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En varios relieves helenísticos se narra la historia de la visita de Dionisos a los hombres. El dios del vino llevó su preciado regalo a la casa del dramaturgo Icario quien invita a los campesinos a degustar el presente. Embriagados por el vino, los campesinos pensaron que habían sido envenenados y mataron a Dionisos. La hija de Icario cuando halló el cuerpo del dios se ahorcó desesperada. Este asunto debió representarlo Ribera en un lienzo que resultó semidestruido en el incendio del madrileño Alcázar de la nochebuena de 1734, siendo cortado en cuatro fragmentos, dos de los cuales conserva el Prado. La cabezas de Sátiro y Pan están en diferentes colecciones particulares. La cabeza femenina que contemplamos es un fragmento de la parte izquierda de la composición original, en la que apreciamos la calidad pictoricista de las pinceladas, empleando tonalidades cálidas con las que supera su dependencia del estilo de Caravaggio. Ribera utiliza una pincelada rápida y fuerte que anticipa su estilo maduro, influido por la escuela veneciana, los Carracci y Van Dyck. Dionisos-Baco es también su compañero.
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No se sabe con seguridad a quien representaba esta figura neosumeria, de la que sólo conservamos la cabeza. Se cree que puede tratarse de una princesa neosumeria, aunque también se hay quien opina que pueda ser la diosa Ningal.
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Interesado en la fisonomía de las cabezas grotescas que estaban cargadas de expresividad, Ribera realizó dos extraordinarios grabados, correspondiendo esta cabeza que observamos al dibujo preparatorio de una de las estampas. Interesado como estaba en el naturalismo, no es de extrañar que el maestro valenciano realizara estos trabajos, en los que sigue ejemplos de Leonardo. El trazo es potente y firme, sombreando la figura a través de rayas paralelas y cruzadas para reforzar el aspecto tenebrista que caracteriza a sus trabajos en estos momentos.
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Leonardo da Vinci se resistió al canon establecido para la belleza ideal por el arte de su tiempo. El consideraba que el mejor modo de hacer destacar la belleza era situándola al lado de la fealdad y no aislándola en un mundo aséptico. Se considera que Leonardo es el primero en dibujar caricaturas, que no aparecen como género hasta el siglo XVIII-XIX. Su técnica para la caricatura era muy simple: tomar un rostro real, preferiblemente de anciano (tiene los rasgos más marcados) y desarrollar de manera hiperbólica algún elemento, como nariz, orejas, dientes, etc. Este método lo utilizó también Durero cuando conoció las obras de Leonardo, algo que podemos apreciar en sus Cuatro perfiles caricaturizados.El dibujo que ahora contemplamos fue realizado hacia 1504-07 por Leonardo, y parece ser que correspondía a un personaje imaginario llamado "Scaramuccia, jefe de los gitanos".
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En la década de 1620 Ribera se interesa por las cabezas caricaturescas ya que con ellas consigue una acentuada expresividad, siguiendo la línea iniciada por Leonardo en el Renacimiento. La diferencia de esta cabeza que contemplamos con otras estriba en las figurillas que coronan el gorro, enlazando con los Acróbatas en la cuerda. El trazo firme y seguro obtenido gracias a la pluma y las sombras conseguidas con la aguada hacen de esta cabeza una de las más atractivas entre las realizadas por el maestro.
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El escultor Tutmés proporcionó más de veinte retratos de la reina Nefertiti, esposa de Amenofis IV, quizá sea éste el más antiguo. El expresionismo del primer estilo de Amarna está atemperado, pero aún manifiesto en la exageración de los rasgos más característicos tales como los labios carnosos o el mentón saliente.