerte, porque dieron relación a Motecuçuma que estos juezes no hazían justicia derecha o justa, sino injustamente la hazían, y por esso fueron muertos. Y eran estos que luego se nombran: el primero se llamava Mixcoatlailótlac; el segundo, Teicnotlamachtli; el tercero, Tlacuchcálcatl; el cuarto, Iztlacamixcoatlailótlac; el quinto, Umaca; el sexto, Tócual; el séptimo, Uitctlolinqui. Estos eran todos del Tlatelulco. Párrapho tercero: audiencia para la gente noble Otra sala del palacio se llamaba tecpilcalli. En este lugar se juntavan los soldados nobles y hombres de guerra. Y si el señor sabía que alguno de ellos havía hecho algún delicto criminal, de adulterio, aunque fuesse más noble o principal, luego le sentenciava a muerte; matávanle a pedradas. En el tiempo de Motecuçuma fue sentenciado un gran principal que se llamava Uitznáoatl Ecamaláotl, el cual havía cometido adulterio, y le mataron a pedradas delante de toda la gente. Párrapho cuarto: consejo de la guerra Otra sala del palacio se llamava tequioacacalli, o por otro nombre cuauhcalli. En este lugar se juntavan los capitanes que se nombravan tlatlacochcálca y tlatlacatécca para el consejo de la guerra. Havía también otra sala del palacio que se llamava achcauhcalli. En este lugar se juntavan y residían los achcacauhti que tenían cargo de matar a los que condenava el señor, los cuales se llamavan cuauhnochtli y atempanécatl y tezcacoácatl; y si no cumplían lo que les mandava el señor, luego les condenava a muerte. Havía otra sala del palacio, que se llamaha cuicacalli. En este lugar se juntavan los maestros de los mancebos, que se llamavan tiachcaoan y telpuchtlatoque, para aguardar lo que les havía de mandar el señor para hazer algunas obras públicas. Y cada día, a la puesta del sol, tenían por costumbre de ir desnudos a la dicha sala del cuicacalli para cantar y bailar, solamente llevavan cada uno una manta hecha a manera de red, y en la cabeça atavan unos penachos de plumajes con unos cordones hechos de hilo de algodón colorado, que se llamava tochácatl, con que atavan los cabellos; y en los agujeros de las orejas ponían unas turquesas, y en los agujeros de la barba traían unos barbotes de caracoles mariscos blancos. Y ansí que todos los mancebos que se criavan en las casas de telpuchcalli ivan a bailar cada noche, y cesavan como a las onze. Y luego los sacerdotes y ministros de los ídolos començavan a tañer a maitines con unos caracoles mariscos grandes, por razón que era hora de salir a hazer penitencia, según de costumbre. De esta manera, en cesando de bailar, todos los mancebos luego ivan a dormir en las casas de telpuchcalli, y nadie se iva a dormir a su casa. Y todos dormían desnudos, sino con aquellas mantillas con que bailavan se cubrían, cada uno por sí. Y ansí, en dormiendo un poco, luego se levantavan para ir al palacio del señor. Y si el señor sabía que algunos de ellos havían echado algunas derramas de tributo o de comida o bevida que comiessen los maestros de los mancebos, luego el señor los mandava prender y echarlos en la cárcel de las jaulas grandes, cada uno por sí. O si sabia el señor que alguno de ellos se havía emborrachado o amancebado, o havía hecho adulterio, mandávale prender y sentencíavale a muerte, o le davan garrote, o le matavan a pedradas, o a palos delante de toda la gente, para que tomassen miedo de no atreverse a hazer cosa semejante. Párrapho quinto: de las troxes o alhóndigas Otra sala del palacio de llamava petlacalco. En este lugar posava un mayordomo del señor que tenía cargo y cuenta de todas las troxes de los mantenimientos de maíz que se guardavan para proveimiento de la ciudad y república, que cabían a cada uno dos mil fanegas de maíz, en las cuales havía maíz de veinte años, sin dañarse. También havía otras troxes en que se guardava mucha cantidad de frixoles. Havía también otras troxes en que se guardavan todos los géneros de bledos y semillas que se llaman chía y oauhtli y chiantzótzol. Havía otras troxes en que se guardava la sal gruessa por moler, que la traían por tributo de tierra caliente. También