Notas y bibliografía del volumen 10
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Datos principales
Rango
Hiroshima L3
Desarrollo
Notas (1) Cf. Tomás Mestre, Cita Trágica en Pearl Harbor, Historia 16, núm. 68, págs 11-24 (2) Samuel Elliot Morison, The Two-Ocean War, Boston-Toronto, 1963, pág, 100. (3) A. J. P. Taylor, The Second World War, Londres, 1975, pág. 130. (4) E. P. Potter y Chester W. Nimitz , La Gran Guerra en el Mar, México, 1970, pág. 210. (5) Ibidem, pág. 199. (6) J. F. Fu1ler, Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia (III), Barcelona, 1973, pág. 8. (7) B. H. Liddell Hart, Historia de la Segunda Guerra Mundial (I), Barcelona, 1972, pág, 388. (8) Potter y Nimitz , ob. cit, pág. 218, 198 y 220. (9) Morison, ob. cit., pág. 149. (10) J. Priego, Historia Militar Contemporánea, Madrid, 1944, pág. 511. (11) La imposición del "Golpe de Sable hacia el Sur", es decir, la guerra contra China y luego contra las principales potencias coloniales de la época en el Pacífico (Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Francia, Australia), constituyó un triunfo político para la asociación militar Tosei-ha (Sociedad de control), entre cuyas personalidades figuraba el general Hideki Tojo , más tarde primer ministro. La Tosei-ha, de ideología moderada o conservadora, apoyaba la idea, muy extendida entre los japoneses, de creación de una Esfera de Coprosperidad de la Gran Asia, de la que fuesen eliminadas las potencias occidentales y que consagrase la independencia económica, y la dominación política, del Japón.
Para asegurar su poder, Tosei-ha tuvo que eliminar la influencia de la sociedad Kodo-ha (Sociedad de la Vía Imperial), que propugnaba la instauración de un comunismo nacional en el interior del país... y un "Golpe de Sable hacia el Norte" dirigido contra Mongolia y el Asia soviética. El 26 de febrero de 1936, al amanecer, la Kodo-ha desencadenó una insurrección en Tokio, el célebre "Ni ni roku", pero fue vencida y 13 de sus principales integrantes y teóricos fueron ejecutados. (12) El clima difícilmente soportable de ciertas islas del Pacífico meridional suscitó la que es considerada como una de las mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial. Un oficial explicaba a sus hombres las enormes dificultades que todos ellos encontrarían en la isla en que iban muy pronto a desembarcar: clima malsano, serpientes y corales venenosos, huracanes, insectos transmisores de enfermedades, agua apenas potable... y ello sin mencionar los riesgos puramente militares. Un soldado inquieto pidió entonces permiso para irrumpir al oficial y preguntó: "¿Por qué demonios no se deja esa isla a los japoneses?". (13) La escuadra norteamericana se componía de 15 transportes, ocho cruceros, 15 destructores y cinco dragaminas, que fueron dirigidos hacia Guadalcanal, además de cuatros transportes y cuatro destructores, dirigidos éstos hacia Tulagi y demás islotes de Florida. A un centenar de millas al sur se emboscaban tres portaaviones, seis cruceros, 16 destructores, tres buques cisterna y seis submarinos.
