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CAPITULO III Parte Morgan de la isla Española y va a la de Santa Catalina, la cual toma Levantaron áncoras del cabo de Tiburón el día 16 de diciembre del año de 1670, y en cuatro jornadas llegaron a la vista de la isla de Santa Catalina, que estaba en posesión de españoles, como dijimos en la segunda parte de esta historia, y a la cual destierran a todos los malhechores de las Indias de España. Hállanse en ella grandes abundancias de palmas en ciertos tiempos del año y riéganla cuatro grandes arroyos, de los cuales (los) dos casi se secan en verano; no se hace comercio alguno en ella, ni los moradores toman el trabajo de plantarla de más frutos que los que les son necesarios a la vida, aunque el país sería suficiente para hacer muy buenos plantíos de tabaco, y con ventajosos réditos que de él podrían sacar. Luego que Morgan estuvo cerca de su flota, hizo adelantar uno de sus navíos, el más velero, para reconocer la entrada de la ribera, y ver si había algunos otros navíos de extranjeros que le quisiesen impedir el acercarse a la tierra firme, y temiendo no llevasen las nuevas de su llegada, por medio de que se pudiesen los españoles prevenir contra sus designios. El día siguiente cuando amanecía ancoró toda la flota cerca de dicha isla, en una bahía llamada Aguada Grande, sobre la cual los españoles habían hecho una batería con cuatro piezas de artillería. Morgan, con mil hombres poco más o menos, saltó en tierra y formó escuadrones, comenzando a marchar por los bosques, aunque no tenían otras guías que algunos de su propia gente, que habían estado otra vez, cuando Mansvelt tomó y arruinó dicha isla. Llegaron el mismo día a un puesto donde el gobernador tenía otras veces su residencia ordinaria; hallaron una batería llamada la Plataforma de Santiago, dentro de la cual no hallaron persona; puesto que los españoles se habían retirado a la pequeña isla tan cercana de la grande que por medio de un corto puente pueden pasar de una a otra parte. Estaba fortificada dicha pequeña isla toda alrededor con baterías y fortalezas, de modo que parecía inconquistable; y así que los españoles vieron venir a los piratas, dispararon tan furiosamente sobre ellos, que no pudieron avanzar nada, con que les fue preciso retirarse un poco y echarse a dormir en camas verdes, debajo del cubierto de las estrellas, no extrañándolo, pues les sucede muy de ordinario. Lo que más les afligía era la hambre, porque en todo el día no habían comido cosa alguna. A la media noche, comenzó a llover tan fuertemente, que casi no podían resistir aquellos miserables piratas, que no tenían otra cobertura más que sola una camisa y calzoncillos sin medias ni zapatos; y como se hallaron a toda extremidad, derribaron algunas casillas para hacer fuego con sus maderas. Halláronse en tal estado, que si hubiesen venido 100 hombres razonablemente armados les podrían hacer a todos pedazos. Al alba del siguiente día cesó la lluvia, y limpiaron sus armas, que estaban todas mojadas, y prosiguieron la marcha; cuando en poco tiempo después volvió la lluvia, como si las nubes se hubiesen abierto más de lo ordinario; que fue causa de avanzar hacia las fortalezas, desde las cuales no dejaban continuadamente de disparar contra sus enemigos, que se acercaban. Estaban los piratas en grande aflicción y peligro de la vida por las inclemencias del tiempo, su desnudez y la hambre canina que padecían, para cuyo alivio vieron en la campaña un caballo viejo, flaco y lleno de mataduras, al cual degollaron y desollaron con agilidad perruna, repartiéndole entre los que pudieron un pedacico alcanzar, que recibían con muestras de agradecimiento y asaban o, por mejor decir, quemaban; y sin más salsa, ni sal ni pan, se lo engulleron, usurpando el tragadero, a modo de rebate, el oficio a los aguzados dientes. Aún la lluvia no cesaba y Morgan conoció que sus camaradas comenzaban a murmurar; oyendo decir que se querían volver a bordo de sus navíos. Con que, entre estas fatigas, mandó armar una canoa con grande prisa y levantar en ella el estandarte blanco; envióla al gobernador español, diciendo que si no se rendía con toda su gente voluntariamente en pocas horas, le juraba, y a todos los que con él estaban, los pasaría a cuchillo, sin conceder cuartel a nadie. Después del mediodía volvió la canoa, respondiendo que el gobernador pedía dos horas de tiempo para resolverse con todos sus oficiales en junta común y, que pasadas, daría positiva respuesta sobre lo propuesto. Terminadas dichas dos horas envió, dicho gobernador, dos canoas con estandartes blancos y dos personas para tratar con Morgan; mas antes que llegasen a tierra, pideron dos de los suyos, a los piratas, en rehenes para su seguridad; los cuales con grande puntualidad les fueron acordadas: envió dos capitanes piratas en recíproca amistad y los españoles llegaron y propusieron a Morgan como su gobernador había resuelto en junta de rendirse, no hallándose con bastantes fuerzas para resistir a una tal armada; pero que Morgan usaría de una estratagema de guerra; a saber, que llegaría por la noche con sus tropas cerca del puente que está entre la grande isla y la pequeña, y que atacarían la fortaleza de San Gerónimo; que todos los navíos de su flota vendrían hacia el castillo de Santa Teresa para darle un ataque y que, al mismo tiempo, pondrían algunas tropas en tierra cerca de la batería de San Mateo, los cuales cortarían el camino al gobernador cuando quisiera ir a la fortaleza de San Gerónimo, y que entonces le harían prisionero haciendo la formalidad de forzarle a rendir el dicho castillo, y que él conduciría a los ingleses dentro, debajo del engaño de que eran sus propias tropas; que de una parte y otra tirarían continuamente, pero sin balas o por lo menos al aire por no herir ni matar a persona. Que así teniendo dos plazas no deberían ponerse en grande pena por el resto. Acordóles Morgan todo lo propuesto a condición que mantuviesen fielmente su palabra y promesas a pena de ser tratados con todo rigor; y así afirmaron ejecutarlo; con que se despidieron y fueron a dar cuenta al gobernador de su comisión. Al punto dio orden Morgan a su flota, para que entrase en el puerto, y a sus tropas se previniesen para que en aquella noche diesen avance al castillo San Gerónimo, como lo hicieron. De suerte que esta falsa batalla comenzó tirando de gruesa artillería desde los dos castillos contra los navíos, pero sin bala como dicho es, hasta que los piratas vinieron de noche a la isla pequeña y tomaron posesión de todas las fortalezas, haciendo huir, aparentemente, a todos los españoles a la iglesia. Tenía orden el gobernador Morgan que toda su gente la tuviese consigo, porque si hallaban los piratas a algún español en la calle le darían un mosquetazo. Después que el acuerdo se hizo con el gobernador y que todo se puso en orden, los piratas comenzaron a hacer la guerra contra las gallinas, terneras, ganado de cerda y semejantes cosas; no se ocupaba su espíritu más que en matar tales animales, asarlos y comerlos; y cuando no tenían leña que quemar derribaban las casas, cuyas maderas les servían para el fuego. Contaron el día siguiente a todos los prisioneros que hallaron sobre la isla, y numeraron 450 en todos; conviene (a) saber: 190 hombres de guarnición; 40 moradores casados; 43 criaturas; 34 esclavos de su Majestad, con 8 criaturas; 8 bandidos; 39 negros que pertenecían a particulares, con 22 criaturas; y 27 negras y 12 criaturas. Desarmaron los piratas a todos los españoles y enviaron los hombres a las plantaciones para que buscasen que comer, y las mujeres quedaron en la iglesia encomendándose a Dios. Hicieron la revista de todo el país y de sus fortalezas, de que hallaron nueve en todas, como son San Gerónimo, que está cerca del puente; tenía 8 piezas de artillería de 12, 8 y 6 libras de bala, y seis pipas de mosquetes, que cada una contenía 10; hallaron aún 60 mosquetes y pólvora bastante, con otras municiones de guerra. La segunda fortaleza, San Mateo, tenía 3 piezas de a ocho libras de bala. La tercera y más principal, llamada Santa Teresa, tenía 20 piezas de artillería de 18 hasta 12, 8, y 6 libras de bala, con 10 pipas de mosquetes, como los que dijimos, y 90 mosquetes con otras municiones de guerra; este castillo estaba fabricado de piedra y cal, murallas bien gruesas y un foso muy largo alrededor, de veinte pies de profundidad, y aunque estaba sin agua era difícil asaltar; no se podía entrar más que por una puerta que estaba a la mitad del castillo; dentro había una montaña casi inaccesible, con 4 piezas de cañón en la cumbre, desde la cual podían disparar derechamente al puerto; de la parte de la mar era inconquistable a causa de las rocas que le ciñen, y porque la mar furiosamente le bate; de la tierra está de tal modo situado sobre una montaña que la entrada no es más ancha que de tres o cuatro pasos. La cuarta batería, San Agustín, tenía 3 piezas de a 8 y 6 libras. La quinta era la plataforma de la Concepción, con 2 piezas de a ocho libras. La sexta, San Salvador, con otras dos piezas. La octava, Santa Cruz, con tres piezas. La nona, llamada el fuerte de San Joseph, con seis piezas de a 12 y 8 libras de bala y dos pipas de mosquetes con municiones suficientísimas. Hallaron más de treinta mil libras de pólvora dentro del almacén con otras municiones, las cuales fueron transportadas a sus navíos; la artillería ataponada y clavada; todas las fortalezas arruinadas fuera la de San Gerónimo donde los piratas tenían su guardia y residencia. Informóse Morgan si había allí bandidos de Panamá o de Portobelo, de donde se hallaron tres que condujeron a su presencia, diciendo eran muy prácticos en aquellos cuarteles, donde pretendía saber las entradas y salidas. Propúsoles si querían servirle de guías y mostrarle los caminos de Panamá, a condición que participarían de todos los pillajes y robos, y después los pondría en libertad, llevándolos consigo cuando se volviera a Jamaica. Agradó a los bandidos la proposición y prometieron servirle en todo los propuesto; principalmente uno de los tres que era el mayor pícaro ladrón y asesino de entre ellos, que hubiera merecido antes que le rompiesen los brazos y piernas, todo vivo, que haber tenido en castigo de sus delitos una tan leve sentencia como es un presidio; tenía este tal grande poder e imperio sobre los otros dos, a quienes mandaba a zapatazos y hacía de ellos todo lo que quería. Hizo Morgan aprestar cuatro navíos y una barca para ir a tomar el castillo que está sobre la ribera de Chagre; no queriendo él ir con su flota, por no dar sospechas a los españoles. Pusieron cuatrocientos hombres sobre estas cinco embarcaciones, los cuales fueron a ejecutar el orden de su caudillo, que quedó en la isla con la otra gente esperando el suceso de sus enviados.
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Opinión de los mexicanos acerca del origen del mundo, del premio a las buenas obras y de otras cosas Gran parte de esa gente estaba del todo persuadida de que el mundo había carecido de principio y que sin embargo tendría fin, pero cuáles hubiesen sido sus primeros elementos y cuándo o de qué manera perecería, no sabían decirlo. No faltaban los que por el contrario juzgaran que había de ser perpetuo, pero que alguna vez tendría que volver al mismo estado en que estaban todas las cosas (como en otro tiempo opinó Plutón), aun cuando en qué tiempo pasaría eso, confesaban que lo ignoraban en absoluto. Por lo demás, con la oración, ayuno, sacrificios, dones y culto a los dioses y otros ejercicios de virtud, no esperaban conseguir nada para la felicidad de las almas (porque esto creían que dependía sólo del género de muerte y no de la clase de vida), pero con todo eso, creían firmemente que conseguirían perdón de sus crímenes y, por lo tanto, que se les prolongaría el curso de la vida, que se aumentaría su fortuna, que se dilatarían los límites del reino y que se subyugaría a los enemigos. Si les había cabido en suerte un buen rey, pedían vida larga y feliz para él, pero si era al contrario, se esforzaban en obtener de los dioses que quitado éste, pusieran otro en su lugar para el gobierno humano y prudente de la república. Cuidaban con esmero de trabajar por cosas caducas y frágiles y que rapidísimamente habían de perecer e instaban a los dioses con preces, larga abstinencia de alimento, derramamiento de sangre y con tantos millares de hombres sacrificados, que sólo en los templos de la ciudad mexicana, todos los años eran matados miserablemente mas de dos millares de hombres en gracia y honra de dioses horribles y atroces y con varios géneros de muerte, abiertos los pechos y arrancados los corazones todavía palpitantes, sin crimen o delito ninguno. ¿Y qué de que en los peristilos de los templos, se construyeran celdas retiradas en las cuales los próceres de la ciudad, para aplacar a los dioses se tormentaran e hirieran a sí mismos de mil maneras? De la creación del hombre nada transmitieron digno de ser recordado, excepto que se atribuye a Tezcatlipoca. No reputo verdadero lo que algunos afirman, a saber: que no veneraba esa gente las estatuas de mármol o fabricadas de cualquier otra materia, porque juzgaran que hubiera en ellas entendimiento y divinidad, sino porque eran los simulacros de aquellos que tenían por verdaderos dioses, y sus representaciones. Por el contrario, creo que tenían por dioses las mismas efigies a las cuales oían muy a menudo repondertes los que hablaban con ellas. Y a pesar de que fingían estatuas horrendas, crueles y deformes y aun simulacros de animales feroces y privados de razón, no sólo los tenían por dioses, sino que muchos también los protegían con la apariencia atroz y cruel de las fieras, la que no se creía que emanaba de otra parte sino de la misma divinidad, que de este modo, hasta donde era posible, se ponía y representaba ante los ojos. Por mero capricho habían imaginado innumerables dioses, sin el consejo de los sacerdotes y sin la autoridad o consentimiento de los reyes. A algunos repugnaba esto, y opinaban que a tal grado había llegado la locura de los otros que no sólo atribuían divinidad a los irracionales, sino también a objetos inanimados y carentes de sentido. La mayor parte aseguraba que los sacerdotes, los reyes, los próceres y los principales varones de la ciudad, usaban de familiaridad con los demonios y que los representaban en la misma forma en que los veían. Otra parte, por el contrario, mantenía que sabían por los mismos sacerdotes que nunca habían visto ni oído a los demonios, sino que aquello que se decía era mera impostura para conciliar fe y autoridad a la religión mexicana y con estas mismas ficciones mendaces aumentar la riqueza y abundancia de los templos.
