Busqueda de contenidos

acepcion
Area del altar mayor hasta el pie de las gradas por donde se sube a él, que regularmente suele estar cercada con una reja o barandilla.
contexto
Las notas biográficas acerca de Starnina son confusas. Sus datos se reducen a los aportados por Vasari (Vite), quien sitúa su nacimiento en Florencia en el año 1354. Coincidiendo con el movimiento de los Ciompi (Antal), Starnina, comprometido, se ve obligado a salir de su patria en 1378 hacia España. El propio Vasari narra la buena acogida en la Corte española, aunque sin aclarar ante qué rey. A este respecto Ceán Bermúdez recoge cómo "...Vino a España y el rey Don Juan el primero le dio buena acogida en su corte y un sueldo decente. Permaneció en ella algunos años pintando muchas y buenas cosas, que agradaron al soberano, por lo que le llenó de premios y distinciones. Cuando ya estaba rico deseó volver a su patria y obtenida la licencia del rey, fue recibido en Florencia con gran obsequio de sus amigos, parientes y paisanos". De esta, primera estancia en España (1379-1386) no hay documentación ni obra alguna. Al volver a su patria en 1387, se inscribe en la Compañía de san Lucas de Florencia bajo el nombre de Gherardo di Jacopo Starnina, citándosele también, a finales del mismo año y principios de 1388, en la Corporación de los Medizi e Speziali, como Gherardo di Jacopo di Neri. A principios de siglo, Sanchís Sivera encuentra documentación en los archivos de la catedral de Valencia, recogida más tarde por Procacci. En ella aparece, en diferentes fechas durante los últimos años del siglo XIV (1395, 1398, 1399, 1400 y 1401), como pintor de la ciudad de Valencia, lo que indica su asentamiento en dicha urbe. Pero, paralelamente a su permanencia en Valencia, que plantea problemas sobre su identificación con el maestro Bambino Vispo (Hériard Dubreuil), que no trataremos aquí, la figura de Stamina es fundamental como creador del taller trecentista castellano que se forma en torno a la catedral de Toledo. El documento que prueba su estancia en Toledo es un recibo, conocido desde hace tiempo gracias a Fernández Vallejo, y que más recientemente sacó a la luz C. Torroja. El recibo, firmado en 1395 por Gherardo Jacopo en relación con la capilla del Salvador, va precedido por la autorización desde Valencia por parte de Nicolás de Antonio para que cobrara en su nombre el precio de la pintura que habían hecho juntos: "Yo Gerardo Jacopo, pintor de Florencia, procurador que so de Nicolao de Antonio, otrosí pintor de Florencia, otorgo e conosco que reçibi de vos Pero Ferrandez de Burgos, receptor del arçobispo de Toledo, quarenta florines de oro, del cuño de Aragón, los cuales dichos quarenta florines vos me distes e yo de vos recibi por razon de que yo e el dicho Nicolao de Antonio vos pintamos un panno de la Pasión de Jhesuchristo que vos tenedes puesto en la vuestra capilla de Sant Salvador, que vos fezistes dentro de la eglesia cathedral de Santa María de aquí de Toledo...". Con la aparición de este recibo en la catedral toledana, queda probada la estancia de Starnina en esta ciudad con unas fechas que coinciden claramente con su segunda venida a España. De esta forma, a pesar de no encontrar ninguna obra suya documentada con plena certeza en la catedral, es lógico relacionar con él o con su estilo una serie de pinturas y asignarle el papel de creador del taller trecentista toledano, desarrollado en los últimos años del siglo XIV, y con proyección en Castilla durante el primer tercio del siglo XV. Entre 1401 y 1404 no hay noticias ni obras suyas, por lo que cabe suponer su regreso a Florencia y su intervención en los frescos de la capilla de san Jerónimo en la iglesia del Carmine, que concluiría en 1404 (H. Giglioli), pues como constata Billi: "refleja en la Capilla ciertas vestiduras que siguen la moda de España y Francia". En 1408 recibe encargos para san Stefano d'Empoli (Giglioli), noticia que pone en duda la fecha de su muerte en este año, aparecida en la primera edición de Vasari. Debemos, pues, retrasar su fallecimiento hasta 1413 (Richart, Botari), a los cincuenta y nueve años y no a los cuarenta y nueve como proponía Vasari, ya que su nombre aparece todavía el 28 de octubre de 1413 en la lista de ciudadanos florentinos, en donde se habla de los herederos del pintor, de sus hijos y de su madre. Su epitafio, recogido por Vasari, pone nuevamente de manifiesto su relación con España: "A Gerardo Starnina, florentino, pintor de suma invención y elegancia. Las Españas que lograron por sus hermosísimas obras, máximo ornato y dignidad, le elevaron en vida a grandes honores y distinciones, y le celebraron muerto con egregios, sinceros y merecidos elogios".
