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Personaje Político
Estudió leyes y periodismo. Desde muy joven su presencia en el ámbito político fue muy activa, identificándose con las ideas republicanas. Como diputado a partir de 1869 se mostró contrario a las prácticas del régimen. Mientras duro el conflicto entre Francia y Prusia, ocupó la alcaldía de la capital francesa. Su trayectoria en el mundo de los asuntos públicos continúa en 1872, momento en que forma parte del cuerpo diplomático griego. Sin embargo, no perdió su puesto en la Asamblea Nacional, desde donde apoyó y colaboró para el nacimiento de la Tercera República. En 1879 se hace cargo del ministerio de Instrucción Pública y más tarde sería nombrado presidente del Consejo de Ministros entre 1880 y 1881 primero, y luego desde 1883 hasta 1885. En este último periodo también ocupo el ministerio de Asuntos Exteriores. A lo largo de su trayectoria política se deben mencionar algunas de sus aportaciones más importantes como la creación de un sistema de enseñanza obligatorio, gratuito y laico. Legisló las libertades de prensa, reunión y asociación, así como el divorcio. Defendió la expansión colonial de Francia, especialmente en África. Sin embargo, las actuaciones que definieron su política exterior le costaron el puesto y la posibilidad de ser presidente de la República.
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
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Durante todo el Barroco Holandés fueron muy frecuentes los lienzos dedicados a exaltar los placeres y las costumbres populares de los pueblecitos flamencos. En estos temas tuvo su escuela el Neoclasicismo Inglés, especialmente en Hogarth, y en la corte española, eran muy codiciados para realizar tapices de lana. En este concretamente observamos la danza alocada de un grupo de campesinos, en un corro parecido a los que el propio Rubens pintaba durante su estancia en la corte madrileña.
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El asunto que presenta Carreño en este bello lienzo está inspirado en la vida de san Juan Bautista, eligiendo como culminación de la historia la presentación de la cabeza del Bautista por parte de Salomé a su madre, Herodías, y al rey Herodes. De esta manera, Herodias culminaba su venganza utilizando para ello a su bella hija. La escena se desarrolla en un palacio renacentista de clara inspiración veneciana cuyas arquitecturas se aprecian en el fondo. Las figuras se reúnen alrededor de una mesa tratada con un marcado escorzo por el artista para crear sensación de profundidad. En primer plano encontramos una figura de espaldas que nos introduce en la escena para dejar paso a un pajecillo negro que parece presentar al sorprendido rey la plateada bandeja con la cabeza. Los rostros de los personajes son tremendamente expresivos, creando un perfecto efecto dramático. El estilo empleado por Carreño recuerda a Veronés, tanto por la monumentalidad de las arquitecturas como por el lujo de los vestidos y la fastuosidad del evento. La sensación atmosférica creada es sensacional, provocando la difuminación de los contornos de las figuras de la misma manera que hacían Tiziano o el propio Velázquez. La valía de la obra es tal que se realizaron diversas copias en su tiempo.
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Basándose en la narración de los Evangelios de San Mateo y San Marcos, que recogen la muerte de San Juan Bautista, Giotto crea un espacio en continuidad en el que los personajes se mueven espontáneamente. El artista figura una sala de gran amplitud y pomposamente decorada, en donde destaca la caja espacial abierta, al igual que el techo, que corona con estatuillas de carácter clásico y decoración de guirnaldas. La composición se desarrolla con ritmo pausado, empezando la lectura desde la parte izquierda. Allí figura la torre donde se ejecuta al Bautista. El músico que toca la viola nos introduce en la sala amplia donde un esbirro ofrece a Herodes la cabeza de San Juan. Mientras, en el mismo espacio, Salomé se mueve ligera, danzando, continuando el ritmo compositivo del principio. Dos personajes detrás de la danzante separan el espacio de la sala de la zona de la derecha, a la vez que cumplen el mismo cometido que el músico, al introducirnos en el último término de la representación, donde Salomé se arrodilla ante su madre, Herodías, a quien ofrece sobre una bandeja la cabeza del Bautista. Pese al tono dramático del episodio, Giotto nos ofrece una visión festiva de la historia, un ambiente de sosiego en donde los protagonistas se mueven con ligereza y la composición avanza con lentitud, acompasada, con naturalidad. Como con naturalidad se muestran los rostros de los personajes, que nos hablan de su espíritu vacío y su concepción cínica y de maldad.
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Para la Cámara de Alabastro del castillo de Ferrara encargó Alfonso d´Este una serie de cuadros de temática mitológica a Giovanni Bellini, Rafael, Fra Bartolomeo y Tiziano. Bellini entregó en 1514 su cuadro, siendo éste el primero en formar parte de la decoración de la Cámara. Según las radiografías, Tiziano retocó el paisaje dispuesto por su maestro, ocupando todo el fondo de la tela. Este paisaje comprende la masa de árboles del fondo y un alineamiento arbóreo en la derecha. Así, las figuras se integran de manera más acertada en el paisaje aunque la obra no goza de la organización ni el estilo que presentan las "Bacanales" pintadas por Tiziano: la Ofrenda a Venus, la Bacanal y Baco y Ariadna. El repinte tuvo que realizarse hacia 1529, durante una estancia del maestro en Ferrara.