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acepcion
Término de etimología hebrea -Rabí- que significa "mi maestro". Es el título honorario que reciben los maestros judíos.
Personaje Político
Desde muy joven se afilió al Partido Conservador , siendo diputado a Cortes en todas las legislaturas. Realizó sus estudios en Madrid, donde se convirtió en uno de los más prestigiosos abogados, incluso a nivel internacional, llegando a ser nombrado asesor jurídico de los Rotschild, pero abandonó el ejercicio de la abogacía para dedicarse plenamente ala política. Ocupó diversas carteras ministeriales, fue alcalde de Madrid en 1907 y después presidente del Congreso, cargo que hubo de abandonar por enfermedad. Ocupó la jefatura de gobierno por primera vez de 1913 a 1915 y un poco más tarde asumió la jefatura del Partido Conservador. De nuevo en 1917 volvió a formar gobierno debido a la crisis de ese año y hubo de hacer frente a una triple conmoción revolucionaria. Desde el año 1910 perteneció a la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Murió asesinado por tres anarquistas en Madrid en la Plaza de la Independencia.
lugar
Ubicada al note de la provincia de Shanxi, está situada a 1.217 metros de altura sobre el nivel del mar, en una meseta seca y estéril. Se trata de una localidad de larga historia, en la que ya en el año 386 fue capital de la dinastía Wei del Norte. La introducción del budismo en China tuvo uno de sus puntos de apoyo en Datong, donde los soberanos Wei promovieron la creación de lugares de culto como las Grutas de Yungang, cuya construcción acabó durante la dinastía Tang. Otros monumentos importantes de Datong son los templos de Guanyin y los monasterios de Huayan y Shanshua. También destaca el Muro de los Nueve Dragones, dentro de la ciudad antigua, construcción de la época Ming.
contexto
Los estudios arqueológicos correspondientes muestran que la crisis de 1200 a.C. no significó la destrucción de los palacios, sino el inicio convulsivo de un proceso de cambio que, inicialmente, puede considerarse de decadencia, dentro de la pervivencia de los rasgos característicos de la civilización micénica, el Micénico Tardío III C. Los rasgos principales permiten una interpretación compleja del problema. Por una parte, se detecta la presencia de grupos extraños, posiblemente pastores, de asentamientos poco estables, que a veces parecen aprovechar y, posteriormente, remodelar las zonas marginales de los antiguos asentamientos, en proceso de crisis. No parecen estas poblaciones las responsables de ningún tipo de destrucción. En efecto, por otra parte, la crisis interna se manifiesta en una reducción cuantitativa de la población y en una reducción cualitativa correspondiente a las tumbas de las clases dominantes. La decadencia se prolonga durante todo el siglo XII y hasta el siglo XI, en el período conocido como submicénico en la terminología cerámica. La población continúa disminuyendo y algunos lugares resultan ya abandonados. Los síntomas de recuperación sólo empezarán a notarse a partir del siglo X. De todos modos, el proceso se revela extremadamente variable, con épocas vacías alternativamente en regiones diferentes, síntoma de que durante todo el período aquí tratado continuaron las convulsiones, con movimientos de pueblos y conflictos sociales indicativos de la configuración de una nueva sociedad. Las nuevas formas de asentamiento son, sin embargo, demasiado inestables para dejar huellas arqueológicas, pues las nuevas implantaciones territoriales se van haciendo de acuerdo con formas de organización tribal que no se sirven de lugares fijos desde los que controlar centralizadamente la producción, como ocurría en el mundo micénico de los palacios. Con todo, del uso de determinadas armas de bronce puede deducirse que los pueblos asentados en la Grecia del noroeste mantenían previamente contactos con los micénicos y que, en la época de transición, habían llevado a cabo determinadas modificaciones propias para adaptarlas a formas de guerra más móviles que estarían presentes en el Peloponeso de la época oscura para extenderse