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Capítulo III Del templo de este ídolo Tezcatlipuca, donde se trata por junto y en común de las ceremonias y orden de las dignidades y sacerdotes que había Por ser este ídolo dios de la penitencia tenía más ceremonias que otro alguno, por cuya causa se contarán en este capítulo todas las ceremonias y orden que había entre las dignidades y sacerdotes, porque en él se hallarán todas las cosas que usaban en las otras solemnidades, que casi todas se refieren a esta fiesta. En la gran ciudad de México y en la de Tetzcuco, que eran las dos más insignes de la tierra, y donde había y florecía toda la policía, buen orden, concierto y acierto, así en las cosas de gobierno como en las ceremonias y ritos de los dioses, tenían a este ídolo Tezcatlipuca pintado en dos maneras: la una como ya queda referido, y la otra asentado con mucha autoridad en un escaño, rodeado de una cortina colorada, labrada de calaveras y huesos de muertos cruzados. Tenía en la mano izquierda una rodela blanca con cinco piñas de algodón puestas en cruz; en la mano derecha una vara arrojadiza, amenazando con ella, el brazo muy extendido, denotando que la quería arrojar. De entre la rodela salían cuatro flechas. Estaba con un semblante y denuedo airado, el cuerpo todo untado de negro y la cabeza llena de plumas de codornices. Poníanlo así porque le tenían por el dios que enviaba a otras ciudades hambre y esterilidad de tiempos y pestilencias. Todas las mujeres que tenían niños enfermos acudían a aplacar a este ídolo, ofreciendo los niños en su templo, ante los sacerdotes, los cuales los tomaban y les ponían las insignias y traje del ídolo, que era untarles con la unción de este dios y emplumarles las cabezas con plumas de codornices o de gallinas. Con este mismo traje se adornaban los sacerdotes del templo cuando iban a los montes a ofrecer sacrificios, con que iban muy seguros y sin temor, porque de ordinario iban de noche. El templo de este ídolo no era menos galano y torreado que el de Huitzilopuchtli, porque era labrado con tanta curiosidad de efigies, tablas y revocados que aplacería mucho a la vista. Tenía dentro de su patio y cerca muchos aposentos; unos de las dignidades particulares de aquel templo, que eran como supremas dignidades. Lo mismo había en los demás templos de los dioses más preeminentes por ser, como eran, como iglesias catedrales. En estos templos había siempre aposentos de mancebos recogidos, que se enseñaban para suceder a los viejos en el culto y ceremonias, guardando gran recogimiento, pobreza y obediencia, ejercitándose en el rigor de la penitencia de los ancianos. Había, asimismo, las mozas recogidas en el modo y manera que ya queda referido. El templo de este ídolo era en la manera que se sigue. Templo del ídolo Tezcatlipuca. Los ritos, ceremonias y traje de los sacerdotes de este templo y de los demás eran de una manera. No se elegían estos como los ministros del ídolo Huitzilopuchtli, que habían de ser forzosamente de ciertos barrios particulares que él tenía señalados; estos otros eran gente ofrecida desde su niñez al templo por sus padres y madres, los cuales se criaban en los templos, y de ordinario les ofrecían por enfermedades o peligros en que se veían. Eran distintos en la elección de los de Huitzilopuchtli, Pero no diferentes en la mucha aspereza, penitencia y continuo rigor con que se trataban y gran perseverancia en sus honrosos ejercicios. De estos niños había casa particular, como escuela o pupilaje, distinto del de los mozos y mozas del templo, donde había gran número de muchachos, los cuales tenían ayos y maestros que los enseñaban e industriaban en buenos y loables ejercicios: a ser bien criados, a tener reverencia a los mayores, a servir y obedecer; dábanles, asimismo, documentos para servir a los señores, porque cupiesen entre ellos y les fuesen agradables; enseñábanles a cantar y danzar; industriábanlos en ejercicios de guerra, como tirar una flecha, fisga o vara tostada a puntería, a mandar bien una rodela y espada; enseñábanlos a dormir mal y comer peor para que desde niños supiesen de trabajos y no fuesen gente regalada. Había en estos recogimientos hijos de señores y de gente vulgar, y aunque estaban más respetados y mirados, trayéndoles la comida de sus casas. Estaban encomendados a viejos y ancianos, los cuales miraban mucho por ellos, predicándoles y amonestándoles continuamente que fuesen virtuosos, que viviesen castamente, que ayunasen y en comer fuesen templados, y el paso moderasen con reposo y mesura y no apresuradamente, Probábanlos en algunos trabajos y pesados ejercicios para conocer en ellos lo que aprovechaban en la virtud. Después de ya criados y enseñados en los ejercicios dichos, consideraban en ellos la inclinación que cada uno tenía. Si le veían con ánimo de ir a la guerra, en teniendo edad, luego que se ofrecía coyuntura disimuladamente, so color de que llevasen la comida y bastimentos a los soldados, lo enviaban para que allá viese lo que pasaba y el trabajo que se padecía, para que perdiese el miedo. Y muchas veces les echaban unas cargas pesadas para que, mostrando ánimo en aquello, con más facilidad los admitiesen a la compañía de los soldados. Y así acontecía muchas veces ir con carga al campo y volver por capitán y con insignias de valeroso, y otros quererse señalar tanto, que quedaban presos y muertos, porque muchas veces antes se dejaban hacer pedazos que dejarse prender. Y por la mayor parte, los que a esto se inclinaban eran los hijos de valerosos hombres, señores y caballeros. Otros se aplicaban a religión; a los cuales, en siendo de edad, los sacaban del recogimiento y traían a los aposentos del templo, poniéndoles insignias de eclesiástico. Hallaban en estas casas maestros y prelados que los enseñaban e imponían en todo lo concerniente a este oficio. Desde el día que entraban, lo primero que hacían era dejar crecer el cabello; lo segundo, untarse de pies a cabeza con una unción negra, cabellos y todo. De esta unción, que ellos se ponían mojada, venía a crearse en el cabello unas como trenzas que parecían crines de caballo encrisnejadas y con el largo tiempo crecíales tanto el cabello que venía a dar a las corvas. Era tanto el peso que en la cabeza traían que pasaban grandísimo trabajo, porque no lo cortaban ni cercenaban hasta que morían, o hasta que ya muy viejos los jubilaban o ponían en cargos de regimientos u otros oficios honrosos en la república. Traían estos las cabelleras trenzadas atrás con unas trenzas de algodón como seis dedos de ancho. El humo con que se tiznaban era ordinario de tea, porque desde sus antigüedades fué siempre ofrenda particular de sus dioses y, por esto, muy temido y reverenciado. Estaban con esta tierra siempre untados de los pies a la cabeza, que parecían hombres etiopianos muy atezados. Esta era su ordinaria unción; cuando iban a sacrificar y a encender incienso a las espesuras y cumbres de los montes, y a las cuevas oscuras y temerosas, donde tenían sus ídolos, usaban de otra unción diferente, haciendo diversas ceremonias para perder el temor y cobrar gran ánimo. Esta unción era hecha de diversas sabandijas ponzoñosas, como arañas, alacranes, cientopiés, salamanquesas, víboras, etc. Las cuales recogían los muchachos de estos colegios, y eran tan diestros que tenían muchas juntas y en cantidad para cuando los sacerdotes las pedían. Su particular cuidado era andar a caza de estas sabandijas y, si acaso yendo a otra cosa topaban alguna, ponían el cuidado en cazarla, como si les fuera en ello la vida. Por cuya causa, de ordinario, no tenían temor estos indios de estas sabandijas ponzoñosas, tratándolas como si no fueran ponzoñosas por haberse criado todos en este ejercicio. Para hacer el ungüento de estas, tomábanlas juntas y quemábanlas en el brasero del templo que estaba delante del altar hasta que quedaban hechas cenizas, la cual echaban en unos morteros con mucho tabaco, que es una yerba que esta gente usa para amortiguar la carne y no sentir el trabajo, y revolvían aquellas cenizas, que les hacía perder la fuerza de matar.Echaban juntamente con esta yerba y cenizas algunos alacranes y arañas vivas y cientopiés, y allí lo revolvían y majaban. Después de todo esto, le echaban una semilla molida que llaman ololiuhqui, que toman los indios bebida para sólo ver visiones, cuyo efecto es privar de juicio. Molían, asimismo, con estas cenizas gusanos negros peludos que sólo el pelo tiene ponzoña. Todo esto junto amasaban con tizne y, echándolo en unas olletas, poníanlo delante de su dios, diciendo que aquella era su comida. Y así la llamaban "comida divina". Con esta unción se volvían brujos y veían y hablaban con el demonio. Embijados los sacerdotes con esta masa perdían todo temor, cobrando un espíritu de crueldad: así mataban los hombres en los sacrificios con grandísima osadía e iban de noche solos a los montes, cuevas, quebradas sombrías, oscuras y temerosas, menospreciando las fieras. Teniendo por muy averiguado que los leones, tigres, lobos, serpientes y otras fieras que en los montes se crían huirían de ellos por virtud de aquel betún de dios. Y aunque no huyesen del betún, huirían de ver un retrato del demonio en que iban transformados. También servía este betún para curar los enfermos y niños, por lo cual le llaman "medicina divina". Y así, acudían de todas partes a las dignidades y sacerdotes, como a saludadores, para que les aplicasen la medicina divina, y ellos les untaban con ella la parte enferma. Y afirman que sentía notable alivio. Debía esto de ser porque el tabaco y el ololiuhqui tienen gran virtud de amortiguar y aplicado por vía de emplasto amortiguaba las carnes y eso sólo por sí. ¡Cuanto más con todo género de ponzoñas! Y como les amortiguaba el dolor, parecíales efecto de sanidad y de virtud divina. Acudían a estos sacerdotes como a hombres santos, los cuales traían engañados y envanecidos a los ignorantes, persuadiéndoles de cuanto querían, haciéndoles acudir a sus medicinas y ceremonias diabólicas, porque tenían tanta autoridad que bastaba decirles ellos cualquier cosa, para que lo tomaran por artículo de fe. Y así, hacían en el vulgo mil supersticiones, en el modo de ofrecer incienso, en la manera de cortar el cabello, en atar palillos a los cuellos, hilos en las gargantas y huesezuelos de culebras; que se bañen a tal y tal hora; que velen de noche a un fogón, y que no coman otra cosa de pan sino de lo que ha sido ofrecido a sus dioses. Luego, acudían a los sopladores y sortilegios, que con ciertos granos echaban suertes y adivinaban mirando en lebrillos y cercos de agua. Las figuras de estos sacerdotes son a modo de esta pintura. Sacerdotes que sacrificaban. El perpetuo ejercicio de estos sacerdotes era incensar a los ídolos cuatro veces, entre día y noche. La primera era en amaneciendo, la segunda en mediodía, la tercera, a puesta del sol, y la cuarta, a media noche. A esta hora se levantaban todas las dignidades del templo y en lugar de campanas tocaban unas bocinas y caracoles grandes, y otros, unas flautillas, y tañían un gran rato un sonido triste. Después de haber tañido, salía el semanero o hebdomadario, vestido con una ropa larga hasta las corvas, como dalmática, y con su incensario en la mano lleno de brasa, la cual tomaba del fogón que perpetuamente ardía delante, y en la otra mano con una bolsa llena de incienso, del cual echaban en el incensario. Entrando donde estaba el ídolo le incensaba con mucha reverencia. Hecho lo cual, dejaba el incensario, y tomaba un paño con que limpiaba y sacudía el polvo del altar y las cortinas que estaban por ornato del templo. Estando ya la pieza donde estaba el ídolo bien perfumada y llena de humo, salíase el sacerdote e íbase a su recogimiento. Lo mismo hacían en las demás horas sobredichas por el mismo orden. Todos los días hacían esto sin faltar ninguno. Acabada la ceremonia, que a media noche se hacía, luego se iban a un lugar de una pieza ancha, donde había muchos asientos, y allí se sentaban, y tomando cada uno una puya de maguey, u otro género de lanceta de navaja, sangrábanse las pantorrillas junto a la espinilla y exprimiendo la sangre, untábanse las sienes con ella. Con la demás sangre untaban las puyas o lancetas y poníanlas entre las almenas de la cerca del patio, hincadas en unos globos de paja que allí había de ordinario para aquel efecto, y dejábanlas allí para que, viéndolas todos, entendiesen la penitencia que hacía en sí mismos por el pueblo. Había gran número de estas puyas y lancetas en el templo, a causa de que las iban quitando y guardando y poniendo otras, porque ninguna había de servir dos veces. Y así, había muchas guardadas con grande veneración en memoria de la sangre que ofrecían a su dios. Acabado este sacrificio, salían todos a aquella misma hora del templo e íbanse a una pequeña laguna, que estaba hacía el occidente, la cual tenía por nombre Ezapan, que quiere decir "lugar de agua sangrienta", y allí se lavaban de aquella sangre que se habían puesto en las sienes. Volvíanse luego al templo, tornándose a untar con la tizne, y los mayorales mandaban a los sirvientes que barriesen el patio y las gradas, lo enramasen todo y fuesen por leña, porque era ceremonia que ninguna leña se quemase, sino aquella que ellos mismo traían, y no la podían traer otros sino los diputados para el brasero divino, en el cual nunca había de faltar lumbre, como queda referido. Demás de estas vigilias y sacrificios, hacían estos sacerdotes otras grandes penitencias, como ayunar cinco y diez días arreo antes de algunas fiestas principales, a manera de cuatro témporas. Guardaban tan estrechamente la continencia que muchos de ellos, por no venir a caer en alguna flaqueza, se hendían por medio los miembros viriles, y hacían mil cosas para hacerse impotentes para no ofender a sus dioses. No bebían vino; dormían muy poco, porque los más de sus ejercicios eran de noche, como era atizar la lumbre, ir a los montes a ofrecer sacrificios por los que se los encomendaban, que eran muchos y muy de ordinario, llevando ofrendas de incienso, vino, y otras resinas, diversas comidas, cestillos, vasos, y escudilleras, que eran como la limosna del sacrificio. En fin, ellos se martirizaban cruelísimamente, siendo con tan ásperas penitencias mártires del demonio. Todo con intento de que los tuviesen por santos, ayunadores y penitentes. Y así, el que más penitencia podía hacer, más hacía con este intento, de lo cual recibía gran contento y vanagloria. También era su oficio enterrar a los muertos y hacerles exequias. Los lugares donde los enterraban eran las sementeras y patios de sus propias casas; a otros llevaban a los sacrificaderos de los montes, a otros quemaban y enterraban las cenizas en los templos. A todos enterraban con cuanta ropa, joyas y piedras tenían, y a los que quemaban, metían las cenizas en unas ollas y en ellas las joyas y piedras y atavíos por ricos que fuesen. Cantábanles oficios funerales, como responsos, y los lamentaban muchas veces, haciendo grandes ceremonias. En estos mortuorios, comían y bebían y, si era persona de calidad, daban de vestir a todos los que habían acudido al enterramiento. En muriendo alguno, poníanle tendido en un aposento, hasta que acudían de todas partes los amigos y conocidos, los cuales traían presentes al muerto y le saludaban como si fuera vivo. Y si era rey señor de algún pueblo, le ofrecían esclavos para que los matasen con él y le fuesen a servir al otro mundo. Mataban, asimismo, al sacerdote o capellán que tenían, porque todos los señores tenían un sacerdote que dentro de casa le administraba las ceremonias y así, le mataban para que fuese a administrar al muerto. Mataban al maestresala, al copero, a los corcovados y corcovadas (que de estos se servían mucho), y a los enanos que más le habían servido. Lo cual era grandeza entre los señores: servirse de sus enanos y de todos los referidos. Finalmente, mataban a todos los de su casa para llevar a poner casa al otro mundo. Porque no tuviesen allá pobreza, enterraban con él mucha riqueza de oro, plata, joyas, piedras ricas, cortinas de muchas labores, brazaletes de oro y plumas ricas. Y si quemaban al difunto, hacían lo mismo con toda la gente y atavíos que le daban para el otro mundo y tomaban toda aquella ceniza y enterrábanla con gran solemnidad. Duraban las obsequias diez días de lamentables y llorosos cantos. Sacaban los sacerdotes a los difuntos con diversas ceremonias, según ellos lo pedían, las cuales eran tantas que casi no se podían numerar. A los capitanes y a los grandes señores les ponían sus insignias y trofeos, según las hazañas y valor que habían tenido en las guerras y gobierno, que para todo esto tenían sus particulares blasones, insignias y armas. Llevaban todas estas señales delante del cuerpo al lugar donde había de ser enterrado o quemado, acompañándole con ellas en procesión, donde iban los sacerdotes y dignidades del templo con diversos aparatos: unos incensando y otros cantando, y otros tañendo tristes flautas y atambores, a lo cual aumentaba mucho el llanto de los vasallos y parientes. El sacerdote que hacia el oficio iba ataviado con las insignias y atavíos del ídolo a quien había representado el muerto, porque todos los señores representaban a los ídolos y tenían sus renombres, por cuya causa eran tan estimados y honrados. Estas insignias sobredichas llevaba de ordinario la orden de la caballería. Y al que quemaban, después de haberle llevado al lugar donde había de hacer las cenizas, rodeábanle de tea a él y a todo lo perteneciente a su matalotaje, como queda dicho, y pegábanle fuego, aumentándolo siempre con maderas resinosas, hasta que todo se hacía cenizas. Salía luego un sacerdote vestido con unos atavíos de demonio, con bolsas por todas las coyunturas, y muchos ojos de espejuelos, con una gran palo, y con él revolvía todas aquellas cenizas con gran animo y denuedo. El cual hacía una representación tan fiera que ponía grima a todos los presentes, y algunas veces este ministro sacaba otros trajes diferentes, según era la calidad del que moría. El modo que tenía de componer a los difuntos es este que se sigue. El modo como enterraban los difuntos. Casaban, asimismo, los sacerdotes en esta forma: poníanse el novio y la novia juntos delante del sacerdote, el cual tomaba por las manos a los novios y les preguntaba si se querían casar y sabida la voluntad de ambos, tomaba un canto del velo con que ella traía cubierta la cabeza y otro de la ropa de él, y atábanlos haciendo un nudo y, así atados, llevábanlos a la casa de ella, donde tenían un fogón encendido, y a ella hacíanla dar tres vueltas alrededor, donde se sentaban juntos los novios, y así quedaba hecho el matrimonio. Eran celosísimos en la integridad de sus esposas, tanto que si no las hallaban tales, con señales y palabras afrentosas lo daban a entender, con gran confusión y vergüenza de los padres y parientes, porque no miraron bien por ella; y a la que conservaba su honestidad, hallándola tal, hacían grandes fiestas, dando muchas dádivas a ella y a sus parientes, haciendo grandes ofrendas a los dioses y gran banquete: uno en casa de ella y otro en casa de él. Cuando la llevaban a su casa ponían por memoria todo lo que él y ella traían de provisión de casa, tierras, joyas y atavíos. Guardaban esta memoria los padres de ellos, porque si acaso se viniesen a descasar (como era costumbre entre ellos en no llevándose bien) hacían partición de los bienes conforme a lo que cada uno trajo, dándoles libertad para que cada uno se casase con quien quisiese, y a ella le daban las hijas y a él los hijos. Mandábanles estrechamente que no se tornasen a juntar so pena de muerte. Y así se guardaba con mucho rigor. Tenían también sus bautismos con esta ceremonia, y es que a los niños recién nacidos les sacrificaban las orejas y el sexo viril. Esta ceremonia se hacía especialmente con los hijos de los reyes y señores. A estos, en naciendo, si eran varones, los lavaban los sacerdotes y, después de lavados, poníanles en la mano derecha una espada pequeña, y en la otra una rodelilla. Hacían esta ceremonia cuatro días continuos, ofreciendo sus padres grandes ofrendas por ellos. Y si era hija, después de lavada cuatro veces, poníanle en la mano otras tantas un aderezo pequeño de hilar y tejer con los dechados de labores. A otros niños les ponían al cuello carcajes de flechas y arcos en las manos. A los hijos de la demás gente vulgar les ponían las insignias de lo que por el signo en que nacían conocían y adivinaban por los sortilegios: si su signo le inclinaba a pintor, poníanle un pincel en la mano; si a carpintero, dábanle una hachuela, y así de los demás. Hacíanse todas estas ceremonias a la semejanza del ídolo, que como queda dicho, era un esclavo que sacrificaban el día de la fiesta del ídolo y, acabado de sacrificar éste, luego ofrecían otro esclavo y dábanlo a los sacerdotes, renovándolo cada año para que nunca faltase la semejanza viva del ídolo. El cual luego que entraba en el oficio, después de muy bien lavado, le vestían todas las ropas e insignias del ídolo, poníanle su mismo nombre, y andaba todo el año tan honrado y reverenciado como el mismo ídolo. Traía siempre consigo doce hombres de guarda, porque no se huyese, y con esta guarda le dejaban andar libremente por donde quería, y si acaso se huía, el principal de la guarda entraba en su lugar para representar el ídolo y después ser sacrificado. Tenía este ídolo el más honrado aposento en el templo, donde comía y bebía, y donde todos los señores y principales le venían a servir y reverenciar, trayéndole de comer con el aparato y orden que a los grandes. Y cuando salía por la ciudad iba muy acompañado de señores y principales, y llevaba una flautilla en la mano, que de cuando en cuando tocaba, dando a entender que pasaba, y luego las mujeres salían con sus niños en los brazos y se los ponían delante saludándole como a dios; lo mismo hacía la demás gente. De noche le metían en una jaula de recias viguetas, porque no se fuese, hasta que llegada la fiesta le sacrificaban como queda dicho.
