Aunque dentro de la estela de Dou, Ter Borch se mantuvo aislado del flujo de las grandes ciudades, a pesar de la mucha influencia que llegó a ejercer. Sus obras recuerdan muchas escenas militares de la generación precedente (como las de P. Codde o Palamedesz), pero son de una factura más refinada y de un colorido más sutil y armonioso. La paleta de Ter Borch se muestra resentida de los matices de Hals, en particular en los sutiles y variados efectos de los reflejos, que captan el tornasolado de las sedas de los ricos trajes burgueses y los armoniosos colores de los interiores de las casas holandesas. Sus escenas de género tendrán gran influencia en artistas como Pieter de Hooch y Gabriel Metsu, y especialmente en su discípulo Caspar Netscher.
Busqueda de contenidos
obra
La mayoría de los primeros trabajos de Cézanne -aquellos que se engloban en la denominada etapa romántica por algunos especialistas- están definidos por la violencia y el dramatismo, fruto de la admiración del joven pintor por la literatura. Posiblemente nos encontramos ante una escena de una pieza teatral o un episodio literario protagonizado por una mujer de cierta edad -ya que recoge su cabello oscuro en un moño y los rasgos de su rostro así lo indican - que estrangula con sus propias a una joven. La escena está siendo contemplada por una tercera mujer que no hace nada para evitar el asesinato. Gruesos cortinajes de color rojizo completan la escena, pudiendo considerarse una muestra más de que estamos ante una pieza teatral. Cézanne emplea una pincelada rápida y empastada, aplicando el color con espátula, que refuerza la tensión y el dramatismo del momento, anticipándose a los expresionistas de los años iniciales del siglo XX. Una buena prueba de ello son los rubios cabellos de la joven estrangulada, realizados con rápidos toques de color para crear el efecto de violencia. De la misma manera, el empleo de potentes escorzos y líneas circulares contrapuestas refuerza la intensidad dramática del conjunto. En cuanto al color, Cézanne utiliza fundamentalmente tonalidades oscuras que contrastan con el color blanco de las sábanas y el vestido de la muchacha, zonas en las que se salpican manchas de diversos colores con las que el maestro pretende unificar y dotar de unidad a la composición. El resultado es una obra cargada de fuerza expresiva.
obra
A partir de su matrimonio con Caroline Bommer en 1818 y, en especial, hacia 1820, la presencia femenina es abundante en los cuadros de Friedrich, ya sea en solitario, en pareja o como parte de un grupo de mujeres. Esta nueva fuente de inspiración daría lugar a algunos de sus más célebres óleos, como Despedida, destruido en 1931, Mujer junto al mar o Las hermanas en la azotea sobre el puerto. Pocos, sin embargo, han alcanzado la popularidad de esta obra. Es una de las composiciones más peculiares de Friedrich: una mujer se alza en el centro de la composición, que se organiza en función de ella. Como de costumbre, aparece de espaldas, vestida con traje tradicional alemán. Alza ligeramente las manos ante el sol, del que es difícil apreciar si nace o se oculta en esos instantes. Este gesto implica el ofrecimiento de su cuerpo, de sí misma al sol y, por otra parte, recuerda la iconografía de las mujeres orantes del arte paleocristiano. Aunque se suele identificar con la esposa del pintor, nada permite asegurarlo con certeza. Ante ella, terminado el camino, se extiende un paisaje de cultivos con rocas, campos y una minúscula iglesia en la parte izquierda, que aporta un toque religioso concreto a la alegoría. En esta ocasión, a diferencia de lo habitual en su manera de componer sus obras, Friedrich no ha recurrido a la eliminación del plano medio, sino que ha adoptado una construcción más clásica, a partir de una sucesión de planos que se alejan. La simbología es clara. Los haces solares irradian desde el punto en que se encuentra la mujer, en una composición similar al Altar de Tetschen, justo tras la montaña, alegoría de la presencia de Dios en la tierra. Dicha montaña procede de un dibujo realizado en agosto de 1806, conservado en el cuaderno de Oslo, que recoge los estudios llevados a cabo durante su visita de Pomerania para restablecer su ya precaria salud, y a la vuelta a Dresde, en cuyos alrededores se encuentra.
obra
Son muy frecuentes entre los pintores españoles que estaban aprendiendo en Italia la ejecución de retratos anónimos de mujeres italianas ya que servían para incrementar los escasos ingresos que percibían de las pensiones otorgadas por las instituciones académicas. Rosales o Fortuny cuentan entre su producción con imágenes de estas jóvenes ataviadas con sus ropajes típicos que posaban en las escaleras de la romana plaza de España, sirviendo a los artistas como estudios del natural y formando una gran familia. Las acuarelas de Fortuny exhiben un rápido y detallista trazo que supone una marca personal del pintor catalán, manifestando las calidades de las telas con un preciosismo digno de un calígrafo. No renuncia en esta ocasión a manifestar cierto interés hacia el carácter de la mujer a través de su gesto, dirigiendo la mirada hacia el espectador. Los vivos y luminosos colores, junto con la iluminación empleada, crean una alegría en la imagen que denota la calidad del artista.
