Busqueda de contenidos

obra
En la fosa PG 1237 del cementerio real de Ur apareció una magnífica arpa en forma de trapecio invertido y ornamentada con la cabeza de un toro barbado, hecha en lámina de oro, montada sobre un núcleo de madera y betún, y con ojos de lapislázuli. El significado de este animal en este objeto fue probablemente apotropaico.
obra
Uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos realizados en Grecia fue el barco naufragado cerca de la isla de Antikythera, descubrimiento que tuvo lugar en el año 1900. Entre las joyas arqueológicas halladas destaca el famoso Efebo de Anticítera pero no menos importante es esta cabeza de filósofo que contemplamos. Perteneció a una estatua de un hombre desconocido que vestía el imatio. De la estatua, además de la cabeza, subsiste el brazo derecho, la mano izquierda, el pie derecho y parte del izquierdo. La expresión de la cabeza y la intencionada fealdad, el pelo alborotado, la barba y el denso bigote son algunos aspectos que acentúan el aspecto realista del personaje, considerado el retrato de un filósofo cínico, especulándose con la posibilidad de que fuera Bión el Boristenita, un antiguo esclavo que consiguió la manumisión y recibió la influencia del ambiente ateniense donde vivió cierto tiempo antes de trasladarse a la corte macedonia de Antígono Gónatas. Independientemente del personaje retratado, el escultor captó con energía, vitalidad y profundidad espiritual a su modelo, demostrando sus habilidades.
obra
La Cabeza de venado que guarda el Museo del Prado suele fecharse hacia 1636 por lo que bien pudo estar destinada a la decoración de la Torre de la Parada, acompañando a varias escenas de caza que realizaría Frans Snyders. Podría tratarse de un trofeo obtenido por el rey Felipe IV quien, al sentirse orgulloso de la pieza adquirida, encargara a Velázquez que la inmortalizase en un cuadro. Lo que es evidente es que estamos ante una obra tan real que parece que en cualquier momento va a salir de su lienzo. La pincelada empleada por el maestro es bastante suelta, apreciándose las manchas de color con las que trabaja, olvidándose de la minuciosidad preciosista de obras como la Adoración de los Magos.
obra
San Juan Bautista es considerado el precursor de Cristo. Llevó una vida ascética en el desierto y pasó a predicar la fe cristiana a las multitudes, bautizando a los fieles en las aguas del Jordán de la misma manera que hizo con Cristo. Herodes le mandó encarcelar y acabó decapitado como cumplimiento de una promesa realizada por el monarca a la bella Salomé, la hija de Herodías. La reliquia de la cabeza del santo fue traslada a Amiens en 1206 y se convirtió en un objeto de culto para enfermos, encarcelados y heridos. La representación de la cabeza del Bautista será un tema muy frecuente en el Barroco, ya que su demanda era muy elevada al utilizarse como alegoría de la Eucaristía. Su iconografía ya la indicó Francisco Pacheco, siguiendo Ribera las disposiciones del suegro de Velázquez. Ante una losa achatada por la esquina que se dirige al espectador se sitúa una bandeja dorada que contiene la cabeza del santo, tremendamente naturalista. Junto a la bandeja apreciamos la cruz y un paño blanco con restos de sangre. Si bien la iluminación tiene herencias del tenebrismo de inspiración caravaggista, se aprecian unos reflejos platas más cuidados que indican la evolución pictórica del maestro, creando un efecto atmosférico que recuerda a la escuela veneciana. El deseo de recoger las calidades táctiles continúa presente, a pesar de lo macabro del asunto, destacando especialmente las manchas de sangre cuya tonalidad contrasta con el blanco del paño. El resultado es espectacular, tratando el asunto de manera tan realista que se consideró durante un tiempo que correspondía a la cabeza de un ajusticiado por la rebelión de 1647 sofocada por don Juan José de Austria.