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Uno de los asuntos favoritos de Renoir serán las jóvenes con elegantes sombreros que posaron en su estudio de la villa de "Les Colettes", en la localidad mediterránea de Cagnes. Con estas figuras el pintor, a pesar de su delicado estado de salud, vuelve a retomar el volumen y la forma que en las obras impresionistas tendía a desaparecer al predominar los efectos de luz, atmósfera y color. Aún así, Renoir no duda en iluminar de manera potente la figura, proyectando sombras coloreadas y atenuando el brillo de las tonalidades utilizadas: verdes, azules y rojas, especialmente. Las pinceladas son rápidas y fluidas, sin atender a detalles como bien observamos en los adornos del sombrero.
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La joven modelo que protagoniza este lienzo tiene un gran parecido con la de obras como la Venus de Urbino, la Bella o la Muchacha con manto de piel. Se considera que sería Elleonora Gonzaga, esposa del duque Francesco Maria della Rovere. Desconocemos cuál sería el tema de esta obra, apuntándose a una alegoría matrimonial. Si se tratara de una cortesana se relacionaría con los retratos de prostitutas que serán frecuentes entre los maestros venecianos del Cinquecento, convirtiéndose Paris Bordone en un auténtico especialista en esta temática.Las radiografías han demostrado que la modelo fue pintada en un primer momento sin sombrero, adornado su cabello con una delicada doble fila de perlas similar al retrato de Viena. Este retoque hace pensar a algunos especialistas que nos encontramos ante una derivación no autógrafa del lienzo de Viena, pero la calidad pictórica de esta obra del Ermitage se identifica con los trabajos de Tiziano en esta época.Una vez más, la figura se recorta ante un fondo neutro, recibiendo el fuerte impacto de la luz que resalta la delicadeza de las telas y la sensualidad y belleza de la joven.
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La modelo que posó para este bello retrato al pastel podría ser Jeanne Demarsy, que en aquellos tiempos también posaba para Renoir, cuya influencia es destacable en esta imagen. La joven dirige su mirada hacia abajo, avergonzada, acentuando su timidez. Los colores empleados por el maestro se sitúan en una sintonía de marrones, verdes, sienas y rosas, otorgando un sensacional atractivo al conjunto.
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Para este cuadro, subtitulado La ingenua, posó la modelo Nini López. Nos encontramos con el típico retrato impresionista en el que las pinceladas son rápidas y abocetadas, eludiendo el pintor los detalles del vestido para interesarse por la atmósfera que rodea a la modelo, sin renunciar a su personalidad, una de las principales facetas del joven creador. Las tonalidades malvas dominan el conjunto, enlazando con el fondo ante el que se recorta la atractiva joven. Una de las características que definen la pintura de Renoir será el acertado uso que siempre dará al dibujo, modelando los rostros y las manos de sus figuras de manera correcta, sin renunciar nunca a ello. Esta será la razón por la que le será fácil retomar el volumen y la forma durante el periodo seco.
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Tras una estancia en París, el final del año 1894 lo pasa Gauguin en Bretaña, en su querido Pont-Aven. Realizará algunos paisajes como El molino David e imágenes de personas de su entorno como esta muchacha, de gran similitud con las mujeres bretonas que realizó en la década de 1880 - véase El baile de las niñas bretonas o Cuatro mujeres bretonas -. La figura de la muchacha aparece en primer plano, vestida de amarillo, con un gesto de devoción que tanto atraía al artista - no en balde, se trasladó a Bretaña por la religiosidad de sus gentes -. El contraste entre el amarillo y el lila hace más simpática la escena ya que el rostro de la joven es triste, con la mirada baja y ensimismada. La tristeza de la niña también está presente en Gauguin, quien no se siente cómodo en Francia y quiere marcharse a la Polinesia. El eterno viajero se pone una vez más en marcha.
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Dalí, que siempre se adelanta a todo, se interesa por el verismo visionario antes de que en España se tengan las primeras noticias sobre la Nueva Objetividad. El libro de F. Roh se traduce en 1925, el año más verista de Dalí, cuando pinta esta Muchacha de espaldas, pero la tendencia ya era visible en el Retrato de Buñuel (Madrid, CARS) del año anterior.
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Esta obra pertenece a la extensa serie monotemática sobre la imagen de su hermana Anna Maria. La escena nos introduce en el mundo del art déco. Anna Maria es representada a la "moda déco", un ejemplo de ello es su corte de pelo. También nos acerca a la pintura clásica de Derain, sobre todo en la manera de modelar los edificios del segundo plano. Esa pintura que conocía perfectamente gracias a la publicación de una monografía que apareció sobre el artista francés en 1921 por la revista italiana Valori plastici. Se aprecian otras influencias como la pintura flamenca que había tenido ocasión de conocer en el viaje realizado al los Países Bajos y a Francia en 1926. En concreto, podemos ver la inspiración en el artista holandés Vermeer de Delf y su Encajera. El tema principal es también un homenaje a la mirada precisa, esa mirada de la mujer en el ámbito espacial donde trabaja. Es el acto de mirar concentradamente, en silencio, que sólo conocen los devotos de la religión llamada arte. En ese silencio, la naturaleza se revela como algo nuevo, nítida en sus perfiles y con un aspecto magicista de la realidad. Es decir, cuando se miran demasiado las cosas se empieza a dudar de ellas. No sólo es un homenaje a los primitivos artistas flamencos sino también a Italia, y ello por dos aspectos. El primero, porque aplica la perspectiva aérea de Leonardo da Vinci, donde los objetos en profundidad tornan azulados o verdosos por las leyes ópticas como en estas nubes de Dalí. Y, el segundo, porque presenta elementos prerrafaelistas como las nubes de Mantegna, que habían estado presentes ya en el Retrato de Luis Buñuel de 1925, hoy en día perteneciente a la colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
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Los desnudos serán la especialidad del pintor academicista William Bouguereau. No olvidemos que en el París del Segundo Imperio esta temática será muy demandada por la sociedad, lo que no deja de sorprender debido al puritanismo imperante. Pero siempre estos desnudos están "camuflados" entre escenas mitológicas o asuntos de género. En esta ocasión nos encontramos ante una escena artificiosa en la que una joven intenta rechazar las flechas del amor, escena que se representa ante un paisaje que recuerda a los paisajistas del siglo XVII, especialmente a Claudio de Lorena. Tampoco debemos olvidar la admiración de Bouguereau por los maestros de la pintura galante francesa del siglo XVIII -Fragonard, Watteau o Boucher- así como su dependencia del gran maestro del siglo XIX, Ingres. La suavidad y precisión de las líneas y la admiración por la estatuaria clásica serán características dignas de mención de esta obra, ligeramente superficial pero no exenta de delicadeza y belleza.
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La modelo empleada por Manet para la ejecución de esta acuarela es Mlle. Marguerite, la misma joven que encontramos en Muchacha en un jardín o Mlle. Marguerite dormida. Durante su estancia en Bellevue, el maestro la utilizó en buena parte de sus trabajos, quizá por su frescura y belleza. La joven aparece sentada, en una actitud pensativa, en la playa, apreciándose tras ella varios barcos de vela. El aspecto nostálgico de Mlle. Marguerite puede identificarse con la situación psicológica del pintor. La técnica de la acuarela sugiere esta rapidez en los trazos, aplicando Manet el color con su maestría característica, sin preocuparse por dejar espacios en blanco en el soporte de papel.