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Capítulo 39 De cómo los del Tlatilulco, cuando estavan cercados, vieron venir fuego del cielo sobre sí, de color sangre El día siguiente, cerca de medianoche, lluvia menudo y a deshora, vieron los mexicanos un fuego, así como torbellino, que echava de sí brasas grandes y menores, y centellas muchas remolineando y respendando, estallando. Y anduvo alrededor del cercado o corral de los mexicanos, donde estavan todos cercados que se llama Coyonocazco. Y como huvo cercado el corral, tiró derecho hazia el medio de la laguna; allí desapareció Y los mexicanos no dieron grita, como soelen hazer en tales visiones; todos cayaron por miedo de los enemigos. Otro día después de esto no pelearon. Todos estuvieron en sus ranchos. Y don Hernando Cortés subióse encima de una açotea de una casa del barrio de Amaxac; esta casa era de un principal tlatilulcano que se llamava Aztaoatzin. Desde aquel tlapanco estava mirando hazia el cercado de los enemigos; allí, encima de aquel tlapanco, le tenían hecho un pavellón colorado desde donde estava mirando; y muchos españoles estavan alrededor de él hablando los unos con los otros. Es muy verisímile que el capitán don Hernando Cortés havía embiado muchos mensajeros al. señor de México, Cuauhtemoctzin, para que se rendiesen ante que los matasen a todos, pues ya no tenían ningún remedio. Y en este punto en que estava agora el negocio de la guerra es cosa muy cierta que ya el señor de México, Cuauhtemoctzin, havía dado la palabra a los mensajeros del capitán don Hernando Cortés que se quería rendir. Y a este propósito se puso en el pavellón, en el tlapanco, el capitán don Hernando Cortés, esperando a que viniese a su presencia el señor de México, Cuauhtemoctzin, con los demás principales, a ponerse en, sus manos. Y ansi, estando sobre el tlapanco, don Hernando Cortés en su pavellón, el señor de México, Cuauhtemoctzin, con todos los principales que con él estavan, viniéronse a donde estava el marqué, en canoas. Cuauhtemoctzin iva en una canoa, y ivan dos pajes con él, que llevavan sus armas; y uno solo iva remando en la canoa, que se llamava Cenyáutl. Y cuando le llevavan a la presencia del capitán don Hernando Cortés començaron toda la gente mexicana que estava en el corral diziendo: "Ya va nuestro señor rey a ponerse en las manos de los dioses españoles." Autor De las cosas arriba dichas parece claramente cuánto temporizó y diximuló el capitán don Hernando Cortés con estos mexicanos por no los destruir del todo, ni acabarlos de matar. porque según lo arriba dicho, muchas vezes podieron acabarlos de destruir y no lo hizo, esperando siempre a que se rendiesen, para. que no fuesen destruidos del todo.
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Capítulo 39 Aquí tratará de la guerra <que> tubo el rrey Monteçuma con los de Guaxaca, las causas y rrazones, y como fueron sujetos a la corona mexicana Algunos días abían pasado del susçeso de los de las costas de Oriçaba, Cuetlaxtlan, quando bino a notiçia de Monteçuma que en las costas de Coaçacualco y Tabasco, pasando por Teguantepec, yslas, puertos, rresidir allí muchos naturales que su trato y grangería era oro molido, <que> lo traían las corrientes de rríos y lo coxían, y piedra menuda <que> llaman matlalxihuitl, pertenesçiente para la mitra o corona del rrey Monteçuma, y senbrarlo pegado en los braçeletes de plumería (machoncotl), de oro y rrodelas y caracoles, manera de tiguere el paresçer y una color de bermellón (oçeloteccoztli), para pintar rrodelas y otras cosas, todo lo qual abían ydo a pedir quatro prençipales mexicanos y beinte y ocho mercaderes tratantes congregados con ellos. Y trayendo esta cantidad de oro y piedras y demás cosas, abiendo tenido los naturales de Guaxaca notiçia de esta rriqueza <que> traían para Monteçuma, o por menospreçio del rrey Monteçuma o por sólo su codiçia, de ellos les salieron <en> un monte muy agrio y camino muy peligroso, que es <en> la parte que llaman Mictlancuauhtla, allí los ataxaron y mataron a todos ellos, que nenguno escapó, y despoxados las rriquezas que traían, dexaron allí los cuerpos muertos, <que> se los comierom auras y animales. Y a cabo de muchos tiempos y años se bino a saber el susçeso y mal rrecaudo que abían hecho los prençipales de todo Guaxaca. 46r Y yendo algunos mercaderes tratantes <que> llaman oztomeca, queriendo yr a Coaçaqualco, algunos de los maçehuales de Guaxaca les dixeron que allá no fuesen, <que> sus prençipales les mandarían matar y saltear como abían hecho a los mexicanos en el monte de Mictlancuauhtla, y con esto, y satisfechos los mercaderes de Azcapuçalco, Suchimilco, Tezcuco, fueron algunos de ellos a beer los huesos de los muertos y, bisto ser berdad, se boluieron a Mexico Tenuchtitlan con este abiso y rrelaçión. Abisaron a Monteçuma e les rrespondió: "Y bosotros, ¿de dónde sois naturales?" Dixéronles que mercaderes de Chalco y con esto les detubo y les dio por el abiso dádiuas de rropa. Y llamado a Cihuacoatl Tlacaelel, le dixo y contó la manera de la muerte de los mexicanos por los de Guaxaca por menospreçio de la corte y cortesanos de Mexico y con codiçia de rroballes el oro y rriquezas que traían en nombre de Huitzilopochtli y de ellos: "Y es menester que luego y ante todos acabemos n<uest>ro templo y cumplir n<uest>ros sacrifiçios con malechores y estrangeros de n<uest>ra patria y naçión". "Y es menester", dixo Çihuacoatl, "dar abiso de esto a Neçahualcoyotl de Aculhuacan y a los de Tacuba, Totoquihuaztli, <que> luego para esto traigan cal y piedra y teçontlalli, que con esto hecho quedará del todo encorporada la persona, cabeça, braços, pies de Huitzilopochtli". Y dixo el Çihuacoatl a Monteçuma: "Mirá, señor, que xamás abrá de faltar memoria de buestro rrenombre para siempre como bos acabastes, como tal Monteçuma Ylhuicamina, rrey de los mexicanos y de todo el mundo hasta oy bisto por nosotros, el templo de Huitzilopochtli y acreçentado sus sacrifiçios de sangre calliente y de n<uest>ro balor y memoria de buestros padres y conçexeros que somos nosotros, que, <en>fin, oy que mañana, diez, beinte días y muchos años, todo se acaba, mas la memoria es perpetua y abrá para sienpre memoria de nosotros". Y así, luego <en>biaron mensajeros a estas partes para estos materiales y gente, a Tlilancalqui y a Teuctlamacazqui y por ellos, abiéndoles dicho para las partes, lugares, pueblos que abían de yr y los materiales nesçesarios, y, sobre todo, fuesen benidos ante la prezençia de Monteçuma. Y llegados, les alega que por el dios Huitzilopochtli biuen, que es el tiempo, años, días, noches, ayre, sol, aguas, nieues, montes, rríos, muerte y bida, que era bien <que> se le acabase su casa y templo y ofresçimiento de sacrifiçios sangrientos, "pues por su mandado que dexó dicho a nuestros padres, <que> los truxo y guió a estas partes y que aquí abíamos de aguardar a todas las nasçiones del mundo y abíamos de ser por ellos muy balerosos y prósperos, abentaxados en guerras, señorío. Todo lo a cumplido en nosotros y por su rrecordaçión y perpetua memoria le hagamos nosotros su casa templo y sacrifiçios en onrra y bitoria de su alto balor y meresçimiento, como tan buen dios y capitán de ellos; que luego se le haga a este dios de la laguna y tulares y entre cañaberables metido, onrra y gloria de Mexico Tenuchtitlan y fumdador de rreyes, Acamapichtli y sus diçindientes, Huitzilihuitl y Chimalpupuca, a los quales ganaron y adquirieron los primeros pueblos de esta corona mexicana suxetos, como adquirieron los pueblos y basallos, no holgando, sino continuo trauaxo y afán. Y en espeçial estar como es 46v estamos odiosos, sabiendo somos benedizos y no naturales de estas partes y de esta laguna mexica, y estarnos por oras aguardando quándo bendrán contra nosotros. Y para esto es menester el rreparo conbiniente de este templo y cu que con la ayuda de bosotros y de los de Azcapuçalco, Cuyuacan, Tacuba, Cuyuacan, Culhuacan, Yztapalapan, Aculhuacan, Chalco, Cuitlahuac, Mizquic y en Mecoatlan, Toluca, Maçahuacan, Chiapa, Xiquipilco y todo Matlatzinco, Xocotitlan". Y llegados todos a la cabeçera del rreyrio mexicano, abiéndoles d<ic>ho y tratado lo que era açerca de acabar el gran cu de Huitzilopochtli y los materiales conbinientes y obedeçido todo por Monteçuma d<ic>ho y mandado y por el Çihuacoatl Tlacaeleltzin, luego mandaron darles trançaderas de cauellos y paxa plumería rrica y beçoleras de piedras de chalchihuitl, orexeras de oro, muñequeras y braçeletes de oro. Esto dieron a solo Neçahualcoyotl de Tezcuco y a Totoquihuaztli, el de Tacuba. Y abiendo notiçia todos los prençipales del mando de Monteçuma y para el día propio <que> llaman çe tecpatl, el día primero de la semana, de una piedra pedernal, y allegada gran copia de piedra gruesa, pesada, de más de un estado y otros dos estados de alto y gruesos, mandaron benir de Tezcuco y Tacuba, Cuyuacan, Azcapuçalco, Chalco, Suchimilco, canteros buenos para labrar los bultos que cada dios suxeto a Huitzilopochtli an de estar <en> las cuadras. Y de la manera que se les mostraua a los yndios naturales de estas partes començaron luego a labrarlas con muy sotil artifiçio. Juntos los canteroas de prima y albañíes, les dixo Monteçuma: "Hermanos y hijos míos que aquí estáis congrados y juntos, ¿qué os paresçe que tenga de altura este cu y çerro cuadrado para labrar <en> lo alto casa fundada de sola una pieça como agora está, que mira frontero del sur, y lo que asimismo será la casa de alto?" Dixeron todos los ofiçiales a una, abiendo tanteado la cuadra, lo que abía de tener cada cuadra, dixeron que de ancho de cada quadra tubiese çiento y beinte y çinco braças de ancho, que las quatro cuadras abían de ser quinientas braças y la casa de lo alto dél de nobenta, de lo alto beinte braças de cada cuadra, de tres paredes que an de ser, teniend por la parte del mirador a la parte del sur, como agora lo está: "<que> todo se a de desbaratar lo que agora está hecho. Y esto es de n<uest>ro paresçer y mie<n>tras fuéremos. Y los que ubieren de preçeder harán sobre esto más altura como más ellos quisieren". Y así, començaron los canteros a labrar el gran cu con los escalones que de antes abía, que eran conforme a los días del año, como adelante se dixo, 360 días, çinco días menos çinco días de n<uest>ra cristiana rreligión. Y Monteçuma y Tlacaeleltzin mandaron llamar a todos los mayordomos que tenían los pueblos a cargo e les mandó que luego truxesen y manifestasen todas las piedras de colores y blancas para poner por ojos a todos los dioses como si estubieran mirando, y asimismo dixo a todos los señores prençipales de todos los pueblos que, pues era para el adorno del gran dios Huitzilopochtli, que diesen de sus bienes algunas piedras de balor para los rrostros y ojos de los dioses que an de estar con el de Huitzilopochtli en el cu. 47r <En>tendido por los prençipales y señores de todos los pueblos, en su cumplimiento y por abentaxarse unos más que otros, trujeron y manifestaron mucha suma de piedras rricas de chalchihuitl, unas berdes, otras azules, otras margaxitas, cornelinas, diamantes baladís y esmeraldas y de todo género. Y en prezençia de todos ellos estas piedras se mandaron meztlar con cal y arena, teçontlalli, para el çimiento de la casa del Huitzilopochtli. Esto, según entre estos dos señores, Monteçuma y Cihuacoatl Tlacaelel, por persuaçión del propio Huitzilopochtli, y esto con cantidad de oro en poluo, los que lo tenían, lo dieron