havía otras troxes en que se guardavan fardos de chile y pepitas de calabaças de dos géneros, unas medianas y otras mayores que se llaman cuauhayooachtli. En estas alhóndigas estava también la cárcel de aquellos que hazían algunos delictos por los cuales no merecían muerte. Párrapho 6: de la casa de los mayordomos Otra sala se llamava calpixcalli, o por otro nombre texancalli. En este lugar se juntavan todos los mayordomos del señor, trayendo cada uno la cuenta de los tributos que tenía a su cargo, para dar cuenta y razón de ellos al señor cuando se lo pidiese; y ansí cada día tenía cada uno aparejado el tributo que era a su cargo. Y si el señor sabía y tenía averiguado de alguno de los mayordomos que havía tomado y aplicado para sí alguna parte del tributo, o si no alcançava la cuenta de todo el tributo que era a su cargo, luego mandava el señor prenderle y echarle en una jaula hecha de viguetas gruessas. Y también mandava y proveía el señor que todas las mugeres amancebadas con el tal mayordomo, y hijos o hijas o deudos, les echassen fuera de su casa y les desposeyessen de la casa, con toda la hazienda que antes tenía el mayordomo delincuente. Y ansí la casa, con toda la hazienda, se aplicava al señor, y luego mandava cerrarla, y condenávale a muerte. Havía otra sala que se llamava coacalli. En este lugar se aposentavan todos los señores forasteros que eran amigos o enemigos del señor, los cuales venían por combidados, y dávales muchas joyas ricas, como mantas labradas y maxtles muy curiosos, y unos barbotes de oro que usavan poner en los agujeros de la barba, y las orejeras de oro que ponían en las orejas agujeradas, y otros barbotes de piedras preciosas, de chalchihuites, engastonados en oro, y unas cuentas de chalchihuites y otras cuentas de las mesmas piedras para las muñecas, que usavan traerlas. Lo que dize de los enemigos era que con salvoconducto venían a ver la magestad del señor de México y los edificios del templo y la cultura de los dioses, y el servicio y policía que el rey o señor de México tenía en su república. Párrapho 7: de la sala de los cantores y de los atavíos del areito Havía otra sala que se llamava mixcoacalli. En este lugar se juntavan todos los cantores de México y Tlatelulco, aguardando a lo que les mandasse el señor, si quisiesse bailar o probar o oír algunos cantares de nuevo compuestos. Y tenían a la mano aparejado todos los atavíos del areito, atambor y tamboril, con sus instrumentos para tañer el atambor, y unas sonajas que se llaman ayacachtli y tetzilácatl y omichicaoaztli y flautas, con todos los maestros tañedores y cantores y bailadores, y los atavíos del areito para cualquier cantar. Si mandava el señor que cantassen los cantares de uexotzincáyutl o anaoacáyutl, ansí los cantavan y bailavan con los atavíos del areito de uexotzincáyotl o anaoacáyutl. Y si el señor mandava a los maestros cantores que cantassen y bailassen el cantar que se llama cuextecáyutl, tomavan los atavíos del areito conforme al cantar, y se componían con cabelleras y máxcaras pintadas, con narizes agujeradas y cabellos bermejos, y traían la cabeça ancha y larga, como lo usan los cuextecas. Y traían las mantas texidas a manera de red, de manera que los cantores tenían muchas y diversas maneras de atavíos de cualquiera areito para los cantares y bailes. Párrapho 8: de la casa de los captivos Otra sala se llamava malcalli. En este lugar los mayordomos guardavan los cativos que se tomavan en la guerra, y tenían gran cargo y cuenta de ellos, y dávanles la comida y bevida y todo lo que se les pedían a los mayordomos. Otra sala se llamava totocalli, donde estavan unos mayordomos que guardavan todo género de aves, como águilas y otros paxarotes, que se llaman tlauhquéchol y çacuan y papagayos y alome y coxoliti. Y también en este lugar se juntavan todos los oficiales, como plateros o herreros y oficiales de plumajes y pintores y lapidarios que labran chalchihuites y entalladores. Y también en este lugar residían unos mayordomos que tenían cargo de guardar tigres y leones, y onças y gatos cervales.