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CAPITULO III Que trata de la venida de los olmecas y xicalancas, y de cómo vinieron los chichimecas, postreros pobladores de Tlaxcala Habiendo poblado México y toda su comarca y redondez de la laguna, al cabo de tanto tiempo vinieron los ulmecas, chalmecas y xicalancas, unos en seguimiento de otros. Como hallasen toda la tierra ocupada y poblada, determinaron de pasar adelante a sus aventuras y se encaminaron hacia la parte del volcán y faldas de la Sierra Nevada, donde se quedaron los chalmecas, que fueron los de la provincia de Chalco, porque quedaron en aquel lugar poblados. Los ulmecas y xicalancas pasaron adelante, atravesando los puertos y otros rodeándolos, hasta que vinieron a salir por Tochimilco, Atlixco, Calpan y Huexotzinco, hasta llegar a la provincia de Tlaxcala. Aunque antes de llegar a ella vinieron tomando el tiento, reconociendo la disposición de la tierra hasta que hicieron su asiento y fundaron donde está agora el pueblo de Santa María de la Natividad, y en Huapalcalco, junto a una ermita que llaman de Santa Cruz, que los naturales llaman Texoloc, y Mixco y Xiloxochitla, donde está la ermita de San Vicente y el cerro de Xochitecatl, y Tenayacac, donde están dos ermitas, a poco trecho una de otra, que se llaman de San Miguel y de San Francisco, que por medio de estas ermitas pasa el río que viene de la Sierra Nevada de Huexotzinco. Aquí, en este sitio, hicieron los ulmecas su principal asiento y poblaron, como el día de hoy nos lo manifiestan las ruinas de sus edificios, que, según las muestras, fueron grandes y fuertes. Y ansí, las fuerzas y barbacanas, albarradas, fosas y baluartes muestran indicios de haber sido la cosa más fuerte del mundo y ser obrada por mano de innumerables. Gran copia de gentes fue la que vino a poblar, porque donde tuvieron su principal asiento y fortaleza es un cerro o peñol, que tiene casi dos leguas de circuito. En torno de este peñol, por las entradas y subidas, antes de llegar a lo alto de él, tiene cinco albarradas y otras tantas cavas y fosas de más de veinte pasos de ancho, y la tierra sacada de esta fosa servía de bastión o muralla de un terrapleno muy fuerte, y la hondura de las dichas cavas debía de ser de gran profundidad, porque con estar, como están, arruinadas de tanto tiempo atrás, tienen más de una pica en alto; porque yo he entrado dentro de algunas de ellas a caballo y de industria las he medido, que un hombre a caballo y con una lanza aún no alcanza a lo alto en muchas partes, con haberse tornado a henchir de tierra con el tiempo y con las avenidas de aguas de más de trescientos y sesenta años a esta parte. Las cuales fosas y albarradas ciñen toda la redondez del cerro, que no debió de ser poca fuerza ni menos reparo en aquellos tiempos. En este dicho peñol hay muchos indios poblados hoy en día en partes, y va cavado por peña viva, y se aprovechaban de muchas cuevas en que vivían en este cerro. En este fuerte tan antiguo, tan inexpugnable, en las cumbres de él y en la sierra de Tlaxcala, que llaman Matlalcueye, y en lo alto y cumbre de Tepeticpac se retiraron y guarecieron las mujeres y niños cuando el capitán Hernando Cortés y sus compañeros vinieron a la conquista de esta tierra y entraron por esta provincia de Tlaxcala, hasta que se le dio su paz y seguridad. Demás de esta población tan antigua, hubo otras en los llanos de San Felipe, que serán dos leguas adelante hacia la parte del poniente en cuanto a nuestro centro, en parte llana y escombrada. Ansí mismo, hubo otra de los propios ulmecas, xicalancas y zacatecas, cuyo caudillo fue uno que llamaban Coxanatecuhtli. Según parece, estos primeros pobladores vinieron en tres legiones de las Siete Cuevas, que unos y otros eran de un lenguaje y de una misma disposición y traza, los cuales tuvieron poblado más de cuatro leguas de tierra en diversos lugares de esta provincia, cuyos edificios son conocidos, aunque deshechos y arruinados. Estos se pueden tener por los primeros pobladores de esta provincia de Tlaxcala, que poblaron sin defensa ni resistencia alguna, poque hallaron estas tierras inhabitadas y despobladas. Y estando en estas sus poblaciones quietos y seguros mucho tiempo, continuando en su quieta paz y sin imaginar cosa en contrario, llegaron los chichimecas sediciosos y crueles con la sedienta ambición, últimos pobladores y conquistadores de esta provincia de Tlaxcala, cuyo principio y origen... copiosamente, según y de la manera que han venido prosiguiendo hasta que se sujetaron estas tierras y habitadores, y hasta que las pusieron debajo de su dominio, bien y ansí de la manera que lo tratan sus crónicas y cantares cifrados; en suma, según su modo, olvidado ya, de la cuenta que tenían en los tiempos que estas cosas acaecieron y en qué edades, que hacen no pequeña falta para nuestra satisfacción, aunque no dejaremos de poner algunos números de su cuenta y edades que ellos seguían. Habiendo, pues, de tratar de la venida de los chichimecas, que fueron los postreros y últimos habitadores de esta provincia de Tlaxcala, la cual fue muchedumbre de gentes, diremos que, ansí mismo, tienen noticia que puede haber trescientos años, poco más o menos, que vinieron con ejércitos formados a poblar y buscar tierras en que habitar, como las demás gentes que antes habían venido. Y ansí estas gentes vinieron de las Siete Cuevas en su demanda y busca de estotras gentes que se habían adelantado siguiéndoles el rastro que habían traído en su venida, maquinando por diversas partes del mundo, peregrinando por grandes desiertos, arcabucos y serranías, y grandes y muy ásperas montañas, como referido tengo, en demanda y busca de los culhuas y tepanecas y aculhuaques, chalmecas, ulmecas y xilancas, deudos y parientes suyos, todos de una descendencia, linaje y lengua y frasío, aunque en cada provincia tenían su diferente manera de hablar, pero tan solamente en su consonancia o sonsonete que le quisieron dar por diferenciarse en esto, mas en todo lo demás todo es una cosa, aunque es tenida la lengua mexicana por materna y la tezcucana por más cortesana y pulida; salidas de éstas, todas las demás lenguas son tenidas por groseras y toscas, y en esta forma se va entorpeciendo mientras más se van desviando las provincias de México. Presupuesto que toda sea una lengua y una cosa que se entienda, ésta es la que corre en esta Nueva España y la mayor parte del Nuevo Mundo, y por donde se quiera en estas partes se prefiere a las demás lenguas y está extendida por todas las naciones de ella. Y ansí, las otras lenguas son tenidas por bárbaras y extrañas y entre este barbarismo la hablan comúnmente y tienen intérpretes mexicanos que la dan a entender y se precian y estiman de saberla hablar. Es una lengua la más amplia y copiosa que se ha hallado; después de la dignidad, es suave y amorosa y en sí muy señoril y de gran presunción, compendiosa y fácil y dócil, que no se le halla fin ni cabo, e se pueden con facilidad componer versos en la propia lengua con mensura y consonancia. Venidos, pues, en seguimiento, como atrás dejamos dicho, de sus deudos y parientes, de tierra en tierra y de provincia en provincia, hallaron la mayor parte de la tierra ocupada y poblada de sus propios deudos. Y con la noticia de cómo adelante estaban las mayores poblaciones, siempre fue su designio de pasar adelante, como lo hicieron. Y ansí, de lance en lance y de tierra en tierra, llegaron a la provincia de Xilotepec y de Hueypuchtlan, y a Tepotzofan y Quauhtinchan, donde pararon y estuvieron algún tiempo. Allí trataron de grandes y muchos partidos con los culhuas y tepanecas mexicanos, que tenían poblada la redondez de la laguna y toda su comarca y marisma. Vista la multitud grande que allí se había llegado de gentes chichimecas y la estrechura que había de tierras, procuraron de proseguir su viaje hacia la provincia de Tetzcuco, donde era la cabeza y señorío de los aculhuaques tetzcucanos. Y como hubiesen llegado cerca de esta provincia, fueron muy bien recibidos de los señores de aquella tierra, sabiendo y entendiendo que eran todos unos y de una generación, deudos y parientes y venidos de una misma patria y tierra. Viendo que no tenían tierras en que poder poblar tantas gentes, los acomodaron y señalaron un sitio donde pudiesen asentar en el inter que hallaban donde poblar. Y ansí, poblaron junto a la laguna de entre Tetzcuco y Chimalhuacan, arrimados a la falda de la sierra y montaña de Tetzcuco, que los naturales llaman los llanos de Poyauhtlan (hoy en día pretenden acción y derecho de estas tierras los naturales de Tlaxcala, porque, en efecto, fueron suyas por merced y donación que los señores y rey de Tetzcuco les hicieron). Y ansí poblaron los chichimecas, que su principal asiento y poblazón fue donde es agora el pueblo de Cohuatlichan, cerca de la laguna mexicana sujeta de Tetzcuco. Fue el año de su fundación Ome Tecpatl xihuitl, que llaman "año de dos pedernales". Siempre estuvieron en continua arma y vela, porque aunque los naturales de aquellas provincias les habían dado tierras e oviesen recibídolos de paz, hospedándolos y regalándolos con muchas mercedes y caricias, no se fiaban del todo de ellos, porque temían no les hiciesen alguna traición y cogiesen descuidados, como suele suceder en semejantes casos. Estando, como estuvieron, tanto tiempo poblados en estos llanos de Poyauhtlan, se sustentaban de cazas, como chichimecas, por ser, como eran, muy grandes arqueros y cazadores de arcos y flechas y aventajados con esta arma más que otras naciones. Porque chichimecas, propiamente, quiere decir "hombres salvajes", como atrás dejamos referido, aunque la derivación de este nombre procede de hombres que comían las carnes crudas y se bebían y chupaban las sangres de los animales que mataban, porque chichiliztli es tenido en la lengua mexicana por "ma mar" y chichinaliztli por "cosa que chupa" y chichihualli es 1a "teta" o la ubre. Por manera que como estas gentes mataban y se bebían la sangre, eran tenidas por una gente muy cruel y feroz, de nombre espantable y horrible, entre todas las naciones de estas partes. Y por esta derivación de "chupadores" que quiere decir en la lentua mexicana chichimeca techichinani; y ansí, los que proceden de estos chichimecas son tenidos y estimados en mucho. Y ansí mismo, llaman chichime a los perros, porque lamen la sangre de los animales y la chupan. Finalmente, que los que proceden de estos chichimecas por línea recta y derecha sucesión son muy estimados. Ha quedado este nombre de chichimecas el día de hoy ya tan arraigado que todos aquellos que viven como salvajes y se sustentan de cazas y monterías y hacen crueles asaltos y matanzas en las gentes de paz, y aquellos que andan alzados con arcos y flechas como alarbes, son tenidos y llamados chichimecas. Especialmente en los tiempos de agora son los más crueles y espantosos que jamás lo fueron, porque en otros tiempos (ha menos de cuarenta años) no mataban sino cazas y animalías fieras y silvestres, y agora matan hombres, saltean caminos y hacen grandes estragos e inauditas crueldades en los españoles y en sus haciendas y estancias, que no se pueden averiguar con ellos. Por manera que el nombre de chichimeca, que solía ser la cosa más noble que entre los naturales había, ha venido a ser y a parar, que los que llaman el día de hoy chichimecas se han de entender por hombres salteadores y robadores de caminos. Todos aquellos que son indomésticos, que habitan las tierras remotas de la Florida y la demás tierra que está por ganar y por conquistar, todos tienen este nombre de chichimecas, y esto se entiende en la lengua mexicana culhua de la Nueva España. De estos chichimecas se podrían tratar de sus hechos y hazañas muy espantosas, cosas muy temerarias, y de muy gran encarecimiento de sus ánimos y acometimientos, que no se puede tratar en breve suma, porque han sido sus hechos temerarios tan grandes y tan espantosos que casi han tenido rendida la tierra con harta costa de los nuestros, y ansí no han podido ser sujetados. Poseen grandes tierras y muy ricas de metales de plata, que en algún tiempo será Dios servido se labren y descubran. Hay, asimismo otras tierras y gentes de otras naciones, porque hay gran noticia de ellas, que son las tierras de donde vinieron los mexicanos. Finalmente, con estos chichimecas se han señalado muchos capitanes famosos de nuestros españoles y muerto los más de ellos, continuando la milicia más cruel y bárbara que ha habido en el mundo, con arco y flechas y desnudos en carnes sin otro algún reparo ni defensa.
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CAPITULO III Comprehende la descripcion y noticias de los goviernos de Popayán y Atacames, pertenecientes á la provincia de Quito, con las correspondientes á su descubrimiento, conquista y poblacion 806 Haviendose tratado en los antecedentes capitulos lo tocante á los corregimientos que corresponden á la Audiencia de Quito, sería no completar las noticias de todo el país adonde se estiende su jurisdiccion si se omitiessen las de los goviernos, no siendo menor la auto-ridad con que son atendidas en sus territorios las ordenes y decretos de aquella Audiencia. El conjunto, pues, de unos y otros forma la dilatada jurisdiccion de este tribunal, componiendo el espacioso país de la provincia de Quito. Y aunque es muy regular allí el dar este nombre de provincia á cada govierno, á cada corregimiento y aun á los tenientazgos ó partidos en que se subdividen unos y otros, segun dexo yá advertido, no debemos aqui seguir esta vulgar accepcion porque en realidad no hay otro fundamento para ella que el de haver sido diversas naciones las que los habitaban y reconocido en tiempo de la gentilidad señor particular ó curaca distintos cada uno, siendo estos soberanos absolutos hasta que los emperadores Incas sojuzgaron aquellos pueblos y los obligaron á recibir las leyes de su imperio, conservando empero á los curacas aquellos derechos de señorío que les correspondian por la herencia y por la sangre y que podian ser compatibles con la suprema autoridad. Y aun atendiendo en esta conformidad el nombre de provincia, sería forzoso amplificar su numero tanto que cada pueblo compusiesse una porque efectivamente en tiempo del gentilismo reconocian señor ó curaca particular, y tal vez, como sucede en Valles, en la misma jurisdiccion de Popayán, en Maynas y el Marañón no solamente tenian curaca ó señor en cada pueblo con todas las circunstancias accesorias á la soberanía sino que hablaban diversa lengua, observaban leyes y costumbres distintas y en todo se mantenian independientes los unos de los otros. Hallandose, pues, ahora comprehendidos todos estos pueblos y antiguas provincias en la jurisdiccion de un tribunal, al qual reconocen por superior y reciben de él en nombre del principe la recta administracion de la justicia en la forma que de los de su especie se deriva á otros paises, reunidos los que antes eran distintos señores, solo componen yá una provincia; y assi los goviernos que son dependientes en los juridico y en lo contencioso de la Audiencia de Quito se deben considerar parte de su provincia, como en realidad, lo son, haciendose, por tanto, preciso, para el completo conocimiento de lo que se describe, no escusar las noticias correspondientes á ellos. 807 El primero de los goviernos tocantes á la provincia de Quito, y que le pone terminos por la parte del norte, es el de Popayán aunque enteramente no depende de ella porque, dividido en dos jurisdicciones, lo que cae al norte y oriente toca á la Audiencia de Santa Fé ó nuevo reyno de Granada y lo que está acia el sur y occidente, á la de Quito, por cuya razon, sin dexar de tratar de todo lo que comprehende este govierno, me estenderé algo mas en las noticias de lo que corresponde á la provincia de Quito á fin de no immutar el orden y methodo con que se han dado las de los corregimientos. 808 La conquista de todo el país que hoy comprehende el govierno de Popayán ó de la mayor parte de él fue hecha por el célebre adelantado Sebastian de Belalcazar. Este, hallandose governando la provincia de Quito y teniendo en buen orden todas las cosas pertenecientes á su mejor coordinacion y economía, haviendo reducido á la obediencia los paises de su dependencia y concluida la formal disposicion de la ciudad de Quito, con la noticia de que acia la parte del norte de ella havia tierras no menos dilatadas y ricas que las de su govierno, llevado de aquel regular anhelo que fue incentivo en los españoles para dilatar la fama y hacer mayor la gloria de sus hazañas con las nuevas empressas en la prosecucion de los descubrimientos y conquistas, con 300 españoles escogidos puso en planta su generosa resolucion en el año de 1536 y, despues de haver tenido muy repetidos y rudos choques con los indios de Pasto, que, dispuestos los primeros á resistirle y á defenderle el passo, intentaron oponersele, siguió adelante y venció á los dos curacas mas principales de aquella tierra, llamados Calamba el uno y el otro Popayán, de quien toma nombre todo el govierno y la ciudad principal, los quales, siendo hermanos, se hacian respetables para con los otros, no menos por el exceso de su poder que por el valor y esfuerzo que los acompañaba. Quedó señoreandose del país con este triunfo, y se le sujetaron las demás naciones comarcanas, sometiendo todas la cerviz al yugo de la obediencia de los reyes de España. Esta gloria se le adelantó tanto á Belalcazar, no obstante la repeticion de batallas y dificultades que huvo de vencer en la constante resistencia de los indios, que, assentando su real en el centro de aquel territorio el mismo año en su sitio, cuya hermosura le brindaba quantas conveniencias podia apetecer con la apacibilidad de su temple, recreo de las campañas, fertilidad de la tierra y sanidad del ayre, hizo en el siguiente de 1537 la fundacion de la primera ciudad, que hoy conserva el nombre de Popayán, y hace cabeza á todo el govierno, edificandola en el propio lugar que ocupó entonces con su campo; y, en el interin que assi daba principio á la poblacion para que su gente no estuviese ociosa, y los indios, que, vencidos, huían, no tuviessen lugar de rehacerse ó hacer confederacion con los que allí se mantenian fuera de la obediencia, dispuso que sus capitanes, divididos en quadrillas con numero proporcionado de soldados, tomassen varias derrotas y fuessen entrando en las tierras comarcanas para obligarlos á que se reduxessen y reconociessen el mismo vassallage. 