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Capítulo 39 De cómo los padres y madres, deseando que sus hijos y hijas viviesen, prometían de los meter en la casa de religión, que en cada pueblo havía dos, una más estrecha que otra, ansí para hombres como para mugeres, donde los metían en llegando a edad convenible Después que el niño se iva criando, los padres que tenían desseo que viviesse, para que su vida se conservasse, prometíanle al templo donde se servían los dioses. Y esto a la voluntad de los padres, o los prometían de meter en la casa que se llama calmécac o en la casa que se llama telpuchcali. Si le prometían a la casa que se llama calmécac, para que serviessen a los dioses y hiziessen penitencia y viviessen en limpieza y en humildad y en castidad, y para que del todo se guardasen de los vicios carnales. Y si era muger, era servidora del templo que se llamava cioatlamacazqui; havía de ser subjecta a las que regían esta religión y havía de vivir en castidad y guardarse de todo deleite carnal y vivir con las vírgines religiosas que se llamavan las hermanas, que vivían en el monesterio que llamavan calmécac, que vivían encerradas. Y cuando el niño o niña era prometido de meterle en el monasterio, los padres hazían fiesta a los parientes: dávanlos a comer y bever. Y si el padre y la madre querían meter a su hijo o hija en el monasterio que llaman telpuchcalli, embiavan a llamar al que allí era mayor, que le llamavan telpuchtlato. Comían y bevían, y davan dones: mastles y mantas y flores, por vía de amistad. Y el principal de aquella religión, que se llama telpuchcalli, después de haver comido y bevido y rescebido dones, tomava en braços a la criatura, hembra o varón, en señal que ya era su súbdita todo el tiempo que estuviesse por casar, y en señal que ya era de aquella religión o manera de vivir, que se llama telpuchcalli. Y agujerávanle el beço de abaxo, y allí le ponían una piedra preciosa por barbote. Y la niña que ya estava prometida al telpuchpan, entregávanla a la muger que tenía cargo de las otras, la cual llamavan ichpuchtiáchcauh, que quiere dezir "la principal de las donzellas". Y cuando ya era grandecilla havía deprender a cantar y a dançar para que allí serviese al dios que se llama Moyucoca y Tezcatlipuca y Yáutl. Y aunque era de esta religión la moçuela, estava con sus padres y madres. Y si era de la religión de calmécac, metíanla en aquel monasterio para que estuviesse allí hasta que se casare, serviendo a Tezcatlipuca. Y cuando la metían, davan comida a aquellas religiosas más antiguas de aquella casa, las cuales se llamavan cuacuacuiltin, que quiere dezir que tenían los cabellos cortados de cierta manera. Estas tomavan la niña o mozuela y ellas hazían saber al ministro del templo, que se llamava Quetzalcóatl, porque éste nunca salía del templo ni entrava en casa ninguna, porque era muy venerable y muy grave, y estimado como dios; solamente entrava en la casa real. Y haviendo hecho saber a éste de la moçuela que entrava en aquella religión, luego la llevavan al monasterio donde la havían prometido. Llevávanla por la mano o en braços, y presentávanla al dios llamado Quetzalcóatl, al cual servían los de esta orden, y dezían de esta manera cuando se la ofrecían: "¡Oh, señor nuestro humaníssimo, amparador de todos! Aquí están vuestras siervas, que os traen una vuestra sierva nueva, a la cual prometen y ofrecen para que os sirva su padre y madre, y bien la conocéis a la pobrezita, que vuestra es. Tened por bien de rescebirla para que algunos días barra y limpie y atavíe vuestra casa, que es casa de penitencia y de lloro, donde las hijas de los nobles meten la mano en vuestras riquezas orando y llamando con lágrimas y con gran devoción, y donde con oraciones demandan vuestras palabras y vuestra virtud. Tened por bien, señor, de hazerla merced y de rescebirla. Ponelda, señor, en la compañía y número de las mugeres vírgines que se llaman tlamacazque y tlamaceuhque, que hazen penitencia y sirven en el templo, y traen cortados los cabellos. ¡Oh, señor humaníssimo y amparador de todos! Tened por bien de hazer con ella aquello que es vuestra sancta voluntad, haziéndole las mercedes que vos sabéis que conviene". Dicho esto, si la moçuela era grandecilla, sajávanla las costillas y el pecho en señal que era religiosa; y si era aún pequeña, echávanle un sartal al cuello, que se llama yacualli. Y la niña, hasta en tanto que llegava a la edad convenible para entrar en el monasterio, traíase aquel sartal que era señal del voto que havia de cumplir. Todo este tiempo estava en la casa de sus padres; y desque llegava a la edad para entrar en el monasterio, metíanla en aquella religión de calmécac, casa de penitencia. Y también la moçuela, en siendo de edad, la ponían entre las religiosas de esta religión de calmécac.
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Capítulo 4 De lo que proveyó Motecuçoma cuando supo la segunda vez que los españoles havían buelto. Este fue don Hernando Cortés A los sobredichos habló Motecuçoma y los dixo: "Mirad que me han dicho que ha llegado nuestro señor Quetzalcóatl. Id y recebilde, y oíd lo que os dixere con mucha diligencia. Mirad que no se os olvide nada de lo que os dixere. Veis aquí estas joyas que le presentéis de mi parte, que son todos los atavíos sacerdotales que a él le convienen." Primeramente una máscara de mosaico de turquesas; tenía esta máscara labrada de las mismas piedras una culebra doblada y retorcida, cuya dublez era el pico de la nariz, y lo retorcido iva hasta la frente; era como lomo de la nariz; luego se dividía la cola de la cabeça, y la cabeça con parte del cuerpo iva por sobre el un ojo de manera que hazía ceja, y la cola con parte del cuerpo iva sobre el otro ojo y hazía otra ceja. Estava esta máscara enxerida en una corona alta y grande, llena de plumas ricas, largas y muy hermosas, de manera que poniéndose la corona sobre la cabeça se ponía la máscara en la cara. Llevava por joel una medalla de oro redonda y ancha; estava asida con nueve sartales de piedras preciosas, que echadas al cuello cubrían los hombros y todo el pecho. Llevavan también una rodela grande bordada de piedras preciosas con unas vandas de oro que llegavan de arriba abaxo por toda ella, y otras vandas de perlas atravesadas sobre las de oro de arriba abaxo por toda ella, y en los espacios que hazían estas vandas, los cuales eran como mallas de red, ivan puestos unos sapitos de oro. Tenía esta rodela unos rapacejos en lo baxo. Iva asido en la rodela una vandera que salía desde la manixa de la rodela, hecha de plumas ricas. Llevava también una medalla grande hecha de obra de mosaico que la llevava atada y cedida sobre los lomos. Llevavan también unos sartales de piedras preciosas con unos cascaveles de oro entrepuestos a las piedras para atar a la garganta de los pies. Llevavan también un cetro, como cetro de obispo, todo labrado de obra de mosaico de turquesas, y la buelta de arriba era una cabeça de una culebra rebuelta o enroscada. También llevavan unas cotaras como los grandes señores se las suelen poner. Llevaron también los ornamentos o atavíos con que se ataviava Tezcatlipuca, que era una cabellera hecha de pluma rica que colgava por la parte de tras hasta cerca de la cintura; estava sembrada toda de estrellas de oro. Llevavan también unas orejeras de oro que llevavan colgados unos cascavelitos de oro y sartales de caracolitos marinos blancos y hermosos; de estos sartales colgava un cuero que era como peto, y llevávale ceñido de manera que cubría todo el pecho hasta la cintura; llevava este peto muchos caracolitos sembrados y colgados por todo él. Llevavan también un cosete de tela blanca pintado; la orilla de abaxo de este cosete iva bordada con plumas blancas: tres listas por todo rededor. Llevavan una manta rica; la tela de ella era un açul claro, y toda labrada encima de muchos labores de un açul muy fino; llamávase esta manta tzitzilli; esta manta se ponía por la cintura, atada por las esquinas al cuerpo. Sobre esta manta iva una medalla de mosaico, atada al cuerpo sobre los lomos. También llevavan unos sartales de cascaveles de oro para atar a las gargantas de los pies, y también unas cotaras blancas, como los señores las solían traer. Llevaron también los atavíos y ornamentos del dios que llamavan Tlalocantecutli, que era una máscara con su plumaje, como la que se dixo arriba, con una vandera, como la que arriba se dixo. También unas orejeras de chalchíuitl anchas que tenían dentro unas culebritas de chalchihuites, y también un cosete pintado de labores verdes, y unos sartales o collar de piedras preciosas, con una medalla de piedras preciosas. Y también llevavan una medalla con que se ceñía los lomos, como la que arriba se dixo, con una manta rica con que se ceñía, como se dixo arriba, y cascaveles de oro para poner a los pies, y su báculo como el de arriba. Otros ornamentos también que llevavan eran del mismo Quetzalcóatl. Una mitra de cuero de tigre, y colgava de la mitra sobre las espaldas una capilla grande hecha de plumas de cuervo; llevava la mitra un chalchíuitl grande, y redondo en la punta. Y también unas orejeras redondas de mosaico de turquesas con un garavato de oro que salía de la orejera. Llevavan también un collar de oro, del cual colgava una medalla de oro que llaman hecacózcatl, y una manta rica con que se ceñía, y unos cascaveles de oro para los pies, y una rodela que tenía en medio una plancha de oro redonda, la cual rodela estava bordada con plumas ricas; en lo baxo de la rodela salía una vanda de plumas ricas en la forma que se dixo arriba. Llevavan un báculo labrado de mosaico de turquesas, y en la buelta de arriba puestas unas piedras ricas o perlas enminentes en lo alto de arriba. También llevavan unas cotaras como los señores las solían traer. Todas estas cosas llevavan los mensajeros y las presentaron, según dizen, a don Hernando Cortés. Otras muchas cosas le presentaron que no se escriven, como fue una mitra de oro hecha a manera de caracol marisco con unos rapacejos de plumas ricas que colgavan hazia las espaldas, y otra mitra llana también de oro, y otras joyas de oro que no se escriven. Todas estas cosas metieron en sus petacas, y tomada la licencia de Motecuçoma, díxoles: "Id con priesa y no os detengáis, y adorad en mi nombre al dios que viene, y dezilde: 'Acá nos ha embiado vuestro siervo Motecuçoma; estas cosas que aquí traemos os embía, pues habéis venido a vuestra casa que es México'." Tomaron luego camino los mensajeros y llegaron a la orilla de la mar, y allí entraron en canoas, y llegaron a un lugar que se llama Xicalanco. De allí tornaron otra vez a entrar en otras canoas con todo su hato, y llegaron a los navíos. Luego los preguntaron de los navíos: "¿Quiénes sois vosotros? ¿De dónde havéis venido?" Dixeron los de la canoa: "Venimos de México." Y dixeron los de la nao: "¿Por ventura no sois de México, sino que dezís con falsidad que sois de México y nos engañáis?" Y sobre esto tomaron y dieron, y desque se satisficieron los unos a los otros, juntaron la canoa con navío y echáronlos una escalera con que subieron al navío donde estava don Hernando Cortés.
