Esta cajita ovalada está tallada y nielada, ennegrecida por un sulfuro de plata y plomo. Posiblemente fue realizada en el taller de la taifa de Toledo, famoso por sus trabajos de metalistería. La decoración es bastante simple, formada por hojas enlazadas a través de sus tallos. En el borde de la tapa encontramos una inscripción que no aporta ninguna información sobre el propietario ni el autor; sólo es una acción de gracias, lo que parece indicar que se realizó para algún miembro indeterminado de la nobleza. Formaba parte de un conjunto de objetos suntuarios procedentes del tesoro de la catedral de León.
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obra
No todas las arquetas mediaveles relacionadas con el culto a las reliquias se hicieron con este fin. También se reutilizaron piezas de origen andalusí, como la caja de ágatas procedente de la colegiata de San Isidoro de León. Posiblemente fue obra de un taller andalusí del siglo XI y pudo llegar a León como fruto de un botín de conquista o como donación de algún protector, a quien habría llegado a su vez formando parte de los tributos de vasallaje pagados por un reino taifa. Tampoco todas las obras fueron realizadas en materiales preciosos: hay numeroso ejmplos de cajas más modestas para las pequeñas iglesias de los territorios que se empezaban a repoblar.
obra
Esta caja-relicario fue donada por Fruela II a la Catedral de Oviedo. Se aprovechó para la tapa una placa con esmaltes, semejantes a los de la Cruz de la Victoria. Las láminas de oro que rodean a las placas de ágata están repujadas con temas vegetales que recuerdan las obras islámicas, en un momento de inicio de intercambios artísticos entre los dos grandes reinos peninsulares del momento.
obra
Este pixis o estuche hexagonal de madera procede de la tumba V de Micenas, fechada a mediados del siglo XVI a.C. El estuche está revestido por fuera con dos láminas de oro repujado en cada uno de los lados del hexágono, decoradas con escenas que representan leones cazando ciervos y espirales.