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monumento
Situado en la porción sur del Jardín Nacional, su nombre se debe a su fundador, Zappas. El sueño de este hombre fue ver de nuevo los Juegos Olímpicos en Atenas. Él fue el inspirador de los cuatro primeros de los cuatro primeros Olimpia, nombre que llevaban las actividades deportivas y comerciales que tenían lugar en Atenas antes de los primeros Juegos Olímpicos de 1896. El edificio fue construido entre 1874 y 1888 sobre los planos de los arquitectos F. Boulanger y T. Hansen tomando los modelos neoclásicos tan admirados en las construcciones atenienses decimonónicas.
lugar
La fundación de Zaragoza-Caesaraugusta tuvo lugar, según M. Beltrán, en los años 15-14 a. C. con veteranos de las legiones que lucharon en las Guerras Cántabras. La reforma administrativa de Octavio dio a Caesaraugusta la capitalidad de un conventus, como nos informa Plinio el Viejo, situándola a la altura de otras capitales como Lucus Augusti (Lugo), Bracara Augusta (Braga), Asturica Augusta (Astorga), Clunia (alrededores de Coruña del Conde), Carthago Nova (Cartagena) o Tarraco (Tarragona). En el plano se puede apreciar la planta rectangular y el decumanus maximus paralelo al río, así como los límites marcados por los restos de la fortificación tardía asentada sobre la primitiva muralla augustea. En las proximidades del río se ubicaba el foro mercantil, bajo la actual Plaza de la Seo y más al occidente, el posible foro colonial. El teatro se construyó en el interior del recinto, ocupando el espacio de cuatro insulae, en una zona muy próxima a la muralla. La antigua y esplendorosa Caesaraugusta romana pasa por un periodo de menor relevancia durante la etapa visigoda, aunque se puede destacar la figura de uno de los principales intelectuales de su época, Braulio de Zaragoza, amigo de Isidoro de Sevilla.En el año 713, la ciudad es tomada por las tropas árabes y beréberes que invaden la península y acaban con el reino visigodo. Su dominio beneficia a la ciudad, que a partir de entonces se convierte en una de las más prominentes de al-Andalus. Con la caída del califato de Córdoba no decrece la importancia de Sarakosta o Medina Albaida, como es llamada por los árabes la capital de la Marca Superior de al-Andalus. Convertida en capital de un reino taifa, se construye en este periodo el mejor palacio de Occidente para su época y una de las joyas arquitectónicas del arte islámico, la Aljafería, palacio y recinto fortificado comenzados a construir en el siglo IX.El nombre de Aljafería proviene de su constructor, Abu Jafar Ahmed Almoctadir Bilá (de jafar pasaría a al-jafaría y, más tarde, Aljafería), gobernador de la taifa de Zaragoza entre 1047 y 1081. Tras la toma de la ciudda por parte de Alfonso el Batallador en 1118, el palacio fue utilizado como alcázar por los reyes cristianos. Posteriormente fue modificado durante los reinados de Pedro IV y el de los Reyes Católicos.Con la toma de los cristianos, Zaragoza se convirtió en la capital del reino de Aragón, reino que, pasado el tiempo, pugnará con el de Castilla por lograr la hegemonía sobre la península Ibérica. La Zaragoza medieval deja paso a una ciudad esplendorosa en la Edad Moderna. Capital del reino de Aragón, y por tanto residencia de sus reyes, el matrimonio de Fernando el Católico con Isabel de Castilla unirá ambos reinos, aunque durante mucho tiempo mantendrán separados sus instituciones y fueros particulares. El siglo XVI es un siglo de expansión. La bonanza económica, el crecimiento demográfico y la expansión urbana de una ciudad bien comunicada permanecerán hasta el siglo XVII. En el siglo XVIII, la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza elaborará proyectos de relanzamiento de la economía zaragozana, fruto de los aires ilustrados de renovación. El crecimiento demográfico de la ciudad le lleva a rebasar los 40.000 habitantes durante el reinado de Fernando VII, tendencia que será acrecentada en los años siguientes gracias a la industrialización, que convertirá Zaragoza en un polo de atracción para la emigración interior. Durante la Guerra de la Independencia, Zaragoza se resistió a la invasión napoleónica, sufriendo dos importantes asedios en 1808 y 1809. La mitad de la población -unas 50.000 personas- falleció durante los dos meses que duró el segundo asedio, en el invierno 1808-1809. Dos fueron los personajes más destacados de su defensa, el general Palafox y Agustina de Aragón, desde entonces héroes populares. La ciudad, prácticamente arrasada, debió ser reconstruida en buena medida al término de la guerra. Años más tarde, de nuevo Zaragoza se vería envuelta en un episodio bélico: en 1838, en el transcurso de la primera guerra carlista, fue ganada por las tropas cristinas a las carlistas. Desde entonces, Zaragoza es titulada "siempre heroica e inmortal", aunque a costa de haber sido nuevamente asolada. Como capital de provincia, la Zaragoza del siglo XIX creció como ciudad de servicios: comerciales, militares, administrativos, políticos, jurídicos, educativos y eclesiásticos. Su universidad cuenta, en 1868, con menos de 500 alumnos, y aquella parte de la población que posee tiempo de ocio puede esparcirse en más de siete sociedades artístico-recreativas o en su plaza de toros, con aforo para más de diez mil espectadores. O también en sus dos teatros. En 1864 el ferrocarril llega a Zaragoza, quedando unida de esta forma con Madrid. La Historia ha dejado excelentes monumentos en la capital aragonesa. El más importante de todos es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, construida en el lugar en el que, según la tradición, se le apareció la Virgen al apóstol Santiago. Acompaña a la Catedral la Seo o San Salvador, edificada a lo largo de cuatro centurias y cuya fachada principal es de Julián Yarza, discípulo de Ventura Rodríguez. Deben ser destacados además otros monumentos, como las Iglesias de Santa María Magdalena, San Miguel de los Navarros, San Gil, San Felipe y Santiago, San Pablo Apóstol o San Ildefonso. La actividad económica y política de Zaragoza a lo largo de la Historia ha dejado también construcciones notables, como la Lonja, construida entre 1541 y 1551; la Audiencia, edificada entre 1551 y 1554; o el Palacio de los Condes de Argillo, del siglo XVII. Es de destacar, también, su Museo Provincial de Bellas Artes que, aparte de contener algunas obras del genio aragonés Goya, expone lienzos de Bayeu, Coello, López, Jordán, o Huguet, así como esculturas de Alonso Berruguete o Gil Morlanes.