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CapÍtulo 40 De cómo los del Tlatilulco se dieron a los españoles con los mexicanos, y su señor que con ellos estava Desque llegaron a tierra, el señor de México, Cuauhtemoctzin, con los que con él ivan, saltaron en tierra cerca de la casa donde estava el capitán. Y los españoles que estavan cerca del agua tomaron por las manos a Cuauhtemoctzin amigablemente, y lleváronle a donde estava el capitán don Hernando Cortés encima de la açotea. Y como llegó a donde estava el capitán, luego él le abraçó y mostró muchas señales de amor al dicho Cuauhtemoctzin, y todos los españoles le estavan mirando con gran alegría. Y luego soltaron todos los tiros por alegría de la conclusión de la guerra. Cuando esto acontesció, salieron dos canoas de mexicanos y entraron en la casa de un principal que se llamava Coyoueuetzin, donde estavan indios tlaxcaltecas; y rebolviéronse los unos con los otros, y murieron allí algunos; y los mexicanos huyeron y ascondiéronse. Después de haver hecho esto, luego mandó el capitán don Hernando, Cortés a pregonar que todos los que estavan en el corral saliesen libremente y se fuesen a sus casas. Y como començaron a salir los mexicanos, se llevavan sus armas y ivan agavillados; y dondequiera que topavan a algunos indios de los amigos de los españoles, matávanlos. Y de esto se enojaron mucho los españoles, y a vueltas de los que se ivan algunos de los: mismos vezinos del Tlatilulco dexaron sus casas y se fueron pensando que aún los matarían, ansí esperasen en sus casas. Unos se fueron hazia Tlacupa y otros hazia Sanct Cristoval. Y los que tenían casas en el agua, unos de ellos se fueron en canoas, otros salieron apeando por el agua, otros nadando. Y llevan sus haziendas y sus hijos a cuestas; salían muchos de noche y otros de día. Los españoles y sus amigos pusiéronse en todos los caminos y robavan a los que pasavan, tomándolos el oro que llevavan y escudriñándolos todos sus hatos y todas sus vestiduras. Y ninguna otra cosa tomavan sino el oro. Y las mugeres moças hermosas y algunas de las mugeres, por escaparse, desfraçávanse poniendo lodo en la cara y vestiéndose de andrajos. También tomavan mancebos y hombres recios para esclavos; pusiéronlos nombres tlamacazque, y a muchos de ellos herraron en la cara. Rendiéronse los mexicanos, y despartióse la guerra en la cuenta de los años que se dize "tres casas", y en la cuenta de los días, en el signo que se llama ce cóatl. Al señor de México, Cuauhtemoctzin, el mismo día que se rendió le llevaron al lugar de Acachinanco con todos los principales adonde era el aposento de don Hernando Cortés. Y luego otro día vinieron muchos españoles al Tlatilulco, todos ordenados a punto de guerra. Y todos atapavan las narizes por el hedor de los muertos que estavan por enterrar, y traían consigo al señor de México, Cuauhtemoctzin, y a otro principal que se llama Coanactzin, y a otro que se llamava Tetlepanquetzatzin, y los demás principales que guardavan el tesoro. Y fueron derechos al lugar donde estava el corral donde se havían hecho fuertes los mexicanos, que se llamava Atactzinco; y entraron en la casa del tlacuchcdlcatl, que se llamava Coyoueuetzin; y luego subieron al açotea y sentiéronse y pusieron allí un pavellón al capitán don Hernando Cortés, y sentóse en su silla. La india que era intérprete, que se llamava Marina, púsose cerca del capitán, y de la otra parte el señor de México, Cuauhtemouzin. Tenía cubierta una manta que se llama quetzalichpetztli, y estava cabe el señor de Tetzcuco, que se llamava Coanactzin, y tenía cubierta una manta de nequén, que se llama xoxochiteyo. Estava también allí otro principal que se llamava Tetlepanquetzatzin, señor de Tlacupa; tenía cubierta otra manta pobre y suzia. También estava allí otro principal que se llamava Mixcoatlailotlactzin, y otro se llamava Auelitoctzin. A la postre de todos estava otro principal que se llamava Yupícatl Flupucatzin. De la otra parte estavan unos principales mexicanos, uno de los cuales se llamava Tlacutzin, otro Petlauhtzin, otro Motelchiuhtzin, otro Mexícatl, otro Achcauhtli, otro Teutlanyacazqui, otro Coatzintlatlati, otro Tlaçulyáutl.CapÍtulo 41De la plática que hizo el capitán don Hernando Cortés a los señores de México, Tetzcucu y Tlacupa después de la victoria, procurando por el oro que se havía perdido cuando salieron huyendo de MéxicoComo estuvieron juntos los tres señores de México y Tetzcueo y Tlacupa con sus principales delante de don Hernando Cortes, mandó a Marina que les dixese dónde está el oro, que havía dexado en México. Y luego los mexicanos le sacaron todas las joyas que tenían ascondidas en una canoa llena, y todo lo pusieron delante del capitán y de los españoles que con él estavan. Y como lo vio, dixo: "¿No hay más oro que éste en México? Sacaldo todo, que es menester todo." Y luego un principal que llamavan Tlacutzin habló a Marina, respondiendo: "Di a nuestro señor y dios que cuando llegó a las casas reales la primera vez vio todo lo que havía, y todas las salas cerramos con adoves. No sabemos qué se hizo el oro que havía. Tenemos que todo, lo llevaron ellos, y no tenemos más de esto agora." Y el capitán respondió diziendo que: "Es verdad que todo lo tomamos, pero todo nos lo tomaron en aquel paso del acequia que se llama Tolteca Acaloco. Es menester que luego parezca." Y luego respondió un principal mexicano que se llamava Cioacóad Tlacutzin, y dixo a Marina: "Dile al dios capitán que nosotros los mexicanos no peleamos por el agua con canoas, ni sabemos esta manera de pelea, que solos los del Tlatilulco, que peleavan por el agua, atajaron a nuestros señores los españoles. Y creemos que solos ellos lo tomaron." Y luego respondió Cuauhtemoctzin, y dixo al principal Cioacóatl: "¿Qué es lo que dizes? Aunque es así, que los del Tlatilulco lo tomaron, por ello fueron presos, y todo lo tornaron en el lugar de Texopan, se juntó todo, y esto es lo que está aquí, y no hay más." Dixo luego Marina: "El nuestro capitán dize que no está aquí todo." Y respondió el principal Cioacóatl: "Por ventura algún maceoal ha tomado algo. Buscarse ha y traerse ha a la presencia del capitán." Otra vez dixo Marina: "El señor capitán dize que busquéis docientos tesoelos de oro tan grandes como así." Y señáleles con las manos el grandor de una patena de cáliz. Otra vez habló el principal Cioacóatl, y dixo: "Por ventura algunas de las mugeres lo llevaron ascondido debaxo de las nauas. Buscarse ha y traerse ha a la presencia del señor capitán." Luego allí habló otro principal que se llamava Miscoadailótlac Auelitoctzin: "Dile al señor capitán que cuando vivía Motecuçoma, el estilo que se tenía en conquistar era éste, que ivan los mexicanos y los tetzcucanos y los de Macupa y los de las chinampas; todos juntos ivan sobre el pueblo o provincia que querían conquistar, y después que la havían conquistado, luego se bolvían a sus casas y a sus pueblos. Y después ventan los señores de los pueblos que havían sido conquistados y traían su tributo de oro y de piedras preciosas y de plumajes ricos. Y todo lo davan a Motecuçoma, todo el oro venía a su poder."
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Capítulo 40 Trata y prosigue en este capítulo del acabamiento del gran cu y templo de Huitzilopochtli, las cosas que en él hizieron después de acabado los mexicanos con todos los señores prençipales de los pueblos suxetos Como yban acabando un dios de piedra, que les llamauan tzitzimimee, ylhuicatzitzquique (ángeles de ayre sostenedores del çielo), otro nombre que les ponían a estos ydolos petlacatzitzquique (tenedores del tapete de caña), con esto fue acabado, a donde se hizo solenne areito, mitote general en la gran plaça del cu de Huitzilopoch. Agora trata de la manera de la bengança <que> se ba a hazer de los de Huaxaca por las muertes de los mexicanos que tan aleuosamente mataron y rrobaron. "Y con los que de allá trujeren catiuos sacrificaremos y haremos nueua ofrenda a la nueua casa y cu de Huitzilopochtli", y con este abiso Çihuacoatl Tlacaeleltzin hizo llamar a corte a todos los prençipales mexicanos para darles a <en>tender la guerra <que> se a de hazer contra los de Huaxaca. E para esto fueles d<ic>ho a Tlacateccatl, Tlacochcalcatl y a Cuauhnochtli, Tlilancalqui, los quales, luego <que> fue sabido y <en>tendido, abisaron a todos los capitanes y soldados balientes para la muerte y rrompimiento al fuego y sangre de los de Coayxtlahuacan y Guaxaca, abiendo çitado los balientes soldados, cuachic, otomi, a los mexicanos las cosas <que> les mueue a la guerra y de la manera <que> se alcançan los bienes y onrra y <en>trar en el palaçio armados y bestidos y tener parte de las rrentas de Monteçuma ellos por bitorias y balor de esfuerço y balentía, pues otra cosa no es su fin de los mexicanos sino esta bitoria en guerras ganado, y no estar asentados haziendo ofiçios mugeriles a escuras. Y con esto, abiendo cobrado tanto ánymo y orgullo, esfuerço de sus personas, rrespondieron <que> luego començasen el biaxe, que ellos estauan prestos y aparexados con ánimos balerosos para traer las ofrendas que pertenesçía a Huitzilopochtli por la nueua casa y cu <que> se le abía hecho y acabado, con abentaxada gente para su sacrifiçio. Y luego otro día de gran mañana començaron a marchar las gentes de cada pueblo, sus capitanes y fardaxes. Doquiera que llegauan les hazían gran rresçibimiento, aguardándoles con muchas bituallas y géneros de comida muy cumplidamente, como para tal rrey pertenesçía, de que estauan ya todos los pueblos sujetos abisados, 47v los quales, después de aberles <en> todos los pueblos rresçibido y albergado, a la partida de su biaxe les dauan para el camino matalotaxe, bizcocho (tlaxcaltotopochtli), cactles (cotaras), mantas de camino de nequén delgadas para el sol, cueros adobados para el domir, de benados, sirben de petates (esteras) para dormir, chile, sal pepitas, por ser pueblos suxetos a la corona mexicana. Y <en> los pueblos que llegauan y no los rresçibían con comidas y rregalos, dexáuanlos rrobados, que cosa alguna dexauan, y aun los matauan con enoxo, cosa de tanta crueldad. Llegados a los términos de Guaxaca el campo mexicano con todos los demás pueblos, capitanes, començaron luego a hazer sus tiendas, buhiyos, rramchos, conforme las calidades de cada señor y capitán y de su pueblo y gente, señalándose cada uno <en> su balor y esfuerço, bastimentos, gente, armas. Otro día los quatro capitanes mexicanos, Tlacateccatl, Tlacochcalcatl, Cuauhnochtli, Tlilancalqui y con ellos el otomi y cuachicme, adelantados primeros <en> las guerras, y hazen al campo un largo parlamento, prática muy eloquente, tocante <en> la onrra, gloria que en semejante ocasión se alcança mediante balor y esfuerço y ayuda grande de Huitzilipochtli, abiéndoles amonestado la pobreza y miseria de sus casas, mugeres, hijos, hermanos, padres, madres, deudos, parientes, y como era llegado el tiempo de abentajar en rriquezas, rrenta, esclauos, onrra y fama. Y con esto, animando los mançebos nobeles, y a los biexos soldados codiçia de rriquezas, bienes, esclauos, poniéndoles muy balerosos ánimos, poniéndoles nombres de águilas rreales, leones osados, tigueres abentaxadores, chichimeca, gente de ellos deçindientes, benedizos, temidos <en> todo el mundo presente. Y com esto, dándoles muy bien de comer a todos y poniéndose en conçierto en rringle, <en>tre medias de dos bisoños un soldado biexo, astuto en guerras, y los cuachicmes por delante, rrigiéndolos achcacauhtin, mayorales maestros de armas y de dotrina y exemplo, siendo siempre delanteros los otomis y cuachic tequihuaques. Luego dieron un pregón en que amonestauan al campo que, después de auer hecho presa a esclauos, que de los demás <que> les fuesen dando alcançe no quedasen uno ni nenguno, que a todos a fuego y sangre. Y con esto, alçan un alarido <que> lo subían a los çielos y acometen tan furiosamente a los guaxaqueños. Y de la primera arremetida matan tantos de los contrarios, que los delanteros yban matando, <que> los traseros yban estropeçando con los cuerpos muertos y heridos, quebradas las cabeçadas, braços, piernas. Y los cuachicmes se subieron al gran cu del ydolo y templo de los de Guaxaca, <que> lo quemaron, y la humareda <que> bieron los de Guaxaca, desmayaron <en> tanta manera que dieron a huir desamparando el campo. Y el templo, después de quemado, dieron con él en el suelo los mexicanos con tan gran coraje y rrabia <que> hera espanto grande de los contrarios y huir. Subidos en un alto, bozearon con muchos rruegos a los mexicanos, com 48r lágrimas, y los mexicanos rrespondieron con coraje y brabeza: "No, perros, que todos abéis de morir a n<uest>ras manos porque otra bez no seáis traidores, salteadores". Y tornando los bençidos con más lastimeras rrazones pidiendo perdóm, ofresçiéndose harán todo lo que les fuere mandado de su tributo y basallaxe, xamás quisieron los mexicanos y tornaron a dar sobre, que era tanta la matança y sangre que corría por los montes, sendas y caminos, que hartos días tubieron mantenimiento los animales de los montes y abes de rrapiña, que casi murieron todos los naturales de Guaxaca, solos a los çapotecas trujeron presos y a los de Otlatlan y los miahuatecas. E les dixeron los mexicanos: "Mirá, mixtecas, <que> no uséis con los mexicanos tan grande alebosía y traiçión, que esta será para en adelante castigo y uno ni nenguno que de botros dexaremos con bida, que totalmente no a de auer ya memoria de bosotros si usáis de otra semejante crueldad como la pasada". Y luego començaron a juntar el tributo para el rrey Monteçuma. Y otro día caminaron con los presos <que> traían alçando los ojos al çielo, <que> hera grande conpasión y lástima despedirse de sus padres, madres, hermanos, mugeres, hijos y parientes. Llegando en algunos pueblos los salía a rresçibir con bastimientos, todo género de comida para toda la gente y en algunos pueblos que no les hazían rresçibimiento con comidas arruinauan <en> tanta manera los mexicanos los pueblos que hasta dexarlo todo quemado no parauan. Y a una jornada antes de entrar en Mexico Tenuchtitlan <en>biauan mensajero a Monteçuma dándole cuenta como benía su exérçito bitorioso, triunfante, e que todos los más traían esclauos para su serbiçio, fuera de los que abían de ser sacrificados a Huitzilopochtli. Oydo por Monteçuma, holgó mucho de ello y llamó a un prençipal mexicano, díxole que aquel mensajero <que> abía traído tan buenas nuebas que le diesen de merçed de las mantas azules rricas y pañetes labrados y cactles (cotaras doradas) y lo nesçesario para su casa de maíz, frisol, pepita, chian, huauhtle. Y fecho esto, mandó Monteçuma <que> todos los prençipales mexicanos y biexos saliesen a rresçibir el exérçito mexicano con mucho gozo y alegría. Y rresçibidos en el camino, les sahumaron con unos ynçensarios de mucho humo de copal, como mirra, que es señal de mucha onrra, benían bitoriosos de la guerra, dándoles el parabién la benida <en> sus casas y adonde asiste el Huitzilopochtli, dios de los mexicanos. Y los esclauos benían en medio bailando y dando grandes bozes de dolor y lástima, que abían luego de ser sacrificados a Huitzilopochtli. Y benían los esclauos de los prençipales señalados, <que> traían <en> las manos rrodelas y macanas y otros traían perfumadores y yetl ardiendo y rrosas, cantando el canto de su tierra, llorando, gimiendo su desbentura. Llegados, banse derechos al gran cu de Huitzilopochtli y arrodillados delante dél, con el dedo de enmedio de la mano tomauan tierra y la comían, señal de obidiençia y basallaxe. Y de allí se baxaron todos para yr a hazer rreuerençia al rrey Monteçuma Ylhuicamina, todos por su orden. Y hecha su rreuerençia con muchas solenidades, mandó Monteçuma al mayordomo mayor Petlacaltzin que <en>tregase a los demás mayordomos todos los esclauos con grandísima diligençia. Y otro día llamó Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, díxole: "Parésçeme, si os paresçe a bos, que con estos de Guaxaca hagamos gran sacrifiçio a Huitzilopochtli, 48v pues beis lo mucho que por nosotros haze y siempre somos bençedores <en> las guerras y mediante él tenemos tantos basallos, pueblos, rrentas, rriquezas". Rrespondió Çihuacoatl, dixo: "Señor, ¿cómo se puede hazer eso?, que los tenedores y sustentadores del çielo no están acabados de labrar los cuerpos, <que> son seis, ni sus altares y sentaderos, que cada día andan a la labor dellos çient canteros (teçoçonques), y será afrentarnos, que a este llamami<ento> an de benir todos los señores de todos los pueblos y esta es una gran corte y cabeça de este mundo. Dexémoslo estar hasta <que> se acaben de todo punto de labrar y la piedra, batea, de todo punto acabado, que es el xiuhtezcatl". Y con este acuerdo çesó el sacrifiçio.