809 Concluida por Belalcazar la poblacion de Popayán y dispuesto en ella lo necesario para su govierno, haviendo adquirido por medio de sus capitanes noticias de las riquezas y particularidades del país, determinó á salir en persona á reconocerlo para dar disposicion al aumento de las poblaciones y, llegando á Cali, hizo allí la fundacion de la ciudad, que hoy conserva el mismo nombre aunque en distinto sitio porque, haviendola puesto en los paises de unos indios llamados gorrones, la mudó poco despues el capitan Miguel Muños por retirarla de la malignidad del temperamento que gozaba en el primero. De allí pasó Belalcazar á fundar una villa con el nombre de Santa Fé de Antioquia y, de este modo, fue poblando todo el país y agradandose de él mas cada vez por la suma de su fertilidad y sus riquezas. 810 Entre los fines que tuvo Belalcazar para sublimar su gloria con esta conquista y dieron aliento en su animo para proseguirla, tuvo el deseo de descubrir camino que saliese directamente desde Quito, á la mar del norte, como lo havia conseguido á la del sur, y uno de los descubrimientos que sus capitanes hicieron, interin que él estaba entendiendo en la fundacion de Popayán, fue el de que á poca distancia de ella tenia dos de sus principales nacimientos el rio grande la Magdalena, por el qual concibió esperanzas de que sería facil el tránsito á la mar del norte. Y assegurado de ello, dexando en buen estado las cosas de aquel país, afirmada su conquista y hechas sus principales poblaciones, determinó passar á España siguiendo el curso del mismo rio para solicitar, con el merito de descubridor de aquella tierra de haverla conquistado y poblado, se le diessen titulos de governador de ella, cuya merced obtuvo en fuerza de la justicia que lo merecia, y fue el primero en quien recayó este empleo, al qual han estado siempre unidos los territorios ó paises que entonces se consideraron correspondientes á aquella conquista hasta que en estos ultimos años se separó de él el del Chocó, haviendo sido erigido en govierno particular por los años de 1730, bien que hasta el de 1735 no se proveyó en propiedad; y perteneciendo este á la provincia del nuevo reyno de Granada, no tendrá lugar en nuestras noticias. 811 La ciudad de Popayán, que es de las mas antiguas en aquellas partes con titulo de ciudad por haversele concedido el año de 1538 á 25 de julio, ocupa parte de un espacioso llano, que se estiende por el norte larga distancia dexando entera libertad á la vista para que, sin estorvo, goce el recreo que puede apetecer en la amena diversion de aquellas campañas; hallase apartada del equador, acia la parte del norte, 2 grados y 28 minutos y, respeto del meridiano de Quito, mas al oriente 2 grados con muy corta diferencia. En la parte del oriente de la poblacion le hace compañia un cerro, que llaman de la Eme porque la figura que forma es semejante á esta letra, y su altura, mediana, siendo de mucha diversion y recreo la frondosidad con que se adorna; á la parte del occidente tiene, en correspondencia, algunas pequeñas eminencias que, muy distantes de mortificar la vista comprimiendola, le sirven de mayor diversion ofreciendole, con la desigualdad, mas recreable perspectiva que la que podia lograr en un objeto uniforme. 812 La capacidad de esta ciudad es mediana; sus calles, anchas, tiradas á cordel y llanas y, aunque no están empedradas en el todo, gozan en parte la comodidad de esta providencia siendolo aquellos ámbitos que hacen inmediacion á las paredes, y lo restante que cae acia el medio ó corriente es de un cascajillo menudo tan adequado á el intento que, consolidado él por sí, ni hace lodos ni pierde la dureza con la demasiada sequedad para convertirse en polvo; por esto, aun es mas acomodado para el huello y propio para la limpieza que el empedrado. 813 Las casas tienen sus paredes de adobes, como las de Quito, imitando á estas en la disposicion y orden de sus repartimientos; la mayor parte, con un alto pero otras solamente baxas; en lo exterior se percibe la extension que gozan sus interiores oficinas y piezas; y, en lo que por defuera demuestra la vista, se dexa inferir el primor que encierran en sus adornos, los quales son tanto mas estimables allí quanto mas raros, mas costosos y mas dificil el transporte de los de Europa, provenido de la mayor distancia que tienen que hacer por tierra, expuestas á las pérdidas regulares, con particularidad en aquellas partes. 814 Hay una iglesia mayor, que fue erigida en cathedral obispal el año de 1547; es la unica parroquia en la ciudad, no porque su extension no sea capaz de mantener otras sino porque, haviendose erigido en esta forma, no han querido condescender los prebendados á que se subdivida y hagan otras parroquias. Además, tiene iglesias y conventos de San Francisco, Santo Domingo, San Agustín, un colegio de la Compañia de Jesus, donde se dan estudios de gramatica á la juventud, y actualmente se está entendiendo en la fundacion de Universidad por la misma religion, para lo qual tiene ya concedida la gracia correspondiente. El numero de personas que mantiene cada uno de estos conventos es moderado porque no excede de seis á ocho. No sucede lo mismo con el uno de dos monasterios de monjas, que tambien hay, y son de Santa Teresa y la Encarnacion; este ultimo, baxo la regla de San Agustín, porque, aunque en él no exceda el numero de las religiosas professas de 50 a 50, passan de 400 personas las que lo habitan entre monjas, seglares y criadas. En quanto á lo material de la obra, son de bastante capacidad todos estos conventos; y al mismo respeto, las iglesias, en las quales, aunque no sobresalen con excesso las riquezas, no se echan menos las que son correspondientes á unos adornos mas que decentes. Antiguamente, havia tambien allí un convento de religiosos carmelitas descalzos, el qual estaba fundado en una espaciosa meseta que forma el cerro de la Eme en la mitad de su pendiente, cuyo sitio abandonaron despues de algunos años y se passaron al pie de todo el cerro por no serles el temperamento que gozaban arriba muy propicio, y esto nacido de que los ayres eran sutiles, frios y continuos; pero tampoco subsistieron despues que mejoraron de lugar, pues, no aviniendose con los pescados secos y salados, verduras y otras cosas á su semejanza, que es lo unico que en el país se puede conseguir para la vida quaresmal, dexaron el convento y se retiraron á sus primitivas casas de donde havian salido para fundar. Esto mismo sucedió con otro que tuvo principios de establecimiento en el assiento de Latacunga, donde igualmente se carece de toda suerte de pescados frescos, siendo digno de notar que los conventos de religiosas observantes de la misma regla de Santa Teresa se mantiene, y no se dá exemplar de que el numero prescripto llegue á verse falto. 815 Del cerro de la Eme sale un arroyo, cuyas corrientes, haciendo transito por la ciudad, contribuyen á su limpieza y asseo porque arrastran sus aras todas las inmundicias; y dividiendose con él en dos partes la poblacion, se facilita la reciproca comunicacion de una con otra por medio de dos puentes, de los quales el uno es de piedra, y el otro, de madera; llamase este el rio del Molino, y sus aguas son muy saludables y medicinales por contraer la virtud de muchos arboles de zarza por donde passan. Tambien sale del mismo cerro un ojo de agua muy delicada y buena aunque no en cantidad tan crecida que sea suficiente para dar abasto á toda la ciudad; y assi se reparte en las fuentes de los conventos de monjas y en un corto numero de casas particulares, siendo las que participan de este beneficio aquellas primitivas y mas acomodadas. Como una legua ó poco mas apartado de Popayán, acia la parte del norte, lleva su rápido curso el rio Cauca, que es muy caudaloso; sus crecientes son formidables y se experimentan en los meses de junio, julio y agosto, tiempo en que está en toda su fuerza el páramo de Guanacas, de donde este rio trae su origen, siendo tanto el rigor con que el páramo se mantiene entonces que no carece de gran peligro el transitar por él, y lo suelen acreditar á su costa los passageros quando, con inconsiderado arrojo, se exponen á la inclemencia de su intemperie y furia. 816 No dexa de advertirse entre los vecindarios de Popayán y Quito alguna diferencia en la gente de castas porque, assi como en Quito y en las demás ciudades y poblaciones de los corregimientos es la gente que mas ocupa la de las castas originadas de las varias procreaciones entre españoles y indios, en Popayán, a semejanza de lo que sucede en Cartagena y otras partes en donde abundan los negros, el numero mayor de la gente comun ú ordinaria es de castas de blancos y negros, y muy pocas las de indios. Esto nace de que, tanto para el servicio de las haciendas en las campañas como para el de las minas y en los ministerios de la ciudad, todos tienen negros esclavos, y los indios son muy pocos respeto de la abundancia con que los hay en lo restante de la provincia de Quito. No obstante, se hallan pueblos de ellos grandes y en crecido numero, y assi solo se debe entender que en la ciudad principal y en las otras de españoles son raros respecto á la abundancia de negros. Entre todas las especies de gente, se regulan en Popayán de 20 á 25 mil almas, y, en estas, muchas familias blancas de españoles, de las quales se distinguen cosa de 60 por estar conocidas y reputadas desde la antiguedad por nobles y ser oriundas de casas esclarecidas de España. Hacese digno allí de advertir que, á proporcion que en otras poblaciones se reconoce decadencia, por el contrario, en Popayán es considerable el aumento de su vecindario, especialmente en estos ultimos tiempos, lo que se atribuye á la abundancia de minerales de oro que hay en toda la jurisdiccion, en cuyas labores se emplea la gente; y con los metales que sacan, logran la correspondiente recompensa al trabajo y lo necessario para mantenerse. 817 El Governador hace su continua residencia en Popayán; y siendo este empleo puramente politico, no pide sugeto con carácter militar. A él pertenece el govierno y direccion de los assuntos politicos, civiles y militares de quanto se comprehende en la jurisdiccion de su govierno, y hace cabeza en el cuerpo de ciudad, que se compone de dos alcaldes ordinarios nombrados annualmente y numero correspondiente de regidores, en la misma conformidad que sucede en las otras ciudades. 818 Hay una Caxa de la Real Hacienda donde se recogen los haberes que pertenecen á ella, como son los tributos de los indios, las alcavalas, quintos de los metales que se benefician y otros semejantes. 819 El cabildo eclesiastico se compone del obispo, cuya congrua está reguladda en 6 mil pesos al año, el dean, con la de 500 pesos, y á 400 los demás, que son arcediano, chantre, maestre de escuela y tesorero. Esta iglesia es sufraganea del arzobispado de Santa Fé de Bogotá. 820 El tribunal de la Inquisicion de Cartagena, que estiende su jurisdiccion hasta Popayán, nombra allí un comissario, y hay otro de Cruzada para lo correspondiente á assumptos de su naturaleza, ciñendose la autoridad de estos dos jueces á solo lo que comprehende el obispado, y este no se explaya á tanto quanto al govierno pues mucha parte de sus paises tocan al obispado de Quito. 821 Entiendese la jurisdiccion del govierno de Popayán, por la parte del sur, hasta el rio de Mayo y Ipiales, por donde confina con el corregimiento de la villa de San Miguel de Ibarra; por el nordeste, se termina con la provincia de Antioquia, que, siendo la ultima de su pertenencia, hace frente á los paises correspondientes á Santa Fé; y, siguiendo por el norte, vá lindando con los territorios que tocan el govierno de Cartagena; y dá la vuelta al occidente, donde, aunque antiguamente no reconocia otros mas que las salobres aguas del mar del sur, yá en parte se le han estrechado con el nuevo govierno del Chocó, quedandole solamente, en quanto á playas, las que corresponden al territorio de Barbacoas; por el oriente, se ensancha hasta las cabeceras del rio Caqueta, que lo son, segun se cree, de los dos rios Orinoco y Negro. Su distancia no está averiguada con la mayor precision pero se puede hacer juicio, á poca diferencia, será de oriente á occidente de 80 leguas y pocas menos de norte á sur. Siendo, pues, tan dilatada su jurisdiccion y comprehendiendose en ella muchas poblaciones grandes y otras pequeñas, está dividida en varios partidos, donde el governador principal nombra thenientes para que, como tales, acudan á las providencias de justicia, haciendo presentacion de los sugetos que lo han de ser en la Audiencia á donde corresponden y allí se confirman, circunstancia precisa para que puedan governar y ser establecidos en las poblaciones y partidos que les confieren. Los que compone todo el govierno de Popayán son los que se siguen, Santiago de Cali, Santa Fé de Antioquia, Las quatro ciudades, Timaná, Guadalajara de Buga, San Sebastian de la Plata, Almaguer, Caloto, San Juan de Pasto, El Raposo y Barbacoas. 822 Cada uno de estos partidos consta, además de la poblacion principal, de otras muchas bien capaces y de crecidos vecindarios; y, assimismo, hay en los paises de sus pertenencias haciendas de tanta opulencia y gentío que vienen á ser otros pueblos. 823 De los partidos que quedan nombrados, son pertenecientes á la Audiencia y provincia de Santa Fé los que se hallan acia la parte del norte y oriente de la ciudad de Popayán, y son Santa Fé de Antioquia, Las cuatro ciudades, Timaná y San Sebastian de la Plata; los otros que están mas inmediatos á Quito pertenecen á esta provincia, y, de ellos, al mismo obispado los dos de San Juan de Pasto y Barbacoas. 824 Los partidos de Cali y de Buga, situados en el territorio que media entre Popayán y el Chocó, son ricos con el continuo comercio que por ellos se hace entre las dos governaciones; no asi el de Almaguer, por ser su jurisdiccion corta y no considerable el comercio. El de Caloto es de mucha extension rico y abundante de frutas pues comprehende un país muy fértil y poblado de haciendas; el Raposo corresponde, como los dos primeros, acia la parte del Chocó. El de Pasto logra tambien mucha extension aunque no tanta riqueza; y Barbacoa es reducido y nada abundante de mantenimientos, siendo forzoso le entre de fuera todo lo preciso para su consumo, á excepcion de las raices y semillas propias de temples cálidos y humedos. 825 El temperamento que se goza en el país de este govierno es en todo semejante á el que queda explicado en lo restante de la provincia de Quito porque hay unos parages mas frios que cálidos, otros por el contrario y tambien algunos donde se experimenta el de una igual primavera; de este particular beneficio goza la ciudad de Popayán. A el mismo respeto de lo que sucede con el temple, es la abundancia y fertilidad de la tierra, la qual produce lozanamente las semillas y los frutos segun la qualidad de cada sitio. En las haciendas de sus contornos se crian muchos ganados de las especies regulares para el consumo de las ciudades y para el servicio de los moradores; de una y otra calidad son tantos los que alimenta el territorio de Pasto que se llevan á Quito porciones muy crecidas, con lo qual se hace parte del comercio que mantienen entre sí los dos países. El de Popayán es muy propenso á experimentar tormentas formidables de truenos y rayos, las quales, y los terremotos á que tambien está sujeta aquella tierra, suceden con mas frequencia que en Quito, aun con ser en esta tan regulares. Ultimamente, en el año de 1735 día 2 de febrero á la una de la tarde, padeció con una de tal modo que se arruinó gran parte de la poblacion. Esta mayor propension á las tormentas y terremotos parece, sin duda, que proviene de la mucha abundancia de minerales que hay en ella, en que excede el país de Popayán á los otros de la provincia de Quito. 826 Entre los parages de esta jurisdiccion, adonde las tempestades de truenos y rayos se experimentan continuos y mas horribles, es, al comun sentir, el de Caloto quien lleva la preferencia á los demás. De él traen su origen las campanillas de Caloto, que suelen usar algunas personas con grande estimacionn, persuadidos á que su sonido tiene especial virtud contra los rayos, en cuyo particular se cuentan tantos prodigios que no sabe á qué determinarse la credulidad; sin conceder, pues, enteramente todo lo que sobre ello se dice ni negarlo todo, dexando á la libertad y prudencia de cada uno que dé credito á lo que le pareciere mas razonable y regular, referiré la opinion que corre allí con mas credito en este punto. La poblacion de Caloto, cuyo territorio contenía mucho numero de indios de una nacion, distinguida por el nombre de paezes, fue grande de su primitivo tiempo; y rebelandose estos contra ella, la assaltaron repentinamente y destruyeron del todo quemando las casas y dando muerte á la gente que componia el vecindario; en este sacrificio fue incluso el cura del pueblo, contra quien no era menor el enojo de los indios que el que tenian á los demás españoles, nacido de que los doctrinaba para instruirlos en la religion y les predicaba el Evangelio reprehendiendoles las falsas costumbres de su idolatría y vicios. Y passando el encono de su rabia hasta á la campana de la iglesia porque era la que con su sonido les recordaba la obligacion de acudir á la doctrina, despues de haver hecho todo esfuerzo para romperla sin poderlo conseguir, tomaron con ella la ultima resolucion, que fue enterrarla para que ni aun su vista les pudiesse recordar la memoria de los preceptos evangelicos. Sabido este destrozo por los demás españoles circunvecinos de Caloto, se dispuso gente para ir á castigar y sujetar de nuevo á los sublevados; y despues de haverlo conseguido, reedificaron la poblacion, sacaron la campana del sitio en que estaba y la colocaron en la torre de la nueva iglesia experimentando desde entonces, con particular admiracion, que, con solo tocarla, quando por la regular propension de aquel país amenazaban las nubes alguna tempestad, se deshacía esta serenando el tiempo ó se dirigía á descargar su furia á otro lugar distante. De aquí se originó que, difundiendose en todas partes la noticia de tan singular virtud, solicitassen varias personas pedazos de ella para participar de su beneficio y hacer las lenguas de las campanillas que corren con el nombre de Caloto, por cuyo medio ha conseguido aquel lugar hacerse memorable. 