contexto
En el siglo XIX, Asia, el continente más extenso del mundo, carecía en buena parte de Estados sólidos con un poder fuerte. Oceanía estaba prácticamente despoblada. Los europeos van a aprovechar estas circunstancias. La gran potencia europea limítrofe con Asia era Rusia. Había estado a la ofensiva durante toda la Edad Moderna y esta actitud siguió en el siglo XIX. La región en que se realizaron los mayores avances hasta 1880 fue la que se extendía hacia el sur en Asia Central. Esta región se hallaba ocupada en parte por pueblos primitivos, algunos sedentarios y agrícolas y otros nómadas. No eran numerosos ni contaban con una organización moderna. Poco antes de 1870, entre los nómadas, los kazaks, apenas llegaban a 2.500.000, los kirguises y turkmenistanos no pasaban de 300.000. Algunos de los pueblos sedentarios tenían una población algo mayor: los uzbekos, probablemente, sumaban 3.500.000. Entre estos pueblos sedentarios estaban quienes podían lisonjearse de un pasado más glorioso. En todo caso, en el siglo XIX se asentaban sobre una pobre sociedad agrícola. Sus casas eran chozas de barro, a veces cerca de las ruinas de los palacios de las antiguas civilizaciones, como Samarkanda en Uzbekistán. La expansión rusa en Asia Central no importaba demasiado a las potencias europeas, salvo a los británicos en cuanto que el avance se acercaba a la India. Especialmente, Gran Bretaña se preocupó por el avance a comienzos de los años setenta a lo largo de la costa oriental del mar Caspio, en dirección hacia Persia y más al Este hacia Afganistán. El zar Alejandro II y su canciller, Gorchakov, no deseaban suscitar los recelos de Gran Bretaña, pero eran incapaces de controlar por completo a los militares y hombres de negocios que en Rusia deseaban la expansión, por otra parte relativamente fácil. En 1874 se estableció un distrito militar Transcaspiano. Gran Bretaña reaccionó con el afianzamiento de su posición en un territorio como Afganistán que, si bien carecía de interés comercial, constituía una enorme barrera para la protección de la India. Rusia, a finales de los años ochenta, había casi terminado su conquista de nuevos territorios en Asia Central pero aún le quedaba la enorme tarea de poseerla efectivamente, conocerla, organizarla y explotarla, a lo que dedicó sus principales esfuerzos en las décadas finales del siglo XIX y primeras del XX. La gran potencia europea en Asia será Gran Bretaña. Es el único país que, en la primera mitad del siglo XIX, tiene un imperio colonial. Desde el punto de vista comercial, posee una cadena de escalas conquistadas, la mayoría a franceses, holandeses y españoles durante los siglos XVII y XIX. En el Mediterráneo, las islas Jónicas, Malta y Gibraltar que cierra el paso del Mediterráneo y además es pieza clave en la ruta hacia India, junto con Santa Elena, El Cabo, isla Mauricio, Adén, Ceilán. En la ruta a China se completan las bases con Singapur y Hong-Kong. La mayoría de estos enclaves son pequeños territorios que precisamente en la terminología imperial británica son denominados "colonias". Los "dominios", a diferencia de las colonias, eran extensos territorios, algunos de ellos de escasa población nativa, que se dedicaban fundamentalmente a la explotación económica y a la expansión demográfica. Aunque la presencia británica se remontaba en algunos de estos territorios a siglos anteriores, será en el XIX y, especialmente, en el período que va desde 1860 a 1902 cuando se produce la gran expansión interior y su conversión en lo que en terminología común llamamos colonias. Como zonas de asentamiento de excedentes demográficos, hay que señalar fundamentalmente