En el Inventario de 1653 que realizó en Madrid el conde de Monterrey aparecen mencionados San Pedro y San Pablo. Posiblemente se trata del último encargo realizado por el conde antes de abandonar el cargo de Virrey de Nápoles en 1637. El santo aparece en pie, avanzando su pierna derecha y dirigiendo su mirada al espectador. Tras él observamos unos bloques verticales y al fondo una referencia montañosa, recortándose la espectacular figura ante un cielo azulado. El santo continúa siendo verazmente naturalista, especialmente el rostro inspirado en un hombre popular, de edad avanzada y segura mirada. Sus manos también corresponden al mismo modelo, llegando a compararse con el estilo de Zurbarán. Ribera muestra una pincelada más libre y un pictoricismo más acusado en esta imagen que el maestro extremeño, enlazando con la escuela veneciana y Van Dyck.
Busqueda de contenidos
obra
Francesco del Cossa es el continuador del estilo de Cosme Tura en la ciudad de Ferrara, donde realizó su obra maestra: los frescos de los Meses del palacio de Schifanoia, destruidos por desgracia. Ante la escasa paga recibida por el encargo, Francesco abandonó la ciudad y se instaló en Bolonia donde desarrolló su estilo inspirado en Mantegna y Piero della Francesca, dos de los más importantes maestros del Quattrocento que trabajaron en Ferrara. En Bolonia Francesco ejecutó numerosos retablos y polípticos, como el Políptico Griffoni para la capilla del mismo nombre de la basílica de San Petronio, hoy dividido en varios museos, cuyas tablas laterales podemos contemplar. El San Juan Bautista acompañaría al san Pedro que contemplamos, destacando la plasticidad de la figura y de las arquitecturas que sirven como fondo, ruinas de clara inspiración clásica. La figura se hace escultórica siguiendo a Mantegna de donde procede el punto de vista bajo y la erudición arqueológica. Los pliegues del manto parecen tallados, reflejando la luz inspirada en Piero.
Personaje
Religioso
Desde el primer momento Pedro siguió a Jesucristo en su predicación. En los evangelios aparece como el primer apóstol lo que motivó que fuera encarcelado por Herodes Agripa I. Liberado de la cárcel por un ángel, fue a Roma para predicar el Evangelio, llegando -según algunos especialistas- a ser nombrado obispo de esta ciudad por lo que es considerado el primer papa. La tradición le presenta como mártir de una de las numerosas persecuciones que vivieron los cristianos, siendo crucificado al revés, mostrándole así la iconografía. Es el autor de dos de las epístolas del Nuevo Testamento.
obra
Las enseñanzas del tenebrismo practicado por Ribera, el Españoleto, fueron fecundamente aprovechadas por Zurbarán. El pintor extremeño recurre a los mejores trucos de este estilo para mostrarnos una conmovedora imagen del apóstol San Pedro. En efecto, el lienzo está pintado en gamas de similar tonalidad, en una paleta muy oscura que abunda en tonos ocres y marrones pardos. El fondo es neutro, pues se pierde en la oscuridad, sin indicarnos la situación del santo, aunque se supone en un interior. Sobre la figura humana cae un foco de luz de tono amarillento y de naturaleza artificial. El foco es único y muy potente, lo que crea contrastes entre las zonas iluminadas y aquéllas que permanecen en sombra. De esta manera, el pintor consigue destacar tan sólo aquello que le interesa: el rostro avejentado de San Pedro, su cuello poderoso y lleno de músculos, las manos entrelazadas en piadosa oración, y los pies arrugados, cansados, llenos de arrugas y suciedad. A través de estos cuatro elementos podemos reconstruir la personalidad del representado, cuyo cuerpo se pierde bajo una túnica azul oscuro y un pobre manto marrón, que apenas destaca contra el fondo. Zurbarán fue un maestro del tenebrismo, así como del estudio de figuras. Su habilidad para representar los materiales, las telas, la piel o el cabello era increíble. Y su penetración para la plasmación de rostros y expresiones convierte a este San Pedro en una auténtica obra maestra.
obra
Zurbarán no debió toparse con muchos problemas a la hora de representar a San Pedro, puesto que era una figura bien conocida para los cristianos. El hecho de haber sido el primer apóstol, el más querido de Jesús y el primer Papa hace que normalmente se le considere el "príncipe de los Apóstoles". Está representado con sus atributos tradicionales: las llaves del Cielo y el leño que alude a la cruz invertida donde murió martirizado. Su figura está prodigiosamente bien hecha, dotada de un volumen casi natural, con aspecto de anciano respetable e iluminado hábilmente con dos focos: uno más fuerte lateral, y otro más débil por detrás que ayuda a dar tridimensionalidad y profundidad a la imagen. Son sorprendentes los plegados en escalón que se recortan oscuros contra el fondo débilmente iluminado.
