Capítulo 19 De los que venden tortillas, tamales y pan de Castilla La que es oficial de hazer tortillas o las merca junto para vendellas, suele vender tortillas y tamales de cualquier manera, ora sean de pescado, ora de ranas y de otras cosas, uno de los cuales se cuezen debaxo de tierra y otros en ollas. Todos los cuales después de bien cozidos saben muy bien, que contentan mucho al paladar o al apetitu, por llevar dentro, allende de lo dicho, el axí molido, tomates, pepitas, sal, que dan mayor sabor siendo bien molidas y mezcladas unas con otras. Vende también los tamales del maíz bien cozido y lavado, y los tamales prolongados y delgados, y los que son colorados, y los que tienen dentro frixoles cozidos y molidos, o los granos de ellos embueltos con la masa, o empanados y salados, y los tamales largos y anchos, y los que son redondos, largos y puntiagudos, y los tamales que son muy blancos del maíz cozido y bien lavado, y los tamales pintados, blancos y colorados, y los que tienen dentro huevos. Vende también los tamales hechos de maçorquillas nuevas y de los granos de las maçorcas verdes, y los tamales hechos de los redruejos, y los que están mezclados con calabaça molida. El que es mal oficial en esto suele vender tamales mal hechos, suzios, desabridos y rebueltos con otras semillas, y los tamales que están pudridos, hediondos y ahilados, por ser ya de muchos días, secos y azedos; al fin, tales que no valen nada. El que vende solamente las tortillas, a las vezes vende las que son gordas, y otras vezes las que son delgadas, unas redondas y otras prolongadas, y otras enrolladas hechas redondas, y las que tienen dentro masa de frixoles cozidos o por cozer, fofas, y las que tienen dentro axí molido o carne, y las que son dobladas, y las que son untadas con axí y hechas pella entre las manos, y las que están arrolladas y untadas con chilmole, y las que son amarillas y también las blancas. Vende también tortas anchas y muy delgadas, y otras que son anchas y groseras, y las tortillas de huevos, y las de masa mezclada con miel, que son como guantes, y otras hechas de maíz mal molido y crudo, y panezillos de Tuloca, y tortillas cozidas debaxo del rescoldo, y tortillas hechas de semillas de bledos, y las hechas de calabaças molidas y de maíz verde y las de tunas, unas de éstas son cozidas y otras tostadas, unas frías y otras calientes. El que vende caçuelas hechas con chile y tomates, etc., suele mezclar lo siguiente: axí, pepitas, tomates y chiles verdes, y tomates grandes, y otras cosas que hazen los guisados muy sabrosos. Vende también por oficio vender asados, y carne asada debaxo de tierra, y chilmole de cualquier género que sea, y el mole de masa cozida o de masa de frixoles tostados o cozidos, y de los hongos y setas, y el mole de tomates gruesos o menudillos, y de las azederas y de los bledos, y de los pescados, y de las ciruelas o de otras cosas azedas, y de los aguacates mezclados con chile que quema mucho, llamado chilteppin. El que es panadero tiene estás propriedades, conviene a saber: que sabe bien cernir la harina y amasarla, y sobarla y hiñir los panes, y leudarlos, y hazer tortas, y meter en el horno y cozer muy bien el pan. Y el pan que vende es blanco, bien cozido, tostado, y a las vezes quemado o moreno, y por el contrario, mal cozido; y si está como deve estar es sabroso o suave y dulce, y si no, es avinagrado. El que vende trigo es labrador y tiene heredades, y vende trigo de todo género, blanco, amarillo, trechel, candeal, gordo y maciço y duro; y si no es labrador, cómpralo de los labradores para tornallo a vender. El que usa mal de este oficio suele vender trigo bien ruin, menudo, vano y pudrido, mohoso, que hiede a estiércol y que tiene neguilla, y helado; y el trigo que es blanco o amarillo o el trechel embuélvelo con el vano, mal sazonado, tocado del hielo y comido de corgojos. El que vende la harina de Castilla suele llevar el trigo al molino, y la harina que vende es bien molida y deshojada, muy blanca como la nieve. El que es mal tratante en esto, la harina que vende es mal molida o francolada, y para augmentalla suele mezclarla con el maíz molido, que parece también harina.
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Capítulo 20 De cómo los españoles hizieron gran matança en los indios estando haziendo la fiesta de Uitzilopuchtli en el patio del mismo Uitzilopuchtli Los españoles, al tiempo que les pareció convenible, salieron de donde estavan y tomaron todas las puertas del patio, porque no saliese nadie, y otros entraron con sus armas y començaron a matar a los que estavan en areito. Y a los que tañían los cortaron las manos y las cabeças y davan de estocadas y de lançadas a todos cuantos topavan, y hizieron una matança muy grande; y los que acudían a las puertas huyendo, allí los matavan. Algunos saltavan por las paredes; algunos se metían en las capillas de los cúes, allí se echavan y se fingían muertos. Corría la sangre por patio como agua cuando llueve; y todo patio estava sembrado de cabeças y braços y tripas y cuerpos de hombres muertos. Y por todos los rincones buscavan los españoles a los que estavan bivos para matarlos. Como salió la fama de este hecho por la ciudad, començaron a dar voz, diziendo: "¡Alarma, alarma!" Y luego a estas vozes se juntó gran copia de gente, todos con sus armas, y començaron a pelear contra los españoles.
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Capítulo 20 Trata en este capítulo como el rrey Ytzcoatl de Mexico <en>bió mensajeros al pueblo de Cuitlahuac a los prençipales a demandarles las hijas y hermanas suyas para cantar en los areitos, mitotes, y rrosas Llamó el rrey Ytzcoatl a todos los grandes mexicanos, prençipales y capitanes, díxoles: "Lo que yo quisiera agora es <en>biar mis mensajeros al pueblo de Cuitlahuac a los prençipales a demandarles sus hijas y hermanas para que canten en el lugar de los cantares de día y de noche que llaman cuicuyan. Asimismo que bengan ellos tanbién a cantar y bailar y plantar rrosas en n<uest>ras huertas y bergeles. Y sauer la boluntad dellos, si se enojan o no quieren, qué dizen o rresponden. Y para ello bayan dos de ellos y sean de n<uest>ros prençipales, y sea el uno Coatecatl, el otro Yhuilpanecatl". Dixo Tlacochcalcatl Tlacaeleltzin: "Bayan, señor, con u<uest>ro mandato y mensaxe, y con ellos Coatecatl y Pantecatl. Y bayan con esta <en>baxada al prençipal y señor Xochitlolinqui, y de mi parte le darán mis encomiendas y explicalle esta <en>baxada sobre las hijas y hermanas de ellos y la planta de los rrosales para <que> me bengan a cantar a mí y a los lugares de canto y señalen las que serán, y ellos tanbién cantarán, y beinte plantas de rrosas". Llegados, los mensajeros mexicanos explican su <en>baxada al rrey Xochitlolinqui. Oyda esta <en>baxada, el rrey Xochitlolinqui rresçibió grande pesadumbre y coraxe con tal mensaxe, tan mala <en>baxada. Rrespondió y díxoles: "¿Qué dezís, mexicanos, que an de hazer allá mis hijas y mis hermanas? ¿Es cosa para dezir? ¿Búrlase de mí Ytzcoatl, que bayan a bailar allá? Eso no se podrá hazer, que allá bayan, y esto es querer dezir o de hecho hazer algo contra mí y contra este mi pueblo. Benga y hágalo, que aquí estamos para beer la boluntad de los mexicanos. Bolueos con esta rrespuesta a u<uest>ro rrey Ytzcoatl. Bolueos luego, mexicanos". Y