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MEMORIAL 2 Mucho quisiera, Excmo. Sr., haber andado en mis obras tan acertado que yo y ellas pudiéramos parecer en las plazas con los rostros descubiertos. Mi buena voluntad hará menores mi falta y esta suplirá como quien es V.E. Bien pudiera Dios si fuera servido, ya que de pensamiento me hizo rico y me dió materia, darme las fuerzas que faltan para que dinero y persona ofrecieran a las parejas, más debo de concurrir así por... poder sea visto. Grande es mi pena después V.E. me dijo quiere enviará tratar con S. Majestad, ofrenda mis deseos no sufran tanta dilación y cada spira del sol se me hace un siglo. Tres años ha soy mercader destas dudas que ni sirven a mí ni a la causa. Siempre entendí que la... cudicia de V.E., luego que supiese mi intento, me inviase a descubrir aquella tierra por los muchos y muy comunes bienes que prometen pues sino fuera sustentado de esperanzas no tenía para qué dejar de hacer mis provechos a las islas Filipinas, ni para venir dellas a esta Corte a gastar mi dinero y tiempo, y si yo siendo un particular soldado supe y sé desarmar lo que de suyo es tan amable, un príncipe como lo es V.E., para quien lo mucho es poco, muestre en esto un poquito de lo mucho que en otras cosas menores sabe alargar tanto la mano, pues ninguna al presente será más lucida que ir cortando las olas del mar incógnito, buscando las no sabidas y tan deseadas tierras que divisa el polo Antártico, centro de su mismo horizonte. Determínese V.E. que no es tanta la costa que no sea de mayor valor la nueva alegre que con el favor de Dios pienso traer y si los deseos de V.E. pasan adelante, como yo los conocí, cuanto mejor será enviara... licencia para poblarlo, que pretendo descubrir, que no será pedir licencia para descubrir lo que S.Maj. tanto desea descubierto, por saber lo que aquellas partes contienen y si hay perturbadores. Advierto que yo soy el que más me sujeto y más arriesgo y que ya que no hacen este bien, que no lo impidan y que no den lugar a satanás a donde tender sus redes con las cuales haga sus pesquerías y grandes ganancias, o al menos alargar tiempos para coger las almas todas que pudiere. En causas de Dios yo no hallo mayores ni menores dificultades; todo está llano y así no hay sino avanzar en su confianza. Esta obra es santísima y digna del tema, fama en la tierra y de eterna paga en el cielo. Cuál mayor honra que en el tiempo felice (sic) de V.E. se predique el santo evangelio en todo el resto del mundo, y pues esto será de hacer andando el tiempo, hágalo V.E. en éste que poco se nos deberá que lo hagan otros. Advierto a V.E. que estoy en el Pirú y de la dilación los daños, y que pues de tan buena voluntad me ofrezco a acometer grandes peligros, y no pido premio, que no merece ser despreciada tal ofrenda; y también advierto una determinación como esta mía no se halla cada día y V.E. se sirva de encaminar este caso de tal suerte que de aquellas tierras se cojan presto los sazonados y maduros frutos que pretendo para mayor gloria de Dios en sus criaturas.
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MEMORIAL 20 El cap/an Pedro fernández de quirós. Digo y tengo en mi poder los tres descubrimientos y sucesos dellos que se han hecho a la parte Austral incógnita. Es, a saber, el primero que hizo el Adelantado Alvaro de Mendaña cuando descubrió las islas de Salomón; el segundo que hizo el mismo cuando yo fui con él; y el tercero que yo hice el año de 606. Suplico a V. Mad. se sirva mandar me sea mostrada la relación que envío a V. Mgd. el capitán Luis Váez detorres, de mi cargo, para sacar della la sustancia y juntarla con 300 hojas de papel que suman las otras, para darlas todas juntas a V. Mgd. en el su Consejo de Estado, por lo que conviene e importa al servicio de Dios y de V. Mgd. MEMORIAL 21 La paciencia del santo Job tan escarnecido y vituperado de su propia mujer y sus amigos dentro de su tierra, no sé cuánto tiempo detuvo más que nadie que sólo tratara con Dios, el cual le oía y entendía muy bien, y de que al fin de cuanto padeció lo premió en esta y en la otra vida. Muy bien sé cuanto ha que dura mi paciencia, con ser tan malo en muchas partes del mundo, obligado a sustentar una gran causa, y a mí y a defender a mí y a ella, y no de gentiles, como Job, y juntamente a sufrir mofas y burlas, y sujeto a oír a mis oídos decir que soy engañador y loco y otras cosas semejantes, y dichas algunas por personas de autoridad y opinión, que es lo que más me lastima. También sé cuánto cuesta de paciencia a donde quiera que llego serme fuerza precisar siempre esta causa y satisfacer a tantos nuevos jueces y juicios, algunos muy temerarios y cuánto duele el no ser creída la verdad y el no quererla oír ni preguntar ni saber ni aún ver que en la trata esto dejo. Y digo más, que sólo me ha faltado lepra y teja (sic), que llega, sarna y muladares en muchos me he visto con mucho amor, y mi dinero para dar principio a esta obra de tanta piedad y misericordia, en tiempo que tanto duele el gasto de una muy pequeña parte de tanta abundancia de plata, cuanta Dios de en las Indias. Y no sé si el santo Job des (...) quedó con tantas deudas como yo; de la mía tengo y entiendo que si agora persuadiera a descubrir y pretendiera poblar, que ama demostrar a quien desea acertar el modo de cómo ha de tener paciencia en las muertes de padres (de) los amigos, enfermedades, pérdidas, prisiones y otros contrastes a que los hombres estamos sujetos. La pobreza es una parte muy meritoria, más en una tan grande pérdida de los infinitos bienes espirituales y temporales que contiene tan grande parte de mundo por toda su duración, no más tras grande sentimiento, y viendo tan grande espacio no dar gritos por la prisa, parece que fuera tacha en lo que siempre se pregona, y mil, tras de no saber cuánto tengo que aprestar, que navegar y que hacer allá tan lejos, en caso que tanto vale el ganarse un solo día, y el no perderse una sola hora, para lo cual después de muerto quisiera poder servir. Esto respondo a los que dicen que tengo poca paciencia, que no son pocas, habiendo yo visto algunos que media hora no la han querido tener para escucharme. La que he tenido en tantos años de tan continuos tormentos. Y lo mismo a los otros que me obligan a que dure la paciencia más largo tiempo que la vida. La paciencia comparo a la verdad y la verdad a una boya en mar con borrasca y tormenta, de cuyas furiosas olas varias y diversas veces es combatida, por todas partes atropellada, y arrojada aquí y allí, sin poderla echar al centro, sumergirla ni esconderla, y anda vagando a la vista de todos por el agua. Pero al fin me consuela, señor, el saber que pues defiendo verdad que en vida o en muerte sé de salir vencedor. A Jacob (sic) le sustentó casi catorce años la esperanza, trayéndole sobre sus hombros esos mismos a que sirve ya sin sueldo, como el (que) en esta causa alaban de pastor en tierra y mar, y así advierto a V. Mag. que por paga ya se me debía dar a Lía y a Rachel, pues ambas dos hermanas me cuestan un mismo precio, advirtiendo también que para llegar a verlas serán bien más de quince ya los años de mi esperanza, y que Lía para mí a de ser lo duro y amargo que ya pasé y me espera, y que la hermosa Rachel serán los cosacos (!) a dos, maduros y dulces frutos que pretendo bien sembrar y mejor coger para que otros los gocen; efectos son de amor y a mí me obliga a quejarme a mí mismo, pues sólo yo me creo y sé cuán buena y justa causa sigo, y qué celo y verdad y con qué fea desnudez y flacas fuerzas la solicito y defiendo, y por cuán buena causa padezco, sufro y porfío contra mí y contra tantos por llevarla a su debida ejecución, y por cuán buena causa espero la muerte con doblada alegría y doblada pena por ver que no puedo por razón, maña ni fuerza hacer los bienes que dejo a tan grande número de gentes destas y de las otras partes. Mi esperanza, Señor, ni se muda ni se gasta y es tanta su firmeza que aseguro que a ningún estado ni puede traer, aunque sea el de morir lo más, ni será clemente que pueda que no sea muy felice para mí; y creo que si este es, me parece, el tiempo determinado por Dios para que su santa palabra sea manifestada a todas aquellas gentes, sea de cumplir sin duda su divina voluntad sin faltar nada. También creo que si yo he de ser el pequeño instrumento para que su gran Majestad le haga el grande y singular servicio que nadie ha de ser parte para impedirlo, por más negociaciones y contrastes que haya. Y pues de los (...) suyos en tiempos de mis mayores tribulaciones tengo tanta experiencia y satisfacciones, no temo nada y a nadie. Testigos son que pretendo poca prueba de mi fírmisima esperanza, y si acaso no bastare, baste saberse que conociendo la Corte ha vuelto y estoy en ella, a donde de primera vista gusté dos cosas que me faltaban por probar, porque toas las otras, aunque más amargas, fueron muchas veces las que pasé por ellas: las unas por fuerza ajena, las otras, haciéndome lazo a mi mismo. La primera es sentir la voluntad que hasta aquí siempre fue una, y la segunda, lágrimas son por reventar de coraje; y si con todo no bastare para con otros, basta para conmigo, que es mi testigo mi Dios, a quien pongo por tal, que sabe bien en que no engaño. Estoy y estaré sumamente consolado con mi esperanza, en virtud de la cual y de mi firmísimo propósito, favorecido del que todo lo mira y sabe los corazones. Haré mis diligencias sin dolerme de haber dejado ninguna, hasta morir, o conseguiré mi justo intento.