(14) Tras su derrota en Midway , Japón cambió sus programas de construcción naval a fin de reponerse de la pérdida de cuatro portaaviones. Se adaptaron varios mercantes y unidades auxiliares de la Armada como portaaviones de escolta; el acorazado Shinano (62.000 toneladas) fue convertido en base aérea móvil; cuatro acorazados (de 33.000 a 35.000 toneladas) fueron transformados: se les dotó de pequeñas cubiertas de vuelo en la popa, suprimiendo la artillería de esa zona de buque, con lo que podían transportar 22 hidroaviones cada uno. Para 1944 debían ser entregados por los astilleros cuatro portaaviones pesados y entre 1945 y 1948 deberían haberse terminado 18 más. Naturalmente, estos últimos nunca fueron construidos y lo mismo les ocurrió a alguno de los restantes. En la misma época los norteamericanos estaban construyendo 22 portaaviones de la clase Essex (27.100 toneladas), uno de 45.000 (el Midway) y 99 portaaviones de escolta; a la vez que se transformaban en portaaviones nueve cruceros pesados. Todos ellos fueron entregados (incluso hubo alguno más) antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial. La abismal diferencia no requiere comentarios: se manifestaría con toda su crudeza en los choques entre ambas flotas a lo largo de 1943, 44 y 45. (15) A lo largo de la guerra, muchos marinos japoneses, paralizados por sus, sin duda, abrumadoras responsabilidades, sobre todo tras los terribles cinco minutos de Midway , vacilaron siempre cuando una situación exigía un complemento de iniciativa y de audacia.
Esto sucedió incluso en Pearl Harbor, cuando no se persiguió a los portaaviones norteamericanos sorprendidos en la trágica rada; en Midway también, cuando Yamamoto y Nagumo aceptaron sus terribles pérdidas sin buscar una compensación; en Leyte, donde Kurita perdió quizá una formidable ocasión... Esto se debió, sin duda, a deficiencias en la formación de la oficialidad, imbuida de su responsabilidad hasta la culpabilización, lo que tenía como consecuencias visibles una gran timidez frente a las grandes decisiones e iniciativas, y una morbosa inclinación a la práctica del suicidio tras el menor revés, gesto desproporcionado que causaba la perdida de brillantes oficiales sin compensación alguna. Algo muy semejante sucedía en la Aviación y, en menor grado en el Ejército de tierra. Era la consecuencia del Bushido, el código de honor del samurai japonés, un "arma de doble filo", puesto que establecía una excesiva dependencia -estricta, sin iniciativa, feudal- del "señor de la guerra", a quien se sirviera, y llevaba a un concepto de responsabilidad muy puntilloso que causaba demasiado fácilmente la autodestrución de la persona. (16) La batalla de Savo no cambió en nada el panorama militar de Guadalcanal. Su única consecuencia ventajosa, que hubiera podido ser una critica seria y fructuosa de los motivos por los cuales, pese a la victoria, no se habían pronunciado cambios, no tuvo lugar.
La Marina Imperial continuó buscando el combate decisivo y total que resolvería de una vez todos los problemas -como en Tsushima, muchos años antes-. La Aviación siguió sacrificándose cada vez más en combates desesperados a bordo de sus escasos aviones, que además se anticuaban a ojos vista, con un espíritu de entusiasmo fanático y autoinmolación que conduciría más tarde a la creación de las célebres Unidades de Ataque Especial "Kamikaze". (17) En la batalla de las Salomón Orientales el resultado fue netamente desfavorable para los japoneses: perdieron el Ryujo, un destructor, un transporte y 61 aviones. Los norteamericanos perdieron 20 aviones, y el portaaviones Enterprise, alcanzado por tres bombas, estuvo a punto de hundirse, pero alcanzó puerto y dos meses después podía volver a la lucha. (18) El contraalmirante Raizo Tanaka, gracias a su capacidad como marino y a la audacia de sus decisiones, mantuvo abierto el Expreso de Tokio en condiciones de inferioridad increíbles. Aparte de su última proeza durante la retirada de Guadalcanal, suya es una increíble victoria, la de Tassafaronga, el 30 de noviembre de 1942. Tanaka, con ocho destructores, se dirigió a Guadalcanal cargado de bidones que contenían víveres y medicinas. Sólo dos destructores llevaban su dotación completa de torpedos, 16, mientras que los seis restantes, para poder cargar más mercancías, no llevaban torpedos de reserva y, por tanto, sólo podían lanzar una andanada de ocho letales peces mecánicos.