luego se boluieron. Bueltos los mensajeros con esta rrespuesta, dixéronle a Ytzcoatl: "Fuimos con u<uest>ro mandato a Cuitlahuac al rrey Xochitlolinqui, el qual con ello rresçibió mucha pesadumbre, que qué abían de hazer sus hijas y sus hermanas, "si es manera de burlarse de mí o querer a la clara yntentar 22r algo contra mí y contra mi pueblo, que no es cosa dezidera tal cosa; q<ue> si quiere benir a eso <que> benga que aquí estamos a lo que más su boluntad fuere, porque dar a mis hijas y hermanas carnales no es líçito ni cosa para çufrir" y, finalmente, rresolutamente no quiere obedeçer u<uest>ro mandamiento". Rrespondió Ytzcoatl y Tlacochcatl Tlacaeleltzin y Tlacateccatl y Monteçuma, los prençipales, dixeron: "Señor, son bellacos estos de Cuitlahuac: pues <en> tan poco tubo buestro rreal mando y la de todos estos buestros prençipales. ¡Bolueros tan agrabia rrespuesta! Sea esta la manera: bamos, señor, por ellos y ellas como quien tra un poco de atole (alexixa) para beuer. Y, si no, bayan otra bez con bien u<uest>ros prençipales con la mesma demanda a Xochitlolinqui, rrey de ellos, q<ué> les rresponderán". Tornaron a boluer los dos prençipales llamados Pantecatl y Coatecatl. Llegados a Cuitlahuac, dixéronle al prençipal y rrey: "Señor", dixéronle, "señor, dize el rrey Ytzcoatl que si <en>tendistes bien la <en>baxada dél y de todos los mexicanos". Rreplicó <que> hera berdad que tal rrespuesta truxeron los mensajeros y que hiziese Ytzcoatl lo que quisiese y todos los mexicanos; que de lo que abían d<ic>ho tornauan a dezir que estauan determinados a guardarlos; que qué podían ellos más dezir. Con esta rrespuesta se boluieron los mexicanos al rrey Ytzcoatl, de que se afirmaua <en> lo que abía dicho Xochitlolinqui. Dixo a los prençipales mexicanos Ytzcoatl: "Sea norabuena. Ellos no están <en> sus casas, tierras y asiento, an de bolar, no están seguros. Sosegá y descansá bosotros, que yo os daré el abiso del descanso de buestro deseo y daros a las manos a estos miserables de cuitlabacas. E, descansados, <en>biaréis mis mensajeros a los prençipales de Chalco Tlalmanalco. De mi parte les daréis mis saludes a los señores de allí, Cuateotl Tonteoçiuhteuctli, y si an de ser <en> fauor de los de Cuitlabaca. Beréis lo que os rresponden. Que me <en>bíen dello rrespuesta". Llegados los los mensajeros a Chalco, explican su <en>baxada de la manera d<ic>ha. Rresumidamente dixeron: "Señores mensajeros, eso no sauemos ni <en>tendemos, ni tal ayuda ni fauor nos an pedido, ni tal les daremos. Ellos se <en>tienden. Y no ai más que esto". Bueltos los mensajeros, cuéntanle al rrey Ytzcoatl la rrespuesta <que> truxero de Chalco. Bisto y <en>tendido, el rrey Ytzcoatl dixo a los prençipales: "Dad abiso a los mançebos <en> los ayuntami<ento>s y ensayos de casas de armas <que> luego se aparexen y estén aperçibidos para luego de muy gran mañana, con rrodelas, espadartes y macanas y sus debisas espantables, cornetas, tanbores, bayan con gran estruendo y bozería, como lo suelen hazer <en> las semexantes guerras que an hecho". Y es de notar que, como d<ic>ho es, abía casas de estudios y exerçiçios de armas y maestros de ellos. Lo propio tenían casas de cantos adonde se ensayaban a cantar y bailar el areito del mitote con teponaztle y tlalpanhuehuetl, que se a hecho minçión de esto. Asimismo abía casa de cantos de mugeres que cantauan y bailauan, y aun se hazía allí gran 22v ofensa a N<uest>ro Señor que, començando el canto y baile, y como era de noche y los maesos estauan beuiendo y. ellas tanbién, benían después a efecto a actos carnales y disoluçiones, que morían las mugeres por no dexar este biçio y pecado. Llaman a esta tal casa cuicoyan, alegría grande de las mugeres, por persuaçiones de Huitzilopochtli para atraer más almas. Abía otras casas en Mexico Tenuchtitlan de escuela de muchachos y de amigas, <en>señauan a hazer labores mugeriles de la tierra a su usança. Puestos y aperçibidos a punto, una muy gran mañana començaron a marchar el campo la bía de Cuitlahuac. Llegados a Yahualiuhcan, haldas de un çerro junto a Cuitlahuac, marchan conçertadamente y llegados a la parte de Tecuitlapan, aguardan las canoas allí <que> traían los mexicanos para pasar al d<ic>ho pueblo, que está <en> medio del agua dulçe este pueblo de Cuitlahuac. Y estando los unos con los otros todos en canoas, danles tanta bozería y grita <que> los yban maltratando cruelmente, y para más espantallos comiençan los mexicanos con artes de la ingromançia de llamar a todas las sabandixas del agua de las que cría y naçen de naturaleza como son. Y por lo consiguiente los de Cuitlahuac llaman a los propios animales y sabandixas para rretener a los mexicanos; y las saua<n>dixas que son anenez, acoçilin, atetepitz, atopinan, acuecueyachin, acoatl, achichinca, atlacuillo, atecocolli y todos los demás que allí ay y se crían. Y tras de los cuitlabacas benían todo género de patos y pescado blanco <en> sus canoas, rranas, axolotes, para dar y presentar a los mexicanos como a basallaxe y suxeçión, para amansar la furia de los mexicanos. Llegados adonde estaua el escuadrón y gente mexicana, se umillan a ellos con mucha umildad, preséntanles todas aquellas cosas que traían delante y detrás de sí, y dixéronles: "Señores míos, preçiados mexicanos y amigos y basallos del rrey Ytzcoatl, beis aquí todas estas cosas, que estas serán cosas de n<uest>ro pecho y tributo y hagamos lo que mandáis: lleuaremos al gran palaçio mexicano n<uest>ras hijas y hermanas, adonde tiene silla y asiento el tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli, y las lleuaremos <en> el lugar de los cantos y areitos como bosotros lo mandáis, en cuicoyan, lugar público de canto de los mancebos conquistadores; y yremos a los bailes y areitos nosotros; y yremos a plantar géneros de rrosales". Rrespondieron los mexicanos: "Sea norabueno. Con eso tanbién queremos yr y beer a buestro pueblo y lugares. Y mirá que a otra bez no os hagáis rrebeldes y rrehazios". Dixeron los cuitlabacas que tal cosa no hará ni yntentarán xamás. Y bisto el pueblo y lugares, se bueluen los mexicanos a la rrepública y corte mexicano. Llegados, cuentan por estenço a Ytzcoatl y a Tlacochcalcatl y Tlacatecatl y Monteçuma y dixéronle como, "biendo u<uest>ro gran poder, los cuitlabacas dexaron las armas y se binieron de muy buen grado y boluntad, ofresçiendo siempre harían aquel tributo de géneros de pescado, rranas y las demás. 23r Y binieron a rresçibirnos hasta el lugar <que> llaman Tecuitlatengo, <en> la parte <que> se coxe el tecintlatl <que> se come. Binieron con mucha umildad y basallaxe de u<uest>ra rreal persona y corte mexicana, y todos juntos, estando nosotros dentro de su pueblo, binieron ante nosotros biexos, maçebos, niños y biexas, moças, niñas, niños, a este propio basallaxe. E <que> bendrían sus hijas a serbiros <en> u<uest>ro palaçio y <en> las casas de los cantares y escuelas y ellos por lo consiguiente. E que xamás serán tornadizos". El rrey Ytzcoatl les agradesçió la conquista que abían h<ec>ho y de tener debaxo y mando el pueblo de Cuitlabac. Díxoles: "Yd y rreposad en buenora u<uest>os balerosos y esforçados cuerpos, hijos y hermanos mexicanos". Y dende algunos fallesçió el rrey Ytzcoatl. Y luego los mexicanos alçaron por rrey a Monteçuma el biexo, que es el quinto rrey mexicano, que començó luego a rreinar.