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MEMORIAL 22 El capitán pedro fernández de quirós, que por mandado de Vra. Magt. fui y descubrí tierras en la parte Austral incógnita: Digo que vuelto della a esta corte de Vra. Magt., un memorial el cual Vra. Magt. cometió al conde de Lemos, Presidente del Consejo de las Indias, y que nombró por juez comisario a don Francisco de Tejada, del mismo Consejo, el cual después de haberme dado todas las audiencias que le pedí y haberme oído con mucha atención me mandó que resumiese y aprontase, como lo hice en la forma que contiene el segundo memorial que presenté a Vra. Magt. y fue remitido al mismo Consejo de V. Mg., y que hasta agora no se tiene tomada conmigo ninguna resolución. Mis deseos, Señor, sufren tanta delación, hácenme sufra, y cada espira del sol, un siglo, a cuya causa y por otras muchas y muy justas que todas piden brevedad, me pareció que debía para más justificarme ordenar el memorial que se sigue. Suplico a Vra. Magt. sea servido pasar los ojos por todo él, sin dejar parte que no sea bien advertida y considerada y verá Vra. Magt. cuanto importa mandar luego me sea dado mi despacho en la forma que ya tengo pedido, y recuerdo que ya pasa del año que entré en esta Corte trayendo a ella la nueva más alegre y de más prometido y esperados bienes que al presente corre ni puede haber, pues ya no hay más cuartas de globo por descubrir que la que tengo descubierta. La primera, porque Vra. Mgdt. me mandó descubrir las tierras que Dios fue servido mostrarme tan grandes, tan pobladas y fértiles, sanas y de tantas comodidades para la vida humana, y que prometen por lo que de paso se ha visto en sus riberas, y por las noticias que dieron sus naturales, muchos queços (sic) de oro, plata y perlas, más y mejores que hasta agora se han visto, y juntamente muchas nueces de especia, masa, pimienta, canela, gengibre, azúcar, añil, cría de seda y los demás que el sitio y su disposición aseguran, y los que ha de dar la industria por haber tanto aparejo de las cosas que no dije, y tantos maderos tan necesarios en el Pirú y de naos tan costosas, había más, y en suma porque son tierras que se debe esperar dellas que vide engrandecer, desempeñar y engrandecer a estas mi género de duda. La segunda porque necesitan, ora sea por grado, ora por fuerza, de ser pobladas de españoles antes que de enemigos de la Iglesia. Vra. Magt. tenga noticia dellas y de todo lo apuntado, y de ingenio y puerto de los mejores y más capaces del mundo y en parajes que le pueden servir de escala, y de poblar y arruinar lo espiritual y particular de Vra. Magt., pues en su frontera y lado Vra. Magt. es servida las provincias del Pirú, Nueva España, Philippinas y otras partes, en todas las cuales a la ida y a la vuelta y de estado, pueden dañar infinito. Advierto que ya no hay navegación que las haga lejos ni difícil a los ingleses y se ven holandeses, pues sin temer peligros, ni estrechez, ni inclemencias del cielo han cortado el círculo ártico y se han acercado tanto a su polo, y con gruesas y costosas armadas han poblado isletas y arrabales y dado otros muchos tientos que no se hacen sin insertos de cosas que al servicio de Vra. Magt. no cuadrarían, y podría muy bien ser que las dichas y otras naciones de países corsos y pobres se viesen y se gozasen las anchuras, riquezas y bienes de aquellas tierras y se inclinases a amarlas como merecen, y a estas y otras causas plantasen en ellas y guarnecerlas de tal suerte que nunca se les quiten de las manos, aunque más millones de hombres y millones de oro se gasten en procurarlo, y por otras muchas razones que no conviene las escriba como las siento. La tercera y no menos fuerte es, Señor, porque ocupando en aquel la población los muchos españoles que hay sobrados en las Indias, en especial en el Pirú, se cortara el hilo a un cierto daño con razón temido, por haber sido tantas veces intentado, y advierto que si acaso la hubiese que lo primero ha de perder España los millones de oro que de allí le vienen de uno, dos y cuatro años, y los que más tiraren este daño, que a la segunda que el remedio ha de ser tan costoso que casi imposible, como se deja entender. Y recuerdo que vale el caso en suma ganar con muy poco gasto por una vez aquellas nuevas y tan grandes tierras. Asegurar la América y acomodar el pan, pues parece según el estado presente que en paz y en guerra pende su conservación de ella que estén conservadas las Indias, y por esto a Vra. Magt. no le conviene perder tan buena y tan regada ocasión como tiene a la vista y en reales manos, y advierto que estas pérdidas suelen ser buscadas y no halladas y que no se pueden comprar con grandes precios y de cuán poco fruto es del, pues el arrepentimiento dirán ellos mismos. La cuarta porque a Vra. Magt. espero tenerse el derecho de todas aquellas tierras por la administración de la fe, y en conciencia Vra. Magt. no puede dejar las gentes ya descubiertas en ellas sin ministros de Dios, pues es sin duda que faltándoles esto se perderán todas sus almas, por cuenta de Vra. Magt. Y más también, porque parece que son estas aquellas por quien dijo Cristo ntro. Redentor y Señor, y otras ovejas que no son deste rebaño, las cuales me conviene traer a él, y hoy con mi voz, y vendrán a ser todo un rebaño y un pastor. Y porque el Pontífice romano Clemente octavo, de felice recordación, aprobó y animó esta causa cuanto fue de su parte. Y porque no se pierda tan glorioso triunfo como a la Iglesia Católica se le apareja, Vra. Magt. admita lo propuesto, y porque no está a cuento al defensor de ella, más su grandeza y autoridad pa dejar de continuar esta obra de tanta piedad, y mi rey co...a que tantas otras altezas y excelencias por no gastar por una vez un moderado número de plata de tanta cuanta para una obra como esta Dios da en el Pirú, a donde se ha de alzar (?) la jornada, y porque la fía de Vra. Magt. pues se le ha puesto en las manos. Y recuerdo que a tan señalada merced se debe toda la buena correspondencia y con ella confesarán todas las gentes que aunque realmente no hubiera tan buenas conveniencias, y hubiera un millón de muchas mayores dificultades quel diablo representa o puede atravesar, que a su pesar del y de ellas el ánimo de Vra. Magt. es hacer a (...) estos tan grandes servicios cuyo retorno es poblar, penetrar y disfrutar tan buena cuarta del globo, y en ella dar principio regular (a) tantas cosas provechosas y gustosas, y otras necesarias y forzosas, y aún al celo que Vra. Magt. en su cédula significa de la más honra y gloria del Señor Altísimo, salvación de tantos millones de almas y tantos beneficios públicos y, en suma, evitar tantos y tan grandes daños apuntados, y hacer ganancias tan copiosas de los infinitos bienes espirituales y temporales que en este caso se encuentran por la duración del mundo, de todo lo cual a Vra. Magt. se le ha de seguir la fama en la tierra y en el cielo, y al hacer inciertos a todos los que han dicho que si de haber declinación en este tiempo que muestra Dios, conque Vra. Magt. puede doblar la monarquía y añadir luego el título de las Indias y parte Austrialia del Espíritu Santo. La quinta, porque no cabe en razón de Estado cristiano ni político, pudiendo ganar perdí tanto y un hombre de tan buena voluntad desengañado, prático, que dé prueba en todos casos tocantes a lo que pía, y que he sabido pelear y perseverar fiado en Dios solo, con tantas cosas tan rigurosas y peligrosas cuantas no digo que se me han representado en veinte mil leguas de camino por tantos mares, en casi catorce años continuos, sin los pleitos con las voluntades de hombres, tan caros y difíciles de ganar y reducir, por sólo librar del olvido y traer a tan buen estado, como tiene esta tan grande causa de que yo solo no soy dueño, ni se me ha dado ni pido paga, advirtiendo que sin ella pretendo por medios todos muy suaves y justificados llegarla a su debida ejecución. Y, finalmente, por ser Vra. Magt. quien es, debe hacerme merced de mandarme sea dado brevemente buen despacho para volver a trabajar hasta dar fin a la vida o a la causa tan del servicio de Dios y de Vra. Magt. Todo lo referido de la grandeza, población, riquezas y bondad de las tierras de que trato. Consta y parece por nuestras, y por informaciones que tengo, y por noticias que tuve y discursos que hice, y por los que se pueden hacer, y porque el capitán Luis Báez de Torres desde las islas Phelippinas escribió a Vra. Magt. que con la nave almiranta y la zabra de mi cargo que no parecían, apartó a ellos, tan solamente con falta de un hombre, habiendo visto muy grande número de islas y costeado ochocientas leguas de más tierras yo vi; por manera que se debe crear que aunque aquella larga costa no se extiende más de lo visto, que su cuerpo ha de tener forma triangular, cuadrada, a cualquiera otra, y que por esta razón ha de (tener) tres para cuatro mil leguas de tierra, o más, sin las islas. Y adviértase bien que todo lo dicho es de quince para menos grados, y que dice el capitán que en diez años no se podrá de ver ni descubrir tantas tierras como vió en solo aquel camino, y que yo digo que por ser la parte oculta tan capaz, y por otras razones que obligan, se ve entender que puede haber en ella dobladas y cuatro dobladas y más, buenas tierras, por ser dentro de lo mejor de la tórrida y templada zonas, parte meridional, y que no están olvidadas de su Creador tantas criaturas suyas que las habitan, pues cuanto más dudoso estaba el caso, y yo desconsoladísimo por el oscuro y peligro que veía, embió Dios a una tan alegre y tan importante nueva, tan gran luz y consuelo. Recuerdo a Vra. Magt. que de las batallas vencidas entre amigos, que hasta agora sólo he ganado enemigos vivos, trabajos y pesares continuos, sufrir y servir sin sueldo, la hacienda y vida gastadas y el alma empeñada con dos mil y setecientos pesos de deudas hechas en suplir las cosas del servicio de Vra. Magt. que a esta vez tuve a cargo, porque una cédula de Vra. Magt. que para este fin me fue dada, jamás hallé quien la quisiese cumplir, y no quisiera que me fuera fuerza mostrar a Vra. Magt. lo trabajoso de mi historia, y decir mis quejas, advirtiendo que las mayores y que más me pican y lastiman es saber cuántos son los grandes bienes que se pierden por el espacio (sic) conque este caso camina, y cuán poco duele tan notable daño y pérdida. Por todo lo cual, a Vra. Magt. suplico cuanto es posible, sea servido mandar al Consejo de Indias que tome a priesa buena resolución conmigo, pues ya la merezco por tanta paciencia y constancia, y dé más desto por lo principal, que es por lo que se debe a Dios y a tantas almas, y porque a Vra. Magt. le importan reinos, riquezas y gloria. Y porque de una vez tenga fin mi demanda, se sirva Vra. Magt. de mandar ver los merecimientos de todos los descubridores pasados, y ajustados los premios que se les dieron por sus trabajos y servicios, con lo que valen los míos, se aplique el que me toca para esta tan buena obra y lo que resta, que mi industria y mi vida yo la daré y ofrezco de muy buena voluntad, sin esperanza de premio, y desde luego lo daré firmado mi nombre y más haré yo se me manda, aunque sea que me venda en almoneda, o si no desta mi parte se compre un pequeño barco y se me entregue con doce religiosos capuchinos, pues ya se mueven, y en nombre de los de Barcelona se ofrece el padre fray Severo de Tobar, como parece por una carta que en razón desto escribió al condestable de Castilla, y otra a mí, yo les iré a mostrar muy ricas Indias de almas que allí vi y allí están tanto tiempo ha, esperando las misericordias de Dios. Y si no háceme líos (?) de todo aquello en que acerca desto se duda o repara, en contra de lo que tengo pedido, para que yo atine con el modo conque debe proceder y proseguiré en la consecución de este caso, del cual se puede decir y escribir de tal manera que no pregunten presentes ni venideros, cómo Vra. Magt. dejó desiertas aquellas tan grandes y tan buenas tierras, y más teniéndome a mí por vasallo, que todo cuanto se ha dicho y voy diciendo y pretendo obrar en lo propuesto es con deseos bien mostrados de que tantos bienes se ganen y no se pierdan tantas almas. O si no deme Vrs. Magt. licencia para que escriba al Sumo Pontífice, o para ir a Roma a suplicarle que interceda con Vra. Magt. para la brevedad de mi despacho, o dígame claramente que no se quiere dar para con estos al ir de las penas de tanta suspensión, porque si no tomo por respuesta la poca estimación de tan gran caso y de tan gran hecho, y de tan grande y desnuda ofrenda, con todo lo demás de mi parte al propósito tan visto y tan palpado y tan duradero, y en suma, todo cuanto aquí me ha dejado padecer, habiendo dicho diez veces que entré en esta Corte sin un solo maravedí, mas, pasé adelante pues todo parecer por esta causa es muy poco para mí, que me aseguro que pues es de Dios que su divina Magt. la justificará y dispondrá y ayudará mis pocas fuerzas, como siempre lo ha hecho, para que tenga un tan glorioso fin cual le deseo a memoria de Vra. Magt. Y finalmente acuerdo (sic) que quien ha dado cuanto tuvo y ha hecho cuanto pudo y ofrecerlo que suena y lo que tiene y más la vida y que diera millones si los tuviera. Trato verdad y pido justicia.