En total, la flotilla montaba 48 cañones de 127 mm. y transportaba ese día 80 torpedos. En Guadalcanal les aguardaba el contraalmirante Wright, con cinco cruceros y seis destructores, todos ellos equipados con radares para la detección y la dirección de tiro. Tanaka iba a tener frente a su menguada flota 200 cañones de 203, 140 y 127 mm., unos buques que, en su mitad, duplicaban su blindaje y multiplicaban por cinco su tonelaje y que contaban con una provisión de más de 200 torpedos. Más aún: los norteamericanos esperaban a Tanaka, le habían tendido una emboscada. Increíblemente, el contralmirante Raizo Tanaka perdió aquella noche un sólo destructor, el Takami (que se hundió con sus 16 torpedos sin utilizar) y con 44 torpedos logró hundir un crucero, dañar gravemente a tres más (que tardaron más de un año en ser reparados). Al final, con sólo 20 torpedos de reserva, hubo de rehuir el combate contra un crucero y seis destructores, regresando a su base sin poder entregar los víveres. El Alto Mando, incomprensiblemente, no le perdonó que aquella noche dejara de lanzar los bidones. Tras la batalla de Guadalcanal. Tanaka fue retirado del mando y enviado a empleos administrativos a Singapur, donde permaneció, sin volver a tener mando embarcado hasta el final de la guerra. (19) El único y verdadero acierto de los reconocimientos fotográficos fue el obtenido con una foto oblicua, insólita por completo, y tomada en el verano del 43: las letrinas instaladas por los japoneses en la línea de la costa de Betio.
Shoup la defendió como la mejor fotografía aérea tomada durante la guerra. Identificando con precisión los tipos diferentes según fuesen para oficiales, clases o saldados, y estimando el número de hombres que se asignarían a cada letrina, los americanos llegaron a la conclusión de que los defensores de Betio eran 4.836, exactamente los mismos que allí había. (20) Los dragaminas eran el Porsuit y su gemelo el Requisite, apoyados por los destructores Ringgold y Dashiell. (21) El teniente William Hawkins y seis hombres de su segunda sección habían sido los primeros en desembarcar y desbaratar las defensas japonesas en el espigón. Hawkins fue luego con sus hombres adonde más recia era la pelea, destruyendo personalmente varios blocaos japoneses, siendo herido una y otra vez, negándose a ser evacuado y sucumbiendo finalmente ante las ametralladoras niponas. Fue el primer marine que recibió la Medalla de Honor en Tarawa. (22) Uno de estos hombres era un tejano del Servicio de Ingenieros, el sargento William Borderon. Con un coraje extraordinario, destruyó con cargas de demolición tres casamatas japonesas, sacó heridos de la linea de fuego pese a ser él mismo alcanzado, repetidas veces y, al intentar destruir su cuarto blocao, un cañonazo acabó con lo que fue la segunda Medalla de Honor en Tarawa. (23) La tercera máxima condecoración americana fue para el primer teniente de Ingenieros de asalto Alexander Bonnyman, luego de una terrible lucha con lanzallamas en la cima del gran blocao de acero situado en el muelle Bums-Philpe, en Red 5.
Naturalmente, fue a titulo póstumo. El cuarto marine en recibirla -y verla en este caso- fue Shoup, por su mando y entereza en los tres días largos de lucha en Betio. (24) Con los japoneses penetran en Birmania algunas unidades thailandesas, que apenas participarán en los combates. (25) El interés chino, y de Chiang , por Birmania no tenía que ver sólo con el mantener libre la ruta de Birmania, sino también con las reivindicaciones territoriales chinas sobre algunas provincias del norte: los mapas de Chiang incluían sin pestañear trozos de Birmania. (26) Por su lado, el gobierno colaboracionista birmano de Ba Maw mantenía excelentes relaciones con el quisling indio Subbas Chandra Bose , que en 1943 instalará su cuartel general en Rangún. (27) En marzo Wingate moría en un accidente de aviación, a los 41 años, y era sustituido por Lentaigne, que no estaba de acuerdo con los métodos de aquél. Luego los chindits pasarán bajo el mando de Stilwell . La actuación de los chindits será cada vez más reducida. (28) El fracaso político de la propaganda entre las tropas del Imperio británico se debió, en gran medida, a que se trataba de soldados no indios, sino kenyanos, nigerianos y de otras partes de África oriental y occidental británica. (29) Para dar una idea de las dificultades de comunicación y transporte en la campaña de Birmania, valga este ejemplo, de marzo de 1945, cuando los aliados habían superado Kalemyo: Desde Kalemyo a Gangaw, va un mal camino, de unos 130 Km, para ser utilizado por carretas de bueyes; los bulldozer tuvieron que entrar en acción para ensanchar la pista a lo largo de la llanura, cubierta de espesa y alta vegetación, atravesada por el camino.