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Capítulo 14 De las condiciones y oficios de las mugeres baxas La muger popular de buenas fuerças es trabajadora y de media edad, rezia, fornida, diligente, animosa e varonil e sufrida. La que de está jaez es, es buena, vive bien y castamente, y ninguna cosa reprensible obra, sino que, cuanto haze es de buena y honrada muger, y bien dispuesta, y por esto es estimada corno una piedra preciosa. Y la que de éstas es mala, es mal mirada y mal criada, atrevida y atontada, precipitada en sus cosas, y mal considerada, que no mira bien lo que haze. La muger honrada es cabal y cuerda. La tal, si es buena, es constante y firme, y que no buelve atrás en sus obras, y tal que con Animo de varón sufre cualquier mal que le viene, y aun haze fuerça a sí mesma por no ser vencida de algún infortunio, sino que todo lo que se ofrece adverso lo sufre con grande y mucha paciencia. La que de éstas no es tal, es flaca y vil muger, que haze caer las alas a los otros, ni da ánimo, ni esperan de alguna cosa, muy descontenta, que fácilmente se cansa por nonada, mala en todo e de mala fama y vida. La texedora de labores tiene por oficio texer mantas labradas o galanas y pintadas. La que es buena de este oficio, es entendida y diestra en su oficio, y ansí sabe matizar los colores y ordenar las vandas en las mantas; al fin, házelas galanas y labradas de diversas colores. También tiene por oficio saber hazer orillas de mantas, saber hazer la labor del pecho del huipil, y hazer mantas de tela rala, como es la toca; y por el contrario, hazer las gruesas de hilo gordaço o grueso, a manera de cotonia de Castilla. La que es mala, es incapaz de este oficio, torpe y haze mala labor, y echa a perder cualquier tela. La hilandera tiene por oficio hazer lo siguiente, conviene a saber: saber escarmenar y sacudir bien lo escarmenado. La que es buena hilandera sabe hilar delgado, parejo e igual, y ansí tiene buena mano, y es diestra en el hilar. También sabe hazer buena maçorca en el huso y devanar o hazer ovillo, y saber concertar el hilo que está en la devanadera para la ordiembre, y saber triplicar los hilos, e saber hilar hilo grueso y floxo. La que no es tal haze tramoxas, y es floxa y perezosa; no ve la hora para dexar lo que haze. La costurera sabe coser y labrar y echar buena labor en todo lo que labra. La que es buena costurera es buena oficiala de su oficio, y echa labores tragando bien primero lo que ha de hazer. La que no es tal, echa puntos largos y manosea lo que cose; haze mala labor en todo, y burla y engaña a los dueños de la obra que se le encomienda. La muger que sabe bien guisar tiene por oficio entender en las cosas siguientes, conviene a saber: hazer bien de corner, hazer tortillas. amasar bien, saber echar la levadura, para todo lo cual es diligente y trabajadora. Y sabe hazer tortillas llanas y redondas y bien hechas, y por el contrario hfizelas prolongadas, o házelas delgadas, o házelas con pliegues, o házelas enrolladas con axí, y saber echar masa de frixoles cozidos en la masa de los tamales, y hazer tamales de carne, como empanadillas, y hazer bollos redondos de masa, y saber hazer tortas anchas, saber guisar de comer y hazer potage del çumo de pepitas. La que es buena en este oficio sabe probar los guisados si están buenos o no, y es diestra y esperimentada de todo el género de los guisados; entendida y limpia en su oficio, y haze lindos y sabrosos guisados. U que no es tal, no se le entiende bien el oficio; es penosa y molesta, porque guisa mal, suzia y puerca, comilona, gulosa, y las tortillas cuézelas mal, y los guisados de su mano están ahumados o salados, o azedos a las vezes, y tal que en todo es grosera y tosca. La médica es buena conocedora de las propriedades de yervas, raízes, árboles, piedras, y en conocellas tiene muchas esperiencia, no ignorando muchos secretos de la medicina. La que es buena médica sabe bien curar a los enfermos y por el beneficio que les haze casi buélvelos de muerte a vida, haziéndoles mejorar o convalecer con las curas que haze. Sabe sangrar, dar la purga e echar melezina, y untar el cuerpo, ablandar palpando lo que parece duro en alguna parte del cuerpo, y frotarlo con la mano; concertar los huesos; jasar y curar bien las llagas y la gota y el mal de los ojos, y cortar la carnaza de ellos. La que es mala médica usa de la hechizería; supersticiosa en su oficio y tiene pacto con el demonio, e sabe dar bevedizos con que mata a los hombres. E por no saber bien las curas, en lugar de sanar enferma y empeora, y aun pone en peligro de la vida a los enfermos, y al cabo los mata. Y ansí engaña a las gentes con su hechizeria, soplando a los enfermos, atando y desatando sutilmente a los cordeles, mirando en el agua, echando los granos gordos del maíz que suele usar en su superstición, diziendo que por ello entiende y conoce las enfermedades. E para mostrar bien su superstición da a entender que de los dientes saca gusanos, y de las otras partes del cuerpo papel, pedernal, navaja de la tierra. Sacando todo lo, cual, dize que sana a los enfermos, siendo ello falsedad y superstición notoria.
