(1) Las bajas norteamericanas en el cruce del Rápido fueron de 1.681 muertos, heridos y desaparecidos (entre ellos, como se supo después, 875 prisioneros). A eso había que añadir los intentos frustrados realizados a partir del 16 de enero, luego del bombardeo masivo del monte Trochio y su posterior abandono por los alemanes, en el cruce del Garellano, abajo del Rápido, y efectuado por el 10.° Cuerpo británico de McCreery (Divisiones 5.?, 46.? y 56.?), que fue otro sangriento fracaso, saldado con cerca de 2.000 bajas.(2) Al término de la conquista de Sicilia, Hitler pensó enviar al tambaleante frente italiano un hombre enérgico y de prestigio que galvanizase a las tropas y diese la vuelta a la apurada situación militar. Ese hombre no podía ser otro que Erwin Rommel, que aseguraba ser indefendible la península italiana ante el poder aéreo absoluto de los aliados y las inevitables operaciones anfibias que irían recortando las líneas de defensa germanas. Hitler, que no quería finales anticipados, desplazó a Rommel diciéndole irónicamente: "Es mejor que no vaya a usted a Italia, los italianos no le quieren. No le pueden perdonar el que fuese usted el único que les llevó a la victoria". En consecuencia Kesselring obtuvo el mando, y el Grupo de Ejércitos pasó a ser el C, mientras era destinado poco después a Francia a la cabeza del B.(3) En la primera oleada de Anzio, había soldados ingleses y americanos en la misma proporción. Las fuerzas británicas comprendían la 1.? División de Penney, la 2.? Brigada de Servicios Especiales (compuestas por dos batallones de comandos) y el Regimiento de carros 46.°, las americanas de Truscott eran la 3.? División, junto con un batallón acorazado, otro de paracaidistas y tres batallones de Rangers.(4) Los alemanes habían evacuado a la población civil y en las abandonadas casas sólo permanecían varias compañías de destino y un batallón en período de descanso. En total, cerca de 2.000 hombres. Estos soldados, sin armamento adecuado ni mandos que los dirigiesen, se pusieron a salvo retirándose a toda prisa hacia el interior.(5) Esta, al menos, era siempre la referencia que hacía Lucas del caso, a raíz de las investigaciones motivadas por el fracaso de Anzio. Clark por su parte, en su obra Calculated Risk, mantiene, evidentemente, una opinión diferente.(6) En el desembarco de Salerno -Operación Avalanche del 8 al 9 de septiembre de 1943, justo horas después del anuncio de la rendición italiana al general Eisenhower- participaron dos Cuerpos de Ejército, el 10.° británico (División 46? y 56?), junto con los Rangers de Darby -tres batallones- y dos unidades de los comandos de Laycok y el 6.° USA, de Dawley (Divisiones 45.? y 36.? Texas: posteriormente cuando se hubiese ocupado el puerto de Nápoles, llegarían la 1.? acorazada americana, la 34.? y la 3.? de igual modo que la 7.? Acorazada británica desembarcaría al sexto día de la invasión). La oposición fue débil en principio, ya que los mandos alemanes, incluido Kesselring, esperaban un desembarco mucho más cerca de Roma, incluso en Yugoslavia, como temía el propio Hitler. Los alemanes, sorprendidos por la rendición italiana, reaccionaron ocupando las defensas costeras abandonadas por sus antiguos aliados. Disponían de 75.000 hombres en las proximidades de la zona de invasión. Von Vietinghoff, que fue el único en suponer un desembarco aliado entre Creta y Salerno, movilizó rápidamente a los 14.° y 71.° Panzerkorps, mientras los 17.000 hombres de la reforzada 1.? División de paracaidistas permanecían en Foggia. El 13 de septiembre Vietinghoff atacó con violencia en la brecha existente entre los dos Cuerpos de Ejército aliados por Vietri, Battipaglia y Eboli. Durante todo ese día y el siguiente, la catástrofe planeó sobre los efectivos aliados, de espaldas al mar. Se utilizó incluso, a la desesperada, el lanzamiento de parte de la 82.? Aerotransportada detrás de las líneas germanas. Fue otro fracaso. Finalmente, gracias al apoyo aeronaval y al desfonde final de los alemanes, que no pudieron romper la última línea de resistencia americana en la confluencia de los ríos Sele y Calore, se mantuvo el frente. El 17, dándose cuenta de que no podía arrojar al enemigo al mar, Vietinghoff ordenaba la retirada hacia la línea del Volturno. En los veintiún días que transcurrieron hasta la caída de Nápoles, el V Ejército de Clark tendría que lamentar 12.000 bajas.(7) En la lucha por Creta -del 20 al 28 de marzo de 1941-, Freyberg, aislado de todo apoyo aéreo y naval, cedió al fin la posesión de la isla ante el asalto masivo de los paracaidistas de la 4.? División de Student. Fue la primera operación aerotransportada de la historia en que se empleaban medios tan numerosos. Pero las bajas fueron tremendas. Más de 4.000 muertos y 3.000 heridos entre los paracaidistas alemanes. Freyberg, que tenía bajo su mando 32.000 hombres -de estos 10.000 griegos-, pudo evacuar algo menos de la mitad -las bajas totales incluyendo los prisioneros, muy numerosos, ascendieron a 18,600 pese al acoso de la Luftwaffe, particularmente efectiva en estas acciones, que culminaron con la pérdida de tres cruceros, seis destructores y 44 transportes para los ingleses.(8) El vuelo de reconocimiento de Wilson y su adjunto, Jacob Devers, se efectuó en un aparato de control de tiro de la artillería, una lentísima Cessna, a sólo 75 metros de altura sobre la abadía. Entre las numerosas figuras que los dos jefes aliados pudieron ver en los patios -estaban allí refugiadas cerca de 1.300 personas, habitantes de Cassino en su mayor parte- es posible que hubiera algún grupo de soldados alemanes, que realizaban metódicas revisiones de la abadía -pese a que se ha insistido en que por el monasterio no aparecían-, pero de ahí a la confirmación de defensas -inexistentes, como lo demuestran todos los testimonios- y hasta de antenas de radio iba un abismo.(9) Minutos después, llegaba una segunda oleada de bombarderos medios Mitchell y Marauder. Los 47 B-25 y 45 B-26 lanzaron otras 110 toneladas de alto explosivo.(10) El 29 de febrero, Kesselring lanzó su postrer intento por desmoronar la cabeza de puente de Anzio. Amparados por una meteorología favorable, los alemanes volvieron a avanzar, presionando intensamente las líneas aliadas. Sin embargo, éstas no cedieron más que posiciones insignificantes, y el 2 de marzo, dominados por un cielo despejado que puso en el aire a 250 Fortalezas Volantes y 180 caza-bombarderos, los alemanes se replegaron definitivamente, tras sufrir 3.500 bajas y perder 30 carros.(12) Sobre este punto véase la obra de Charles B. Burdick, Germany's military strategy and Spain in World War 11, New York, 1968, págs. 35 y ss.(13) Antonio Marquina, "Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial", diario El País, 19, 21, 22 de noviembre de 1978, y la polémica consiguiente con Ramón Serrano Suñer en el mismo diario, 26, 28, 29 de noviembre, 15 y 23 de diciembre de 1978. Aquí se puede encontrar una densa información documental y bibliográfica que en este estudio omitimos.(14) Donald S. Detwiler and alia World War Il", German military studies, V. 7. New York and London, 1979, C-065h, pág. 3.(15) Antonio Marquina, op. cit.(16) Donald S. Detwiler and alía, op. cit., pág. 4.(17) De modo peculiar, F. O. 371/49663/5 y 13. N. A. OSS 58933, y Archives des Relations Extérieures (ARE), Serie 1939-1945, Guerre-Alger, 1269, págs 88-102.(18) ARE, Serie 1939-1945, Guerre-Alger, 1271, págs. 60-69.(19) Así lo reconoció el propio Ramón Serrano Suñer en una conversación con Mr. Malley, de la Embajada británica en 1945. F. O. 371/49663/5.(20) Véase Antonio Marquina, Aranda contra Franco), Historia 16, 72 (1982), págs. 21-30. Los británicos llegarían a contactar con treinta generales españoles.(21) Antonio Marquina, Biografía de Ramón Serrano Suñer, en la obra de Hugh Thomas, La guerra civil española, Ediciones Urbión, fascículo 102, Madrid, 1979-1980. Ángel Viñas, en Política comercial exterior en España (1931-1975), Madrid, 1979, incide en los aspectos económicos y cita un informe del Ober Kommando de la Wehrmacht donde se resalta que la capacidad económica bélica de España no le permite por ahora sostener una guerra con sus propias fuerzas, ni siquiera por un corto período de tiempo, pág, 337. Ricardo de la Cierva, en Hendaya punto final, Barcelona, 1981, da una nueva visión de estos acontecimientos, aunque esta vez el aparato crítico es más elaborado. Si bien no recoge la documentación abierta y los estudios publicados a finales de los años setenta, incluso en España.(22) Donald S. Detwiler and alia, op. cit., pág. 7.(23) Víctor Morales Lezcano, Historia de la no beligerancia española durante la Segunda Guerra Mundial, Las Palmas, 1980, págs. 80-93.(24) Antonio Marquina, Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial, op. cit.(25) Charles B. Burdick, op. cit., págs. 63-97.(26) Donald S. Detwiler and alia, op. cit., pág. 11.(27) Idem, pág. 12.(28) Idem, págs. 13-21.(29) Véanse estos planes en Charles B. Burdick, op. cit. Antonio Marquina, Aranda contra Franco, op. cit., y "El plan Backbone", Historia 16, 79 (1982), páginas 11-22.(19) Antonio Marquina, Franco quiso participar en la Segunda Guerra Mundial, op. cit.
