En los últimos años Cézanne empleará el tema de los bañistas para unificar la figura humana y el paisaje. La culminación de toda esta serie serán las Grandes bañistas, realizando numerosos trabajos previos para llegar a ese hito pictórico. En esta evolución destaca el lienzo de los cuatro bañistas. Las figuras se sitúan alineadas en primer plano lo que resta profundidad a la composición. La superficialidad de la escena se ve reforzada por los árboles que observamos en los laterales y que sólo permiten contemplar un ligero claro tras el segundo hombre desde la izquierda. El maestro emplea pequeña pinceladas verticales como elemento común a todos los elementos de la escena, interesándose por hacer del color el vehículo con el que consigue recuperar la forma. Las siluetas de las figuras quedan remarcadas con una línea oscura, en sintonía con los trabajos de Gauguin.
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Partiendo del Impresionismo, Renoir reacciona contundentemente ante la paulatina desaparición de la forma a la que se había desembocado, especialmente en Monet. Y esa reacción vendrá de la mano de figuras femeninas desnudas como estas bañistas, en las que está presente el recuerdo de Rubens por sus amplios cuerpos de rollizas y rosadas carnes. Evidentemente, Renoir no pierde la referencia a elementos típicos del estilo en el que trabajó durante muchos años, interesándose por las cuestiones lumínicas y el color, empleando en algunas zonas una pincelada suelta, con pequeñas comitas como hacían los impresionistas. Sin embargo, sus figuras recuperan la línea y el volumen haciendo del Impresionismo una pintura más clasicista que en sus inicios.
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Durante toda su vida se interesó Cézanne por los desnudos y los bañistas en la naturaleza. En sus últimos años se convertirá esta temática en la más atractiva para el artista, trabajando en varios lienzos que quedaron sin concluir cuando falleció. Con estas obras se manifiesta una evocación hacia el arte clásico, aludiendo a que Cézanne deseaba "pintar como Poussin, pero a partir de la naturaleza". No olvidemos que el maestro de Aix pasó largo tiempo en el Louvre, copiando a sus pintores favoritos: Tiziano, Giorgione, Rubens... En esta escena observamos un amplio grupo de figuras femeninas en primer plano, ocupando la naturaleza un papel relevante en la composición. Líneas oscuras delimitan los contornos tanto de las mujeres como de los árboles, en sintonía con el sintetismo de Gauguin, mientras que el color está aplicado de manera vibrante, trabajando con una armonía de azules, verdes y rosas de gran impacto visual. Las iluminaciones son arbitrarias pero provocan sombras coloreadas, relacionadas con el impresionismo. Estas obras serán una de las principales inspiraciones para artistas de la vanguardia como Picasso o Matisse.
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En más de 200 óleos, acuarelas, litografías o dibujos trató Cézanne el tema de los bañistas. Empezó en la década de 1870 y lo culminó con los lienzos de las Grandes bañistas. Curiosamente, el maestro nunca empleo modelos vivos en la naturaleza, utilizando los bocetos tomados durante su aprendizaje en la Académie Suisse o los modelos inspirados en los grandes maestros clásicos del Louvre. Por esta razón, estos trabajos gozan de la monumentalidad clásica de Rubens, Tiziano, Giorgione o Poussin. Con la temática de los bañistas, el genio de la Provenza deseaba unir en armonía el paisaje y la figura humana, fundiéndose el desnudo con el entorno. En esta ocasión se trata de una serie de mujeres desnudas delante de una tela, a modo de tienda de campaña, mientras otras se disponen a darse un baño. Cézanne se interesa por la forma de las figuras no por su individualidad. Por esta razón, emplea el color para recuperar los volúmenes y las formas que se estaban perdiendo en el impresionismo, utilizando una línea oscura en la silueta de las figuras. Incluso su buen amigo Renoir utilizaría también las bañistas para recuperar la forma perdida durante su etapa más impresionista. La paleta es bastante limitada, aplicándose las diferentes tonalidades de manera fluida aunque en algunas zonas se mantenga la pincelada corta y en diagonal, con la que dota de mayor dinamismo a la composición. Con estos trabajos enlaza la famosa frase del maestro: "Quiero pintar como Poussin pero a partir de la naturaleza".