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Capítulo 15 De cómo los españoles partieron de Itztapalapan para entrar en México Partieron los españoles de Itztapalapan, todos adereçados a punto de guerra, y en su ordenança, por escuadrones. Fueron algunos de a cavallo, delante a descubrir si havía alguna celada; llevavan también los lebreles delante. Iva en la retaguardia don Hernando Cortés con otros muchos españoles, todos armados y en su ordenança. Tras ellos iva el bagaxe y la artillería en sus carretones. Ivan muchos indios de guerra con todas sus armas, muchos tlaxcaltecas y uexotzincas. De esta, manera ordenados entraron en México. En todo, lo restante de este capítulo no se dize otra cosa, sino la orden que llevavan los españoles y los indios amigos cuando entraron en México.
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Capítulo 15 Resultos los tepanecas cuyuaques de aber sido ellos comienço de enoxar a los mexicanos, determinan solos hazer guerra contra Mexico Llegados que llegaron los naturales y señores de tepaneca, Cuyuacan, a su pueblo, hazen xunta los mayorales, presentes Maxtatlon y Cuecuex, caudillos, dixeron: "Señores y hermanos n<uest>ros que aquí estamos, todo lo que a pasado y el comienço de este agrabio a los mexicanos y a sus mugeres y hijas emos sido nosotros. A nosotros nos conbiene començar guerra contra ellos por no acouardar n<uest>ro pueblo y rrepública. Començaos todos a armar y començémosles nosotros, pues lo començamos". Y los mexicanos muy contentos de hazer ahumadas con lo que asauan y tostauan en comales del pescado y el yzcahuitli, <que> les daua a los de Cuyuacan el olor en las narizes del buen olor, y esto de cada día, que holgaran ellos comello. Y a de poco a poco los biexos, biexas, moças, niños, niñas, por ellos començaron a adoleçer y a hinchárseles los párpados de los ojos, y començauan con esto los niños, niñas a morir, tras ellos los biexos y biexas, y a los moços, moças darles con esto cámaras de sangre sin tener rremedio de cura alguna para ello: del deseo y sabor <que> les yba por las narizes començaron todos con ello a adolesçer. Bisto esto, Maxtlaton llamó a consexo con los grandes del pueblo, díxoles: "Ya, señores, <en>tendéis y abéis bisto la mortandad y pestilençia que 16r a benido por todo por todo n<uest>ro pueblo y de cada día se ban muriendo y adoleçiendo con el olor de la suabidad que biene de Mexico del pescado fresco que asan <en> barbacoas, comales, y mucho más del yzcahuitle que come los mexicanos, tan suaue como bosotros lo oléis. Y lo que os paresçe de esto a bosotros; porque de mi parte y mi yntento, si a bosotros os paresçe, que los embiemos a conbidar con paz a comer aquí en nuestro pueblo a los prençipales y señores de Mexico Tenuchtitlan, casi a todos los señores y mayores; y, estando aquí, los mataremos a los prençipales y mayorales". A esto rrespondió Cuecuex, prençipal y señor: "No se a de hazer de esa manera, sino que, conbidados y rregalados, se bayan a sus casas y allí, acorralados, los mataremos a todos". Dixo Maxtlaton: "Sea mucho de norabuena de esa manera". Desde a pocos días binieron los tepanecas <en>biados por su rrey y señores a conbidar a los mexicanos. Dixo el