luego a las islas del Egeo meridional. Hiller encuentra en estos datos, junto con los lingüísticos, los fundamentos reales que pueden apoyar la creencia en las narraciones tradicionales acerca de las invasiones, explicables por movimientos tribales propios de una época de crisis. En lo que a la cerámica se refiere, el período se caracteriza por la pervivencia de los aspectos más vulgares de los estilos micénicos dispersos en las cerámicas regionales. La recuperación viene representada por el estilo protogeométrico, cuyos orígenes se sitúan en el Ática. A partir de aquí se difunde por todos los centros de la nueva cultura, empezando por la Argólide, que se convierte a su vez en centro de difusión de formas originales. El estilo geométrico es el síntoma más claro del desarrollo cultural de la época, tanto en los aspectos técnicos, reveladores del dominio de la rueda y del compás, como en el temático, indicativo de nuevas formas de control del mundo imaginario, con la representación de hombres y animales sometidos a la rígida lógica de la razón geométrica. Las nuevas agrupaciones tienden a crear estilos propios, sobre todo en las zonas de mayor vitalidad, Creta y Corinto, donde muy pronto se inclina hacia formas orientalizantes. Hay zonas que permanecen, sin embargo, al margen de las innovaciones o bien para seguir ancladas a estilos antiguos o porque han sufrido una larga despoblación, como Laconia, Acaya y Mesenia. Nada indica que el carácter dorio de las comunidades signifique la adopción de determinados comportamientos, ni en la difusión de formas cerámicas, ni en las nuevas formas de enterramiento con incineración en cista de piedra, ni en la extensión del uso del hierro, fenómenos culturales ajenos a cualquier consideración de tipo étnico.
contexto
Datos etnográficos La etnografía es un aspecto importante en la Relación apreciándose, con gran claridad, cuándo el autor, personalmente, aporta datos obtenidos de su convivencia con los nativos, o por el contrario, son noticias aportadas por los esclavos de a bordo, existiendo un obstáculo lógico: la lengua. La mímica fue sin duda el medio más rápido y usual utilizado entre los interlocutores. La vivienda indígena, el ajuar que la adorna, aparecen en diversos momentos de la Crónica: habitan en ciertas casas amplias, llamadas bohios, y duermen en redes de algodón que denominan hamacas anudadas en el interior de aquellas viviendas, de un extremo a otro en troncos gruesos entre los cuales encienden lumbres. El lujo de ciertos caciques, en contraposición con la pobreza del resto de la población indígena, no pasó desapercibido al curioso Pigafetta: era gordo y pequeño, tatuado al fuego diversamente. Otra esterilla, ante sí, servíale de mantel pues estaba comiendo huevos de serpiente escudillera, servidos en dos vasijas de porcelana; y tenía también cuatro jarras llenas de vino de palma cubiertas con hierbas oloríferas, un canuto metido en cada una, le servía para indistintamente sorber. El poder de ciertos caciques, la veneración -casi sagrada- de que eran objeto, la organización administrativa que controlaban, los detalla con aguda observación durante la permanencia en las Visayas: aquel rey es moro, y por nombre Siripida. Tenía cuarenta años, y estaba gordo. No le sirven y cuidan nada más que mujeres, hijas de sus notables, jamás abandona su palacio, salvo para ir de caza; nadie le puede hablar sino a través de un canuto. Rodéanle diez escribanos, que pasan sus asuntos a unas delgadísimas cortezas de árbol. A estos les llaman xiritoles. Pero al lado de pasajes, que describen ambientes lujosos en los que vivían ciertos caciques, que utilizaban, incluso, ricas vajillas de porcelana, aparecen otros, en los que el salvajismo, la barbarie y la antropofagia son las características predominantes: son los hombres de allí selváticos, y bestiales. Comen carne humana, nada poseen, van desnudos, con el taparrabos de los otros cuando se disponen a combatir, revístense de trozos de piel de búfalo por pecho, espalda y flancos, adornados de cuernecillos, dientes de cerdo y color de pelleja de cabras, que