en estos continentes Australia y Nueva Zelanda. Entre las colonias de explotación, hay que destacar sobre todo la India. En la gran etapa colonial de finales del siglo XIX, Inglaterra aumenta sus posesiones mediante el total dominio de la India (administrada desde 1777 por la Compañía de las Indias Orientales), que se aísla de otras colonias europeas con Estados tapones: protectorados de Cachemira (actualmente un Estado de la India), Beluchistán (actualmente parte de Pakistán), Afganistán y Birmania. Entre 1870 y 1890 se completa la ocupación de una extensa área que corresponde al subcontinente indostánico. La India, con sus casi 5.000.000 de km2 y 300.000.000 de habitantes, constituía un Imperio por sí misma. Desde mediados del siglo XIX, se sustituye la administración de la Compañía de Las Indias por la directa de la Metrópoli. Además de algodón, suministra a Gran Bretaña yute, trigo, aceite, té y minerales. De ella obtiene materias primas a bajo precio. El algodón de la India juega un papel creciente en la economía británica. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX surgen revueltas nacionalistas, como la de los Cipayos en 1857, que tardó dos años en ser dominada. Será a partir de entonces cuando la Corona británica asume la administración directa del territorio. En 1885 nace el partido político nacionalista "El Congreso Nacional Indio" que solicita la conversión en dominio, tomando como modelo a Canadá. Inglaterra se resistió a perder el control fundamental de la India, pero concedió a jefes indígenas la administración local. En Asia la presencia británica se completa con la ocupación de Malasia, donde ya existía la base de Singapur, y parte de Borneo. Francia se encontraba en el Lejano Oriente (Cochinchina y Camboya) desde los años sesenta del siglo XIX. En la década de los ochenta se produce un nuevo ímpetu para la ocupación de nuevas zonas del actual Vietnam (entonces Annam y Tonkín) que, después de duros y difíciles combates con los annamitas apoyados indirectamente por China, pasan a ser protectorados franceses. La situación llevó a un enfrentamiento, sin declaración formal de guerra, con la propia China. La mediación del británico sir Robert Hart, inspector general de Aduanas en China, fue decisiva para que se firmara, en 1885, un protocolo entre Francia y China por el que se confirmaba el Tratado de Tientsin de 1884 mediante el cual China abandonaba Tonkín y reconocía el protectorado de Annam. Jules Ferry actuaba por razones económicas y de prestigio. La ocupación un año más tarde de Birmania por Inglaterra no es ajena a la actitud francesa, que amenazaba la hegemonía británica. La respuesta de Francia fue el afianzamiento, desde 1887, en Laos, que pasó a convertirse en protectorado desde 1893. Así pues, el bloque de los actuales Vietnam, Laos y Camboya estaban bajo dominio francés antes de terminar la centuria. Una nueva Europa creada en América, los Estados Unidos, cuando a finales del siglo XIX ha terminado su expansión en el Oeste y ha llegado a la fachada pacífica, adquiere conciencia de sus intereses en el Océano Pacifico, que abarca buena parte de Asia y Oceanía. Desde mediados de la década de los setenta, la islas Hawaii se encuentran bajo su protección, que termina con la anexión en 1898. Ese mismo año lo hicieron con otras islas, las Filipinas y Guam. Actitudes que manifiestan claramente la intención norteamericana de participar en el Pacifico en confrontación con otros imperialismos. Cuatro países europeos -Rusia, Gran Bretaña, Francia y Holanda- y Estados Unidos se disputan un continente frente a los dos grandes países asiáticos: China y Japón.