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Capítulo 20 Se trata de la manera que tenían los señores y gente noble en criar los hijos La manera de criar sus hijos que tenían los señores y gente noble es que después que las madres o sus amas los havían criado por espacio de seis años o siete, ya que començavan a regocijarse, dávanlos uno o dos o tres pajes para que se regocijassen y borlassen con ellos, a los cuales avissavan la madre que no los consintiesen hazer ninguna fealdad o suziedad o deshonestidad cuando fuessen por el camino o calle. Instruían al niño éstos que andavan con él para que hablasse palabras bien criadas y buen lenguaje, y que no hiziesse desacato a nadie y reverenciasse a todos los que topava por el camino que eran oficiales de la república, capitanes o hidalgos, aunque no fuessen sino personas baxas, hombres y mugeres, como fuessen ancianos. Y si alguna persona, aunque fuesse de baxa suerte, lo saludava, inclinávanse y saludávanlos también, diziendo: "Vais en hora buena, abuelo mío." Y el que oía la salutación tornava a replicar, diziendo: "Nieto mío, piedra preciosa, pluma rica, hasme hecho gran merced. Ve próspero en tu camino." Y los que oían al niño hablar de la manera dicha holgávanse mucho y dezían: "Si biviere este niño, será muy noble, porque es generoso. Por ventura algún gran oficio merecerá tener." Y cuando el niño llegava a diez o doze o treze años, metíanle en la casa del recogimiento que se llamava calmécac. Allí le entregavan a los sacerdotes y sátrapas del templo para que allí fuesse criado y enseñado y avisado para que biviesse bien. Emponíanle que hiziesse penitencia de noche, enramando los oratorios de dentro del pueblo, o en los montes, dondequiera que hazían sacrificios de noche o a la medianoche. Y si no le metían en la casa del recogimiento, metíanle en la casa de los cantores, encomendávanle a los principales de ellos, los cuales le emponían en barrer en el templo o en deprender a cantar, y en todas las maneras de penitencia que se usavan. Cuando ya llegava el mancellino a quinze años, entonce começava a deprender las cosas de la guerra; y llegando a veinte años, llevávanle a la guerra. Ante de esto, su padre y parientes combidavan a los capitanes y soldados viejos; hazíanlos un combite y dávanlos mantas y mastles labrados, y rogávanlos que tuviessen mucho cargo de aquel mancebo en la guerra, enseñándole a pelear y amparándole de los enemigos, y luego le llevavan consigo, ofreciéndose alguna guerra. Tenían mucho cuidado de él, enseñándole todas las cosas necessarias, ansí para su defenssión como para la ofenssión de los enemigos; y trabándose la batalla, no le perdían de vista, y enseñávanle, mostrándole a los que captivavan a los enemigos para que assí lo hiziesse él. Y por ventura en la primera guerra captivava a alguno de los enemigos con el favor de los que le llevavan a cargo. Haviendo captivado a alguno, luego los mensajeros que se llamavan tequipan titlanti venían a dar las nuevas al señor de aquellos que havían captivado a sus enemigos y de la victoria que havían havido los de su parte. En llegando a las casas reales, entravan a hablar al señor, y saludándole, dezian: "Señor nuestro, bive muchos años. Sabe que el dios de la guerra, Uitzilopuchtli, nos ha favorecido, y que con su ayuda vuestro exército ha vencido a sus contrarios, y tomaron la provincia sobre que iban. Vencieron los tenochcas y los de Tlatilulco, y los de Tacupan, y los de tezcocanos, y los otomíes, y los matlatzincas, y los de los chinampas, y los de la tierra seca." El señor los respondía, diziéndoles: "Seáis muy bien venidos. Huélgome de oír essas nuevas. Sentaos y esperad, porque me quiero certificar más de ellas." Y ansí los mandava guardar. Y si hallava que aquellas nuevas eran mentirosas, hazíalos matar. Después de haver conquistado la provincia contra quien iban, lo primero que hazían era contar los captivos que se havían captivado, cuántos havían captivado los de Tenochtitlan, y cuántos havían captivado, los de Tlatilulco, y los de las chinampas, y los de la tierra seca, que son las cercanías de las chinampas. Los que contavan a los captivos eran los que se llamavan tlacochcalcas y tlatlacatecas. que es como dezir capitanes y maestros de campo, y otros oficiales del exército. Haviendo sabido el número cierto de los captivos, luego embiavan mensajeros al señor, los mensajeros eran capitanes. Aquéllos llevavan la nueva cierta al señor, dándole noticia de los captivos que se havían captivado y quiénes los havían captivado, para que a cada uno se diesse el premio conforme a lo que havía trabajado en la guerra. Oídas las nuevas, el señor holgávase mucho porque sus nobles y soldados havían tomado captivos. Entonce mandava sacar a los que havía mandado encerrar, que havían llevado las primeras nuevas de la guerra, y hazíales mercedes como a los otros. Estos que havían prendido captivos, si después se travava guerra con los de Atlixco o Uexotzinco, si allí captivavan otros, aprehendían otros captivos, eran estimados en mucho del señor, y les davan suma honra, haziéndolos piles y dándoles nombres de valientes, que ya estavan en grado, de poder ser electos, y sentarse con ellos, y comer con el señor. Y el señor les dava insignias de valientes, como eran beçotes de piedras preciosas de diversas colores, y borlas para ponerse en la cabeça con tiras de oro entrexeridas a las plumas ricas, y con pinjantes de oro, con otras plumas ricas, y orejeras de cuero, y mantas ricas de señores, de diversas divisas, como son itzcooayo, ixnextentlapallo, ihuitica tecomayo. Y les davan mastles preciosos y bien labrados que usavan los señores, y dávanlos divisas que se llamavan quetzalpatzactli o teucuitlapánitl, tozcuaxólotl, teucuitlacuacalalatli, teucuitlacopilli, quetzalpánitl, itzpapálotl, etc. De todas estas cosas pudían usar por toda su vida. Y les davan oficios honrosos, como calpixcáyotl, que es como mayordomo mayor. Y muriendo el señor, a uno de éstos elegían por señor y rey; también a éstos elegían por senadores, que llaman tlacxitlantlalilo, los cuales determinavan las causas graves de la república. Y los davan estos nombres, que eran muy honrosos, conviene a saber: tlacochcálcatl tecutli, o ticociaoácatl tecutli, o cioacóatl tecutli, o tlillancalqui tecutli.
