Lo que vemos es un fragmento de otro cuadro, más grande, pintado durante el barroco por el holandés Willem van Haecht. El cuadro es similar al de Teniers, titulado el Archiduque Leopoldo Guillermo. El de van Haecht se titula la Visita del archiduque Alberto a la colección de Willem van der Geest. Representa el gabinete de un coleccionista, lleno de cuadros de grandes maestros del pasado. En este gabinete, los especialistas han identificado uno de los cuadritos mostrados al archiduque con una famosa obra perdida de Van Eyck, la Dama en el Baño. Es el fragmento que mostramos. Este cuadro representa un juego de miradas y contraposiciones muy del gusto de la pintura flamenca. En primer lugar, opone la figura desnuda a la figura vestida, el frente al perfil y por añadidura, la mirada frontal del espectador hacia la escena principal a la mirada sesgada que ofrece el reflejo del espejo curvo en la ventana. Es una estructura muy compleja, que nos muestra las dos vistas posibles de las mujeres. Un juego similar es el que Van Eyck planteó en el espejo del Matrimonio Arnolfini. Respecto a la interpretación de la escena, algunos han puesto este cuadro en relación con el de los Arnolfini: sería el baño ritual de la desposada antes de la ceremonia. También podría interpretarse de un modo más sencillo como una oposición entre amor sagrado y amor profano, o como una vanitas, es decir, una reflexión acerca de lo efímero de la belleza y el amor. En cualquier caso, resulta difícil imaginar que la esposa de los Arnolfini accediera a posar desnuda, o que se admitiera una representación ideal de ella desnuda en la casa del matrimonio.
Busqueda de contenidos
obra
La obra fue realizada pues un artista de la Escuela de Fontainebleau del que desconocemos su nombre. Se trata de una copia del cuadro del mismo nombre que realizón François Clouet (hoy en la National Gallery de Washington), sin embargo algunos detalles intensifican la artificiosidad del conjunto como el cofre con joyas o la fijeza de la mirada de la mujer representada que le resta la esponteneidad y frescura que si tiene el cuadro modelo.
obra
Salvo alguna excepción, no vamos a hallar en Francia manifestaciones pictóricas cuya importancia llegue a sobrepasar el interés local, hasta los años cuarenta del siglo XVI, precisamente a partir del gran acicate cultural que supuso Fontainebleau y los programas artísticos que le tuvieron como eje. Señala Blunt que "el gusto italiano lo barrió todo en la arquitectura, la escultura y la pintura decorativa durante el reinado de Francisco I, pero en el retrato perduraba una tradición distinta". Entre los retratistas más importantes de este momento encontramos a François Clouet, autor también de escenas mitológicas y de asuntos de "toilette" como la tabla que observamos, relacionándose con la Escuela de Fontainebleau. En la década 1550-1560 aparecen toda una serie de retratos mitológicos, donde en una especie de juego preciosista y sofisticado, no exento de un frío e intelectualizado erotismo, las damas de la corte se convierten en protagonistas de historias pretendidamente mitológicas. Son frecuentes escenas de toilette o baño, en las que los presupuestos manieristas de la Escuela eximen del menor atisbo de cotidianeidad, siendo absolutamente irreales y artificiosas con un acentuado detallismo dibujístico.
obra
En esta imagen, Mary Cassatt nos muestra a una típica dama de la burguesía en los años finales del siglo XIX, quizá integrante de la élite social norteamericana. La mujer se nos presenta delante de una mesa sobre la que observamos una rica vajilla aludiendo a la costumbre de tomar el té. La figura se recorta sobre un fondo neutro, en el que se insinúa el marco de un cuadro - posiblemente el retrato de algún antepasado como símbolo de los laureles familiares - vistiendo un traje negro, cubriendo su cabeza con un fino pañuelo de encaje blanco. Su mirada ausente refleja perfectamente el alma de la dama. Una vez más, Mary Cassatt nos ofrece una inolvidable estampa de carácter intimista en la que hace gala del estilo impresionista, al que añade su toque personal recurriendo a un dibujo preciosista como podemos observar en el rostro, la mano o la vajilla de porcelana. Sin embargo, conserva cierta soltura en la pincelada y crea un especial efecto atmosférico, características que sitúan a la norteamericana en la órbita de Degas y el Impresionismo.
obra
El artista escita compuso aquí con fieltro recortado y pintado -procedente de la cultura del Altai Pazyrik- una escena que se repite en los tapices de lana. Sus grandes dimensiones sorprenden. Señala K. Jettmar que tanto temática como funcionalmente debía jugar un papel en el ritual fúnebre. El árbol y el tocado de la figura sentada recuerdan al que se muestra en la placa de oro de la colección de Pedro el Grande.
