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monumento
El monumento más conocido de China es su Gran Muralla. Con una longitud actual de 2.950 km., se extiende desde el mar Bohai, en el este, hasta el desierto de Gobi en el oeste. La Gran Muralla, wanli changcheng o La Muralla de Diez Mil Li de longitud, fue comenzada a construir entre los siglos V y IV a.C. El motivo fue proteger sus territorios de las continuas incursiones de sus rivales y de los pueblos nómadas del noroeste. Después de que fuera unificada toda China, en el siglo III a.C. Qinshi Huandi, primer emperador de la dinastía Qin, unió las murallas levantadas en el norte, con lo que se formó así la Gran Muralla, que llegó a medir más de 5.000 km. de largo. Posteriormente, el muro fue reparado y reconstruido por numerosas dinastías. La Gran Muralla en su recorrido está jalonada de torreones, utilizados como postes de comunicación, pasos o puertas fortificadas, atalayas y torres. Aproximadamente cada 120 m se levanta una torre de defensa, que en su conjunto suman 25.000. La estructura de la Gran Muralla es imponente. Miles de obreros la levantaron con tierra, piedra, madera y cerámica. Aunque las dimensiones varían en los distintos tramos, la altura media de los muros alcanza los 7 u 8 metros, mientras que el grueso de 6,5 metros de la base se estrecha hasta los 5,8 metros en la cumbre.
obra
Además de los Grandes desnudos americanos Wesselmann hace desde 1962 assembleges de objetos domésticos. No sólo los añade a la pintura en series como "Cuartos de baño" o "Dormitorios", sino que los utiliza de manera autónoma, como en las Naturalezas Muertas, donde recurre a objetos reales en lugar de pintarlos como en este lienzo.
obra
La reina de Nápoles, Carolina Bonaparte, encargó a Ingres esta Gran Odalisca para que hiciera pareja con otro desnudo hoy desaparecido. Nunca llegaría a su destino al ser derrocada Carolina en 1815, adquiriendo la obra años después el chambelán del rey de Prusia, Conde de Pourtolès-Gorgier. Con esta figura se pone de manifiesto el interés existente en aquellos años por lo exótico y lo oriental, anticipándose al Romanticismo. Sin embargo, Ingres se manifiesta como un pintor académico, interesado fundamentalmente por la línea, creando una figura de enorme belleza a pesar de sus imperfecciones anatómicas y de su pronunciado escorzo. La línea de la joven casi hace desaparecer el volumen del conjunto; para evitarlo el artista muestra con exquisito detalle todos los elementos que rodean a la figura: las telas, el cortinaje, los almohadones o el abanico. La luz y el color sirven de acompañamiento a la línea, empleando una iluminación dorada con la que crea el efecto volumétrico, convirtiendo esta imagen en uno de los desnudos más atractivos de la pintura. El rostro de la Odalisca tiene gran influencia de Rafael, el maestro que más impresionó a Ingres y del que se declaró discípulo. Presentada en el Salón de 1819, recibió numerosas críticas, calificándola de extraña y primitiva. Curiosamente, años después sería expuesta con la Olimpia de Manet, resultando dos de los desnudos más controvertidos de la historia.
obra
En 1899 se vende el Jas de Bouffan, casa solariega comprada por el padre de Cézanne 40 años antes y en la que el pintor había encontrado su refugio ideal, recogiendo en un amplio número de telas sus castaños, sus granjas o sus paseos. Quizá como homenaje a los árboles que tantas veces había visto y captado con sus pinceles realizó este soberbio lienzo en el que parece sintetizar todo el bosque provenzal. El gran pino se presenta en el centro de la composición, erguido, mientras sus jóvenes compañeros parecen retirarse para que nuestra retina se detenga en el anciano y majestuoso árbol. Tres tonalidades sirven para dotar de ritmo y vida a esta escena: ocre rojizo, verde y azul, aplicadas esas tonalidades con destreza y fluidez, creando el efecto del viento arremolinando las hojas de la vegetación. El espeso bosque se recorta ante un cielo malva en el que encontramos reminiscencias impresionistas, aunque la sombra es arbitraria y apenas existen juegos de claroscuro. Un potente trazo negro marca la silueta del gran pino, en sintonía con los trabajos de Gauguin y Van Gogh, pintores con los que el maestro de Aix tuvo contacto. Resulta interesante la potente construcción del árbol frente al abocetamiento de la vegetación de su entorno, una muestra del deseo del pintor de superar los efectos atmosféricos en los que estaba inmerso su buen amigo Monet.
obra
En su espléndido libro sobre Cézanne, Meyer Schapiro escribe: "En los últimos años de su vida, Cézanne busca a menudo temas de grandiosa soledad. Le atraen los sombríos interiores de los bosques, los peñascos escarpados, las canteras abandonadas, los edificios en ruinas, es decir, lugares que el hombre ha abandonado y en los que es visible la marca de la violencia de la Naturaleza. Entonces recrea en sus telas un espacio todavía remoto, pero todavía más alejado de la humanidad, en el que sus viejos instintos agresivos se trasladan a la propia Naturaleza". Estas palabras se pueden aplicar a este lienzo que contemplamos, realizado en los primeros años de la década de 1890, protagonizado por un gran pino que se convierte en la única referencia espacial y formal. A su alrededor sólo podemos apreciar diferentes toques de color, en forma de facetas, tal y como posteriormente trabajarán también los cubistas. El árbol tiene su tronco y sus ramas marcadas por una línea oscura, en sintonía con la pintura de Gauguin y Van Gogh, pintores por cuyas obras estaba interesado, aunque las del primero no fueran muy satisfactorias para el maestro de Aix. Las tonalidades empleadas se aplican de manera fluida, abandonando los breves toques de pincel habituales de su etapa impresionista, para utilizar el color como estructurador de la forma y el volumen. Sin embargo, en algunos casos como esta tela que observamos, Cézanne se acerca más a la abstracción que a su objetivo de dotar de forma y volumen a las obras impresionistas para que este estilo se convirtiera en "algo sólido y duradero, como el arte de los museos".
obra
Gran necrópolis con numerosas tumbas adosadas a la plataforma en talud decorada con conos de arcilla. Con toda certeza constituye el primer edificio monumental de Irán, donde se encontraron numerosos sellos de estampilla.
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Gran necrópolis con numerosas tumbas adosadas a la plataforma en talud decorada con conos de arcilla. Con toda certeza constituye el primer edificio monumental de Irán, donde se encontraron numerosos sellos de estampilla. Sus restos arqueológicos fueron descubiertos por M. J. Steve y H. Gasche en los años setenta del siglo XX.