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Personaje Otros Político
Nació en Viloria, Valladolid, en el seno de una familia acomodada. Todavía joven, vendió sus pertenencias y entregó el dinero a los pobres, pero al tratar de ingresar en los monasterios de Valbanera y San Millán no fue admitido por carecer de estudios, por lo que se retiró como ermitaño a un lugar agreste de La Rioja, donde trabajó limpiando el monte, cultivando y construyendo muchas obras de infraestructura, como puentes, calzadas y una hospedería en el Camino de Santiago para acoger a los peregrinos, que con el tiempo sería la villa que lleva su nombre. Cuenta la tradición que después de su muerte, ocurrida el 12 de mayo de 1109, continuó obrando milagros, como la resurrección de un alemán falsamente acusado y ahorcado por robar un cáliz. Su festividad se celebra el día 12 de mayo.
obra
De esta obra se conoce con seguridad una fecha concreta, el 5 de septiembre de 1474, que es cuando Bermejo contrata la ejecución de este retablo para la iglesia de Santo Domingo en Daroca. La tabla central es donde aparece sentado el santo y está rodeado por las siete virtudes. Los laterales los terminó su discípulo Martín Bernat. En esta obra aparecen algunas características que aprendió en Flandes seguramente, aplicadas por Bermejo con una gran perfección. Algunas de ellas son la técnica al óleo y esa capacidad de pintar con un gran realismo, muy típico del mundo flamenco. Es un realismo que se ve en las arrugas de las mejillas, en la barba recién afeitada. Sus obras, sin embargo, se diferencian de las flamencas en que estos cuadros tienen un formato pequeño mientras que las dimensiones de los cuadros de Bermejo son bastante grandes, al tiempo que hallamos un peculiar contraste entre las luces y las sombras, siendo ésta una característica más bien del primer Renacimiento italiano. Otro aspecto que diferencia a Bermejo del mundo flamenco lo encontramos en los colores. Las tonalidades de Bermejo son más oscuras y con menos variedad que los flamencos.
Personaje Religioso
Descendiente de una familia noble, recibe una esmerada educación. Tras cursar sus estudios, es ordenado sacerdote en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla. Debido a los enfrentamientos que mantuvo con el rey navarro García de Nájera se trasladó a Burgos. Allí, bajo la protección de Fernando I el Magno, se hizo cargo del monasterio de San Sebastián de Silos. Mientras estuvo en la dirección se encargó de realizar algunas reformas. Con todo ello logró que el cenobio recuperase su esplendor. Para recordar el paso del santo por este centro religioso cambió su nombre por el de Santo Domingo de Silos. Entre los milagros que se le atribuyen, se cuenta que liberó a numerosos cristianos que eran presos de los musulmanes.
obra
Santo Domingo de Guzmán, junto a san Francisco, será una de las figuras más representadas por El Greco; aquí le contemplamos en primer plano, arrodillado, orando ante un crucifijo con las manos entrelazadas y vistiendo el hábito blanco y negro de la Orden de Predicadores fundada por él en 1216. La pureza y austeridad que simboliza su hábito existen también en su rostro y en su actitud, mostrada la figura desde abajo y recortada ante el ya tradicional fondo nuboso. El santo es de proporciones gigantescas, ocultas éstas bajo los pesados ropajes, mientras su cabeza se ve reducida. La factura es rápida y vigorosa, de la Escuela veneciana, modelando a través del color y la luz, en la línea de Tiziano o Tintoretto.
obra
Este enorme cuadro forma pareja con la Curación Milagrosa del Beato Reginaldo de Orléans, aunque la diferencia de estilos hace difícil emparejarlos. La explicación estriba en el grado de intervención del maestro en ambos. Mientras que en la Curación... parece evidente un mayor trabajo del taller, en este Santo Domingo es Zurbarán quien se ocupa de la realización casi en su totalidad. La obra relata un milagro de la Orden dominica, que fue la que encargó la pareja y que estaba ubicada en el Convento de San Pablo, de clausura. Cuenta la aparición milagrosa de la Virgen del Rosario, bajo la apariencia de una joven de delicada hermosura, a un fraile dominico del convento italiano de Soriano. Situada junto a la Magdalena, la Virgen muestra al dominico un retrato sostenido por Santa Catalina. Se trata del verdadero retrato del fundador de su Orden, Santo Domingo. El espacio que contiene la escena ha desaparecido en una absoluta oscuridad que se pone al servicio de las figuras, fuertemente destacadas por las luces y los brillantes coloridos de sus ropajes. El lienzo debía ser contemplado por la comunidad de monjes recluidos, para los que se pone como llamada de atención una hermosísima María Magdalena, que con su mirada directa atrae los ojos del espectador para introducirlo en el asunto del óleo. La santa, antigua pecadora, aparece como una joven con los pies desnudos y los cabellos sueltos sobre los hombros. Una imagen de evidente atractivo estético.