obra
Esta joven mostrando los senos se ha identificado habitualmente con Marietta Robusti, la hija del pintor, también dedicada al mismo oficio en el que obtuvo una preciada fama siendo conocida como la Tintoretta. Algunos autores, por el contrario, piensan que se trata del retrato de la famosa cortesana veneciana Verónica Franco. Tintoretto ha dejado en esta joven una de sus obras más bellas, en la que destaca el delicado perfil y la transparencia de las telas, obtenida con una pincelada muy suelta, casi con manchas de color. Sin embargo, el perfecto dibujo que sirve como base se puede apreciar en el citado perfil y en las manos, aunque bien es cierto que destaca más la vibrante pincelada aplicada en el collar o en la puntilla junto a la mano derecha. La luz empleada impacta en el pecho de la dama para destacar sus atributos. El valioso collar de perlas y la propia actitud de la mujer hacen pensar que efectivamente se trate de una cortesana. Sin duda es una imagen inolvidable, de las más bellas que se pueden contemplar en el Museo del Prado.
obra
Los primeros retratos realizados por Klimt están vinculados a la fotografía al gozar de casi hiperrealismo, como se aprecia en el de Josef Pembauer o el de la supuesta señora Heymann. Sin embargo, hacia 1897, el año de la fundación de la Secession, el pintor vienés ya tiene un mayor conocimiento del arte que se está haciendo en la vecina Francia y nos presenta unas obras más intimistas, relacionadas con el impresionismo, como el Schubert al piano o esta Dama junto a la chimenea. A pesar de continuar empleando una paleta oscura, apreciamos un mayor abocetamiento y un sensacional efecto atmosférico, diluyendo los contornos de la figura y envolviéndola en el calor hogareño irradiado por una chimenea que no llegamos a ver pero cuya luz sí se puede apreciar en las tonalidades rojizas del rostro de la dama. Una vez más, las escenas están protagonizadas por mujeres pero en este caso Klimt se aleja de la "femme fatale" que aparecen en otras composiciones como la Nuda veritas.
obra
La técnica que se utiliza para estas pinturas procedentes de Tirinto es el estuco pintado al fresco con colores muy vivos e intensos. Los temas procesionales y de ofrendas son los más abundantes. Esta escena representa una mujer exuberante ataviada a la manera cretense, con un sofisticado peinado, que porta entre sus manos un pixis, una imagen muy frecuente en la pintura micénica.
obra
La sociedad ibérica estuvo fuertemente jerarquizada. Detentaba el poder la aristocracia militar que controlaba la ideología que la legitimaba, la producción de bienes y el comercio. Las actividades propias de esos aristócratas fueron la guerra y la caza. Tras la muerte de esos jefes militares se reflejó su poder en la construcción de grandes tumbas. Los sillares de Osuna son restos de uno o más monumentos funerarios donde se reflejan ese poder y esas ideas. La Joven flautista presenta similares características.
obra
Se calcula que en la necrópolis del Puig des Molins puede haber unas cuatro mil tumbas, ya que fue utilizada ininterrumpidamente desde el siglo VII a. J.C. hasta la mitad del siglo III de nuestra era. El cerro de Puig des Molins está totalmente perforado en la roca viva para abrir espacio a las tumbas, muy bien disimuladas por bancales y olivos. Este cementerio, con restos de un intervalo de al menos mil años, ofrece datos sobre los cultos y las creencias de ultratumba, así como su evolución en el tiempo, siendo un sitio de importancia universal. En Ibiza, las figuras de barro cocido tienen claras relaciones con lo que se producía en Cartago, Sicilia y Cerdeña, incluso con ejemplares de inspiración helénica de la más alta categoría, pero este oficio de la coroplastia debió resultar tan atractivo y rentable como para estimular aquí unos talleres originales, que desarrollan un arte expresionista, libre e ingenuo, con claros resabios populares. La mayoría de los tipos de terracotas de Ibiza arranca de prototipos helénicos encontrados en la misma isla; pueden ser importaciones directas de las islas griegas, objetos traídos por los cartagineses o las primeras obras de artesanos emigrados; se ve, entre ellas, a las korai del arcaismo griego y al paradigma de todas ellas, la hermosa Kore, Persefone o Proserpina, que los cartagineses identificaban con su primera divinidad Tanit, y que puede mostrarse sentada en un trono o representada sólo en forma de busto acampanado o de cabeza convertida en quemador de perfumes. Las copias de estas imágenes fueron numerosísimas y los moldes perdieron a un tiempo detalles iconográficos y calidad artística, pero de forma paralela se iban desarrollando otros tipos, de oferentes, devotos, oficiantes o númenes de diversos poderes, a los que los alfareros ibicencos plasmaron con mucho menor respeto por los cánones griegos o la armonía de las proporciones.