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Personaje Arquitecto
En los años veinte se instala en Viena y entra en contacto con la Bauhaus, propuesta por Gropius. Desde el primer momento muestra una clara inclinación por el diseño de muebles, que realiza según las pautas de la Bauhaus. Además desarrolló una intensa labor como diseñador de interiores. Sus recursos para la creación de muebles y el uso del acero fueron revolucionarios por aquel entonces, como su silla en forma de S. Es autor de los muebles de la Escuela de Artes y Oficios. Perteneció al grupo de la Bauhaus hasta 1928, momento en que este movimiento vivía sus mejores tiempos. A partir de este momento, su labor se centra en el diseño de interiores. En 1930 le invitan a participar, junto a Bayer, Gropius y Moholo-Nagy, en la creación de la imagen que ofrecerá Alemania en la Exposición del Grand Palais de París. En este proyecto, Breuer se hizo cargo del diseño de los muebles. En los primeros años de esta década participó en varios proyectos y sus diseños se fabricaron en numerosas ocasiones. Cuando sube al poder Hitler, Breuer marcha a Gran Bretaña. En esta época trabaja con Yorke en la casa de Amering on Sea y con Roth en las casas de Doldertal. Estando Gropius en la dirección de la Secesión de Arquitectura de la Universidad de Harvard llamó a Breuer para que fuera su ayudante. Poco después se asociaron y crearon un estudio de arquitectura que se cerraría en 1941. A los dos se debe el diseño de obras como la Casa Ford en Lincoln, la casa Frank en Pittsburg, o el barrio de casas obreras de New Kensinton, entre otras obras. Cinco años después, Breuer se instala en Nueva York y abre su estudio. Ya en los cincuenta edifica con Nervi y Zehrfuss la UNESCO de París. Esta obra le procuró un prestigio inmenso y una gran cantidad de encargos. Trabajó en el diseño de numerosos edificios públicos por Europa y Estados Unidos. De éstos cabe destacar su estilo racionalista y funcional. La embajada de Estados Unidos en La Haya, el centro IBM de La Gaude, o el Museo Cleveland son algunas de sus proyecciones. Su obra, sin duda, dejó una fuerte huella en generaciones posteriores.
Personaje Científico
Impartió clases de etnografía prehistórica en el Instituto de Paleontología Humana de París en 1910. Años después pasaba al Colegio de Francia, donde se dedicó a la enseñanza desde 1929 hasta 1947. Sus aportaciones resultaron fundamentales para solucionar temas fundamentales de metodología y cronología. Breuil se convirtió en uno de los más importantes estudiosos del arte francocantábrico y facilitó la investigación del arte levantino español. Prácticamente a lo largo de la década de los cuarenta hizo un exhaustivo análisis de la pintura rupestre en Africa del sur. De sus publicaciones hay que destacar "Las pinturas rupestres esquemáticas de la Península Ibérica", "La Pileta", publicada en 1924, "El Africa prehistórica" (1933), "Los hombres de la piedra antigua" y "400 siglos de arte rupestre".
