Fotografía cedida por el Museo Nacional de Arte Romano, Mérida. Archivo fotográfico.
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obra
Fotografía de Miguel Ángel Otero, cedida por el Museo Nacional de Arte Romano, Mérida.
monumento
Visitando la ciudad de Toledo, conducidos por el Puente de San Martín, llegamos a la ermita de la Virgen del Valle; hermoso lugar rodeado de gigantescas peñas, donde podemos encontrar un lugar denominado Peña del Moro, uno de los mejores puntos de vista desde donde se puede apreciar los monumentos más sobresalientes. Según la leyenda, aquí se encuentra enterrado Abu Walid, un príncipe africano que visitó Toledo en el siglo XI y que pidió ser enterrado en este lugar para contemplar la vieja Toledo eternamente. Ese sepulcro aún existe y muy pocas personas lo descubren. Está cavado en una gran piedra asentada sobre otra plana y se aprecia perfectamente la forma de antropoide y el rebaje de la piedra para la tapa. Ese extraño sepulcro allá en lo alto y las formas caprichosas de la roca, han creado una de las tradiciones más bellas de Toledo.
obra
Este hermoso dibujo con una cabeza femenina ha contribuido a fijar la Madona Litta como una de las obras posibles de Leonardo, al menos en el trazado original, pudiendo haber sido rematada por otro artistas. El dibujo de la cabeza de mujer repite casi con total exactitud la pose dulce y arrobada de la Virgen en el citado cuadro.
obra
Bronce procedente de la ciudad romana de Ampurias, donde fue hallado en 1898. Este retrato fue hallado en excavaciones furtivas realizadas en el ámbito de la domus n.? 1, lo que relaciona la obra con un contexto doméstico, aunque los datos no son explícitos ni concluyentes. Se trata de un retrato privado, realizado mediante la técnica de la cera perdida, que formó parte de la colección del conde de Güell, nombre con el que esta escultura es conocida. Representa a una matrona de mediana edad, de rostro sereno quizá un tanto inexpresivo, cuyo artificioso peinado, del tipo comúnmente denominado de nido de abejas, es propio de la moda femenina de la época flavia, es decir, del último tercio del siglo I d. C. Los ojos, uno de los cuales, el derecho, ha perdido la pupila, se han conseguido mediante el uso de incrustaciones de materia blanca y oscura, lo que confiere a este retrato una mirada con cierta humanidad, muy alejada del frío hieratismo que proporciona el mármol. Posiblemente esta pieza formaba parte de una estatua de tamaño natural, como indica el corte de cuello.