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A raíz de la ejecución de las "poesías" para Felipe II, Tiziano realizó un buen número de obras de temática mitológica entre las que destacan la Ninfa y el pastor. El maestro de Cadore retoma un asunto inspirado en Giorgione -la mujer desnuda en un paisaje- que él mismo ya había tratado en su juventud en el Concierto campestre. Tiziano también se inspira en obras realizadas al menos sesenta años antes, tomando como fuente a Sebastiano del Piombo. Podría interpretarse como un retorno a viejos asuntos pero utilizando un estilo identificativo de la última etapa: la pincelada fragmentada, la economía cromática, la iluminación intensa que provoca fuertes contrastes, la sensación atmosférica, los escorzos o el dramatismo.La joven aparece de espaldas al espectador, girando su cabeza para mirar al pastor que interrumpe su música para apreciar la belleza de la ninfa. Las figuras se integran en un paisaje iluminado con luz crepuscular. Los especialistas buscan diferentes interpretaciones para este bucólico asunto, apuntándose a Diana y Endimión, Baco y Ariadna o Venus y Anquises.
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Aunque se conocen diversas variantes, ésta que nos ocupa parece la más ciertamente original. La más próxima es una versión conservada en el Museo del Prado de Madrid. Se suele situar a mediados de los años veinte, en torno a 1626-27, al poco de instalarse en Roma. Poussin, a la manera de Tiziano, realizó esta obra con gruesas y largas pinceladas realizadas sobre una capa de color rojo, al estilo de sus primeras batallas, pero con una mayor libertad de ejecución. Representa a una ninfa y a un sátiro o sileno, genio de la naturaleza, cuya parte inferior es de macho cabrío, enfrascados de forma perpetua en la persecución de las ninfas y el consumo de vino, entregados sin freno a los placeres sensuales.
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A través de su amigo Cassiano dal Pozzo, Poussin se introdujo en varios círculos de intelectuales de diversa procedencia, todos perfectamente relacionados en la compleja corte pontificia. Entre estos cultos mecenas, destacó el jesuita sienés Giovani Battista Ferrari, profesor de Hebreo en el Colegio Romano y consejero de Botánica de los Barberini, familia del entonces papa Urbano VIII. Escribió varias obras de éxito. Una de ellas fue "Las Hespérides", publicado en Roma en 1646. Para esta obra realizó Poussin esta ilustración de las ninfas Hespérides ofreciendo los frutos a las divinidades tutelares del lago de Garda, cercano a Trento, rodeado de hermosos jardines. Desgraciadamente, el estado en que se encuentra, con el texto del dorso visible, impide apreciar en plenitud uno de los más importantes dibujos de Poussin en este periodo. Para este círculo de intelectuales realizaría otras ilustraciones, como El Amor de pie sobre un caballo.
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Aunque Lely es un destacado retratista, también realizará algunas escenas mitológicas que, por supuesto, incluyen figuras desnudas. No olvidemos que para los pintores modernos la mitología será la excusa perfecta para pintar cuerpos desnudos, chocando con el puritanismo de una sociedad como la inglesa del siglo XVII, especialmente en la época de Cromwell. De origen holandés y formado en la escuela de los Países Bajos, Lely recurre a la pintura italiana como fuente para realizar esta composición, pero las ninfas han sido representadas de manera en exceso realista, alejándose de la estilizada elegancia de las figuras de Reni -véase Atalanta e Hipómenes-. Incluso en las telas podemos observar cierta dependencia de Van Dyck, uno de sus maestros a la hora de realizar retratos. La disposición de los cuerpos en el espacio y la sensualidad que emana de ellos es uno de los grandes logros de esta delicada composición, que servirá como punto de partida para los grandes maestros británicos del siglo XVIII, especialmente Reynolds o Gainsborough.
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Este grupo procede del dibujo Apolo y Dafne, y es un estudio previo para el cuadro Apolo enamorado de Dafne, que el pintor dejó inconcluso a su muerte y para el que realizó numerosos dibujos previos. Dos sátiros espían a tres ninfas sentadas sobre una roca, aunque una de ellas se vuelve hacia los deseosos semidioses, medio hombres y medio cabras, conocidos por sus agresiones a las náyades, ninfas que residían en los ríos y las fuentes. El trazo tembloroso del dibujo, que atestigua los problemas que Poussin padecía en sus manos, es característico de estos últimos años de vida, hasta el punto que el pintor no pudo volver a tomar el pincel o la pluma en sus últimos días.
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En algunas de sus escenas, Rubens da más importancia al paisaje que a las propias figuras como ocurre en Atalanta y Meleagro o en estas Ninfas y sátiros. Las ninfas reposan a la sombra de una frondosa arboleda jugando con los sátiros que poblaban los bosques mitológicos. Se ha pensado que la escena podría ser alusiva a la fertilidad de la tierra. Las féminas nos muestran diferentes posturas, como sí de un álbum de dibujo de tratase, acusando los escorzos y el movimiento. La luz ilumina y realza aun más el blanco de sus pieles, mientras el bosque queda en semipenumbra. El detallismo que tanto gusta al maestro lo podemos apreciar en el agua que cae del cántaro. La obra fue comprada por Felipe IV en la almoneda de Rubens para decorar el Alcázar madrileño.
termino
acepcion
En materia arquitectónica, así se designa al monumento construido en honor a las ninfas.
termino
lugar
Nínive, una de las ciudades míticas de Mesopotamia, se encuentra en la actual Tell Kuyunjik, en Irak. Habitada desde el VII milenio a.C., durante el periodo Uruk (4000-3000 a.C.) estuvo en relación con el sur mesopotámico. Durante el segundo milenio fue una ciudad importante, gracias fundamentalmente a su templo dedicado a la diosa Ishtar. Senaquerib, rey asirio, fue quien la eligió como capital del Imperio a finales del siglo VII a.C., mandando construir el magnífico palacio del Suroeste, decorado con relieves en piedra. También hizo construir un arsenal, como en Kalhu y Dur-Sharrukin, ubicado en Tell Nebi Yubus, según la tradición el lugar donde estuvo la tumba del profeta Jonás. Asurbanipal cuarto rey de la dinastía sargónida, convirtió Nínive en una de las ciudades más influyentes de la época, pues a sus puertas llegaban caravanas comerciales desde la lejana India, y su biblioteca llegó a ser la mayor de la Antigüedad, con miles de tablillas. En esta época Nínive superó los cien mil habitantes. También Asurbanipal fue el responsable de la construcción de otro palacio, el del Norte, en Tell Kuyunjik, donde se encuentra el famoso relieve de la caza de los leones. La pujanza de Nínive hizo que fuera objeto de la codicia de sus vecinos. A la muerte de Asurbanipal, un combinado de tropas compuesto por medos, escitas y caldeos la arrasaron, en el 612 a.C., siendo saqueados sus palacios y destruidos sus templos, con la prohibición de no levantar allí ningún otro edificio. Las ruinas de Nínive permanecieron largo tiempo en el olvido, sólo mencionadas por el Antiguo Testamento, hasta que a mediados del siglo XIX Austen H. Layard descubrió que se correspondían con los tell -colinas artificiales- que rodean la actual ciudad iraquí de Mosul. Desde entonces ha sido objeto de varias campañas arqueológicas, que han sacado a la luz numerosos restos -la mayoría de los cuales están en el Louvre y el British Museum- y han permitido conocer el elevado nivel cultural que alcanzó esta población.