Esta estatua emeritense está bien conservada aunque presenta leves saltados en el eje central del rostro. Como nos precisa el remate inferior, la pieza formaba parte de una estatua completa, de mujer joven. Lleva un elaborado peinado del llamado nido de avispa. La cara, de aspecto un tanto impersonal y frío, es redonda y de superficie tersa. Destacan los ojos grandes y almendrados. La tipología de su tocado encuadra la pieza, según modelos imperiales, a fines de la etapa julio-claudia, en los momentos neronianos.
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Aunque fechada por algunos en tiempos de la IV Dinastía, parece claro que pertenece a la XVIII y probablemente a la época de transición del estilo precoz o exagerado de Akhenaton al de la madurez de Amarna. Es uno de los grandes retratos varoniles de la Antigüedad, dotado de una peluca, labrada en pieza independiente, que ha perdido. Fue adquirida en Tebas a principios del siglo XIX por el entonces embajador inglés en El Cairo, de quien recibió el nombre (Salt).
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La mayoría de las tumbas romanas podían contar también con elementos decorativos. En ocasiones son relieves escultóricos que tratan de prestigiar la tumba hacia el exterior, o de dar conocer al caminante algunos de los rasgos del difunto. En ocasiones son relieves alusivos al ámbito funerario: los relieves en estelas con escenas de banquetes funerarios, representaciones de trabajos y actividades diversas, esculturas que reproducen individuos masculinos o femeninos vestidos con pallium y toga y que constituyen en sí mismos retratos de los difuntos, las gorgonas o las rosetas que aparecen en el centro de algunos frontones, como esta gorgona que conserva el Museo Arqueológico Municipal de Cartagena. Medusa, también llamada Gorgona, era un monstruo inmortal que tenía el poder de convertir en piedra a aquel al que mirara. La mitología la describe tal y como aparece aquí caracterizada: grandes ojos, nariz aplastada, dientes de jabalí y con serpientes en lugar de cabellos.
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Vemos en esta cabeza una de las características más importantes y comunes del arte olmeca, la llamada "boca olmeca", que consiste en un labio superior muy grueso y elevado, y el inferior más fino y recto dejando la boca entreabierta. De este modo, se configuraba un rostro de rasgos felínicos. Es destacable también el uso del jade, material que esta cultura asociaba con el agua y la fertilidad.
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Cabeza magnífica de un hombre entrado en años, pero no viejo, en la línea del busto de Mentemhet. Más bien retrato de un tipo humano (¿sacerdote?), revestido de gran autoridad, que de un individuo concreto. En efecto, la absoluta simetría de los pliegues del ceño, de las patas de gallo de los ojos, de las arrugas labio-nasales, es impropia de un fiel retrato del natural.
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En razón de su morfología los retratos escultóricos adoptan distintas versiones, en función principalmente de la disponibilidad económica del cliente, aunque también influyen otros factores como la disposición de la obra, su finalidad o simbología, etc. La cabeza-retrato, es decir, la que sólo llega al arranque del cuello, podía ir dispuesta sobre un soporte o bien acoplada a un cuerpo, la denominada estatua-retrato, que en ocasiones era una sola pieza. La separación de cuerpo y cabeza obedece a factores económicos, técnicos y prácticos; el económico estriba en el ahorro material que supone trabajar el cuerpo sin extremidades salientes ni cabeza; desde un punto de vista técnico la distinta autoría del cuerpo y la cabeza imponía el trabajo independiente; los factores prácticos, que afectan a los anteriores aspectos, podemos centrarlos en: la fractura de cabeza y extremidades se evitaba trabajando aparte estos elementos, además este expediente posibilita seriar los cuerpos y tenerlos preparados en almacenes; también es posible reaprovechar el cuerpo y sólo cambiar la cabeza, ya fuera debido a una damnatio, deterioro o simplemente a un factor económico.
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El reino bini, relacionado con los yoruba, se desarrolló entre los siglos XIII y XX. Los reyes de Benín reconocían la autoridad de los soberanos de Ifé, reconociendo las tradiciones bini que un hijo del soberano de Ifé fue a Benín para enseñar el arte de la fundición del bronce, trabajo eminentemente cortesano y relacionado con el palacio real. Las mejores piezas corresponden a los siglos XV-XVII, destacando las cabezas-retrato como la que aquí contemplamos, retratos generalmente de princesas de la región.