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Capítulo 21 De cómo començó la guerra entre los mexicanos y los españoles en México Como començó la guerra entre los indios y los españoles, los españoles se fortalecieron en las casas reales, con mesmo Motecuçoma y también con Itzcuauhtzin, governador del Tlatilulco. Los indios los cercaron y los combatían reciamente. Los españoles se defendían con los tiros de pólvora y ballestas y escopetas, y hazían gran daño en los indios. Y luego echaron grillos a Motecuçoma. Y también los indios començaron a enterrar los que havían sido muertos en patio por los españoles, por cuya muerte se hizo gran llanto en toda la ciudad, porque eran gente muy principal los que havían muerto. Enterráronlos en diversas partes, según sus ritos, mesmo día y a la puesta del sol. Itzcuauhtzin, governador de Tlatilulco, subióse sobre los tlapancos de casa real y començó a dar vozes, diziendo: "¡Ah, mexicanos! ¡Ah, tlatilulcas! Mirad que señor Motecuçoma, vuestro rey, os ruega que ceséis de pelear y dexéis las armas, porque estos hombres son muy fuertes, más que nosotros, y si no dexéis de darles guerra, recibirá gran daño todo pueblo, porque ya han atado con hierro a vuestro rey." Oídas estas vozes por los mexicanos y tlatlilulcas, començaron entre sí a bravear y maldezir a Motecuçoma, diziendo: "¿Qué dize el puto de Motecuçoma, y tú, vellaco con él? No cesaremos de la guerra." Luego començaron a dar alaridos y a tirar saetas y dardos hazia donde estava que hablava, junto con Motecuçoma. Y los españoles arrodeláronlas; ansí no recibieron daño. Tenían gran ravia contra los españoles porque mataron a los principales y valientes hombres a traición; y por tanto tenían cercadas las casas reales, que a nadie dexavan entrar ni salir ni meter ningún bastimento, porque muriessen de hambre. Y si alguno metía secretamente comida a alguno de los de adentro, los de fuera, en sabiéndolo, le matavan. Supieron los de fuera que algunos mexicanos entravan allí y metian saetas secretamente, y luego pusieron gran diligencia en guardar que nadie entrasse, ni por tierra ni por agua, y a los que hallaron culpados de haver metido algo, matáronlos. Y luego se levantó gran rebuelta entre los mexicanos: unos acusavan a otros de haver entrado, y ansí matavan muchos, en especial los servidores o pajes de Motecuçoma, que traían beçotes de cristal, que era particular librea o señal de las de la familia de Motecuçoma, y también a los que traían mantas delgadas que llaman áyatl, que era librea de los pajes de Motecuçoma. A todos los acusavan y dezían que havían entrado a dar comida a su señor, y a dezir lo que pasava fuera, y a todos los matavan. Y de allí adelante huvo grande vigilancia que nadie entrase, y ansí todos los de la casa de Motecuçoma se huyeron y ascondieron porque no les matassen. Dieron batería los mexicanos a los españoles siete días, y los truxeron cercados veinte y tres días. Y este tiempo ensancharon y ahondaron las acequias, y atajaron los caminos con paredes, y hizieron grandes baluartes para que no pudiessen salir los españoles por ninguna parte.
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Capítulo 21 Trata en este capítulo la guerra rrey Monteçuma el biexo hizo en el pueblo de Aculhuacan y otros muchos pueblos, como se dirá Oydo los naturales y bezinos de aculhuaques, que rreinaba <en>tonçes allí Neçahualcoyotl, llamó a todos sus prençipales e les dixo: "Mirá, hijos y hermanos míos, catá que os rruego y encargo <que> si las bezes que aquí binieren o les topardes en caminos a los mexicanos y si algo os pidieren o quisiere de bosotros ayuda, fauor, de muy buena boluntad se lo dad y ospedallos con rregalo <en> u<uest>ras casas. Catá <que> son bellacos y muy bellicosa gente astuta, porque si quisiéredes afrentaros o los maltratardes a de rredumdar en gran daño y peligro de todos nosotros y de n<uest>ros pueblos, mugeres y hijos y aun de n<uest>ras tierras. Y aunque soy rrey de bosotros, por eso me tengo de atreuer contra ellos, tengo yo de hazer con fuerça de mi persona lo que con u<uest>ro, trabajo bosotros por ello haréis. Esto es menester beer y tener por cosa çierta. E tanpoco los prençipales anlo ellos de hazer, sino los miserables maçeguales, <que> tanbién an de ser con el agrabio <que> hiziéremos nosotros lastallo en guerras n<uest>ros pobres amigos y basallos. ¿Abéislo <en>tendido, aculhuaques prençipales? Dad a todas partes abiso a u<uest>ros maçehuales". Rrespondiéronle todos con alegre semblante: "Señor, no tenga ni rresçiba detrimento alguno u<uest>ra rreal persona, que haremos, guardaremos lo por bos madado <en> todas partes". El nueuo rrey de Mexico Tenuchtitlan llamado Motecçuma, llamado a todos los prençipales mexicanos y les dixo: "Señores, ¿qué dezís <que> se haga de los de Aculhuacan, tezcucanos, cabeça de los aculhuaques, que es señor de ellos Neçahualcoyotl? Que para n<uest>ro amparo y grandeza buestra y su alto meresçimiento y balor, era mi boluntad <en>biar al rrey de los de aculhuaques llamado Neçahualcoyotl y dezirle de mi parte que boi allá en persona con el poder mexicano, uezinos y estantes de la laguna de en medio de los cañauerales y turales, que mientras boy allá y llegare a Chiquiuhtepec, haga señal de humareda, y llegado a Totoltepec, lo propio, hasta llegar <en> Tecçiztlam, adonde será el término y rraya 23v mexicana y aculhuaques; y que luego que allí llegare, queme la casa de su dios y beamos esto todos los mexicanos. Y esta es mi boluntad". Y así, oydo esto por los prençipales mexicanos, tomó la mano de hablar Çihuacoatl Tlacaeleltzin, dixo: "Y hixo n<uest>ro, muy querido y rrey temido, que beáis muy bien lo que pensáis hazer, que es <en> lo que toca a su saber del Neçahualcoyotl, no rresçiban las miserables mugeres, niños, niñas y de cuna y los biexos detrimento o trauajo. Pero estáis obligado <en> lo que es cargo de rrey yr abentaxando esta buestra casa, corte y tierras, engrandeçiendo y <en>sanchando el trono, el ymperio. Y así, de mi boluntad está conforme con el buestro. Bayan buestros mensajeros a esto al rrey Neçahualcoyotl, qué rrespuesta traerán dél". Dixo Monteçuma: "Y ¿quién yrán?" Dixo Çihuacoatl: "Bayan a ello Tocuiltecatl y Tlapaltecatl y con ellos otros dos hermanos buestros y n<uest>ros, <que> serán Achicatl teuctli y Chicahuaz". <En>terados de la enbaxada, que llegaron a la casa de Neçahualcoyotl, saludaron muy cortésmente y explicaron su <en>baxada a Neçahualcoyotl, el qual, oyda muy atentamente, dixo <en> lo que rrespondió: "Ya os tengo oydo y lo que pretende u<uest>ro amo y señor y mi hijo. Que mire que peso mucho, que puedo algo y tanto que del Marquesado, Tierra Caliente que agora se nombra, que es siempre Tlalhuic, traigo de rraíz árboles frutales, casas <en>teras, otros géneros de cosas y magués con sus rraízes. Que soy contento de lo que me <en>bía a mandar, que no eçeda de lo que dicho tiene y que yo le yré a topar a Chiquiuhtepec y Totolçingo y <en> Tecçiztlan. Que cumpliré su boluntad. Yd agora, señores mexicanos, de mi parte al rrey Monteçuma y a los señores Çihuacoatl Tlacaeleltzin, con todos los demás, daréis mis saludes cortésmente". Llegados los mensajeros a Mexico Tenuchtitlan, explicaron la rrespuesta de la <en>baxada que llegaron, presentes todos los prençipales mexicanos, dixo endereçadamente a Monteçuma. Y, abiendo explicado toda su <en>baxada y rrazones y palabras, las maneras, las crianças, la suxeçión <que> tienen sus basallos, dixo Monteçuma: "Descansad del trauaxo, hermanos y señores mexicanos, y luego mañana se trate y hagan sauer a todos los mexicanos se adereçen de sus armas, rrodelas, espadartes y otros géneros de macanas, debisas de tigueres, de pellexos, plumería, pellexos de águilas, leones, cueros grandes de serpientes y otras culebras brauas", <que> heran y ban derechos a dar en Chiquiuhtepetitlan y haziendo esta guerra. Oyda por los aculhuaques, dixeron: "Agora será, pues beremos para quánto son estos mexicanillos". Y luego las unas guardas con las otras en la propia parte teniendo rrespeto y término a lo tratado, les dezían los tezcucanos a los mexicanos: "Agora, miserables de bosotros, abéis de morir a n<uest>ras manos". Y los mexicanos dixeron: "Aculhuaques, no nos espantan palabras, sino 24r n<uest>ras obras y las buestras, esfuerço de unos y de otros. ¿Quáles serán los abentaxados?" E llegado el campo mexicano a la parte de Chiquiuhtepec, los enemigos acolhuaques delante, començaron los mexicanos a dar bozes y a rresonar sus rrodela con golpes, diziendo a bozes: "¡Mexicanos, mexicanos, oy se a de acabar y consumir aculhuaques, que nenguno a de boluer a su tierra!" Y luego se metieron en ellos los unos a los otros, dando los mexicanos grandes bozes, diziendo: "¡Adelante, mexicanos, <que> se nos ban a más andar estos miserables acolhuaques!" Lléuanlos hasta Huixachtitlan. Prosiguiendo adelante con ellos los lleuaron hasta Coatitlan y de allí a Tulpetlac. Tornan de nueuo tras de ellos con más fuerças y destreza. Llegan a Calhuacan y de allí, biéndose tanto apretar, los aculhuaques dan a meterse <en> la laguna, dentro de casas y laguna de Acolhuacan, abiendo muerto gran número de ellos, hasta lleuarlos a Tecçiztlan y Totolçingo. Y bisto esto, Neçahualcoyotl subióse luego a la torre de su ydolo y quemó la casa, de que se leuantó grande humareda. Y bisto los prençipales mexicanos la gran humareda del templo, a grandes bozes dixeron: "¡Ea, mexicanos, çeçen ya buestras fuerças, que ya es acabado y consumido el pueblo y pueblos de Aculhuacan!" Llegó luego el rrey Neçahualcoyotl y dixo: "Balerosos mexicanos, çesen ya las armas. Ya es cumplido el deseo buestro, mexicanos. Agora tomamos n<uest>ro trabaxo y cautiuerio de seruidumbre y tributo. Agora será el cargar con n<uest>ras personas, con n<uest>ras sogas y cacaxtles. Y condoleos, mexicanos, de los biexos y mugeres y biexas, niños y niñas y los de cuna, que ya de oy más seremos buestros basallos".
