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Cataluña es la que ofrece dentro de la Península Ibérica un mayor número de sarcófagos antiguos, que demuestran la existencia de relaciones directas y frecuentes con los talleres de Roma y con los de Francia. El sarcófago de Leocadio de Tarragona es obra de un taller que dejó otras obras en Cartago, pero en él se contiene una excepción iconográfica muy significativa: el rollo de la ley que recibe Moisés de la mano divina está abierto en el extremo y sobre él se ha grabado un crismón, con el sentido de reunir en una misma transmisión la ley mosaica y la de Jesucristo. En el otro lateral nos encontramos con el sacrificio de Isaac, uno de los temas iconográficos más repetidos en los primeros tiempos del cristianismo. El sarcófago está realizado sobre piedra local.
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Se conoce con el nombre de sarcófago de los Dos Hermanos, ya que en la escena central e inscritos en una concha (que simboliza el bautismo) se representan dos rostros de llamativo parecido. Uno de ellos, el mayor, porta el rótulo de las escrituras. A partir de la época de Constantino, la forma más común de representar las escenas bíblicas en los sarcófagos es por medio de registros corridos superpuestos, como aquí vemos, donde se desarrolla todo un programa iconográfico que asegura la salvación del difunto.
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En la cara principal del sarcófago denominado de los Esposos encontramos una concha central donde se hallan los bustos de los difuntos. Esta concha central se presenta rodeada de escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento que aparecen ordenadas en dos registros, en altorrelieve. Entre otras escenas destacan la creación de Eva y su presentación a Adán, la adoración de los Magos, Moisés y la Fuente Milagrosa o la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés. Esta estructura también se encuentra en el Sarcófago de los Dos Hermanos.
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Existen numerosas dudas alrededor de este famoso sarcófago etrusco hallado en pedazos en una tumba de Caere. Los especialistas se plantean numerosas preguntas: si se representa a los cónyuges durante el banquete fúnebre o en cualquier otro banquete de la vida aristocrática; si el sarcófago está realizado para sepultar a ambos esposos o sólo a uno de ellos; por qué se produjo la sustitución de los sarcófagos en forma de cofre por estos lechos comensales. Sí parecen llegar a un acuerdo en cuanto al autor, que no sería griego -aunque las cabezas y los torsos tengan rasgos focenses-, al igual que el principio antihelénico por el que se rige el conjunto como es el desprecio por la parte inferior del cuerpo humano; las piernas no parecen existir aunque el calzado se reproduce con todo detalle.
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En la Península Ibérica contamos con una nutrida representación de sarcófagos, entre los que se encuentran algunos de gran interés. Como en el resto del Imperio, en ellos se reproducen principalmente motivos iconográficos religiosos y mitológicos, relacionados con algunos temas muy concretos; tenemos así, por ejemplo, el sarcófago de Husillos, en Palencia, con una representación del mito de Orestes. El sarcófago fue descubierto en el claustro de la iglesia de este pueblo palentino pero en la actualidad se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, pese a la unánime protesta popular que provocó su marcha del pueblo en 1870.Los episodios de la vida de Orestes se relacionan con la muerte vengadora y el remordimiento posterior. Orestes era hijo de Agamenón y Clitemnestra y hermano de Ifigenia y Electra. Cuando su padre se embarcó en la lucha contra Troya sacrificó a Ifigenia para conseguir buenos vientos. Clitemnestra no perdonó la muerte de su hija y cuando su esposo regresó de la lucha, le asesinó ayudado de su amante Egisto. Cuando Orestes creció se vio inmerso en una tremenda decisión: vengar la muerte de su padre o asesinar a su madre. El oráculo de Delfos le indicó que debía vengar a Agamenón. Con ayuda de Electra mató a su madre y a Egisto, pero tuvo que abandonar el país empujado por las Furias que reclamaban venganza. Gracias a Atenea, Orestes pudo regresar a su patria tras expiar sus crímenes.
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El sepulcro santo conoce un gran auge durante el siglo XIV en Cataluña. Se estaba trabajando en el de Santa Eulalia en 1328, y según informa el mismo documento, era un artista de origen pisano el que lo realizaba. La afluencia de maestros italianos a la Corona de Aragón durante el Trescientos es regular. Se trata de pintores como Rómulo de Florencia; escultores como Andrea Chiesanova; orfebres como Tuccio de Sens (Siena), Tibald de Campania, etcétera. En realidad, la incorporación de los reinos orientales al gótico, se debe a superposición de este arte totalmente formado sobre la tradición tardorrománica local, y esto es debido a la colonización artística resultado del asentamiento tanto de maestros italianos como franceses en esta zona.