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(1) Los angloamericanos tuvieron 77.000 bajas (9.000 eran muertos) y habían perdido 733 carros y 600 aviones. Los alemanes contabilizaron 81.000 bajas y perdieron 600 blindados y 300 aviones. (2) Además de los presentes, Francia y China, introducidos en el club por Gran Bretaña y USA, respectivamente. (3) Se supone que las cifras fueron minimizadas por todos. Primero por los alemanes, para no activar más el pánico; luego, por los aliados, estremecidos por la barbarie del caso. (4) El grupo de Ejércitos Vistula contaba con 37 divisiones no muy completas. (5) Los aviones angloamericanos no volverán a Berlín después del día 16 de abril de 1945. (6) Los ejércitos que quedaban en el norte de Italia y Austria sumaban 600.000 hombres; 400.000 había en Noruega; 200.000 en Kurlandia (Letonia). Cifras menores había en Dinamarca, Corintia, Estiria, islas frisonas y Hefgoland, Holanda, Dunkerque, islas normandas, Lorient, Saint Nazaire, La Rochela, islas del Dodecaneso, Rodas y Creta. En Alemania había casi un millón de soldados, una cifra similar en Checoslovaquia y unos doscientos mil en Yugoslavia. (7) Wenck había librado afortunados combates defensivos durante todo el mes de abril frente a los norteamericanos en la línea del Elba. Cuando Berlín fue cercado por las tropas soviéticas, Hitler le ordenó romper el cerco de la capital desde el exterior. Wenck, en un desesperado esfuerzo, alcanzó los arrabales de la capital, pero incapaz de avanzar más se atrincheró en espera de las fuerzas del general Busse. Este recibió la orden de Hitler de sostenerse en el Oder, con la lógica consecuencia de quedar cercado. Luego, con muchos millares de civiles junto a sus tropas, montó una bolsa ambulante que se deslizó lentamente hacia el oeste rechazando los ataques soviéticos, hasta que logró alcanzar las líneas de Wenck, cuando unos soldados apenas si eran capaces ya de andar. (8) En el caos de las comunicaciones alemanas, el almirante no sabía que a esas horas los Ejércitos III y XXI a los que trataba de salvar estaban atravesando las líneas inglesas. Montgomery negociaba duro para conseguir rendiciones inmediatas, que le permitieran mejorar sus posiciones y atrapar el máximo botín de guerra posible, evitando que cayera en manos soviéticas. (9) Tras la firma, los mandos soviéticos, que estuvieron mucho más campechanos que Eisenhower en Reims, ofrecieron una comida a la delegación alemana. Keitel, a su regreso a Flensburgo, hizo constar que el caviar y el champán habían sido de la mejor calidad. (10) No confundirle con Hans Frank, el verdugo de Polonia, ajusticiado en Nürenberg. (11) El general Vlassov, apresado por los alemanes al comienzo de la campaña de Rusia; era un convencido anticomunista que proyectó levantar un ejército de un millón de hombres para combatir a Stalin. Los alemanes colaboraron con desgana en este proyecto y el ejército de Vlassov apenas si logró dos divisiones; una de ellas, la primera división del general Buniachenko, luchó contra los alemanes en Praga, aunque luego colaboraría con ellos en su retirada. Las gentes de Vlassov, con sus jefes y oficiales, fueron entregados por los aliados a los rusos. Se calcula que el 90 por ciento fue ejecutado o murió en los campos de concentración siberianos. (12) Se trata de la línea de demarcación, trazada sobre el río Bug, que lord Curzon, Secretario entonces del Foreign Office, propuso al Consejo Supremo después de la Primera Guerra Mundial como frontera oriental de Polonia. El Consejo la aceptó el 6 de diciembre de 1919. Las tropas polacas deberían retirarse hasta la línea Curzon después de firmarse el armisticio en la guerra polaco-soviética. Se establecía de acuerdo con el criterio de las nacionalidades. Se estableció, luego, por un tratado bilateral entre la URSS y Polonia: el de Riga, en 1921.
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Notas para una biografía Siempre resulta difícil describir la trayectoria vital de un hombre, mas las dificultades alcanzan cotas extremas en algunos casos. La vida de Fernando de Alva Ixtlilxochitl ofrece un buen ejemplo de ello. El autor de la Historia de la nación chichimeca no llevó a cabo grandes hechos de armas, ni alcanzó puestos destacados en la Administración Pública; fue, simplemente, un oscuro funcionario colonial, cuyo único mérito --extraordinario, por otra parte--, consistió en legar a la posteridad unos escritos que versaban sobre la historia de los tiempos antiguos. Por tanto, no debe extrañarnos que ningún escritor virreinal o decimonónico se ocupara de él. Rafael García Granados, en su monumental obra dedicada a los indígenas notables de la República mexicana, sólo recogió el testimonio del propio Ixtlilxochitl y del sabio italiano Lorenzo Boturini, quien se limitó a enumerar los diversos trabajos atribuidos a D. Fernando29. En nuestros días, se ha intensificado el deseo de conocer la vida del tetzcocano en profundidad. Los archivos han proporcionado bastantes datos; pero este tipo de investigación, frustrante y pesada --el descubrimiento de la anécdota más nimia requiere la lectura de decenas de polvorientos y gruesos legajos--, ilumina única y exclusivamente algunas facetas de la existencia de nuestro personaje. La fecha exacta del nacimiento de Ixtlilxochitl30 no se ha podido determinar con exactitud. Alfredo Chavero31 la fijó en 1568; pero, tras el descubrimiento de diversos documentos relacionados con la familia del tetzcocano, parece más lógico situar el natalicio entre 1578 y 158032. Gracias al llamado Códice Chimalpopoca, un manuscrito que perteneció a D. Fernando, conocemos gran parte de su árbol genealógico. Según se desprende de lo anotado en las guardas del documento, Alva Ixtlilxochitl nació del matrimonio formado por el español Juan Pérez de Peraleda33 y la mestiza Ana Cortés, hija de otro español, Juan Grande, y de Cristina Verdugo. Sus bisabuelos fueron Francisco Quetzalmamalitzin y Ana Cortés Iztlilxochitl; sus tatarabuelos Xiuhtototzin, señor de Teotihuacan, y Tecuhcihuatzin, quien tomó el nombre de Magdalena al recibir el bautismo34. Causa cierta extrañeza el hecho de que en esta breve noticia genealógica no se mencione la ascendencia tetzcocana de Ixtlilxochitl, ya que la bisabuela del historiador --Ana Cortés Ixtlilxochitl-- era el fruto de la unión de Ixtlilxochitl, vástago legítimo de Nezahualpilli de Tetzcoco, y de Beatriz Papatzin, hija de Cuitlahuac, penúltimo tlatoani de Tenochtitlan35. El por qué de tal exclusión responde a razones crematísticas. Poco o ningún beneficio podía obtener D. Fernando de sus regios ancestros tetzcocanos, reducidos a la miseria. Por el contrario, los parientes teotihuacanos, que habían ocupado un puesto secundario en la época precortesiana, gozaban de una cierta posición económica durante los primeros tiempos del virreinato. De la infancia del autor de la Historia chichimeca se desconoce casi todo. Probablemente, no disfrutaría de muchos lujos, ya que su padre, un honrado trabajador, carecía de rentas y debía ganar el pan de la familia laborando como maestro de obras del Ayuntamiento de México. Gracias a la poca sangre india que tenía, Alva Ixtlilxochitl pudo ingresar en el Imperial Colegio de Santa Cruz Tlatelolco. Aunque el famoso centro se había convertido en una caricatura de sí mismo, el joven Fernando obtuvo una sólida formación durante los seis años que permaneció allí36. En 1597, cuando el historiador contaba alrededor de veinte años, falleció Cristina Verdugo, cacica de San Juan de Teotihuacan. La muerte de D.? Cristina abría las puertas de la prosperidad a la familia Paraleda-Cortés, pues, a falta de herederos varones, la sucesión del teccalli37 recaía en la hija de la finada. Sin embargo, las esperanzas pronto se desvanecieron, y el ansiado cacicato comenzaría a generar mil y un problemas. El primero surgió hacia 1610, año en que la madre de nuestro cronista tuvo noticia de que algunas personas maliciosamente y con siniestra relación pretenden pedir tierras en las de su patrimonio y señorío natural, y otras que se han entrado en ellas, ocupándolas con labores, estancias y otras granjerías38. Como la familia no tenía posible para seguir pleitos ni pedirlos, Ixtlilxochitl inició los pesados trámites burocráticos para obtener el derecho de amparo. Finalmente, el 12 de septiembre de 1612, Simón de Oliva, justicia mayor de San Juan Teotihuacan amparaba y amparó a los padres de Fernando de Alva. Ese mismo año, el virrey nombró a Ixtlilxochitl juez gobernador de la ciudad