Las dudas sobre si Leonardo hizo o no este dibujo son irrelevantes para la contemplación de su belleza. Pudiera ser un estudio preparatorio para el rostro de María, en la primera versión de la Virgen de las Rocas, la más hermosa y leonardesca de las dos.
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No tanto las incrustaciones de oro que lleva en el pelo como su porte aristocrático acreditan a esta estatua femenina como una dama de la alta sociedad, tal vez una princesa o incluso una reina de la XII Dinastía. La cabeza y la peluca están hechas de distintas maderas, una muy clara y la otra oscura y además pintada de negro. Dos años después de aparecer la cabeza, se encontraron sus brazos, pero no el resto del cuerpo.
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Este modelado sólo tardíamente fundido en bronce es la pieza inicial de la experiencia cubista en la escultura. Picasso aplicó la técnica del facetado analítico, que venía utilizando en los lienzos cubistas, en una pieza en tres dimensiones. El riesgo que suponía transferir el concepto pictórico a la configuración escultórica fue superado con gran maestría y fortuna. El eje serpentinado del busto nos invita a rodearlo y el complejo juego del modelado por facetas hace también de esta escultura una estructura dinámica, cambiante y de inquietante riqueza plástica, dentro de su unidad. Como quiera que Picasso no dio continuidad a este experimento escultórico debemos entender que le sirvió para profundizar en la misma pintura analítica. Desde antiguo, en los talleres de pintura se recomienda complementar el trabajo de caballete con el estudio de modelado.
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Si hay una temática en la que Renoir destaca es en la representación de la figura femenina. Sus bellas modelos aparecen a lo largo de toda su carrera, siendo las famosas bañistas a las que recurrirá cuando el impresionismo entre en crisis, en la década de 1880. Y estas figuras destacarán por la excelente captación psicológica que el pintor consigue, interesándose por mostrar los gestos y las expresiones como bien podemos observar en esta ocasión. Los ojos tristes de la modelo se dirigen hacia el espectador, convirtiéndose en el centro de atención de la tela. También tenemos que destacar la facilidad del maestro para modelar la cabeza, gracias al correcto dibujo que exhibirá a lo largo de toda su carrera. Las pinceladas son rápidas y empastadas, creando un efecto de abocetamiento habitual entre los impresionistas, recordando a las obras de Degas.
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Dentro de la serie de retratos juveniles de Degas, destaca esta magnífica cabeza de mujer, en la que se aprecian ciertos rasgos familiares por lo que podría tratarse de su hermana Marguerite, ya que su familia será la protagonista favorita de estos retratos. Así surgen obras como Achille de Gas, Thérèse de Gas o la Familia Bellelli, escena en la que recoge todo lo relacionado con la retratística aprendido hasta ese momento. La joven aparece en primerísimo plano, recortado su busto sobre un fondo neutro, como hacía el gran Tiziano ya en el Renacimiento, cuyas obras pudo contemplar Degas durante su viaje a Italia. Los trazos del bello rostro de la muchacha se aprecian con nitidez, mostrando la elevada capacidad como dibujante que siempre mantendrá el artista. Toda su atención se concentra en el gesto, especialmente en los ojos, dando un increíble efecto realista a la imagen. Los ecos de Ingres también son visibles debido a la profunda influencia del pintor neoclásico en los jóvenes artistas que trabajaban en el París de los años 50 y 60, considerándole el "maestro de maestros". Sería Courbet quien reaccionó abiertamente contra Ingres, haciéndose eco de esa reacción los jóvenes impresionistas como Monet o Pissarro, sin olvidar a Manet.
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Escultura procedente de Telloh que se caracteriza por su estilo severo de rasgos muy marcados. Especialmente destacan los ojos que se marcan rodeándolos con una ancha incrustación negra, que provoca una gran expresividad en el rostro de esta anónima mujer.
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Las últimas restauraciones en la capilla Brancacci han permitido descubrir dos cabezas en la pared frontal atribuyéndose ésta a Masaccio. La cabeza se relaciona con las figuras femeninas que encontramos en los restantes frescos, destacando la expresividad característica de las obras del maestro. Se ubica en la zona derecha del conjunto, al lado del Bautismo de los neófitos. Los especialistas aún no han encontrado el significado de ambas cabezas.
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Durero debió de tomar este apunte de una cabeza de mujer pensando en trasladarla más tarde a un cuadro con una escena de la Virgen con el Niño. El tipo femenino es muy similar al que encontramos en la Virgen del Clavel y otras, con los largos cabellos rubios en tirabuzones sobre los hombros. Aunque en este caso, la fidelidad a la modelo prevalece sobre la idealización con que suele pintar a sus vírgenes.El cuadro está bastante deteriorado y la capa de pintura deja ver en algunos trozos la trama del lienzo bajo ella. Sin embargo, es otro ejemplo más del dominio de Durero en el arte de la pintura.
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Esta escultura alabastrina (se trata de la parte anterior de una cara femenina) es uno de los más acabados retratos de todos los tiempos y, por supuesto, la obra maestra de la plástica sumeria. El cabello, que iría recubierto probablemente con un tocado de oro, se parte en dos secciones, y los ojos (hoy perdidos) serían de concha, con pupilas quizá de lapislázuli. Se piensa que formaría parte de una estatua de tamaño natural, compuesta de varios materiales (piedra, madera y asfalto). Algunos autores ven en ella el retrato de la diosa Inanna.