mensajero a Ytzcoatl: "Estéis, señor, en u<uest>ro trono y magestad con alegría y descanso. U<uest>ro basallo y criados los señores mexicanos os <en>bían a saludar y, pues estáis çerca, os rruegan y suplicam les hagáis merçed de yros a holgar a u<uest>ro pueblo y casa en Cuyuacan cada que quisiéredes, que allí os aguardan. Y a esto es lo que yo fui enbiado". Rrespondió Ytzcoatl: "Seáis bien benido, mensajero tepaneca. De buestra embaxada se lo agradeçemos a Maxtlaton y a todos los tepanecas, que a mí y a estos prençipales nos plaze conçeder su conbite, que les agradesçemos su buena boluntad, que <en> la propia obligaçión estamos". En esto llamó el rrey Ytzcoatl a Atenpanecatl Tlacaeleltze: "¿Para qué fin nos <en>bían a llamar estos de Cuyuacan y su rrey Maxtlaton? ¿Qué es lo que estos pueden pretender hazer, que me paresçe que no baca de misterio?" <Rr>espondió Tlacaeleltze, díxo1e a Ytzcoatl: "Siendo bos como soys rrey, ¿a qué abéis bos de yr allá? Estaos <en> buestra casa y çiudad, porquel asiento de el rrey no a de ser mudado, sino siempre permanesçido en quietud y sosiego el trono de la magestad mexicana tenuchca. Y pues dixistes que abíades de yr, nosotros yremos y beeremos lo que es y lo que quieren". Rrespondió Ytzcoatl y con esto fueron los prençipales mexicanos a Cuyuacan. Llegados, danle los mexicanos a Maxtlaton las graçias de su buena boluntad de acordarse de sus amigos y basallos, a<n>te Maxtlaton y Cuecuex y a todos los demás tepanecas que allí estauan, y luego los mexicanos les dieron los presentes <que> traían de todo género de pescado, rranas y de toda calidad de patos y caça de bolantería, y todo género de yzcahuitle, tecuitlatl, axaxayacatl, cocolin, todo lo qual rresçibió Maxtlaton de buena boluntad, y todos los prençipales. Y luego salieron los cantores de Maxtlaton con el teponaztli y tlalpanhuehuetl. Començaron el areito y mitote y cantos a la usança de tepanecas, distinto de los mexicanos. Luego, tras de esto, salió Cuecuex y Çacangatl teuctli y Tepanecatl e truxeron cargas de leña y coas y hueipiles de nequén (ychhuipilli), e dixéronles: "Señores mexicanos, esto os da y ofresçe el rrey Maxtlaton, pues 16v bosotros sabéis, señores, otra cosa no tenemos que daros. N<uest>ra buena bolumtad agradeçé". E asimismo dixeron los de Cuyuacan: "Tanbién nos dixo el Maxtlaton que luego os pusiésemos estas naguas y hueipiles de nequén". Y los mexicanos con esto nenguno rrespondió, biendo era afrenta aquella, e dixeron: "No sea así, tepanecas. La merçed rresçibimos, allá lo pondremos, <que> la merçed es rresçibida de qualquier cosa que sea, pues se nos dio". Porfiando los tepanecas a ponerles los traxes, començaron primero en Tlacaeleltzin y luego todos por su orden hasta acabar a todos los prençipales, que nenguno quedó, <que> fueron nonbrados Motecçuma y Tlacahuepan y Cahual teuctli, Huehueçacan, Aztacoatl y Epcoatl y Tzonpan, Tlatolçaca, Cuauhtzitzimitl, Çitlalcoatl, Xiconoc, Yxcuetlantoc y Tlahueloc, Axicye, Cuacuauhtzin, con todos los demás mançebos, sus hermanos de ellos, que nenguno quedó; fueron todos bestidos con rropas mugeriles de nequén, y Cuecuex y Maxtlaton los bieron bestidos dea aquella manera rresçibiendo dello grande contentamiento dello.