contexto
El interés por Fenicia arrancó realmente a partir del año 1855, fecha en que se descubrió en Magharat Ablum, al sur de Sidón, el sarcófago de Eshmunazar (475-461 a. C.), hallazgo que impulsó al gran orientalista francés E. Renan a exigir públicamente la excavación de aquella antigua civilización. Iniciados los trabajos por él mismo, y continuados después por H. Bey, M. Bey y M. von Landau, muy pronto la Arqueología detectó en Fenicia importantes restos materiales que se fueron completando con el hallazgo de otros -de similares características- prácticamente en todos los países ribereños mediterráneos que albergaron sus colonias y factorías. Al enigma del nombre Fenicia y a su gentilicio fenicio se une el de su origen. Según las fuentes antiguas, se les hizo venir de Arabia en el III milenio, aunque esta procedencia no se ha visto refrendada por la Arqueología. De hecho, mezclados con las gentes autóctonas, acabaron por constituir una familia más de los cananeos (kananaioi, derivada del acadio kinakhkhu), extendida por el país de Canaán y el Líbano, ocupando así la totalidad del territorio costero de Siria-Palestina. La historia de los habitantes de esta zona está unida en sus comienzos a Mesopotamia y a Egipto, con las cuales sus principales ciudades (Biblos, Sidón, Tiro, Berytos, Arvad) mantuvieron contactos políticos y comerciales. Durante el Bronce Medio cananeo (1900-1550 a. C.), y debido a carecer de una organización política unitaria, se hallaron bajo la dependencia directa de Egipto, potencia que dividió el país en tres provincias (Amurru, Upi y Canaán), y también en ocasiones bajo la de los hititas. Tras ser devastadas las ciudades costeras por los Pueblos del Mar y perder su prestigio marítimo y comercial los cretenses y los micénicos, Fenicia -en realidad, el mosaico de ciudades-Estado que la constituían- adquirió conciencia de su propia identidad y desde el 1000 al 500 a. C. sus ciudades conocieron días de gran esplendor, lanzándose también a una gran empresa mercantil y colonizadora por todo el Mediterráneo, que daría origen a una verdadera civilización, la cultura púnica. Sin embargo, por el nordeste vivieron siempre bajo la amenaza del Imperio Asirio, del que conocieron feroces ataques y fuertes tributos, y también del de Babilonia. Luego Sidón, dirigiendo una confederación fenicia, se alió con los persas, contra quienes acabó sublevándose al tomar partido por los griegos. A la muerte de Alejandro Magno, quien había destruido Tiro, el país fue disputado por seléucidas y ptolomeos. Finalmente, pasó al Imperio romano.
contexto
Geográficamente, Siria, llamada por loa árabes "al-Sha´m", es una región de Asia occidental, limitada al norte por Asia menor, al este y sudeste por el desierto sirio-arábigo, y al oeste por el mar Mediterráneo. Regada por los ríos Eúfrates, Orontes, Parpar y Abanah, carece de unidad geográfica, circunstancia que es observable en la diversidad de sus paisajes: estepa frente a desiertos, fértiles valles frente a tierras altas -incluso con nieves-, mar frente a montaña. Esa falta de unidad fisiográfica motivó que siempre, en la Antigüedad, fuese considerada tierra de todas las potencias, disputándosela tanto Babilonia como Egipto, Asiria, Mitanni y Hatti. Siria entra en la Historia en el siglo XXIV a. C. con Ebla, si bien ya había estado habitada en tiempos neolíticos, según han demostrado los hallazgos de Ugarit, Mureybit, Bouqras y Ramad, por citar algunos enclaves. A finales del tercer milenio, sus gentes sedentarias no pudieron hacer frente ni a egipcios ni a acadios, cayendo así bajo su influencia política y cultural. El II milenio a. C. comenzó con la fragmentación del país en pequeños reinos, incapaces de hacer frente a las oleadas de gentes amoritas. Durante la Edad del Bronce Reciente se la disputaron egipcios e hititas, quienes acabaron por dividírsela, al menos de hecho, tras la famosa batalla de Qadesh (1296 a. C.) y el consiguiente acuerdo de paz. A finales del II milenio, los arameos, ya presentes desde el 1500, fundaron pequeños reinos por toda la geografía siria: Damasco, Aleppo, Karkemish, etc., que luego serían absorbidos sucesivamente por los asirios de comienzos del I milenio, tras feroces destrucciones y deportaciones. Más tarde Siria cayó en manos de los neobabilonios, los persas y los seléucidas, hasta que en el año 63 a. C. las legiones de Pompeyo la ocuparon, quedando el país dominado durante más de cuatro siglos.
