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Este lienzo fue ofrecido a Carlos II en agradecimiento a la concesión de una Encomienda. Las obras suyas de este género de infantes y pícaros son de difícil datación. En cualquier caso parece que tuvo éxito con tal temática en los círculos nobiliarios de Madrid, donde residía por entonces, siendo ésta la que le ha perpetuado como italiano, que conoció, y que su tratamiento es en muchos aspectos más libre y desenvuelto que el de Murillo, con quien sólo es comparable. El conjunto de obra escaso y problemático de cronología se adecua bien a su perfil de noble y pintor, que acabó su carrera con la designación regia en 1693 de secretario de embajada.
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Las similitudes entre estos Niños jugando a los dados y las Niñas contando dinero resultan significativas. Ambas escenas están bañadas con una luz similar y se desarrollan ante el mismo fondo arquitectónico. Dos de los chiquillos juegan a los dados en posturas encontradas mientras que un tercero come una fruta mientras que un perro le mira. Se supone que se trata de vendedores de fruta o aguadores debido a la presencia en primer plano de una canasta con fruta y una vasija de cerámica, jugando las escasas monedas conseguidas, realizados todos los detalles con una impronta claramente naturalista. Los gestos de los muchachos están perfectamente caracterizados, especialmente el que echa los dados cuyo rostro está parcialmente iluminado por la rica y dorada luz. Una línea diagonal une las tres cabezas de los muchachos mientras que alrededor del centro de atención -los dados- Murillo ha creado un círculo donde se integran gestos y actitudes. Como viene siendo habitual en las obras de la década de 1670, el pintor sevillano introduce una atmósfera vaporosa creada por las luces cálidas y la armonía cromática de pardos, blancos, grises y ocres, obteniendo un resultado de gran calidad y belleza protagonizado por las actitudes desenfadas y vitales de los muchachos.El lienzo aparece documentado en 1781 en la Hofgartengalerie de Munich donde fue adquirido a principios del siglo XVIII para la Colección Real Alemana.
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Gauguin recoge en este lienzo un importante momento del perdón religioso bretón como era la lucha corporal. Contemplamos a dos jóvenes deformes con unos enormes pies, en una postura muy forzada, recortados sobre un fondo verde en el que se anulan los efectos de perspectiva al levantar el encuadre, inspirándose para ello en las estampas japonesas. El extraño punto de vista desde el que el artista realiza la composición también está inspirado en esos grabados orientales. En las partes inferior y superior nos encontramos con dos manchas de color blanco, utilizadas para compensar y romper con la monotonía del verde imperante en el conjunto. El joven que sale de la cascada en la parte del fondo es otro recurso para alejarnos de la monotonía. No es muy habitual en la producción de Gauguin el tema de los jóvenes desnudos - ver Jóvenes bretones bañándose - utilizado posiblemente para compensar con las escenas de jóvenes vestidas con el típico traje bretón como El baile de las niñas bretonas. El artista está encontrando su camino en este lugar, del que pronto se cansará para huir a la Polinesia.
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Los atentos rostros de dos niños que observan fijamente un libro son la única referencia de esta miniatura en la encontramos ecos de las Pinturas Negras. Monje y vieja también pertenecen a esta serie así como Susana y los viejos y Majo y maja sentados.
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La primera obra presentada a la Royal Academy por Constable será Porche de la iglesia en East Betgholt, exhibida en 1810. Desde ese momento enviará anualmente sus trabajos a la exposición, siendo criticado en numerosas ocasiones por la falta de acabado de sus obras. En el año 1813 presentó Niños pescando que fue considerado por uno de los críticos de "The Examiner" como "poco definido" al ser comparado con una obra de Turner. Sin embargo, debía ser una obra apreciada por el maestro ya que se incluyó un grabado de Lucas en "El paisaje inglés" publicado en 1829. La escena es una clásica imagen del río Stour que Constable conocía tan bien, mostrándose en primer plano una esclusa junto a la que pescan los niños. Al fondo podemos observar un puente y una de las típicas casas de la región. El cielo, como suele ser habitual en su producción, ocupa buena parte de la superficie del lienzo, tomando como referencia a los paisajistas holandeses del Barroco. Otra de las referencias presentes en la composición es de Claudio de Lorena, pintor barroco francés que Constable admirará profundamente -"No me extraña que estés celosa de Claude. Si hubiera algo que se interpusiera entre nosotros, sería él" dijo a su esposa Maria Bicknell-. La diagonal en profundidad es una de las influencias de Claude, al igual que la atmósfera idealizada y el aspecto acabado de la composición. Sin embargo, la veta naturalista que podemos advertir en la tela será una de las características identificativas de la obra del gran paisajista romántico inglés, preocupado por aspectos lumínicos y atmosféricos.