contexto
Capítulo 16 De cómo Motecuçoma salió de paz a rescebir a los españoles a donde llaman Xoluco, que es el acequia que está cabe las casas de Albarado o un poco más acá, que llaman ellos Uitzillan En llegando los españoles a aquel río que está cabe las casas de Albarado, que se llama Xoluco, luego Motecuçoma se aparejó para irlos a recebir con muchos señores y principales y nobles, para recebir de paz y con honra a don Hernando Cortés y a los otros capitanes. Tomaron muchas flores hermosas y olorosas, hechas en sartales y en guirnaldas y compuestas para las manos, y pusiéronlas en platos muy pintados y muy grandes, hechos de calabaças. Y también llevaron collares de oro y de piedras. Llegando Motecuçoma a los españoles al lugar que llaman Uitzillan, que es cabe el hospital de la Concepción, luego allí el mismo Motecuçoma puso un collar de oro y de piedras al capitán don Hernando Cortés y dio flores y guirnaldas a todos los demás capitanes, haviendo dado el mismo Motecuçoma este presente como ellos lo usavan hazer. Luego don Hernando Cortés preguntó al mismo Motecuçoma, y Motecuçoma respondió "Yo soy Motecuçoma." Y entonce humillóse delante del capitán, haziéndole gran reverencia, y enhiestóse luego de cara a cara, del capitán cerca de él, y començóle a hablar de esta manera: "¡Oh, señor nuestro! Seáis muy bien venido. Havéis llegado a vuestra tierra, a vuestro pueblo y a vuestra casa, México. Havéis venido a sentaros en vuestro, trono y vuestra silla, cual yo en vuestro nombre he poseído algunos días. Otros señores --ya son muertos-- le tuvieron ante que yo. El uno que se llamava Itzcóatl, y el otro Motecuçoma el Viejo, y el otro Axayácatl, y el otro Tiçócic, y el otro Auítzutl. Yo, el postrero de todos, he venido a tener cargo y regir este vuestro pueblo de México. Todos hemos traído a cuestas a vuestra república y a vuestros basallos. Los defuntos ya no pueden ver ni saber lo que pasa agora. Pluguiera a aquél por quien vivimos que alguno de ellos fuera vivo y en su presencia aconteciera lo que acontece, en la mía. Ellos están absentes. Señor nuestro, ni estoy dormido ni soñando; con mis ojos veo vuestra cara y vuestra persona. Días ha que yo esperava esto; días ha que mi coraçón estava mirando a aquellas partes donde havéis venido. Havéis salido de entre las nubes y de entre las nieblas, lugar a todos ascondido. Esto es por cierto lo que nos dexaron dicho los reyes que pasaron, que havíades de bolver a reinar en estos reinos y que havíades de asentaros en vuestro trono y a vuestra silla. Agora veo que es verdad lo que nos dexaron dicho. Seáis muy bien venido. Trabaxos habréis pasado, veniendo tan largos caminos. Descansad agora; aquí está vuestra casa y vuestros palacios. Tomaldos y descansad en ellos con todos vuestros capitanes y compañeros que han venido con vos." Acabó de dezir Motecuçoma su plática, y Marina declaróla a don Hernando Cortés. Como don Hernando Cortés huvo entendido lo que havía dicho Motecuçoma, dixo a Marina: "Decilde a Motecuçoma que se consuele y huelgue y no haya temor, que yo le quiero mucho y todos los que conmigo vienen. De nadie recibirá daño. Hemos recebido gran contento en verle y conocerle, lo cual hemos deseado muchos días ha; ya se ha cumplido nuestro deseo. Hemos venido a su casa, México. Despacio nos hablaremos." Luego don Hernando Cortés tomó por la mano a Motecuçoma, y se fueron ambos juntos a la par para las casas reales. Los señores que se hallaron presentes con Motecuçoma fueron los siguientes: el señor de Tetzcuco, que se llamava Cacamatzin; el segundo, el señor de Tlacupa, se llamava Tetlepanquetzatzin; el tercero, el que governava en el Tlatilulco, que se llamava Itzcuauhtzin; el cuarto, el mayordomo de Motecuçoma, que tenía puesto en el Tlatilulco, que se llamava Topentemoctzin. Estos fueron más principales, sin otros muchos menos principales mexicanos que allí se hallaron, el uno de los cuales se llamava Atlixcatzin Tlacatécatl, el otro se llamava Tepeoatzin Tlacochcálcatl, otro se llamava Quetzalaztatzin Ticociaoácatl, otro se llamava Totomochtzin Hecatempatiltzin, otro se llamava Cuappiatzin. Todos éstos cuando fue preso Motecuçoma le desampararon y se ascondieron.