cuelgan por todas partes. Al referirse a los indígenas de la Patagonia, captó hasta los más mínimos detalles, tales como el dibujo que adornaba la cara del hombre, más difícil de apreciar que las abultadas formas de las mujeres: era tan alto él que no le pasaban de la cintura, y bien conforme; tenía las facciones grandes, pintadas al rojo, y alrededor de los ojos de amarillo, con un corazón trazado en el centro de cada mejilla... ellas no eran tan altas, pero sí mucho más gordas. Cuando las vimos de cerca, nos quedamos atónitos; tienen las tetas largas hasta la mitad del brazo, van pintadas y desvestidas como sus maridos, si no es que ante el sexo llevan un pellejín que lo cubre. Las ceremonias funerarias, realizadas cuando moría algún noble, no pasaron inadvertidas al Caballero de Rodas: cuando uno de los notables muere, dedícanle estas ceremonias: En primer término, todas las mujeres principales del lugar acuden a casa del difunto. En medio de ello aparece en su féretro el tal, bajo una especie de entrecruzado de cuerdas en el que enredan un sin fin de ramas de árboles. Enfermedad y medicina En diversos pasajes de la Relación, se recogen descripciones sobre las técnicas curativas y sintomatología de las enfermedades; unos datos, son de primera mano, fueron experiencias vividas muy de cerca por el cronista; otros, en cambio, son informaciones procedentes de los indígenas de a bordo: cuando a esta gente le duele el estómago, en lugar de purgarse se meten por la garganta dos palmos, o más de una flecha, y vomitan una masa verde mezclada con sangre, según comen cierta clase de cardos. El uso de sangrías para aliviar las cefalalgias y las migrañas le chocó al relator: cuando les duele la cabeza, se dan un corte transversal en la frente, y así en los brazos, en las piernas y cualquier lugar del cuerpo, procurando que se desangre mucho. Observaciones sexuales Su espíritu religioso no le impidió describir con pormenores escenas sexuales. Las relata con naturalidad, sin escandalizarse y sin aspavientos ni melindres. Nos atreveríamos a decir que las contempla con deleite. En alguna ocasión, escenas cargadas de brutalidad, las recoge en la Relación, sin ninguna explicación, dejándonos la duda de si es verdad o mentira. Pero para el historiador, el dato escrito siempre tiene una validez. Y así, nos dice: una hermosa joven subió un día a la nao capitana, donde me encontraba yo, no con otro propósito que el de aprovechar alguna nadería de desecho, y andando en la cual, le echó el ojo en la cámara del suboficial abierta, a un clavo más largo que un dedo; y, apoderándose de él con gran gentileza y galantería, hundiolo entero, de punta a cabo entre los labios de su natura; tras ello, marchose pasito a pasito. En otro paisaje se refiere también a una costumbre sexual, rara y anómala, que Pigafetta interpretó como aumento de placer clitoridiano y vaginal de las mujeres, pero como indicamos en la nota correspondiente, en el texto, la obligación a su uso era muy distinta: grandes y pequeños se han hecho traspasar el pene cerca de la cabeza de lado a lado, con una barrita de oro, o bien de estaño, de espesor de las plumas de oca, y cada remate de esa barra tienen unas como una estrella, con pinchos en la parte de arriba... Diversas veces, quise que me lo enseñaran muchos, así viejos como jóvenes, pues no lo podía creer... Afirman éstos que sus mujeres lo desean así, y que de lo contrario nada les permitirían. Descripciones cargadas de erotismo que, le contaron los indígenas de a bordo, se apresuró a recogerlas en sus notas, sin pararse a pensar, si fisiológicamente pueden ser reales: igualmente nos informaron que los mozos de Java, cuando se enamoran de alguna bella joven, átanse con hilos ciertas campanillas entre miembro y prepucio; acuden bajo sus enamoradas y, haciendo acción de orinar y agitando el miembro, tintinean las tales campanillas hasta que las requeridas las oyen. Inmediatamente acuden al reclamo, y hacen su voluntad, siempre con las campanillas, porque a sus mujeres les causa gran placer escucharlas cómo les resuenan dentro de sí.
