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obra
La fecunda estancia de Velázquez en Roma en 1650 nos ha dado magníficos retratos como el de Juan de Pareja, el papa Inocencio X o éste del cardenal Camillo Massimi. Hombre culto y gran protector de las artes, Camillo Massimi se consideraba amigo personal de Velázquez. En los momentos en que fue retratado contaba con 30 años de edad y era merecedor del cargo de Camarero Secreto o de Honor del Papa, por lo que le vemos con un hábito y bonete de color azul eléctrico. Más tarde sería nombrado Nuncio en España, reforzando la amistad con el pintor. Velázquez centra toda su atención en el rostro del personaje, demostrando la citada amistad al tratarle con cariño y respeto a la vez. La figura aparece sentada - contemplamos el respaldo de la silla tapizada en terciopelo rojo y decorada con una banda superior dorada - y está recortada sobre un fondo neutro para conseguir el efecto volumétrico. Las luces y las sombras están aplicadas con gran maestría, distribuyéndose por la composición de manera estudiada. La pincelada empleada por el maestro en estos momentos es muy suelta, creando sus imágenes gracias a la luz y el color, siguiendo a la Escuela veneciana por la que tanta admiración sentía.
Personaje Pintor
<p>Pintor de la segunda generación del Barroco madrileño, fue exponente del denominado estilo monumental, típico del momento y que tanto depende del movimiento escultórico paralelo, iniciado por los seguidores de Churriguera.</p><p><br>Hijo del pintor florentino Domenico Camilo, desempeñó un papel destacado en la escena artística de la corte española del siglo XVII. Tras la muerte de su padre, su madre se casó con el pintor madrileño Pedro de las Cuevas, quien se convirtió en su maestro en el mundo de la pintura. En la corte, Francisco creó retratos de los reyes de España para decorar el salón de comedias del Alcázar de Madrid. Desde 1641, también participó en la decoración al fresco de la galería de poniente del mismo palacio, inspirándose en las fábulas de Ovidio, en colaboración con Julio César Semini. A pesar de que esta obra fue destruida con el tiempo, causó una fuerte impresión en el rey Felipe IV, quien criticó el tono excesivamente religioso de la composición.</p><p>&nbsp;</p><p>En Madrid, Francisco trabajó en varios conventos, incluido el de San Felipe el Real, donde creó pinturas notables como "San Joaquín y la Virgen niña" y "San José con el Niño dormido", ambas ahora exhibidas en el Museo de Huesca. Además, pintó la famosa representación de la Virgen de Belén que se mostraba en la iglesia de San Juan de Dios, en el convento de Antón Martín en Madrid. Esta obra fue venerada y copiada ampliamente debido a su notable calidad artística y expresividad.</p><p style="--tw-backdrop-blur:;--tw-backdrop-brightness:;--tw-backdrop-contrast:;--tw-backdrop-grayscale:;--tw-backdrop-hue-rotate:;--tw-backdrop-invert:;--tw-backdrop-opacity:;--tw-backdrop-saturate:;--tw-backdrop-sepia:;--tw-blur:;--tw-border-spacing-x:0;--tw-border-spacing-y:0;--tw-brightness:;--tw-contrast:;--tw-drop-shadow:;--tw-gradient-from-position:;--tw-gradient-to-position:;--tw-gradient-via-position:;--tw-grayscale:;--tw-hue-rotate:;--tw-invert:;--tw-numeric-figure:;--tw-numeric-fraction:;--tw-numeric-spacing:;--tw-ordinal:;--tw-pan-x:;--tw-pan-y:;--tw-pinch-zoom:;--tw-ring-color:rgba(69,89,164,.5);--tw-ring-inset:;--tw-ring-offset-color:#fff;--tw-ring-offset-shadow:0 0 transparent;--tw-ring-offset-width:0px;--tw-ring-shadow:0 0 transparent;--tw-rotate:0;--tw-saturate:;--tw-scale-x:1;--tw-scale-y:1;--tw-scroll-snap-strictness:proximity;--tw-sepia:;--tw-shadow-colored:0 0 transparent;--tw-shadow:0 0 transparent;--tw-skew-x:0;--tw-skew-y:0;--tw-slashed-zero:;--tw-translate-x:0;--tw-translate-y:0;-webkit-text-stroke-width:0px;background-color:rgb(247, 247, 248);border:0px solid rgb(217, 217, 227);box-sizing:border-box;color:rgb(55, 65, 81);font-family:Söhne, ui-sans-serif, system-ui, -apple-system, &quot;Segoe UI&quot;, Roboto, Ubuntu, Cantarell, &quot;Noto Sans&quot;, sans-serif, &quot;Helvetica Neue&quot;, Arial, &quot;Apple Color Emoji&quot;, &quot;Segoe UI Emoji&quot;, &quot;Segoe UI Symbol&quot;, &quot;Noto Color Emoji&quot;;font-size:16px;font-style:normal;font-variant-caps:normal;font-variant-ligatures:normal;font-weight:400;letter-spacing:normal;margin:0px 0px 1.25em;orphans:2;text-align:start;text-decoration-color:initial;text-decoration-style:initial;text-decoration-thickness:initial;text-indent:0px;text-transform:none;white-space:pre-wrap;widows:2;word-spacing:0px;">&nbsp;</p>
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Camilo Goya y Lucientes, el hermano menor del pintor, se ordenó en 1785 por lo que sería una espléndida oportunidad para que Goya le hiciera un retrato. El modelo aparece de medio cuerpo, vestido con su hábito oscuro, sentado en un sillón tapizado en tonos verdes; a su lado encontramos una mesa con algunos volúmenes alusivos a su erudición. La efigie de Camilo destaca ante las oscuras tonalidades que le rodean, destacando la expresividad del rostro en la que se insinúa una sonrisa. Sus manos se ocultan, la derecha sujetando el sombrero y la izquierda entre el hábito, resbalando la luz por ellas. El perfecto modelado de cabeza y manos destaca ante el oscuro conjunto, resultando un retrato muy habitual en esos años como el estudio de Ramón de Pignatelli o el de Francisco Bayeu.