de Tetzcoco. D. Fernando cumplió tan bien en el cargo que, una vez transcurrido el tiempo estipulado en el nombramiento, se le concedieron nuevos destinos. Así, entre 1616 y 1618, le encontramos ejercitando en Tlalmanalco, y, trescientos sesenta y cinco días después, en Chalco, donde residió por espacio de varios años. Hacia 1624, el sesudo historiador, el hombre que parecía sentir pasión sólo por la cosas bien hechas, tiene un hijo. Este niño, que recibirá en la pila bautismal el nombre de Juan, es el fruto de una relación ilícita, lo cual resulta bastante sorpendente en un juez gobernador. El carácter bastardo del retoño de Ixtlilxochitl se plasmaría en otro documento. ...conviene probar y averiguar como soy hijo legítimo y natural y único y universal heredero de don Fernando de Alva Isquixochitl, ya difunto, y de Antonia Rodríguez, su legítima mujer, mi madre, que hoy vive, y que me hubieron y procrearon siendo los dos solteros; me criaron y alimentaron, tratándome como a su hijo natural y por tal fui habido y tenido y quedé legitimado por haber contraído el dicho mi padre matrimonio según orden de nuestra Santa Madre Iglesia con la dicha Antonia Rodríguez, mi madre39. ¿Cuándo se casaron el historiador y su concubina? No lo sabemos; pero, desde luego, no antes de que la pareja decidiera traer al mundo dos nuevos hijos, Ana y Diego. Al finalizar el primer cuarto del siglo se abre un vacío documental que finaliza en 1640, año en el que encontramos a nuestro cronista como intérprete del juzgado de Indios. La fecha en que tomó posesión del cargo la ignoramos. La plácida vida de D. Fernando, funcionario de la administración virreinal y escritor en los ratos perdidos, sufrió una fuerte conmoción en el verano de 1643. ¡El cacicato de San Juan Teotihuacan volvía a dar problemas! Dando muestras de una energía increíble en una persona de su edad, la octogenaria Da Ana movilizó a la familia para defender los derechos sobre el teccalli. Las acusaciones de los labradores se basaban esta vez en que los señores de Teotihuacan eran de sangre española y, en consecuencia, no gozaban de derechos sobre el cacicato. Durante un año, Alva Ixtlilxochitl se vio envuelto en un maremagnum de peticiones, decretos, citaciones y otra infinidad de papeles oficiales. El largo pleito tuvo un final feliz, ya que D.? Ana conservó el señorío. Conviene señalar aquí que, a mi entender, la activa participación de D. Fernando en el pleito se debió a que tenía la secreta esperanza de que su primogénito, Juan de Alva, heredara el cacicato. El testamento de Ana Cortés estipulaba que el mayor de sus diez hijos, Francisco de Navas y Peraleda, le sucedería en el señorío. Ixtlilxochitl sólo recibiría las casas de Xoxocotlan que estén en el dicho pueblo de San Juan Teotihuacan, y el sitio enfrente de las dichas casas, mas la otra suerte de tierras de Misquititlan40. Ahora bien, como Francisco de Navas carecía de descendientes, el control del teccalli teotihuacano asaría tarde o temprano al retoño de Fernando de Alva, quien, según la legislación prehispánica y colonial, era la persona más idónea para la sucesión. Sin embargo, el origen ilegítimo de Juan de Alva le impediría el acceso al cacicato. A partir de 1643, la vida de D. Fernando de Alva Ixtlilxochitl entra en el anonimato. Por ironías de la historia, se sabe con exactitud la fecha de su muerte. La partida de entierro del autor de la Historia chichimeca dice así: D. Fernando de Alva, no testó. Enterróse en la capilla de la Preciosa Sangre de Nuestro Sr. Jesu Christo en veinte y seis de octubre de mil seiscientos y cinquenta años No testó ni dexó missas41.
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Apenas conservamos testimonios materiales de un arte griego arcaico en Ampurias. Las noticias sobre el asentamiento primitivo de la Palaiápolis, que se localizaría originariamente en un islote situable hoy en el promontorio de San Martín de Ampurias, prácticamente se reducen a los escasos restos de cerámica jonia -especialmente algunos testimonios de kìlikes o copas anchas con asas horizontales, algunas decoradas con bandas- hallados junto a la actual iglesia de San Martín, los resultados de cuyas prospecciones fueron publicados por Martín Almagro en 1964. De un momento temprano procede la cabeza de león o felino en piedra local recientemente publicada por Enric Sanmartí. Dentro de las limitaciones que nos impone su estado fragmentario, nos abre a una temprana arquitectura focea de la que apenas conservamos restos. De la cabeza vemos hoy los ojos sesgados de felino. En un esquema bien conocido el león abriría las fauces amenazantes, hoy perdidas. Es un trabajo a base de planos angulosos, biselados, típico de artistas arcaicos. En los siglos VI y V a. de C. cabezas de leones mostrando su fiereza decoraban, vivamente pintados y dispuestos en fila, mirando al exterior, cornisas de edificios públicos en Grecia y en el Sur de Italia. Dado su carácter aislado, no podemos precisar en nuestro caso a qué tipo de construcción se asociaba el león de Ampurias. Pero en este enclave occidental el fragmento nos abre al horizonte de un desconocido mundo tardoarcaico, que hasta ahora conocíamos prácticamente tan sólo por los ajuares cerámicos. Las necrópolis ampuritanas han sido ricas en materiales griegos -especialmente cerámica y algunas terracotas y marfiles- que vemos hoy expuestos en los Museos Arqueológicos de Barcelona y de Ampurias. Diversos conjuntos, como los excavados por Martín Almagro en los años 40, reflejan a través del ámbito simbólico y en el espejo de la muerte el universo del allí enterrado: ajuares alusivos al simposio del varón con jarras de vino --enócoes- kìlikes o copas de cerámica ática, tanto de Figuras Negras como, sobre todo, en Figuras Rojas, que se decoran con escenas míticas o con idealizados motivos de palestra o de la vida ateniense. Estos vasos tendrían tal vez para el ampuritano un sentido similar al de la misma lengua. Serían una lejana e ideal referencia modélica, un signo más de su identidad griega. Pero esta cerámica del siglo V testimonia sobre todo una especial riqueza del asentamiento ampuritano en esos años. Refleja las vivas relaciones comerciales entre el extremo occidente y la ciudad de Atenas, que durante ese siglo alcanzó su más plena expansión comercial por el Mediterráneo. Si las jarras y las diversas clases de copas aluden, como decimos, al universo del varón, a su situación idealizadora en la bebida común o sympósion, hay también vasos propios de la mujer como las lecánides y píxidas, concentradas en esta área de Ampurias y en el cercano poblado ibérico, muy helenizado, de Ullastret, donde también se documenta un paralelo uso del vino en las casas del asentamiento. Las lecánides se decoran en ocasiones con temas míticos o cotidianos del entorno femenino. Son frecuentes en este contexto érotes o amores alados y mujeres, a veces en escenas de persecución de sentido ambiguo, tal vez alusivas al mundo del amor o, en su reflejo funerario, al de la muerte. Boda y vida en el allende eran conceptos estrechamente entretejidos en el pensamiento griego clásico. Junto con la cerámica en serie, que responde a una moda extendida en el Mediterráneo -especialmente los recipientes relacionados con el ámbito de la muerte con los alabastrones y los lécitos, que se ofrecían en las tumbas en el ritual funerario- hay también vasos excepcionales que apuntan a la posesión de un personaje notable o a una circunstancia especial. Por ejemplo, la gran pélice Frickenhaus, de taller ático, así llamada por el arqueólogo alemán que la publicó a comienzos de siglo. Se fecha a finales del V o a muy inicios del siglo IV a. C. Posiblemente se realizó con ocasión de una conmemoración dramática ateniense, un festival religioso de la ciudad. Sobre una de sus caras vemos la reunión de diversos personajes míticos en torno a un enorme trípode que coronan démones alados como Nike, la Victoria, en presencia de los dioses Apolo y Dioniso. En el reverso hallamos los pormenores de una acción dramática en torno a un conocido y popular mito griego que describía también uno de los grupos de las metopas del Partenón: la lucha que entablaron centauros y lapitas con ocasión de las bodas de Pirítoo e Hipodamía. En medio del tumulto general, con las ánforas rotas y la crátera con el vino del banquete nupcial derramándose por el suelo, el héroe ateniense Teseo y su amigo Pirítoo luchan en sendos certámenes individuales contra centauros. Griegos y monstruos se resaltan y recuerdan por igual