contexto
Datos zoológicos y botánicos Pájaros, cuadrúpedos, plantas, semillas están descritos con gran minuciosidad: vi muchas clases de pájaros, entre los cuales uno que no tenía culo, otro que, cuando la hembra quiere poner un huevo, lo pone sobre la espalda del macho, y allí se incuban, o cuando nos habla de las cagaselas: vi tantas veces a las tales, a quien llaman cagasela correr detrás de otros pájaros, hasta el momento en que éstos se ven en la precisión de echar fuera sus detritus. Estas descripciones no son fantasía. Los estudios modernos de zoología nos permiten conocer la existencia de esas aves; y cuando dice, sin culo, quiere decir sin cola; lo que a él le parecieron detritus, eran simplemente, pececillos en el pico de los pájaros, que, al verse perseguidos, soltaban su presa. Al referirse a los pingüinos, los estamos viendo caminar con su aire torpe y pesado: esos ansarones son negros, y tienen exacto el plumaje del cuerpo y el de las alas; no pueden volar, y viven de la pesca. Tienen tal desarrollo que no era menester desplumarlos, sino que los desollábamos. El asombro al contemplar por vez primera a los guanacos -animal característico de la fauna sudamericana, juntamente con la llama, la vicuña y la alpaca- lo retrata de tal forma, que nos da la sensación de que estamos leyendo un texto de mitología, como si de pegasos o grifos se tratase: cuyo animal tiene la cabeza y orejas grandes como una mula; el cuello como un camello, de ciervos las patas, y la cola de caballo, como éste relincha. No puede ser más veraz y real la descripción de Pigafetta, hecha sobre los auquénidos. Tienen cerdos -dice en otro pasaje- con la particularidad del ombligo en la espalda. Es la primera información que se conoció en Europa del pécari, mamífero de Sudamérica, y que se caracteriza por una glándula segregadora, situada en la parte dorsal. O cuando se refiere al pájaro espátula: grandes pájaros con el pico con un cucharón, y sin lengua. El más mínimo detalle es expresado por la pluma del relator, no sólo la forma de consumir los productos, incluso la manera de conservarlos: El gengibre no es un árbol, sino una planta pequeña, que multiplica fuera del fango, ciertos brotes de un palmo de longitud, como los de las cañas... los brotes para nada valen, pero su raíz es el gengibre, mucho menos sabroso verde que seco. Estos pueblos lo conservan metiéndolo en cal. De otra forma no duraría. El árbol del alcanfor, su inconfundible olor, penetrante, pero fugaz, también fue motivo de estudio: crece en aquella isla el alcanfor, especie de bálsamo que brota entre los árboles y su piel es tenue como la de las cebollas. Si se lo deja descubierto, poco a poco esfúmase en nada. Percatado de la influencia de las especias -finalidad del viaje-, observó con atención, de perspicaz botánico, el clavo, el ruibarbo, etc.: En ese lugar crece el ruibarbo, que se descubre así: júntanse veinte o veinticinco hombres, y van al bosque; cuando la noche llega, encarámanse a los árboles, tanto para recibir el aroma del ruibarbo, como por temor a los leones, elefantes y otras fieras, el viento trae el olor de en qué parte el ruibarbo esté; así que llegado el día, buscan hasta encontrarlo. El ruibarbo es un tronco grueso y podrido, a no estar podrido, no soltaría aquel olor. Lo interesante del ruibarbo es su raíz; nada, salvo ella, es ruibarbo, y menos el tronco, que denominan calama. Sus datos sobre la alimentación de las poblaciones de Insulindia, son verídicos; todavía se siguen abasteciendo de harina y vino, obtenidos de diversas clases de palmeras; los cocos son frutos de las palmeras, mientras nosotros tenemos el pan, el vino, el aceite y el vinagre, estos pueblos lo tienen todo en el árbol antedicho uraca; el vino lo extraen con la industria siguiente: perforan el árbol en su parte más alta y tierna llamada palmito... La irritación de las mucosas bucales, que origina en ocasiones una glositis permanente39, motivada por el consumo constante de la areca y del betel, y que los indígenas del Pacífico mastican con fines psico-fármacos, como la coca en el área andina, o el peyote, en la mexicana. Mastican sin cesar una fruta llamada areca que recuerda a la pera en la forma. La parten en cuatro trozos, envolviéndolas después en las hojas de un tronco llamado betre (sic) mascando todo y, cuando se ha formado ya en la boca una especie de papa, la escupen, y les queda aquella encarnadísima.