contexto
La expansión de los francos hacia los territorios visigodos, iniciada en la batalla de Vouillé -507- tiene su continuidad en Poitiers -732- y en las campañas que llevan a la ocupación de Provenza -759- y Aquitania -760-768-; años más tarde, el rey franco Carlos el Grande -Carlomagno- intenta proteger su territorio ocupando la vertiente sur de los Pirineos y envía una expedición que será atacada y destruida en Roncesvalles -778- donde hallará la muerte Roldán; su historia y hazañas han sido inmortalizadas en la Chanson de Roland, que tiene como réplica hispana el Poema de Bernardo del Carpio.La campaña del 778 tiene como uno de sus objetivos someter a los vascones de Pamplona, y serán éstos los que ataquen la retaguardia franca y consigan alejar a los carolingios de los Pirineos orientales durante treinta años. Frente a los carolingios y frente a Córdoba, frente a los dos poderes del llano, tendrán los montañeses de Pamplona la ayuda de los banu Qasi del Ebro hasta que el valí de Huesca ponga fin a la revuelta muladí el año 806. Tras la muerte del valí, Carlomagno logró ocupar Pamplona, pero su dominio fue de corta duración. Con la ayuda, una vez más, de los muladíes del Ebro los Arista, dirigidos por Iñigo Iñiguez, expulsaron de Pamplona a los carolingios (816) y derrotaron a un nuevo ejército enviado por los francos ocho años más tarde, fecha en la que podemos considerar perfectamente consolidada la independencia del segundo foco de resistencia al dominio musulmán, el reino de Pamplona.Unos años antes -810- el conde franco Oriol o Aureolo puesto al frente de Aragón por Carlomagno, fue sustituido por un indígena, Aznar Galindo, con el que se inicia la historia de los condes independientes de Aragón, obligados a un difícil equilibrio entre sus vecinos muladíes, cordobeses, carolingios y pamploneses, tan pronto aliados como enemigos. Navarros y aragoneses se independizan al mismo tiempo de los carolingios, pero mientras los segundos se mantienen en un cierto estado de subordinación al Imperio, que se refleja en el título condal de sus dirigentes, los primeros forman una monarquía: sus jefes toman el título de reyes, con el que destacan su independencia frente a los carolingios y frente a los emires de Córdoba.El fracaso carolingio del 778 tuvo una compensación en los movimientos anticordobeses iniciados en Gerona y Urgel-Cerdaña, cuyos habitantes buscaron la alianza de los francos contra los musulmanes y aceptaron la autoridad carolingia en el año 785. Abd al-Rahman I, ocupado en pacificar sus dominios, no pudo intervenir, pero su hijo Hisham recuperó las comarcas sublevadas y saqueó los territorios francos entre Narbona y Toulouse. El peligro musulmán era demasiado grave para los carolingios, y Carlomagno presionó sobre Urgel, donde sus ataques coincidieron con la división de la Iglesia visigodo-musulmana a propósito del adopcionismo. Félix de Urgel, combatido por Alcuino de York, es condenado por los concilios convocados por Carlomagno, y monjes y obispos francos evangelizaron la comarca urgelitana, que rompió su vinculación con Toledo y pasó a depender de Narbona completando de este modo la intervención militar carolingia en la zona pirenaica, donde las tropas de Carlomagno ocupan en los años inmediatamente posteriores, además de Aragón y Pamplona, los territorios de Pallars, Ribagorza, Cerdaña, Barcelona, Gerona y Vic.Aunque también en Pallars-Ribagorza, Urgel-Cerdaña, Gerona, Vic o Barcelona puede hablarse de una cierta resistencia al dominio carolingio, la vinculación con el Imperio se mantuvo y habrá que esperar a los años finales del siglo IX para hablar de una relativa independencia de los condados catalanes, independencia que va unida, según recuerdan las Gestas de los Condes de Barcelona, a la lucha contra los musulmanes: "Vifredo, el primer conde independiente, pidió ayuda al rey para expulsar a los musulmanes pero éste, ocupado en negocios más urgentes, no pudo dársela y le hizo la siguiente propuesta: si él solo era capaz de expulsar a los musulmanes, el honor (el condado) de Barcelona permanecería para siempre en sus manos y en las de sus