con nombres propios. Teseo es el héroe que encarna por estos años el espíritu democrático de Atenas en lucha contra bandidos y monstruos poseídos de hybris o desorden. Su presencia exalta aquí, como un signo de propaganda política, la participación ateniense en el mito. En el ángulo superior de la escena, la imponente figura de un anciano envuelto en un rico manto bordado alude a una escena teatral. El vaso permite, pues, una lectura conjunta de ambas caras: en el anverso se celebra el triunfo de la representación dramática, con la presencia del poeta o del corego que pagó la representación. El contenido de la obra premiada se especifica en el reverso: el triunfo de los griegos, encabezados por el ateniense Teseo, contra los insolentes y embriagados centauros, desconocedores de las sagradas leyes de la hospitalidad. Se trata de un vaso de encargo que tuvo su sentido con ocasión de una celebración ateniense. ¿Cómo ha llegado a Ampurias? ¿A través de un comercio secundario, un "second hand trade", como postularía en estos casos el investigador británico T. B. L. Webster? ¿Obsequios entre notables ante una transacción comercial entre Atenas y Ampurias sellada con éxito? ¿La demanda puntual de un ampuritano que gusta del lenguaje artístico griego y de la compleja representación de un mito ateniense? No lo sabemos. Se nos escapa hoy a los arqueólogos la justificación concreta de vasos tan específicos y, a la vez, tan alejados de su contexto originario. Pero, en todo caso, su presencia en Ampurias apunta al poder de personajes individuales, de notables, en un emporio occidental floreciente y próspero. El Esculapio de Ampurias -o el Asclepio, como era su nombre griego- sigue siendo, sin duda, la escultura más emblemática de esta ciudad helenística. El culto de este héroe medicinal, introducido en Atenas en el año 412 a. C., caracterizó al mundo griego del primer helenismo. A partir de esa época y, sobre todo, en la segunda mitad del siglo IV a. C., se representa en las estelas áticas atendiendo a los devotos que a él se acercan. En la Grecia de la antigua religión olímpica son éstos años de crisis. Se siente a los antiguos dioses cada vez más alejados de los hombres. Por ello, se buscará a partir de entonces a héroes próximos y comprensivos que ayuden más directamente a los atribulados humanos. En el ámbito griego, escultores famosos como Escopas, Teselinos, Trasimedes de Paros o Cefisódoto, hijo de Praxíteles, esculpieron en esa época estatuas de Asclepio para las diversas ciudades que se lo encargaban, a veces junto a Higía, la personificación de la Salud. Ampurias se sitúa, pues, junto a esas ciudades helenísticas que exaltan al héroe-dios, como Delos, Cos, Atenas, Epidauro o Tegea. La estatua se halló en el año 1909, depositada en una cisterna o pozo del santuario. Suponemos que también en Ampurias el agua jugó, como en Cos y en otros centros medicinales del helenismo, una importante función relacionada con el culto de este héroe curador. ¿Pudo finalmente ser sumergida la efigie del dios en las aguas vinculadas con la curación originaria, en un extendido rito que se prolonga desde el mundo antiguo hasta ciertos cultos populares actuales en torno a las imágenes de santos? Próximos a la efigie de Esculapio se hallaron también por aquellos mismos años dos pies de mármol, de tamaño mayor que el humano, calzados con sandalias. Enric Sanmartí ha propuesto, reciente y sugestivamente, su posible pertenencia a la estatua de otro gran dios curador del helenismo, el egipcio Serapis, que este autor reconstruye de forma hipotética como una divinidad sentada en un trono, envuelto en túnica y manto y apoyado en su cetro. Tendría a sus pies un perro, una de cuyas garras marmóreas también se ha conservado. Desde las viejas excavaciones de la Neápolis se conocía la existencia de un culto a Serapis por una inscripción bilingüe, en latín y en griego, del alejandrino Numas, hijo de Numas, quien devotamente ofrecía la dedicación del templo, de las estatuas y de los pórticos del santuario. Se trata probablemente de la remodelación que paga un rico comerciante o bienhechor -un evergeta helenístico- de origen egipcio. La reedificación de este conjunto, supone Sanmartí, tuvo lugar durante el siglo I a. C. En mármol también, pero en una fecha más incierta a partir de un momento tardohelenístico, podemos situar una estatua fragmentaria de mármol de Afrodita, que suponemos próxima al tipo de la Anadyoméne, esto es, en el momento de salir del mar y secarse los cabellos, tal como la representó una famosísima pintura de Apeles. Características de Ampurias y de su afirmación como emporio o asentamiento comercial con entidad propia serán las acuñaciones de sus monedas, en especial de sus dracmas, que constituyen la unidad metrológica griega basada en los cánones de la plata. Era habitual desde el arcaísmo la plasmación de los símbolos distintivos de las diversas póleis griegas en sus monedas. Estas, como el más preciado monumento escultórico de un santuario, llegaron a convertirse en verdaderas obras de arte y eran también símbolos de orgullo y de prosperidad en cada ciudad. Ampurias quiso también mostrar a través de ellas sus mitos y su religión local. El modelo más habitual de algunos anversos lo constituye la cabeza de Aretusa rodeada de delfines que se inspira en las famosas acuñaciones de Siracusa. Pero la cabeza femenina de las dracmas ampuritanas debe referirse a una divinidad o ninfa local que protege el asentamiento colonial y nunca a las Aretusas u otras ninfas de los modelos. Se ha propuesto aquí a la Artemis ampuritana o a una divinidad que adopta atributos de diosa frugífera, similares a Tanit, en una cierta koiné comercial y de pensamiento con el mundo púnico. El caballo alado del reverso, un Pegaso saltando y, en ocasiones, con la variante de su cabeza transformada en el cuerpo de un pequeño niño, Crisaor, podría aludir a la fuente que brota en el lecho del amor de un dios marino con la ninfa local. Ya en la Antigüedad se asociaba etimológicamente el nombre de Pegaso con el de la fuente, pegé, pues las mismas palabras con frecuencia suscitan mitos. Ampurias actúa como modelo de los pueblos ibéricos del entorno con los que comercia y quienes acuñan, en sus cecas locales, estos motivos de la ninfa frugífera y del caballo alado de las dracmas ampuritanas .Pero para cerrar este apartado dedicado al arte en esta pequeña ciudad griega del extremo occidente nos limitaremos aquí a un ejemplo concreto, un mosaico tardohelenístico con inscripciones en griego. La Neápolis ampuritana nos ofrece, ya en un momento tardohelenístico, un precioso ejemplo de una casa con una pequeña habitación para banquetes, para el simposio. Se trata de un recinto con una puerta disimétrica, característica de estos ámbitos, en los que se aprovecha al máximo el espacio disponible para la colocación de los reducidos lechos convivales. Una inscripción en griego en la entrada, en las teselas blancas del mosaico -realizado con la técnica, helenístico-romana del opus signinum- invita seductoramente a la fiesta a quien traspasa el umbral del cubículo. Hedykoitos no significa otra cosa que "un dulce estar recostado, un dulce lecho" o, si queremos glosarlo, "una dulce sobremesa", aludiendo aún a los viejos usos del simposio griego. Hemos de figurarnos la pequeñez de la habitación que acogería, con el característico aprovechamiento del espacio de estos recintos griegos, a un máximo de siete lechos con catorce comensales bien apretados. Era típica de los banquetes griegos la intimidad de los invitados, proclives al gozo de la conversación reducida o a los pequeños juegos intelectuales, frente a los banquetes masivos oficiales romanos, más despersonalizados y grandiosos. La disposición de los lechos, cuya reconstrucción podemos hoy tan sólo conjeturar, no dejaría mucho lugar para entrar o salir con facilidad de la sala. Pero lo importante era tener un puesto, un lugar en los lechos y participar en la conversación y el vino del Mediterráneo, cuidadosamente mezclado con agua. Este ejemplo, junto con otros mosaicos de la época con inscripciones -como el que saluda al Agathós Daimon, al Buen espíritu- nos indican cómo en época ya políticamente romana se mantienen la lengua y los símbolos más preciosos de la identidad griega: el ritual del simposio o bebida en común, probablemente arraigado en Ampurias desde el arcaísmo, comparte su puesto junto con los viejos démones del azar helenístico que misteriosamente gobiernan las vidas individuales de los hombres.