Se utilizó la famosa compañía de elefantes "Elephant Bill's", para el tendido de los escasos puentes que fueron necesarios, completándose la obra sin grandes dificultades. No obstante, hubo 49 puntos en los cuales fue necesario hacer descender los tanques de los camiones que los transportaban, para poder pasar. (...) Así pues, hubo que abrir nuevos sectores de carretera para evitar la construcción de puentes, que hubiera resultado mucho más costosa". (Fragmento de "La campaña de Irawady", en Por avión, Selección de la Prensa inglesa, N.? 36, Londres, marzo de 1945.) (30) James dice que Wingate fue un fracaso, sin más. Añade que llegaron a ser las "chicas para todo" de Stilwell , y que las incursiones de 1944 fueron un desastre logístico, "ante el cual se nos quitó la gana de combatir y éramos muy propensos a derrumbarnos". Para Bidwell no era analítico ni intelectual, y sólo atendía a las verdades que le gustaban, e incluso llegaba a inventar la realidad. El general de brigada J. R. Morris, que sirvió con Wingate llegó a decir que si Wingate no hubiese muerto en el accidente, él quizá lo habría matado y se habría librado de un comandante tan poco preocupado por la vida de los demás. (31) Hukbo ng Bayan Laban sa Hapon, o Ejército Popular antijaponés. (32) En algunas zonas, los británicos confían a los japoneses el mantenimiento del orden, con gran irritación indonesia; pero el ex ocupante prefiere no buscarse más problemas y cede la responsabilidad a las milicias indonesias.
(33) Concretamente, quien denuncia la situación será el general Stilwell , comandante de las fuerzas estadounidenses en Asia Oriental; más tarde, en 1944, Chiang conseguirá que abandone su segundo cargo de jefe de Estado Mayor del Gobierno de Chunking. (34) En 1939 hay 120.000 colones italianos en Libia. (35) Para los pansomalistas estos territorios eran: la Somalia italiana, la británica, la francesa, el Ogadén etiope y el territorio del Norte de Kenya. En 1940, pues, ya se habían reunido los dos primeros, el Ogadén y parecía estar a punto de añadirse el norte de Kenya. (36) Véase, en este mismo volumen, los apartados correspondientes a la Indochina francesa, y en particular a Laos y Camboya. (37) El pueblo japonés, habitual y tradicionalmente sumiso, obediente, disciplinado, escasamente crítico hacia sus gobernantes, chauvinista y racista, muy poco organizado y politizado socialmente, era terreno abonado para aceptar los principios del expansionismo y hacer suya la ideología de la "Coprosperidad" asiática y del panasiatismo. Bibliografía R. Benedict, El crisantemo y la espada, Madrid, Alianza, 1974. L. Bianco, Asia contemporánea, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1983. W. Craig, La caída del Japón, Barcelona, L. de Caralt, 1974. Historia sucinta de Corea, Pyongyang, Ed. Lenguas Extranjeras, 1979. Lloyd D. Gardner, Economic Aspects of New Deal Diplomacy, Wisconsin University Press, 1964.
