La basílica de Valeria estaba destinada a la administración de justicia y la contratación de mercancías. Se situaba en el lateral norte del foro y para su edificación fue necesario desmontar un pórtico bipartito en forma de U.
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monumento
El foro de la ciudad de Tarraco estaba integrado por la basílica, la plaza, el capitolio y otros edificios que se extenderían al sur de la basílica hasta las proximidades del teatro. A pesar de la intensa degradación sufrida por los restos desde su exhumación hasta la sistematización actual, se ha podido determinar que nos hallamos ante una basílica de tres naves, con un pórtico perimetral con columnas de orden corintio. En el lado norte de la misma, se abre una sala en disposición axial, identificada como la aedes Augusti, flanqueada por dos series de seis cámaras. La sala axial presenta un pavimento marmóreo y, adosado al muro de fondo, un pedestal, probablemente para una imagen del emperador. Todos estos elementos corresponden a la reforma augustea del foro tarraconense.
monumento
Hispania proporciona magníficos ejemplos en edificios oficiales o públicos como los enormes foros de Tarraco, o el foro de Valeria (Cuenca), una sencilla ciudad del interior donde sorprende encontrar ingentes obras de aterrazamiento y la construcción de uno de los ninfeos con fachada monumental más grandes del Imperio. El foro de Valeria se planeó y comenzó pocos años antes del cambio de Era y, precisamente, las obras principales, como la creación de la terraza superior y su muro de contención al Este, así como el gran ninfeo pertenecen a este momento. La basílica estaba destinada a la administración de justicia y la contratación de mercancías. Se situaba en el lateral norte del foro y para su edificación fue necesario desmontar un pórtico bipartito en forma de U, algunos de cuyos restos aún hoy podemos observar. Sobre una cimentación de machones se levantó la basílica propiamente dicha, diseñándose un edificio de tres naves, característicos de la topología constructiva basilical. Fue reformada en tiempos de Claudio.
obra
En 1750 Ventura Rodríguez interviene en las obras de la Basílica del Pilar y realiza importantes modificaciones, renovando la decoración interior y diseñando la Santa Capilla y el Coreto, al tiempo que cambia el trazado exterior añadiendo ocho cúpulas a la central -que se había pensado como única- y cuatro torres en las esquinas -concluidas a mediados del siglo XX-, configurando un edificio reconocible desde todos los puntos de la ciudad;
museo
La traza de la basílica de El Pilar de Zaragoza se debe a Felipe Sánchez en los primeros años del siglo XVIII, eligiendo la planta rectangular y una torre en cada esquina siguiendo la tradición de Juan de Herrera inaugurada en el palacio de El Escorial. Herrera el Mozo realiza una serie de mejoras en la traza que aportan mayor esbeltez, aunque mantiene el aspecto herreriano. El cabildo catedralicio zaragozano decidió en la década de 1770 encomendar las tareas de decoración a artistas locales, debido al prestigio alcanzado en la corte madrileña por Francisco Bayeu. Bayeu fue elegido como director de la obra, delegando los trabajos en su hermano Ramón y en su cuñado, Goya. Precisamente Goya ya había decorado una de las bóvedas - concretamente la del Coreto - por lo que el éxito casi estaba asegurado. Sin embargo, la decoración de la cúpula del Pilar provocó el enfrentamiento entre ambos artistas por motivos estilísticos, creando un deseo de abandonar en el joven Goya que pronto será superado. En la antigua sala de oración se encuentra el Museo de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, exhibiéndose algunos de los bocetos realizados por Goya y Ramón Bayeu para la decoración de las bóvedas. También se pueden apreciar alhajas donadas a la Virgen, coronas y mantos de la "Pilarica".
obra
En 1750 Ventura Rodríguez interviene en las obras y realiza importante modificaciones, renovando la decoración interior y diseñando la Santa Capilla y el Coreto, al tiempo que cambia el trazado exterior añadiendo ocho cúpulas a la central -que se había pensado como única- y cuatro torres en las esquinas -concluidas a mediados del siglo XX-, configurando un edificio reconocible desde todos los puntos de la ciudad; edificio de singulares características por el empleo de ladrillo en su construcción -en sintonía con las obras mudéjares y renacentistas de Zaragoza-, la policromía de las tejas de sus cúpulas y el aspecto bizantino de la estructura que recubre el templo.