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MEMORIAL 23 Señor. Yo el Capitán Pedro Fernández de Quir, digo que con éste son ocho los memoriales que a V.M. he presentado, en razón de la población que se ha de hacer en la tierra que V.M. mandó que se descubriese en la parte Austrialia incógnita, sin hasta agora haberse tomado conmigo resolución, ni dado respuesta alguna, ni esperanza que asegure mi despacho, habiendo catorce meses que estoy en esta Corte, y catorce años que trato esta causa sin sueldo y sin haberse visto apuntar a mi provecho sino solo el bien della, con lo cual y con infinitas contradicciones he andado veinte mil leguas por tierra y por mar, y gastado toda mi hacienda, desacomodado mi persona, sufriendo tantas y tan terribles cosas que mi mesmo se me hacen increibles; y todo esto ha sido por no desamparar esta obra de tanta piedad y misericordia, en cuyo nombre y por todo el amor de Dios suplico a V.M. muy humildemente sea servido de no permitir que de tantos y tan continuos trabajos y vigilias, y de una tan notable y tan fundada porfía no saqué yo aquellos frutos que tanto deseo y pretendo, siendo como son de tanta honra y gloria de Dios, y servicio de V.M., y bienes innumerables con duración de cuanto el mundo durare, y después, eternos. 1. La grandeza de las tierras nuevamente descubiertas, juzgado por lo que yo vi y por lo que el Capitán Luys de Vaez de Torres, Almirante de mi cargo, avisó a V.M. de buena razón su longitud, es tanta como la de toda Europa, Asia Menor, y hasta el Caspio y la Persia, con todas las islas del Mediterraneo y Océano que en su contorno se le arriman, entrando las dos de Inglaterra y Irlanda. Aquella parte oculta es quarta de todo el globo y tan capaz que puede haber en ella doblados Reynos y Provincias de todas aquellas de que V.M. al presente es señor, y esto sin avecindar con turcos ni moros, ni con otras de las naciones que suelen inquietar y perturbar las ajenas. Todas las tierras vistas caen dentro (de) la Tórrida zona, y hay parte de ellas que tocan a la Equinoccial, cuya latitud puede ser de noventa grados, y otras de pocos menos, y si suben como prometen, habrá tierras que sean antípodas de lo mejor del Africa y de toda la Europa, y de lo demás de toda la Asia mayor. Advierto que pues las tierras que vi en quince grados son mejores que España, como luego se verá, y que las otras que en altura se opusieren, que deben de ser en su tanto un paraíso terrenal. 2. La gente de aquellas tierras es mucha; sus colores son blancos, loros, mulatos e indios, y mezclas de unos y de otros; los cabellos de los unos son negros, crecidos y sueltos, los otros son frisados y crespos, y de otros bien rubios y delgados, cuyas diferencias son indicios de grandes comercios y concursos, por la cual razón y por la bondad de las tierras y por no tener artillería ni otras bocas de fuego con que matarse, y porque no labran minas de plata, y por otras muchas razones, es de creer ser muchísima gente, a la cual no se le conoce arte mayor ni menor, muros ni fuerzas, Rey ni ley; son más de unos simples gentiles, divididos en parcialidades y poco amigos entre sí; sus armas son las ordinarias: arcos y flechas sin yerba, y de macanas, bastones, lanzas y dardos de palo. Es gente que cubre partes, es limpia, alegre y racional y tan grata como lo he experimentado. Por todo lo cual se debe esperar mediante la providencia divina, y medios suaves, que han de ser facilísimos de pacificar, doctrinar y contentar, que son tres cosas bien necesarias en los principios, para después encaminarlas todas a aquellos tan santos fines cuanto deben ser pretendidos en lo más y en lo menos, con todas las veras de las veras. Las casas son de madera y cubiertas de hojas de palma; vían (sic) de ollas de barro. Tienen telares, trasmallos y otras redes; labran piedra, mármol, flautas, tambores y , cucharas de palo embarnizadas. Tienen oratorios y entierros y haciendas muy puestas en razón, cercadas y empalizadas. Aprovéchanse mucho de las conchas de nácar y dellas hacen gubias, escoplos, formones, fierras, anxuelos y patenas mayores y menores que traen colgadas de los cuellos. Los isleños tienen sus embarcaciones bien obradas y bastantes para navegar de unas tierras a otras, y todo junto es cierto indicio de vecindad de gente de más policía, y no lo es menos castrar los puercos y los pollos. 3. El pan que tienen son tres diferencias de raíces de que hay muy grande suma, y se pasan sin trabajo, que no tienen más beneficio que asarlas y cocerlas; son gustosas, sanas y de buen sustento, y mucha dura, y las hay de vara de largo, y media de grueso. Las frutas muchas y muy buenos plátanos de seis géneros, grande número de almendras de cuatro suertes, grandes obos, que es fruta casi del tamaño y sabor de melocotones; muchas nueces de la tierra y naranjas y limones que no los comen los indios; y otra extremada y grande fruta, y otras no menos buenas que se vieron y comieron con muchas y muy grandes cañas dulces; y noticia de manzanas. Hay infinitas palmas, de las cuales se puede luego sacar tuba, de que se hace vino, vinagre, miel y sueros, y las palmitas son muy buenas. Estas mismas palmas el fruto que dan son cocos; cuando están verdes sirven de cardos, y el meollo como natas, cuando maduras es sustento de comida y bebida en mar y tierra; cuando viejos dan aceite para alumbrar y curar tanbién como con el bálsamo, y para comer, cuando nuevo, sus cascos son buenos vasos y frascos. Los capullos son estopa para calafatear las naos y para hacer todos los cables y jarcias y las cuerdas ordinarias y de arcabuz. La mejor de las hojas se hacen velas para embarcaciones pequeñas, y esteras finas y petates conque se aforran y cubren casas, que se arman con los troncos que son derechos y altos, y de ellos se hacen tablas y lanzas y otros géneros de armas, y remos, con otras muchas cosas buenas para el servicio ordinario. Y es notar que estos palmares es viña, y que todo el año se desfruta y se vendimia, y que no pide beneficio, y que así ni gasta dinero ni tiempo. Las hortalizas que se vieron son calabazas y grandes bledos y muchos, y verdolagas, y se tuvo noticia de habas. Las carnes son muchos puercos mansos como los nuestros y gallinas y capones y perdices de la tierra, patos reales, tórtolas, palomas torcaces, y cabras que vió el otro Capitán; y los indios nos dieron noticia de vacas o de búfalos. Los pescados son muchos: pargos, peces reyes, lizas, lenguados, salmonetes, meros, favalos, macavis, casones, pampanos, sardinas, rayas, palometas, chitas viejas, anguilas, peces puercos, chapines, rubias, almejas, camarones y otros géneros de que no me acuerdo el nombre, y debe de haber muchos más, pues todos los referidos se pescaron juntos a las naos. Y si bien se considera lo escrito, hallarse ha que de más y tan buenos bastimentos se puede gozar luego grandes y muchos regalos, entrando en ellos mazapanes, conservas de muchas suertes, y esto sin llevarse nada de fuera. Y que para matalotaje, de más de lo referido, no faltarán muchos, ni grandes perniles de tocino, ni botijas de mantecas y lo demás que de grandes puercos se faza, sin faltar agro ni especias. Es de advertir que muchos de los dichos géneros son semejantes a los nuestros y que puede haber muchos más, y que en esto muestra la tierra ser muy propia para criar todas las otras cosas que produce la Europa . 4. Las riquezas son plata y perlas que yo vi, y oro que vió el otro Capitán, como dice en su relación, que son los tres géneros más ricos que naturaleza ha criado. Hay muchísima nuez de especia, maza, pimienta y gengibre, que habemos visto los dos. Hay noticia de canela y puede ser haber clavo, pues hay las otras especias; y más también porque son aquellas tierras paralelas, con poquita diferencia, de Terrenate y Bacha. Hay más allí conque se puede criar seda, hacer pita, azúcar, añil; hay buen ébano y infinitas maderas para fabricar todas cuantas naos se quisieren, con todas sus velas y jarcias de tres géneros, el uno parecido a nuestro cáñamo. Y con el aceite de los cocos se puede hacer la galagala con que se escusa brea, y se vio cierta resina conque los indios se aprovechan para brear sus piraguas, y pues hay cabras y noticia de vacas, habrá cordobanes, corambre y sebo y carne en abundancia; y de abeja que se ha visto habrá miel y cera. Y demás de todas estas riquezas aseguran de otras muchas noticias; y el sitio y disposición de las tierras, ajustadas con las muchas que dará la industria, habiendo como hay tanto aparejo, así de las Cosas suyas como para criarse las nuestras que pretendo luego llevar, con más todas las otras mejores y más provechosas que se crían en el Pirú y en la nueva España; parece que todo junto hará tan rica la tierra que sola ella por sí baste a sustentarse, y juntamente a la América, y a engrandecer y a enriquecer a España, de tal manera como yo lo mostraré si soy de otros ayudado para la ejecución. Y en razón de lo visto por ser orillas del mar, digo señor que se deben de esperar del corazón de la tierra tantas y tales grandezas y riquezas y cosas buenas, cuales van siendo las nuestras. Es de advertir que mi intento principal fue sólo buscar tan gran tierra como hallé y que por mis enfermedades y otras causas que callo no pude ver cuanto quise, ni todo cuanto deseé se puede ver en un mes, teniendo doce un año, que muestran las calidades y los frutos que producen todas las tierras criadas, y que los indios de aquellas tierras no deben de ser jusgados con nuestras necesidades, favores, codicias y estimación de las cosas, sino por hombres que pretenden con el menos trabajo que pueden pasar, como pasan, las vidas sin cansarse en lo demás que nos cansamos. 