Richard N. Gardner, Sterling-Dollar Diplomacy, McGraw-Hill, Nueva York, 1969. W. K. Hancock y M. M. Gowing, British War Economy, HMSO, Londres, 1949. J. Keith Horsefield, The International Monetary Fund, 1945-1965, vol. I, FMI, Washington DC, 1969. G. M. T. Kahin, Nationalism and Revolution in Indonesia, Itahaca, 1952. Stephen D. Krasner, "US Commercial and Monetary Policy: Unravelling the Paradox of External Strength and Internal Weakness", en International Organization, otoño 1977. Charles S. Maier, "The Politics of Productivity: Foundations on American International Economic Policy After World War II", en International Organization, otoño 1977. A. Masson, Historia de Vietnam, Barcelona, Oikos-Tau, 1972. J. L. Miege, Expansión europea y descolonización, Barcelona, Labor, 1980. B. Millot, La Guerra del Pacífico, Barcelona, Bruguera, 1969. Manuel Varela y María Josefa Molina, "Keynes y la reforma monetaria internacional", en Papeles de Economía Española, número 17, 1983. J. Whitney Hall, El Imperio japonés, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1970.
Para asegurar su poder, Tosei-ha tuvo que eliminar la influencia de la sociedad Kodo-ha (Sociedad de la Vía Imperial), que propugnaba la instauración de un comunismo nacional en el interior del país... y un "Golpe de Sable hacia el Norte" dirigido contra Mongolia y el Asia soviética. El 26 de febrero de 1936, al amanecer, la Kodo-ha desencadenó una insurrección en Tokio, el célebre "Ni ni roku", pero fue vencida y 13 de sus principales integrantes y teóricos fueron ejecutados. (12) El clima difícilmente soportable de ciertas islas del Pacífico meridional suscitó la que es considerada como una de las mejores anécdotas de la Segunda Guerra Mundial. Un oficial explicaba a sus hombres las enormes dificultades que todos ellos encontrarían en la isla en que iban muy pronto a desembarcar: clima malsano, serpientes y corales venenosos, huracanes, insectos transmisores de enfermedades, agua apenas potable... y ello sin mencionar los riesgos puramente militares. Un soldado inquieto pidió entonces permiso para irrumpir al oficial y preguntó: "¿Por qué demonios no se deja esa isla a los japoneses?". (13) La escuadra norteamericana se componía de 15 transportes, ocho cruceros, 15 destructores y cinco dragaminas, que fueron dirigidos hacia Guadalcanal, además de cuatros transportes y cuatro destructores, dirigidos éstos hacia Tulagi y demás islotes de Florida. A un centenar de millas al sur se emboscaban tres portaaviones, seis cruceros, 16 destructores, tres buques cisterna y seis submarinos.
(14) Tras su derrota en Midway , Japón cambió sus programas de construcción naval a fin de reponerse de la pérdida de cuatro portaaviones. Se adaptaron varios mercantes y unidades auxiliares de la Armada como portaaviones de escolta; el acorazado Shinano (62.000 toneladas) fue convertido en base aérea móvil; cuatro acorazados (de 33.000 a 35.000 toneladas) fueron transformados: se les dotó de pequeñas cubiertas de vuelo en la popa, suprimiendo la artillería de esa zona de buque, con lo que podían transportar 22 hidroaviones cada uno. Para 1944 debían ser entregados por los astilleros cuatro portaaviones pesados y entre 1945 y 1948 deberían haberse terminado 18 más. Naturalmente, estos últimos nunca fueron construidos y lo mismo les ocurrió a alguno de los restantes. En la misma época los norteamericanos estaban construyendo 22 portaaviones de la clase Essex (27.100 toneladas), uno de 45.000 (el Midway) y 99 portaaviones de escolta; a la vez que se transformaban en portaaviones nueve cruceros pesados. Todos ellos fueron entregados (incluso hubo alguno más) antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial. La abismal diferencia no requiere comentarios: se manifestaría con toda su crudeza en los choques entre ambas flotas a lo largo de 1943, 44 y 45. (15) A lo largo de la guerra, muchos marinos japoneses, paralizados por sus, sin duda, abrumadoras responsabilidades, sobre todo tras los terribles cinco minutos de Midway , vacilaron siempre cuando una situación exigía un complemento de iniciativa y de audacia.
