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Durante su viaje de bodas en 1818 realizó numerosos dibujos y estudios contenidos en su cuaderno llamado de Oslo, por el lugar donde se conserva. De él procede uno de los elementos de este lienzo de hacia 1820, la barca de remos a la izquierda. Aunque sea de difícil apreciación, se trata de una variante del tema de la figura contemplativa, aunque en un contexto muy peculiar. Dicha figura se sitúa en la popa del velero amarrado en el centro de la composición; sin embargo, no se dirige, como en la mayoría de las obras de Friedrich, hacia el sol poniente o la luna, hacia la luz, reflejo cristiano de Dios. Su mirada se dirige hacia la citada barca de remos, en la que dos figuras reman hacia un destino desconocido. Por tanto, el tema es la separación y el destino. A diferencia de otras ocasiones, no es la naturaleza la que provoca en nosotros una visión: el mensaje se apoya en las figuras, hecho característico de los años veinte en Friedrich. La composición se estructura sobre una diagonal formada, de izquierda a derecha, por los postes y el velero que pasa hacia un horizonte abierto por la derecha. Como es común desde su Monje en la orilla del mar en sus paisajes marinos, el mar ocupa casi las tres cuartas partes del lienzo. El mástil y el aparejo del barco central forman una cruz muy similar a la de La cruz en el Mar Báltico.
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El año 1874 será muy importante para los impresionistas ya que realizarán la primera exposición del grupo. Su organización no estuvo exenta de complicaciones y en ella participaron Boudin, Monet, Pissarro, Cèzanne, Sisley, Renoir, Gautier, Morisot y Bracquemond. Entre el 15 de abril y el 15 de mayo 3.500 parisinos tuvieron la oportunidad de contemplar en las salas del fotógrafo Nadar las obras de este grupo que se autodenominaba "Sociedad anónima cooperativa de artistas pintores, escultores y grabadores". El nombre de "impresionistas" lo acuño de forma despectiva el crítico Louis Leroy al llamar su atención el cuadro de Monet titulado Impresión, sol naciente. Antes de participar en la exposición, Monet estuvo en Le Havre realizando algunos cuadros que tomaron parte en la muestra, como éste que contemplamos. El pintor nos presenta un día lluvioso en el que las nubes se entremezclan con el humo de los barcos para crear una sensación atmosférica que recuerda a las obras de Londres. En primer plano un amplio número de figuras pasean por el malecón, acentuando el ajetreo del puerto con la entrada y salida de las embarcaciones. Rápidos toques de pincel sirven al maestro para crear una composición tomada directamente del natural, cuya iluminación y colorido contrasta con obras realizadas en Argenteuil recientemente -véase Camille Monet en la ventana- lo que nos indica claramente que Monet no tiene una luz preferida sino que gusta de trabajar con diferentes iluminaciones que tienen en común ser tomadas directamente del natural, para crear así efectos e impresiones distintas.
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Las marinas escasean en el catálogo de Jacob van Ruisdael pero las existentes alcanzan el grado de dramatismo que observamos en esta imagen. El encrespado mar y el fuerte viento dominante juegan con las numerosas embarcaciones que pueblan el estuario del río, contemplándose en la línea del horizonte la lejana silueta de la ciudad de Amsterdam. El espacio ocupado por el cielo es muy amplio, cargado de nubes que distribuyen la iluminación en las aguas, creando sensacionales contrastes de claroscuro que aumentan la tensión de la escena. La luz impacta en la vela de la embarcación destinada al transporte de viajeros que contemplamos en primer plano, resaltando el color blanco en un conjunto dominado por azules y grises. La maestría alcanzada por Jacob en los paisajes hacen de su obra una de las más interesantes del Barroco holandés.