Es probable que Juana tuviera un trastorno bipolar mixto tipo I, que se observa especialmente durante sus 10 años de matrimonio. Pero posteriormente, sobre todo durante su encierro en Tordesillas, el deterioro de la reina fue brutal, y pasó largos períodos en donde es difícil saber si se encontraba sumida en un estado depresivo severo, estuporoso y delirante, o si los síntomas eran parte de una esquizofrenia paranoide, en fase residual. También es posible que el deterioro haya sido la consecuencia de los largos años de encierro a oscuras, en soledad y aislamiento, bajo un régimen carcelario con medidas de seguridad extraordinarias, entre personas que no la apreciaban y con muy escasas visitas de sus familiares directos.
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CONCLUSIÓN DE LA OBRA Advertencia al curioso Lector, y última Protesta. Dije ya al principio el fin que tenía en escribir esta Vida, como también que la escribí metido entre aquellas Bárbaras Naciones, con falta de Libros y de Padres Compañeros con quien consultar; y que habiéndome resuelto a condescender a las súplicas de los devotos y apasionados del V. Padre que lo conocieron y trataron, dando lugar a que saliese a luz dicha Vida e Historia, supliqué a algunas personas doctas y que conocieron al Siervo de Dios, la leyeran, y fueron de parecer que bien se podía imprimir, y que sería su leyenda no sólo edificante, sino que movería a muchos a alistarse para operarios de la Viña que plantó este ejemplar Misionero. Y diciéndome que echaban menos un tratadito de las Virtudes, me resolví el hacerlo, animándome el que en esta Ciudad no carecería de Libros, ni de personas doctas con quien poder comunicar las dificultades, que me ocurriesen: y aunque esto no me ha faltado; pero sí me ha faltado el tiempo y sosiego que necesitaba, por haberme ocupado la obediencia en la carga pesada de la Guardianía de este Colegio. Esta consideración me servirá para excusarme de cualquiera falta que los curiosos Lectores notaren en el último Capítulo, principalmente de la brevedad de tan principalísimo asunto. Presumo también que echarán menos el del don de la contemplación del Siervo de Dios, revelaciones, profecías, milagros, y todo aquel aparato de las gracias gratis datas que hacen admirable y ruidosa la santidad de algún Siervo de Dios. Pero tengo muy presente, que todas estas gracias, aunque son muy admirables y apreciables, no constituyen la santidad esencial, que se vincula a la gracia santificante. No el don de contemplación, pues éste como notó San Gregorio (lib. 2, hom. 5 in Ezeq. núm. 19, col. 1361, op, tom. I) suele concederse así a los perfectos, como a los no perfectos, y a los principiantes e imperfectos. "Nom enim contemplationis gratia summis datur, & minimis non datur, sed saepe hanc summi, saepe minimi, saepius remoti:::: percipiunt". Y muchas veces sucede, que ni aun a los Santos se concede, como de los ya Canonizados nota Ntrô. Eminentísimo Laurea (de Oral. opuse. 7, cap. 2). Sin duda por eso en las Causas de Canonización no se inquiere de ella, sino en cuanto es una especie de hábito adquirido del acto de contemplar y orar, como enseña el Señor Benedicto XIV (lib. 3 de Beat. & Can. SS. cap. 26, pág. 186). Pero como ella según reglas de la Mística, sea un acto compuesto de Fe viva y caridad encendida, quedando probadas estas dos virtudes de este Siervo de Dios, debemos decir que no le faltó este don de contemplación. Tampoco constituyen la santidad esencial revelaciones, profecías, milagros, don de lenguas, etc., porque como estas gracias, a diferencia de la santificante, como enseña nuestro Doctor irrefragable Alexandro de Ales (in 2 part. quaest. 73) se dan para utilidad de los otros, pueden hallarse juntas en un mismo Sujeto con el pecado mortal, como con él enseña el Exîmio Suárez (tom. I de Grat. prol 3, cap. 4, núm. 10) y el docto Viguer (in Inst. Theol. tit. de Grat. Div. cap. 9, S. 1) por estas palabras: "Gratia gratis data differt a gratia gratum faciente, primo quia haec potest stare cum peccato mortali, & sine charitate &c." Y a más, como no son necesarias para la consecución de la Bienaventuranza, su falta no arguye imperfección, como enseñan los Salmaticenses (tom. 3 Curs. Theol. in Arb. praed. S. 17, núm. 164). "Sed quia ad beatitudinem consequendam necessariae non sunt, idcirco neque illarum defectus defectum sanctitatis ostendit." Y por esto instando Ntrô. Matheuccio, como