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Entre los casi 3.000 dibujos atribuidos a Klimt encontramos un amplio número dedicados a mujeres desnudas, vistas desde diferentes posturas, la mayoría de ellas de marcado acento erótico como esta imagen que contemplamos. Algunos especialistas consideran que nos encontramos ante una muestra de la disponibilidad de la mujer ante el hombre, convirtiéndose así en un mero objeto de placer. Para otros, este tipo de dibujos indica la liberalidad alcanzada por un amplio grupo social femenino que no tiene ningún pudor en posar de esta manera para el artista. Sin embargo, debemos advertir que estos dibujos no presentan la agresividad que manifiestan las obras de Schiele o Picasso, siendo Klimt un dibujante erótico elegante, en la línea de Matisse o Ingres. También se ha considerado como un interesante objeto de estudio la relación del pintor con sus modelos, convirtiendo al espectador en un "voyeur" de la misma manera que hacía Degas con sus bañistas.Estilísticamente, nos encontramos ante una espectacular maestría de la línea, preferentemente curva, que se verá reflejada también en los óleos, convirtiendo a Klimt en uno de los mejores dibujantes de la historia, a pesar de su temática.
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Se conservan más de 3.000 dibujos de Klimt, considerable cantidad a pesar de haber desaparecido un buen número de sus cuadernos. Sabemos que siempre iba acompañado de un cuaderno de notas donde tomaba apuntes y realizaba estudios y bocetos. Para él no tenían valor artístico, tal y como nos cuenta una anécdota de un amigo que presenta el estudio repleto de dibujos, entre ocho o nueve gatos que daban vueltas alrededor de las hojas. Cuando le preguntó por qué permitía que los gatos estropearan estos dibujos, Klimt comentó: "No importa si arrugan o rompen unas pocas hojas, o incluso si se orinan en las otras ¡Es el mejor fijador!".Buena parte de estos dibujos son de temática erótica, presentando a la mujer como un objeto sexual, disponible para el hombre que disfruta de su contemplación. Gottfried Fliedl presenta a Klimt con "un descarado interés voyeurista en contemplar a la mujer expuesta exclusivamente como una criatura instintiva, guiada por una sexualidad que se convierte en su auténtica naturaleza". En esta ocasión nos encontramos con una muchacha medio desnuda, con las piernas abiertas, que nos permite contemplar su sexo, provocando en el espectador cierta sensación de indiscreción, al igual que ocurre con las bañistas de Degas. Estilísticamente, contemplamos la rapidez y la seguridad de los trazos, demostrando el pintor vienés la maestría con el lápiz.
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Klimt solía acompañarse de un cuaderno de notas en el que dibujaba todo aquello que le interesaba. A pesar de haberse perdido buena parte de estos dibujos, se han conservado unos 3.000, buena parte de ellos de temática femenina y cargados de erotismo como podemos observar en esta obra. Según S. Partsch "el hombre representa a la mujer como objeto sexual pasivo. Habitualmente, su cuerpo está disponible para el hombre, que la disfruta mientras duerme o está tranquilamente tendida. Son las fantasías del hombre, no las de la mujer, las que se excitan con estas exhibiciones, incluidas las del amor lésbico".El espectador que contempla estas obras puede considerarse un "voyeur", rompiendo la intimidad de la muchacha, de la misma manera que hacía Degas con sus bañistas. Estilísticamente, nos encontramos con una significativa seguridad en los trazos que indica la calidad y la rapidez de Klimt a la hora de trabajar. No debemos olvidar que se planteó hacer oposiciones al cuerpo de profesores de secundaria pero cambió esta actividad por la de pintor.
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Se han buscado diversos modelos para protagonizar esta tela pintada por Tiziano entre los años 1512 y 1515. Alfonso d´Este con Laura Dianti; Federico Gonzaga con Isabella Boschetti o el propio Tiziano con Violante, hija de Palma el Viejo, serían las hipótesis barajadas, hipótesis que han sido desechadas. Se apuntaría entonces a una alegoría, posiblemente de la vanidad o de la fugacidad de la belleza, según Panofsky.Una bella muchacha se arregla los cabellos, con ayuda de dos espejos que sujeta un hombre que queda en segundo plano, semioculto en la penumbra. El potente foco de luz resbala en la sensual figura de la dama, vestida como las cortesanas de la época, apreciando en primer plano un antecuerpo donde la muchacha sujeta un pequeño tarro de ungüentos. La mirada perdida y la cabeza inclinada se relacionan con los retratos pintados en esta época -véase el caballero de la Orden de Malta o el Ariosto- por lo que se piensa en auténticos retratos femeninos cuyas modelos no han sido identificadas, anunciando los retratos de prostitutas que serán tan habituales en la Venecia del Cinquecento, siendo Paris Bordone uno de los especialistas.
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Si Calder aprovechaba los materiales de la industria para hacer una escultura lúdica, Julio González, un español en París, hace un proceso a la vez opuesto y semejante. El artista valenciano entroniza el hierro como material artístico y los métodos de trabajo tradicionales propios de este material -la forja y la soldadura directa- como procedimientos artísticos.