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Capítulo 40 De cómo en llegando en tiempo de meter a su hijo o hija donde le havían prometido, se juntavan todos los parientes ancianos y avisavan al mochacho o muchacha del voto que sus padres havían hecho, y del lugar donde havía de entrar, y de la vida que havía de tener El padre del moçuelo o de la muçuela, después de haverle llevado al calmécac delante de los maestros o maestras que le havían de criar, hablávanle de esta manera: "Hijo mío -o hija mía-, aquí estás presente donde te ha traído nuestro señor, que está en todo lugar, y aquí están tu padre y tu madre que te engendraron, y aunque es ansí que son tu padre y tu madre que te engendraron, más verdaderamente son tu padre y tu madre los que te han de criar y enseñarte las buenas costumbres y te han de abrir los ojos y los oídos para que veas y oyas. Ellos tienen autoridad para castigar y para herir y para reprender a sus hijos que enseñan. Oye, pues, agora, y sábete que cuando eras tierno y muy niño te prometieron y te ofrecieron tu padre y tu madre para que morasses en esta casa del calmécac, para que aquí barras la casa y la limpies por amor de nuestro señor y hijo nuestro Quetzalcóatl, y por esta causa agora tu padre y tu madre, que aquí estamos, te venimos a poner aquí, donde has de estar y donde eres hijo proprio. Oye, hijo mío muy amado. Ya has nacido y vives en este mundo, a donde te embió nuestro señor. No venistes como estás agora, ni sabías andar, ni hablar, ni hazer ninguna cosa antes de agora. Hate criado tu madre, y por ti padeció muchos trabajos. Guardávate cuando dormíes, y limpiávate las suciedades que echavas de tu cuerpo, y manteníate con su leche. Y agora, que eres aún pequeñuelo, ya vas entendiendo y creciendo; agora ve a aquel lugar donde te ofrecieron tu padre y tu madre, que se llama calmécac, casa de lloro y de tristeça, donde los que allí se crían son labrados y agujerados como piedras preciosas, y brotan y florescen como rosas. De allí salen como piedras preciosas y plumas ricas, serviendo a nuestro señor, y allí resciben sus misericordias. En aquel lugar se criaron los que rijen, señores y senadores y gente noble, que tienen cargo de los pueblos. De allí salen los que poseen agora los estrados y sillas de la república, donde los pone y ordena nuestro señor, que está en todo lugar; también los que están en los oficios militares, que tienen poder de matar y derramar sangre, allí se criaron. Por esto conviene, hijo mío muy amado, que vayas allí muy de voluntad y que no tengas afección a ninguna cosa de tu casa. Y no pienses, hijo, dentro de ti: 'Vive mi madre y mi padre; viven mis parientes; floresce y abonda en mi casa donde nací; hay riquezas y mantenimientos; tengo bien de comer y bever; es lugar donde nací; es lugar deleitoso y abondoso'. No te acuerdes de ninguna de estas cosas. Oye lo que has de hazer, que es varrer y coger las barredoras, y adereçar las cosas que están en casa; hasta de levantar de mañana, velarás de noche. Lo que te fuere mandado harás, y el oficio que te dieren tomarás. Y cuando fuere menester saltar o correr para hazer algo, hazerlo has. Andarás con ligereça; no serás perezoso; no serás pesado. Lo que te mandaren una vez, hazlo luego. Cuando te llamaren una sola vez, irás luego con ligereça y corriendo; no esperes que te llamen dos vezes. Aunque no te llamen a ti, ve a donde llamen luego corriendo, y harás de presto lo que te mandaren hazer. Y lo que sabes que quieren que se haga, hazlo tú. Mira, hijo, que vas no a ser honrado, no a ser obedecido ni estimado. Has de ser humilde y menospreciado y abatido; y si tu cuerpo cobrare brío o soberbia, castígale y humíllale. Mira que no te acuerdes de cosa carnal. ¡Oh, desventurado de ti, si por ventura admitieres dentro de ti algunos pensamientos malos o suzios! Perderás tus merecimientos y las mercedes que dios te hiziera, si admitieras tales pensamientos. Por tanto, conviénete hazer toda tu diligencia para desechar de ti los apetitos sensuales y briosos. Nota lo que has de hazer, que es cortar cada día espinas de maguey para hazer penitencia, y ramos para enramar los altares. Y también havéis de hazer sacar sangre de vuestro cuerpo con la espina de maguey, y bañaros de noche, aunque haga mucho frío. Mira que no te hartes de comida; sé templado; ama y exercita la abstinencia y ayuno. Los que andan flacos y se les parecen los huessos no dessean su cuerpo y sus huessos las cosas de la carne, y si alguna vez viene este desseo, presto pasa como una calentura de enfermedad. No te cubras ni uses de mucha ropa; endurézcase tu cuerpo con el frío, porque a la verdad vas a hazer penitencia y vas a demandar mercedes a nuestro señor, y vas a procurar sus riquezas, y a meter la mano en sus cofres. Y cuando fuere tiempo de ayuno de precepto para enflaquecer el cuerpo, mira que no quiebres el ayuno. Haz todo lo que hazen los otros; no lo tengas por pesado; apechuga con el ayuno y con la penitencia. También, hijo, has de tener mucho cuidado de entender los libros de nuestro señor. Allégate a los sabios y hábiles, y de buen ingenio. ¡Oh, hijo, muy amado! Mira que ya entiendes, ya tienes discreción; no eres como gallina. Nota otro aviso con que complimos contigo los viejos y sabios que somos. Guárdale muy bien dentro de ti. Mira que no le olvides. Y si te reyeres de ello, serás mal aventurado. Muchas otras cosas te serán dichas y oirás allá adonde vas, porque es casa donde se deprenden muchas cosas. Y con esto que te digo juntarás lo que allá oyeres, que es la doctrina de los viejos, que es: si alguna cosa oyeres y te fuere dicha y no la entendieres derechamente, mira que no te rías de ella. ¡Oh, hijo mío muy amado! Tiempo es que vayas a aquella casa donde estás prometido. Comiença a exercitar la escoba y el incensario que se llama tlenamactli." Síguese la plática con que hablan a la moçuela cuando le llevan al calmécac. Los viejos, cuando hablan al moçuelo, no hazen pláticas prolixas, sino en buena manera; mas las viejas, cuando hablan a las moçuelas, hazen las pláticas prolixas, porque las que hablan havían estado en el monasterio, y así eran bachilleras. Dize de esta manera la vieja que habla a la mocuela que va a entrar en el monasterio: "Hija mía muy amada, chiquita, delicada, palomita, la más amada. Ya havéis oído y entendido las palabras de vuestros padres que aquí están. Cosas preciosas os han dicho, y raras como piedras preciosas muy resplandecientes, y como plumas ricas muy verdes y muy anchas y muy perfectas, que las tenían guardadas en su pecho y en su garganta. Lo que yo agora quiero hazer es ayudar a los que han hablado antes de mí, y tomar la mano por ellos, aunque son padres y madres, y como tales han hablado, y son discretos y sabios, y son como candela y lumbre, y como espejo. Oye, hija mía muy amada, cuando eras chiquita y ternecita, aquí están los que te engendraron, que son tu padre y tu madre, de los cuales eres sangre y carne, en tu ternura y en tu niñez te prometieron y te ofrecieron a nuestro señor, el cual está en todo lugar, para que seas una de las perfectas hermanas de nuestro señor, de las hermosas vírgines que son como piedras preciosas y como plumas ricas, para que entres y vivas donde están en su guarda y recogimiento con las religiosas vírgines de calmécac. Y agora que ya eres de edad de discreción, ruégote que de todo tu coraçón cumplas el voto que ellos hizieron. Mira que no le desbarates tú, ni le deshagas o destruyas, pues que ya eres adulta y no eres niña, sino que entiendes. Y mira que no vas a alguna casa de malas mugeres donde se vive mal, que no vas sino a la casa de dios, donde dios es llamado y adorado con lloros y con lágrimas, y es casa de devoción, y donde nuestro señor comunica sus riquezas y sus siervas hinchen las manos de sus dones, y donde se demanda y se busca con penitencia su amor y su amistad. En este lugar quien llora y quien es devoto, y quien suspira, y quien se humilla, y quien se llega a nuestro señor, haze gran bien para sí, porque nuestro señor le dará sus dones y le adornará y hallará merecimientos y dignidad, porque nuestro señor a ninguno menosprecia ni desecha. Y por el contrario, el que menosprecie y desdeña el servicio de nuestro señor, él mismo haze barranco y sima en que caya, y nuestro señor le herirá y le apedreará con podredumbre del cuerpo, con ceguedad de los ojos o con otra enfermedad, para que viva miserable sobre la tierra, y se enseñoree de él la miseria, la pobreça y la última aflicción, la última desventura. Por lo cual, hija mía muy amada, te aconsejo que de tu voluntad con toda paz vayas y te juntes con las vírgines muy amadas, hermanas de nuestro señor, que se llaman las hermanas de penitencia, que lloran con devoción y en aquel sancto lugar. Ves aquí lo que has de hazer; ves aquí el voto que has de guardar. Nunca te has de acordar ni ha de llegar a tu coraçón, ni jamás has de rebolver dentro de ti cosa ninguna carnal. Ha de ser tu voluntad y tu desseo y tu coraçón como una piedra preciosa y como un zafiro muy fino. Has de hazer fuerça a tu coraçón y a tu cuerpo para olvidar y echar lexos de ti toda delectación carnal. Has de tener cuidado ansimismo, continuamente, de varrer y limpiar la casa de nuestro señor, y también has de tener cuidado de la comida y bevida de nuestro señor, que está en todo lugar, y aunque es verdad que no tiene necessidad de comer y de bever como los hombres mortales, sino de solamente ofrenda, por lo cual deves apechugar con el trabaxo de muler y de hazer cacáoatl para ofrecer. Has de tener gran cuenta ansimismo con la obediencia. No esperes que dos vezes seas llamada. La buena doctrina y el aprovechamiento en la virtud y la reverencia, y el temor, y la humildad y paz es la verdadera nobleza y la verdadera generosidad. Mira, hija, que no seas disoluta o desvergunçada o desbaratada. Vivan las otras como quisieren; no sigas el mal exemplo, ni las malas costumbres de las otras. Y esto deves de notar mucho, que te humilles y te encorbes. Procura con todas tus fuerças de te llegar a nuestro señor; llámale, y dale vozes con toda devoción. Hija mía muy amada, nota lo que te digo; no te demandarán cuenta de lo que las otras hazen; en este mundo de nuestras obras hemos de dar cuenta. Hagan los otros lo que quisieren; ten tú cuidado de ti misma. Mira que no te desvíes del camino derecho de nuestro señor; mira que no tropieces en alguna ofensa suya. Con lo dicho cumplen contigo tus madres y tus padres y tus hermanas mayores. Hija mía, vete en hurabuena a la casa de tu religión".