Esto sucedió incluso en Pearl Harbor, cuando no se persiguió a los portaaviones norteamericanos sorprendidos en la trágica rada; en Midway también, cuando Yamamoto y Nagumo aceptaron sus terribles pérdidas sin buscar una compensación; en Leyte, donde Kurita perdió quizá una formidable ocasión... Esto se debió, sin duda, a deficiencias en la formación de la oficialidad, imbuida de su responsabilidad hasta la culpabilización, lo que tenía como consecuencias visibles una gran timidez frente a las grandes decisiones e iniciativas, y una morbosa inclinación a la práctica del suicidio tras el menor revés, gesto desproporcionado que causaba la perdida de brillantes oficiales sin compensación alguna. Algo muy semejante sucedía en la Aviación y, en menor grado en el Ejército de tierra. Era la consecuencia del Bushido, el código de honor del samurai japonés, un "arma de doble filo", puesto que establecía una excesiva dependencia -estricta, sin iniciativa, feudal- del "señor de la guerra", a quien se sirviera, y llevaba a un concepto de responsabilidad muy puntilloso que causaba demasiado fácilmente la autodestrución de la persona. (16) La batalla de Savo no cambió en nada el panorama militar de Guadalcanal. Su única consecuencia ventajosa, que hubiera podido ser una critica seria y fructuosa de los motivos por los cuales, pese a la victoria, no se habían pronunciado cambios, no tuvo lugar.
La Marina Imperial continuó buscando el combate decisivo y total que resolvería de una vez todos los problemas -como en Tsushima, muchos años antes-. La Aviación siguió sacrificándose cada vez más en combates desesperados a bordo de sus escasos aviones, que además se anticuaban a ojos vista, con un espíritu de entusiasmo fanático y autoinmolación que conduciría más tarde a la creación de las célebres Unidades de Ataque Especial "Kamikaze". (17) En la batalla de las Salomón Orientales el resultado fue netamente desfavorable para los japoneses: perdieron el Ryujo, un destructor, un transporte y 61 aviones. Los norteamericanos perdieron 20 aviones, y el portaaviones Enterprise, alcanzado por tres bombas, estuvo a punto de hundirse, pero alcanzó puerto y dos meses después podía volver a la lucha. (18) El contraalmirante Raizo Tanaka, gracias a su capacidad como marino y a la audacia de sus decisiones, mantuvo abierto el Expreso de Tokio en condiciones de inferioridad increíbles. Aparte de su última proeza durante la retirada de Guadalcanal, suya es una increíble victoria, la de Tassafaronga, el 30 de noviembre de 1942. Tanaka, con ocho destructores, se dirigió a Guadalcanal cargado de bidones que contenían víveres y medicinas. Sólo dos destructores llevaban su dotación completa de torpedos, 16, mientras que los seis restantes, para poder cargar más mercancías, no llevaban torpedos de reserva y, por tanto, sólo podían lanzar una andanada de ocho letales peces mecánicos.
En total, la flotilla montaba 48 cañones de 127 mm. y transportaba ese día 80 torpedos. En Guadalcanal les aguardaba el contraalmirante Wright, con cinco cruceros y seis destructores, todos ellos equipados con radares para la detección y la dirección de tiro. Tanaka iba a tener frente a su menguada flota 200 cañones de 203, 140 y 127 mm., unos buques que, en su mitad, duplicaban su blindaje y multiplicaban por cinco su tonelaje y que contaban con una provisión de más de 200 torpedos. Más aún: los norteamericanos esperaban a Tanaka, le habían tendido una emboscada. Increíblemente, el contralmirante Raizo Tanaka perdió aquella noche un sólo destructor, el Takami (que se hundió con sus 16 torpedos sin utilizar) y con 44 torpedos logró hundir un crucero, dañar gravemente a tres más (que tardaron más de un año en ser reparados). Al final, con sólo 20 torpedos de reserva, hubo de rehuir el combate contra un crucero y seis destructores, regresando a su base sin poder entregar los víveres. El Alto Mando, incomprensiblemente, no le perdonó que aquella noche dejara de lanzar los bidones. Tras la batalla de Guadalcanal. Tanaka fue retirado del mando y enviado a empleos administrativos a Singapur, donde permaneció, sin volver a tener mando embarcado hasta el final de la guerra. (19) El único y verdadero acierto de los reconocimientos fotográficos fue el obtenido con una foto oblicua, insólita por completo, y tomada en el verano del 43: las letrinas instaladas por los japoneses en la línea de la costa de Betio.
