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Frente a la originalidad y viveza de las piezas polícromas, durante la dinastía Ming no sólo se continuaron produciendo los monocromos más tradicionales (blanco, celadón, rojo de cobre...), sino que se investigó sobre la posibilidad de aumentar la paleta de los monocromos. Así surgieron los Amarillos, Verdes, Turquesas, Rojos... de gran refinamiento y belleza, pero que sin duda no fueron tan demandados como los polícromos.
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Los tipos monocromos gozaron de gran popularidad durante la dinastía Qing. Se imitaron especialmente los guan y ding de la dinastía Song con sus efectos de craquelado, a los que añaden nuevas técnicas decorativas, como el flambeado. Los monocromos se suelen clasificar atendiendo a la temperatura que necesitan sus componentes en el horno, esto es alta, media o baja temperatura. El amarillo, como este caso, el turquesa el verde o el morado son de temparatura media (1300-1.150?C). Estos colores se aplican sobre bizcocho, es decir, cuando la pasta cerámica no ha alcanzado el grado de calidad de la porcelana, presentando un aspecto poroso. Como en el caso de los restantes colores, la gama cromática se amplía en una variedad de sutiles tonalidades. Así las piezas amarillas, generalmente asociadas al emperador, pueden adquirir tonos limón, mostaza, ... mientras que las piezas verdes pueden ser oliva, espinaca, hoja de camelia...
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Obra realizada en 1902 a la que da un título sonoro, simbólico y poético que sirve para complicar su significado. En ella vemos tres figuras: a la derecha Tohotaua, una joven polinesia a la que ya había retratado; una figura desconocida, en actitud contemplativa, en el centro; y a la izquierda la imagen del pintor Jacob Meyer de Haan, con el que había trabajado en Bretaña, pintado como un zorro que simboliza la perversidad. La escena podría representar la perversidad de los occidentales ante los primitivos orientales o una unión de todos los mitos que le han fascinado: judeocristianos, asiáticos y maoríes. El tema puede pasar a segundo plano ya que se trata de una de las obras más bellas, con dos magníficos desnudos femeninos, un colorido muy vivo de naranjas, morados y rosas, y un fondo sin perspectiva, que da la sensación de un decorado teatral. Las flores que aparecen alrededor de las muchachas aluden posiblemente a su inocencia. Sin duda, se trata de una obra cargada de simbolismo.
acepcion
Aquella en la que los colores aparecen planos, puros, yuxtapuestos cuidadosamente, dejando un fino trazo de separación, cuyos perfiles se consiguen mediante una pincelada de materia grasa.