obra
Desde 1630 la calidad del dibujo de Juan del Castillo evoluciona favorablemente, al tiempo que sus obras presentan una mayor maestría en las composiciones como podemos observar en este lienzo donde aún encontramos ecos del manierismo sin renunciar al naturalismo descriptivo cuyo máximo representante es Roelas.
obra
La experiencia de Berruguete en Italia en la corte de Federico de Montefeltro, no logró hacerle abandonar, a su vuelta a España, la formación flamenca adquirida en Castilla en un primer momento. Con todo, la experiencia de Berruguete a su vuelta de Italia supuso una gran renovación en la pintura castellana preparándola para asumir las novedades que pronto aportarían otros pintores como el francés Juan de Borgoña.
obra
La figura de Santo Domingo repite el esquema habitual en las representaciones de santos aislados desarrollada por El Greco en el siglo XVII al colocar al personaje en primerísimo plano ante un fondo de nubes. El santo ya no puede estar más estilizado, su canon es de uno a trece - la cabeza es la decimotercera parte del cuerpo, cuando en el canon clásico es la séptima - alargando las manos huesudas y creando un ambiente místico soberbio. Sobre el hábito blanco del santo se realiza un admirable juego de luces y sombras, en los pliegues de la zona baja del lienzo al estar el santo arrodillado. La anatomía heredada de Miguel Ángel, presente en sus primeros trabajos, deja paso a cuerpos lánguidos, huesudos, donde las vestiduras ocultan toda referencia anatómica. El estilo vigoroso característico en la pintura veneciana sigue presente, resultando una obra de admirable espiritualidad.
obra
Aunque las referencias de la escultura de Juni hay que buscarlas en Francia, de donde es originario, o en Borgoña, en los grupos figurativos de sus Santos Entierros de Valladolid o Segovia podemos constatar determinadas influencias y paralelismos con artistas italianos como Rustici o Miguel Angel. El carácter dramático del grupo, su fuerza expresiva y el desarrollo de mecanismos emocionales del conjunto son sólo algunas de las cualidades que justifican su éxito y la influencia que ejerció en la imaginería castellana posterior. El conjunto fue encargado por fray Antonio de Guevara destinado a su capilla funeraria del vallisoletano convento de San Francisco, convirtiéndose en la primera obra de Juni documentada en la ciudad del Pisuerga. El emplazamiento original fue destruido, pero Juni mantiene el efecto escenográfico deseado. Todas las figuras se hallan alrededor de la figura central del yacente, flanqueado por Nicodemo y José de Arimatea, acompañados de dos de las santas mujeres para ocupar el grupo de la Virgen y san Juan el espacio central. Las figuras presentan diferentes expresiones, apreciándose en el grupo un concentrado dolor que se transmite al espectador.
obra
Las visiones que plantea Caravaggio son siempre altamente impactantes. A la hora de plasmar la tradicional escena del Descendimiento de Cristo al sepulcro, emplea una composición vibrante, en movimiento continuo e inestable, como sólo tal vez Miguel Angel habría podido idear. La influencia de este gran genio precursor del manierismo está muy presente en la obra de Caravaggio, especialmente en este óleo: efectivamente, el cuerpo de Cristo inerte parece imitar al Cristo muerto de la famosa Pietá del Vaticano. De hecho, el carácter escultórico de la obra de Miguel Angel parece haberse transmitido a todo el grupo, que posee la rotunda monumentalidad de figuras de bulto redondo en vez de pintadas sobre una superficie plana. Una nota característica del lienzo es, como resulta frecuente en el artista, la elección de un breve momento de la acción, casi a modo de instantánea, que concentra todo el movimiento y el dramatismo en el mismo segundo en que los discípulos van a alojar el cuerpo de su maestro en la tumba, de una piedra fría y grisácea.