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Capítulo 21 Del lenguaje y afectos que el padre, señor principal, usava para persuadir a su hijo al amor de la castidad, donde pone cuán amigos eran los dioses de los castos, con muchas comparaciones y exemplos muy al propósito con excelente lenguaje. Tratando esta materia ofrécese tocar otras muchas cosas gustosas de leer Hijo mío, muy amado, nota bien las palabras que te quiero dezir y ponlas en tu coraçón, porque las dexaron nuestros antepassados, los viejos y viejas, sabios y avisados, que vivieron en este mundo. Es lo que nos dixeron y lo que nos avisaron y encomendaron que lo guardássemos como en cofre y como oro en paño, porque son piedras preciosas muy resplandecientes y muy polidas, que son los consejos para bien vivir, en que ni hay raça ni mancha: son muy limpios. Dixéronlos los que perfectamente vivieron en este mundo. Son como piedras preciosas que se llaman chalchihuites y zafiros muy resplandecientes delante de nuestro señor, y son como plumas ricas, muy finas y muy anchas y muy enteras que están arcoadas. Y tales son las que las tienen en Costumbre; llámanse personas de buen coraçón. Mira, hijo, que los viejos nos dexaron dicho que los niños y las niñas, o mancebitos y donzellas, son muy amados de dios. Précialos mucho nuestro señor que está en toda parte; huélgase con ellos y tiénelos por amigos. Y por esto los viejos, que eran muy dados al culto divino y a la penitencia y a los ayunos y a ofrecer encienso a los dioses, tuvieron en gran precio a los niños y a las niñas que oravan, y despertávanlos de noche al mejor sueño, y desnudávanlos y roziávanlos con agua, y hazíanlos varrer y ofrecer encienso delante de los dioses y lavarles las bocas, a los cuales dezían que dios rescebía y oía de buena gana sus oraciones y servicios, y sus lágrimas y su tristeza y sus suspiros, porque tenían coraçón limpio y sin mezcla de pecado, perfecto y sin manzilla como una piedra preciosa chalchíuitl o zafiro. Dezían que por éstos sustentava dios al mundo y que ellos eran nuestros intercessores para con dios. Otra manera de gente hay que son agradables a dios y a los hombres, que son los buenos sátrapas que viven castamente y tienen coraçón limpio y puro y bueno y lavado y blanco como la nieve; ninguna manzilla tiene su manera de vivir, ninguna suziedad, ningún polvo de pecado hay en sus costumbres. Y porque son tales, son aceptos a dios, y le ofrecen encienso y oraciones y le ruegan por el pueblo. El señor dezía: "Estos son los siervos de mis dioses", porque eran de buena vida y de buen exemplo. Y los viejos y ancianos y sabios y entendidos en los libros de nuestra doctrina dexaron dicho que los que son de limpio coraçón son muy dignos de ser amados, los cuales son apartados de toda delectación carnal y suzia. Y porque son preciosos los que de esta manera viven, los dioses los dessean y los procuran y los llaman para sí. Los que son puros de toda manzilla y mueren en la guerra, dixeron los viejos que el sol los llamó para sí y para que vivan con él allá en el cielo, para que le regocijen y canten en su presencia y le hagan plazer. Estos están en continuos plazeres con el sol; viben en continuos deleites; gustan y chupan el olor y zumo de todas las flores sabrosas y olorosas; jamás sienten tristeza ni dolor ni desgusto, porque viven en la casa del sol, donde hay riquezas y deleites. Y éstos de esta manera que viven en las guerras son muy honrados acá en el mundo, y esta manera de muerte es desseada de muchos, y muchos tienen embidia a los que assí mueren; y por esto todos dessean esta muerte, porque los que assí mueren son muy alabados. Y dízesse que un mancebo de Uexotzinco, el cual se llamava Mixcóatl, murió en la guerra de los mexicanos, y ellos le mataron en la guerra. Dízesse un cantar en su loor: "¡Oh, bienaventurado Mixcóatl, bien mereces ser loado con cantares, y bien mereces que tu fama viva en el mundo, y que los que bailan en los areitos te traigan en la boca, en rededor de los atabales y tamboriles de Uexotzinco, para que regocijes y aparezcas a tus amigos los nobles y generosos, tus parientes!" Síguese otro cantar del loor de este mancebo en que loan de la virginidad, de limpieça y pureza de su coraçón: "¡Oh, glorioso mancebo y digno de todo loor, que ofreciste tu coraçón al sol, limpio como un sartal de piedras preciosas que se llaman zafiros! Otra vez tornarás a brotar, otra vez tornarás a florescer en el mundo. Vendrás a los areitos y entre los atambores y tamboriles de Uexotzinco aparecerás a los nobles y varones valerosos, y verte han tus amigos!". Hay otro genero de personas que también son amados de dios y desseados, y éstos son aquellos que son ahogados en el agua, con alguna violencia de algún animal del agua, como el del auítzotl o del ateponaztli o otra alguna cosa. También aquellos que son muertos de rayo, porque de todos éstos dixeron los viejos que, porque los dioses los aman, los llevan para sí al paraíso terrenal, para que vivan con el dios llamado Tlalocatecutli, que se sirve con ulli y con yauhtli, y es dios de las verduras. Estos assí muertos están en la gloria con el dios Tlalocatecutli, donde siempre hay verduras, maizales verdes, y toda manera de yervas y flores y frutas. Jamás se secan en aquel lugar las yervas y las flores, etc.; siempre es verano, siempre las yervas están verdes y las flores frescas y olorosas. También de los mozuelos y mozuelas que mueren ante de tener experiencia de pecados ningunos y mueren en su inocencia, en su simplicidad y virginidad, dizen los viejos que éstos resciben grandes mercedes de nuestro señor, porque son como piedras preciosas, porque van puros y limpios a la presencia de dios. Oye otra manera de gente que son bienaventurados y son amados y los llevan los dioses para sí, y son los niños que mueren en su tierna niñez; son como unas piedras preciosas. Estos no van a los lugares de espanto del infierno, sino van a la casa del dios que se llama Tonacatecutli, que vive en los vergeles que se llaman Tonacacuauhtitlan, donde hay todas maneras de árboles y flores y frutas, y anda allí como zinzones, que son avezitas pequeñas de diversas colores que andan chupando las flores de los árboles. Y estos niños y niñas, cuando mueren, no sin razón los entierran junto a las troxes donde se guarda el maíz y los otros mantenimientos, porque esto quiere dezir que están sus ánimas en lugar muy deleitoso y de muchos mantenimientos, porque murieron en estado de limpieza y simplicidad, como piedras preciosas y muy finos zafiros. También tendrás entendido que los niños muy bonicos y muy hermosos y amables, cuando están en su simplicidad y en su inocencia, son preciosos como piedras turquesas y zafiros. También otro género de personas son amados y desseados de los dioses; son los hombres y mugeres de buena condición y de buena vida, y de quien todos se confíen y a quien todos honran, que no hay en ellos ninguna cosa reprensible, y viven pacíficamente de toda parte; son amables de todos y pacíficos con todos. Nota pues agora, amado hijo, que si dios te diere vida en este mundo, la manera que has de vivir en él. Mira que te apartes de los deleites carnales: ninguna manera los dessees; guárdate de todas las cosas suzias que ensuzian a los hombres, no solamente en las ánimas pero también en los cuerpos, causando enfermedades y muertes corporales. Dexáronnos dicho los antiguos que en la niñez y en la juventud haze dios mercedes, da dones. En este mesmo tiempo señala a los que han de ser señores, reyes y governadores o capitanes. También en el tiempo de la niñez y adolescencia da dios sus riquezas y sus delectaciones; en el tiempo de la