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Capítulo 41 Trata en este capítulo las cosas que pasaron <en>tre Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin sobre el acabar el gran cu de Huitzilopochtli y brasero de piedra y çelebrar el sacrifiçio con los naturales esclauos de Guaxaca Dixo Tlacaeleltzin a Monteçuma: "Señor, paresçe que os aflixís y fatigáis por el sacrifiçio de estos hijos de el sol benidos de Guaxaca y mixtecas y los demás <que> son. Yo personalmente ando con el ojo largo a la priesa de los albañís, canteros que andan <en> la obra y acabami<ento> del gran cu y su brasero y asentaderos de los demás dioses tenedores y sustentadores del çielo. Acabado <que> sea, con gran solenidad, fiesta, rregozijo de todo Mexico Tenuchtitlan y prençipales que a ello serán llamados, se hará y cumpliré buestro deseo y boluntad, que a de ser comprado el gran brasero con n<uest>ro puro trauajo, sangre, cansançio, y a de ser un gran chalchihuitl, ancho, grueso y la plumería de ofrenda muy ancha y larga, de más de una braça, benida del cabo del mundo, pues pertenesçe a n<uest>ra abusión (tetzahuitl) Huitzilopochtli; que luego con esto llamaremos a los que están tras de estos montes y montañas, los de Huexoçingo y Atxisco, Cholula y Tlaxcala, Tliliuhquitepec y tecoaca y los de yupicotlaca, <que> son muy lexos, y los atraeremos a n<uest>ra boluntad aunque los acarreemos como con rrecuas de n<uest>ros puros pies y, sobre el caso, guerra cruel con ellos y tener basallaxe de ellos y tener qué sacrificar a n<uest>ros dioses, porque para yr a Cuextlan es muy lexos y más lo es en Mechuacan. Y con estos basallos haremos gran hazienda de sacrifiçios y rrentas, rriquezas y bienes, porque emos llegado a las orillas de la Mar del Çielo y para nuestros tratos y grangerías, nosotros, los mexicanos. Y que no sean tan lexos, bastará <que> los pongamos en Huexoçinco y Cholula y Atxisco, Ytzucan, que es Yçucar, adonde se resgaten y compremos esclauos, oro, piedras muy rricas de balor, plumería y <en>tiendan que es todo y mediante el abusión (tetzahuitl) de Huitzilopochtli. Y con estos tales mercados y tratos bernán los tlaxcaltecas a ellos y allí se comprarán y ellos se benderán por esclauos. Y con este achaque ternemos muy çerca guerras para conseguir bitoria y alcançar esclauos para nuestra pretençion y adornamiento de n<uest>ras personas con braçaletes de oro y plumería, beçoleras de oro, orexeras de oro y piedras preçiosas, trançaderas de colores engastadas de piedras de mucho preçio y balor. Y será, como d<ic>ho tengo, çeuadera de n<uest>ra presa con los tlaxcaltecas y Tliliuhquitepec, Çacatlan, Cholula y los de 49r grandes pueblos çer<ca>nos, sin tomar la mexicana gente trabaxo de yr tan lexos a guerras, con daños suyos ni afrenta a n<uest>ra corte y ymperio mexicano, tan nombrado en el mundo. Asimismo gozaremos de las beçoleras de piedras finas de los ytzocamecas de Yçucar y orexeras tan finas. Asimismo ordenemos ordenanças conforme los meresçimientos de cada uno ganado y adquerido en guerras con bitorias, armas y deuisas, se señalen <en> sus rrodelas doradas y cargas con plumería, y a los que más se abentaxaren, aquellos sean de más balor y meresçimiento, y estos tales, después de aber comido la cabeça, que es buestra rreal persona, luego coman en este rreal palaçio los balerosos y capitanes, balientes soldados y acabado, los segundos en el mereçimiento y a la postre, los soldados de no tanta cuenta ni balor. Y por su orden <en> los trajes, bestidos y bailes solenes, conformes a los meresçimien. Y se entendiesen y conosçiesen asimismo los <que> heran prençipales conosçidos, que a estos tales era bien traer armas, dibisas, bestidos, plumería, braçaletes, orexeras, beçoleras, trançados dorados de cuero y colores, conforme usança <en>tre señores. Y los hijos que de estos deçindieren sean caualleros tenidos <en> tal rreputaçión. Con que, para meresçer <en>trar en cuenta de los buenos y balerosos señores y capitanes, a de aber bençido en batalla y prendido a los balientes enemigos de Huexoçingo, Tlaxcala, Tliliuhquitepec. Y con esto abra rrecordaçión y memoria para siempre de esta caballería y prençiales tales señalados y de casas solar conosçidos. Y estas leyes y ordenanças ponemos se guarden, cumplan por n<uest>ro rreal mandato. Yo, Monteçuma Ylhuicamina y Çihuacoatl Tlacochcalcatl Tlacaheletzin". Dixo Monteçuma a Tlacaelel: "Y esta balerosa guerra, ¿que los bezinos y comarcanos n<uest>ros an de ser olbidados su balor y esfuerço de ellos, pues tanto meresçieron algunos como n<uest>ros mexicanos?" Rrespondió Tlacaeelel: "Háganse sauer a los señores de Tezcuco, Neçalhualcoyotl, y al señor de tepanecas, Totoquihuaztli". Y así, fue a llamarlos uno de los prençipales llamado Cuauhnochtli. Llegados a Mexico Tenuchtitlan, les propone un largo parlamento Monteçuma y Tlacaeleltzin, diziendo que para que no se escurezcan las balerosas hazañas de los mexicanos y los aculhuaques y tepanecas y chicnauhtecas, los de Culhuacan, Yztapalapan, Mizquic, cuitlabacas, que hizieron <en> la guerra de Guaxaca, que conbenía, por estar tantas tierras yermas, casas y huertas, <que> los muertos dexeron <en> las guerras pasadas, que de todas estas partes, pueblos y lugares y Chalco fuesen a poblar aquellas tierras y casas y señorear las huertas, por rreparo y guarda de lo ganado y adquerido en justa guerra, e que para ello Monteçuma señalaua seis prençipales de los muy abisados, ábiles, fuesen con mexicanos y fuesen poco a poco poblando en muchas y diuersas partes y lugares de este Nueuo Mundo sujeto al ynperio mexicano; y esto sin dilaçión alguna. Rresultos todos los prençiales de todas partes, abido el acuerdo con sus propios basallos, se determinaron a yr rresolutamente de todas partes, fuera de los mexicanos, seisçientos hombres con sus mugeres, hijos y lo nesçesario de presente al sustento humano. Los mexicanos, primeros, poblaron los llanos de Chalco junto a laguna, monte, tierras, y por su ordem, 49v diziéndoles Monteçuma a los mayorales <que> yban con sus gentes a poblar que ellos, como señores y prençipales, abían de ser de ellos gouernarlos, rregirlos, como a tales señores de sus gentes, y que de ellos abían de naçer y multiplicar los pueblos, lugares que ellos poblasen, haziéndoles graçia, donaçión de tierras, montes, rríos, como señores absolutos. Y lleuándolos por los caminos y lugares, les rresçibían con comidas, camas y dormitorios <en> sus casas, por yr con título de se llamar hijos del rrey Monteçuma. Y como yban caminando yban dexando a sus hermanos, hasta llegar a Guaxaca y allí les resçibieron con mucho plazer, alegría de los naturales dél y les dieron y rrepartieron casas, tierras, huertas en los mejores lugares y pueblos que hallaron. Y bueltos los mexicanos y demás yndios que abían lleuado a sus naturales, le cuentan a Monteçuma por estenso los buenos rreçibimientos, ospedaxes, asientos, poblazones <que> se les dieron y ellos escoxieron, de que se holgaron todos los mexicanos y tezcucanos y tepanecas, chalcas, xiquipilcas y las demás nasçiones que fueron pobladores, que fueron en las costas de Guaxaca los de Cuauhtochpan y tuchtepecas, teotliltecas fueron muy contentos y alegres. En este tiempo yba el año muy estéril. Llamó Monteçuma a Cihuacoatl Tlacaelel, díxole: "¿Qué os paresçe de este tiempo y año?, que me paresçe ba muy estéril, seco". Rrespondió Cihuacoatl, díxole: "Señor, enuíe a todos los pueblos de beinte, treinta, quarenta leguas de esta corte a beer y sauer de la manera <que> ban las sementeras en general y donde ubiere en abundançia, allí nos fortalesçeremos n<uest>ra hambre y buestro ymperio mexicano". Y partidos muchos mensaxeros a muchos y diuersos pueblos bieron en ellos mucha secura <en> los árboles y sementeras, frutales, maguales, tunales, que a esta hambre <que> bino en general <en> toda la tierra y a esta hambre y mortandad llamaron y llamaron los mexicanos "çe toch huiloc" año de un conejo, gouernando Monteçuma Ylhuicamina y Çihuacoatl Tlacaeleltzin, es como dezir cumplimiento de años del señor. Y fue tan cruel la hambre que hasta las rraízes comederas <que> llaman çimatl se secaron. Y el rremedio y rreparo que en Mexico Tenuchtitlam ubo fue grande, que las rraízes de los tulares <que> llaman tulçimatl y atzatzamolli y pescado blanco y xohuiles, rranas, acoçile (camarones) y, de la gran laguna, yzcahuitle, tecuitlatl, axaxayocatl, que fue gran socorro y rreparo de la gente mexicana, lo que <en> todos los pueblos faltó. Acordaron <en>tre Monteçuma y Çihuacoatl que se selebrase la fiesta <que> llaman Huey Teucylhuitl, que es uno de los dioses sustentadores del çielo, por aplacar la gran secura, esterilidad del tiempo, <que> biniese el temporal del berano y aguas, caso que no estubiese acabado el gran cu del Huitzilopochtli, <que> era esta de este dios no muy solene ni de tanto gasto. Y así, para esto mandó llamar a todos los mayordomos, de cada el pueblo el suyo, e les manda que para tal día todos ellos mandasen hazer bollos (tamales), tortillas y manera de bizcochillos (tlaxcalmimiloli), todo grande, en caso que en general abía grande hambre. Y para mostrar su poderío y 50r puxança en el tener y mandar, hizo llamar a los comarcanos señores de todas partes para çelebrar la fiesta de Huey Tecuilyhuitl, dios de los mexicanos, y todos los tamales (bollos) abían de ser muy grandes, que en solo uno fuese satisfecho una persona, y de todos los guisados de aues y frutas <que> ay en los pueblos. Y ante todas cosas mandó llamar a todos los mexicanos biexos, biexas, moços, mançebos, niños y, juntos todos los mexicanos, mandó a los mayordomos que diesen bien de comer a todos, <que> uno ni nenguno quedasen y fuesen muy satisfechos todos. Y así se hizo, <que>, benidos ante sus palaçios, les dieron de comer a todos cumplidamente de todo y a los barones les dieron a beuer cacao y a las mugeres, donzellas, niños, niñas, les dieron <en> lugar de cacao, catole, que abía dello muchas canoas llenas, y a los biexos, después de acabado de comer, les hizieron merçed de mantas y pañetes, y a los soldados les dieron mantas de a quatro braças de largas, <que> hasta las criaturas les dieron mantas y a las mugeres naguas y hueipiles.