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Las hijas de Alice Hoschede -la compañera de Monet desde la muerte de Camille- serán las protagonistas de una serie de obras realizadas durante el año 1887. En ellas parece recuperar la forma y el volumen perdidos en la mayoría de los trabajos pintados en la costa normanda, en Etrerat y Belle-Ile. La joven aparece entre los árboles, interesándose el maestro por cuestiones de luz y atmósfera y determinando la iluminación las tonalidades empleadas. A pesar de la volumetría de la joven y de los árboles, la pradera está conseguida con una pincelada empastada, aumentando la planitud en el fondo en recuerdo de la estampa japonesa.
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Realizado a pluma y aguada, este dibujo posee dos planos de contenido. Su ejecución es similar a otras obras de 1801, como Dos muchachas debajo de un árbol, y su temática, la reflexión y la melancolía entronca con las láminas, dibujos o grabados, que realizaba en aquellos años, como Mujer con tela de araña entre árboles desnudos. Sin embargo, su contenido es preferentemente narrativo: un caminante, cansado por el esfuerzo, se detiene junto a una piedra miliar a descansar, tal y como él mismo habría realizado en numerosas ocasiones, pues sabemos que Friedrich solía desplazarse a pie en muchos de sus viajes. De hecho, en 1801 y 1806 realizó numerosos viajes entre Dresde y su tierra, y entre diversos puntos de la llamada Pomerania anterior, en los que realizó una vasta serie de dibujos sobre su familia y la naturaleza de su propio entorno. En la parte superior se encuentra la fecha, pues Friedrich acostumbraba a datar todos sus estudios y dibujos, a veces incluso señalando el intervalo que había empleado en el lugar, y reza "3 de Febrero 1802".
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Para el Salón de 1866 Monet planteó un cuadro como reacción al Desayuno en la hierba de Manet. Se trataba de una gran representación en el que se recogiera una merienda al aire libre protagonizada por doce figuras. Si bien esta temática ya estaba siendo tratada por la pintura francesa, la novedad aportada por Monet sería tomar los modelos del natural, eliminando referencias al arte antiguo y siguiendo la vena realista de Courbet. Monet no llegó a concluir su obra y tuvo que dejar el lienzo en Argenteuil, donde se almacenó en un húmedo sótano en el que se pudrió la parte derecha. El maestro suprimió esa zona y dividió el lienzo en dos partes. Para la zona de la izquierda realizó este estudio preparatorio protagonizado por su amigo Bazille y Camille, su futura esposa. Son dos figuras tomadas del natural, interesándose el maestro por los estudios de luz al crear contrastes de luz y sombra. Mientras la zona del fondo queda iluminada por el sol, los personajes -en primer plano- se mantienen en una zona sombreada, resbalando la luz solar por el sombrero y el hombro de Bazille. Las pinceladas aún son empastadas y el colorido apagado, en sintonía con los trabajos de Manet.
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Para evitar el aburrimiento algunas veces Van Gogh se trasladaba a Saint-Rémy, distante escasos kilómetros del hospital de Saint-Paul-de-Mausole, acompañado de algún enfermero. En aquellos momentos estaban empedrando las calles más importantes de la ciudad lo que llamó mucho la atención del artista, llevando este tema a varios lienzos. La composición se organiza a través de varias diagonales que se alejan en profundidad formadas por los árboles, las casas del fondo o la disposición del boulevard. En primer plano observamos los montículos de piedras necesarios para el trabajo junto a los enormes árboles que dan sombra al boulevard. Varias mujeres pasean en una vía adyacente mostrando las típicas casas mediterráneas con sus persianas de colores en el plano que cierra el espacio. La iluminación del atardecer se cuela entre los árboles e impacta en el suelo, arrancando las tonalidades amarillentas y grisáceas en un ambiente perfectamente armónico. Como es costumbre en Van Gogh, las líneas de los grandes árboles están marcadas con trazos más oscuros, siguiendo las normas dictadas por su buen amigo Bernard.
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La ausencia de inspiración motivará que en el otoño de 1889 Van Gogh repita las composiciones como observamos en este caso, una copia casi literal de Camineros en el Boulevard Victor Hugo. En caso contrario, se dedicará a copiar estampas de Millet como la Pastora.