Personaje Científico
Estudió filosofía en la Universidad de Valencia. Perteneció a la Compañía de Jesús. Se trasladó a Mallorca para dar clases de artes y teología. Allí entró en contacto con Vicente Mut. Continuó enseñando en Barcelona y Valencia, impartiendo clases a científicos de la talla de José Vicente del Olmo y José Chafrión. En esta última localidad se relacionó con algunos expertos en astronomía y matemáticas. A esta época corresponden sus primeras obras. Fue titular de la cátedra de matemáticas en el Colegio Imperial de Madrid, al tiempo que desempeñó otros cargos. En materia de matemáticas publicó "Arithmetica universal", "Geometría especulativa y práctica", "Trigonometría española" y "Geometría magna in minimis", su obra más importante en este campo. Sobre astronomía hay que recordar sus observaciones de los cometas. En el ámbito de la cosmología, su labor fue continuada por Baltasar de Iñigo, Juan Bautista Corachán y Tomás Vicente Tosca.
Personaje Religioso
Fue obispo de la iglesia cesaraugustana y una de las personas más cercanas a los reyes godos. Pasó a la historia como uno de los grandes conocedores de las Sagradas Escrituras y los Santos Padres. Se trasladó a Roma por encargo de Chindasvinto para hacerse con varios ejemplares de teología. Intervino en los concilios de Toledo celebrados entre el año 653 y 656. De su legado escrito cabe destacar sus cinco libros de "Sentencias".
contexto
La Zaragoza medieval deja paso a una ciudad esplendorosa en la Edad Moderna. Capital del reino de Aragón, y por tanto residencia de sus reyes, el matrimonio de Fernando el Católico con Isabel de Castilla unirá ambos reinos, aunque durante mucho tiempo mantendrán separados sus instituciones y fueros particulares. El siglo XVI es un siglo de expansión. La bonanza económica, el crecimiento demográfico y la expansión urbana de una ciudad bien comunicada permanecerán hasta el siglo XVII. En el siglo XVIII, la Sociedad Económica de Amigos del País de Zaragoza elaborará proyectos de relanzamiento de la economía zaragozana, fruto de los aires ilustrados de renovación. El crecimiento demográfico de la ciudad le lleva a rebasar los 40.000 habitantes durante el reinado de Fernando VII, tendencia que será acrecentada en los años siguientes gracias a la industrialización, que convertirá Zaragoza en un polo de atracción para la emigración interior. Durante la Guerra de la Independencia, Zaragoza se resistió a la invasión napoleónica, sufriendo dos importantes asedios en 1808 y 1809. La mitad de la población -unas 50.000 personas- falleció durante los dos meses que duró el segundo asedio, en el invierno 1808-1809. Dos fueron los personajes más destacados de su defensa, el general Palafox y Agustina de Aragón, desde entonces héroes populares. La ciudad, prácticamente arrasada, debió ser reconstruida en buena medida al término de la guerra. Años más tarde, de nuevo Zaragoza se vería envuelta en un episodio bélico: en 1838, en el transcurso de la primera guerra carlista, fue ganada por las tropas cristinas a las carlistas. Desde entonces, Zaragoza es titulada "siempre heroica e inmortal", aunque a costa de haber sido nuevamente asolada. Como capital de provincia, la Zaragoza del siglo XIX creció como ciudad de servicios: comerciales, militares, administrativos, políticos, jurídicos, educativos y eclesiásticos. Su universidad cuenta, en 1868, con menos de 500 alumnos, y aquella parte de la población que posee tiempo de ocio puede esparcirse en más de siete sociedades artístico-recreativas o en su plaza de toros, con aforo para más de diez mil espectadores. O también en sus dos teatros. En 1864 el ferrocarril llega a Zaragoza, quedando unida de esta forma con Madrid. La Historia ha dejado excelentes monumentos en la capital aragonesa. El más importante de todos es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, construida en el lugar en el que, según la tradición, se le apareció la Virgen al apóstol Santiago. Acompaña a la Catedral la Seo o San Salvador, edificada a lo largo de cuatro centurias y cuya fachada principal es de Julián Yarza, discípulo de Ventura Rodríguez. Deben ser destacados además otros monumentos, como las Iglesias de Santa María Magdalena, San Miguel de los Navarros, San Gil, San Felipe y Santiago, San Pablo Apóstol o San Ildefonso. La actividad económica y política de Zaragoza a lo largo de la Historia ha dejado también construcciones notables, como la Lonja, construida entre 1541 y 1551; la Audiencia, edificada entre 1551 y 1554; o el Palacio de los Condes de Argillo, del siglo XVII. Es de destacar, también, su Museo Provincial de Bellas Artes que, aparte de contener algunas obras del genio aragonés Goya, expone lienzos de Bayeu, Coello, López, Jordán, o Huguet, así como esculturas de Alonso Berruguete o Gil Morlanes.
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