5. La comodidad y gustosa vida será tanta cuanta se ve en una tan cultivada, alegre y fresca tierra, negra y grasa y de grande migajón, con barriles (sic) para luego poder hacer casasladrillo y tejas y lo demás que Bellos se hace; y en aquellas, tantas y tan cerca canteras de piedras, mármoles y toscas para poderse levantar suntuosos y curiosos edificios; y en aquellas, tantas y tan a propósito maderas para todos menesteres; y en aquel sitio de llanos, valles, lomas, quebradas y tierras altas, y redobladas; y en aquellos ríos, chorrillos y mantiales adonde cómodamente puede haber en cantidad molinos, azeñas, trapiches y otros ingenios de agua; y en los esenos (sic) salinas; y en aquellos cañaverales, testigos de la fertilidad de la tierra, cuyos cañutos hay de cinco y seis palmos, y menos, y el fruto a proporción, el canto delgado y duro y lisa la tez; y en tan buenos pedernales como los hay en Madrid. La bahía de San Felipe y Santiago tiene veinte leguas de orilla, es toda limpia y libre para poder entrar de día y de noche; tiene a su redonda muchas poblaciones y en ellas y muy lejos se ve ya de día muchos humos, y de noche muchos fuegos; su puerto de la Veracruz es tan capaz que pueden caber en él más de mil naos. Su fondo es limpio y de arena negra, no se ha visto broma, puédese surgir en las brazas que quisieren, de cuarenta hasta media entre dos ríos, el uno tan grande como Guadalquivir en Sevilla, con barra de más de dos brazas por donde pueden entrar buenas fragatas y pataches; en el otro entraban francas nuestras barcas y dellas se cogía el agua, que es lindísima en cualquier parte de las muchas que hay. El desembarcadero es una playa de tres leguas y lo más della un guijarral negro, menudo y pesado, bonitísimo para lastrar los navíos. La playa, por no tener ruinas ni quiebras, y estar verdes las yerbas de su orilla, se entendió no ser batida de mares, y porque los árboles que tiene estaban todos derechos y sin azotes ni desgajes, se juzgó desto no haber grandes temporales. Este puerto, demás de ser tan airoso, tiene otra grande excelencia para lo que es recreación, que desde que rompía el alba se oía por todo el cercano bosque una muy grande armonía de millares de diversos pájaros, algunos, al parecer, ruiseñores, mirlos, calandrias, y jilgueros, y infinitas golondrinas, periquitos, y un papagayo que se vió, y sin estos muchos otros géneros de aves, y hasta chillar las chicharras y los grillos; y se gozaba las mañanas todas y tardes de suaves olores despedidos de tantos géneros de flores, entrando en el de azahar y albahaca, y por todos estos y por otros buenos efectos se juzgó ser allí clemente el cielo y que guarda su orden naturaleza (144). A este puerto y su bahía los hacen más excelentes la cercanía de tantas y tan buenas islas, en especial de siete que bojean doscientas leguas; la una tiene cincuenta y dista doce, es muy fértil y poblada. Y en suma digo señor que en esta bahía y puerto de quince grados y un tercio de elevación de polo Antártico, se puede luego edificar una muy grande y populosa ciudad y que la gente que la habitare gozará de todas las riquezas y comodidades apuntadas y de las que no puede mostrar mi poco ingenio, y de las que el tiempo mostrará, y que se pueden comunicar con las provincias de Chile, Perú, Panamá, Nicaragua, Guatemala, nueva España, Terrenar y Filipinas, de todas las cuales tierras V.M. es señor, y que si V.M. lo fuere destas otras que ofrezco, las tenga por tan importantes, que demás de ser como llaves de todas las referidas, entiendo vendrán a ser en lo que es trato de cosas curiosas y provechosas, dejo grandeza, otras Chinas y Japones, y más provincias de aquella costa de la Asia con sus islas, y quedo corto según lo que siento y lo puedo mostrar en junta de Matemáticos, ni me alargo en decir que pueden luego acomodar y sustentar doscientos mil españoles. En suma, aquel, Señor, es el mundo de que España va siendo el centro, y en lo que es cuerpo es la uña, y nótese bien este punto. 6. El temperamento y bondad del aire es, señor, tal cual se ve en todo lo dicho y en que siendo los nuestros todos extranjeros, ninguno cayó enfermo con tan ordinario trabajar, sudar y mojarse, sin guardarse de beber agua en ayunas, ni de comer todo cuanto la tierra cría, ni del sereno, luna y sol, que no era muy ardiente de día, y de media noche abajo pedía, y se sufría muy bien, ropa de lana; y con que los naturales en común son corpulentos y de grandes fuerzas y algunos dellos muy viejos; y con que viven en casas terreras, que es muy grande indicio de la mucha sanidad, porque a ser la tierra enferma las levantarían del suelo, como lo hacen en Filipinas y en otras partes que yo vi; y conque el pescado y la carne duraban sanos, por salar dos y más días; y conque las frutas que de allí se trajeron, como se puede ver en dos que aquí tengo, están sanísimas, con ser cogidas de los árboles sin sazón; y con no haberle visto arenales, ningún género de cardones, ni árboles espinosos, ni que tengan raíces sobre la tierra, ni manglanares anegadizos, ni pantanos, ni nieve en las altas sierras, ni cocodrilos en los ríos, ni en las montañas sabandijas ponzonozas, ni hormigas que suelen ser muy dañosas en las casas y en los frutos, ni niguas ni garrapatas, ni mosquitos; que es esta una excelencia sobre todas las excelencias para nuestra pretensión y tan digna de estimarse, que hay muchas tierras en las Indias que por sólo estas plagas no se pueden habitar, y otras donde se padece tanto por ellas cuanto yo soy buen testigo. 7. Estas son, señor, las grandezas y bondad de las tierras que descubrí, de las cuales tomé la posesión en nombre de V.M. debajo de vuestro estandarte Real, y así lo dicen actas que aquí tengo. Así, señor, lo primero se levantó una cruz y se armó Iglesia de nuestra Señora de Loreto, se dijeron veinte Misas, se ganó el jubileo concedido al día de Pentecostés y se hizo una solemne procesión el día de Corpus Cristi. En suma, el Santísimo Sacramento siendo su (sic) guió el estandarte de V.M., paseó y honró aquellas ocultas tierras, a donde enarbolé tres banderas de campo, y en las de todas mostré las dos columnas al lado de cuestras armas reales, conque puedo decir con razón, en lo que es parte: aquí se acabó Plus Ultra , y en lo que es continente, más adelante y atrás; y todo esto y lo demás ha sido como leal vasallo que soy de V.M., y para que V.M. pueda añadir luego, porque suene esta grandeza, el título de la Austrialia del Espíritu Santo, para más gloria del mismo Señor que me llevó y me la mostró y me trajo a la presencia de V.M. a donde estoy con la misma voluntad que siempre tuve a esta causa que crieé y, por su alteza y todo merecer la amo y la quiero infinito. 8. Bien creo del prudente consejo, grandeza de ánimo y piedad Christiana de V.M. el mucho cuidado que dará saber tan cierto como contiene la población de aquellas tierras ya descubiertas, siendo la causa más principal que debe obligar a no las dejar desiertas, ser éste el medio para que en todas ellas sea Dios Nuestro Señor conocido, creído y adorado y servido, siéndolo tanto el demonio, y más también porque ha de ser la puerta por donde a tantas gentes del cargo de V.M. les ha de entrar todo su bien y remedio, y los muchos más cuidados que daría si a ellas fuesen enemigos de la Iglesia Romana a sembrar sus falsas doctrinas y convertir todos los bienes que pretendo en males mayores y llamarse señores de Indias y arruinarlas todas. También creo que V.M. estará muy advertido que un daño tan pernicioso cuanto lo es el que suena, o otro cualquiera desmán si lo hubiere al presente o adelante, que ha de costar millones de oro y millares de hombres el dudoso remedio. Gane V.M., pues puede, con (la) poca plata (que) gasta en el Pirú por una vez, ganar el cielo y la fama eterna y aquel nuevo mundo con todo lo que promete, y pues no hay quien a V.M. pida las albricias de una tan grande y señalada merced de Dios, guardada para vuestro felice tiempo; yo señor las pido, y por ellas mi despacho, que están los galeones prestos y es mucho lo que tengo que andar, que aprestar y que hacer, y muchísimo lo espiritual y temporal que cada hora se pierde que jamás se ha de cobrar. Si a Cristobal Colón sus sospechas le hicieron porfiado, a mí (me) hace tan importuno lo que vi y lo que palpé y lo que ofrezco, para lo cual mande V.M. que de tantos medios cuantos hay, sé de uno para que pueda conseguir lo propuesto, advirtiendo que en todo me hallarán muy reducido a la razón y daré en todo satisfacción. Señor, grande obra es ésta, pues el demonio le hace tan mortal guerra, y no es bien que pueda tanto, siendo V.M. el defensor della.
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MEMORIAL 24 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós: ya he dicho a V.M. que de la parte del sur está oculta la cuarta parte del globo, y que el descubrimiento que en ella hice, lo es de veintitrés islas, cuyos nombres son: Las Cuatro Coronadas, San Miguel, la Conversión de San Pablo, la Decena, la Sagitaria, la Fugitiva, la del Peregrino, Nuestra Señora del Socorro, Monterrey, Tucopia, San Marcos, el Vergel, las Lágrimas de San Pedro, el Pilar de Zaragoza, San Raymundo y la isla de la Virgen María; y juntamente las tres partes de tierra llamadas del Espíritu Santo, an la cual tierra se halló la bahía de San Felipe y Santiago y Puerto de la Veracruz, a donde fuimos surtos con los tres navíos, treinta y seis días. Entendiose por todas tres una gran tierra y sus altas y dobladas serranías, y aquel río Jordán por su grandeza parece que asegura la de la tierra; como de todo más largo consta por una información que hice en México, con diez testigos de los que fueron conmigo, a la cual me remito. Mande V.M. que sea vista y que se haga una junta de matemáticos y pilotos y personas pláticas, pues al presente las hay muy insignes en esta corte, y la causa lo merece, y a V.M. le importa muchísimo. Digo pues, Señor, que en una isla que se llama Taumaco, que al parecer dista de México mil y doscientas cincuenta leguas, estuvimos surtos diez días (151), y que el señor de aquella isla, y de otras islas, cuyo nombre es Tumay, hombre de razón, buen cuerpo, talle y color algo moreno, los ojos hermosos, la nariz afilada, la barba y cabellos crecidos y crespos, y a su modo grave, nos ayudó con su gente y embarcaciones a hacer aguada y leña, de que en aquella sazón estábamos muy necesitados. Este tal vino a verme a la nao y dentro le examiné en la manera siguiente: lo primero, le mostré su isla y la mar y nuestras naos, y gente, y apunté a todas partes del horizonte, y hice otras ciertas señas, y con ellas le pregunté si había visto navíos y hombres como los nuestros, y a esto dijo que no. Preguntele si sabía de otras tierras lejas o cerca, pobladas o despobladas, y luego que me entendió nombró a más de sesenta islas y a una grande tierra que se llama Manicolo. Yo, Señor, las fui escribiendo a todas, teniendo presente la aguja de navegar, para saber hacia el rumbo que cada una demoraba, que viene a ser de aquella su isla a la parte del Sueste, Susueste, Oeste y Nordeste, y para que yo entendiese cuáles eran las pequeñas, hacía pequeños círculos, y mostraba el mar con el dedo, y con él daba a entender cercana la tierra; y por las que eran mayores hacía mayores círculos y las mismas demostraciones, y por aquella gran tierra abrió ambos los brazos sin volverlos a juntar, mostrando que proseguía; y para dar a entender que eran las lejanas, o estaban de allí más cerca, mostraba el sol de levante a poniente, recostaba la cabeza sobre una mano, cerraba los ojos y contaba por los dedos las noches que en el camino se dormía; y por semejanza decía cuáles gentes eran blancas, negras, indios y mulatos, y cuáles estaban mezclados, y cuáles eran sus amigos y enemigos, y que en algunas islas comían carne humana, y para esto hacía que mordía su brazo, mostrando claro querer mal a esta gente, y deste y de otros modos, al parecer se entendió cuanto dijo, y se lo repetí tantas veces que mostró cansarse dello. Mostró deseo de volver a su casa, dile cosas que llevase, y despidiose de mí dándome paz en el carrillo y otras muestras de amor. El desembarcadero desta isla es una playa de tres leguas y lo más dello un guijarral negro y pesado, bonísimo para lastrar los navíos. Este puerto, demás de ser muy airoso, tiene otra excelencia para lo que es recreación: que desde que rompe el alba se oye una muy grande armonía de millares de diversos pájaros, algunos, al parecer, ruiseñores, mirlas, calandrias y gilgueros, y infinitas golondrinas, eriquitos, y sin estos, muchos otros géneros de aves, y asta chillar las chicharras y los grillos; y se gozaba las mañanas y tardes de los suaves olores despedidos de tantos géneros de flores, entrando el de azahar y albahaca; por todo esto se juzgó ser allí clemente el cielo y que guarda su orden naturaleza. Cuando salí de la isla de Taumaco, hice coger cuatro muy gallardos indios: los dos echaron a nado y los dos quedaron en el navío, y el uno dellos se llamó Pedro, declaró en el puerto de Acapulco, y por el