Promotor que era de la Fe, a los Postuladores de la Causa de San Vicente de Paúl, para que propusiesen algo de dichas gracias, ellos como perspicaces, según dice el mismo Matheuccio (en su Pract. Theolog. Canon. ad Caus. Beatif. & Canon. tit. 6, cap. 6, núm. 20) respondieron, que aunque no le fataban al Santo, no eran necesarias para el efecto de la Canonización. Los que conocieron y trataron al N. V. Padre, me acusarán quejosos de haber omitido muchas acciones ejemplares; y para cerrarme la puerta a toda excusa, tal vez me objetarán lo de Casiodoro (in Comp. Rhet.) "Satius est narratione aliquid superesse quam deesse: nam superflua cum tedio dicuntur; necessaria cum periculo substrahuntur." Pero a esto debo decirles, que me ha sucedido lo que a los Pescadores en abundantes placeres de Perlas, donde la prodigiosa copia hace que se les escapen de entre las manos muchísimas. Las virtudes de los Siervos de Dios salen al público medrosas, hasta que la perezosa volubilidad de los años va limpiando la idea de ciertas materiales impresiones que le ofuscan el brillante lustre; y el afecto que le profesaba como a mi venerado Maestro, me ha contenido en decir otras muchas cosas, no se atribuyesen a demasiada pasión, aunque siempre es disculpada con la reflexión que Parentibus, & Magistris uunquam satis, que decían los Filósofos. Esta máxima parece llevaba consigo San Juan Capistrano, que con tanto anhelo solicitaba los honores para su amado Maestro San Bernardino de Sena, como se puede ver en la Carta que escribió a los magníficos Ciudadanos de Aquila, Patria de su Santo Maestro. Confieso con toda ingenuidad, que no carezco de este afecto, y que es difícil moderarlo siendo tan debido; pero este filial afecto, no me ha hecho ponderar cosa alguna de las que ví y presencié, ni menos fácil en creer muchos casos particulares que omito, por no estar del todo cerciorado de ellos, aguardando que el tiempo de más luz, pues con bastante reserva he escrito lo que has leído. Y por si acaso en ello he errado, todo lo sujeto a los pies de la Santa Madre Iglesia Católica Romana, protestando como hijo de tan Santa Madre, y que en serlo tengo mi mayor dicha, que en cumplimiento de los Decretos de Ntró. SSmô. Padre Urbano VIII (de felice recordación) en la Sagrada congregación de Ritos, y General Inquisición, y demás Rescriptos Apostólicos que prescriben el modo de escribir las Vidas de los Siervos de Dios que no están Canonizados, no es mi intención se de más crédito a lo que queda referido, que el que se merece una fe puramente humana, y por consiguiente muy falible: y que los epítetos de Venerable y Mártir &c. que en ella se leen, no es mi ánimo que apelen sobre las personas, calificándolas por Santas y Bienaventuradas, sino sobre las acciones virtuosas que refiero. Tu entre tanto ruega por mí, y si encuentras algún yerro no lo atribuyas a malicia; mas disimula la flaqueza, que estoy pronto a enmendarlo. Y para que consigas la eterna Bienaventuranza te ruego lo que a Licencio hijo, de Romaniano y discípulo de San Agustín, rogaba San Paulino: Vive praecor, sed vive Deo; nam vivere mundo. Mortis opus, viva est vivere vita Deo. Cui soli honor, & gloria in saecula saeculorum. Amen. TANTO, QUE SE SACO DE UNA CARTA, QUE EL Reverendo Padre Fray Alonso de Benavides, Custodio que fue del Nuevo México, envió a los Religiosos de la Santa Custodia de la Conversión de San Pablo de dicho Reino, desde Madrid, el año de mil seiscientos treinta y uno, citado en el Capítulo segundo de esta Historia Carísimos y amantísimos Padres Custodio y demás Religiosos de nuestro Seráfico Padre San Francisco de la Custodia Santa de la Conversión de San Pablo de los Reinos y Provincias del Nuevo México: Infinitas gracias doy ala Divina Majestad en haberme puesto (aunque indigno) en el número de la dichosa suerte de VV. PP. pues merecen ser tan favorecidos del Cielo, que los Ángeles, y nuestro Padre San Francisco les asisten, y personal, verdadera y realmente llevan desde la Villa de Agreda (que es raya de Castilla) a la bendita y dichosa Madre MARÍA DE JESÚS, de la orden de la Concepción, Franciscana Descalza, a que nos ayude con su presencia, y predicación en todas esas Provincias y Bárbaras Naciones. Bien se acuerdan VV. PP. que el año de mil seiscientos veinte y ocho, habiendo sido Prelado de VV. PP. y Siervo suyo, me determiné acaso (si bien debió de ser particular moción del Cielo) a pasar a la Nueva España a dar