827 En los valles de Neyba y otros pertenecientes á la jurisdiccion de Popayán se cria un insecto sumamente particular y maligno por la vehemencia del veneno que encierra en la pequeñez de su volumen. En este un insecto á manera de araña ó garrapata, tan pequeño que no llega en el bulto á el de una mediana chinche; conocese con el nombre de coya, y otros le llaman coyba. Su color es rojo encendido; y está regularmente, como las arañas, en los rincones que hay en las piedras y entre las yervas. El humor que encierra en su corta extension es un veneno tan particular en el efecto que, solo con que se rebiente el insecto y lo esparza sobre el cutis de alguna persona ó irracional, introduciendose por sus poros y mezclandose con la sangre y demás humores del cuerpo, produce en él una pronta y formidable hinchazon, á la qual es consiguiente la muerte en poco rato. El unico medio que se ha encontrado para evadirse de esta es el de chamuscar, inmediatamente que empieza á hincharse la persona, todo su cuerpo con la llama de una paja que se cria en aquellos mismos llanos; y, para esto, toman al doliente entre los indios de estos paises, unos por las manos, otros por los pies, y con gran destreza hacen la operacion quedando libre el que la sufre de la muerte pero es digno de notarse que, rebentado el insecto en las palmas de las manos, no causa efecto contrario á la salud, quando en el revés de ellas ó en cualesquiera otra parte es tan nocivo, de que se debe inferir que la callosidad regular en las palmas embebe en sí el licor y no le dá lugar á que se introduzca hasta la sangre por ser tan corta la cantidad de él; assi, los indios harrieros que trafican por los parages donde las hay, los estrujan entre las dos manos para satisfacer la curiosidad de los passageros, pero no parece dudable que, si se rebentasse la coya en la palma de la mano de una persona delicada y que no tuviesse callosidades en ella, producirla tal vez el mismo efecto que en lo restante del cuerpo. 828 Es la naturaleza no menos admirable en todas sus obras que en las providencias que tomó para precaberlas de lo que puede menoscabarlas ó destruirlas; á los hombres les dió un racional discernimiento para huir de lo que les haya de ser nocivo y perjudicial, favorecidos del auxilio de la observacion ó de la noticia; y á los irracionales dotó de un instinto natural para que por su medio se liberten de aquellos enemigos que les pueden ofender. Las gentes que trafican por estos valles, donde el peligro de las coyas es tan evidente, advertidos con anticipacion por los mismos indios que les acompañan, tienen cuidado, aunque sientan que les pique ó hormiguee algun animalejo en el cuello ó cara, de no rascarse ni tocar con la mano porque es la coya tan delicada que al punto rebentaria; y, como no hay mal efecto mientras el licor que encierran no sale de la tunica ó tela que lo contiene, avisando á alguno de la compañia, registra este la parte donde se siente la comezón y, si acaso es coya, la echa abaxo con un soplo, que es lo bastante para quitarla sin peligro. Las bestias, en quienes no puede tener lugar esta advertencia, se hallan prevenidas por su instinto para librarse del riesgo de que, dissimuladas entre las yervas, les causen el daño al pastear, guardando la cautela de dar un fuerte resoplido como que bufan antes de tomarla con la boca, y, tal vez, si sienten por el olfato algun nido de coyas, con un salto repentino ó mudando de camino, dexan aquel parage y passan á otro, alexandose de lo que en el primero les amenaza, en cuyo modo se precaben contra el eficaz veneno de estos insectos, bien que tal vez mas encubierto el daño entre los pastos no dexa de suceder el que lo coman las mulas, y entonces es consiguiente el hincharse y pronto el morir. 829 Entre las plantas que nacen y son propias del país de Popayán, en los que corresponden á la jurisdiccion de Timaná, se cria la cuca ó coca, yerva tan estimada de los indios en algunas provincias del Perú que no sabrian passarse sin ella y dexarán en su comparacion qualquier especie de alimento, metales de valor, piedras preciosas ú otras cosas de entidad por ser en su estimacion la que merece preferencia. Crece esta de una planta endeble y que se enreda en otra á manera de la vid. Su hoja es delicada en el tacto, como de pulgada y media ó dos de largo. El uso que tiene entre los indios es de mascarla, para lo qual la mezclan con una especie de greda ó tierra blanquizca que llaman mambi; ponen en la boca algunas hojas de cuca y porcion correspondiente de mambi y, mascando uno y otro juntos, echan fuera las primeras salibas pero las demás tragan, y assi le mantienen ya en un lado ó yá en el otro de la boca hasta que, haviendo perdido enteramente el jugo ó sustancia, la quitan y ponen otra en su lugar. Esles de grande alimento pues, mientras la tienen, no se acuerdan de comer y se passan los dias enteros trabajando sin tomar otro mas que el de esta yerva; añaden tambien los mismos indios, y lo tiene en ellos acreditado la experiencia, que les dá mucha fortaleza, la qual echan menos quando les falta, y, además de estas dos tan singulares propiedades, le adaptan la de consolidar las encías y vigorizar el estomago. En las provincias meridionales del Perú, se cria mucha porcion de ella, cultivandola los indios de proposito, pero la preferible entre todas es la de las inmediaciones del Cuzco. Hacese gran comercio con ella y, con particularidad, se lleva á los assientos de minas, en donde tiene un consumo muy considerable porque los indios no trabajarian en sus labores si las llegasse á faltar, por cuya razon los dueños de minas tienen siempre porcion prevenida por darles la que piden á cuenta de sus jornales. 830 Es la coca con toda precision la que en la India oriental se conoce por el nombre de bettele; la planta no tiene diferencia alguna ni tampoco la hoja y, en el modo de usarla, no se reconoce variedad; sus propiedades son tambien las mismas, y su frequencia no menor entre las naciones del Oriente que la que se nota de ella en los indios del Perú y de Popayán, pero en lo restante de la provincia de Quito ni se cria ni está puesta en uso. 831 Hay en Pasto, uno de los partidos del govierno de Popayán y el mas meridional de todo él, ciertos arboles, de los quales se recoge una resina á que dan el nombre de mopa mopa; con esta, se hacen todas suertes de barnices en madera y quedan tan hermosos y permanentes que ni el agua hirbiendo los ablanda ni los disuelven los ácidos. El methodo para aplicarlo es poniendo en la boca una parte de la resina, y, desleida, humedecen el pincel en ella, despues de lo qual cogen el color que quieren aplicar y lo van poniendo en la pieza, donde se seca y queda permanente, vivo y lustroso imitando al maque de la China, y con particular propiedad de que no vuelve á disolverse otra vez ni á percibir humedad aunque se le aplique la saliba. Las piezas que los indios de aquel territorio labran y barnizan de este modo las llevan á Quito, donde se usan mucho y tienen grande estimacion. 832 Popayán es un país de los que mantienen mas comercio entre los que pertennecen á la provincia de Quito, siendo el camino por donde toda ella se provee de las ropas y generos de España, que, passando de Cartagena allí, se dirigen después á Quito, de modo que, surtiendose de ellos sus poblaciones, sirve de escala á los que han de continuar buscando expendio en los corregimientos de toda la provincia; además de este, que puede reputarse por un comercio transitorio, tiene el reciproco que mantiene con Quito, embiando ganados bacuno y mular y recibiendo á su correspondencia paños y bayetas. Su comercio activo consiste en carnes de baca hechas tasajo y cardos salados, tabaco en hoja, cebo derretido, aguardiente de cañas, hilo de algodón, pita, faxas y otras menudencias que se llevan al Chocó, donde se venden á trueque de oro; de Santa Fé se le surte con tabaco en polvo, del que se fabrica en Tunjar y este passa hasta Quito, en cuya correspodencia van á Santa Fé los paños y bayetas que se hacen en toda la provincia. Hay tambien allí otro comercio que consiste en el cambio de plata por oro porque, abundando mucho este ultimo y haviendo escasez de la primera, se lleva plata para comprar oro y, reduciendolo despues á doblones, dexa sobresalientes ganancias; esto mismo se practica tambien en el Chocó y en Barbacoas, donde hay igual proporcion. 833 Siendo la ciudad de Popayán por donde tienen curso todas estas especies de comercio, es en ella donde residen los sugetos acaudalados de toda la jurisdiccion; y segun se tiene regulado, serán hasta 4 ó 6 con caudal de cien mil pesos para arriba, como veinte de quarenta á ochenta mil pesos y de menores porciones otros muchos, sin entenderse en estos las haciendas ni los minerales, de los quales abunda todo aquel país; las primeras son de las mismas especies que quedan explicadas en lo restante de aquella provincia, segun la calidad de los temperamentos. 834 Al oeste de la cordillera occidental de los Andes, se halla el govierno de Atacames, confinante por esta misma parte con las jurisdicciones de los corregimientos de Quito y villa de San Miguel de Ibarra; por el norte, con el partido de Barbacoas, del govierno de Popayán; al occidente son sus terminos las playas maritimas del mar del sur; y, por el medio dia, linda con los territorios de Guayaquil; de modo que se estiende por la costa desde la isla de Tumaco y playas de Husmal, que están en grado y medio con corta diferencia de latitud boreal, hasta la bahía de Caracas y sierras de Bálsamo, cuya latitud se regula ser de 34 minutos austral. 835 El país que comprehende esta jurisdiccion ha sido inculto y, si no enteramente, al menos en la mayor parte desconocido porque, desde que se hizo su conquista por Sebastian de Belalcazar, no se procuró adelantar en la poblacion yá porque los españoles se ocuparon en otras conquistas y estas les hicieron descuidar en las anteriores yá porque aquella tierra no les pareciesse tan propia como la sierra para hacer establecimiento ó yá porque la juzgassen incomoda para la vida y no capaz de remunerar con las utilidades los defectos del temple, sus penalidades y pensiones. Y aunque de Quito se tenia cuidado de embiar curas que subministrassen el pasto espiritual á los indios sus habitadores, no assi de dar á los paises aquella cultura que se estableció en los demás, donde los españoles se hallaban avecindados; por esto, sus gentes permanecian, aunque christianos, en una rusticidad qual se puede concebir de faltarles el trato racional y carecer de todo comercio que pudiesse civilizarlos, siendo el unico que tenian el de salir tal ó qual indio de la espesura de sus bosques y passar á Quito llevando el ají, achote y algunas frutas que vender en aquella ciudad; allí parecian llenos de admiracion al reconocer el concurso en poblacion tan desmesurada á correspondencia de sus limitadas ideas, las quales no salian casi de la reducida extension de unos rusticos y pobres alvergues, confundidos entre lo inculto de las selvas y aminorados á la sombra de los montes, siendoles las fieras su mas inmediata vecindad y continua compañia. 836 Aunque el país de Atacames estuvo de esta suerte abandonado al descuido muchos años, despues que en él entró la religion de Jesuchristo y que, siguiendola, sus habitadores havian prestado vassallage á los reyes de España, nunca dexó de conocerse la importancia de que se formalizassen poblaciones en él y que se le diesse cultura á las tierras de su dependencia para que por su medio se hiciesse facil el comercio entre la provincia de Quito y reyno de Tierra Firme sin la precisa pension de sujetarse á conseguirlo por Guayaquil, cuya via, siendo de grande extravío, nunca lo proporcionaba con las conveniencias necessarias para su mejor subsistencia; y assi se experimentaba no poder tener efecto la correspondencia reciproca interin no se tomasse el arbitrio de que en Atacames se estableciessen los españoles para que por allí con menos dilación lo lograssen, Tierra Firme consiguiendo la abundancia de frutos de los que sobran á Quito, y esta provincia la mayor facilidad en el transporte de los generos de Europa para su abasto. 837 En consecuencia de esta premeditada idea, se le concedió el govierno de Atacama y rio de las Esmeraldas en el año de 1621 á Pedro Durango Delgadillo, el qual havia hecho un assiento años antes con el marqués de Montesclaros, virrey entonces del Perú, obligandose á abrir camino que desde la villa de San Miguel de Ibarra saliesse al rio de Santiago, uno de los que corren por el país, perteneciente á la jurisdiccion de este govierno, y ofreciendo poblar y dar cultura á sus tierras, pero, no haviendo tenido el exito que se prometia, despues de haver trabajado sin fruto en vencer la primera dificultad de abrir el camino, passó la gracia á Francisco Perez Manacho en el año de 1626, que no obtuvo en su empresa mas feliz sucesso que el antecedente. 838 A estos dos siguió Juan Vicencio Justiniani, á quien se le hizo la misma merced, y, huyendo este de las dificultades que havian embarazado el logro á sus antecessores en los primeros passos de la empresa, ofreció romper el camino por el rio de Mira y, poniedolo assi en planta, no fue mas feliz que aquellos ni que este Don Hernando de Soto Calderon, quien en el año de 1713 lo intentó tambien; assi quedó sin llegar al deseado fin la comunicacion de la provincia de Quito y reyno de Tierra Firme hasta que, tomando á su cargo esta obra en el año de 1735 Don Pedro Vicente Maldonado con las mismas mercedes y prerrogativas que se les havian concedido á sus antecessores, consiguió tener abierta la comunicacion en derechura desde Quito al rio de las Esmeraldas en el año de 1741 y, haviendolo hecho constar en aquella Audiencia y obtenido la aprobacion correspondiente, vino á España á solicitar se le confirmasse en el empleo de governador y concediessen las demás gracias y mercedes que se le tenian prometidas; y, haviendo el Supremo Consejo de las Indias, satisfecho de tan cabal desempeño, consultado á S.M. sobre ello, se le hizo en el año de 1746 la confirmacion de governador de aquel territorio y se le despacharon titulos formales en el siguiente de 1747, estableciendose desde entonces en govierno y siendo el mismo Don Pedro Vicente Maldonado el primero que lo ha obtenido con todas las circunstancias y distinciones correspondientes á su dignidad. 839 Las poblaciones que actualmente comprehende el govierno de Atacamas son reducidas y pobres porque la alta de comercio en que ha estado aquel país no ha dado lugar á que se aumenten y mejoren, saliendo de su antigua rusticidad; pero, con el beneficio que yá empieza á experimentar y el desvelo con que este governador se ha aplicado á su fomento y á la poblacion y cultura de aquellos pueblos, se debe esperar que en poco tiempo se adelantarán mucho respeto que la fertilidad del país en aquellas cosas que son propias de su temperamento ayuda considerablemente á que se pueble y su proporcion no menos á que florezca en él el comercio por la comunicacion entre el reyno de Tierra-Firme y la provincia de Quito, hallandose, de 20 pueblos que comprehende su jurisdiccion, cinco en las costas maritimas de su pertenencia, que son los primeros de los que siguen, y los restantes en lo interior del país, Tumaco, Tola, San Matheo de Esmeraldas, Atcamas, La canoa, Lachas, Cayapas, Inta, Gualea, Nanegal, Tambillo, Niguas, Cachillacta, Mindo, YYambe, Cocaniguas, Cansa Coto, Santo Domingo, San Miguel y Nono. 840 Los vecindarios de los cinco primeros pueblos se componen de españoles, mestizos, negros y las castas que de estas tres especies se originan; y los de los 15 restantes, de indios, siendo muy raros los españoles ó de raza de negros que hay en ellos. Para el govierno espiritual de todos, hay once curas doctrineros, los quales hacen su continua residencia en los principales y assisten á los otros que tienen por anejos. 841 El temperamento de Atacames es semejante al de Guayaquil; y, por esto, á su imitacion, produce la tierra las mismas especies de frutos, raices y simientes que aquel, si bien en algunos se reconoce mejoría porque, siendo su territorio mas alto, no está expuesto en ibierno á las inundaciones que causan allá las crecientes de los rios; y assi el cacao que producen sus bosques y montañas, teniendo toda aquella humedad que necessita esta planta y no hallandose enteramente anegada, aun es de mucha mejor calidad por la mayor parte de manteca que encierra, por el tamaño del grano y por lo mas delicado de su gusto. A este respeto, se cria mucha vaynilla, achote, zarzaparrilla y yerva de tinta añil; del mismo modo, es abundante de cera; y sus montañas se hallan tan pobladas de toda suerte de maderas que la mucha espesura y corpulencia de los arboles no dexa libertad para que se pueda trascender por entre ellos, haviendo, del mismo modo que en las montañas pertenecientes á Guayaquil, entre la variedad de las especies, unas que son propias para emplearse en obras terrestres y otras adequadas para las maritimas, sin achacarse menos quantas pueden ser apetecibles para uno ó para otro fin.