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La fecha de este lienzo varía con frecuencia ya que se trata de un estudio incompleto que quedó en el taller de Manet tras su fallecimiento en 1883. Dos jóvenes bañistas, iluminadas por un potente foco de luz que acentúa la claridad de sus pieles, se recortan sobre un fondo neutro. El abocetamiento se adueña del conjunto a pesar de la existencia de un dibujo firme en las dos mujeres. Los especialistas debaten si se relaciona con la Ninfa sorprendida o con la Mujer joven vestida a la moda oriental, lo que haría cambiar las fechas en varios años. La hipótesis que plantea su relación con estudios académicos tan habituales en aquellos años - véanse las Bañistas de Bouguereau o el Nacimiento de Venus de Cabanel - tampoco es muy descabellada. En suma, un nuevo ejemplo de desnudo femenino salido del pincel de Manet al igual que la Olimpia, aunque estas bañistas no provocaron tanto escándalo.
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Al contemplar este lienzo no podemos dejar de pensar en Puvis de Chavannes y también en Hodler. Aunque se dedicará sobre todo durante la última década a la xilografía y sólo episódicamente trata asuntos simbolistas, este cuadro es particularmente representativo de dicha estética. Una serie de mujeres gozosas y ociosas en un paisaje típicamente Nabi sin ninguna preocupación naturalista ni ilusionista. La alternancia de color, los juegos de rectas y curvas y la disposición casi reticular uniformizan la representación en un entomo en el que la artificialidad del orden, la sobriedad y el equilibrio del dibujo -Vallotton era un gran admirador de Ingres- y del color nos transmiten un sentimiento de desprecio por lo accidental y momentáneo y la búsqueda de valores eternos.
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La intensidad del color verde de la hierba sobre la que se sitúan ambas bañistas resulta lo más significativo de esta escena, contrastando con las carnaciones de ambas figuras. La influencia de la fotografía al cortar los planos vuelve a ser significativa, encontrándonos cierta relación con la pintura de vanguardia en los años finales del siglo XIX, concretamente Gauguin o Cézanne. Estas escenas podrían influir algo más tarde en Matisse.
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Fue el mismo hijo de Jean Clouet, François, quien ocupó el cargo de su padre en la corte de Francisco I. En esta obra, representa en primer término a Diana rodeada de sátiros y ninfas con un fondo de paisaje arbolado donde un hombre pasea a caballo. Las figuras de la diosa y la del personaje misterioso a caballo se han identificado con las del rey Enrique II y su amante Diana de Poiters.
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Rembrandt ha unido en un mismo conjunto dos historias que tienen como protagonista a Diana: el embarazo de Calisto y Diana sorprendida por Acteon. Los dos relatos están tomados de la "Metamorfosis" de Ovidio y se presentan de forma unitaria. Calisto, una de las ninfas favoritas de Diana, quedó embarazada fruto de una relación con Zeus. La ninfa intentó ocultar su estado pero fue descubierta por sus compañeras al sugerirse un baño de todas las ninfas en una fuente y Calisto no despojarse de sus ropas. Diana expulsó a Calisto de su corte y la convirtió en osa, salvándola Zeus de una muerte segura al convertirla en estrella al igual que a la hija que nació, siendo éste el origen de las constelaciones de la Osa Menor y la Osa Mayor. En el lienzo, Rembrandt ha situado esta escena en la zona de la derecha, agolpándose todas las ninfas sobre Calisto que permanece vestida, creando una magnífica sensación de lucha. En la izquierda observamos a un hombre acompañado de perros de caza: se trata de Acteon, joven cazador que persiguiendo un ciervo descubrió a Diana bañándose con sus ninfas. Para evitar que Acteon contara su hallazgo, fue convertido en ciervo y devorado por sus propios perros.Las figuras se encuentran en una zona boscosa, iluminadas por una potente luz que resbala por sus dorados cuerpos, recordando a Rubens. En la lejanía se abre el paisaje para otorgar la sensación de perspectiva, siguiendo Rembrandt grabados procedentes del Renacimiento Italiano, especialmente de Tiziano, que son reinterpretados por el maestro para obtener una obra de sublime calidad. Los gestos de las ninfas delatan al gran retratista que hay en Rembrandt, creando un conjunto donde el movimiento y la alegría han sido soberbiamente captados, aunque la temática apueste por el drama.