herederos... Vifredo... expulsó a los agarenos hasta la frontera de Lérida y poseyó como propio el condado tan valientemente conquistado. He aquí cómo el honor de Barcelona pasó de la potestad real a manos de nuestros condes..."Estos condes son, realmente, los encargados de impedir los avances musulmanes sobre las tierras carolingias, y su papel militar explica la concesión de poderes extraordinarios o la unión de varios condados bajo una misma persona, por lo que ha llegado a hablarse de una cierta unificación del territorio catalán, que habría formado lo que se ha dado en llamar la Marca Hispánica, nombre en el que se ha querido ver un reflejo de la unión, bajo un marqués, de todos los condados catalanes, que tendrían unidad política desde el siglo IX, aunque el término parece indicar, simplemente, la existencia de una marca o zona fronteriza del Imperio carolingio, carente de unidad política como lo demuestra la historia de los diversos condados, tan pronto unidos por disposición real o por la acción de personajes concretos, como divididos y fragmentados por decisión del titular del condado, que le concede la misma consideración que a cualquiera de sus bienes y como a éstos lo divide entre sus herederos. Puede verse la mejor prueba en el testamento político del primer conde independiente: al morir, en el año 897, deja a su hijo Sunifredo el condado de Urgel; a Miro II los de Cerdaña y Besalú; y a Vifredo Borrell y Suñer, conjuntamente, los de Barcelona-Gerona-Vic, que se mantendrán unidos y serán el núcleo de la futura Cataluña.
contexto
La historia de las mujeres supone todavía hoy todo un reto para la historiografía. No se trata sólo, ha escrito Margarita Ortega, de integrar a las mujeres en el discurso histórico, sino también de establecer unas categorías de análisis que permitan la valoración de las funciones que tuvieron, así como de conocer las diversas relaciones existentes entre hombre y mujeres coetáneos. (1) El reto, por lo tanto, es de enorme interés para los historiadores, y muy especialmente para la historia de las mujeres en la Época Moderna. En España, la proyección institucional de la historia de la mujer arranca de 1981, al calor de la influencia anglosajona, aportada por Mary Nash, que llegó a ser profesora de la Universidad de Barcelona. Desde 1981, el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid ha celebrado anualmente unas jornadas cuyas Actas están siendo muy útiles para reflexión histórica. Por otro lado, en la Universidad de Barcelona se creó el Centre d'lnvestigació Historica de la Dona, que ha promovido numerosas actividades culturales. Al mismo tiempo, la Universidad Autónoma de Barcelona, a través del departamento de Sociología, constituyó un seminario permanente que ha orientado su preocupación básica hacia la dotación de un centro de documentación cuyo primer resultado ha sido un magnífico repertorio bibliográfico de más de 7.000 títulos sobre el tema de la mujer. Grupos nuevos sobre esta temática han surgido en Granada, Málaga y otras universidades españolas. (2) Gráfico Historiográficamente, la historia de las mujeres ha sido deudora de las aportaciones de las ciencias sociales. Ahora, sin embargo, se han propuesto nuevos conceptos que desarrollar como, por ejemplo, el de diferencia de género o el de cultura de las mujeres. Así, en los estudios sobre la cultura femenina, no se incluye únicamente la instrucción o educación superior, sino que se atiende más bien a su sentido antropológico como valores y conductas que se trasmiten y permanecen, así como el uso de los recursos materiales, espirituales o estéticos que realizan las personas. Todo ello permite ampliar notablemente el campo de análisis de una sociedad como la de los siglos XVI al XVIII, escasamente alfabetizada. Consecuentemente, la historia de las mujeres se pregunta por la existencia de una cultura de las mujeres, estudiando no sólo la escritura femenina, concentrada en las capas privilegiadas de la sociedad estamental, sino tratando de explicar los códigos de conducta, los valores -e incluso los mitos- manejados por las mujeres en la construcción de su identidad. Ahora los