La figura de san Pablo viste túnica azul, manto carmesí y porta una larga espada y un papel donde se lee en griego: "Para Titos, ordenado primer obispo de la iglesia de los cretenses", mostrando la relación de su patria natal con el santo. Su afilada cabeza se acentúa con la barba, creando El Greco una figura de gran belleza y espiritualidad. Técnicamente nos encontramos ante una factura suelta y abocetada, modelando a través de la luz y el color tal y como observó en la Escuela veneciana, lenguaje que seguirá a lo largo de toda su carrera. Los pesados ropajes ocultan su anatomía y realzan la estilizada figura del apóstol.
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El lienzo dedicado a San Pablo es muy semejante al de San Pedro. Zurbarán no solía representar a este Apóstol, considerado el Apóstol de los gentiles, por la labor de conversión de extranjeros que con sus escritos llevó a cabo. Suele representársele como un anciano, tal como lo vemos de la mano de Zurbarán, con una túnica roja y, en este caso, un manto verde. Esta combinación de colores podría sorprender en otros autores, pero Zurbarán tenía una especial habilidad para combinar gamas cromáticas que en otros hubieran resultado discordantes. Los atributos que el viejo Apóstol porta para ser identificado por los fieles son dos: el libro, por sus ya mencionados escritos, y la espada, con la que fue decapitado y martirizado por los romanos.
Personaje
Religioso
Miembro de una importante familia judía y llamado Saulo, se educó bajo los rígidos principios fariseos a pesar de ostentar la ciudadanía romana. En Jerusalén recibió las enseñanzas de unos de los más importantes rabinos quien le inculcó ideas contrarias a los primeros cristianos al negar la ley mosaica. Durante un viaje a Damasco recibió una visión que le convirtió al cristianismo y en uno de los más importantes difusores de la doctrina cristiana. Entre los año 45 y 49 inició su primer viaje apostólico en el que recorrió Cilicia, Panfalia y Jerusalén, mientras que en años sucesivos visitó Grecia, Macedonia y Anatolia. En el año 58 fue apresado en Jerusalén y trasladado a Roma para ser juzgado. Se piensa que recibió la absolución y se trasladó a Hispania para continuar su labor evangelizadora. Su papel como difusor de la religión cristiana se recoge en las catorce epístolas que escribió.
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Al ser desmembrado el Políptico de Pisa a fines del Cinquecento los especialistas intentan encontrar la ubicación exacta de las tablas, estableciéndose diversas hipótesis relativas a su distribución. Se considera que el San Pablo que aquí contemplamos y el San Andrés que hace pareja con él estarían colocados junto a la Crucifixión. El santo aparece con su cuerpo de frente y la cabeza girada hacia la derecha, portando en su mano derecha una espada -en alusión a su pasado como general romano perseguidor de cristianos- y en la izquierda un libro identificado con las Sagradas Escrituras en cuyo nombre San Pablo predicaba. Su rostro está perfectamente individualizado y destaca por su expresión de bondad. La figura está dotada de una sensacional monumentalidad gracias a la iluminación empleada, los pliegues del manto y la disposición de sus brazos. El fondo dorado es una reminiscencia gótica que posiblemente se deba al deseo del cliente.
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La figura de San Pablo se recorta sobre un fondo neutro, de la misma manera que se hacía en los retratos de la Escuela veneciana y que repetirá el mismo Doménikos - véase Antonio de Covarrubias -. Viste túnica azul y manto rojo, colores tradicionales entre las figuras divinas al simbolizar la eternidad y el martirio. En su mano derecha porta una espada, simbolizando su pasado como general romano; en la izquierda sujeta un papel con caracteres griegos. Como es habitual en estos santos aislados, El Greco centra su atención en el rostro del personaje, captando perfectamente su psicología. De esta manera transmite la espiritualidad que se le solicitaba por parte de sus clientes. El colorido empleado por el candiota es muy brillante, producto del contacto con el Manierismo. La fuerte luz que ilumina la figura provoca la eliminación del color en algunas zonas donde impacta con mayor fuerza, creando una sensación muy efectista. Los pesados ropajes, ampliamente plegados, impiden apreciar la anatomía de San Pablo, dando la impresión de mantener el influjo de Miguel Ángel a la hora de elegir figuras más bien amplias, adaptadas eso sí a la estilización característica que imprime a sus modelos El Greco.
