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obra
La talla de piedras duras, previamente pulimentadas, alcanza inusitada perfección a fines del IV milenio. Las hojas de los grandes puñales ceremoniales iban provistas de empuñaduras de marfil cuando no de oro. Este ejemplar es la obra maestra de una serie. El personaje barbado, flanqueado por dos leones como señor de los animales salvajes, es seguramente un dios cuya iconografía e indumentaria -el gorro de reborde ancho y el batín- están inspirados en prototipos sumerios de época de Diemded-Nasr. Sellos cilíndricos mesopotámicos o improntas de los mismos en mercancías pudieron ser los vehículos de esta influencia. Pertenece a la Cultura Nagade II.
acepcion
Falda femenina usada por las mujeres aztecas. Es una pieza de tela enrollada en la cintura, que caía hasta la pantorrilla.
Personaje
Hija del contador Cristóbal de Cuéllar y esposa de Diego Velázquez de Cuellar. Su matrimonio fue breve, pues ella falleció una semana después de la boda. María de Cuéllar, amiga y confidente íntima de la Virreina de Cuba María de Toledo, mujer de Diego Colón, fue hija única del Contador de Cuba Cristóbal de Cuéllar. Llegó como parte del séquito de Doña María de Toledp. Sus vestidos se subastaron en Cuba tras su muerte y una buena parte fue comprada por María de Valenzuela.
Personaje
Arquitecto
Escultor
Se cree que nació en Bruselas, aunque desarrolló su trayectoria profesional en España. Ayudó a su hermano Hanequin de Bruselas durante la ejecución de la sillería del coro de la catedral de Cuenca. También intervino en la Puerta de los Leones de la catedral de Toledo. Estando en esta ciudad conoce a Juan Guas, con quien trabajó conjuntamente en distintos proyectos como el Palacio del Infantado o el conjunto escultórico del transaltar de la catedral de Toledo. En algunas de estas obras también participó su hijo Enrique Egas. De su legado cabe citar los monumentos funerarios de Gonzalo Illescas y Alonso de Velasco en el monasterio de Guadalupe. Una de la aportaciones más originales de esta ultima obra es que esculpe a la esposa del fallecido como una figura orante. Este elemento llegaría a convertirse gracias en Diego de Siloé en uno de los recursos más empleados del género funerario.