estudios se interesan por las formas de la sensibilidad, la creatividad, las aspiraciones de las mujeres, el mecenazgo artístico o social que muchas de ellas promovieron, así como por las posibilidades reales que tenían de divulgar sus ideas y sus obras de creación teniendo en cuenta los obstáculos y apoyos que encontraron para desarrollar su propia personalidad u obtener determinado reconocimiento social. Los estudios de la mujer en la Época Moderna se han ido desarrollando en España en las últimas décadas de forma continuada gracias a una joven generación de historiadoras e historiadores que han contribuido al conocimiento de múltiples aspectos hasta ahora en penumbra. Se ha trabajado en campos muy diversos que van desde la participación de la mujer en la vida política y social, hasta el papel de la mujer en el trabajo asalariado (3) y en la economía doméstica, incluyendo las especificidades del trabajo femenino, la producción de las mujeres y sus aportaciones a la economía familiar. También se han estudiado las formas de religiosidad femenina, y las aportaciones de las mujeres al arte, la ciencia y la cultura. En todos los casos se aprecia un acentuado interés por mostrar su existencia, la relación de las mujeres con los espacios del poder y de la política, la realidad de sus vidas cotidianas, etc. Otros historiadores se han decantado por estudiar lo pensado y lo dicho sobre las mujeres. Conscientes del poder del lenguaje y de la palabra como productora de realidades, se han aplicado al análisis de los discursos,(4) de las representaciones culturales que históricamente definen y caracterizan lo que denominamos femenino en paralelo y, a menudo en contraposición, con lo masculino. (5) Todos estos análisis han cuestionado el papel de lo público y de lo privado, que falseaba la realidad, al considerar esta realidad dividida en dos esferas separadas que funcionarían independientemente. Gráfico La historia de las mujeres ha tenido que buscar nuevas fuentes significativas y representativas de la diversidad social y de la diversidad femenina en la modernidad. Algunas de las informaciones más ricas las proporcionan los archivos judiciales, inquisitoriales, eclesiásticos, sin olvidar la documentación procedente de las cárceles, las casas de recogimiento y prostíbulos. Hoy se está apelando mucho, ha escrito García Cárcel, a la documentación notarial: capitulaciones matrimoniales, testamentos, etc. Asimismo a la documentación eclesiástica: reconstitución de familias, información conventual, etc. También han debido ser interrogados catastros, censos demográficos, ordenamientos jurídicos locales, regionales o nacionales o archivos de las sociedades Económicas de Amigos del País. De gran interés son los libros de fisiología y medicina de cada época, los códigos de sociabilidad, la literatura preceptiva y moral, sin excluir la literatura de creación o los periódicos. Pero también hay que valorar el esfuerzo de revisión crítica realizado sobre la información existente; así, no sólo se ha tratado de conocer lo que dicen o dictaminan sobre las mujeres los ordenamientos jurídicos peninsulares, por ejemplo, sino también se ha tratado de explicar los silencios, lo que no se dice o se manipula en unos u otros documentos, o por qué esto ha sido así durante tanto tiempo. Pero en gran parte de esta documentación, la mujer siempre aparece como objeto de referencia y no como sujeto. En realidad, faltan memorias personales, faltan fuentes directas, en suma, queda mucho por hacer. Fuentes nuevas o fuentes tradicionales, pero es necesario cambiar la perspectiva, la mirada sobre los diferentes corpus documentales de la Edad Moderna, e interrogarse sobre cómo afectó cualquier acontecimiento del pasado a las mujeres y a las vidas y a las relaciones cotidianas entre mujeres y hombres. Los modernistas están tratado de responder a esta demanda, relacionando el contexto histórico en lo político, social o cultural, con las vidas y experiencias de las mujeres. Cómo los movimientos políticos y sobre todo culturales, pudieron influir en sus formas de vida. El objetivo de este trabajo es poner al alcance de