Cortina, cantarillo y frutero
Datos principales
Autor
Fecha
1893-94
Estilo
Material
Dimensiones
58 x 71 cm.
Museo
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Pocos artistas dedicaron más atención a la naturaleza muerta como Cézanne, en cuyo catálogo encontramos casi doscientos lienzos con esta temática. A lo largo de toda su vida se interesó por el bodegón, partiendo en un primer momento de Chardin para posteriormente utilizarlos como vehículo en su particular búsqueda pictórica. En estas telas apreciamos la evolución del estilo del maestro, manifestando siempre un singular deseo de eludir la representación naturalista para interesarse por la construcción del volumen y la forma a través del color, su verdadero objetivo. La forma de trabajar del maestro de Aix, deteniéndose en cada uno de sus trazos e incluso observando durante días lo que iba a pintar antes de captarlo con sus pinceles, provocará que en numerosas ocasiones las frutas se pudrieran -"He renunciado a las flores. Se marchitan inmediatamente" escribió en una ocasión a su amigo Gasquet - por lo que recurrió a piezas modeladas en cera y pliegues de mantel reforzados con yeso. Sobre una mesa de cocina con un cajón central Cézanne ha pintado uno de sus plegados manteles blancos en el que se aprecian diversas piezas de fruta de diferentes colores. Un cántaro y una cortina, aportando ésta mayor efecto teatral a la composición, completan la escena. Todo el conjunto está iluminado de manera arbitraria al suprimir casi por completo la sombra, interesándose no por los contrastes lumínicos sino por la relación entre la forma y el color. De esta forma, cada una de las frutas está obtenida gracias a fluidas pinceladas, eludiendo los trazos cortos de su etapa impresionista . Los volúmenes redondeados se hacen dueños de la escena, distribuyéndolos por el espacio siguiendo las fórmulas tradicionales, aunque la perspectiva empleada sea doble ya que algunas frutas se observan desde una perspectiva alzada mientras que la mesa o el jarrillo se muestran desde el frente. El resultado es una obra de gran impacto visual en la que nada ha quedado a la improvisación.