Personaje Pintor
Entre los paisajistas del siglo XIX francés destaca la personalidad de Daubigny, miembro de una familia de artistas. Muy joven se trasladó a Italia para iniciar su formación, continuada en el estudio de Delaroche a su regreso a París, iniciándose dentro del Romanticismo imperante. Interesado por el paisaje, se relacionó con los miembros de la la Escuela de Barbizon, de la que formaría parte, especialmente con Corot, siendo atraído por el paisaje. Sus obras destacarán por su naturalismo luminoso y la novedad del planteamiento, trabajando directamente del natural, anticipándose al Impresionismo. Entre sus amigos estaba Monet, por el que tomó partido como miembro del jurado de selección del Salón de París, donde participó casi sin interrupción desde 1838. Daubigny también se interesó por el grabado, realizando obras de gran belleza como imágenes de las catedrales francesas con las que obtuvo un considerable éxito.
Personaje Pintor
Hijo de un cristalero marsellés, Daumier será considerado uno de los máximos exponentes del Realismo francés. Con siete años se trasladó a París junto a su familia, acudiendo a temprana edad con frecuencia al Louvre entre recado y recado. En ese museo se interesó por Rubens y Rembrandt, llamándole también la atención la pintura de Goya. Años más tarde se inició como litógrafo y caricaturista gracias a Ramelet, realizando más de 4.000 litografías desde su juventud hasta 1872, año en el que su vista disminuyó considerablemente. A partir de ese momento se dedicaría al óleo, quedándonos unos 100 lienzos que fueron expuestos por sus amigos en 1878. Daumier ejecuta sus obras mediante masas de color, sin apenas interesarse por el dibujo, abriendo el camino a impresionistas y expresionistas. Sus temas favoritos se relacionan con la sátira social y especialmente con la crítica al funcionariado de la justicia. También realizó algunas obras relacionadas con textos literarios como el Quijote.
contexto
El mundo burgués francés, con sus pequeñas tragedias y esclavo de la política a la vez que preso de la corrupción, se vio irónicamente reflejado a través de otro significado pintor: Honoré Daumier (1808-1879). Hijo de un poeta de afición y vidriero de profesión, que se establecería en París en 1814 con la esperanza de abrirse camino en la literatura merced a Alexander Lenoir, fundador del Museo de Monumentos Franceses, tuvo la ocasión de que éste se fijara en su entusiasmo por copiar desde muy joven las estatuas del Louvre, hasta el punto de que se ofreciera para darle clases de pintura. No obstante, el joven Daumier pronto prescindiría de sus enseñanzas, no convencido de unos métodos que estimaba demasiado académicos. Durante algún tiempo frecuentó la Academia Suiza, pero al precisar dinero para mantenerse decidió aprender el oficio de litógrafo con Rometet, pasando a continuación a trabajar con el editor Béliard. Fruto de esta experiencia fue la publicación de tres de sus primeras obras en el periódico "Silhouette", el semanario satírico francés. En 1831 conoció a Charles Philipon, director de "La Caricature", quien, advertido del talento del joven artista, le orienta de forma decisiva hacia la práctica de la caricatura política, influencia que asume fácilmente Daumier dada su ardiente fe republicana. Durante cuatro años publicó dibujos de su firma en esa revista, labor que luego continuaría en el periódico "Le Charivari", fundado también por Philipon. En total fueron más de cuatro mil litografías las que realizó Daumier, cuyo conjunto constituye un extraordinario comentario gráfico de la época. En muchos de sus dibujos hostigó duramente la figura del rey Luis Felipe, hasta el punto de que en el año 1832 fue condenado nada menos que a seis meses de cárcel por haber