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Notas sobre el sufragio femenino 1 Valcarcel, A. Prólogo, en Clara Campoamor. La sufragista española. Fagoaga, C. y Saavedra, P., Madrid, Instituto de la Mujer, 2007, 387 pp. p. 17 2 Valcarcel, A. Prólogo, en Clara Campoamor. La sufragista española. Fagoaga, C. y Saavedra, P., Madrid, Instituto de la Mujer, 2007, 387 pp. p. 17 3 Cfr: VALCARCEL, Amelia Prólogo (p. 17), en Clara Campoamor. La sufragista española.. Fagoaga, Concha y Saavedra, Paloma. Madrid: Madrid, Instituto de la Mujer, 2007, 387 pp. 4 Campoamor, C.: El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, Prólogo de Blanca Estrella Ruiz Ungo. Madrid, horas y HORAS, 2006, 247 pp, p. 96-97 5 Campoamor, C.: op. cit. p. 99 6 Campoamor, C.: op. cit. p.100 7 Campoamor, C.: op. cit. p.103 8 Campoamor, C.: op. cit. p.107 9 Campoamor, C.: op. cit., p. 113 10 Campoamor, C.: op. cit. p. 116 11 Campoamor, C.: op. cit. p. 116 12 Campoamor, C.: op. cit. p. 117 13 Campoamor, C.: op. cit. p. 118 14 Campoamor, C.: op. cit. p. 165-167 15 Campoamor, C.: op. cit. p. 169 16 Campoamor, C.: op. cit. p. 172 17 Campoamor, C.: op. cit. p. 139 Gráfico
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1 Carta al rey del gobernador Gómez Pérez Dasmariñas, 9 de julio de 1592, AGI Filipinas 18-B.- Carta al rey del gobernador Francisco Tello, 19 de junio de 1598, AGI Filipinas 18-B. Gráfico
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1 Alba, Alfonso, "La riqueza de las familias. Mujer y mercado de trabajo en la España democrática", Ariel, Barcelona, 2000. Gráfico
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Notas (1) Cf. Tomás Mestre, Cita Trágica en Pearl Harbor, Historia 16, núm. 68, págs 11-24 (2) Samuel Elliot Morison, The Two-Ocean War, Boston-Toronto, 1963, pág, 100. (3) A. J. P. Taylor, The Second World War, Londres, 1975, pág. 130. (4) E. P. Potter y Chester W. Nimitz, La Gran Guerra en el Mar, México, 1970, pág. 210. (5) Ibidem, pág. 199. (6) J. F. Fu1ler, Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia (III), Barcelona, 1973, pág. 8. (7) B. H. Liddell Hart, Historia de la Segunda Guerra Mundial (I), Barcelona, 1972, pág, 388. (8) Potter y Nimitz, ob. cit, pág. 218, 198 y 220. (9) Morison, ob. cit., pág. 149. (10) J. Priego, Historia Militar Contemporánea, Madrid, 1944, pág. 511. (11) La imposición del "Golpe de Sable hacia el Sur", es decir, la guerra contra China y luego contra las principales potencias coloniales de la época en el Pacífico (Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia, Australia), constituyó un triunfo político para la asociación militar Tosei-ha (Sociedad de control), entre cuyas personalidades figuraba el general Hideki Tojo, más tarde primer ministro. La Tosei-ha, de ideología moderada o conservadora, apoyaba la idea, muy extendida entre los japoneses, de creación de una Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia, de la que fuesen eliminadas las potencias occidentales y que consagrase la independencia económica, y la dominación política, del Japón. Para asegurar su poder, Tosei-ha tuvo que eliminar la influencia de la sociedad Kodo-ha (Sociedad de la Vía Imperial), que propugnaba la instauración de un comunismo nacional en el interior del país... y un "Golpe de Sable hacia el Norte" dirigido contra Mongolia y el Asia soviética. El 26 de febrero de 1936, al amanecer, la Kodo-ha desencadenó una insurrección en Tokio, el célebre "Ni ni roku", pero fue vencida y 13 de sus principales integrantes y teóricos fueron ejecutados. (12) El clima difícilmente soportable de ciertas islas del Pacífico meridional suscitó la que es considerada como una de las mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial. Un oficial explicaba a sus hombres las enormes dificultades que todos ellos encontrarían en la isla en que iban muy pronto a desembarcar: clima malsano, serpientes y corales venenosos, huracanes, insectos transmisores de enfermedades, agua apenas potable... y ello sin mencionar los riesgos puramente militares. Un soldado inquieto pidió entonces permiso para irrumpir al oficial y preguntó: "¿Por qué demonios no se deja esa isla a los japoneses?". (13) La escuadra norteamericana se componía de 15 transportes, ocho cruceros, 15 destructores y cinco dragaminas, que fueron dirigidos hacia Guadalcanal, además de cuatros transportes y cuatro destructores, dirigidos éstos hacia Tulagi y demás islotes de Florida. A un centenar de millas al sur se emboscaban tres portaaviones, seis cruceros, 16 destructores, tres buques cisterna y seis submarinos. (14) Tras su derrota en Midway, Japón cambió sus programas de construcción naval a fin de reponerse de la pérdida de cuatro portaaviones. Se adaptaron varios mercantes y unidades auxiliares de la Armada como portaaviones de escolta; el acorazado Shinano (62.000 toneladas) fue convertido en base aérea móvil; cuatro acorazados (de 33.000 a 35.000 toneladas) fueron transformados: se les dotó de pequeñas cubiertas de vuelo en la popa, suprimiendo la artillería de esa zona de buque, con lo que podían transportar 22 hidroaviones cada uno. Para 1944 debían ser entregados por los astilleros cuatro portaaviones pesados y entre 1945 y 1948 deberían haberse terminado 18 más. Naturalmente, estos últimos nunca fueron construidos y lo mismo les ocurrió a alguno de los restantes. En la misma época los norteamericanos estaban construyendo 22 portaaviones de la clase Essex (27.100 toneladas), uno de 45.000 (el Midway) y 99 portaaviones de escolta; a la vez que se transformaban en portaaviones nueve cruceros pesados. Todos ellos fueron entregados (incluso hubo alguno más) antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial. La abismal diferencia no requiere comentarios: se manifestaría con toda su crudeza en los choques entre ambas flotas a lo largo de 1943, 44 y 45. (15) A lo largo de la guerra, muchos marinos japoneses, paralizados por sus, sin duda, abrumadoras responsabilidades, sobre todo tras los terribles cinco minutos de Midway, vacilaron siempre cuando una situación exigía un complemento de iniciativa y de audacia. Esto sucedió incluso en Pearl Harbor, cuando no se persiguió a los portaaviones norteamericanos sorprendidos en la trágica rada; en Midway también, cuando Yamamoto y Nagumo aceptaron sus terribles pérdidas sin buscar una compensación; en Leyte, donde Kurita perdió quizá una formidable ocasión... Esto se debió, sin duda, a deficiencias en la formación de la oficialidad, imbuida de su responsabilidad hasta la culpabilización, lo que tenía como consecuencias visibles una gran timidez frente a las grandes decisiones e iniciativas, y una morbosa inclinación a la práctica del suicidio tras el menor revés, gesto desproporcionado que causaba la perdida de brillantes oficiales sin compensación alguna. Algo muy semejante sucedía en la Aviación y, en menor grado en el Ejército de tierra. Era la consecuencia del Bushido, el código de honor del samurai japonés, un "arma de doble filo", puesto que establecía una excesiva dependencia -estricta, sin iniciativa, feudal- del "señor de la guerra", a quien se sirviera, y llevaba a un concepto de responsabilidad muy puntilloso que causaba demasiado fácilmente la autodestrución de la persona. (16) La batalla de Savo no cambió en nada el panorama militar de Guadalcanal. Su única consecuencia ventajosa, que hubiera podido ser una critica seria y fructuosa de los motivos por los cuales, pese