Shoup la defendió como la mejor fotografía aérea tomada durante la guerra. Identificando con precisión los tipos diferentes según fuesen para oficiales, clases o saldados, y estimando el número de hombres que se asignarían a cada letrina, los americanos llegaron a la conclusión de que los defensores de Betio eran 4.836, exactamente los mismos que allí había. (20) Los dragaminas eran el Porsuit y su gemelo el Requisite, apoyados por los destructores Ringgold y Dashiell. (21) El teniente William Hawkins y seis hombres de su segunda sección habían sido los primeros en desembarcar y desbaratar las defensas japonesas en el espigón. Hawkins fue luego con sus hombres adonde más recia era la pelea, destruyendo personalmente varios blocaos japoneses, siendo herido una y otra vez, negándose a ser evacuado y sucumbiendo finalmente ante las ametralladoras niponas. Fue el primer marine que recibió la Medalla de Honor en Tarawa. (22) Uno de estos hombres era un tejano del Servicio de Ingenieros, el sargento William Borderon. Con un coraje extraordinario, destruyó con cargas de demolición tres casamatas japonesas, sacó heridos de la linea de fuego pese a ser él mismo alcanzado, repetidas veces y, al intentar destruir su cuarto blocao, un cañonazo acabó con lo que fue la segunda Medalla de Honor en Tarawa. (23) La tercera máxima condecoración americana fue para el primer teniente de Ingenieros de asalto Alexander Bonnyman, luego de una terrible lucha con lanzallamas en la cima del gran blocao de acero situado en el muelle Bums-Philpe, en Red 5.
Naturalmente, fue a titulo póstumo. El cuarto marine en recibirla -y verla en este caso- fue Shoup, por su mando y entereza en los tres días largos de lucha en Betio. (24) Con los japoneses penetran en Birmania algunas unidades thailandesas, que apenas participarán en los combates. (25) El interés chino, y de Chiang , por Birmania no tenía que ver sólo con el mantener libre la ruta de Birmania, sino también con las reivindicaciones territoriales chinas sobre algunas provincias del norte: los mapas de Chiang incluían sin pestañear trozos de Birmania. (26) Por su lado, el gobierno colaboracionista birmano de Ba Maw mantenía excelentes relaciones con el quisling indio Subbas Chandra Bose , que en 1943 instalará su cuartel general en Rangún. (27) En marzo Wingate moría en un accidente de aviación, a los 41 años, y era sustituido por Lentaigne, que no estaba de acuerdo con los métodos de aquél. Luego los chindits pasarán bajo el mando de Stilwell . La actuación de los chindits será cada vez más reducida. (28) El fracaso político de la propaganda entre las tropas del Imperio británico se debió, en gran medida, a que se trataba de soldados no indios, sino kenyanos, nigerianos y de otras partes de África oriental y occidental británica. (29) Para dar una idea de las dificultades de comunicación y transporte en la campaña de Birmania, valga este ejemplo, de marzo de 1945, cuando los aliados habían superado Kalemyo: Desde Kalemyo a Gangaw, va un mal camino, de unos 130 Km, para ser utilizado por carretas de bueyes; los bulldozer tuvieron que entrar en acción para ensanchar la pista a lo largo de la llanura, cubierta de espesa y alta vegetación, atravesada por el camino.