camino, y en la ciudad de México a donde murió, habiéndolo visto el Marqués de Montesclaros, lo siguiente sin nunca variar, aunque se le preguntó en diversos tiempos y por muchas personas y de muchos modos, y se le negaban y contradecían sus dichos. Lo primero dijo Pedro ser natural de una isla que se llama Chicayana, mayor que la de Taumaco a donde le hallamos, y que de una a otra hay cuatro días de camino, y que Chicayana es tierra rasa, y entendimos de él que era muy abundante de frutas, y que la gente della es su buen (sic) color de Indio, cabello suelto y largo, y que se labran como él lo estaba, poco en el rostro, hombros y pechos, y que también hay hombres blancos que tienen los cabellos rubios y muy largos, y que él era tejedor y soldado flechero, y que en su lengua se llama Luca, su mujer Layna, y su hijo Ley. Dijo más: que en aquella su isla hay muchas ostras como de las que vi sus conchas y traje algunas que aquí tengo de tres tamaños. El primero es el común de la Margarita, el segundo mayor al doble, y el tercero de palmo más y menos de diámetro, y que a todas estas ostras llaman Totofe, y que en ellas se hallan perlas, a las cuales llaman Futiquilquil. Y por esto le mostré las conchas y él las tomó en las manos, y en ellas fue mostrando las partes do se crían. Y preguntado cuántas eran y de qué tamaño, dijo que en unas se hallan más y en otras menos, y para dar a entender el grandor decía que las hay como arena y como sal, y como piedrecitas, y como cuentas de rosario, y como botones como tenía en un coleto, y otras mayores, y que se pescan en menos de medio estado de fondo de piedras, y que él mismo sin zambullirse las sacaba con la mano y las ponía en su canoa, y que sólo las quieren para comer su carne, a la cual llaman Canofe, y que las conchas les sirven para hacer anzuelos, cucharas y otras cosas, y que las perlas no les sirven de nada. Otras cosas dijo Pedro de lo que su isla cría, así como de perlas mucho mayores de las ya dichas, y de piedras, toques de plata y otras infinitas cosas que aquí en esta Corte tengo para quien lo quisiere ver. Dijo más Pedro: que al diablo llaman Tetua y que habla con los indios de un palo sin ser visto, y que a el mismo y a todos ellos, de noche, y muchas veces, les palpaba los rostros y los pechos con cosa muy fría, y que queriendo saber lo que era no hallaban nada; y esto decía mostrando cierto recato y temor, dando bien a entender ser cosa mala y para ellos aborrecible. Y también dijo a otros, que no a mí, que antes que a su tierra fuéramos, ya el diablo les había dicho que los habíamos de ir a matar. Mostraba muchos deseos de volver a su tierra para decir al señor de Taumaco todo el bien que le habíamos hecho, y de los indios sus compañeros, que ellos mismos se echaron de las naos a nado, que nosotros no les hicimos ningún mal. Y también más, para decir a todos sus naturales que buena cosa es ser christiano, y que a él, después que lo era, el diablo no le habló ni le oyó, ni de noche le palpó, y para traer a su hijo y mujer y venirse a vivir con nosotros. Era Pedro al parecer de edad de veinticinco años y en aquella ocasión que declaró sabía poco de la lengua castellana, y a esta causa costó mucho trabajo esta su declaración, porque se le ha negado y repetido muchas veces, y parece que si viviera diera más razón que ha dado. Más yo creo que es más para creer lo que está dicho y lo que dejó de decir, que no lo fuera si llegara a ser ladino, aunque yo y todos cuantos le trataron le tenemos por hombre de verdad y de vergüenza. Un día entró en la iglesia de San Francisco de México y por ver en ella muchos crucifijos dijo que ¿como allí había tantos dioses si le decían que no había sino un solo Dios? Fuele respondido ser todos retratos del verdadero Christo, y con esto y con lo demás que se le dijo pareció satisfacerse, y los frailes que le oyeron se alegraron por ser pregunta de hombres que sabía discurrir. Y finalmente, (en) Domingo de Ramos murió. Yo fío de la misericordia de Dios que pues por un tan extraño modo le trajo al bautismo y a morir confesado y oleado, y en tan señalado día y con muestras de buen christiano. El otro indio se llamaba Pablo; era muchacho de hasta ocho años, de color claro y cabello frisado; tenía muy hermosos ojos, muy buen talle y mejor condición, y tanto que todos cuantos le trataron le querían mucho por ser tan dócil y agradable. Sabía como Pedro las cuatro oraciones y se persignaba con mucha alegría, y bautizado y buen christiano le llevó Dios el día de la Ascensión. Daba razón del demonio que se llamaba Hadamia, y de como habla con los indios sin ser visto, y también le daba de perros mayores y menores, y de un animal como gato, y de un grande río hacia la parte de un pueblo. Que en aquella su tierra hay mucha gente guerrera, enemiga una de otra, y que no se come carne humana; y esto se debe creer por la mucha que tienen los puercos y gallinas y tantas otras comidas, pues el comerse carne humana, entre otras gentes, parece proceder de la esterilidad de la tierra, o de la bestialidad de sus moradores. Y porque era niño y estaba enfermo no se pudo saber de él cuanto se quiso. Un pequeño vocabulario tengo, que es lo que pude juntar de las lenguas de Pedro y de Pablo, lo que sé decir que es muy pronunciable. Estas y otras son, Señor, las grandezas y bondad de las tierras que descubrí, de las cuales tomé la posesión en nombre de V.M., debajo de vuestro estandarte real. Y así lo dicen los autos que aquí tengo. Allí, Señor, lo primero, se levantó una cruz, y se armó iglesia de nuestra Señora de Loreto, se dijeron treinta misas, se ganó el jubileo concedido el día de Corpus Christi. En suma, el Santísimo Sacramento, siendo su guión el estandarte de V.M., paseó y honró aquellas ocultas tierras, a donde enarbolé tres banderas de campo, y las de topes, mostré las tres columnas al lado de vuestras armas Reales, conque puedo decir con razón, en lo que es parte, que aquí se acabó Plus ultra, y es lo que es continente más adelante, y atrás. Y todo esto y lo demás ha sido como leal vasallo que soy de V.M., y para que V.M. pueda añadir luego, porque suene esta grandeza, el título de Austrialia del Espíritu Santo, para más gloria del mismo Señor que me llevó y me la mostró, y me trajo a la presencia de V.M., a donde estoy con la misma voluntad que siempre tuve a esta causa que crié, y por su alteza y tanto merecer la amo y la quiero infinito. Si a Christobal Colón sus sospechas le hicieron porfiado, a mí me hace tan importuno lo que ví y lo que palpé y lo que ofrezco, por lo cual mande V.M. que de tantos medios cuantos hay, se dé uno para que pueda proseguir lo propuesto, advirtiendo que en todo me hallarán muy reducido a la razón y daré en todo satisfacción. El Capitán Pedro Fernández de Quirós, de V.M. leal vasallo.
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MEMORIAL 25 Señor El Capitán Pedro Fernández de Quirós: digo que para la población de las tierras que en nombre de V.M. he descubierto son necesarios mil hombres, que sean muchos casados y de todos oficios, porque hay mucho en que repartirlos y mucho con que sustentarlos y mucho en que acomodarlos. Y que se levanten en el Pirú, de que se seguirá en aquel Reyno un muy grande beneficio, así de presente como adelante. Doce religiosos descalzos de la Orden de San Francisco que son doctos, con la potestad necesaria, vestuario y ornamento. Seis hermanos de Juan de Dios para ocuparse en lo que profesan. Un médico cirujano, barbero y medicinas. Y varios los que bastaren, artillería, mosquetes, arcabuces y otras armas, bastimentos y cantidad de rescate para los indios. Una buena partida de hierro en plancha y de herramientas para fabricar, plantar, sembrar y para minas. La costa de todo lo referido, y de lo demás que no digo, se puede hacer con quinientos mil ducados, gastados por una vez. Es de advertir que tierra a donde ya se ha visto oro, plata y perlas, especierías y otras cosas de valor, puede dar luego de retorno mucho más que lo gastado y quizás cuatro dellas, y que su bondad asegura que ha de sustentar a sí y a las Indias, en riquezas a España y que sin éstas hay tantas conveniencias como apunté en otros Memoriales. Las cédulas de que V.M. me hiciere merced han de ser tan claras y tan fuertes que la voluntad de V.M. tenga en todo real efecto. Lo que toca a mi persona sólo pido y suplico a V.M. lo que no puedo escusar para la autoridad de la causa. Mucho quisiera serme posible poder mostrar aquí cuanto me duelo de la hacienda de V.M. y cuanto pretendo su mayor acrecentamiento y cuanto deseo se haga como se debe este grande servicio de Dios y de V.M. y redención de almas de las gentes de tan grande parte del mundo y sólo acuerdo cuánto pudo conmigo el amor que de ella me trajo a esta a ofrecerme a tantos nuevos peligros y trabajos bien experimentados de mí, siendo los mayores de todos sufrir y contentar a los hombres. Suplico a V.M. cuanto le debo sea servido de hacerme merced mandar me sea luego dado mi despacho así y de la manera que la merece tan grande causa y mi tan buena voluntad y como a V.M. tanto le importa, para irme en los galeones que se parten en este mes o a la entrada de marzo, y si Dios se sirve de ayudarme como yo de su bondad fío, yo haré obras que V.M. entienda que tiene fiado de mí mucho menos de lo que yo deseo servir a V.M. ( ).
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MEMORIAL 26` Señor El Capitán Pedro Fernandez de Quirós: No puedo dejar de mostrar por puntos la mucha pena que tengo del tiempo que por años perdí y pierdo, por no se querer sembrar un poco de plata en aquellas tan grandes y tan buenas tierras que Dios fue servido mostrarme a buena suerte de V.M., con aquel gusto conque yo sin ser el dueño he gastado lo que tenía, dejé de ganar lo que pude, trabajé sin descansar por liberarlas del olvido, y por no las desamparar padezco infinitamente y me ofrezco de valde a padecer, lo que no me asamobra, aunque lo veo ir todo a fin de que no se pierda esta causa de tanta honra y gloria de Dios y que tanto a V.M. conviene y importa. ¿Hasta cuándo, Señor de esta vasallo y protector de esta obra de santa piedad y misericordia, ha de durar mi bien fundada esperanza? ¿Y cuánto ha de doler la pérdida incomparable de aquellas tantas almas del cargo de V.M.? ¿Y cuándo se atiende a gozar de aquellas tantas riquezas que parece las guardó Dios allí para este tiempo de tanta necesidad? y V.M. con ellas pueda mejor defender y aumentar su iglesia, desempeñar y descansar a España y bien acomodar todas sus cosas. Señor: la ocasión es buena, las vidas breves, los caminos largos, mucho lo que aprestar, grandes las dificultades que vencer allá y en Indias, y mucho mayores las de la parte a donde he de ir remando y entrar cavando y arando para que muchos coman de mis tan caros sembrados. No permita V.M. me sea cortado el hilo a mis intentos. Déjenme, Señor, obrar pues no es para menos que abrir puertas a infinitos bienes del cielo, y tierras, y vallas a incontables males y daños que amenazan si V. Md. se descuida. Señor: mucho (es) lo que suena y no se halla cada día, y cuando se quiera buscar se hallará al precio de millones. Yo sólo pido se gasten por una vez en la casa de la Ciudad de los Reyes, 500 mil ducados, sin que entre en mi poder un solo maravedí. Despacho, Señor, despacho, pues (es) razón la que pido, y mi ánimo, servir a V.M. toda mi vida.