representado al monarca como un gran Gargantúa. Este incidente no le impidió seguir fustigando a la monarquía con obras tan expresivas como El vientre legislativo y Rue Transnonain el 15 de abril de 1834. Estas dos muestras se cuentan entre los dibujos políticos más notorios de Daumier, al tiempo que revelan una madurez artística encomiable, que explota todas las posibilidades de la técnica litográfica y que logra un máximo de expresividad mediante las finas gradaciones del gris al negro. En 1885 fue clausurada "La Caricature", cuya edición ya había sido objeto de secuestro en anteriores ocasiones. Daumier dirigió entonces su colaboración a "Le Charivari", tal como se ha mencionado más arriba, periódico que lograría subsistir mediante un oportuno cambio de orientación. Sus dibujos de intencionalidad política se transforman en caricaturas de costumbres, donde halla un rico campo de inspiración. Los banqueros, los magistrados, los abogados e, incluso, el proletariado urbano es ahora el objeto de sus sátiras. La revolución de 1848 elevó al poder, siquiera momentáneamente, a los amigos de Daumier, dándole la ocasión de dedicarse a la pintura. Autodidacta en su formación, que llevó a cabo en el Louvre contemplando a Rubens, Rembrandt y la Galería española de Luis Felipe, y animado por sus amigos, se decide a coger el pincel. Courbet y Bonvin le empujaron a tomar parte en un concurso destinado a elegir la figura alegórica de la República, pero si bien llegó a presentar un boceto que es alabado por Champfleury, no terminó el cuadro. No sería esta ocasión la única en que le ocurriera lo mismo, ya que, como confesará en su momento Baudelaire, la libertad y dinamismo de su estilo, condicionado por su actividad como dibujante, limitaba su capacidad para ultimar sus pinturas. La evolución y cronología de la obra pictórica de Daumier es difícil de seguir y de situar. Sus temas son muy variados. Los emigrantes (Institute of Arts, Minneápolis) o El levantamiento (Washington, Phillips Colection) parecen estar directamente relacionados con los acontecimientos revolucionarios; El baño de las niñas (París, Col. Levy) es un cuadro encantador, de un cromatismo cercano a Millet; La lavandera (París, Col. privada) resulta conmovedor; El vagón de tercera clase (Nueva York, Museo Metropolitano) testimonia la dureza de la vida moderna; El coleccionista de estampas (París, Museo d'Orsay) es un ejemplo de inmediatez ante algo que estaba de moda, y El pintor delante del cuadro (Washington, Phillips Colection) destaca por su luminosidad. Si bien la pintura de Daumier fue algo más que un complemento de su obra gráfica, sólo sería así reconocida después de su muerte. Por contra, siempre contó con el decidido apoyo de sus amigos, especialmente de Millet y de Corot. Fue este último quien puso a su disposición una casa en Valmandois, cerca de Auvers-Sur-Oise, donde vivió hasta el final de sus días. Los últimos años de su vida fueron de una gran dureza para el artista. Había perdido la vista y se desenvolvía en una acusada estrechez económica. Murió el 11 de febrero de 1879, siendo costeados sus funerales por el Estado, y un año después sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de Père-Lachaise, junto a las tumbas de Corot y de Daubigny, tal como era su deseo. Daumier, que despertó el interés de sus contemporáneos, tuvo por ambiente el discurrir cotidiano de París, el de sus habitantes tanto burgueses como proletarios. Pintor y, sobre todo, dibujante, fue un artista realista y, además, satírico. Fue también un modelo a seguir por los caricaturistas. Y a él le cabe el honor de haber sido el primer artista que se sirvió de un medio de comunicación de masas para dar una interpretación moralista de la historia contemporánea.