a la victoria, no se habían pronunciado cambios, no tuvo lugar. La Marina Imperial continuó buscando el combate decisivo y total que resolvería de una vez todos los problemas -como en Tsushima, muchos años antes-. La Aviación siguió sacrificándose cada vez más en combates desesperados a bordo de sus escasos aviones, que además se anticuaban a ojos vista, con un espíritu de entusiasmo fanático y autoinmolación que conduciría más tarde a la creación de las célebres Unidades de Ataque Especial "Kamikaze". (17) En la batalla de las Salomón Orientales el resultado fue netamente desfavorable para los japoneses: perdieron el Ryujo, un destructor, un transporte y 61 aviones. Los norteamericanos perdieron 20 aviones, y el portaaviones Enterprise, alcanzado por tres bombas, estuvo a punto de hundirse, pero alcanzó puerto y dos meses después podía volver a la lucha. (18) El contraalmirante Raizo Tanaka, gracias a su capacidad como marino y a la audacia de sus decisiones, mantuvo abierto el Expreso de Tokio en condiciones de inferioridad increíbles. Aparte de su última proeza durante la retirada de Guadalcanal, suya es una increíble victoria, la de Tassafaronga, el 30 de noviembre de 1942. Tanaka, con ocho destructores, se dirigió a Guadalcanal cargado de bidones que contenían víveres y medicinas. Sólo dos destructores llevaban su dotación completa de torpedos, 16, mientras que los seis restantes, para poder cargar más mercancías, no llevaban torpedos de reserva y, por tanto, sólo podían lanzar una andanada de ocho letales peces mecánicos. En total, la flotilla montaba 48 cañones de 127 mm. y transportaba ese día 80 torpedos. En Guadalcanal les aguardaba el contraalmirante Wright, con cinco cruceros y seis destructores, todos ellos equipados con radares para la detección y la dirección de tiro. Tanaka iba a tener frente a su menguada flota 200 cañones de 203, 140 y 127 mm., unos buques que, en su mitad, duplicaban su blindaje y multiplicaban por cinco su tonelaje y que contaban con una provisión de más de 200 torpedos. Más aún: los norteamericanos esperaban a Tanaka, le habían tendido una emboscada. Increíblemente, el contralmirante Raizo Tanaka perdió aquella noche un sólo destructor, el Takami (que se hundió con sus 16 torpedos sin utilizar) y con 44 torpedos logró hundir un crucero, dañar gravemente a tres más (que tardaron más de un año en ser reparados). Al final, con sólo 20 torpedos de reserva, hubo de rehuir el combate contra un crucero y seis destructores, regresando a su base sin poder entregar los víveres. El Alto Mando, incomprensiblemente, no le perdonó que aquella noche dejara de lanzar los bidones. Tras la batalla de Guadalcanal. Tanaka fue retirado del mando y enviado a empleos administrativos a Singapur, donde permaneció, sin volver a tener mando embarcado hasta el final de la guerra. (19) El único y verdadero acierto de los reconocimientos fotográficos fue el obtenido con una foto oblicua, insólita por completo, y tomada en el verano del 43: las letrinas instaladas por los japoneses en la línea de la costa de Betio. Shoup la defendió como la mejor fotografía aérea tomada durante la guerra. Identificando con precisión los tipos diferentes según fuesen para oficiales, clases o saldados, y estimando el número de hombres que se asignarían a cada letrina, los americanos llegaron a la conclusión de que los defensores de Betio eran 4.836, exactamente los mismos que allí había. (20) Los dragaminas eran el Porsuit y su gemelo el Requisite, apoyados por los destructores Ringgold y Dashiell. (21) El teniente William Hawkins y seis hombres de su segunda sección habían sido los primeros en desembarcar y desbaratar las defensas japonesas en el espigón. Hawkins fue luego con sus hombres adonde más recia era la pelea, destruyendo personalmente varios blocaos japoneses, siendo herido una y otra vez, negándose a ser evacuado y sucumbiendo finalmente ante las ametralladoras niponas. Fue el primer marine que recibió la Medalla de Honor en Tarawa. (22) Uno de estos hombres era un tejano del Servicio de Ingenieros, el sargento William Borderon. Con un coraje extraordinario, destruyó con cargas de demolición tres casamatas japonesas, sacó heridos de la linea de fuego pese a ser él mismo alcanzado, repetidas veces y, al intentar destruir su cuarto blocao, un cañonazo acabó con lo que fue la segunda Medalla de Honor en Tarawa. (23) La tercera máxima condecoración americana fue para el primer teniente de Ingenieros de asalto Alexander Bonnyman, luego de una terrible lucha con lanzallamas en la cima del gran blocao de acero situado en el muelle Bums-Philpe, en Red 5. Naturalmente, fue a titulo póstumo. El cuarto marine en recibirla -y verla en este caso- fue Shoup, por su mando y entereza en los tres días largos de lucha en Betio. (24) Con los japoneses penetran en Birmania algunas unidades thailandesas, que apenas participarán en los combates. (25) El interés chino, y de Chiang, por Birmania no tenía que ver sólo con el mantener libre la ruta de Birmania, sino también con las reivindicaciones territoriales chinas sobre algunas provincias del norte: los mapas de Chiang incluían sin pestañear trozos de Birmania. (26) Por su lado, el gobierno colaboracionista birmano de Ba Maw mantenía excelentes relaciones con el quisling indio Subbas Chandra Bose, que en 1943 instalará su cuartel general en Rangún. (27) En marzo Wingate moría en un accidente de aviación, a los 41 años, y era sustituido por Lentaigne, que no estaba de acuerdo con los métodos de aquél. Luego los chindits pasarán bajo el mando de Stilwell. La actuación de los chindits será cada vez más reducida. (28) El fracaso político de la propaganda entre las tropas del Imperio británico se debió, en gran medida, a que se trataba de soldados no indios, sino kenyanos, nigerianos y de otras partes de África oriental y occidental británica. (29) Para dar una idea de las dificultades de comunicación y transporte en la campaña de Birmania, valga este ejemplo, de marzo de 1945, cuando los aliados habían superado Kalemyo: Desde Kalemyo a Gangaw, va un mal camino, de unos 130 Km, para ser utilizado por carretas de bueyes; los bulldozer tuvieron que entrar en acción para ensanchar la pista a lo largo de la llanura, cubierta de espesa y alta vegetación, atravesada por el camino. Se utilizó la famosa compañía de elefantes "Elephant Bill's", para el tendido de los escasos puentes que fueron necesarios, completándose la obra sin grandes dificultades. No obstante, hubo 49 puntos en los cuales fue necesario hacer descender los tanques de los camiones que los transportaban, para poder pasar. (...) Así pues, hubo que abrir nuevos sectores de carretera para evitar la construcción de puentes, que hubiera resultado mucho más costosa". (Fragmento de "La campaña de Irawady", en Por avión, Selección de la Prensa inglesa, N.? 36, Londres, marzo de 1945.) (30) James dice que Wingate fue un fracaso, sin más. Añade que llegaron a ser las "chicas para todo" de Stilwell, y que las incursiones de 1944 fueron un desastre logístico, "ante el cual se nos quitó la gana de combatir y éramos muy propensos a derrumbarnos". Para Bidwell no era analítico ni intelectual, y sólo atendía a las verdades que le gustaban, e incluso llegaba a inventar la realidad. El general de brigada J. R. Morris, que sirvió con Wingate llegó a decir que si Wingate no hubiese muerto en el accidente, él quizá lo habría matado y se habría librado de un