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Del apostolado que Ribera pintó al poco tiempo de establecerse en Nápoles sólo se conservan tres piezas: Santiago el Mayor, San Pedro y este San Pablo que contemplamos. Al igual que sus compañeros, la figura del apóstol aparece recortada sobre un fondo neutro con el que se resalta la volumetría, recibiendo un potente foco de luz procedente de la izquierda que impacta en su rostro, destacando su expresividad. Ribera continúa trabajando en el naturalismo al representar al santo como si de un hombre napolitano se tratara, reconociéndose sólo a través de sus atributos: la espada y las cartas que escribió como complemento de su predicación. La influencia de Caravaggio continúa presente tanto en el naturalismo con el que trata la figura como en el juego de luces y sombras utilizado, heredero del tenebrismo.
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San Pablo es una de las imágenes más representativas del Apostolado realizado por Rubens en 1610-1612, posiblemente para el Duque de Lerma. El libro y la espada con los que se representa simbolizan su lucha por la fe. Su larga cabellera y barba sugieren que se trata del mismo modelo que el San José de la Adoración de los Magos del Museo del Prado. Igual que sus compañeros -Santiago el Mayor, por ejemplo- el foco lumínico que procede de la izquierda sirve para otorgar mayor volumen y realismo a la figura, en clara referencia a la obra de Caravaggio. La fuerte personalidad de San Pablo es una muestra de la brillante faceta del maestro como retratista.
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Ésta es una excelente muestra de la etapa juvenil de Velázquez, influida profundamente por Caravaggio. El sevillano pone de manifiesto su dominio del retrato al dar la imagen de un hombre de carne y hueso, captado directamente del natural y envuelto en una amplísima túnica en la que destacan los pliegues casi escultóricos. La figura del santo está sentada sobre un escalón que se confunde con el fondo, zona donde se ven las limitaciones de Velázquez al esconder hábilmente las piernas y ocultarlas bajo los pliegues. El colorido terroso es un rasgo común de estos años sevillanos al igual que la iluminación, heredados ambos del Tenebrismo. Posiblemente fuese compañero de Santo Tomás, lo que hace pensar que se trataría de los restos de un Apostolado, muy frecuente en el Barroco español. Buena muestra son los que se pueden apreciar en el Museo del Prado, de Rubens, Ribera o El Greco.
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Cuando ribera realizó su Apostolado no dudó en tener como referencia el que Rubens había ejecutado en la década de 1610, conocido gracias a sus grabados. Sin embargo, el pintor valenciano se aparta de la grandiosidad que caracteriza al flamenco para presentar figuras más mundanas, tomadas de las calles napolitanas, pero no carentes de dignidad. Son hombres maduros, trabajados por la edad y el sufrimiento como podemos apreciar en este San Pablo, cuya figura se destaca de un fondo tremendamente oscuro que casi dificulta la contemplación de su atributo, la espada. El naturalismo con el que está tratado el personaje y la iluminación empleada están directamente inspirados en Caravaggio, el maestro que en estas primeras décadas dejará su huella marcada en el estilo de Ribera. Santiago el Mayor o San Andrés son algunos compañeros de la serie.
Personaje
Religioso
Fue diácono en su cuidad natal, Córdoba, concretamente en la iglesia de San Zoilo, donde destacó por su comportamiento caritativo con los demás. Fue víctima de un martirio. Después de muerto, sus verdugos expusieron su cuerpo para que lo devorasen los animales. Sin embargo, fue rescatado por los cristianos que le dieron sepultura en San Zoilo.