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Interesado en realizar 50 estudios de cabezas, en el invierno de 1884-1885 Vincent se puso manos a la obra y consiguió su objetivo. Actualmente nos quedan unos 40 cuadros que forman parte de esta serie en la que el pintor se interesa por mostrar la personalidad de sus modelos ya sean ancianas, hombres o mujeres más jóvenes como en este caso, uno de los retratos más atractivos del conjunto. Todos los bustos se recortan sobre un fondo neutro para obtener una mayor volumetría - siguiendo los dictados de la Pintura Flamenca y del gran Tiziano - centrando la atención sobre los ojos, donde se resume la expresividad de la figura. Técnicamente emplea una pincelada tremendamente empastada, aplicada en el lienzo con rapidez, utilizando tonalidades oscuras que forman una gama de espléndida armonía.
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Aunque sean inferiores en número los bustos de personajes masculinos en la serie de retratos pintada por Vincent en el invierno de 1885, su calidad no desmerece en absoluto como contemplamos en este lienzo de un campesino visto de perfil. Destaca el gesto preocupado de su rostro, elemento común a todo el conjunto, intentando el artista transmitir la tristeza y la dureza de la vida laboral a través de sus protagonistas. La figura se recorta sobre un fondo neutro, más iluminado para provocar contrastes, resbalando también la luz por el pómulo y la frente del hombre. La pincelada no puede ser más rápida, apreciándose los brochazos claramente, sin necesidad de ejecutar un dibujo previo.
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En Cataluña, la afluencia de escultores franceses, flamencos o italianos parece disminuir después de mitad de siglo XIV, al consolidarse una escuela propia, siempre abierta a lo foráneo, pero con personalidad, escuela en la que sobresale Jaume cascalls procedente de Berga, esposo de María, hija de Ferrer Bassa.