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CAPITULO III Detención en Cádiz: Embárcase para Veracruz, y lo que practicó en el camino el Venerable Padre Junípero Hallábase en Cádiz la Misión colectada para el Colegio de San Fernando de México esperando ocasión para embarcarse, y luego que llegamos a tierra fuimos dirigidos al Hospicio de la Misión, y recibidos en él con afectuosas expresiones, tanto del R. P. Comisario, como de los demás Religiosos; Refiriónos luego S. R. la casualidad que había sucedido de los cinco (que como queda dicho) se habían amedrentado, con la cual habían dado lugar a nuestra venida, y añadió que ojalá hubiésemos sido cinco los pretendientes, que otras tantas Patentes habría enviado. Al oir esto el V. P. Junípero le respondió, que pretendientes no faltaban, y que si hubiese tiempo podrían venir. Díjole el P. Comisario que tiempo había suficiente; porque habiendo la Misión de embarcarse en dos trozos, podrían ellos hacerlo en el último, y dándole tres Patentes, las despachó a la Provincia: Con ellas vinieron los P. P. Fr. Rafael Verger, Fr. Juan Crespí, y Fr. Guillermo Vicens, movidos todos del ejemplo de N.V.P. Junípero. El día 28 de Agosto del año de 1749 se embarcó en Cádiz el primer trozo de la Misión: componíase del Presidente (hijo del Colegio de Sancti Spiritus, en la Provincia de Valencia) y de otros veinte Religiosos, entre los cuales venía mi venerado Padre. En el dilatado viaje de noventa y nueve días que tardamos en llegar a Veracruz, se ofrecieron bastantes incomodidades y sustos, porque en lo reducido del Buque tuvo que acomodarse (a más de esta Misión) otra de RR. PP. Dominicos, y muchos pasajeros de caracter; y por la escasez de agua que en los quince días antes de llegar a Puerto Rico se experimentó de ella, se nos minoró tanto la ración, que la que nos daban en las 24 horas de cada día, poco pasaba de un cuartillo, y ni aún se podía hacer chocolate. Pero padeció Fr. Junípero estos trabajos con tanta paciencia, que jamás se le oyó la menor queja, ni se le advirtió tristeza alguna; con lo que admirados los Compañeros, solían preguntarle: que si no tenía sed. Pero su respuesta era: no es cosa de cuidado; y si alguno se quejaba, de que no podía aguantarla, le respondía con mucha gracia y mayor doctrina: "Yo he hallado algún medio para no tener sed, y es, el comer poco y hablar menos para no gastar la saliva." En todo el tiempo de la navegación jamas se quitó el Santo Cristo del pecho, ni aún para dormir: Todos los días (salvo los en que el temporal no daba lugar) celebraba el Santo Sacrificio de la Misa: Ocupándose de noche en confesar a los que para este efecto lo solicitaban: Venerábanlo todos como a muy perfecto y santo, por el grande ejemplo que les daba con su humildad y paciencia. Llegamos a hacer aguada a la isla de Puerto Rico a mediados de Octubre, y desembarcados en ella la tarde de un día Sábado: fuimos a hospedarnos a una Ermita titulada de la Purísima Concepción (situada sobre la muralla de la Ciudad) la cual tenía su Capilla con tres altares, y bastante vivienda para toda la Misión. Entrada ya la noche nos convidó el Ermitaño o Sacristán que cuidaba de la Capilla, si queríamos asistir al rezo de la Corona, al que concurría aquella gente por ser Sábado. Aún no habían acabado de desembarcar todos los Religiosos, con cuyo motivo estaba ocupado el P. Presidente: Encargóle a nuestro Fr. Junípero, que fuese a dicha Capilla con los que estábamos ya en tierra, y le dijo: Que podía desde el Púlpito rezar los Gozos de nuestra Señora, y decir cuatro palabras para consuelo de la gente. Asistimos y cantamos la Tota pulchra, y concluida ésta, dijo mi venerado Padre cuatro palabras, que fueron éstas: "Mañana para consuelo de los moradores de esta Ciudad se dará principio a la Misión, que durará el tiempo de la detención del Navío: convido a todos para mañana en la noche en la Catedral, donde se comenzará." No pudo menos que este convite y anuncio de Misión sorprendernos a todos, y mucho más al R. P. Presidente, que ni había pensado en tal cosa; y preguntándole al R. P. Lector, que por qué lo había hecho, respondió que así lo había entendido de S. R. "Porque ¿qué palabras (dijo) de mayor consuelo podría yo referir a estos pobres Isleños, que anunciarles tendrían Misiones en el tiempo de nuestra detención?" Alegróse de esto el P. Presidente y así mismo todos los Misioneros, y más cuando tuvimos noticia de que la mayor parte de aquella gente no se había confesado desde que estuvo allí la otra Misión de San Fernando, y practicó lo mismo hacía nueve años. E1 día siguiente al entrar la noche, habiéndonos repartido por la Ciudad a dar el asalto con Pláticas y saetas, nos juntamos en la Iglesia Catedral: En ella predicó el primer Sermón a un numeroso concurso de gente el R. Padre que presidía la Misión, y el segundo día lo hizo el R. Padre Fr. Junípero. Quince días se detuvo allí el Navío, y de éstos fueron ocho a pedimento de la Ciudad, para que la Misión siguiera. En este tiempo empleándonos todos en confesar de día, y la mayor parte de la noche, se consiguió que todos los vecinos se confesasen y ganaran el jubileo, pues según se dijo, no quedó persona alguna sin confesar, atribuyendo todos este espiritual fruto al fervoroso celo de nuestro Venerable Padre. Concluida la Misión, salimos de aquel Puerto para el de Veracruz día 2 de Noviembre, y estando ya a la vista de él (a últimos del mismo mes) se levantó un norte tan furioso, que obligó a poner la proa para la sonda de Campeche, y caminando hacia ella, sobrevino una desecha tempestad, que duró los días 3 y 4 de Diciembre, y en la noche de este último, dándose todos por perdidos, no tenían más recurso que disponerse para la muerte; pero nuestro Fr. Junípero se mantuvo en medio de tanta tempestad con tan inalterable paz y quietud de ánimo, como si desde luego se hallara en el día más sereno, de suerte, que preguntándole si tenía miedo, respondía, que algo sentía; pero que en haciendo memoria del fin de su venida a las Indias, se le quitaba luego. La misma fue su tranquilidad, cuando en la misma noche nos avisaron se había sublevado la tripulación del Navío contra el Capitán y Pilotos, pidiendo ir a varar para que algunos se salvasen, pues ya ni el Barco podía aguantar, ni las bombas eran suficientes para agotar la mucha agua que hacía. De estos peligros nos libró Dios por intercesión de la gloriosa Virgen y Mártir Santa Bárbara, que en aquel día celebra anualmente la iglesia; pues habiendo todos los Religiosos que veníamos de las dos Misiones puesto en una cédula el Santo de su devoción, y uno de los nuestros en la suya a la expresada Santa Bárbara, salió sorteada por Patrona, y clamando todos a una voz: Viva Santa Bárbara, cesó en aquel mismo instante la tempestad, y el viento adverso se mudó tan benigno, que dentro de dos días, y en el sexto de Diciembre, dimos fondo en Veracruz, y el siguiente, víspera de la Purísima Concepción de Ntrâ. Señora, desembarcamos sin novedad.
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CAPITULO III Descripcion y noticias de la ciudad de Lima, capital del Perú y assiento de sus virreyes, su admirable planta, capacidad, grandeza y magestad de sus tribunales 62 Parece que las casualidades pueden regularse merecedoras de mas alto blasón que las coloque en el grado de los aciertos y parece que, solícito la historia de nuestro viage de su mayor adorno y hermosa compostura, facilitó medios de conseguirlo, proporcionando en las circunstancias que sobrevinieron el que no fuesse la provincia de Quito sola el objeto de nuestras observaciones sino que tambien se estendiessen estas á la de Lima y que, ofreciendonos en las muchas particularidades y grandeza que comprehende un dilatado y amenissimo campo, contribuyessen sus noticias no solo á dar á conocer la justicia con que merece aquella ciudad ser la capital del Perú y la reyna de las ciudades de aquellas partes meridionales sí tambien á hacer ver que sin este complemento ni la obra podría lograr el suyo ni los lectores la mayor diversion quando echassen menos aquellas cosas que les haría concebir su deseo á los estímulos de la fama de una ciudad tan grande, con la esperanza de poder instruirse de una vez de lo mas principal de aquellas provincias, como tampoco nosotros la satisfaccion de haver registrado y llevado nuestra especulacion á un assunto tan digno de ser atendido y que con tantas ventajas era capaz de dar el mas apetecible realce á nuestras tareas, enriqueciendo las yá con las observaciones astronomicas, ya con las especulaciones nauticas y ya con los exámenes curiosos de aquellos vastos países, abriendo la puerta al mismo tiempo para que passassemos á reconocer en otros mas distantes lo que podia contribuir á hacer mas varia la relacion de nuestro viage, cuya empressa, siendo grande desde sus principios, requería serlo con igualdad hasta los fines. 63 No es mi animo en este capitulo dar idea de lo que yá es Lima pues el hacerlo, mas que pintar grandezas, sería llenar esta historia de infaustas y lastimosas tragedias, representando en lamentables ruinas sus palacios y en desmoronados vestigios lo magestuoso de sus templos, sus corpulentas torres y todo aquello de que el arte hacía ostentacion, tanto en las obras y edificios grandes como en las medianas y pequeñas, cuyo conjunto componia el vasto cuerpo y harmoniosa simetría de aquella ciudad, la qual es yá monumento de sí misma destruida á esfuerzo de las concussiones con que todo su suelo se estremeció el dia 28 de octubre del año passado de 1746, de que se dará noticia en otra parte. Con ellas baxaron á ser humildes bases los sobervios capiteles y las cuspides de las torres que mas se elevaban, convirtiendose en destrozos ó sepulcros de sus moradores lo que antes era hermosura y grandeza. Esta infeliz noticia llegó á nuestro emispherio con la presteza que vuelan todas las que no son prosperas y en ocasion que ponia fin á esta segunda parte con la recopilacion de los sucessos notables de aquellos reynos; assi, describo á Lima en este lugar no como estrago de los terremotos sino como emporio de aquella America y, dexando las lastimosas memorias de sus ruinas para otro mas oportuno, diré lo que fueron sus yá eclipsadas glorias, su magestad, sus riquezas y todo aquello que la hacía célebre en el mundo y en cuya forma la conocimos para que su recuerdo multiplique en nuestros animos la pena e su fatal contratiempo. En esta suposicion, no se hará estraño se hable de aquella ciudad y sus edificios como existentes por ser su descripcion relativa al tiempo anterior en que assi se hallaba y en que aun no havia experimentado el terremoto. 64 Fue fundada la ciudad de Lima, por otro nombre de los Reyes, por Don Francisco Pizarro en el año de 1535, dia de la Epiphania, segun Garcilaso en los Comentarios Reales de los Incas, si bien en esta data hay alguna variedad porque otros asseguran haverlo sido el 18 de enero del mismo año, cuyo sentir se halla sostenido con el Auto ó Acuerdo de fundacion, que se conserva en los libros de ayuntamiento de aquella ciudad. Su planta es el espacioso y deleytable valle de Rimac, siendo este el propio nombre de aquel sitio no menos que de la ciudad y trayendo su origen de un ídolo á quien en él sacrificaban los indios sus naturales y los incas despues que estendieron hasta allí los dominios de su imperio, á el qual, como respondiesse á las preguntas que se le hacian, le dieron el nombre de Rimac, que significa el que habla, de quien se derivó al valle y á su rio, participandolo de uno y otra la ciudad, pero corrompido yá en el de Lima por los españoles. Es su latitud austral de 12 grados 2 minutos 31 segundos, y su longitud, 299 grados 27 minutos 7 segundos y dos tercios contado desde el meridiano de Tenerife, segun se concluyó por las diferentes observaciones que hicimos para determinarlo; varía allí la aguja 9 grados 2 minutos y medio al nordeste. 65 La situacion de la ciudad es de las mas ventajosas que se pueden idear porque, hallandose en medio de aquel tan espacioso valle, no hay cosa que le haga estorvo para señorearse de todo él. Por la parte del norte, haciendole espaldas, aunque á bastante distancia la cordillera de los Andes, se abanzan de ella hasta aquel llano algunas medianas colinas y cerros, de los quales son los que mas se le acercan el de San Christoval y los de Amancaes; la altura de aquel, segun medida geometrica hecha por Don Jorge Juan y por M. de la Condamine en el año de 1737, es, sobre la base del terreno que lo sustente, de 134 tuessas, que hacen 312 varas castellanas, pero el padre Fevillée la havia encontrado de 146 tuessas y un pie, cuya diferencia debe sin duda provenir de no haverse medido la base sobre que unos y otros fundaron el cálculo á la ultima precision. Los de Amancaes, aunque menos altos, son sin mucha diferencia como aquel y distan de la ciudad un quarto de legua ó poco mas. Por la inmediacion de esta y la parte del norte, corre el rio que tiene el mismo nombre, el qual, aunque en el tiempo que no recoge aguas en la sierra admite vados con facilidad, quando acrecienta sus raudales, se explaya lo bastante, y, tanto por la violencia de sus corrientes como por su profundidad, no los permite entonces. Tiene un puente de piedra muy hermoso y ancho, y, al extremo de él, un arco correspondiente al resto de la obra en lo magestuoso de su arquitectura; este sirve de entrada á la ciudad y dá transito á la plaza principal poco distante, la qual es quadrada, muy espaciosa y bien acompañada de sumptuosas obras. En su centro ó medianía tiene una magnifica fuente, no menos particular por lo grande y hermoso que por una estatua de la Fama que la corona, y toda ella con otros quatro recibidores que la rodean circularmente; es de bronce, arroja el agua por la principal figura y por las de ocho leones de la misma materia, que, al passo que hermosean con sus cristalinos caños, adornan pulidamente toda la obra. 66 La fachada que corresponde al oriente ocupan la iglesia cathedral y palacio arzobispal, cuya fabrica predomina por su altura á toda la ciudad, siendo las principales fundamentos y basas de sus columnas y pilastras, como la gran fachada que mira al occidente, de piedra de cantería; la iglesia imita en su arquitectura interior á la que luce en la de la cathedral de Sevilla, aunque no es de tanta capacidad. Exteriormente, hace ostentacion del arte en un magnifico frontispicio, cuyo centro ocupa la principal portada, y le acompañan dos torres que aumentan su hermosura; ciñe despues á la obra por esta parte una espaciosa grada circunvalada de barandage de madera, que imita al bronce en el color, y á pequeñas distancias se levantan sobre aquel suelo pyramides medianas que sirven de ornato á toda la obra. La fachada del norte de la plaza está ocupada con el palacio del virrey, dentro del qual se hallan todos los tribunales civiles, criminales, economicos y de Real Hacienda, y la carcel de corte. En la antiguedad fue este edificio de gran magnificencia por su hermosa disposicion y arquitectura pero, haviendose arruinado en la mayor parte con el formidable temblor que en el año de 1687, dia 20 de octubre, assoló casi toda la ciudad, quedó reducido á las baxas habitaciones, construidas sobre un terraplén, que son las que el presente existen y sirven de morada á los virreyes y su familia. 67 En el lado del occidente que hace frente á la cathedral, están las casas de ayuntamiento y carcel de la ciudad, y en el sur, varias de particulares; aquellas y estas, de un solo alto y adornadas ambas fachadas de portales de piedra, cuya uniformidad, arquería y desahogo acrecientan la vistosa armonía que forman los edificios y la hermosura de la plaza, la qual tiene por cada uno de sus lados 80 tuessas de largo ó 186 varas castellanas y media. 68 Hace la ciudad una figura triangular, cuya base ó lado mayor se prolonga por la orilla del rio, y en ella es su largo de 1920 tuessas ó 4471 varas castellanas y un tercio, que hacen justamente dos tercios de legua ó dos millas maritimas, y su mayor ancho de norte á sur, que es desde el puente hasta el angulo que se opone á esta base, 1080 tuessas, iguales á 2515 varas ó las dos quintas partes de una legua. Está toda cercada de muralla de adoves, de bastante ancho para el fin con que se hizo, pero nada regular en sus proporciones; obra que emprendió y dexó concluida el duque de la Palata por los años de 1685, contiene 34 baluartes sin terraplenes ni cañoneras para artillería porque solo se dirigió á tener cerrada la ciudad y, con esta precaucion, puesta en defensa contra qualquier repentina invasion de los indios; en todo lo que corre tiene siete puertas y tres postigos por las quales se sale al campo. 69 En la vanda opuesta á la ciudad de la otra parte del rio, se halla un arrabal con el nombre de San Lazaro, tambien muy capaz, el qual se ha acrecentado de pocos años á esta parte. Todas las calles, assi de este como de la ciudad, son bien anchas, tiradas á cordel en su largo y paralelas entre sí, de modo que las unas corren del norte al sur, y las otras, de oriente á occidente, formando quadras ó quadrados de casas que tienen 150 varas cada uno, por cuyo numero se estienden las quadras en toda aquella comarca, no obstante, que en la de Quito son ciento solamente. Las calles están empedradas, y las atraviessan azequias de agua que, sacadas del rio algo mas arriba de la ciudad, pasan la mayor parte por conductos de bobeda, y sirven para su limpieza sin hacer estorvo ni imperfeccion. 70 Las casas, aunque en la mayor parte baxas, tienen en lo exterior agradable vista y muy comodas viviendas; todas están fabricadas de baxareques y quinche, y en lo aparente dan á entender ser de otra materia mas sólida, assi por el gruesso que manifiesta sus paredes principales quanto por las dissimuladas cornisas que las adornan; y para resistir á los temblores, de que está siempre amenazada aquella ciudad, se fabrica todo el edificio de madera haciendo ligazon con la de los techos; á esta que sirven de paredes, le forman despues un aforro por fuera y dentro de cañas brevas ó chagllas, quedando en lo interior oculto todo el maderage, y las embarran y blanquean, pintando en forma de cantería aquello que dá vista á la calle; añaden luego las cornisas y portadas de madera, á que tambien dan color imitando á la piedra, y de esta forma toda la fachada queda engañando á la vista con la supuesta persuasion del material que representa. Los techos son llanos, sin mas defensa que la necessaria para embarazar la entrega á los rayos del sol y para que no los penetre el viento; sobre el entablado que los forma de curiosas molduras y labores, ponen una capa de barro que es lo bastante para que no se maltraten con el sol, pues, como nunca llueve con fuerza ni abundancia, no necessitan de otro resguardo ni de mas sólidos cubiertos. Con esta invencion, no son de tanto peligro aquellas casas como quando su estructura era de materia menos frágil porque, jugando todo el edificio con los estremecimientos de los terremotos y estando ligados sus fundamentos, siguen enteramente el movimiento de aquellos y, no haciendo oposicion la fortaleza, aunque se sientan en parte, no caen ni se arruinan tan fácilmente. 71 Las cañas bravas con que forman las superficies de las paredes son del gruesso y largo de las regulares de Europa, diferenciándose en ser macizas y sin ningun vacío o concabidad en los aparentes cañutos; es madera muy recia de cimbre y poco sujeta á corrupcion, y las chagllas son baratas, que no menos que las antecedentes se crian silvestres en los montes y orillas de los rios fuertes y cimbrosas á manera de mimbres. De unas y otras ese componen las casas de todas las poblaciones de Valles, de que he hablado en el capitulo antecedente. 72 Acia la parte del oriente, sur y occidente, en los retirados barrios de la ciudad pero dentro de su muralla, hay huertas de todas especies de arboles frutales y verduras, y mucha parte de las casas principales tienen jardines para la diversion y recreo pues, con la comodidad del agua que conducen á ellos las acequias, logran un continuo riego. 73 Dividese toda la ciudad en cinco parroquias, que son el Sagrario, servida por tres curas, Santa Ana y San Sebastián por dos curas cada una, San Marcelo y San Lazaro con uno en cada una, estendiendose la feligresía de esta ultima la distancia de cinco leguas, que son las que hay hasta el valle de Carabaillo. Assi, pertenecen á ella las algunas y grandes haciendas que ocupan todo el territorio, con la providencia de que, haviendo capillas en muchas, se celebra missa los dias que son de precepto para evitar á los que las habitan el tener que viajar para cumplirlo. Hay, assimismo, dos ayudas de parroquia que son San Salvador de la de Santa Ana y la capilla de los Huerfanos de la del Sagrario, y otra parroquia de indios en el Cercado, que está al cuidado de los padres de la Compañía. 74 Los conventos de religiosos son en numero crecido pues de Santo Domingo hay quatro, la casa grande, recoleccion de la Magdalena, colegio del Santo Thomas, para estudios, y Santa Rosa; franciscanos, tres, que son casa grande, recoletos de nuestra Señora de los Angeles ó Guadalupe y los descalzos de San Diego. San Agustin tiene otros tres, casa grande, San Ildephonso, colegio para estudios, y nuestra señora de Guia; esta sirve de noviciado. La religion de la Merced tiene tres, que son la casa principal, el colegio de San Pedro Nolasco y una recoleccion con el nombre de Bethleem. 