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Capítulo 41 De algunos de los adagios que esta gente mexicana usava "Mensajero del cuervo". Este refrán se dize del que es embiado a alguna mensajería o con algún recaudo y no buelve con la respuesta. Tomó principio este refrán, según se dize, porque Quetzalcóatl, rey de Tulla, vio desde su casa dos mugeres que se estavan lavando en el baño o fuente donde él se bañava, y luego embió a uno de sus corcovados para que mirasse quién eran las que se bañavan, y aquél no bolvió con la respuesta. Embié otro paxe suyo con la misma mensajería y tampoco bolvió con la respuesta. Embió el tercero, y todos ellos estavan mirando a las mugeres que se lavavan y ninguno se acordava de bolver con la respuesta. Y de aquí se començó a dezir moxoxolotitlani; quiere dezir "fue, no bolbió jamás". "El que todo lo sabe". Dízesse este refrán por vía de mofar del que piensa que todo lo sabe y todo lo entiende y en todo habla, en todo se entremete. Y burlan de él. Dizen tomachizoa, como si dixessen "un nuestro bachiller", o lo que dize Petrus in cunctis. "Entremetido en todo". Dízesse este refrán del que entra donde no devía entrar a mirar, del que echa mano de lo que no es a su cargo y se entremete a hazer lo que los otros hazen sin ser a su cargo. "Aún hay lugar de escapar de este peligro". Este refrán se dize del que estando vorracho mató alguno y después que buelve en sí, y ya está presso por el homicidio, dize: "Aún no estoy enredado del todo, aún puédome desenredar, porque estava vorracho cuando maté y no supe lo que me hize, y por esto pienso de escapar de esta red o de este lazo". "Es un Merlín". Este adagio se dize de aquel que responde con facilidad a cualquiera cosa que le preguntan, aunque sea dificultosa, y también que tiene medios abctos para cualquiera cosa de presto. "Hay días mal afortunados". Este refrán se dize cuando no hay possibilidad de hazerse alguna cosa, que otros días se haze con facilidad. "Costumbre es en el mundo que unos suben y otros descienden". Este refrán se dize de los que están en alto estado y cayen de él, y de los que están en baxo estado y suben a alto estado de repente. Y ansí dizen: "Floresce el mundo como el manzanillo que se llama texócutl, que tiene manganas maduras y otras que van madurando y otras que florescen". A este modo dizen del mundo. "A nadie menosprecies por vil que parezca". Este refrán se dize porque muchas vezes los que parecen viles y de menos precio son hábiles o tienen algunas virtudes dignas de precio. "La gota cava la piedra". Este refrán se dize de los que porfían o perseveran en salir con alguna cosa que parece que es muy dificoltosa, así como el que no tiene habilidad para alguno de los oficios mecánicos, y queriéndole deprender porfía, y sale con él. Por esto dizen: "la perseverancia haze mucho". "Salta corno granizo de albarda, o es noli me tangere". Este refrán se dize de aquellos que tocándolos un poco con alguna palabra áspera, luego saltan en cólera y en riña y echan ponçoña por la boca. Y cuando oyen hablar mal de otro, luego ayudan. "Lobo en piel de obeja, o doblado, que una cosa tiene de dentro y otra cosa muestra de fuera". Este refrán se dize de aquellos que en su manera de hablar y de mirar y de andar son como simples y llanos, y de dentro son maliciosos y engañadores y aborrescedores. Dizen uno y hazen otro. "Tiene algún trasgo que le ayuda". Dízesse este refrán de aquellos que no parece que hazen nada y están ricos. También se dize de aquellos que trabajan poco en deprender, y en comparación de los que trabajan mucho en deprender o en ganar la vida saben más y tienen más. "Rábula, o cara sinvergüença, o cara de palo". Este adagio se dize de aquellos que no tienen empacho de hablar ni parecer entre las personas sabias, y siendo ellos de poco saber y de baxo quilate. "Porfiado o que no consiente ser contradicho, o boca de palo". Este adagio se dize de los que confían mucho de lo que dizen, y lo que los otros dizen nunca les parece bien y son porfiados. "Glóriase o jáctase de las niñerías". Este refrán se dize de aquellas personas que según la edad, haviendo de haver dexado las niñerías, no las dexan sino siempre las llevan adelante, y antes se deleitan en ellas. "Arranco mi misma sementera, o lo que yo sembré". Este refrán se dize de aquellos que tienen algún amigo, y por poca ofensa luego riñen y descumpadran con él, y si alguna cosa sabían de sus secretos, luego la echan en la plaça o les dan públicamente con ello en la cara. "Come otra vez lo que havía echado de la boca o del cuerpo". Este refrán se dize de aquel que dio algo a otro dado y después se lo toma a pedir. "Tiene la viga en el ojo y no la ve, o no ve sus fealdades y suziedades". Este refrán se dize de aquel que tiene la cara suzia y no lo ve. Y más propriamente del que es necio y se tiene por sabio, y es pecador y se tiene por justo. "No se palpa a sí mismo". Es lo mesmo de arriba. "No haze ni entiende cosa a derechas". Este refrán se dize de unos bobos o tontos que ni entienden a derechas lo que los dizen, ni hazen a derechas lo que les mandan. "Árbol sin fructo, o trabajo sin provecho". Este refrán se dize de aquellos que trabajaron por alcançar alguna cosa, o por salir con alguna cosa, y después de mucho trabajo, ni la alcançaron ni salieron con ella. "Arrebatador o arañador". Este refrán se dize de aquellos que cualquiera cosa que ven en las manos de los otros se la arrebatan, o toman lo que está guardado, aunque esté a buen recaudo. "Mi gozo en el pozo; donde esperava agradezimiento me vino confusión". Este refrán se dize cuando alguno haze bien a otro, y el que rescibió el beneficio responde con desagradecimiento. Entonce se dize: "Mis cabellos cubrieron mi cara". "Hablar por rodeo". Este refrán se dize cuando alguno, no queriendo dezir la verdad, habla por rodeos para que no se entienda lo que quiere encubrir, y satisfaga al que le pregunta sin dezir verdad. "¿Con qué cara me miras?" Este refrán se dize de aquel que quiso dañar a otro y no pudo, y después de descubierto su atrevimiento, el que le entendió dízele: "¿Dónde está tu cara?", como si dixesse: "¿Con qué ojos me miras desvergonçado?" "Él me lo pagará". Este refrán se dize del que hizo alguna afrenta a otro y se huyó. El afrontado dize can noyácauh; quiere dezir "no se me escapará que no me la pague". "Nuestra espinilla, o el remedio de nuestra aflicción". Este refrán se dize por vía de mofa de aquel que se alava falsamente de haver hecho algunas valentías, y es como dezir: "Blasona del arnés este fanfarrón". "Todo lo sabe". Este refrán se dize por vía de mofa de aquel que se jacta de que sabe muchas cosas y ha estado en muchos lugares y ha visto muchos acayecimientos. Y ansí dízesse de éste centzon uelácic: "Mil cosas sabe y en mil cosas se ha visto". "Por mi lança lo gané". Este refrán dize el que ganó o mereció alguna cosa muy bien ganada y muy bien merecida, y otro le contradize o se la quiere tomar. Dize en su defensión nómiuh, como si dixesse: "Es mi sudor y mi trabajo". "No puede ser peor, o no pueden ser las alas más negras que el cuervo". Este adagio se dize de aquel que echó su caudal todo en alguna mercadería y se le perdió todo en la mar o de otra manera. Para encarecer su pérdida dize icnopíllotl ommomeláuh: "El mal ha venido todo junto". "Yva por lana y bolví trasquilado, y tropecé en la piedra". Este refrán se dize del que iva a negociar alguna merced con alguna persona de manera y cayó en su desgracia, y no recabó nada. "Pensé de ganar algo y perdí lo que llevava. Acontecióme como a la mariposa que de noche se llega a la candela por amor de la luz que la deleita: quémase en ella". Este refrán se dize de aquel que sin consideración acomete algún negocio arduo para salir con di, y no salió con él, sino antes cuando con pérdida de honra o de hazienda o de salud. "Saben todos y ignóralo él, o cara de cenizado". Este refrán se dize de aquel que hizo algún mal y piensa que nadie lo sabe, y es verdad que lo saben muchos y todos los que con él conversan, y él piensa que está en secreto. Por esso dize "cara de ceniza". "Derrama solaces, desbaratador de amigos o de amistad". Este refrán se dize de aquel que es malquisto por su mala condición. Y cuando entra donde están muchos en algún regocijo, en entrando él, todos se salen, unos por acá, otros por allá. Y por esso dizen de él: "Ya vino el derramasolaces". "Trabajo sin fructo". Esto se dize de aquel que trabajó por ser letrado o por ser rico o por ser honrado, y después de haver trabajado no salió con nada o con poco. Dizen de él onem oncatca: "En balde trabajó". "He venido a estremada pobreça, o estoy en estremada pobreça". Dízesse este refrán del que ni tiene qué comer ni qué se vestir ni en qué dormir. Y por esso dizen de él ompa onquiça tlaltícpac: "No tiene tras qué parar". "Gran baladrón". Este refrán se dize del que se alarga mucho en dezir bien de sí o de sus cosas. "Mal contentadizo". Este refrán se dize de aquel que no se contenta con lo que le dan o con lo que le cupo, sino que murmura porque no le dieron más. A éste se le responde: "Por cierto con mucho menos que esso se contenta el paxarito zinzón". Dízesse por vía de mofa. "Largo en hablar". Dízesse este refrán a contrario senso del que apenas le pueden sacar una palabra cuando es menester, por ser corto en hablar y encerrado. Dízenle "largo en palabras", y quiere dezir "es corto en palabras demasiadamente". "Boca de golondrino". Este refrán se dize del que es muy hablador o parlero. Dizen que tiene "boca de golondrino". "El lobo o çorro no trae consigo el fuego para cozer o asar lo que ha de comer". Este refrán se dize de los que por no esperar a que se cueza o ase la vianda la comen medio cruda, por sucorrer a su hambre. Y si alguno los reprende porque comen la carne medio cruda, para escusar su bestialidad dizen: ¿cuix ítleuh yetinemi cóyotl?: "Más cruda la comen los Coyotes". "¿Por ventura yo sólo soy desmedrado y para poco?" Este refrán se dize cuando alguno quiere hazer algún cumbite profano y suntuoso, y más largo de lo que puede según su valer. Y si alguno le dize que escede los términos de la razón, para escusar su profanidad dize: ¿cuix nonem nipatzactzintli?: "¿Sólo soy yo menguado y escaso?" "Por él se me ensancha la cara, o por él se augmenta mi honra y mi fama". Este refrán dize el que ha criado a alguno en buenas costumbres, y después que sale de su casa es loado de la buena criança. El que le crio dize: ipan nonixpatlaoa: "La buena vida del discípulo es honra del maestro". "No es a mi cargo esso, o no tengo yo culpa de esso; solamente soy como guarda de gallinas". Este refrán dize el que tiene cargo de regir algún pueblo o república, en la cual agunos riñen o se rebuelven, y si alguno le nota de negligente, para escusar su negligencia, dize: "Yo no soy más de guarda de gallinas, y si se pican ellas, las unas a las otras, no tengo yo cargo de departillas". "Ya es hecho. Guárdeos dios de ya es hecho". Este refrán se dize cuando ha acontescido algún mal recado que no se puede remediar. Dizen los unos a los otros: "Guárdeos dios de hecho es". "Siquiera lo bevan los ratones, o no vino a efecto lo que se pretendía, o lo que se prometió no se dio". Este adagio se dize cuando los que juegan, por ser impedidos de alguno, no concluyeron el juego, o cuando alguno prometió algo y no lo cumplió. Dizen: "Bebióselo el ratón". "¿Soy como