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obra
Para esta elegante escena de baile urbano posaron Suzanne Valadon -la misma modelo que empleó para Baile en Bougival- y Eugène-Pierre Lestringuez. La postura de las figuras varía en relación con su compañera -Baile en el campo- al presentar a la dama de espaldas apoyada delicadamente en el hombro de su pareja. Su bello rostro se recorta sobre el traje negro del bailarín, apreciándose en el fondo referencias arquitectónicas -para indicar que se trata de un interior- y varias plantas, en las que impacta la luz de gas. Los colores empleados recuerdan a Manet, especialmente por el uso del negro contrastando sobre el blanco. El elegante vestido de larga cola que porta Suzanne -precisamente no aparece entero por influencia de la fotografía- tiene unos magníficos reflejos malvas de la luz artificial, así como los pliegues que crean la sensación táctil de la tela. El movimiento pausado de esta danza ha sido interpretado magistralmente, interesándose el pintor por buscar los contrastes con su compañera. Pero la obsesión de Renoir en estos momentos no es ni la luz ni el color sino recuperar el dibujo y los volúmenes, que paulatinamente estaban perdiendo tanto Monet como él mismo, iniciando un nuevo periodo en el que las formas ocupan un lugar fundamental en la pintura de Pierre, denominado "periodo ingresco" o "periodo seco".
obra
La pintura de García Ramos está caracterizada por un seguro, elegante y firme dibujo gracias al que los personajes consiguen una excelente vitalidad expresiva. Su pincelada es fluida y rápida, aplicando una capa pastosa de pintura, en sintonía con el estilo realista impuesto por Pradilla en el último tercio del siglo XIX. Los contenidos de sus escenas son siempre anecdóticos y triviales, incorporando apuntes de humor, ignorando la tragedia y la dramática situación de las clases populares de su tiempo.
lugar
Localidad española situada en la provincia de Jaén, cuenta con una población actual de 18.000 habitantes. Está situada a 39 kilómetros de la capital y es famosa, entre otros motivos, por la batalla que enfrentó a las tropas francesas con los sublevados españoles, el 19 de julio de 1808, y que finalizó con la derrota de las primeras. Las primeras referencias bibliográficas y el primer nombre con que se conoce a la localidad, Baritto, son de origen turdetano, pues parece que existió un poblado fenicio. Tuvo también ocupación griega y romana, siendo conocida por estos últimos como Baécula-Caecilia y Baécula-Bética. En etapa árabe Bailén debió de ser una aldea, pues apenas aparece nombrada en las fuentes. Únicamente ha quedado de este periodo el castillo árabe y una mezquita construida entre el 860-880, por Abd al-Rahman I. Bailén fue tomada por los castellanos en 1311, siendo vendida poco después a Pedro Ponce de León, señor de Marchena. El máximo apogeo le llegó en 1440, cuando Juan II otorgó el título de Conde de Arcos a uno de sus descendientes. En 1481 la localidad pasó a la familia de los Montemayor y, un siglo después, a la duquesa de Benavente y Osuna, hasta el siglo XIX. La fama universal de Bailén se debe a la batalla que enfrentó a las tropas francesas de Napoleón, capitaneadas por Dupont, con los españoles capitaneados por el general Castaños, siendo derrotados los primeros e iniciándose su ocaso imperial. Durante los siglos XIX y XX ha ido aumentando su población, siendo un importante centro industrial y de servicios.
contexto
Bailes de México Moctezuma tenía otro pasatiempo, que regocijaba a los de palacio y aun a toda la ciudad, pues es muy bueno, largo y público, el cual, o bien lo mandaba él hacer, o bien venían los del pueblo a hacerle en palacio aquel servicio y solaz, y era de esta manera: que después de la comida comenzaban un baile, que llaman netoteliztli, danza de regocijo y placer. Mucho antes de comenzarlo, tendían una gran estera en el patio de palacio, y encima de ella ponían dos atabales: uno pequeño, que llaman teponaztli, y que es todo de una pieza, de palo muy bien labrado por fuera, hueco y sin cuero ni pergamino, pero se tañe con palillos como los nuestros. El otro es muy grande, alto, redondo y grueso como un tambor de los de aquí, hueco, tallado por fuera, y pintado. Sobre la boca ponen un parche de venado curtido y bien estirado, y que apretado sube el tono, y flojo le baja. Se tañe con las manos, sin palos, y es el contrabajo. Estos dos atabales concertados con voces, aunque allá no las hay buenas, suenan mucho, y no del todo mal. Cantan cantares alegres, regocijados y graciosos, o algún romance en loor de los reyes pasados, recontando en ellos guerras, victorias, hazañas y cosas semejantes; y esto va todo en copla por sus consonantes, que suenan bien y agradan. Cuando ya es tiempo de comenzar, silban ocho o diez hombres muy fuertes, y luego tocan los atabales muy bajo, y no tardan en venir los bailadores con ricas mantas blancas, encarnadas, verdes, amarillas y tejidas de diversos colores; y llevan en las manos ramilletes de rosas, o abanicos de pluma, o de pluma y oro. Muchos vienen con papahígos de pluma, o carátulas, hechas de forma de cabezas de águila, tigre, caimán y animales salvajes. Se juntan a este baile mil bailadores muchas veces, y cuando menos cuatrocientos, y son todos personas principales, nobles y hasta señores; y cuanto mayor y mejor es cada uno, tanto más junto está de los atabales. Bailan en corro cogidos de las manos, una orden tras otra; guían dos de ellos, que son sueltos y diestros danzarines, y todos hacen y dicen lo que aquellos dos directores: si cantan ellos, responde todo el corro, unas veces mucho, y otras veces poco, según el cantar o romance requiere; que así es aquí y en todas partes. El compás que llevan los dos, lo siguen todos, excepto los de las últimas filas, que por estar lejos y ser muchos, hacen dos mientras que ellos una, y les cumple meter más obra; pero a un mismo tiempo alzan o bajan los brazos o el cuerpo, o la cabeza sola, y todo con no poca gracia, y con tanto concierto y sentido, que no discrepan uno de otro; tanto, que se emboban allí los hombres. Al principio cantan romances y van despacio; tañen, cantan y bailan lentamente, que parece todo lleno de gravedad; mas cuando se encienden, cantan villancicos y cantares alegres, se aviva la danza y andan fuerte y de prisa; y como dura mucho, beben, que hay allí escanciadores con tazas y jarros. También a veces andan sobresalientes algunos truhanes, imitando a otras naciones en traje y en lenguaje, y haciendo de borracho, loco o vieja, que hacen reír y divertir a la gente. Todos los que han visto este baile dicen que es cosa muy digna de ver, y mejor que la zambra de los moros, que es la mejor danza que por aquí tenemos; y si la hacen las mujeres es mucho mejor que la de los hombres. Pero en México no bailaban ellas tal baile públicamente.
termino
acepcion
Caballero profeso de la Orden de San Juan, que contaba con un reconocimiento o dignidad concedido por su antigüedad o por gracia particular del gran maestre de la orden.
Personaje