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obra
Pocos artistas dedicaron más atención a la naturaleza muerta como Cézanne, en cuyo catálogo encontramos casi doscientos lienzos con esta temática. A lo largo de toda su vida se interesó por el bodegón, partiendo en un primer momento de Chardin para posteriormente utilizarlos como vehículo en su particular búsqueda pictórica. En estas telas apreciamos la evolución del estilo del maestro, manifestando siempre un singular deseo de eludir la representación naturalista para interesarse por la construcción del volumen y la forma a través del color, su verdadero objetivo. La forma de trabajar del maestro de Aix, deteniéndose en cada uno de sus trazos e incluso observando durante días lo que iba a pintar antes de captarlo con sus pinceles, provocará que en numerosas ocasiones las frutas se pudrieran -"He renunciado a las flores. Se marchitan inmediatamente" escribió en una ocasión a su amigo Gasquet- por lo que recurrió a piezas modeladas en cera y pliegues de mantel reforzados con yeso. Sobre una mesa de cocina con un cajón central Cézanne ha pintado uno de sus plegados manteles blancos en el que se aprecian diversas piezas de fruta de diferentes colores. Un cántaro y una cortina, aportando ésta mayor efecto teatral a la composición, completan la escena. Todo el conjunto está iluminado de manera arbitraria al suprimir casi por completo la sombra, interesándose no por los contrastes lumínicos sino por la relación entre la forma y el color. De esta forma, cada una de las frutas está obtenida gracias a fluidas pinceladas, eludiendo los trazos cortos de su etapa impresionista. Los volúmenes redondeados se hacen dueños de la escena, distribuyéndolos por el espacio siguiendo las fórmulas tradicionales, aunque la perspectiva empleada sea doble ya que algunas frutas se observan desde una perspectiva alzada mientras que la mesa o el jarrillo se muestran desde el frente. El resultado es una obra de gran impacto visual en la que nada ha quedado a la improvisación.
lugar
La villa de Corullón se encuentra a menos de cinco kilómetros de Villafranca del Bierzo, asentada en una ladera del monte de San Sadurnín, desperdigándose su caserío entre la cima y el valle del río Burbia. Esta localidad berciana presenta restos de población de época prehistórica en sus cercanías, concentrada en algunos castros. Durante la Alta Edad Media esta zona se convertirá en un importante lugar de refugio para los eremitas, fundándose numerosos monasterios como los de San Juan de San Fiz, San Martín o San Saturnino, destacando el de Santa Marina de Valverde, instituido por Vermudo II en el año 991. En estas fechas Corullón y sus tierras están en manos de las fundaciones religiosas, pero a finales del siglo XIII surge una importante familia nobiliaria que pronto se hará con todos los bienes de la zona: los Rodríguez Valcárcel. Esta familia aprovechará la crisis económica del siglo XIV para ampliar sus dominios en buena parte del Bierzo, mostrando su poder al construir el castillo de Corullón y fundar en 1444 el Convento de Recoletos Franciscanos, llamado de Cabeza de Alba. En el siglo XVI Corullón va a cambiar de propietario. Aprovechando que la familia Rodríguez Valcárcel vive un momento de crisis, Pedro Álvarez Osorio, primer señor de Cabrera y Ribera, y sus descendientes conformarán un señorío, en el que se integrará Corullón. Desde ese momento, la población deja de ser lugar y pasa a ser villa. Posteriormente, la villa formará parte del señorío de Villafranca. A finales del siglo XVIII la población de Corullón aumenta considerablemente, a pesar de la elevada mortalidad. Será en estos años y en los inicios de la siguiente centuria cuando se produzca el proceso de supresión de los señoríos. Algunas familias se convertirán en dueñas de los antiguos territorios nobiliarios y eclesiásticos, imponiéndose sobre sus vecinos. Estos pequeños terratenientes intentarán adaptarse a la nueva economía capitalista del siglo XIX, pero no lo consiguen, provocando la fragmentación de la propiedad. En estas fechas también se produce un importante proceso de emigración a Ultramar. El siglo XX hará llegar al municipio los cambios tecnológicos propios de estos momentos de Revolución Industrial: la electricidad, infraestructuras viarias, nuevas formas de trabajo, etc. En la década de los 50 se produce una fuerte emigración hacia la ciudad, ya que la rentabilidad de las tierras es cada vez menor y la vida urbana promete mejores perspectivas. Este proceso de despoblamiento continúa y, aún hoy, sigue siendo un importante problema para el municipio. Entre el patrimonio de Corullón sobresale el castillo, las iglesias de San Esteban, San Juan y San Miguel y el convento de Cabeza de Alba.
lugar
La ciudad de Clunia tiene un origen celtíbero. A mediados del siglo II, en el contexto de las guerras celtibéricas, fue conquistada por Roma, de la que pasará a depender durante los siglos siguientes. Fue también escenario de acontecimientos importantes dentro del mundo romano, como la llamada guerra sertoriana, que enfrenta a Sertorio con Pompeyo y Metelo en el año I a.C. Tras su fundación como ciudad romana, Clunia se convirtió en una de las ciudades más importantes de la Península Ibérica, desarrollando una gran actividad comercial y cultural. Además, tuvo una gran importancia estratégica, como puerta de entrada al agreste y resistente norte peninsular. La etapa de mayor esplendor de Clunia sucedió con Servio Sulpicio Galba, enemigo de Nerón que encontró refugio en esta ciudad. Galba, pretendiente del trono imperial, promociona a Clunia al rango de colonia por el apoyo prestado a su causa con el nombre de Clunia Sulpicia. Clunia, una de las más importantes ciudades romanas, acuñó moneda y pudo albergar más de 30.000 personas, contando además con una muy desarrollada infraestructura urbanística que contaba con dos foros, dos puentes y un teatro, con capacidad para 10.000 espectadores y, rehabilitado, todavía en uso. La nueva división de Hispania realizada en la época altoimperial concedió a Clunia la capitalidad de uno de los siete conventus en que queda estructurada la anterior Provincia Hispania Citerior Tarraconense, a la altura de ciudades como Lucus Augusti, Bracara Augusta (Braga), Asturica Augusta, Caesaraugusta, Carthago Nova y Tarraco. Excavada sólo en una pequeña proporción, se han encontrado importantes mosaicos y restos de edificaciones. La decadencia del Imperio romano a partir del siglo III se notó en todos sus rincones y ciudades, no siendo Clunia una excepción. Así, fue gravemente destruida durante la llamada "anarquía militar". También las invasiones de pueblos "bárbaros" alcanzan a esta ciudad que, a partir del siglo V comienza a ser despoblada, en un largo proceso que dura hasta su abandono definitivo en el siglo IX. Es en este siglo cuando se funda una nueva ciudad, que a partir del siglo XV pasará a llamarse Coruña del Conde. En la actualidad, apenas tiene 200 habitantes, si bien goza de un interesante patrimonio artístico: un castillo medieval y una iglesia románica, además de los excelentes restos de época romana.
acepcion
Así se llamaba al trabajo que los campesinos realizaban para el faraón. Estas labores podían estar relacionadas con el campo o con la construcción de monumentos.
acepcion
Es el reclutamiento gubernamental para la construcción de carreteras o edificios públicos. En ocasiones, dichos trabajos sustituyen a los impuestos y el llamamiento tiene carácter obligatorio.
fuente
Especie de pasarela terminada en un gancho que, utilizada por las naves romanas, servía para facilitar el abordaje a las enemigas.