comandante tan poco preocupado por la vida de los demás. (31) Hukbo ng Bayan Laban sa Hapon, o Ejército Popular antijaponés. (32) En algunas zonas, los británicos confían a los japoneses el mantenimiento del orden, con gran irritación indonesia; pero el ex ocupante prefiere no buscarse más problemas y cede la responsabilidad a las milicias indonesias. (33) Concretamente, quien denuncia la situación será el general Stilwell, comandante de las fuerzas estadounidenses en Asia Oriental; más tarde, en 1944, Chiang conseguirá que abandone su segundo cargo de jefe de Estado Mayor del Gobierno de Chunking. (34) En 1939 hay 120.000 colones italianos en Libia. (35) Para los pansomalistas estos territorios eran: la Somalia italiana, la británica, la francesa, el Ogadén etiope y el territorio del Norte de Kenya. En 1940, pues, ya se habían reunido los dos primeros, el Ogadén y parecía estar a punto de añadirse el norte de Kenya. (36) Véase, en este mismo volumen, los apartados correspondientes a la Indochina francesa, y en particular a Laos y Camboya. (37) El pueblo japonés, habitual y tradicionalmente sumiso, obediente, disciplinado, escasamente crítico hacia sus gobernantes, chauvinista y racista, muy poco organizado y politizado socialmente, era terreno abonado para aceptar los principios del expansionismo y hacer suya la ideología de la "Coprosperidad" asiática y del panasiatismo. Bibliografía R. Benedict, El crisantemo y la espada, Madrid, Alianza, 1974. L. Bianco, Asia contemporánea, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1983. W. Craig, La caída del Japón, Barcelona, L. de Caralt, 1974. Historia sucinta de Corea, Pyongyang, Ed. Lenguas Extranjeras, 1979. Lloyd D. Gardner, Economic Aspects of New Deal Diplomacy, Wisconsin University Press, 1964. Richard N. Gardner, Sterling-Dollar Diplomacy, McGraw-Hill, Nueva York, 1969. W. K. Hancock y M. M. Gowing, British War Economy, HMSO, Londres, 1949. J. Keith Horsefield, The International Monetary Fund, 1945-1965, vol. I, FMI, Washington DC, 1969. G. M. T. 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NOTAS (1) Elisabeth Wiskemann, The Rome Berlin Axis, Londres, 1966, pág. 261. (2) Cit. por F. W. Deakin, The Brutal Friendship: Mussoline, Hitler and the Fall of Italian Fascism, Harmondworth, Ingl., 1962, pág. 32. (3) Cf. Luis Pasamar y Tomás Mestre, Operación Barbarroja, HISTORIA 16, N.° 62, julio 1981, págs. 1936. (4) J. E. C. Fuller, Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia decisiva en la historia, III, Barcelona, 1973, pág. 541. (5) Alan Moorehead, Trilogía africana, Barcelona, 1968. (6) El M-13/40, de 14 toneladas, armado con un cañón de 47/32 comenzó a llegar a África en 1940. Durante 1941 ya combatieron bastantes unidades, con comportamiento ligeramente inferior a los carros ligeros británicos. En 1942, la versión 15/42, con cañón 47/40, mejoró bastante, pero, a causa de su escaso blindaje, siempre combatiría en neta inferioridad con los carros aliados. (7) B. H. Liddel Hart, Historia de la II Guerra Munidal, I, Barcelona, 1972, págs. 208, 299-301 y 210. (8) Fred Magdalany, La caída de la fortaleza europea, Barcelona, 1973, pág. 81. (9) B. H. Liddel Hart, ob cit, págs. 312-330. (10) La destitución de Auchinleck está considerada por los modernos investigadores del período como una de las grandes injusticias de Churchill. Un buen premio por haber logrado frenar a Rommel. Auchinleck recibió fría y cortésmente la notificación que Churchil le envió por medio de un coronel de Estado Mayor. Más mezquino aún es el interés mostrado por Churchill en sus escritos al intentar demostrar que Auchinleck planeaba retirarse si Rommel atacaba, cuando el premier británico estaba al corriente de los planes de resistencia y contraataque de su general. Quizá, en su interés por demostrar lo acertado de la destitución, Churchill llegó a culpar a Auchinleck de los fracasos cosechados por Ritchie al frente del VIII Ejército durante 1942. En confirmación de la valía de Auchinleck, sirva el juicio de uno de sus más calificados enemigos en el campo de combate. El general Bayerlein, jefe del Estado Mayor de Rommel asegura: "Si Auchinleck no hubiera sido el hombre que era -y quiero decir, el mejor general aliado en África del Norte-, Rommel hubiera destruido al VII ejército". Auchinleck escribió tiempo después: "Fue un shock. Un gran pesar por haber perdido el mejor puesto de general que se podía tener en aquel periodo. Pero la situación empeoró después, cuando se pasaron las consignas y comencé a reflexionar sobre ello". (11) Carlos Fabiani, De Madagascar a Túnez, Barcelona, 1974, pág. 128. (12) B. H. Liddel Hart (Ed), The Rommel Papers, Nueva York, 1953. (13) David Irving, La Guerra de Hitler, Barcelona, 1977, pág- 359. Alan Bullodk, Hitler, Barcelona, 1972, págs. 750-753. Desmond Young, Rommel, el zorro del desierto, Barcelona, 1967, págs. 219-220. (14) Memorias del mariscal Montgomery, Buenos Aires, 1959, pág. 143. (15) Inglaterra y Francia habían comenzado la II Guerra Mundial como aliadas, pero tras la rendición francesa y la creación del régimen de Vichy, Londres se había mostrado hostil a Francia, atacando su flota y sus colonias y acogiendo el general De Gaulle, propugnador de una Francia Libre, enemiga del gobierno, a veces colaboracionista (¿?), del mariscal Pétain. (16) Los anglo-americanos ayudaron a la URSS en la guerra suministrándole armas, vehículos, materias estratégicas etc. a través de Asia, Persia y el Mar Polar. Esta última era la mejor ruta para todos por acortar substancialmente los recorridos, pero también resultaba la más expuesta. Hasta junio, la marina y la aviación alemana había infligido menos de un 20 por ciento de pérdidas a los convoyes angloamericanos, conocidos como PQ,, pero a partir de esa fecha comenzaron las catástrofes. El PQ. 16 perdió 7 de sus 35 buques; el PQ.17 perdió 24 de sus 35 barcos; el PQ 18. 13 de los 40 que lo formaban... eso determinó que Londres y Washington midieran cuidadosamente sus envíos a la URSS, porque el costo en transportes era insostenible. (17) Franco supuso, al menos hasta 1942, que el Eje podría ganar la guerra, pero simplemente tuvo dudas. El bando germanófilo -cuya cabeza más visible era su cuñado Serrano Suñer, ministro de Exteriores -no pudo lanzarle a la guerra, aunque le arrancase algunas concesiones, como la División Azul. El generalato más influyente estaba dividido entre ambos bandos y Franco dio largas a todos subiendo a unos y bajando a otros (ver HISTORIA 16: Aranda contra Franco, n. 72 (abril, 1982) y El atentado de Begoña, n. 76 (agosto, 1982), ambos por Antonio Marquina Barrio. En la preparación de Torch era difícil prever la reacción española, pero resultaba indudable, pese a que militarmente el país no estuviera preparado para la guerra, que la intervención de España, por su situación estratégica, amenazaría gravemente los planes aliados. (18) En 1940, el ataque del ejército gaullista había culminado en Senegal con un fracaso estrepitoso. En 1942, el ataque británico contra los franceses en su mandato de Siria halló resistencias importantes, que no fueron mayores por la impotencia francesa, lo que suscitó graves inquinas de los militares franceses contra Londres. Ese mismo año tropas británicas habían atacado Madagascar suscitando una viva reacción francesa, tanto que en el momento de trabajarse en la planificación de Torch aún proseguía la resistencia de Vichy en la isla. (19) Para más detalles sobre