obra
Componente de la Escuela de Zhe, fue Wu Wei quien representó junto con Dai Jin a aquellos pintores que iniciaron su obra en la corte o su círculo y nunca fueron aceptados, optando por un mayor individualismo frente al academicismo cortesano. Vivió en Nanjing y Beijing, las dos capitales Ming, coincidiendo con el reinado de los emperadores Chenghua y Hongzhi. Sus relaciones en la corte se vieron dificultadas por la actitud altiva de Wu Wei y el rechazo constante a sus encargos. No fue un pintor-artesano, ni siguió las influencias de uno u otro maestro determinado, por lo que se le considera como un autodidacta, un genio individual. En una visita del emperador, y a petición de éste, Wu Wei realizó una composición de pinos golpeados por el viento acerca de cuya originalidad el emperador no pudo hacer otro comentario que el siguiente: "verdaderamente éste es el pincel de un inmortal". Su obra se recrea en composiciones sencillas de paisajes lacustres, en las que los pescadores son sus principales protagonistas. Sus pinceladas recuerdan a los maestros Song (Liang Kai...), si bien se adivina ya en ellas las características de los pintores de la Escuela Wu, esto es, sueltas, frescas y con un gran dominio técnico.
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BREVE RELACIÓN DE LAS MISIONES DEL PARAGUAY MI MUY VENERADO P. PEDRO DE CALATAYUD: Uno de los principales puntos que V. R. me encarga, es una relación universal de las decantadas Misiones del Paraguay, por haber yo habitado en ellas dos veces: la primera, doce años: y la segunda, después de algún tiempo, diez y seis: en que estuve en todos sus pueblos y territorios muchas veces, ya con oficio de párroco, que lo fui en seis pueblos sucesivamente: ya de Compañero de los Curas, y con otros muchos empleos, con ocasión de las revueltas que allí ha habido en estos años. Haré lo que pudiere para satisfacer a V. R., a quien tanto debo. Y para que mejor se entienda lo que de ellas dijere, trataré primero algo de las conquistas y población de los primeros españoles, y de la extensión de la provincia jesuítica del Paraguay. Por no tener en este destierro libros e Historia a mano, no podré señalar el año fijo de algunos pasajes con toda certeza, pero sí a corta diferencia. Va también un mapa para mayor claridad. CAPÍTULO I Población de los primeros españoles del Paraguay Hacia el año 1530 fueron los primeros españoles al río de la Plata. Hicieron el fuerte de Buenos Aires, y otros río arriba. Fundaron la ciudad de la Asunción en la región de Paraguay. Los españoles que llegaron eran mil y tantos que, después de muchas guerras con los indios, quedaron en cuatrocientos. Estos, gozando de algún sosiego e intimidados los indios de sus armas, se dividieron a formar varias poblaciones, a distancia de cien leguas, y otras mucho más, de la ciudad, quedando en ésta la mayor y más noble parte. A cada población de éstas iban sesenta o setenta españoles. Formaban sus casas de paredes de palos y cañas, y barro metido entre ellas, y cubiertas de paja. De esta manera fundaron en el Río de la Plata y Paraná a Buenos Aires, Santa Fe de Paraná y Corrientes: y hacia el Brasil, las poblaciones de Ciudad Real, Jerez y Villarica. Y a estas poblaciones tan cortas y pobres llamaban ciudades. De ellas dos, que son Ciudad Real y Jerez se asolaron: las demás perseveran, pero con poco aumento. Sólo Buenos Aires ha crecido tanto, que tiene una legua de largo, y como media de ancho, con casas de ladrillo, cubiertas de teja todas, aunque casi