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MEMORIAL 27 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós: Vuelvo a mi tema y digo, que se tiene por cierto que cuando se descubrieron las Indias de Occidente, había en ellas treinta millones de sus naturales, y que si el particular interés e inadvertencia conque se dio principio a tan grande y singular obra, diera lugar a que fuera buscado el modo que convenía para atraer y enseñar a aquellas gentes a gozar de los bienes de ambos géneros, y por la vía de conveniencia diera cada un natural un solo ducado de feudo, habiendo dado y dando hoy de tributo de cuatro a once pesos, sin lo demás que los sacan por otras vías, y a muchos el servicio personal de toda la vida, que tuviera hoy V.M. treinta millones de renta, y que gastándose los diez en tan gran beneficio espiritual y temporal de los mismos, como se deja a entender, quedaban a V.M. veinte millones cada un año, y que estos se han perdido tan de atrás y sin remedio se perderán en adelante. No se deben tener por muchos los treinta millones de naturales que digo, pues yo mismo vi escrito en un convento de San Francisco que está en un lugar que se llama Suchimilco, cinco leguas más acá de la ciudad de México, que sólo los frailes de su orden bautizaron diez y seis millones dellos, y esto, juntados con los que bautizaron todos los otros sacerdotes, y con los que no se bautizaron, y con más catorce millones que se dice había en las islas Española, Cuba, Jamaica, Puerto Rico y otras, parece que serían sesenta y más millones, y se debe creer que fuese ansí pues se dice que en la China, con ser tantas veces menor provincia que la América, tiene hoy vivos sesenta millones de hombres. El descubrimiento de las Indias ha ciento diecisiete años que se hizo, y según el orden natural habrían hoy de ser sus naturales, quizás, más de cien millones, siendo como lo es la tierra capaz para se poder extender y sustentar todos en ella, y V.M. tuviera los mismos cien millones de renta; y no parezcan muchos haciendo comparación a la China, tan falta de minas de plata, y la América, con mil y más leguas dellas. Dejo las demás riquezas. . Las Indias son un grano de tierra de más de ocho mil leguas de circuito, sin tener vecindad de las naciones que saben inquietar y perturbar las aguas; y con esto y con que sus naturales estuvieran doctrinados en la manera que puede ser, demás de que fueran hoy todos cristianos, estuvieran tan disciplinados en todas las artes y ciencias, que por sí solos se pudieran defender de toda ofensa y persecución que se intentara contra ellos, como gente con ojos, manos y corazón. Mucho digo y mucho más pudiera decir, como digo, que la falta de enseñanza ha sido la causa de acabarse tantos millones de aquellos naturales. Bien podían estar hoy aquellos reinos tan floridos como voy representando, y para el trato y gasto de sus gentes, que habían de ser políticas, bien fueran menester más ropas y cosas de las que labra y produce Europa; y fueran tan buenas las correpondencias, tantas y tan crecidas las armadas y flotas, y tan grandes los derechos, y tanto el poder por tierra y mar, que no hubiera nación que se atreviera en él a ofender navío de España, y V.M. quizás codiciara ir a vivir a las Indias, sabiendo de su grandeza y riqueza, y entiendo que la grande y larga ausencia dellas ha sido causa de la falta de los bienes que refiero. Y no tan solamente se podrían defender y conservar por sí solos, sino que con un poco de su gran poder y riquezas, y con tanto aparejo que tienen de todo lo menesterosa, podrían hacer y armar grande número de naos y venir a vengar a España de todos los enemigos de que está cercada y amenazada, conque no fuera necesario, pues, con tantos millones de oro que había de tener sobrados de los que dieran las Indias, no sólo se bastara a defenderse, sino a ganar al turco y moro lo que tienen. Más; pudiera aquella gente defender la Iglesia de Dios y hacer que con muy grande gloria suya triunfase de todos cuantos la persiguen; y no sólo esto, sino crecerla de tal manera que en toda la redondez de la tierra fuera Dios conocido y adorado de todas sus criaturas; y todo lo dicho se hiciera mucho mejor siendo ayudados de nuestros españoles, o, por mejor decir, de Dios que es tan poderoso para hacer lo que digo y mucho más, por medio dellos, como lo ha sido y es para hacer cuanto ha hecho y hace por medio de los pocos españoles. Y bien se debe advertir que España fue las Indias de fenicios y romanos, y sus naturales no tan sabios como agora; y se debe considerar que los indios chichimecos de la Nueva España, por no les poder conquistar, se apaciguaron a partido, y que los chilenos se defienden valerosamente y ganan tierra, siendo pocos unos y otros, y faltar a todos armas de fuego y hierro, la disciplina militar y otras cosas que convienen para, en los tiempos de guerra, defender y ofender. Y cuando aquellos indios no fueran hoy más que sólo los treinta millones referidos, se podría hacer muy bien todo lo dicho, y fuera tanta la ventaja de flotas y derechos, cuanta hay de ir para menos de dos millones que hoy viven y no visten ni calzan, a los treinta que había cuando su descubrimiento, que habían de gastar como políticos y aunque no lo fueran. Este daño, Señor, así de atrás como de presente y venidero, en los bienes de almas y cuerpos y pérdidas de los provechos apuntados y por apuntar, es incontable; y apretando más este punto digo que si aquellas tierras y gentes fueran descubiertas hoy y hubiera para con ellas el debido temor y cuidado, más frutos para el cielo y tierra se habían de coger en diez años venideros, que en todos los ciento diecisiete pasados, y que con crecidísimas ventajas durarían en cuanto el mundo durara. Es tanto lo que vale cuanto aquí represento, y es tanta la fuerza que me hace toda junta la pérdida de tantos bienes, la ganancia de tantos males, y tanto el temor que tengo de que mi causa no venga a otro tal paradero, y tanto el cuidado en que vivo, que o puedo dejar de decir que todo lo que se perdió en la América pretendo que se gane en la Austrialia del Espíritu Santo, a quien suplico humildemente se sirva de dar a aquella tierra un gran principio y un fin muy dichoso y que lo demás referido sirva para escarmiento. Parece que guardó Dios para la postre las mejores y más ricas tierras, y un hombre de tan buena voluntad. Despacho, Señor, despacho medido a la grandeza y necesidad desta causa, pues ha de ser por una vez.
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MEMORIAL 28 Señor. El Capitán Pedro Fernández de Quirós: En razón del caso que ha más de año y medio que propuse a V.M., sobre (el) que tengo presentado con este diez y seis memoriales, y dado otros muchos recuerdos, digo: que por cumplir con lo que debo a Dios y a V.M., y con lo mucho que me ha costado traerlo a su buen estado presente, y con el grande amor y deseo que tengo de verle un fin muy dichoso y felice, que V.M. fue servido de mandarme a descubrir tierras incógnitas, y que Dios las mostró, como lo he significado muchas veces, cuyos naturales son gentiles; recuerdo la eternidad de la pena que les espera, y que son todos del cargo de V.M., cuya piedad cristiana me asegura le tiene, obligado a oir sus lastimosos clamores, y mis tan continuos y humildes ruegos, y hacerme la merced que hoy espero de mi despacho, para con medios eficaces ir en nombre de V.M. al socorro de todas ellas, con pretexto que pretendo obrar allí como quien cree que le está mirando Dios y que hay muerte, juicio, infierno y gloria para quien hace mal o bien al género humano, y juntamente como si V.M. estuviera mirándome con el premio o con el castigo en la mano. Remitiéndome en algunos puntos al último memorial que a V.M. he presentado, digo: que pretendo que a aquellas gentes se les haga el mismo tratamiento que para mí quiero, con juicio riguroso contra los que lo contrario hicieren, y que siempre procuraré con vivas obras ganar las voluntades de los mayores por facilitar los medios para atraer los menores, y que de las islas comarcanas y provincias vecinas y lejas se traigan por modos suaves a nuestra compañía, todos los indios que se pudiere, de todas edades (excepto los muy viejos), para luego adquirir noticias, trocar leguas y, en suma, por sembrar apriesa los frutos dellos. Supuesto que a estas gentes les falta el conocimiento de Dios, la vida política y las riquezas que tienen y no estiman, y por sí solas en ningún tiempo pueden arribar a su bien más principal, sin que V.M., como su protector, les ayude con enviar bastantemente religiosos, navíos, gentes, armas y todo lo necesario, con advertencia que en este caso, para mí tan trabajoso, no busco mi condenación, ni ajenas, y que este poder no lo pido para maltratar aquellas gentes, sino porque son los medios para ejecutar cómodamente el intento, pues es cierto que, por destruirle, el demonio ha de hacer su mal oficio; y más también, porque se puede juntar gran multitud de aquellos indios por temor u otras causas y nos podemos defender sin ofenderlos, y para defenderlos de sus enemigos, si los tuvieren, y para amparar los que ya fueren christianos o lo quisieren ser habiendo quien se lo impida, y para defender la tierra de los enemigos de la Iglesia de Dios y de V.M. que allí aportaren. Voy con ánimo determinado de desterrar la ignorancia entre los nuestros, introducir toda buena disciplina christiana, política y militar, y para esto buscar cuanto V.M. me ayudare y a mí fuere posible, las más personas de virtud, ciencia y experiencia para aconsejarme con ellos y acordar con sazón y madurez, como quien tiene el caso presente, lo que se debe hacer para ser Dios y V.M. bien servidos; y que aquellos naturales en lo espiritual y temporal les luzca nuestra ida a su tierra, y vayan siempre de más a más, y esto lo confiesen ellos y lo canten todas las naciones. Es de advertir que en tierra y gente hay disposiciones para esto, lo que se puede pretender. Haránse luego seminarios, a donde con consentimiento de los padres se recojerá, doctrinarán y enseñarán a los hijos, y esto con el cuidado celoso que lo sabrán hacer los religiosos descalzos de la orden de San Francisco; y si este modo no bastase, se buscarán otros muchos para descubrir los sujetos y guiarlos a lo que cada uno se inclinare, y aquellos que más esperanzas dieren se encaminarán al sacerdocio, y ordenados se enviarán a todas partes a predicar a sus pueblos y naturales; de que entiendo, así por saber las lenguas, como por otras razones, que se han de sacar de este modo muchos y muy grandes efectos en las almas, y se debe creer que el hijo o padre que sabe que el padre o hijo se condenan, le obligará el amor al dolor y los dos han hacer sin cansarse muchas más que las ordinarias diligencias. Ejemplo es lo de Santa Mónica, y que de todos en general será bien oído y mejor creído. Es de considerar que en aquellas tierras se han de hallar viejos, mozos y niños y por nacer, y que haciendo todos nuestros poderíos y diligencias por reducirlos, si no pudiésemos acabar con los viejos lo que se pretende, será con los mozos, y si no con los niños, y cuando éstos vengan a ser hombres, los que están por nacer serán niños y mozos, enseñados en los dichos seminarios y de otros modos, y los viejos estarán fuera del