maçorca de maíz que me han de abrir la barriga para comer lo que está dentro? o ¿hánmelo de sacar del cuajo?" Dize este refrán el que ha rescebido algún secreto, y cuando le encarga que no lo diga a nadie el que se le dixo, respondiendo que estará seguro, dize: ¿cuix nixílotl nechititzayánaz?; quiere dezir que nadie se lo sacará ni por bien ni por mal. "Humilde como una tortolica que ni tiene ni deve". Este refrán se dize del que tiene poco y está contento con ello, y está en paz con todos. "Aún quiere dios que viva más". Este refrán dize el que escapó de algún peligro de muerte, y gozándose de haver escapado dize: oc nocetónal: "Aún tiene dios por bien que viva más". "¡Oh, pez, oh, pecezico de oro, mira por ti quién se podrá guardar de tantos lazos y redes como hay en este mundo!" Este refrán se dize cuando alguno que es bueno cayó en algún pecado público por donde perdió la honra y el buen nombre que tenía. La otra gente, hablando de él, dizen: ¡Quen uel ximimati in titeucuitlamichin!: "Mire cada uno por sí, que hay muchos resbaladeros y caídas en este mundo". Es lo mismo que arriba se ya ha dicho, que apenas hay quien se pueda escapar de cayer en algún pecado. "Con ninguna cosa sale de cuantas comiença". Este refrán se dize del que comiença a deprender algún oficio o sciencia, y luego le dexa y pasa a otro, y con ninguno sale. Por esto dizen de él: ayamo cuatlatlatztza, como si dixesse "en nada asienta". "No hay que confiar en parientes, o a muertos y a idos no hay amigos". Dízesse este refrán de los que están en necessidad, o los mesmos lo dizen de sí mismos, porque no hay nadie que entonce los favorezca. Y ansí dizen: áyac matlacpa teca. Quiere dezir: "Todos me han desamparado". El que vive de gallofería y es vagabundo dize: "no faltará qué comer". Este refrán dize el vagabundo y que no tiene oficio ninguno si le preguntan de dónde come y beve. Dize: tépal nitzopiloti, como si dixesse: "Nunca falta, porque las auras hallan siempre qué coman". "No escalienta el sol luego en saliendo". Este refrán se dize de los principiantes en cualquiera oficio o sciencia, que poco a poco van deprendiendo, y nadie deprende el oficio o sciencia de repente, como el sol, que cuando sale no calienta, y como va subiendo poco a poco va calentando más y más. "Aunque agora me desconocen y desfavorescen mis parientes, andando el tiempo bolverán por mí". Este refrán dize el que ha caído en manos de sus acreedores o de los que le maltratan, y no buelve nadie por él, y dize: ¿cammachpa tiuitze?: "Acordarse han mis parientes, que soy su pariente y favorescerme han". "Cada uno tiene su proprio parecer, bueno o malo". Dize el que le hizieron alguna honra particular, entre otros que la merecía mejor. Y dizen de él los otros: "¿Cómo te hizo honra aquél, pues que eres el más ruin de nosotros?" Y él responde: Quen teito: "Parecióle assí, que yo la merecía mejor". Los borrachos con el vino unos lloran, otros vozean, otros riñen, otros aporrean a los que topan, y ansí dizen que "cada borracho tiene su particular conejo". Este refrán se dize de las condiciones diversas de los hombres. Dizen: ye yuhqui ítoch: "Este tiene esa condición". "Tiene buena cara; tiene buena parencia". Este refrán se dize de las personas que en su gesto y disposición parece que son para mucho y no son para nada en la verdad, o son para poco. De ésta se dize por vía de mofa ixtímal: "cara gloriosa". "Lastima el cuerpo el mirar con ceño". Este refrán se dize de los que no se dan nada del ceño de la cara, ni dexan de hazer lo que les parece, aunque alguno les mire con cara enojada, como es cuando algunos están comiendo y entra alguno de nuevo, y los que están comiendo le miran de mal rostro, dándole a entender que les pesa de su venida. Ni aun le combidan a comer, sino que querrían que se fuesse, y él, no obstante esto, siéntase a comer y come. Dize dentro de sí: ¿Cuix tecoco in ixcueli? Quiere dezir "Más vale vergüença en rostro que manzilla en coraçón". "¿Dónde, hallará el hombre consolación?, o donde pensé de hallar consolación, hallé reprensión". Este adagio se dize del que, desconsolado, fue a hablar a algún amigo suyo, contándole su trabajo y él no le consoló, mas antes le reprendió y desconsoló. Dize éste: ¿Campa xompati?: "Fui por lana y vine trasquilado". "Mi coraçón se alegró, o mi coraçón se puso blanco, o el coraçón". Dízesse este refrán del que se alegró por haver hallado lo que mucho desseava. Dize: Noyollo iztaya: "Alegróseme el ojo". "No es nudo ciego que no se pueda deshazer, floxamente está atado". Este refrán se dize de aquel que le acusan de alguna cosa o le arguyen de alguna cosa que con facilidad se puede responder o remediar. Y dize: patlachilpitica: "Esse negocio con facilidad se podrá remediar o con facilidad se puede responder a ese argumento". "No es cosa cierta lo que dize; no lleva camino para ser verdad esto". Este refrán se dize de las nuevas echadizas o fingidas, que no llevan color de verdad. El que las oye responde diziendo: Ayatle uel iyaca: "No tiene esto apariencia de verdad". "Lo moderado conviene más en todas las cosas". Este refrán se dize de cualquiera estremo, ora sea en vestir, o en comer, o en hablar. Dizen: tlacocualli monequi: "Lo razonable es bueno". "Este es tiempo en que todos van a hazer sus sementeras o a coger sus maízes, etc., sin quedar nadie". Este refrán se dize de los tiempos cuando todos acuden a hazer sus haziendas según que el tiempo lo demanda. Dizen: tlaca itleoa: "Todos abarrisco van a hazer tal o tal cosa". "Comencé ayer por ventura a ser lobo o zorro? ¿Cómo no lo vi o no lo supe? Si esso fuera verdad, supiéralo yo o huviéralo yo sabido". Este adagio se dize del que cuenta muchas cosas loables que ha hecho y muchas cosas notables que ha visto, jactándose de ello con falsedad. Y el que oye estas cosas y sabe que es jactancia, y no verdad, responde diziendo: ¿Quinin nicóyutl? Ma ica niquitta. Quiere dezir: "Supiera yo esso si fuera verdad, pues que no nací ayer, pues que soy antiguo y tengo harta habilidad para saber lo que los otros hazen o dónde han andado". "Desseo irme a bañar a Chapultépec, o querría poder irme a bañar a Chapultépec". Este refrán dize el que ha tenido alguna gran enfermedad o algún cargo pesado con desseo de verse libre de aquel cargo o enfermedad. Dize: Ma Chapultépec ninaalti, que quiere dezir: "Bañarme ya en agua rosada cuando este cargo o enfermedad se me quitasse". Chapultépec es una fuente que está cerca de México, muy buena. Los que se bañan en ella piensan que les haze dios gran, merced. Así, este adagio es de los mexicanos. "Este o éstos no se hallan bien con los pobres, ni quieren ser tratados como pobres, sino como nobles y generosos". Dízese este refrán de aquellos que quieren y dessean ser honrados en todo, assí en la comida como en lo demás. Y si por ventura entran en casa donde no son tratados conforme a su fantasía, enójanse y menosprecian a quien los hospedó o combidó. Y el que siente esto, que es el que cumbidó o hospeda, dize: Aicnopilpan nemitiliztli. Quiere dezir: "Éste no es para entre los pobres". "Justamente padeces, o huélgome que te ha venido esse mal". Esto dize el que ve a alguno que tropeçó o cayó o le vino algún daño, porque se huelga de aquel mal que le vino. Y de aquí dizen comunmente: teca onitlatélchiuh. Quiere dezir "Holguéme del mal ageno". "A propósito de mi pereza ha venido". Este refrán dize el que con dificultad fue persuadido a que fuesse a llamar a alguno, o que hiziesse algo que él no quería hazer, y cuando ya iva a llamar al que le mandan, el otro vino, o cuando ya iva a hazer lo que le mandavan, y luego le mandaron que le dexasse. Dize: onotlatziuizéooac: "Hízosse conforme a lo que mi pereza desseava". "Y ya estoy enhastiado de oírte esso". Este refrán dize el que le mandan hazer algo muchas vezes y él no lo quiere hazer. Y para dar a entender que por más que se lo digan no lo hará, dize: muchi oquícac in nácel: "Todas las liendres que tengo en la cabeça han ya oído esso, y están enhastiadas de oírlo". Dízesse este adagio de aquellos que cualquiera cosa libiana se le haze, grave de hazer. "Estoy borrando, o algo alguna cosa que no parecerá bien". Este refrán dize el que humillándose de alguna cosa que está haziendo, dize: nitlatlilpatlaoa: "Hago poco y mal, como el pintor necio que haze mal su oficio". "Cantarillo que muchas vezes va a la fuente, o dexa el asa o la frente. El caracorillo que muchas vezes atraviessa el camino, alguna vez queda allí pisado de los caminantes". Dízese este refrán por los que hazen muchas vezes un pecado, que alguna vez le toman en él, y paga junto lo que hizo. Y dízese entonce: Aye nel toxaxamacayan. Quiere dezir: "Llegó el tiempo de pagar por los males hechos". "No hay lugar secreto, no hay cosa que no se sepa". Este refrán se dize del que confía que no se sabrá el mal que haze. Ansí dizen: ¿Campa xonnaoalli?: "No hay cosa que no se sepa". También quiere dezir: "Donde pensé ganar, perdí". "Pensé de vengarme, y dende me vino mayor injuria". Este refrán se dize del que con apetito de vengarse hizo a su enemigo algún daño pequeño, y de allí le resultó algún gran daño. También se dize del que quiso remediar algún daño pequeño y empeoróse lo que quería remediar. "Al buen entendedor pocas palabras, o bien entiendo que murmuráis de mí por sumas". Este adagio se toma de un lugar que se llama Coyonacazco. Solamente se usa en el Tlatilulco, o poco más, porque en él está este lugar que se llama Coyonacazco. "Ya se le abaxa la cólera". Este refrán se dize del que entendía en algún negocio con mucho brío y con mocha cólera, y hallando resistencia perdió el brío. Dizen de él: ye óyauh in itlatolhoaz: "Ya perdió el brío en hablar que antes tenía". "No hay más posibilidad". Dize este refrán el que da poco o haze poco en favor de otro, y por dar a entender que si más pudiera más hiziera, dize: çan ye izquich motlacatili. Quiere dezir: "Rescebid la buena voluntad, que si más pudiera hazer, más hiziera". "Quien no sabe adornar su mantenimiento". Dízesse este refrán de los oficiales mecánicos que ponen gran diligencia en adornar y hermosear las cosas de su oficio para que parezcan bien y se vendan presto y valgan más. Dízesse también de los lisongeros y de los que componen hermosamente sus palabras para alcançar lo que demandan o lo que pretenden, y así de éstos se dize: ¿Ac ai cuitlazcoltzin quitlatlamachica?. Quiere dezir: "Por ganar de comer no sabe afeitar lo que dize y lo que haze". "Lo que es tornará a ser, y lo que fue otra vez será". Esta proposición es de Platón, y el diablo la enseñó acá, porque es errónea, es fálsíssima, es contra la fe, la cual quiere dezir: "Las cosas que fueron tornarán a ser como fueron en los tiempos pasados, y las cosas que son agora serán otra vez". De manera que según este error los que agora viven tornarán a bivir, y corno está agora el mundo tornará a ser de la misma manera, lo cual es falsíssimo y hereticíssimo. "Nunca te logres, o nunca vengas a colmo". Este refrán es de los maldicientes que dessean que el que está en prosperidad caya de ella, y el que va subiendo en dignidad o prosperidad no llegue a la cumbre. También quiere dezir: "Mira que no desfallezcas por tu negligencia de saber la verdad de este negocio". También quiere dezir: "Pues guardaos, que aunque agora estáis en prosperidad, por ventura la fortuna os dará una çancadilla y caeréis de ello en que estáis".