todas son de un suelo, y con mucho comercio y abundancia de víveres, al modo de las buenas ciudades de Europa. Redujeron todas estas poblaciones a una gobernación y Obispado, cuyas cabezas residían en el Paraguay. Después las redujeron a dos, añadiendo la de Buenos Aires, que comprende a Santa Fe y Corrientes, y a una nueva ciudad que se formó en este siglo, llamada Montevideo. Todas a una y otra orilla del gran río de la Plata y Paraná. Este río de tan espléndido nombre, es el mismo que Paraná, que significa en aquella lengua pariente del mar. Desde su nacimiento hasta el río Uruguay, que entra en él seis leguas antes de Buenos Aires, se llama Paraná. Desde ahí hasta el mar en los cabos de Santa María y San Antonio, llámase Río de la Plata. Véase bien ese mapa de toda la América meridional. Llamáronle de la Plata por juzgar había mucha en él, engañados por ciertas señas; pero no tiene más plata que el Ebro o el Tajo. Como sujetaron por armas muchas naciones, se les impuso tributo en señal de vasallaje. Y para premiar a los conquistadores, repartió el Rey entre ellos el tributo, señalando para cada conquistador un cierto número de tributarios, según sus mayores o menores méritos, con obligación de cuidar de ellos en lo cristiano y político. Y como a poco tiempo viesen que los indios con gran dificultad pagaban el tributo, no porque fuese mucho, sino por su gran desidia, paró el punto en que los tributarios sirviesen personalmente al conquistador dos meses al año en lugar del tributo. A estos conquistadores llamaban encomenderos, y a los tributarios, mitayos, y al servir los dos meses, pagar la mita. Pero no se contentaron con los dos meses. Los más se hacían servir del mitayo todo el año, sin pagarle los diez meses; y el más escrupuloso, seis o siete meses. Los Nuestros en particular y en público en los púlpitos procedían con celo contra este impío abuso; y por ello fueron tan perseguidos que llegaron en algunas partes a echarlos de los colegios. La ciudad que más se señaló en esta persecución fue la del Paraguay. Pero al fin, después de muchos años y trabajos, como iban adargados con las leyes y Cédulas Reales, prevaleció la verdad y el verdadero celo. A que se añadió el haber venido de Europa más gente y más jueces, que pusieron en razón y equidad este asunto. Y ya ha muchos años que sólo sirven los dos meses, pero con gran diminución de los indios, que perecieron muchos en las vejaciones antiguas: de tal manera, que habiendo en aquellos tiempos en la jurisdicción de la ciudad del Paraguay cincuenta mil indios matriculados, según consta de los libros de Cabildo, estos años no pasaban de ocho mil de todas edades y sexos, según consta de la matrícula que traía el Sr. Obispo Torres de resulta de su Visita. Y aunque en lo antiguo eran muchos pueblos, ahora sólo son diez, y de casas de paja: los seis a cargo de clérigos Curas, y los cuatro de religiosos de San Francisco. En este estado están las cosas del Paraguay, sin haber más indios, ni más adelantamiento en aquel Obispado, sino sólo unas nuevas misiones de infieles que los Nuestros iban entablando estos años. En el Obispado y gobernación de Buenos Aires, hay en la jurisdicción de las Corrientes, dos pueblos a cargo de los PP. de S. Francisco: uno de doscientas familias, otro de quince o diez y seis. En la jurisdicción de Santa Fe hay uno de veinte familias. Y en la de Buenos Aires, tres de diez y siete a veinte familias. No hay más que esta poquedad: y los treinta de Jesuitas, asunto principal de este escrito.
