Fue educado en La Redondela, localidad cercana a Isla Cristina, y completó su formación en Madrid. Su pasión por conocer otras tierras le llevó a recorrer varios países europeos, donde conoció los nuevos aires que conllevaban la democracia y el liberalismo. Barcia refleja todas estas ideas en "El progreso y el cristianismo", obra que se censuró porque su contenido se oponía a las normas establecidas. Este sería el punto de partida de su trayectoria literaria. Sus artículos políticos reflejaban una clarividencia absoluta, además de su capacidad intelectual. De nuevo en obras como "Un paseo por París", "Las armonías morales" o "Historia de los Estados Unidos de América", incide en la experiencia política que viven otros países. Por otra parte, su "Diccionario de sinónimos" y su "Diccionario etimológico de la lengua castellana" le sirvieron para ganarse el respeto entre los intelectuales de su tiempo. Gran parte de sus artículos fueron publicados en "La Democracia", el diario creado por Emilio Castelar. Si bien es cierto que con ellos se granjeó la simpatía de un público determinado, también lo es que ello le provocaría algunos problemas con el sistema. Estando en Cádiz fundó "El Demócrata Andaluz", un periódico que apenas pudo sobrevivir debido a las trabas impuestas por el clero. Ante esta situación Barcia escribió "Teoría del infierno", donde exponía sin ningún tapujo los vicios de la Iglesia en España. Ante el conato revolucionario surgido en 1866, en tiempos de O'Donnell, tuvo que exiliarse a Portugal. Dos años después con el triunfo de La Gloriosa regresaría a España. Desempeñó el cargo de diputado y volvió a fundar un diario, llamado La Federación Española. Es entonces cuando desde una postura republicana defiende el federalismo y cantonalismo. Su exaltación a la hora de defender sus ideas provocó que fuera acusado de ser cómplice en el asesinato de Prim. La falta de pruebas permitió que recobrara la libertad. Con la I República (1873) se convirtió en uno de los principales dirigentes del cantonalismo. Con una serie de republicanos fanáticos provocó la sublevación federal de Cartagena. Debido a su implicación en los hechos se exilió a Francia donde se dedicó de lleno a la literatura. En 1875, con Cánovas en el poder, vuelve a España y allí permaneció hasta la fecha de su muerte.
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contexto
La ciudad romana de Barcino es el precedente inmediato de la actual ciudad de Barcelona. Colonia romana, fue fundada durante el reinado del emperador Augusto (27 a.C.-14 d.C.) en la llanura litoral que comprenden el Besós y el Llobegrat. El primitivo recinto fue edificado sobre una colina que se llamó Mons Taber. Para su construcción se siguieron las pautas urbanísticas romanas, es decir, planta rectangular extendida sobre dos ejes (decumanus y cardo maximus) que se encontraban en el foro. Este coincide actualmente con la ubicación de la plaza de Sant Jaume. Como modo de honrar a Augusto, emperador divinizado, sobre la colina se construyó un templo, del que hoy tan solo pueden apreciarse cuatro columnas dentro del Centre Excursioniste de Catalunya. El papel estratégico de Barcino, punto de llegada de los grandes ejes norteño y mediterráneo, otorgó a la ciudad desde muy pronto un activo desarrollo comercial y económico. Sin duda, esto provocó un importante aumento de la población y la expansión de la pequeña ciudad original. Este proceso de crecimiento en tamaño e importancia se vio refrendado cuando, a principios del siglo IV y tras la primera invasión de francos y alamanes, Barcelona había relegado a Tarraco como capital de la provincia romana denominada Hispania Citerior. De esta época (fines del siglo III y comienzos del IV) aun son visibles los restos de la muralla.
obra
Hacia 1874 Manet realizó una pequeña serie de acuarelas protagonizadas por barcos de pesca, siendo ésta que contemplamos la única que firmó. Las figuras de las embarcaciones dominan todo el conjunto, ejecutado con trazos firmes y seguros. Los colores empleados retoman el gusto por el contraste entre las tonalidades claras y oscuras que era tan atractivo para el maestro en la década de 1860. En esta composición se aprecian ecos del pintor de origen holandés J. B. Jongkind, muy amigo de Monet.