la mano una selección de ideas, estudios y metodologías que han ido apareciendo en la historiografía española sobre la mujer en el Mundo Hispánico durante la Época Moderna. No se trata, por lo tanto, de un estudio de investigación de archivo sino más bien de una serie de trabajos que tratan de sintetizar algunas de las últimas aportaciones y servir para una primera aproximación o primer encuentro con el mundo de la mujer en la Época Moderna. Para estudios más profundos remitimos a los magníficos trabajos sobre diversos aspectos de la mujer hispana en la Época Moderna, como las aportaciones de Isabel Morant, Montserrat Carbonell, Ignacio Atienza, María de los Ángeles Pérez Samper, así como de Margarita Ortega, María Victoria López Cordón, Pilar Pérez Cantó, Gloria Franco, María José de la Pascua, María Antonia Bell, etc. Toda esta bibliografía y mucha más, ha sido utilizada para esta síntesis. Al comentar esta oportunidad ofrecida por ArteHistoria, algunas personas del entorno han querido colaborar con sus propias aportaciones y síntesis. Esto quiere decir que no es una obra cerrada sino, insistimos, una plataforma para ir profundizando. Para articular los diversos trabajos y estudios, se ha seguido un esquema sencillo: Mujer y poder; Mujer en la vida social y económica; y Mujer y Cultura
obra
La Presentación ante Caifás se desarrolla en un espacio interior bien construido desde las leyes racionales de la perspectiva, que simula una profundidad donde se desarrolla la escena. A esto se une la disposición del trono donde se sitúa Caifás, a la derecha, que parece también ocupar su lugar. Para comprobar esta creación espacial, Giotto figura los casetones del techo y unas ventanas en el muro de fondo, aunque la que más nos interesa es la de la pared izquierda, que está entreabierta. Mientras el sumo sacerdote judío se rasga las vestiduras y se descubre el pecho lleno de rabia, muy caracterizado en los rasgos de su cara y en su reacción, el grupo de la izquierda sigue el dinamismo y tensión de la escena, aunque Cristo se muestra mucho más estático, maniatado y sin apenas afectación en su rostro, cuya mirada dirige al exterior de la pintura. Además de la profundidad conseguida y las actitudes de los personajes, la obra presenta detalles de carácter decorativo, incluso recargado, que también se contraponen a la figura de Cristo. Sus pobres ropajes nada tienen que ver con las capas y brocados que adornan a los soldados o la que muestran la calidad de las telas de Caifás y su acompañante. La Flagelación continuá el desarrollo narrativo.
video
El reinado del primer Habsburgo, Carlos I de España y V de Alemania, supone el inicio de la hegemonía española a nivel mundial. Las bases de la dominación hispánica hay que buscarlas en la política matrimonial de los Reyes Católicos, que facultó que su nieto el joven Carlos heredara las posesiones españolas, borgoñonas y austriacas y, con ello, la mayor concentración de poder hasta entonces conocida. La elección imperial y las posesiones de Ultramar, finalizadas las grandes conquistas a mediados del siglo XVI, hicieron del monarca el más poderoso de su época. La era de dominación hispánica vino acompañada por un crecimiento demográfico y económico que, sin embargo, no fueron suficientes para hacer frente a las grandes responsabilidades que en el plano internacional planteaba la nueva situación. El papel de primera potencia en una Europa en transformación a todos los niveles, supondrá la realización de un gran esfuerzo político y económico que, no obstante, acabará haciéndose pagar en los reinados posteriores. Felipe II vivirá el repliegue hacia sí misma de la monarquía hispánica y los primeros indicios de una crisis que tendrá su mayor expresión durante el reinado de Felipe III. La apertura del mundo conocido, facultada por los descubrimientos geográficos, ampliará el escenario de las relaciones internacionales y supondrá un nuevo marco en el que se reflejarán las tensiones por la dominación europea. El último marco de referencia lo pondrán los conflictos religiosos, en una época en la que se configuran las grandes escisiones del catolicismo.