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Breves notas sobre el "Libro de la Conquista". Cuando Hernández llegó a México, la Conquista estaba presente en el recuerdo de la gente que la había vivido. No es extraño, pues, que una mente abierta, como la del protomédico, se interesara en recoger la memoria del encuentro que tuvo lugar en Tenochtitlan y que dio origen a una nueva nación en la historia universal. Es más, el Libro de la Conquista era el punto final, el complemento necesario a las Antigüedades. Ambos escritos forman un todo integrado en donde han quedado las inquietudes históricas de Hernández, fruto de su visita a la Nueva España. Esto justifica que los dos libros siempre aparezcan juntos. El Libro de la Conquista es una síntesis acerca de los acontecimientos sucedidos entre los años 1519 y 1521 en buena parte de lo que hoy es la República Mexicana. Al hacer la narración de estos acontecimientos, Hernández enmarca la llegada de los españoles en el contexto del Descubrimiento del Nuevo Mundo y en el impacto que este hecho produjo en Europa y sobre todo en España. En tal escenario entra Cortés, varón de ingenio levantado e inquieto y con mayor propensión a mandar y a legar su nombre a los siglos venideros que a dedicarse a estudios literarios51. Arranca su relato cuando Cortés sale de la isla de Cuba en marzo de 1519. Describe el primer contacto con tierra firme en las costas yucatecas y el golfo de México, hasta la fundación de la primera ciudad, cerca de la actual Veracruz. Esta primera ciudad es concebida por Hernández dentro de una visión grandiosa como el emporio y el receptáculo de ambos mundos52. Viene después el contacto y la amistad con la gente de la costa, la subida al altiplano, las duras luchas con los tlaxcaltecas, la llegada al valle de México y, por fin, la estancia en esta ciudad y su posterior conquista. A lo largo del relato hay pasajes dibujados con gran relieve que son los puntos claves del libro, como, por ejemplo, las batallas entre castellanos y tlaxcaltecas, la matanza de Cholula, los presagios funestos que atormentaron a Moctezuma, el encuentro de Cortés y el emperador mexica. Estos dos personajes son los protagonistas de una empresa en la que ponen en juego sus mejores cualidades: prudencia, sagacidad, habilidad política y sabiduría militar. Al redactar Hernández su obra, es indudable que tomó como fuentes primordiales a Gómara y a Sahagún y, en menor grado, a otros cronistas. Es también muy posible que en su ánimo contaran los relatos de gentes que vivieron la Conquista. Desde luego, se advierte claramente que aprovechó los datos allegados por Sahagún en su Libro XII, aunque atenuando el punto de vista mexica presente en la obra del franciscano. Hernández inclinó su narración hacia la postura española y presenta la Conquista como una gran empresa para la cristiandad y para España en la que Cortés y sus hombres cuentan con el apoyo de Dios, Optimo y Máximo.
obra
El miniaturista Jean Pucelle, documentado también como orfebre, es una de las personalidades más relevantes del ambiente parisino del primer tercio del siglo XIV. Aunque se detectan en él claras influencias de Duccio y Simone Martini en lo concerniente a preocupaciones espaciales, su pintura se desarrolla por caminos propios. Las realizaciones que conocemos de él son de una calidad y delicadeza extraordinarias.
fuente
Primer monoplano de caza de la Aviación naval norteamericana, comenzó a volar como el prototipo XF2A-1 en enero de 1938. Superadas las primeras pruebas, salieron de fábrica once primeros ejemplares bajo la denominación F2A-1, que comenzaron a operar a mediados de 1939. A estos les siguieron las series F2A-2, de la que se fabricaron 43 aparatos, y F2A-3, con 108 unidades construídas. La primera de ellas incorporaba un motor más potente que el R-1820-34 inicial. La segunda mejoraba el blindaje y alargaba el morro del aparato. En combate, el peso de este aeroplano basado en tierra y portaaviones -el Lexington llevaba algunos en dotación- no resultó en ningún caso decisivo. De hecho, suscitó serias dudas acerca de su operatividad, lo que hizo que su construcción fuera abandonada durante los primeros meses de la guerra en el Pacífico. Aun así, el fabricante recibió encargos por parte de algunos países. A Finlandia fueron enviadas 44 unidades del B-239; Bélgica recibió 40 del B339B, de los que 38 prestaron servicio en Gran Bretaña bajo la denominación Buffalo Mk I; a las Indias Orientales holandesas llegaron 72 unidades del B-339C y 20 del B-439, y, por último, al Reino Unido llegaron de manera directa 170 aparatos B-339E que también operaron como Buffalo Mk I.