obra
En los últimos años de su vida, Rembrandt va a realizar una serie de retratos de personajes hasta ahora desconocidos pero que suponemos pertenecían a la clase dominante de Amsterdam. En este caso contemplamos a una dama elegantemente vestida, con unos preciosos pendientes y un bonito tocado en el cabello. Dirige su atenta mirada hacia el espectador, destacando sus ojos llenos de vida y de complicidad. El vestido negro evita que apreciemos alguna otra parte de su cuerpo excepto el rostro.Observamos una importante evolución en la manera de trabajar del maestro desde sus primeras escenas. Ahora utiliza una pincelada más suelta y empastada, sin otorgarle importancia a los detalles pero sin olvidarse de ningún elemento. Es la denominada en la época "manera áspera" frente al estilo más relamido de la década de 1630. Pero si debemos destacar algún factor que defina la pintura de Rembrandt elegiremos el empleo de la luz, fuerte y dorada que ilumina lo más importante y deja grandes zonas oscurecidas por la sombra. Influido por el tenebrismo de Caravaggio a través de la escuela de Utrecht y de su maestro, Pieter Lastman, Rembrandt va a hacer de la luz una utilización especial y la va a convertir en su característica definitoria.
obra
A partir de instalarse en Amsterdam, Rembrandt va a cambiar su soporte habitual hasta este momento, la tabla, por el lienzo que utilizará con regularidad desde ahora. Por estas fechas, su manera de retratar le va a abrir muchas posibilidades en el mercado de la pintura en Amsterdam. En esta mujer joven, pintada en 1632, vemos un excelente ejemplo de como está trabajando. Posiblemente se trate de Saskia Van Uylemburgh con quien se casará dos años después, pero a quien ya conoció a partir de 1631.Como buen retratista va a centrar toda su interés en el rostro del personaje, en este caso de estricto perfil, llamando la atención el cabello pelirrojo que casi se puede palpar, el pendiente transparente, el prendedor o la decoración del cuello de la capa. Todos estos detalles están intensamente iluminados gracias a un potente foco de luz que procede de la izquierda y deja el resto de la composición en penumbra, siendo en estas zonas la pincelada más suelta que en el resto de la imagen.El colorido oscuro utilizado ayuda a reforzar la mirada del espectador dirigida hacia el rostro, sin duda, la parte más importante del retrato.
obra
<p>La mayoría de las escenas de Vermeer están protagonizadas por figuras femeninas en interiores; algunas de ellas apenas presentan contexto narrativo por lo que los expertos piensan que estaríamos ante retratos de personajes anónimos. La mujer que aquí contemplamos apoya su brazo derecho en el respaldo de una silla que se adorna con cabezas de león y anillos. Su figura se recorta ante un tapiz, vistiendo un elegante manto y un sombrero rojo de ala ancha. La potente luz procedente de la derecha provoca intensos contrastes lumínicos que enlazan con la pintura de Caravaggio, resaltando el color rojo del sombrero. El gesto de la joven se convierte en el principal foco de atención del lienzo y especialmente los ojos, que se dirigen al espectador a pesar de permanecer ligeramente en sombra. Vermeer aplica el color siguiendo la técnica "pointillé", repartiendo de forma chispeante la luz por la limitada superficie del lienzo, empleando para la realización de la obra una cámara oscura, aparato transportable que permitía copiar la escena proyectada en una hoja de papel o en una placa de cristal. Este instrumento será muy utilizado por el maestro de Delft, especialmente en su Vista de Delft.</p>
obra
<p>Vermeer es un pintor bastante reiterativo tanto en sus temas como en los objetos que representa. Así, la chaqueta amarilla ribeteada con armiño que viste la mujer protagonista de esta composición se repite en la Mujer de amarillo escribiendo una carta, al igual que los grandes pendientes de perla, la escribanía, el joyero o el manto azul que cubre la mesa. La principal novedad de esta escena la encontramos en la presencia de la criada, que surge de las "tinieblas" del fondo para entregar a la dama una carta, interrumpiéndola en su escritura. La dama se lleva la mano a la cara, con gesto de desconcierto, considerando los especialistas que se trata de una clara alusión a los escrúpulos manifestados ante un amor adúltero. Sin embargo, la mirada de la criada es firme y segura, dando a entender que está al tanto de los amoríos extraconyugales de su señora. De esta manera se pone de manifiesto la estrecha relación entre ama y criada que también está presente en otras obras de Vermeer como Carta de amor o Mujer escribiendo una carta y criada. La referencia a Caravaggio es otra característica habitual en la producción del maestro de Delft al interesarse por los contrastes de luz, iluminando la estancia con un potente foco lumínico procedente de la izquierda que sólo dota de luz al primer plano, dejando al fondo en penumbra. De esta manera, la escena se hace más cercana al espectador y se envuelve en un efecto atmosférico que diluye los contornos pero no resta ni un ápice de brillo a las tonalidades, aplicadas de manera "puntillista", repartiendo de forma chispeante la luz por toda la superficie del lienzo. El resultado es una obra de gran impacto visual en la que los gestos y las expresiones de las protagonistas ocupan un papel determinante en el desarrollo de la escena.</p>