adolescencia y simplicidad se merece la buena muerte. Nota, hijo mío, lo que te digo. Mira que el mundo ya tiene este estilo de engendrar y multiplicar, y para esta generación y multiplicación ordenó dios que una muger usase de un varón y un varón de una muger; pero esto conviene se haga con templança y con discreción. No te arrojes a la muger como el perro se arroja a lo que ha de comer; no te hayas a manera de perro en comer y tragar lo que le dan, dándote a las mugeres ante de tiempo. Aunque tengas apetito de muger, resístete; resiste a tu coraçón hasta que ya seas hombre perfecto y rezio. Mira que el maguey si lo abren de pequeño para quitarle la miel, ni tiene substancia ni da miel, sino piérdesse; ante que abran al maguey para sacarle la miel le dexan crescer y venir a su perfección, y entonce se saca la miel. De esta manera deves de hazer tú, que ante que llegues a muger crezcas y embarnezcas y seas perfecto hombre, y entonce estarás hábil para el casamiento y engendrarás hijos de buena estatura y rezios y ligeros y hermosos y de buenos rostros, y tú serás rezio y hábil para el trabajo corporal, y serás ligero y rezio y diligente. Y si por ventura destempladamente y ante de tiempo te dieres al deleite carnal, en este caso dixéronnos nuestros antepassados que el que assí se arroja al deleite carnal queda desmedrado; nunca es perfecto hombre y anda descolorido y desainado. Andarás como cuartanario, descolorido, enflaquecido; serás como un muchacho mocoso y desbanecido y enfermo, y de presto te harás viejo arrugado. Y cuando te casares, serás assí como el que coge miel del maguey, que no mana porque le acogeraron ante de tiempo, y el que chupa para sacar la miel de él no saca nada, y aborrescerle ha y desecharle ha. Assí te hará tu muger, que como estás ya seco y acabado, y no tienes qué darle, dizes: "no puedo más"; aborrescerte ha y desecharte ha porque no satisfaces a su desseo, y buscará otro, porque tú ya estás agotado. Y aunque no tenía tal pensamiento, por la falta que en ti halló, hazerte ha adulterio; y esto porque tu te destruiste, dándote a mugeres ante de tiempo te acabaste. Nota otra cosa, hijo mío, que ya te cases en buen tiempo y en buena sazón toma muger. Mira que no te des demasiadamente a ella, porque te echarás a perder; aunque es assí, que es tu muger y es tu cuerpo, conviénete tener templança en usar de ella, bien así como del manjar, que es menester tomarlo con templança. Quiero dezir que no seas destemplado para con tu muger, sino que tengas templança en el actu carnal. Mira que no sigas al deleite carnal, porque pensarás que te deleitas en lo que hazes y que no hay otro mal en ello; sábete que te matas y te hazes gran daño en frecuentar aquella obra carnal. Dixeron los viejos que serás en este caso como el maguey chupado, que luego se seca, y serás como la manta, que cuando la lavan hínchase de agua, pero si la tuercen reziamente, luego se seca. Assí serás tú, que si frecuentares la delectación carnal, aunque sea con tu muger solamente, te secarás y assí te harás mal acondicionado y mal aventurado y de mal gesto, ni a nadie querrás hablar, ni nadie querrá hablar contigo; andarás afrontado. Nota un exemplo de este negocio: un viejo, muy viejo y muy cano, fue presso por adulterio, y fuele preguntado que siendo tan viejo cómo no cesava del acto carnal. Respondió que entonce tenía mayor desseo y habilidad para el acto carnal, porque en el tiempo de su juventud no llegó a muger, ni tampoco en aquel tiempo tuvo experiencia del acto carnal, y que por haverlo començado después de viejo estava más potente para esta obra. Quiérote dar otro exemplo y nótale muy bien, para que te sea todo como una muchila para que vivas castamente en este mundo: siendo vivo el señor de Tezcoco, llamado Neçaoalcoyotzin, fueron pressas dos viejas que tenían los cabellos blancos como la nieve, de viejas, y fueron pressas porque adulteraron; hizieron traición a sus maridos, que eran tan viejos como ellas, y unos mancebillos sacristanejos tuvieron acesso a ellas. El señor Naçaoalcoyotzin, cuando las llevaron a su presencia para que las sentenciasse, preguntóles, diziendo: "Abuelas nuestras, dezidme, ¿es verdad que todavía tenéis desseo del deleite carnal? ¿Aún no estáis hartas, siendo tan viejas como soys? ¿Qué sentíades cuando érades moças? Dezídmelo, pues que estáis en mi presencia por este caso". Ellas respondieron: "Señor nuestro y rey, oya vuestra alteza, vosotros los hombres cessáis de viejos de querer la delectación carnal por haver frecuentádola en la juventud, porque se acaba la potencia y la simiente humana, pero nosotras las mugeres nunca nos hartamos ni nos enhadamos de esta obra, porque es nuestro cuerpo como una sima y como una barranca honda que nunca se hinche; rescibe todo cuanto le echan, y dessea más y demanda más, y si esto no hazemos, no tenemos vida". Esto te digo, hijo mío, para que vivas recatado y con discreción, y que vayas poco a poco y no te des prissa en este negocio tan feo y tan perjudicial.
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Capítulo 22 De cómo llegó la nueva de cómo el capitán don Hernando Cortés, haviendo vencido a Pánphilo de Nárvaez, bolvía ya para México con otros muchos españoles que de nuevo havían venido Estando las cosas como arriba se dixo, vino nueva cómo capitán don Hernando Cortés venía con muchos españoles y con muchos indios de Cempoalla y de Tlaxcalla, todos armados y a punto de guerra, y con gran priesa. Y los mexicanos concertaron entre sí de absconderse todos y no los salir a recebir, ni de guerra ni de paz. Y los españoles con todos los demás amigos fuéronse derechos hazia las casas reales donde estavan los españoles. Y los mexicanos todos estavan mirando y ascondidos que no los viesen los españoles. Y esto hazían por dar a entender que ellos no havían començado la guerra. Y como entró capitán con toda la otra gente en las casa reales, començaron a soltar todos los tiros en alegría de los que havían llegado y para atemorizar a los contrarios. Y luego començaron los mexicanos a mostrarse y a dar alaridos y a pelear contra los españoles, echando saetas y dardos contra ellos. Y los españoles ansimismo començaron a pelear, tirar saetas y tiros de pólbora. Fueron muertos muchos de los mexicanos. Tiravan los españoles todos sus tiros muy certeros, que nunca erreavan tiro que no matase con él. Y como vieron los mexicanos daño que recibían de parte de los españoles, començaron a culebrar para escaparse de los tiros, y andar de lado. Dieron convate cuatro días arreo a las casas donde estavan los españoles, y después de estos cuatro días, los capitanes mexicanos escogieron muchos soldados viejos y hombres valientes, y subiéronse sobre un cu, que estava más cerca de las casas reales, y subieron allá dos vigas rollizas para desde allí echarlas sobre las casas reales y hundirlas para poder entrar. Visto esto, los españoles luego subieron al cu con mucha orden, y llevavan sus escopetas y vallestas. Començaron a subir muy despacio y tiravan con las vallestas y escopetas a los de arriba. En cada rencle iva delante un escopetero y luego un soldado con espada y rodela, y luego un alabardero; por esta orden ivan subiendo al cu. Y los de arriba echavan los maderos por las gradas del cu abaxo, pero ningún daño hizieron a los españoles. Y llegando a lo alto del cu començaron a herir y matar a los que estavan arriba, y muchos de ellos se despeñavan por cu abaxo. Finalmente, todos murieron los que havían subido al cu. Tornáronse los españoles a su fuerte y barreáronse muy bien. Los mexicanos enterraron a los que allí murieron, porque toda era gente principal y de mucha cuenta en la guerra.