75 La Compañia de Jesus tiene seis colegios ó casas, que son San Pablo, colegio maximo, San Martin, colegio de estudios para seculares, San Antonio, noviciado, la casa professa, con la invocacion de nuestra Señora de los Dolores ó los Desamparados, el colegio del Cercedo, curato de doctrinas para subministrar el pasto espiritual á los indios, y el de la Chacarilla, destinado para los exercicios de san Ignacio, con cuyo fin se admite á todos los seculares que se dedican á hacerlos, teniendo la libertad de emprenderlos quando se les proporciona la oportunidad para ello y el desembarazo de mantenerlos allí con todo regalo á expensas del colegio los 8 dias que duran. Pero es forzoso advertir que la mayor grandeza de todos estos conventos está reducida á las casas grandes, pues los restantes, á mas de ser cortos en capacidad, lo son correspondientemente en el numero de sugetos y en todo lo consiguiente. 76 Además de los referidos 19 conventos y colegios, hay assimismo un oratorio de san Phelipe Neri, un monasterio del orden benedictino con el titulo de nuestra Señora de Montserrate, el qual no tiene de ordinario mas que el abad que vá nombrado de España, y, aunque su fundacion es de las mas antiguas en aquella ciudad, la cortedad de sus rentas no dexa arbitrio para mantener mas numero de sugetos, un convento con la advocacion de nuestra Señora de la Buena Muerte, de la religion de este titulo, conocida vulgarmente acá por la de Agonizantes. Esta religion estableció hospicio en aquella ciudad el año de 1715, cuya fundacion fue hecha por los padres Juan Muñoz y Juan Fernandez, quienes, con un hermano coadjutor, passaron de España á este fin, y el año de 1736, haviendo obtenido las licencias necessarias del Real y Supremo Consejo de las Indias, se fundó convento con comunidad en toda forma. De San Francisco de Paula hay otro fundado tambien modernamente en el arrabal de San Lazaro, el qual no está del todo concluido y tiene el nombre de nuestra Señora del Socorro. 77 Hay, assimismo, otros tres de hospitalidad, los quales son San Juan de Dios, de religiosos de este orden, con el destino de convalecencia, y de bethleemitas dos; el uno de ellos, que es la casa grande, está extramuros, para servir de convalescencia á los indios que se curan en Santa Ana, y el otro, dentro de la ciudad, con el titulo de incurables, para los que padecen enfermedades de esta naturaleza, haviendose establecido allí, como se dixo en el capitulo quarto libro quinto, de la primera parte, en el año de 1671. Además de estos, hay otros nueve hospitales, cada uno con su particular destino, y son los siguientes, San Andrés, de fundacion real, donde solamente se reciben españoles; San Pedro, para los eclessiasticos pobres; El Espiritu Santo, para marineros, mantenido á costa de los navios de aquel mar, á cuyo fin contribuyen sus equipages un tanto; San Bartholomé, dedicado á los negros; Señora Santa Ana, para los indios; San Pedro de Alcantara, destinado para mugeres; otro al cuydado de los padres bethleemitas, con el mismo destino, fundado frente de su casa grande; La Caridad, para mugeres tambien; y San Lazaro, para los que están infestados de lepra, que, con los antecedentes, componen doce. 78 Los conventos de monjas son 14, y muchos de ellos pudieran componer una pequeña ciudad por el crecido numero de personas que encierran, á el qual es correspondiente la capacidad. Los cinco primeros son regulares, y los nueve restantes recoletos, unos y otros se irán nombrando por su orden, La Encarnacion, La Concepcion, Santa Cathalina, Santa Clara, La Trinidad, El Carmen, Santa Teresa ó El Carmen baxo, Las Descalzas de San Joseph, Las Capuchinas, Las Nazarenas, Las Mercedarias, Santa Rosa, Las Trinitarias Descalzas y Las monjas del Prado. Assimismo, hay 4 beaterios que todavia no tienen reclusion, bien que mucha parte de las beatas la observa, y son Santa Rosa de Viterbo; Nuestra Señora del Patrocinio; Nuestra Señora de Copacabana, para indias nobles; y Beaterio de San Joseph. El ultimo sirve para depositar las mugeres que solicitan divorciarse de sus maridos, y ultimamente, una casa á manera de convento, para mugeres pobres, donde se les dá vivienda; es administrada por un eclesiástico nombrado por el arzobispo, y las sirve igualmente de capellan. 79 La Encarnacion, Concepcion, Santa Clara y Santa Cathalina son los mas numerosos; los otros, no tan grandes. Las recoletas observan una vida muy austera, dando exemplo con ella á toda la ciudad. 80 Hay tambien una casa de huerfanos dividida en dos colegios, uno para hombres y otro de mugeres, y varias capillas en toda la ciudad con distintas vocaciones; en el resumen siguiente se hará mas comprehensible las parroquias, hospitales, iglesias y monasterios que se han nombrado, 6 parroquias, 4 conventos de Santo Domingo, 3 conventos de San Francisco, 3 conventos de San Agustin, 3 conventos de la Merced, 4 colegios de la Compañia, 1 oratorio de San Phelipe Neri, 1 monasterio de benedictinos, 1 monasterio de San Francisco de Paula, 1 monasterio de Agonizantes, 1 monasterio de San Juan de Dios, 1 monasterio de bethleemitas, 5 monasterios de monjas sin recoleccion, 9 monasterios de monjes recoletos, 4 beaterios, 1 recogimiento de mugeres pobres, 1 casa de huerfanos y 12 hospitales. 81 Todas las iglesias, assi las parroquiales como las de los conventos y capillas, son grandes, fabricadas de piedra en parte y enriquecidas de pinturas y adornos de mucho valor; se distinguen en esto, además de la cathedral, las de Santo Domingo, San Francisco, San Agustin, la Merced y la de la Compañia, no pudiendo encarecerse su magnificencia ni comprehenderse bastantemente sino con la vista. Descubrese mas bien en los dias solemnes, y por ellas la riqueza y ostentacion de aquella ciudad pues no solo se nota que todos sus altares desde el pie hasta los remates de los retablos están cubiertos de plata maciza labrada en distintas especies de adornos sino que, además de vestirse todas las paredes de los templos con ricas colgaduras de terciopelo ú otra tela de igual estimacion, guarnecidas con franjas y fluecos de oro y plata, todo muy costoso para aquel país, están matizadas á trechos con alhajas de plata sobrepuestas, las quales forman vistosa y agraciada simetría. A este respeto, si se dexan las bobedas, arcos y columnas para atender al suelo de la iglesia, no se encuentra mas que riqueza en todas partes; en una, los blandones macizos de plata de 6 á 7 pies de alto que en dos filas se siguen ocupando todo el largo del principal cañon de la iglesia; y en otra, las mesas realzadas de lo mismo, sustentando pebeteros y haciendo labor con aquellos, y en los claros que dexan entre sí, otras sirviendo de peanas á diferentes niños y angeles; y, finalmente, quanto se descubre en toda la iglesia es de primorosa plata ó de materia que la iguale en el valor; por lo qual, se solemniza el culto divino en aquellos templos con la mayor grandeza que puede llegar á congeturar la idea, y aun en los demás dias comunes que no hay festividad particular son tantos y tan costosos los ordinarios adornos que exceden á los que en muchas ciudades de Europa se reservan para los más clásicos. 82 Si tanta riqueza viste lo material de los templos, ¿puede considerarse adonde llegará la mas inmediata del culto divino? Los diamantes, perlas y piedras preciosas son totalmente comunes, y, disfrazado el oro en brillantes con pulidas invenciones engastados, desvanecen la vista sus reflexos en las varias custodias y vasos sagrados que tienen todas las iglesias, compitiendose entre sí unas á otras para que no sea menos en ninguna la decencia con que procura dar el culto á la Magestad Suprema el celo catholico de aquellos moradores. Las telas de oro y plata con que hacen los ornamentos son siempre las mas exquisitas, nuevas y costosas que passan en las armadas y navios de registro á aquella ciudad. Las franjas y realzados bordados correspondientes y, finalmente, todo quanto allí se registra en los templos es grandeza; quanto estos contienen, obstentacion; y quanto se usa cosas del mayor valor, particularidad y primor. 83 Los conventos principales son muy capaces en lo interior, y las habitaciones, desahogadas y espaciosas; parte de ellos es fabricado de adoves, como sucede con aquellas paredes exteriores que ciñen su recinto, y lo interior, de quinchas y bexaregues, como el resto de la ciudad. Las iglesias son de ladrillo bobedadas, aunque otras de quinchas, con una arquitectura tan bien fingida que dissimulan totalmente la materia; sus frontispicios y principales portadas, magestuosos en la aparente invencion de la fabrica, aunque toda la de columnas, chapiteles, estatuas y cornisas es de madera en forma de escultura, pero con imitacion tan viva á la piedra que solo tocandola se conoce, no siendo economía esta invencion porque obliga á valerse de ella el peligro de los temblores, que no permite sin inminente riesgo que sean estas piezas de una materia pesada y que necessite ligazon de mezclas para unirse. 84 Se elevan de estos edificios medias naranjas muy hermosas que dan claridad á lo interior de ellos y hacen vistosa harmonía con las torres que les acompañan; y aunque todas aquellas son de madera, solo el informe lo convence porque la vista no puede conocerlo. Las torres son todas de cal y piedra hasta la altura de una y media á dos tuessas; de allí para arriba, de ladrillo hasta el fin el primer cuerpo; y lo restante, de madera disfrazada por lo exterior en cantería; y finalizan su cuspide con una estatua ó figura alusiva á la advocacion del templo. El alto de estas, por medidas geometricas que hicimos en la de Santo Domingo, es de 50 á 60 varas no correspondiente á su gran base y gruesso, cautela muy necessaria tambien para que no se venzan los temblores, y con el mucho peso de las campanas, que en numero y magnitud exceden á las de España y causan no pequeña harmonía en los repiques generales. 85 A todos estos conventos dá agua la ciudad, que, no siendo la del rio, como sucede la que corre por las acequias de las calles, lleva encañado su curso desde el manantial ó pocho, donde sale hasta dentro de ella para el abasto de sus moradores, y tienen obligacion, assi las comunidades de hombres como las de mugeres, de mantener una fuente á la calle para el beneficio publico de los barrios, providencia muy acertada pues con ella tienen el agua inmediata aquellas pequeñas casas que no logran interiormente esta comodidad. 86 Tienen su continuo assiento en Lima los virreyes que goviernan en todo el Perú, si bien, como yá queda advertido en la descripcion de Quito, se separó modernamente de su jurisdiccion aquella provincia y Audiencia. El tiempo riguroso que deben governar, segun se les previene al conferirles el empleo, es de tres años y, despues de cumplidos, se prorroga á la voluntad del soberano. Su autoridad es la mayor que hay en todo el reyno, y tan grande que desfruta enteramente la confianza y satisfaccion del principe; él es absoluto en lo politico, militar, civil, criminal y Real Hacienda; todo lo govierna y dispone como le parece que mas conviene, sirviendose de diferentes tribunales, de quienes es cabeza, para acordar con ellos en todos los negocios segun sus especies. La magestad de este empleo, á excepcion de la de los soberanos, es de las mayores que se conocen, y todas las ceremonias de él son correspondientes á la dignidad y gerarquia del titulo. Para el resguardo de su persona, autoridad del empleo y ostentacion de la superioridad, tiene dos compañias de guardias. La una es de cavalleria, compuesta de 160 hombres, un capitan y un theniente; el uniforme, azul con vueltas de grana, frangeado de plata y vandoleras de lo mismo; toda esta compañia es de españoles bien apersonados, y el empleo de capitan de ella, de mucha estimacion y dignidad; estos hacen la guardia en la principal portada del palacio, y, siempre que sale el virrey, le acompaña un piquete de quatro batidores y los mismos en la retaguardia. La segunda es de alabarderos, compuesta de 50 hombres tambien de españoles; su uniforme, azul con vueltas y chupas de terciopelo carmesí galoneados de oro; hacen la guardia en la puerta de los salones que dan entrada á los de su audiencia publica y vivienda y llevan la de su persona siempre que sale el virrey en publico ó passa á las piezas de los tribunales, donde permanecen hasta volverle á dexar en las de su morada; solo tiene capitan, que es empleo de superior honor, y assi este como aquellos son nombrados por el virrey. A mas de estas, hay otro cuerpo de guardia en lo interior del palacio, compuesto de una compañia de infanteria de las de la guarnicion de la plaza del Callao de cien hombres, capitan, theniente y subtheniente, que sirve para practicar las diligencias que ocurren en el govierno y hacer observar las que se determinan en los tribunales. 87 El virrey, además de assistir á los acuerdos, juntas de Real Hacienda y de guerra que se ofrecen, dá audiencia publica diariamente á toda suerte de personas; á este fin tiene el palacio tres magnificos salones, en el exterior, que está adornado con los retratos de todos los virreyes, recibe y oye á los indios, en el de mas adentro, á los españoles, y en el ultimo, donde debaxo de un suntuoso dosel están colocados los retratos de rey y reyna actuales, á las señoras que quieren hablarle en particular sin ser conocidas. 88 Los negocios guvernativos los despacha por una secretaría de govierno con parecer de un assessor, el qual nombra por sí y hace eleccion del sugeto que le parece mas condigno; por esta secretaría se libran los decretos de los passes para los que se han de recibir por corregidores en todo lo que se estiende su jurisdiccion, provee los que están vacantes por dos años y las residencias de los que han concluido quando, passado cierto tiempo, no han sido nombrados por el rey otros jueces que las deban tomar, y, en fin, todo lo que pertenece á guerra y govierno hace su curso por esta secretaría. 89 Aquellos negocios que tocan á justicia se juzgan en la Audiencia y en ella se determinan decisivamente sin apelacion al Supremo Consejo de Indias si no por injusticia notoria ó segunda suplicacion, y el virrey preside en los acuerdos. La Audiencia, que es el principal tribunal de los que tiene Lima, se compone de ocho oidores de numero y un fiscal de lo civil; juntase en el palacio del virrey en tres salas que hay para esto, de las quales la una está destinada para los acuerdos, y en las otras dos, de audiencia publica y particulares, preside el oidor decano. Los assuntos criminales se juzgan en una quarta sala compuesta de quatro alcaldes de corte y un fiscal de lo criminal; además de estos ministros, hay un fiscal protector de indios y algunos otros supernumerarios. 90 A el tribunal de la Audiencia se sigue el de Quentas, el qual se compone de un regente, que preside, cinco contadores mayores ó de numero, dos de resultas y otros dos ordenadores, á que se agregan algunos supernumerarios en cada una de estas classes. En este tribunal se ven, glossan y finalizan las quentas de todos los corregidores que han tenido á su cargo la cobranza de tributos, y se arreglan las distribuciones de la Real Hacienda y su economía. 91 Y ultimamente, el tribunal de la Caxa real, compuesto de un factor, un contador y un tesorero con nombre de oficiales reales, los quales tienen á su cuidado los haberes reales de casi todo el reyno, pues los que entran en las demás Caxas que hay en él, assi de tributos de los indios como de alcavalas ó quintos de las minas, se remiten annualmente á la capital de Lima despues de haver satisfecho las pensiones respectivas. 92 El cuerpo de ciudad se compone de regidores, un alferez real y dos alcaldes, y lo forma la mas lucida nobleza. A él pertenece el govierno economino y la administracion ordinaria de justicia; presidenle los alcaldes ordinarios, alternandose por meses segun la preferencia de sus votos porque, teniendo esta ciudad particular privilegio para ello, la jurisdiccion de su corregidor se estiende unicamente á los indios. 93 Hay tambien una Caxa de bienes de difuntos, donde entran los caudales de los que mueren sin testar y no tienen allí legitimo heredero ó de los que estaban encargados de agenos caudales, y para dar expediente á los negocios que se causan con los abintestatos. Componese de un juez superior, cuya comission recae en uno de los oidores, de un abogado y de un contador. 94 El comercio tiene tambien un tribunal, que es el del consulado, compuesto de un prior y dos consules. Concurren á él todos los que están matriculados en el comercio, entre quienes se hacen las elecciones de estos oficios, y los tres jueces con el dictamen de un assessor determinan los pleytos y litigios de su naturaleza por las mismas reglas que los consulados de Cadiz y Vilbao. 95 Tiene assimismo un corregidor, cuya jurisdiccion se estiende sobre todos los indios que habitan assi dentro de la ciudad como en el termino de las cinco leguas al contorno de ella, y los principales pueblos que le reconocen por superior son Surco, Los Chorrillos, Miraflores, La Magdalena, Lurigancho, Late, Pachacama, Lurin y los que habitan en los dos arrabales del Callao, que llaman Pitipití el Nuevo y el Viejo. El quantioso numero de indios que tuvo aquel valle antes y en el tiempo de la conquista está yá reducido al abreviado de estos pueblos, y entre ellos no se conocen ahora mas que dos caziques, que son el de Miraflores y Surco, tan míseros y desdichados que están reducidos á vivir del exercicio de enseñar en Lima á tocar algunos instrumentos. 96 El cabildo eclesiastico ó mesa capitular, de quien es cabeza el arzobispo, se compone de cinco dignidades, que son dean, arcediano, chantre, maestro escuela y tesorero, quatro canongias de oposicion, cinco de presentacion, seis racioneros y otros seis medios racioneros, pero el tribunal eclesiastico lo forman solamente el arzobispo y su provisor, y le son sufraganeos los obispos de Panamá, Quito, Truxillo, Guamanga, Arequipa, el Cuzco, Santiago y la Concepcion, estos dos ultimos en el reyno de Chile. 97 El tribunal de Inquisicion se compone de dos inquisidores y un fiscal, los quales y los ministros subalternos correspondientes son á nombramiento del inquisidor general, y en vacante los provee el Consejo Supremo de Inquisicion. 98 El de Cruzada se compone de un comissario subdelegado, contador y tesorero, á que se agregan los demás ministros subalternos, y forman sus acuerdos con el oidor mas antiguo ó decano de la Audiencia. Y, ultimamente, hay en aquella ciudad una casa de moneda, donde se sella la de oro y plata, con los empleos correspondientes á ella. 99 Las escuelas publicas, que en la Universidad y colegios logra esta ciudad, son talleres donde se liman y perfeccionan en las letras divinas y humanas los ingenios sutiles de aquellos naturales, que, como diré mas adelante, empiezan á lucir la ciencia adquirida á poco de estudiarla, efecto unicamente de la nobleza de sus entendimientos mas que de su cultivo ó arte. Y el no conseguir en todas materias iguales adelantamientos no procede de la falta de aplicacion ó inconstancia ni por defecto ó flaqueza de sus talentos sino de la poca comodidad que tienen de sugetos que les abran las primeras puertas de su conocimiento, pudiendose concebir de su habilidad y comprehension que á poca costa se harían dueños de ellas si lograssen esta proporcion en las que al presente no posseen. Es la principal de estas escuelas la Universidad de San Marcos, y los colegios son Santo Toribio, San Martin y San Phelipe; tiene aquella cathedras de oposicion de todas ciencias, y lucen en ella los sugetos mas doctos y capaces de la ciudad, entre los quales han sobresalido algunos que, llenando con el eco de su fama el concepto de los sabios de Europa, llegaron á merecer, aun estando tan distantes, el premio de la estimacion en sus obras y el honor de la celebridad en los aplausos. 100 El edificio de la Universidad, que en lo exterior se ostenta grande, es magnifico en lo interior. Su atrio es quadrado, espacioso y sostenido de pilares y arquería que lo hermosean, en cuyos contornos están las aulas donde se leen las facultades; en uno de sus angulos está la pieza que sirve para las publicas funciones literarias, y en esta los retratos de los singulares sugetos que ha producido aquella Universidad, adornados de muy costosos marcos con primorosa escultura y dorados, á cuya uniformidad acompaña la sillería que en dos ordenes rodea toda la pieza. 101 Por todo lo que se ha dicho, se conocerá bastantemente no solo ser capaz por su extension aquella ciudad, magnifica por las insignes obras que encierra y cabeza de aquel imperio como silla y assiento del virrey y de los mas serios tribunales que hay en todo él, sino es que se aventaja á las demás en la cultura de los entendimientos y aun parece que quiere sobrepujarles en los quilates de su perfeccion acrisolada en ellos por natural prerrogativa del clima, con que, solo falta que descubrir enteramente su grandeza para que se convenza que en esta, aun menos que en otra cosa, se le pueden igualar las que en lo demás le ceden la primacía. 102 Yá queda vista la riqueza de los templos y la suntuosa magestad con que se celebra en ellos el culto divino; á correspondencia de esta, sigue la de los vecinos distinguiendose ó señalandose en las publicas funciones con la ostentacion propia de unos animos que tienen por objeto el lucimiento y hacen honor de solemnizar las clásicas celebridades de suerte que puedan sin equivocacion diferenciarse de las que hacen con no escasa pompa las demás ciudades que se reconocen por capital. 103 En todas las de las Indias es uno de los mayores actos en que manifiestan su opulencia la entrada del que govierna, y este mismo es el que descubre en Lima su mayoría pues, saliendo á brillar en él carrozas y coches y á lucir galas, jaeces y joyas, llega á tanto el porte de la nobleza que hace componer libreas de aquellas telas mas ricas y costosas para obstentar en el adorno de los criados el poder de sus señores, que, no hallando en sus personas competente desahogo á la generosidad, procura explicarse en las de sus dependientes. En esta funcion en la que por todos titulos se particularizan, y assi, por esto como porque se vea el methodo y seriedad con que se hacen, me encargaré de dar esta noticia en el siguiente capitulo.