obra
La opinión más generalizada no da a Alejo Fernández la autoría de esta bella tabla y se aducen razones puramente estilísticas para hacerlo, pese a que existe un contrato con Fernández para una tabla del mismo tema para el antiguo Corral de los Olmos. La arquitectura del trono es similar a la de la Virgen de la Rosa y captado con idéntica perspectiva. Incluso la solemnidad frontal remite a la tabla citada. Además este San Pedro, arropado por una dalmática bordada con ricas representaciones de santas mártires, ostenta una barba canosa interpretada de forma prácticamente idéntica a la que luce San Joaquín en el Abrazo. Si no se atribuye a Alejo, habría por tanto que ponerlo en el más estrecho círculo de sus discípulos o colaboradores, apuntándose a Pedro Fernández de Guadalupe.
obra
Esta magnífica imagen de San Pedro fue realizada por El Greco, probablemente para la iglesia de San Vicente en Toledo, teniendo como compañero a San Ildefonso. Cuando fue trasladado al Museo de El Escorial, el lienzo fue cortado en su parte superior, resultando una figura aún más alargada de lo que aparentaría en un principio. San Pedro viste túnica azul y manto amarillo, y porta en su mano izquierda las llaves de la Iglesia que fundó por encargo de Jesús. Dichas llaves son su indiscutible atributo, con el que siempre aparece representado. La figura se sitúa en un pequeño espacio de terreno, como si estuviera en la cima de una montaña, igual que Doménikos hizo en el San Martín o en el San José. Sin embargo, aquí no presenta el paisaje de Toledo, resultando una escena más simple. La desproporción es la nota predominante en esta alargada figura, de modo que la pequeña cabeza parece no corresponder con el voluminoso cuerpo. Y es que El Greco emplea un canon estético diferente al clásico; además, la anatomía se pierde entre los pliegues de los vestidos, dando la impresión de encontrarnos ante figuras escuálidas. La atención del pintor se centra en el rostro del santo, tan naturalista que parece un auténtico retrato. Las manos también son dignas de mención, destacando los largos dedos, dos de ellos habitualmente unidos. El efecto tormentoso del cielo y el empleo de la luz - que crea interesantes contrastes de luz y sombra - aumentan el aspecto espiritual de la imagen, mostrando Doménikos su capacidad para interpretar las exigencias de sus clientes: la aristocracia y los clérigos toledanos, impregnados de misticismo.
obra
En la pintura española serán bastante frecuentes los apostolados, siendo El Greco uno de los primeros en realizar esta temática. Rubens también la trató y, por supuesto, Ribera. Formando este apostolado sólo han quedado tres integrantes: San Pedro, Santiago el Mayor y San Pablo. En ellos el maestro valenciano exhibe la dependencia del estilo de Caravaggio al emplear una intensa y potente luz que crea acentuados contrastes lumínicos, tonalidades apagadas pero de gran viveza cromática y figuras tomadas directamente del natural, humanizando a los personajes sacros al representarlos con absoluto naturalismo. El san Pedro recorta su figura sobre un fondo neutro -dotando así a la figura de mayor volumetría- y dirige su mirada hacia la izquierda, portando en su mano derecha las llaves que constituyen su atributo. Las manos son las de un pescador, igual que el rostro, marcándose arrugas y músculos como observamos en el potente cuello. El resultado es de un realismo espeluznante.
obra
Los cuadros con figuras aisladas de santos debieron ser muy demandados por los particulares en el virreinato de Nápoles. En este grupo incluimos al San Pedro que aquí contemplamos, llevando en sus manos las llaves y el libro que se convierten en sus atributos. La figura del santo aparece recortada ante un fondo neutro, iluminada por un potente foco de luz que procede de la izquierda, al modo caravaggista, aunque ahora se incorpora un nuevo elemento que dota de sensación espacial y atmosférica a la figura. Se trata de un ligero halo que envuelve la cabeza, elemento que también se repite en el Tacto. El manto amarillento sirve de base a la sensacional cabeza en la que Ribera muestra su facilidad para interpretar las expresiones, siguiendo la fórmula naturalista de obras anteriores como Heráclito. En la cabeza del santo podemos apreciar la técnica densa y pastosa empleada por el maestro en estos años.
obra
Cuando Ribera realizó su Apostolado en los primeros años de la década de 1630 parece que buscó los modelos en tipos de la calle, tremendamente reales para representar a sus apóstoles como tipos maduros, en los que se manifieste la dureza de la edad y el sufrimiento pero en los que se también se aprecie la serenidad de la fe. Estas características se pueden aplicar sin lugar a dudas a San Pedro, considerada una de las figuras más impresionantes de la serie, destacando su monumentalidad y la tonalidad dorada de su manto. El santo aparece de perfil, con el rostro ligeramente girado hacia el espectador, portando el libro y las llaves que se convierten en sus atributos. Su inteligente mirada apenas queda sugerida por el acentuado contraste de claroscuro empleado por Ribera, siguiendo las pautas del tenebrismo de Caravaggio. Las influencias de Rubens y El Greco también están presentes en esta composición, aunque el personaje de Ribera abandone la grandiosidad del flamenco para hacerse más cotidiano. San Pablo y Santiago el Mayor son algunos de sus compañeros en la serie.