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Los sucesores de Antonino Pío, Marco Aurelio y Lucio Vero, levantaron en su honor una columna que era soporte de una estatua. Dicha columna fue encontrada en el siglo XVIII, sin embargo se rompió en pedazos. La basa, hallada junto a la columna presenta esta escena como la principal. Con ciertas similitudes a la Apoteosis de Sabina, en esta escena se representa al emperador y la emperatriz fallecidos tras un gigante alado desnudo. Aparecen también dos águilas, símbolo de la apoteosis y dos figuras alegóricas que asisten a la cremación del difunto emperador: el Genio del Campo Marcio, abrazado al obelisco del Reloj de Augusto y Dea Roma que hace un gesto de despedida a la imperial pareja.
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Desde su etapa como estudiante en París, Cézanne sintió especial admiración por Delacroix, realizando copias de algunas de sus obras como la Barca de Dante. Su vinculación con la pintura de Delacroix le llevó a rechazar la enseñanza oficial, supeditada al ideal impuesto por Ingres. Entre su colección poseía tres obras del pintor romántico, seguidor a su vez de Rubens y los venecianos. Casi al finalizar el siglo, Cézanne hace su propio homenaje a su pintor favorito, tomando como base una acuarela realizada algunos años antes en la que el pintor de Aix y sus amigos observan como el cuerpo de Delacroix se eleva al cielo. Emile Bernard identificó a los protagonistas de la composición: Pissarro delante del caballete; Victor Choquet debajo del árbol, en pie; a la derecha y con sombrero, Monet; y junto al perro que ladra el propio Cézanne. Faltaría por identificar la figura arrodillada entre Chocquet y Cézanne. El estilo mostrado por el maestro provenzal se identifica con los trabajos de la década de 1890, interesándose por obtener la forma y los volúmenes gracias al color, utilizando una pincelada rápida, heredada del impresionismo, y silueteando los contornos con una línea oscura, en relación con el sintetismo establecido por Gauguin.
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Una de las obras más impactantes de Ingres es la Apoteosis de Homero, en la que aparecen nada menos que 45 personajes alrededor del mítico poeta heleno. La escena se desarrolla en las gradas de un templo clásico presidiendo el conjunto Homero, cubierto con una túnica blanca y portando en su mano izquierda una vara. La Victoria alada - inspirada en Rafael - le corona y sentadas a sus pies encontramos las figuras que representan a la "Ilíada" - izquierda - y a la "Odisea". Junto a la "Iliada" destaca una figura con manto azul que sujeta de la mano a otro personaje: son Apeles y Rafael, demostrando así Ingres sus principales raíces artísticas. En la zona de la derecha encontramos a Fidias quien ofrece a Homero sus útiles de escultor y tras él se aprecia la cabeza de Miguel Ángel. Poussin y Molière - derecha - miran hacia el espectador y nos introducen en el conjunto. La escena no deja de ser bastante rígida, como la mayor parte de imágenes de este tipo. Sin embargo, el colorido que aplica Ingres en los trajes anima la composición. Para realizar esta obra precisó de colaboradores, contando con los pintores Armand Cambon y Prosper Debia, incluso con un arqueólogo. Ingres realizó más de 300 dibujos para ejecutar este excepcional conjunto.
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Tras la muerte de la gobernadora de los Países Bajos, la archiduquesa Isabel Clara Eugenia el 1 de diciembre de 1633, el cardenal-infante don Fernando se hizo cargo del gobierno de esos estados. La ciudad de Amberes invitó al nuevo gobernador para realizar una entrada triunfal. Con tal motivo, Rubens se encargó de realizar los obras para homenajear a don Fernando, resultando el triunfo más espectacular que se había realizado hasta el momento. Todos los artistas de la ciudad participaron en el evento -a excepción de Van Dyck y Gaspar de Crayer- levantándose cinco arcos y cuatro tablados que engalanaban las calles de Amberes. El 17 de abril de 1635 el cardenal-infante paseó durante dos horas por la ciudad, pudiendo contemplar con admiración el excepcional homenaje diseñado por Rubens para exaltar a la Casa de Austria.Entre los bocetos preparatorios realizados encontramos el de la Apoteosis de Isabel Clara Eugenia que tendría como destino el palco dedicado a la antigua gobernadora. Rubens diseña una estructura arquitectónica en sintonía con las fachadas de las iglesias barrocas, dejando el centro de la planta superior para una escena protagonizada por la infanta Isabel. La antigua gobernadora aparece en la parte superior de la escena, vestida con el hábito de terciaria franciscana, hábito que vestiría desde el fallecimiento de su esposo, el archiduque Alberto de Austria, en 1621. Doña Isabel se dirige hacia una figura arrodillada que simboliza a Bélgica, acompañada de la personificación de la Aflicción, figuras que se ubican en la izquierda de la escena. Tras la infanta encontramos una mujer con dos niños simbolizando la Caridad. En el lado derecho de la composición encontramos al rey Felipe IV enviando a su hermano el cardenal-infante como gobernador a los Países Bajos. Don Fernando va precedido por dos genios alados que portan los símbolos de la guerra -el escudo con la cabeza de Medusa- y de la paz -el caduceo y la cornucopia-. Don Felipe es aconsejado por Júpiter, como símbolo de poder, y Minerva.Gerard Seghers será el encargado de traspasar al lienzo este boceto. Con esta imagen, Rubens ha querido apelar a la responsabilidad del nuevo gobernador, poniendo como referente el gobierno de doña Isabel. Don Fernando ofrece a sus súbditos protección y socorro en el momento de especial necesidad que vivían los Países Bajos españoles.Las estructuras que formaban parte de la entrada triunfal permanecieron seis semanas adornando las calles de Amberes y posteriormente fueron grabadas en un libro de Gaspar Gevaerts titulado "Pompa triunphalis introitus honori... Ferdinandi..." que se editó para conmemorar el acontecimiento.