mundo, con que a media edad se introducirá la fe christiana. En suma, Señor, todo se reduce a bien sembrar, bien beneficiar, a las diligencias de bien coger cuanto se pudiere y bien guardar, bien conservar y siempre bien acrecentar, y no contentarse con poco bien. Pruébese que no es razón, que sin probar se deje todo en su perdición Los mil hombres que pedí, Señor, es porque hay mucho con que sustentarlos, acomodarlos y repartirlos, como es en fuertes navíos, fábricas, descubrimientos, sementeras, crías, buscar de comer, pescar, guardar todo lo dicho y enviar avisos por los que pueden enfermar o faltar. En fin, si los indios nos vieren con fuerzas no se nos atreverán y así no darán ocasión ni recibirán daño en la necesaria defensa, y los religiosos con mucha comodidad podrán disponer las cosas de su ministerio, y tal beneficio aprovechará a los indios adelante, y al presente, para lo cual es menester tiempo, pues aún las cosas mínimas nunca se acaban si no se empiezan, y esta tan grande obra es bien que V.M. mande se levante de una vez y muy de priesa. Pretendo, en general, que aquellas gentes salgan de la vida bestial en que viven, y esto, Señor, es posible y a mí factible con el favor de Dios. Daráse luego orden que levanten cosas, sean leer, escribir, contar y todos oficios, de que he de levar insignes maestros, y que beneficien las minas a su buen paso, con que habrá grandes quintos; planten, siembren de todo sus frutales y (de los) nuestros; crien de todos ganados y bestias, y con esto habrá grandes diezmos, y a todos los habremos de ayudar como hermanos. Pretendo más: que conozcan bien que es honra y vergüenza, y es fuerza que conociendo las dos se han de vestir y gastar todas las cosas que puedan ir de España, en tanto mayores flotas cuanto hay de ir para cuatro o diez mil españoles, o para millones de indios que visten, calzan y gastan como gente política, y que tienen plata, perlas, nuez moscada de especie, masa, gengibre, seda, añil, azúcar, ébano, naos y aparejos de ellas y otras muchas cosas de valor, sin las demás que ha de darles la enseñada industria, y que tienen oro y pimienta, como lo ha escrito el capitán Luis Váez de Torres. Es de advertir que cada un género de estos basta a hacer rico un reino, y que tierras que en sus orillas han dado tan buenas muestras, no siendo codiciosa su gente, que promete en lo interior grandes riquezas, y que éstas las asegura mejor la disposición y el sitio, y mucho más siendo como lo es, fértil y sana y de tan grandes comodidades, cuyos provechos y derechos serán tan crecidos cuanto se deja entender. Todo esto, Señor, ha menester tiempo y maña. De presente, dicho se ha, parece que no hay cosa más a propósito que todo lo de enseñar a hacer a esta gente, lo que no fue así en la India oriental y China; pero estas naciones trucan sus ropas y drogas por barras de plata y reales. Estos indios tienen mucha y buena tierra de que no se aprovechan y juntamente lo referido en el anterior capítulo. Deseo saber si los nuestros lícitamente pueden, sin hacerles fuerza ni agravio, aprovecharse de estos baldíos, pues sin este medio no se puede dar, que yo sepa, forma ni asiento en lo propuesto, sino es que Dios lo haga de potencia. También deseo saber si los indios Podrán dar de feudo o por vía de conveniencia, como allá pareciere que va caminando a más bien suyo y seguridad de nuestras conciencias cuatro o seis o diez cada año, enseñándoles a ganar ciento o doscientos, como está dicho; y si esto puede ser, digo, Señor, que este dinero ha de entrar en una caja y de ella se ha de dar a cada Ministro la parte que le tocare, que ésta es la que les ha de hacer asistir allí; es de advertir, sin que sean señores de los indios, con lo cual quedan libres del servicio personal forzado; y si los nuestros quisieren servirse de ellos voluntariamente, obligarles han con paga y buen tratamiento y no como ahora lo hacen a palos. Es bien de advertir y de temer lo que podrá ser con brazo de rey poderoso o sin él, pues se pueden juntar los piratas que quisieren, que andan por esos mares buscando navíos que robar, con tanto gasto, trabajo y riesgo cuanto se sabe, e irse a aquella bahía de San Felipe y Santiago y poblar muy de asiento, pues ella es muy para codiciar y acomodar, y a sus naturales y a todos los de la tierra atarlos tan suavemente y contentarlos en todo sin oprimirlos en nada, como lo sabrán bien hacer pues viven con libertad de conciencia, y representarles los males y daños que han tenido y tienen hoy los indios de todas las Indias. Allí podrán predicar sus errores y decirles no nos admitan ni crean, y juntamente enseñar a navegar y pelear a nuestro modo y darles armas para ello. Estos indios son muchos y muy briosos y parecen causas bastantes para que en ningún otro tiempo se les pueda predicar el evangelio por orden de V.M., a cuyo cargo está. Y además de esta tan grande pérdida de las almas, perderá V.M. aquellas tan grandes tierras, y los millones de oro que prometen con su larga duración, y los enemigos podrán muy bien desde allí, con toda comodidad, hacer muy grandes estragos en todos los otros reinos de que V.M. es señor en su contorno, para cuyo reparo se obligará V.M. a hacer fuertes en todo el mar del Sur y guarnecer y sustentar sus presidios con grandísimos gastos de hacienda, con pena que no navegará navío seguro de ser robado y de perderse el trajín, y V.M. los derechos y los vasallos, la hacienda y vida en la defensa, ni menos estos navíos pueden estar en los puertos, seguros de ser tomados para aprovecharse Bellos o anegarles para poderse hacer señores de todo aquel mar del Sur; y con esto pueden pretender la tierra y la bahía quedará siendo para ellos una Rochela o ladronera para entrar o salir cuando quieran. Es de advertir que como Cortés y Pizarro, con poca gente y armas, dieron principio a aquella nueva monarquía, que se puede temer que estos otros, pues ya han entrado juntas por el Estrecho catorce naos de enemigos, también pueden entrar ciento o doscientas y dar principio a otra nueva monarquía para ellos. Y que allí tienen mujeres blancas y hermosas, o de los colores que quisieren, con quien se pueden casar. Y la grandeza de estos daños ha de obligar al remedio, que no se puede intentar sin gasto de muchos millones, y millares de hombres, y dudosa la victoria y mucho más la reducción de los naturales por las razones apuntadas; y este remedio cuanto más se dilatare será mayor la resistencia, y por esto daños mayores, mucho mayores los gastos; o cuando poco no puede excusar V.M., en aquel mar, armada tan poderosa cuanto bastare para defender las costas; y ésta quizás, Señor, costará tanto como el Pirú da de provecho. También es de advertir que de ida y vuelta, pues ha de ser siempre por tierras de V.M. y puertos sin fuerza, pueden hacer estos enemigos otros tantos daños, que juntados a los demás parecen ser incontables, y muchos más lo serán haciéndose ricos ellos y empobreciendo los reinos de V.M. También es de advertir que navegan por junto al Polo y buscan tierras que poblar, y por incomodar las dejan, y que la descubierta es tan grande, rica y cómoda como está dicho. Por todo lo cual suplico a V.M. sea servido de hacerme merced, que será grandísima el considerar cuanto lo es, que la vecindad de estas gentes, así de presente como adelante, no está a cuento a la América, en especial al Pirú, donde sus naturales tan maltratados desean salir de sujeción, y el grande número de esclavos su libertad, y a donde son tan sobrados los mestizos y mulatos y tanta la gente blanca perdida, y muchos que cantan agravios, y otros poco obligados, y algunos que desean que las riquezas nunca salgan de la tierra y que siempre hay quien siga las novedades que puede haber y amenazan, y V.M. remediarlas ha con ser servido de mandar, sin que se pierda tiempo, que aquellas tierras sean pobladas con solo gasto de quinientos mil ducados, gastados por una sola vez en el Pirú. Señor, no veo razón alguna que fuerce a V.M. a dejar perder todas cuantas almas hay y ha de haber en todas aquellas tierras el cuanto el mundo durare. justifique V.M. esta causa por lo que debe a Dios; hónrese V.M. de hacer a tan gran Señor tan gran servicio y de ser medio para que la Iglesia Católica triunfe gloriosamente en este tiempo que tan combatida está de tantos sus mortales enemigos. Defienda V.M. con lo demás esta tan gran parte por el peligro que corre, que todo lo ayudará y pagará Diosa mil por uno en esta y en la otra vida; que si yo, Señor, pudiera, muy de atrás lo hubiera ganado todo para darlo a V.M., con advertencia que tengo ánimo para más y más. Dios me hiciere merced de darme a escoger las personas que a mi alcanzar convienen para empresa de tanta honra y gloria suya, suplicarle ya fuese servido de enviar todo su Colegio Apostólico; y si el Pontífice romano me dijera "pide mucho que tu demanda es justa", como me dilo Clemente 8, de felice recordación, le pediría los religiosos que están haciendo milagros; y si V.M. me preguntara qué personas serían más a propósito para dar principio a esta obra, que tanto a V.M. conviene y importa, yo dijera, "envíe V.M. a todo su Consejo de Estado, que es muy cristiano, sabio y prudente"; y cuanto a mí, de tres cosas aseguro: grande amor, grandes deseos de acertar en todas cosas, gran cuidado, diligencia, y vigilancia a buscar los medios, que dará Dios cuales convengan para la conversión de un tan gran número de gente. Y note V.M. bien lo que aquí digo: pues si mi persona no esa propósito para esta obra tan piadosa, que envíe V.M. otra que lo sea; que nunca Dios quiera que tantos millones de almas pierdan todo su bien por mi poco merecimiento o por otro particular interés mío. A V.M. le importa muchísimo hacer aquella población, conversión y enseñanza a costa de quinientos mil ducados, gastados por una vez en el Pirú, y suplico a V.M. se sirve de creer que este es el mayor y más notable servicio de los míos, pues sólo este gasto real puede lucir y durar, y en suma satisfacer al cristiano deseo de V.M. Es de notar que si yo pretendiera algún interés mío y no el bien de esta obra, pidiera a V.M. mercedes y papeles y con ellos fuera al Pirú y Nueva España donde no faltarán otros con quien juntarme para dar con todo al través, o al menos sembraríamos grandes males donde se pretenden coger muy crecidos bienes. Ser a costa de la Hacienda Real o de particulares intentada, ésta y las semejantes empresas, no hallo menos diferencia que acabarse bien o acabarse mal, ni más dificultad ni distancia que hay de querer a no querer, y en conclusión, de hacerse una buena elección, que es el todo, o entregar el caso a lobos. De gastar V.M. su Hacienda resultará escogerse la gente, llevarse lo necesario, cumplirse las instrucciones, y con ellas habrá obediencia y en todo seguridad, y no se podrá decir, andando tiempos, lo que agora dicen los indios de la América, que a todos los midieron por una vara, ni pintarse otro cercado de gentes de todos con tijeras en las manos, trasquilándole, ni el otro que dijo, "no nos quieren ver políticos sino esclavos disfrazados", ni recordar otro la sentencia de Diosa Adán, diciendo que él no la veía, pues todo un pueblo sudaba para que comiese uno solo. Y para que V.M. vea las muestras del cuidado vivo en que vivo, y a donde apunto y