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monumento
La obra cumbre que el genio de Buonarroti proporcionará a Roma como cabeza de la catolicidad es la definitiva construcción de la basílica de San Pedro, que ni Bramante, Rafael, Peruzzi, Giuliano de Sangallo ni su sobrino Antonio de Sangallo el Joven habían podido levantar desde la primera piedra bendecida por Julio II en 1506. Cuando falleció el último Sangallo en 1546, el Papa puso en manos de Miguel Angel la conclusión de tan diferida espera. Volvió el artista a la prístina idea bramantesca del plan central, ahora con una sola entrada principal y no las cuatro abiertas por Bramante a los extremos de la cruz griega, y la dotó de robustos pilares ochavados en el crucero para sostener una más grandiosa cúpula sobre tambor. El sistema del equilibrio exigido por la cúpula también coincide con la solución bizantina de contrarrestarla con cuatro cúpulas menores tras los pilares -sólo se construirán con tambor dos de ellas por Vignola-, con lo que se disponían naves en planta cuadrada en torno al ochavo central, donde se dispondrá el altar de la Confesión sobre la tumba de San Pedro. En los impresionantes ábsides dispuso pilastras de orden gigante que acomodan ventanas en dos y tres pisos, y sobre enorme cornisa levanta un ático de ventanales apaisados en contraposición dialéctica, que también trasladará al altísimo tambor de la cúpula. Esta se eleva, con sus 42 m de diámetro, no sólo por encima de las colinas famosas de la urbe, sino sobre toda la arquitectura romana imperial, al superponer la magnitud del Panteón de Agripa sobre unas naves que rivalizan con las bóvedas de la basílica de Majencio y Constantino. Lo único que trastocó su idea de dominio absoluto de la cúpula fue la adopción más tarde por Maderno de la planta final de cruz latina, con lo que se pierde la visión exenta cuando se la mira próximo a la fachada principal. Pero desde los Jardines Vaticanos y en lontananza, la cúpula miguelangelesca es la cima por excelencia de todo el Cinquecento. Como segundo arquitecto de San Pedro tuvo Miguel Angel unos años al español Juan Bautista de Toledo, a quien Felipe II llamará en 1563 para trazar el monasterio de El Escorial. A la muerte del gran florentino, una parte del proyecto, como las dos cúpulas menores, será obra de Vignola, y la grandiosa cúpula, concebida con doble casquete, fue terminada con mayor peralte por Giacomo della Porta.
museo
La iglesia de Santa Magdalena de Vézelay, pertenece al grupo de edificios del románico francés que reciben la influencia directa del monasterio de Cluny. Iniciadas sus obras en el año 1120 se terminan en el 1140, marcando su arquitectura una etapa entre la obra de Cluny y las primeras catedrales góticas. Vézelay era después de Cluny, la abadía más rica de Borgoña, por lo que es lógico que su monjes quisieran imitar la grandeza del primer monasterio. La nave de la iglesia tendrá la misma longitud aunque no su altura y su mayor aportación fue su cubrición con bóveda de cañón reforzada con arcos fajones, en tanto que en las naves laterales se utilizan bóvedas de arista; el derrumbamiento de la gran bóveda de cañón que cubría la nave de Cluny hizo que en Vézelay se utilizara esta solución; los arcos fajones y las bóvedas de arista permitían repartir mejor los empujes laterales y posibiltara la apertura de ventanas altas en los muros de la nave sin dañarla; reforzada con arcos fajones y con un escalonamiento en los pilares, la solidez del conjunto estaba asegurada. De Italia recibirá la alternancia de colorido en las dovelas de los arcos. Uno de los elementos más característicos en esta iglesia lo constituye su extraordinaria portada, cuyo tema principal está dedicado a Pentecostés. Cristo inscrito en una enorme mandorla extiende sus brazos otorgando a sus discípulos, reunidos en su derredor, el "don de lenguas" para predicar su doctrina por los diversos pueblos y razas que, simbólicamente están representadas en las partes más exteriores del tímpano. La arquivolta que rodea el tímpano contiene inscritos en círculos los doce signos del zodíaco y los doce meses del año, éstos simbolizados por las tareas agrícolas que corresponden a cada momento. Estéticamente, aparte del fuerte expresionismo y antinaturalismo, que es coherente con los presupuestos románicos, la composición de esta portada es sumamente interesante por el trazado en zig-zag que confiere a la figura de Cristo, rompiendo con el tradiconal hieratismo que solía utilizarse, así como los finísimos pliegues de la vestimenta del redentor que contribuyen intensamente a generar la idea de movimiento y torbellino que, según los Evangelios, acompañó a la venida del Espíritu.
obra
En el famoso santuario de Vézelay se construyó un edificio de gran capacidad para que pudiese acoger a los numerosos peregrinos que acuden a venerar las reliquias de la santa. Iniciado el templo en el XI, tristes sucesos paralizaron las obras, que tardarían en reanudarse. Hacia 1140-1150, las tres largas naves estaban concluidas. Finalizando la centuria se le añadió una cabecera gótica. Las naves han perdido la monumentalidad de los tres órdenes que veíamos en Cluny III, y se reducen a dos niveles separados por una imposta ornamentada: intercolumnio de arcos semicirculares apeados en pilares cruciformes, y un orden de ventanas. Esta organización produce un aspecto demasiado macizo y pesado del muro. Las tradicionales bóvedas de arista cubren todos los tramos, incluidos los de la nave central. La falta de una ordenación puramente arquitectónica es suplida por una cuidadosa preocupación de la escultura de los capiteles y ornamentación de los vanos, especialmente en su gran portada.
obra
Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
obra
Presenta tres naves con un transepto integrado y un ábside axial. La fachada fue construida por Ferdinando Fuga entre 1735 y 1743.
obra
Con sus 75 metros y su imponente volumen, el campanille de la iglesia de Santa Maria Maggiore domina el paisaje arquitectónico de la zona del Esquilino donde se alza la basílica.
obra
Tal vez el diseño más elegante de Ferdinando Fuga sea el de la fachada de Santa María Maggiore. Buen conocedor de la arquitectura del manierismo, admirador de Miguel Angel y con un sentido constructivo próximo a la severidad de los ingenieros militares, como confirmarán con posterioridad algunas obras hospitalarias realizadas tanto en Roma como en Nápoles, a donde fue, en 1751, llamado por el futuro Carlos III, Fuga realiza en la fachada de la basílica paleocristiana una magnífica y delicada intervención arquitectónica. Propone una doble logia, no tan rígida como la de Galilei para San Juan de Letrán, creando un ritmo de transparencias y de jerarquía ornamental enormemente atractivo. Dos cuerpos superpuestos de pilastras y columnas adosadas, entre las que se organizan los huecos, confieren ligereza a un diseño que no pretende negar el interior, sino subrayar su estructura.