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La estancia de casi diez meses pasada por Rubens en Londres no condujo a la firma de las negociaciones de paz entre España e Inglaterra, pero le permitió conseguir un importante encargo: la decoración del techo de Banqueting House en el Palacio de Whitehall. Las líneas maestras del programa iconográfico serían trazadas por el arquitecto Iñigo Jones (1573-1652) y el propio Rubens, convirtiéndose en uno de los palacios más suntuosos de Europa.Este boceto del panel central posiblemente ya fue realizado en Londres, antes de marcharse el maestro flamenco a Amberes, donde se ejecutaron los trabajos definitivos que se pueden contemplar en el techo del Whitehall. El tema habría sido impuesto por Carlos I para exaltar el reinado de su padre. Jacobo I alcanza su apoteosis sentado sobre la bola del mundo y el águila imperial, acompañado de las personificaciones de la Religión, la Fe, la Justicia y la Victoria, siendo coronado por Minerva que desciende desde lo alto. Rubens se inspiró en los grandes decoradores venecianos para realizar este trabajo: Veronés y Tintoretto, utilizando una perspectiva de "sotto in sù" adecuada a la ubicación de la escena en un techo. Existe un segundo boceto de esta Apoteosis que se conserva en el Hermitage de San Petersburgo.
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Durante la estancia de Rubens en la corte inglesa en 1629 consiguió del rey Carlos I un importante encargo: la decoración de la Banqueting House en el palacio de Withehall de Londres. Para su ejecución, el pintor flamenco realizó diversos bocetos, especialmente del óvalo central ocupado por la Apoteosis de Jacobo I.En el Hermitage se conserva el segundo boceto realizado por Rubens, donde encontramos una significativa cercanía con la obra definitiva. El monarca se presenta con un cetro en la mano derecha y sentado sobre el globo terráqueo. A sus pies observamos un águila que lleva en sus zarpas los rayos de Júpiter, estableciendo una estrecha relación entre el monarca británico y el dios romano. En la derecha de la composición se halla la personificación de la Justicia mientras que en la izquierda se ubican la Religión y la Fe. Sobre el monarca encontramos una figura alada que sujeta una corona de laurel, posible personificación de Britania, y una Victoria que porta un caduceo, símbolo de la paz. Los amorcillos sostienen la corona real y el orbe imperial, atributos del poder. Con todos estos símbolos, Rubens nos ofrece una imagen apoteósica del reinado de Jacobo I, aludiendo a la paz que se vivió en este tiempo y a la defensa de la justicia y la religión llevada a cabo por el monarca.La composición se estructura en un óvalo que sintoniza con la disposición final en el techo, destacando el movimiento y la intensidad de las diversas figuras que protagonizan la escena, ubicadas en escorzadas posturas, tal y como corresponde al estilo del maestro flamenco.Este boceto fue enviado por Rubens a Londres para que Carlos I aprobara el diseño. La serie se completó en 1635.
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Herrera el Viejo fue compañero de Juan de Roelas y padre del también pintor Herrera el Mozo. Constituye uno de los ejes principales de los inicios del Barroco en Sevilla. Su estilo, al igual que el de Roelas, debe todavía mucho al pasado Manierismo. Pero como podemos apreciar en este óleo, su estilo anticipa ya los rasgos barrocos. El sentido naturalista y corpóreo de sus personajes no escapa a los deseos de la Iglesia por enseñar con el arte los dogmas de su doctrina. El artista recurre a la tradicional división del espacio pictórico en una mitad terrenal y otra celestial, en el centro de ambas se encuentra la figura del santo, que está siendo elevado en cuerpo y alma al cielo. Esta imagen sirve como estímulo para el fiel, pues muestra a un ser humano intercesor entre la terrenalidad cotidiana y el mundo de Dios. Esta ligazón entre ambos mundos es muy evidente; si comparamos este lienzo con otro del mismo tema que pintó su hijo, la Apoteosis de San Hermenegildo del Museo del Prado, se hace más evidente este sentido terrenal del padre frente a la espiritualidad desenfrenada del hijo. Corresponden a momentos distintos de un mismo sentimiento durante el Barroco español.
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La muerte de la emperatriz Sabina, la esposa de Adriano, en el año 136, causó un sentimiento de vacío y frustración en la población romana, como muestran los retratos póstumos que de ella conservamos. En esta escena se representa el momento en que la emperatriz, bellísimamente representada, es transportada al cielo por una imagen alegórica de la Eternidad. En la vida diaria se peinaba ella sencillamente, con raya al medio, y una cola de caballo que enrollaba alrededor de la coronilla, y en las ocasiones solemnes se ceñía una diadema ancha y convexa. Gustaba de vestir a la griega, combinando el elegante peplo jónico con la palla romana. Así la vemos en muchos de sus hermosos bustos.