tiro, digo, Señor, que cuando se poblaron las dos provincias del Pirú y Nueva España a costa de particulares, se tiene por cierto haber en ellas y sus islas 30 millones de indios; y también digo que si el particular interés diera lugar a que fuese buscando un modo cual convenía para atraerlos y enseñarlos a gozar de los bienes de ambos géneros, y por vía de conveniencia y no de tanta violencia, diera cada uno un solo ducado de fondo, habiendo dado hoy de 4 a 20, y muchos, el servicio de toda la vida,. que tuviera V.M. 30 millones de oro de renta; y si gastara V.M. en beneficio de los mismos los 10, quedaban 20; y estos, Señor, se han perdido tan de atrás y se perderán en adelante en cada un año. Y si bien se mira, hallarse ha que en 117 años que ha que se han descubierto aquellas gentes, habían de ser hoy de buena razón 60 o más millones, y la renta a proporción, y fueran menester más ropas y cosas de las que labra y produce toda Europa, pues habían de gastar como políticos y los derechos fueran tan crecidos cuantos hay de 2 millones de indios que se dice tienen las Indias, a 30 que tenían. En suma, este daño, así de atrás como de presente y venidero, en los bienes de almas y cuerpos, es incontable. Y apretando más este punto digo que si aquellas gentes fueran descubiertas hoy, y hubiera para con ellos la debida orden, que más frutos me congieran en los 10 años de los venideros que en todos los otros pasados, y que con crecidísimas ventajas duraran en cuanto el mundo durare. Es de advertir, Señor, que todas las jornadas que a las Indias se han hecho a costa agena, muchas de ellas fueron mal plantadas y muchas no tuvieron efecto ni se excusaron de perdidas y la mayor parte del tiempo. Es ejemplo, dejando otros muchos, si V.M. mandara hacer la jornada que hizo el Adelantado Alvaro de Mendaña, donde yo me hallé, año de 95, a costa de la Hacienda Real, no se hubieran perdido, desde atrás hasta el presente 36 años de beneficio espiritual y temporal de todas las gentes y tierras incógnitas, ni yo trabajara tanto vanamente; mas al fin, el buen Adelantado dió su hacienda y la vida y yo voy dando la mía y voy gastando mi caudal. Cuando va un particular, se puede decir movido de su interés, que aunque hace ciertas mezclas jamás suelda bien las debidas obras divinas con las que yo he visto humanas, forjadas en un corazón de carne sin espíritu, que para hacer sus provechos no repara en sanos medios ni en la duración de la obra; que sólo atiende a propios bienes y estos males los quiere con violencia. Demás desto, como no puede suplir toda la costa con sus fuerzas, ayúdase con las agenas y así se arma una compañía de parejos en intenciones y todos juntos buscan otros que no caben, de donde salen por causas que ya se entienden; y estos tales pocas veces aseguran de esperanzas y han de hacer lo que deben, y es de considerar que una sola insolencia suena y alborota un reino y disipa una grande obra, y son menester milagros para venir a componer los desconciertos ya hechos. A la cabeza es fuerza, por no disgustar, sufrir cosas y disimular otras en que la malicia se esmera. Demás desto, representan los gastos hechos y comodidades que dejan, no quedando en ello cortos, y son muchos los quejosos, todos de un caso y por esto más fáciles de ligar en una misma voluntad, conque basta para haber una ruina por este cuerpo compuesto de muchas cabezas diversas en pareceres y sabores, y parejas en querer que sea la suya la suprema, o a lo menos que la que lo es no los castigue ni enmienda, ni en nada se les atreva, y por solo mal conservarse abone, sustente y defienda; y con esto y lo demás toman licencia para decir, como suelen, ¿qué ha puesto el Rey aquí?, y otros responden, nada, pues todo esto procede y se arma de nuestros dineros y industria, y nosotros mismos sustentamos esta tierra y de ella enviamos a España todas las riquezas que tiene, y en retorno nos envía a visitar y gobernar uno y muchos que en todo nos tratan mal, sin atención a nuestros méritos, y los pocos suyos, en lo que es esto, y por quererse señalar para otros fines que tiene, es lo más cierto desaciertos, y por remate, para su vuelta, un gran cuidado de vendimiarnos las cepas, y no contento, corta dellas, sin reparar a que hay otro año y que somos las columnas sobre que se sustenta esta máquina, que en todo caso que se tronchen, es cierto caerse luego, a cuando poco declinando caminar a su ruina. Y con esto y las discordias que siembran esta muy cerca la pérdida del amor, porque el temor está, V.M., muy lejos, y en faltando temor y amor está cierto, el aborrecimiento y luego el odio y un mal deseo conque se puede temer una revolución entera. Y todo está en empezar a barajar o, como dicen, en haber uno que sepa levantar la caza, y es justo se considere este punto por lo mucho que abraza y contiene, y si V.M. se sirve de gastar quinientos mil ducados, cierra del todo la puerta y los peligros referidos, y a la debida obligación de sustentar en los gobiernos perpetuos a quien piensa que por su gasto es señor libre, sin tener otro a quien deba cuenta con pago, y aunque sus lenguas digan otras cosas contrarias a lo que digo, lo cantan con muy alta voz con lo que hacen, que para mí son las muestras de los ánimos y baja de la Hacienda Real, y los daños de gentes nuevas y grandes ofensas de Dios, que es lo que más se debe sentir. El trabajo amarga y muchos huyen de él como de peste y para sustentarlo menos y dañarlo más buscan de modo astuto y injusto quien para ellos trabaje, y huelguen las tierras y lloren los que vinieren y se apruebe el prevenir en cosas que pueden ser y se han visto, mayormente en sus principios; quiero decir que puede y asegura mucho el saber bien abligar. En suma, ¿cuál vale más gastar, V.M., siendo como es un Rey y Señor tan poderoso y rico, quinientos mil ducados en el Pirú, que están por venir a España, o perder aquel Nuevo Mundo, con todo lo que promete de riquezas, para el cielo y para V.M., y más habiendo tantas conveniencias y otras causas y razones y todas fortísimas que obliguen a proseguir lo comenzado? Pretendo más, Señor, si de tal orden que han dado tiempo, aquellas tierras se extendieren tanto que para su conservación tuviesen necesidad de doblados ministros de gobierno, justicia y guerra, como tiene hoy la América, V.M. no les dé salario alguno (?). Advierta V.M. este punto, porque demás del mucho dinero que ahora se encamina a grandes y muy cristianos fines, y tanto que en sólo él está cifrado todo el bien de aquellas partes, de las cuales V.M. está muy lejos, en ellas pretende hacer que todas las personas que allí fueren tengan a V.M. muy presente. Digo más, de obligado de verme aquí tan malgastado mi vida, que también deseo emplear en este caso, que los tres más insignes descubridores que ha habido en el mundo: Colón, (Vasco de) Gama y Magallanes, que todo el tiempo que gastaron y caminos que anduvieron valen 12 años y quince mil leguas, y que yo he andado veinte mil, gastando 14 años y meses, y mi causa no es inferior a las suyas, y el gobierno de ella está sin principio y puede ser regular, y este es mi tema. Yo, Señor, estoy vivo y con los mismos filos que siempre, y con los que dejo a Dios y al tiempo; si fue justicia los títulos y renta de duque y conde que se han dado a los dos, también es justicia que se me dé mi premio a proporción, pues trabajé más que los tres, advirtiendo que no lo quiero sino que pido se aplique para esta obra tan grandiosa y heroica. Más digo. Que si se me confiesa que mi persona puede servir para esta obra que vale tantos millones, que también se ha de confesar que valgo millones para ella, y me ofrezco de valde y doy la vida, cosa quizás nunca oída. Y en lo tocante a conquistas que hubo en las Indias del Occidente digo, Señor, que las deseo hacer en las otras de que trato: de robar a puras obras los corazones de todos sus naturales y de los nuestros que allí fueren, que es mucho a lo que me obligo. En suma, al práctico no le es posible mostrar lo que obrará cuando se halle en la ocasión. Fíe V.M. algo de mí que yo fío todo de Dios y son dos las veces que he ido y suélese decir que a las tres va la vencida y todo lo puede el Señor. Finalmente, si por grandeza y conveniencia forzosa, ¿cuál mayor ni más fuerte que poblar un Nuevo Mundo a grande priesa? si por riquezas, ¿cuáles más que las que promete estando por desnatar? si por fama y gloria ¿cuál más eterna? si por el bien público, ¿cuál más universal ni de más bienes? si por ocupar la gente valdía del Pirú, ¿cuál aparejo mejor? si por ocasión, ¿cuál más propia? Pues fui, vi y vine y sé a donde está lo que descubrí y pido su población y V.M. es tan poderoso Señor. Si por Dios que es todo, y por cuyo amor se debe gastar y aventurar lo que el mismo tiene dado y ha de dar, ¿cuál mayor ni más lucido servicio que atraer un tan copioso número de criaturas al conocimiento de su criador, con tantos y tan justos medios como propongo y los que se han de buscar? ¿y cuándo para obra tan piadosa y honrosa faltará dinero? Haga V.M. lo que hizo la Católica Reina doña Isabel con Colón, etc.
contexto
MEMORIAL 29 Señor. El Capitán Fernández de Quirós. Vuelvo a mi tema y digo que por la mucha desorden que ha habido en las Indias están hoy tan arruinadas, cuanto yo sé y se sabe sin saberse el paradero que tendrán por no se hallar el remedio, y que en ellas descansa España sus esperanzas. La Austrialia del Espíritu Santo, que V.M. fue servido mandarme la descubriese, su gobierno está sin principio y puede ser regular. De sus naturales no falta uno y todos por instruir, y la tierra por desnatar de todas las riquezas que tiene, que son tres cosas sin precio. Señor, pues tanto importa ver poblada. Recuerdo que en la presteza está la ganancia y que es causa porque se debe echar el resto y podría ser viniese tiempo que obligase a más y no valiese. Dios hizo a V.M. Rey poderoso y le ha dado y da en el Perú tantos millones de oro; gaste V.M. un solo medio por Señor que tanto puede dar y quitar, tan fácil lo uno como lo otro. Yo sin ser el de la obligación forzosa, cuando (a)cometí tal grandeza no la regalé con mis fuerzas, ni con mi bolsa, ni con mis nadas, sino con el poder y providencia de Dios, que no me ha faltado ni ha de faltar en cuanto yo no desdijere. Si V.M. se ha de servir de enviarme a trabajar, recuerdo cuanto tiempo he menester para buscar las piedras mayores y han de ser los fundamentos sobre que se ha de armar aquel tan grande edificio, y otras muchas personas de arte y prácticas todas bien necesarias para que de una vez se levante, porque de muchas ni a la obra ni a V.M. conviene. Si se teme que el dinero hará falta en España, también se deben temer los grandes daños y el costoso y dudoso remedio que puede haber, y considerar que por este tan poco precio se compra no menos que un nuevo mundo, con tantos sus bienes de cielo y tierra, y que ningún más bien gastado. Estime V.M. cosas tan grandes y tan altas que tanta fuerza hacen en su favor, y este esclavo que tantas y tan buenas muestras tiene dado y tanto da y no pide nada para sí y que ha de ladrar y asistir hasta vencer o morir, porque no se puede persuadir que a tal causa y a tal hombre los dejen aquí perder por no gastarse 500 mil ducados por una vez en el Perú, que es lo mismo que en España 62 mil 500.