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El escultor sienés Tino di Camaino es uno de los artistas más prolíficos y viajeros del Trecento italiano. Trabajó en la catedral de Siena donde se formó, en Pisa, en Florencia y, finalmente, en Nápoles, ciudad en la que estuvo al servicio del rey Roberto de Anjou. Destacan sus realizaciones en el campo funerario y el carácter expresionista de sus personajes, en una versión muy personal del espíritu que late también en Giovanni Pisano. Tino es, asimismo, el artífice de una traslación a tierras meridionales italianas de los renovadores presupuestos artísticos pisanos del primer Trecento.
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De gran parecido con el conocido como Sarcófago de los Dos Hermanos, éste representa en el registro superior las escenas el juicio de Salomón, Adan y Eva, las bodas de Caná y la multiplicación de los panes y los peces. Rossi le dio el nombre de "dogmático" al establecer un paralelismo entre estas y las del registro inferior se representan la adoración de los Magos, la curación de un ciego, Daniel entre los leones, Pedro y el gallo y Pedro bautizando a Cornelio.
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Cádiz ha suministrado dos magníficos ejemplares del tipo sidonio, que aun siendo obras griegas, deben ser consideradas como las piezas artísticas de mayor calidad que aportaron los fenicios a nuestro país. El sarcófago masculino es conocido desde 1887; su aparición produjo una atracción general de los arqueólogos europeos sobre España, ya que no hacía muchos años que habían llegado al Museo del Louvre los primeros ejemplares sidonios y este hallazgo permitía suponer que nuestro suelo podía contener obras de tan alta calidad como las que proporcionaba Oriente. La imagen, labrada sobre su tapa, de un varón barbado que sostiene una granada en la mano izquierda, ha sido una de las más reproducidas en todos los tratados de arte español, por su singularidad, que no ha sido superada hasta la aparición del sarcófago femenino en 1980. El sarcófago varonil tiene las mismas características técnicas y ofrece también detalles anatómicos que no suelen encontrarse en los de Sidón; su peinado es también una peluca de bolas, aunque se aprecien peor por la acumulación de concreciones; la forma de la barba y los rasgos físicos coinciden con obras de talleres griegos establecidos en el sur de Italia a fines del siglo V a. C. Es posible que los sarcófagos gaditanos procedan de un mismo taller, activo durante casi un siglo, que trabaja también en mármol blanco, pero distinto al de Paros. Su estilo sólo puede relacionarse con otro del Museo Metropolitano de Nueva York, que bien podría proceder también de Cádiz, ya que su origen se pierde en las oscuras referencias del mercado internacional de antigüedades. En Cádiz, son numerosas las noticias de hallazgos de sarcófagos en diversas obras, que fueron ocultados, rotos o hechos desaparecer para evitar paralizaciones. En cualquier caso, parece que en el Cádiz fenicio se acogió sin reservas la nueva moda de enterramiento propiciada por los reyes de Sidón, y que durante todo el siglo V a. C. se hicieron repetidos encargos a un buen taller, instalado quizás en el sur de Italia y dedicado al mercado del Mediterráneo occidental.
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Cataluña es la que ofrece dentro de la Península Ibérica un mayor número de sarcófagos antiguos, que demuestran la existencia de relaciones directas y frecuentes con los talleres de Roma y con los de Francia. Entre ellos, se encuentran algunas piezas que tienen sus mejores paralelos en el Norte de África, pero éstos son, en cualquier caso, inferiores en número y calidad a los españoles, con lo que se plantea la duda de dónde puede localizarse el taller común. El falso frente de sarcófago de la necrópolis cristiana de Tarragona, con la imagen del difunto y de dos familiares femeninos, separados por bandas de estrígiles, concuerda por su disposición y estilo con otra pieza de Cartago y ambas parecen estar ejecutadas en el mismo tipo de mármol. Quizás, este sarcófago de las dos orantes fuese traído de Cartago, pero con él se trasladarían a Tarragona un grupo de artesanos que formarían su propio taller en los inicios del siglo V.