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Capítulo 22 En este capítulo prosigue de la suxeçión de los pueblos de Aculhuacan y, los conçiertos de serbiçios y tributos, y concluyen unos y otros Acabada esta guerra y el conçierto hecho de ser tributarios los aculhuaq<ue>s de los mexicanos, en el pueblo de Tecçiztlam dixo Neçahualcoyotl: "Con más, señores mexicanos, un poco de tierra. Hazed <en>tre bosotros rrepartiçión de ellas adonde coman y beuan mis hermanos y hijos los mexicanos, como a mi padre y madre que es, que es Mexico Tenuchtitlam y señores dél. Y sea en mayor aumento de tetzahuitl (abusión) Huitzilopochtli. Y les seruiremos con aguamanos. Y esto es, señores mexicanos. Bolueos a descansar y de mi parte al rrey Monteçuma y a todos los grandes les daréis n<uest>ras salud<es>". Rreplicaron los prençipales mexicanos Tlacaeleltzin, díxoles: "Herma<n>os aculhuaques, mirá que en algúm tiempo no os boluáis ni arrepintáis de la promesa hecha por este temor de agora". Tornó a segundar Neçahualcoyotl, dixo: "¿Por bentura serán más n<uest>ras fuerças <en>tonçes que agora? No. Pues torno a confirmar en lo que tengo d<ic>ho yo y todos estos prençipales aculhuaques y torno a dezir que de todas n<uest>ras tierras toméis la mitad de ellas y las rrepartáis con todos los prençipales mexicanos, dexando la otra mitad a nosotros para seruiros y sustentaros 24v cada <que> biniéredes a este u<uest>ro pueblo y pueblos de Aculhuacan, adonde y como a señores os rresçibiremos. Y no saldremos desto". Y con esto se boluieron los mexicanos a Mexico Tenuchtitlan y, llegados, cuentanle el susçeso al rrey Monteçuma, dándole cuenta como los balerosos mexicanos hizieron como de ellos se espera siempre, que lleuaron de una bez el campo aculhuacatl hasta Tecçistlan con mucho derramamiento de sangre de ellos, y como el rrey Neçahualcoyotl de su mesma mano abía quemado su templo <en> señal de bençimiento y suxeçión, y las maneras de los conçiertos y rrepartimiento de sus tierras ygualmente con ellos "para el propio sustento de buestra rreal corte y casa". Dixo Monteçuma: "Sea nora, hermanos mexicanos. Yd y descansad del gra trauaxo hecho". Dende a dos o tres días començaron de rrazonar Monteçuma y Cihua?oatzin Tlacaeleltzin <en> rrazón de las tierras <que> fuesen a hazer rrepartimi<ento> de ellas a los balerosos mexicanos. Dixo Monteçuma: "Bayan y rrepártanles las tierras y denles a <en>tender a los prençipales de Aculhuacan el d<ic>ho rrepartimiento para que estén satisfechos de ello". Y lo primero que se hizo en el rrepartimiento, se tomó una gran suerte de tierra dedicado al rrey Monteçuma para <que> los frutos de ellas sustentase la casa y corte del rrey. Y luego con esto se le dio y adxudicó a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, capitán general: <en> la parte primera, parte <que> se le dio fue en Teçontepec, en Tuchatlauhtli y luego <en> Temazcalapan y en Teacalco y en Tzotzocolecan y en Cuicuitzca Atlauhco y en Tecaman y en Tecalco y en Atzompam. Y luego de aberle dado en nueue partes tierras a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, por lo consiguiente se les fue dando a todos los prençipales, soldados balerosos, por su orden, a dos suertes de tierras <en> las d<ic>has partes y lugares, y los capitanes demás, a tres partes. Y con esto hecho, boluiéronse los mexicanos a Mexico Tenuchtitlam a dar cuenta y rrazón de lo suçedido en el rrepartimiento de las d<ich>as tierras conforme al balor y meresçimiento de cada uno de los prençipales mexicanos. Y dixo el rrepartidor de las d<ich>as tierras, <que> hera un capitán llamado Ticoctiahuacatl: "Y así, ni más ni menos, se les hizo rrepartimiento de tierras <en> las d<ic>has partes a todos los calpixques de los pueblos, mayordomos nombrados para el pro de la comunidad, de Cuyuacan y el de Xuchimilco, Azcapuçalco, Cuitlabaca". Y de todo se le dio cuenta y rrazón a Monteçuma, de que rresçibió gran suelo. Dixo: "Para que se sepa y <en>tienda en los demás pueblos la grandeza y magestad de Mexico Tenuchtitlam. Agora, amigos y señores, estémonos y descansemos, que el tiempo nos dirá lo que emos de hazer".