el plan Backbone y las disposiciones aliadas sobre España durante la Operación Torch, véase HISTORIA 16, n' 79, noviembre de 1982: Operación Torch, España al borde de la II Guerra Mundial, por Antonio Marquina Barrio. (20) Por medio de uno de sus diplomáticos el presidente Roosevelt envió un mensaje a Pétain, anunciándole la invasión de sus colonias de África del norte y pidiéndole que no se opusiera. El jefe del Estado de la Francia de Vichy respondió: "Con estupor y tristeza me entero esta noche de la agresión de su ejército contra África del Norte. He leído su mensaje en el que invoca pretextos que nada justifican... Están en juego Francia y su honor. Hemos sido atacados y nos defenderemos. Esta será mi orden". Pétain, temiendo la ocupación alemana de la Francia Libre -que de todas formas se produjo- no tenía otra opción. El 13 de noviembre, por vía secreta, llegaba a Argel otro telegrama: "Acuerdo íntimo mariscal y presidente Laval, pero decisión oficial sometida a autoridades oficiales". Era la aceptación de Vichy, con la que Darlan se convertía en Alto comisario francés en África y Giraud en jefe de las fuerzas armadas. (21) Darlan fue asesinado el 24 de diciembre por un joven fanático, que creía prestar un servicio a la Francia Libre. Al día siguiente fue fusilado. (22) El Eje perdió en África unos 800.000 hombres (500.000 italianos), de los que 200.000 fueron muertos, heridos o desaparecidos. Allí dejaron también en 3 años de guerra 6.200 cañones, 2.500 tanques, 8.000 aviones 70.000 camiones y la flota italiana perdió 2,5 millones de toneladas de buques en sus misiones de suministro. BIBLIOGRAFIA K. D. Bracher, "La dictadura alemana. Génesis, estructura y consecuencias del nacionalismo", Madrid, 1973, 2 vols. E. K. 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contexto
Notas (1) Aron Shai, "Was there a Far Eastern Munich?", Journal of Contemporary History (Londres), 9, 3, julio 1974, página 163. (2) A. J. P. Taylor, The War Lords, Penguin Books, 1978, pág. 138. (3) Ian Nish, "Japan and the Outbreak of War in 1941", en Aland Sked & Cris Cook, Crisis and controversies, Londres, 1976, pág. 140. (4) Cristopher Thorne, The Limits of Foreign Policy: The West, the Ligue and the Far Eastern Crisis of 1931-1933, Londres, 1972, págs. 3-14 y 404-423. (5) Taylor, ob. cit., pág. 178. (6) Cit. por Quincy Howe, Ashes of Victory: Wordl War II and its Aftermath, Nueva York, 1972, pág. 245. (7) General J. G. Fuller, Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia (III), Barcelona, 1973, pág, 522. (8) John Gunther, Roosevelt en perspectiva: Un perfil en la historia, Buenos Aires, 1956 (el original es de 1950), página 304. (9) James Mac Gregor Burns, Roosevelt: El león y el zorro, Barcelona, 1975, 5.a ed., pág. 571. (10) Luis Morton, "La guerra fría y la erudición norteamericana", en Francis L. Loewenheim (Comp.), Historiadores, diplomáticos, México, 1968, pág. 267 (11) Cristopher Thorne, Allies of a Kind: the United States, Britain, and the War Against Japan, 1941-1945, Nueva York, 1979, págs. 83-84. (12) Participaron los portaaviones Kaga, Akagi, Hiryu, Soryu, Zuikaku, Shokaku; los acorazados Hiei y Kirishima (clasificados como cruceros de combate en la nomenclatura japonesa), y los cruceros pesados Tone y Chikuma. (13) Una magnífica síntesis de esto lo supone A. J Barker, Pearl Harbor, Madrid, 1975, 160 págs. (14) Samuel Eliot Morison, The Two-Ocean War (A Short History of the United States Navy in the Second World War), Boston y Toronto, 1963, pág. 787. De los ocho acorazados, cinco habían sido restaurados y renovados y se les añadía otros siete mayores y mejores, a pesar de que la época del acorazado quedaba amortizada casi de golpe. Las vacas sagradas no fenecen fácilmente. (15) Robert E. Sherwood, Roosevelt y Hopkins: Una historia íntima (I), Barcelona, 1950, pág. 479. (16) Klauss Knorr, "Introduction: On the Utility of History" en Klauss Knorr, Historical Dimensions of National Security Problems (Comp.), Lawrence (Kansas), 1979, página 17. (17) Robert H. Ferrell, "Pearl Harbor and other Revisionists", en E. M Roberson (Comp.), The origins of the Second World War, Londres, 1971, págs. 286 y 292. (18) Sherwood, ob. cit., págs. 489-490. (19) Cit. por Alain Decaux, Nuevos episodios secretos de la historia, Barcelona, 1974, pág, 195. (20) Ferrel, ob. cit., pág. 287. (21) Morrison, ob. cit., pág. 69. (22) Roberta Wohlstetter, Pearl Harbor: Warning arad Decision, Stanford (California), 1962, págs. 382385. (23) Kluss Knorr, "Threat Perception", en Knorr, ob. cit., página 96. (24) Félix Llauge, Historia mundial de la aviación de guerra, Barcelona, 1973. (25) La escuadra se hizo a la mar el día 8 sin protección aérea "para echar una mano" a los defensores de Malasia. Los cielos estaban muy cubiertos, impidiendo la acción aérea japonesa. El día 9 la escuadra decidió regresar ante la mejoría del tiempo, pero fue localizada por los aviones de observación del contralmirante Matsunaga, que lanzó desde Saigón 34 bombarderos de altura y 52 aviones torpederos. La escuadra inglesa comenzó a ser atacada hacia el mediodía del 10 de diciembre. A las 12,30, a causa de haber sido alcanzado por varios torpedos, se hundió el Repulse. Poco después de las 13 horas, también a causa de haber encajado varios torpedos, se hundía el Prince of Wales. 1991 tripulantes fueron recogidos por los destructores de escolta y 930 perecieron, entre ellos sir Tom Phillips y el capitán de navío Leach, comandante del Prince of Wales, que ya había estado a punto de morir el 24 de mayo anterior cuando su buque fue alcanzado por el Bismarck en el estrecho de Dinamarca. (26) Percival y Simson, prisioneros de los japoneses, compartieron 4 años de campos de concentración y terminaron siendo muy buenos amigos. Simson escribiría tiempo después que Percival le confesó haber cometido un grave error al no fortificar la isla... él fue el único de todos los jefes británicos que admitió haberse equivocado en su decisión sobre las defensas de la isla. (27) La flota del almirante Ozawa era dueña de aquellos mares desde el hundimiento del Prince of Wales y del Repulse. Su misión fue evitar que se repitiera en Singapur una evacuación masiva como la de Dunkerque, con lo que se dedicaron a patrullar las posibles rutas marítimas aptas para huir de la isla asediada. En Singapur no hubo una evacuación masiva, pero se estima en unas 5.000 el número de personas que logró abandonar la isla, de las que no menos de 3.000 murieron a causa de los ataques japoneses. La presencia de Ozawa obligó a Percival a mantener un contingente importante de tropas a lo largo de toda la fachada oceánica de Singapur en previsión de un desembarco japonés. (28) Cf. B. H. Liddell Hart, Historia de la Segunda Guerra Mundial (I), Barcelona, 1972, págs. 232-235. Bibliografía Jean Chesneaux, Asia Oriental en los siglos XIX y XX, Barcelona, Labor, 1969. John W. Hall, El imperio japonés, Madrid, Ed. S. XXI, 1973. Jean Lequiller, Nouveaux mondes d´Asie du XVe siècle á nos jours, París, P.U.F., 1974. J. Livingston, J. Moore y F. Oldfather, The Japan Reader, vol. 1, Imperial Japan, 1800-1945, Penguin Books, 1976. Maurice Moreau, La economía del Japón, Buenos Aires, EUDEBA, 1964. Richard Storry, Japan and the decline of the West in Asia, 1894-1943, Londres, MacMillan, 1979. Arthur E. Tiedemann, Breve historia del Japón moderno, Buenos Aires, Ed. El Ateneo, 1965. Michel Vie, Le Japón contemporain, París, P.U.F., 1977.