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Capítulo III Cómo Manco Capac armó caballero a su hijo Sinchiroca y entró por fuerza en el Cuzco y se enseñoreó dél Habiendo estado Manco Capac con su hermano y hermana e hijo de Matahua mucho tiempo, Mamahuaco, su hermana, aunque otros dijeron ser su mujer, tiró dos varas de oro hacia el Cuzco, de las quales una llegó a Colcapampa, que hay espacio de dos tiros de arcabuz, y no hincó bien, y la otra llegó a Huanaipata, que es abajo del Arco que sale a S. Sebastián desde donde se tiró esta vara hasta allí hay tres cuartos de legua, y asentó bien y quedó hincada en el suelo, y tuviéronlo por buena señal, y allí en Matahua, que es una legua del Cuzco, armaron caballero a Sinchiroca y le dieron el topayauri, que es a manera de cetro, el cual era de oro, que era insignia que se daba a los que habían de ser señores de yngas. Allí Sinchiroca engendró a Manco Sapaca en Mama Coca, hija de su tía Huamán, del pueblo de Saño, y de allí vinieron caminando hacia el Cuzco, y llegaron a Colcapampa, donde llegó la primera vara, y tomando tierra en las manos y visto que no era buena para sembrar, pasaron adelante hasta Guaman, Tianca y Huanaypata a donde había llegado la postrera vara, y viendo que había hincado bien y ser la tierra buena y fértil, sembraron en ella. Y entonces en el Cuzco, que se llamaba Acamama, estaban poblados indios lares, poques y guallas, gente baja, pobre y miserable, y prendieron a uno destos poques o guallas y lo mataron, y sacaron los bofes y los soplaron y, trayendo las bocas ensangrentadas, se vinieron hacia el pueblo de los guallas. Los huallas, viéndolos, se huyeron pensando que era gente que comía carne humana, y caminando los ingas llegaron adonde estaba el arco junto del cual pasaba un arroyo pequeño, y allí les salió Copa Limaita, que era señor natural del Cuzco, a resistirles la entrada, y viendo la dificultad los ingas se volvieron a Guaynapata, que quiere decir cosa preciada, y de lo que habían sembrado, como era la tierra y tan buena y dispuesta, dio grandísima abundancia de maíz, que hasta lo alto de la caña había mazorcas. Entrando en consulta, se determinaron de nuevo de entrar en el Cuzco, por fuerza, y al fin, mediante su valor e industria, se apoderaron del y de la persona de Copa Limayta, el cual viéndose preso, temeroso de que le matarían, les dijo que les daría sus tierras y haría cesión de lo que allí poseía, y así lo soltaron. Y como vio que ya no tenía remedio de echarlos de su tierra y que era gente belicosa, varonil y de industria, dejó su casa, tierra y familia a Mama Huaco, mujer de Manco Capac, y díjoles: yo me voy, y adonde viéredes que hay mucha nieve, diréis: allí está, y así se fue do nunca más pareció ni supieron del. Entonces Manco Capac y Mama Huaco, su mujer, Sinchiroca y Manco Sapac poblaron la ciudad del Cuzco, y en Curicancha, donde ahora es el convento de Santo Domingo, levantaron un templo dedicado al sol, y allí empezó Manco Capac, como primer Rey y Señor, a dar culto y religión a los yndios, aunque no con la perfección que después le tuvieron. Y habiendo gobernado muchos años, murió dejando por su sucesor y heredero a Sinchiroca, su hijo, y de Mama Huaco, su mujer y hermana, y otra hija llamada Chimpucoya y otro hijo bastardo llamado Pachacuti. Otros ponen la entrada deste valeroso Manco Capac en el Cuzco de diferente manera y traza, diciendo que habiendo venido con sus hermanos, hijo y mujer, hizo estirar dos planchas de oro muy delgadas, y poniéndose una en los pechos y otra en las espaldas y una diadema, que los indios llaman canipo, en la cabeza, envió al Cuzco a un yndio diciendo que era hijo del sol, y que le recibiesen y obedeciesen por tal y por señor della, y que para que ellos lo viesen se mostraría en un cerro alto, donde salió y fue visto de los indios poques naturales del Cuzco en la cumbre del cerro pasearse, y como los rayos del sol hiriesen en las planchas y diadema, resplandecieron y daban de sí gran luz y claridad, y viéndolo los indios, atemorizados, lo tuvieron por hijo del sol y cosa divina y así le obedecieron y recibieron por señor absoluto, dándole la obediencia y ofreciéndole innumerables riquezas y tesoros y todo cuanto quiso, con lo cual se hizo rico y poderoso, y salió después a conquistar algunos pueblos cercanos que no le obedecían. Sea la verdad la una o la otra, entrambas opiniones se tratan y confieren entre los indios, y ellos le dan crédito como cosa que creen que sucedió así, no hay ni se sabe otro origen, principios ni fundamento del señorío de los yngas que fundaron la gran ciudad del Cuzco, cabeza de estos reinos, y los conquistaron y gobernaron, sino este que aquí se ha puesto, porque ellos no tuvieron letras ni las conocieron, ni historias más de sus quipos, que son cordeles donde con nudos asientan y ponen por memoria todas las cosas que quieren, de los cuales consta lo que digo y diré en todo el discurso de esta historia. La salida de los hermanos de la cueva y la invención de Manco Capac de hacerse adorar con la traza de las planchas de plata se verá en la figura siguiente.
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CAPITULO III Que trata de cómo Hernando Cortés fue recibido de paz por las cabezas de Tlaxcalla Habiendo, pues, tomado Cortés la razón de toda la tierra y de la grandeza y majestad de Moctheuzoma y de sus contrarios en Cempohuallan, escribió una carta a la provincia de Tlaxcalla, a los cuatro señores de ella, diciéndoles cómo él había llegado a esta tierra con deseo de vellos y conocellos y ayudalles en todos sus trabajos y necesidades, que bien sabía estaban apretados y opresos de las grandes tiranía de los culhuas mexicanos, y que él venía en nombre de un gran señor, que se llamaba el emperador D. Carlos, y que traía consigo al verdadero Dios, porque los dioses que ellos adoraban eran falsos y hechos a mano y por mano de hombres mortales, y que el Dios que él y sus compañeros adoraban era el que había criado el cielo y la tierra y todo lo que en él había, y que allí les enviaba un sombrero, una espada y una ballesta para que viesen la fortaleza de sus armas, las cuales traía para socorrer y favorecerlos como a hermanos contra aquel tirano y fiero carnicero de Moctheuzoma, porque él sabía que los tenía muy enojados. Estas cosas y otras de gran presunción contenía la carta; pero como no sabían leer, no pudieron entender lo que contenía. Los mensajeros que la traían dijeron de palabra estar razones relatadas porque Malintzin se las dio a entender para que de palabra ansí las dijesen a los señores y caciques de Tlaxcalla. Y como llegasen, los mensajeros cempohualtecas dieron la espada, carta y ballesta y sombrero de seda de tafetán carmesí, que antiguamente se usaban unos chapeos velludos de seda. Y con estas cosas y otras que con los mensajeros añadieron, pusieron en extraña alteración a toda la república de Tlaxcalla. Ayuntados los cuatro señores de las cuatro cabeceras y los más principales y demás caciques sobre lo que se determinaría en este caso, si por ventura matarían a los mensajeros de Cempohuallan por ser, como eran, vasallos de mexicanos, no viniesen de industria con acechanza de parte de los culhuaques de México, o si era prodigio o abusión de alguna mala nueva. Y estando en esta consulta, salió resuelto de que no los matasen, sino que dijesen a aquellas gentes que eran tenidos por dioses, que fuesen bien venidos, que cuando les pareciese venir a su tierra serían bien recibidos. Y en este ayuntamiento dijo el gran Xicotencatl a Maxixcatzin, a Citlalpopocatzin y a Hueyolotzin: "Ya sabéis, grandes y generosos señores, si bien os acordáis, cómo tenemos de nuestra antigüedad cómo han de venir gentes de la parte de donde sale el Sol, y que han de emparentar con nosotros, y que hemos de ser todos unos, y que han de ser blancos y barbudos, que han de traer celadas en las cabezas por señal de gobierno, que han de ser zancudos, y que han de traer armas muy fuertes y más fuertes que nuestros arcos (por la ballesta que ansí la llamaban) que no las podemos enarcar, y con espadas de delicados filos, que nuestras armas comparadas con éstas no son muy tenidas ni estimadas en nada. Estos son y estos nos vienen a buscar, y no son otros. ¿En qué mejor tiempo que éste pueden venir, que llevamos de vencida la provincia de Huexotzinco, que los tenemos arrinconados en las haldas de la Sierra Nevada, y desde allí están pidiendo socorro a Moctheuzoma? Nos curemos de más venganza. Estos dioses u hombres, veamos lo que pretenden y quieren, porque las palabras con que nos saludan son de mucha amistad, y bien deben de saber nuestros trabajos y continuas guerras, pues nos lo envían a decir". Con esto los mensajeros se volvieron a Cortés, y en el inter los sacrificios de sus dioses infernales, ritos y supersticiones no cesaban, antes se hacían con más fervor y cuidado. Ya en este tiempo los dioses mudos se caían de sus lugares, temblores de tierra y cometas del cielo, que corrían de una parte a otra por los aires. Los grandes lloros y llantos de niños y mujeres, de gran temor y espanto, de que el mundo perecía y se acababa, que no hay lengua ni pluma que lo pueda ponderar y encarecer. Como Cortés no hacía sino marchar, llegó a los confines y términos de esta provincia con su gente buena y católica compañía, donde fue recibido con algazara, escaramuzas y gran aspereza de guerra, donde mataron un español y dos caballos como atrás dejamos declarado, por los indios otomís de Texohuatzinco, guardarraya y fronteros que guardaban aquella frontera; mas sabido por los tlaxcaltecas, les fueron mandados y enviados mensajeros, que fueron Coztomatl y Zohinpanecatl, para que no los enojasen y que los dejasen pasar por donde quisiesen. Y ansí fue, que habiendo estado algunos días en este pueblo de Tecohuatzinco, se movieron de allí y se vinieron a Tlaxcalla, donde el gran señor Xicotencatl recibió a Cortés de paz y a sus compañeros, cuyo recibimiento fue el más solemne y famoso que en el mundo se ha visto ni oído, porque en tierras tan remotas y extrañas y apartadas nunca a príncipe alguno se había hecho otro tal, porque salieron los cuatro señores de las cuatro cabeceras de la Señoría y República de Tlaxcalla con la mayor pompa y majestad que pudieron, acompañados de otros muchos tecuhtles y pyles y grandes señores de aquella República, más de cien mil hombres, que no cabían en los campos y calles, y que parece cosa imposible. El primer recibimiento se les hizo en Tzompanzingo, lugar muy principal de Tlaxcalla. Allí fue recibido Cortés de los principales en aquel pueblo. De allí pasaron los nuestros a otro lugar muy grande, que llamaban Atliquitlan, de aquí salieron otros tecuhtlis y pyles de muy gran valor y estima, donde salió Piltecuhtli acompañado de gran muchedumbre de gente. Y de este lugar bajaron a Tizatlan, que es el lugar de la cabecera de Xicotencatl. Aquí, en este lugar y casas de Xicotencatl, por ser muy viejo, no salió de su casa más que hasta un patio donde había unas gradas de poca bajada. Aquí estuvieron todos los demás señores de las cabeceras, que eran Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Tlehuexolotzin y demás señores al respecto, para hacer tan solemnísimo recibimiento. Llegados los nuestros y puestos en ordenanza a donde debían ser recibidos, llegó Xicotencatl a abrazar a Hernando Cortés y hacelle la salva, como en efecto lo hizo; mas Cortés, como hombre sagaz y astuto y no en ningún caso descuidado, ansimismo le abrazó, más, siempre con gran recato, le asió de la muñeca del brazo derecho, y no se consintió apretar el cuerpo. Y de esta forma y término lo hizo con Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Tlehuexolotzin. Hecha esta ceremonia tan famosa, se fueron Xicotencatl, Cortés y Malintzin mano a mano hasta donde habían de ser alojados y aposentados, tratando de su venida y de cómo los venía a visitar y ayudar en lo que se les ofreciese y a castigar a Moctheuzoma, su capital enemigo, y toda la demás gente de culhua, que en aquella sazón prevalecía y predominaba en toda la máquina de este Nuevo Orbe, donde era tan temido y adorado y reverenciado como si fuese su dios, teniendo señorío, poder y mando en este tan remoto y apartado imperio sobre todas las naciones de estas tan extrañas partes.
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De la disposición de cuerpo del Almirante y de las ciencias que aprendió Fue el Almirante hombre de bien formada y más que mediana estatura; la cara larga, las mejillas un poco altas; sin declinar a gordo o macilento; la nariz aguileña, los ojos garzos; la color blanca, de rojo encendido; en su mocedad tuvo el cabello rubio, pero de treinta años ya le tenía blanco. En el comer y beber y en el adorno de su persona era muy modesto y continente; afable en la conversación con los extraños, y con los de casa muy agradable, con modesta y suave gravedad. Fue tan observante de las cosas de la religión, que en los ayunos y en rezar el Oficio divino, pudiera ser tenido por profeso en religión; tan enemigo de juramentos y blasfemias, que yo juro que jamás le vi echar otro juramento que "por San Fernando" y cuando se hallaba más irritado con alguno, era su reprehensión decirle: "do vos a Dios, ¿porque hiciste esto o dijiste aquello?"; si alguna vez tenía que escribir, no probaba la pluma sin escribir estas palabras: Jesús cum María, sit nobis in via; y con tan buena letra que sólo con aquello podía ganarse el pan. Dejando otras particularidades que en el contexto de la historia podrían ser escritas a su tiempo, pasaremos a contar las ciencias a que más se aplicó, y diré que siendo de pocos años aprendió las letras y estudió en Pavía lo que le bastó para entender los cosmógrafos, a cuya lección fue muy aficionado, y por cuyo respeto se entregó también a la astrología y geometría; porque tienen estas ciencias tal conexión entre sí, que no puede estar la una sin la otra, y aun Ptolomeo en el principio de su Cosmografía, dice que ninguno puede ser buen cosmógrafo, si también no fuere pintor. Supo también hacer disenos para plantar las tierras y fijar los cuerpos cosmográficos en plano y redondo.