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Capítulo 42 Trata en este capítulo como después de aber dado de comer el Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaelel a todo el pueblo mexicano y, dádoles de bestir en tanta nesçesidad y hanbre, les haze al pueblo una solene prática de consuelo; como, de hambre grande que abía, bendiesen, enpeñasen sus hijos a diuersas partes Después de aber comido y beuido todo el pueblo y hécholes merçedes de rropas, les hablaron Monteçuma y Çihuacoatl, diziendo: "Hermanos y hijos, hermanos y nietos n<uest>ros, ya os consta esta temareria y grande hanbre es en general, que no nos lo prouocan nuestros enemigos los de los pueblos lexanos ni los bençidos en guerras, que esto es en general, no ay de quien quexarnos, que es el çielo y la tierra, los ayres, mares, montes, cuebas, benido y mandato de los que rrigen el çielo y las noches; y así, con esto, consolaos y conformaos con ellos. Y pues no podéis sustentar a tantos hijos, hijas, nietos, determiná de dar buestros hijos a estraños, porque con el maíz que sobre ellos os dieren, que estarán como en depósitos, comiendo, beuiendo, contentos, a plazer, y bosotros toleraréis u<uest>ra estrema nesçesidad y hanbre". Con esto y con otras muchas consolatorias palabras les esforçó. Y con esto, los mexicanos, hombres, mugeres, niños, donzellas, alçaron un llanto dolorido rrindiendo las graçias al rrey Monteçuma. Y así, muchas pobres mugeres despidiéndose de sus hijos y los hijos de sus madres y padres, mucha cantidad de mançebos y de donzellas, ellos propios se bendieron a las personas rricas que tenían troxas de maíz. Se bendían por un almud de maíz, otros por más, otros por menos, que fue la mayor conpasión del mundo. Y así, binieron muchos tepanecas y aculhuaques, ansí mayordomos (calpixques) y mercaderes, a conprar esclauos, y muchos lleuaron a Cuitlahuac y a Mizquic, Chalco, Huexotzinco, Chululan y tolucas y otras muchas partes. Y así, los lleuauan con collares de palo como los que traen los negros agora, que llama<n> cuauhcozcatl, los quales yban todos llorando de dolor y lástima de berse esclauos siendo hijos de mexicanos, la más yllustre que en todo este orbee y mundo mexicano ay. Y algunos yban, de los moços, con esfuerço, arremangados los braços, otros con tristeza, llorando, otros cantando sus desbenturas. 50v Y llegados a los pueblos, unos serbían de traer y acarrear leña de los montes, otros de labrar sementeras, otros de coxer las sementeras de maíz, en las partes <que> se dio algo de maíz. Otros trayendo de lexos tierras maíz para sus mugeres, hijos, abiendo trabaxado el tiempo <que> se bendió por serbiçio, y biniendo por los caminos trayendo cargado en cacaxtles su maíz y la comida dura, tostada, atado en un canto de la manta, se morían por los caminos de hambre. Lo o? y de susçeder tanta mortandad era, abía benido, plaga del çielo, que por los caminos, otros <en> sus casas, se caían muertos; que llamaron los biexos mexicanos a esta hambre y mortandad "ne çe toch huiloc", otros llamaron y pusieron nombre "ne totonaca huiloc" (contrapeste de las costas de Cuextlam). Y fue en tanta manera la manera de la secura <que> hasta los rríos caudales se secaron y las fuentes manantiales, que todos los árboles, plantas, magués, tunales se secaron de rraíz, y esto causó que de ocho partes de mexicanos se fueron y disminuyeron a estrañas partes y lugares, y no solamente los mexicanos sino los pueblos uezinos y comarcanos, Azcapuçalco, Tacuba, Cuyuacan, Culhuacan, Huitzilipochco, Mexicatzingo, Yztapalapan, Chalco, Tetzcoco, acolhuaques, de todo género de yndios se dismmuyeron, que xamás boluieron a su natural, se quedaron por allá con esta hambre y pestilençia, mortandad. Y pasados más de dos años y medio, que començaua ya de mostrarse algún maíz, y los que con esta hambre se fueron xamás boluieron a su natural, pasado este tiempo, Monteçuma llamó a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, díxole: "Quisiera, Çihuacoatl, que me dieses u<uest>ro paresçer, porque mi boluntad, para memoria de mí, quisiérame figurar mi propia figura <en> una peña de las que están en Chapultepec, a una parte, de mi propia estatura, calidad, ábito y rrostro". Rrespondióle Tlacaeleltzin, díxole: "Señor, a mí me paresçe muy bien eso, que así se haga será bien, <que> lo oyan buestros padres y abuelos y los ofiçiales canteros de obra prima". Y benidos, les dixo que Monteçuma quería figurarse <en> una de las peñas de Chapultepec y con el tiempo de la grande hambre y mortandad, ne çe toch huiloc, de un año de su nombre llamado: "y en una de las peñas, de su grandor figuraréis su cuerpo y tiempo de hambre y mortandad". Acabado el edifiçio, binieron los canteros ante Çihuacoatl, dixéronle: "Señor, lo que mandó el rrey Monteçuma y por buestro mandato, tenémoslo acabado de todo punto. Bien podéis yr, señores, a ber la obra y primeza della". Díxolo así a Monteçuma, de que holgó mucho y dixo: "Bámosle a beer. Llegados a Chapultepec, bista la obra tan prima, dixo Tlacaelel Çihuacoatl al Monteçuma: "La obra me a cuadrado muy mucho. Y en otros tiempos, rrezién benidos los mexicanos en estas partes, mandaron labrar y edificar al dios Quetzalcoatl, <que> se fue al çielo y dixo quando se yba que él boluería y traería a n<uest>ros hermanos. Y esta figura se hizo en madera y se dismmuyó, que no ay memoria de ella, y a de ser ésta rrenobada, 51r por ser el dios que todos esperamos, que se fue por la Mar del Çielo". Dixo Monteçuma: "Bení acá, Cihuacoatl Tlacaelel, ¿quál de los dos, yo o bos, moriremos el primero?, para <que> se figure ese dios a sus pies no en madera sino en peña, como está mi figura, y para que asimismo aya memoria del origen propinco de rreyes, n<uest>ra deçendençia, como fue Acamapich, n<uest>ro abuelo, y tío Huitzilihuitl y Chimalpopoca y n<uest>ro hermano Ytzcoatl, pues fue comienzo de señorío, grandeza y nombramiento de n<uest>ro ymperio mexicano, señores absolutos. Y así, os mando <que>, yo fallesçido, en mi lugar, trono, asiento, asistáis bos como tal rrey y señor, porque en todo el ymperio mexicano no hallo otro de tanta abilidad, prudençia y señorío. Y luego, en poz de nosotros, n<uest>ros hijos y herederos nos suçederán en el trono, pues yo y bos lo emos adquerido y abentaxado en puxança y balor, grandeza, y tan temidos en el mundo, pues os consta en las guerras de Azcapuçalco primeramente y tras dél otros muchos y muy grandes, y la sangre que en ellos emos derramado sobre adquerirlos, tan a costa del ymperio mexicano. Y así no quedarán pobres, pobres ni perdidos n<uest>ros hijos, nietos, diçindientes, para siempre xamás. Y esto será memoria para ellos, pues entendéis claramente <que> los mexicanos son muy bellicosos y aun traidores en esta parte. Y esto tengamos siempre memoria en adelante pues no sabemos lo que de ellos serám y, en fin, abemos hecho comienço de la casa de n<uest>ro abusión (teizahuitl) Huitzilopochtli, n<uest>ro dios tan baleroso". Rrespondió a esto Çihuacoatl, díxole: "Señor y hijo mío, muchas graçias y merçedes os doy por la profunda abilidad y calidad y boluntad buestra". Y con esto salieron de Chapultepec, biniéronse a Mexico. Otro día llamó Monteçuma a Çihuacoatl, díxole: "Tlacaeleltze, tanbién soy abisado que está un sitio muy deleitoso en Guaxtepec donde ay peñas biuas, jardines, fuentes, rrosales, frutales". A esto rrespondió Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "Señor, es muy bien acordado que allá se figuren los rreyes buestros antepasados. <En>biemos allá a u<uest>ro prençipal y mayordomo Pinotetl, que bea, guarde, çierre las corrientes, fuentes, ojos, lagunas, para el rriego de las tierras. Y en el ynter <en>bíe a la costa de Cuetlaxtlan mensajeros <que> traigan árboles de cacao y de hueynacaztli para plantar allí, y las rrosas y árboles de yuluxuchitl, pues ay para ello partes, lugares ymportantes, que sea de perpetua rrecordaçión y memoria buestra. Y entonçes, siendo serbido, yremos allá a beer las labores de las peñas de huestros antepasados". Y con esto, fueron diuersos mensajeros por los árboles de cacao y rrosales, yulloxuchitl, yzquixuchitl, cacahuaxochitl y huacalxuchitl y tlilxuchitl, mecaxochitl, "todo lo qual traigan con rraízes para trasplantar en Guaxtepec". Y así, el prençipal, llegado a la costa de Cuetlaxtlan, hecho su <en>baxada a los de las costas, luego <en> su cumplimiento truxeron todos los árboles con rraízes y 51v <en>bueltos en petates y las rrosas con rraízes, cosa que de que tanto holgó Monteçuma, de beer cosas que xamás abían bisto los mexicanos, por ser cosas de tan suaues olores y bistosos. Asimismo binieron mucha cantidad de yndios para <que> los plantasen y tubiesen cuidado dellos, <que> fueron más de quarenta de ellos, con sus mugeres y hijos, a quien hizo Monteçuma muchas merçedes. Y acabados de plantar, estando presente Monteçuma en Guaxtepec y delante dél, se començó la labor de los rreyes antiguos en las peñas. Y los yndios de la costa dixeron al mayordomo mayor de Monteçuma <que> luego les diesen papel de la tierra, <que> llaman cuauhamatl o texamatl, y ulli (batel) y copal y punçaderas de nabanjas, y luego, en la parte que abían plantado los árboles, hazen sacrifiçio y sahúman y se sacan sangre de ençima de las orejas con lágrimas y rreberençias, salpicando y rroçiando los árboles plantados. Y dende algunos años, <que> serían dos o tres, dieron fruto los árboles de cacao y yuloxochiles, <que> se admiraron los propios de la costa, porque dixeron que en su tierra no se dauan hasta siete años cunplidos. E bisto esto, Monteçuma dixo a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "Mirá lo que os digo, que esta benida tan temprana de cacao y rrosas, a<n>tes de muchos días será por ello n<uest>ro fin, y así, luego tomemos de ellos y nos cubramos los cuerpos de rrosas y cacao, pues los dioses an de permitir por esto n<uest>ro fin". Y hecho esto, començó luego a llorar Monteçuma amargamente, sintiendo estar al punto de la muerte. Y luego otro día fallesçió el rrey Monteçuma Ylhuicamina. Hizo luego benir Çihuacoatl Tlacaeleltzin a todos los prençipales mexicanos, díxoles: "Ya es fallesçido Tlacateccatl Monteçuma Ylhuicamina y lo lleuó a su casa el abusión (tetzahuitl) Huitzilopochtli. Ya paresçe que la carga <que> traía cargado aquí fenesçió, el mando <que> tenía en la mexicana gente. Y así el tiempo comigo, <que> tan benedizo soy como qualquiera de nosotros, <que> tanbién en mi muerte diréis otro tanto". Con esto los prençipales mexicanos començaron a llorar y a darle esfuerço y ánimo a las muchas adbersidades, trauajos que suele la fortuna acarrear y traer. Y les dixo a los prençipales y señores mexicanos que a quién querían ellos elexir por señor natural: "que bosotros lo abéis de señalar con el dedo y, hecho esto, daremos a todos los comarcanos señores Tezcuco, Tacuba, Azcapuçalco, Cuyuacan, Tacuba, Culhuacan, Suchimilco, Mizquic, Cuitlabaca, Chalco y los demás pueblos lexos de aquí <que> lo bengan a beer y <en>tender y a obedeçer". Y de una boz y consentimiento dixerom que su boluntad y querer de ellos era <que> fuese su rrey y señor que rrigiese, gouernase el ymperio mexicano a Tlailotlac Çihuacoatl Tlacaeleltzin, "como a berdadero heredero y defensor n<uest>ro que a sido con el rrey Monteçuma". Y con esto, dixeron Tlacateccatl, Tlacochcalcatl y 52r Acolnahuacatl y Eshuahuacatl, Ticocyahuacatl, Tlilancalqui, Tezcacoacatl, Tocuiltecatl, Huiznahuatlaylotlac, Cuauhnochtli, dixeron: "Pues, señores mexicanos, pues está así mandado y es buestra boluntad, así lo queremos, esforçémosle a que lleue esta carga de este ymperio". Y así, le hizieron la obidiençia y lo alçaron por tal su rrey y señor, y tras de estos señores prençipales mexicanos luego todo el pueblo por lo consiguiente. Rrespondió Çihuacoatl Tlacaeleltzin, rrespondió al pueblo, díxoles: "Hermanos y hijos míos, parientes, amigos, los que aquí estáis presentes, <en> lo <que> tratáis de señorío yo siempre lo fue y soy, y <en> lo del gouierno no açeto a ello porque caso <que> yo, como segunda persona <que> siempre fui del rrey y rreyes que an sido, digo que andando días pondré y señalaré el que a de ser rrey, rregir y gouernar el ymperio mexicano, y yo le guiaré, amonestaré, abisaré y aconçexaré <en> lo que toca al buen gouierno de la rrepública mexicana; y por este estilo y rrazón mis hijos an de ser segunda persona de los rreyes <que> fueren de este ymperio mexicano. Y así, con esto, aguardad lo que más conbença". Rrespondieron todos los prençipales mexicanos que fuese como mejor lo mandase y a ellos y a la rrepública mexicana conbenga. "Y para esto bayan y llamem a los prençipales señores de Aculhuacan, Neçahualcoyotl, y al de Tacuba, Totoquihuaztli, y para esto yd bos, capitán Tezcacoacatl y Tocuiltecatl, para <que> bengan a rreconosçer a su rrey y señor Axayaca, puesto y elexido por el senado mexicano". Y llegados a ambos pueblos y explicado su <en>baxada, dixeron <que> luego yrían al mandato, y les dieron de comer y les dieron rropas muy galanas y cotaras doradas y otras muchas cosas.