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Capítulo 22 En que se contiene la doctrina que el padre principal o señor dava a su hijo cerca de las cosas y policía exterior, conviene a saber, cómo se havía de haver en el dormir, comer, bever, hablar, y en el traje y en el andar, y mirar y oír, y que se guarde de comer comida de mano de malas mugeres, porque dan hechizos Hijo mío, ya te he dicho muchas cosas que te son necessarias para tu doctrina y buena criança, para que vivas en este mundo como noble y hidalgo y persona que viene de personas ilustres y generosas. Y réstame de dezirte otras algunas cosas que te conviene mucho saber y encomendar a la memoria, las cuales rescebimos de nuestros antepasados, y sería hazerlos injuria no te las dezir todas. Lo primero es que seas muy cuidadoso de despertar y velar, y no duermas toda la noche, porque no se diga de ti que eres dormilón y perezoso y soñoliento. Mira que te levantes de noche a la medianoche a orar y a suspirar y a demandar a nuestro señor que está en todo lugar, que es invisible y impalpable. Y tendrás cuidado de varrer el lugar donde están las imágines y de ofrecerlas encienso. Lo segundo, tendrás cuidado de cuando fueres por la calle o por el camino que vayas asosegadamente, ni con mucha prissa ni con mucho espacio, sino con honestidad y madureza. Los que no lo hazen ansí llámanlos ixtotómac cuécuetz, que quiere dezir "persona que va mirando a diversas partes como loco" y "persona que va andando sin honestidad y sin gravedad como liviano bullicioso". Assimismo dizen de los que van muy despacio uiuiláxpul, xocotézpul, eticápul, que quiere dezir "persona que va arrastrando con los pies, que anda como persona pesada y como persona que no puede andar de gordo, y como muger preñada", o que vas andando haziendo meneos con el cuerpo. Ni tampoco por el camino irás cabizbaxo, ni tampoco irás inclinado la cabeça de lado, ni mirando hazia los lados, porque no se diga de ti que eres bobo o tonto y malcriado, y mal disciplinado, y que andas como muchacho. Lo tercero que deves notar, hijo mío, es cerca de tu hablar. Conviene que hables con mucho asosiego; ni hables apresoradamente ni con desasossiego, ni alces la voz, porque no se diga de ti que eres bozinglero y desentonado, o bobo o alocado o rústico. Tendrás un tono moderado, ni baxo ni alto en hablar, y seas suave, y blanda tu palabra. Lo cuarto que deves notar es que en las cosas que oyeres y vieres, especial si son malas, las disimules y calles, como si no las oyeras. Y no mires curiosamente a alguno en la cara, ni mires con curiosidad los atavíos que traye y la manera de su disposición; no mires con curiosidad del gesto y desposición de la gente principal, mayormente de las mugeres, especialmente de las casadas, porque dize el refrán que "el que curiosamente mira a la muger, adultera con la vista", y aun algunos fueron punidos con pena de muerte por esta causa. Lo quinto que deves notar es que te guardes de oír las cosas que se dizen que no te complen, especialmente vidas agenas y nuevas; dígase lo que se dixere, no tengas cuidado de ello; haz como si no lo oyeses. Y si no te puedes apartar de donde se hablan estas cosas, no respondas ni hables cosas semejantes; oye, y no cures de hablar. Cuando algunos hablan de vidas agenas y dizen algunos pecados que son dignos de castigo, y tú te llegas a oírlos, en especial si tú también hablares alguna palabra cerca de aquel negocio o pecado, a ti te será achacado y atribuido lo que se dize, a ti te lo pondrán a cuestas, y serás presso y aun castigado por ello. Y según dize el refrán "pagarán justos por pecadores". A ti te lo echarán todo; todos se escusarán y a ti solo echarán la culpa; todos los otros que oyeron y dixeron aquellas palabras o que les toca, quedarán en paz, y tú serás llevado a juizio. Por lo ya dicho, hijo mío muy amado, conviene que abrás muy bien los ojos y andes con mucho aviso para que no mueras por tu necedad y por tu poco saber; mira muy bien por ti. Lo sexto, hijo mío, deves ser avisado, es que no esperes a que dos vezes te llame. A la primera responde luego, y levántate luego, y ve a quien te llama. Y si alguno te embiare alguna parte, ve corriendo, ve en un salto. Si te mandaren tomar alguna cosa, tómalo de presto, sin tardança. Sé muy diligente y muy ligero; no seas perezoso; has de ser como el aire ligero. Mira que en mandándote la cosa, luego la hagas; no esperes a que dos vezes te lo manden, porque esperar a dos vezes ser llamado o ser mandado es cosa de vellacos, es cosa de perezosos, y de personas viles y de ningún valor; y por tal serás tenido. Y serás tenido por mal mandado y por sobervio, y por el mesmo caso conviene que te quiebren en la cabeça o en las espaldas lo que havías de traer. Lo séptimo de que te aviso, hijo, es que en tus atavíos seas templado y honesto; no seas curioso en tu vestir, ni demasiado ni fantástico; no busques mantas curiosas ni muy labradas, ni tampoco traigas atavíos rotos y viles, porque es señal de pobreza y baxeza y de personas a quien nuestro señor tiene desechados y son sin provecho, y miserables, que andan por las montañas y por las savanas buscando yervas para comer y leña para vender. No conviene que imites a estos tales, porque son burladores, y su manera de vivir es cosa de burla. Tráete honestamente y como hombre de bien. Ni traigas la manta arrastrando o muy colgada, de manera que vayas tropeçando en ella por vía de fantasía; tampoco anudarás la manta tan corta que quede muy alta; en esto tendrás el medio; ni tampoco traigas la manta anudada por el subaco. Y aunque estas cosas veas que otros las hazen, no los imites. Los soldados que se llaman cuachicque son tenidos en mucho en la guerra, porque pelean como desafinados y no tienen en nada la vida, sino que buscan la muerte por vía de valentía; y también los truhanes y chocarreros y los bailadores y los locos luego toman cualquier traxe nuevo que ven. Traen las mantas y andan tropeçando en ellas, y anúdanlas debaxo del subaco; traen el hombro desnudo, y andan de fantasía, haziendo desgaires en el andar, rastrando los pies y requebrándose en el andar; traen unas cotaras de fantasía, más anchas y largas que son menester, y con las correyas muy anchas y muy fantásticamente atadas. Mira, hijo, que tú seas avisado y templado y honesto en las mantas y en los cactles, de manera que todo sea de buena manera y bien puesto. Lo octavo que quiero que notes, hijo mío, es la manera que has de tener en el comer y en el bever. Seas avisado, hijo, que no comas demasiado y a la mañana ni a la noche. Sé templado en la comida y en la cena, y si trabajares, conviene que almuerces ante que comiences el trabajo. La honestidad que deves tener en el comer es ésta: cuando comieres, no comas muy aprisa; no comas con demasiada desemboltura, ni des grandes bocados en el pan, ni metas mucha vianda junta en la boca, porque no te añusgues, ni tragues lo que comes como perro; comerás con asosiego y con reposo, y beverás con templança cuando bevieres; no despedaces el pan ni arrebates lo que está en el plato; sé asosegado en tu comer, porque no des ocasión de reír a los que están presentes. Si te añuzgares con el manjar y hizieres alguna cosa deshonesta para que burlen de ti los que comen contigo, adrede te darán cosas sabrosas por tener qué reír contigo, porque eres glotón y tragón. Al principio de la comida lavarte has las manos y la boca, y donde te juntares con otros a comer no te sientes luego, mas antes tomarás el agua y la xícara para que se laven los otros, y echarles has agua a manos a todos, y después de esto cogerás lo que se ha caído por el suelo y barrerás el lugar de la comida, y también tú, después de comer, lavaráste las manos y la boca, y limpiarás los dientes. Hete he dicho, hijo, estas pocas palabras, aunque hay mucho que dezir cerca de la honestidad que se ha de tener en el bien vivir, de lo cual hablaron muchas cosas los antiguos y canos, assí hombres como mugeres, nuestros antepasados, pero no lo podrás tener todo en la memoria. Una cosa te quiero dezir, que te conviene mucho tener en la memoria, porque es mucho digna de notar, que es sacada de los tesoros y cofres de nuestros mayores. Dixeron: "El camino seguro por donde devemos caminar en este mundo es muy alto y muy estrecho, y desviando a cualquiera parte de este camino, no podemos sino cayer en una profunda barranca y despeñarnos de una gran altura. Esto quiere dezir que es necessario que todas las cosas que hiziéremos y dixéremos sean regladas con la providencia. Lo mismo hemos de guardar en lo que oyéremos y en lo que pensáremos, etc." Esto quiero que notes mucho, que no comas de presto la comida que te dieren, sino mira primero lo que se te da a comer, porque hay muchos peligros en el mundo y hay muchos enemigos que aborrescen a la persona de secreto. Guárdate que no te den a comer o a bever alguna cosa ponzuñosa; mayormente te deves guardar en esto de los que te quieren mal y más de las mugeres, en especial de las que son malas mugeres; no comerás ni beverás lo que te dieren, porque muchas vezes dan hechizos en la comida y en la bevida; algunas de ellas dan hechizos en la comida o en la bevida para provocar a luxuria; y esta manera de hechizos no solamente empece al cuerpo y al ánima, pero también mata, porque se desaina el que lo beve o lo come, frecuentado el acto carnal hasta la muerte. Dízese que los que toman de su voluntad la carne del maçacóatl, que es una culebra con cuernos, tómanlo muy templado y muy poco; y si lo toman destempladamente podrán tener aceso a cuatro y cinco y más mugeres, a cada una cuatro o cinco vezes. Y los que esto hazen mueren, porque se vazían de toda la substancia de su cuerpo y se secan y se mueren deshechos y chupados. Y andando de esta manera, al fin mueren en breve tiempo, con gran fealdad y desemejança de su cuerpo y de sus miembros. Nota bien, hijo, que si alguno te diere algo de comer o de bever, de quien tienes sospecha, no lo comas ni lo bevas. Haz que primero coma y beva de ello quien te lo da. Sé avisado; mira por ti en este mundo. Ya has oído lo que te he dicho; guarda en todas las cosas el medio.