Se utilizó la famosa compañía de elefantes "Elephant Bill's", para el tendido de los escasos puentes que fueron necesarios, completándose la obra sin grandes dificultades. No obstante, hubo 49 puntos en los cuales fue necesario hacer descender los tanques de los camiones que los transportaban, para poder pasar. (...) Así pues, hubo que abrir nuevos sectores de carretera para evitar la construcción de puentes, que hubiera resultado mucho más costosa". (Fragmento de "La campaña de Irawady", en Por avión, Selección de la Prensa inglesa, N.? 36, Londres, marzo de 1945.) (30) James dice que Wingate fue un fracaso, sin más. Añade que llegaron a ser las "chicas para todo" de Stilwell , y que las incursiones de 1944 fueron un desastre logístico, "ante el cual se nos quitó la gana de combatir y éramos muy propensos a derrumbarnos". Para Bidwell no era analítico ni intelectual, y sólo atendía a las verdades que le gustaban, e incluso llegaba a inventar la realidad. El general de brigada J. R. Morris, que sirvió con Wingate llegó a decir que si Wingate no hubiese muerto en el accidente, él quizá lo habría matado y se habría librado de un comandante tan poco preocupado por la vida de los demás. (31) Hukbo ng Bayan Laban sa Hapon, o Ejército Popular antijaponés. (32) En algunas zonas, los británicos confían a los japoneses el mantenimiento del orden, con gran irritación indonesia; pero el ex ocupante prefiere no buscarse más problemas y cede la responsabilidad a las milicias indonesias.
(33) Concretamente, quien denuncia la situación será el general Stilwell , comandante de las fuerzas estadounidenses en Asia Oriental; más tarde, en 1944, Chiang conseguirá que abandone su segundo cargo de jefe de Estado Mayor del Gobierno de Chunking. (34) En 1939 hay 120.000 colones italianos en Libia. (35) Para los pansomalistas estos territorios eran: la Somalia italiana, la británica, la francesa, el Ogadén etiope y el territorio del Norte de Kenya. En 1940, pues, ya se habían reunido los dos primeros, el Ogadén y parecía estar a punto de añadirse el norte de Kenya. (36) Véase, en este mismo volumen, los apartados correspondientes a la Indochina francesa, y en particular a Laos y Camboya. (37) El pueblo japonés, habitual y tradicionalmente sumiso, obediente, disciplinado, escasamente crítico hacia sus gobernantes, chauvinista y racista, muy poco organizado y politizado socialmente, era terreno abonado para aceptar los principios del expansionismo y hacer suya la ideología de la "Coprosperidad" asiática y del panasiatismo. Bibliografía R. Benedict, El crisantemo y la espada, Madrid, Alianza, 1974. L. Bianco, Asia contemporánea, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1983. W. Craig, La caída del Japón, Barcelona, L. de Caralt, 1974. Historia sucinta de Corea, Pyongyang, Ed. Lenguas Extranjeras, 1979. Lloyd D. Gardner, Economic Aspects of New Deal Diplomacy, Wisconsin University Press, 1964.
Richard N. Gardner, Sterling-Dollar Diplomacy, McGraw-Hill, Nueva York, 1969. W. K. Hancock y M. M. Gowing, British War Economy, HMSO, Londres, 1949. J. Keith Horsefield, The International Monetary Fund, 1945-1965, vol. I, FMI, Washington DC, 1969. G. M. T. Kahin, Nationalism and Revolution in Indonesia, Itahaca, 1952. Stephen D. Krasner, "US Commercial and Monetary Policy: Unravelling the Paradox of External Strength and Internal Weakness", en International Organization, otoño 1977. Charles S. Maier, "The Politics of Productivity: Foundations on American International Economic Policy After World War II", en International Organization, otoño 1977. A. Masson, Historia de Vietnam, Barcelona, Oikos-Tau, 1972. J. L. Miege, Expansión europea y descolonización, Barcelona, Labor, 1980. B. Millot, La Guerra del Pacífico, Barcelona, Bruguera, 1969. Manuel Varela y María Josefa Molina, "Keynes y la reforma monetaria internacional", en Papeles de Economía Española, número 17, 1983. J. Whitney Hall, El Imperio japonés, Madrid, Ed. Siglo XXI, 1970.