razón al Señor Virrey y Reverendos Prelados de las cosas tan notables y particulares que en su Santa Custodia pasaban; y habiéndolo puesto por obra, después de haber llegado a México, le pareció al Señor Virrey y Reverendos Prelados, convenía pasar a España a dar cuenta a S. M., como fuente de todo, y a nuestro Padre General; y como tan Católicos y celosos de la salvación de las almas, me hicieron mil favores por las buenas nuevas que les dí, así por el aumento de nuestra Santa Fe, como del Apostólico celo con que VV. PP. en esas conversiones trabajan, y del aumento temporal, que la Divina Majestad ha descubierto, en pago y premio del celo con que el Rey nuestro Señor nos favorece, y ayuda. Con esta envío a VV. PP. un Memorial de molde, que presenté a S. M. y Real Consejo de Indias, y fue tan bien recibido en España, que pienso sacar segunda impresión, para consuelo de tantos como lo piden. No me juzguen VV. PP. de corto, que bien sé que lo está mucho el Memorial, para lo mucho que falta, y VV. PP. merecen; pero hícelo así breve, aunque fuese a costa de no decir lo mucho que falta, por sólo obligar a S. M. a que lo leyese; y no sólo lo leyó, y los de su Consejo lo leyeron todo; pero les pareció tan bien, que no sólo lo han leído muchas veces, y lo saben de memoria, sino que segunda vez me han pedido otros, y en estas demandas he distribuido cuatrocientos Libros, y nuestro Reverendísimo Padre General los envió a Roma a su Santidad (fuera de los que digo en el Memorial de molde). Las veces que he hablado a S. M. y a su Real Consejo de Indias, adonde es el ordinario despacho de ellas, he dicho de palabra, y por muchos memoriales de mano de mi letra, lo que por allá pasa: y había por acá poca noticia del Nuevo México, como si Dios no lo hubiera criado en el mundo: y así no se agradecía, ni sabía lo que VV. PP. con tan Apostólico celo han trabajado en esa Viña del Señor; y espero en su Divina Majestad volver entre VV. PP. para gozar de la dichosa suerte de su compañía, aunque confieso no merecerla, y llevar a VV. PP. y a toda esa tierra muy grandes favores de su Santidad, y del Rey nuestro Señor, para consuelo de todos, y aumento del Divino Nombre. Cuando llegué a España, que fue a primero de agosto del año de mil seiscientos y treinta, así como nuestro Reverendísimo Padre General Fray Bernardino de Sena (ahora Obispo de Viseo), que está gobernando la Orden hasta el Capítulo General, digo: así como supo mi Relación de la Santa Religiosa, que ahí anda predicando nuestra Santa Fe Católica, en la forma que VV. PP. saben, me dijo luego su Reverendísima, que siendo Comisario de España, antes de ser General, que había más de ocho años, tuvo noticia que la Madre MARÍA DE JESÚS, Abadesa de su Convento de la Villa de Agreda (raya de Aragón y Castilla) había tenido algunos aparecimientos y relaciones de la Conversión del Nuevo México, y con la relación que le dí, y la que allá nos había enviado el Señor Arzobispo de México Don Francisco Manso, en la misma razón, le causó a nuestro Reverendísimo tanta ternura y devoción, que quería ponerse en camino para la dicha Villa de Agreda; porque lo mismo que yo dije, se lo había dicho la misma Madre MARÍA DE JESÚS los dichos años antes, entrando personalmente a visitar su Convento, porque está sujeto a la Orden y Provincia de Burgos, y os ad os se lo dijo la misma Madre MARÍA DE JESÚS a nuestro Reverendísimo, y ahora lo confirmó con lo que yo le dije; y porque sus ocupaciones no le dieron lugar, me mandó, que fuese yo personalmente a ello, dándome la autoridad, para obligar a la bendita Madre por obediencia, que me manifestase todo lo que sabía acerca del Nuevo México: a cuya comisión fui de esta Corte, y llegué a Agreda último día de abril de mil seiscientos treinta y uno; y antes de decir otra cosa, digo: Que dicha Madre MARíA DE JESÚS, Abadesa que es hoy del Convento de la Concepción, &c. será de veinte y nueve años, que no los tiene cumplidos, de hermoso rostro, color muy blanco, aunque rosado, ojos negros y grandes: la forma de su hábito, y de todas las Religiosas de aquel Convento, que por todas son veinte y nueve, es solo el hábito nuestro; esto es, de sayal pardo, grueso, a raíz de las carnes, sin otra túnica, saya ni faldellín, y sobre este hábito pardo, el de sayal blanco, y grueso con su escapulario de lo mismo, y cuerda de nuestro Padre San Francisco: y sobre el escapulario su Rosario; sin chapines ni otro calzado, más de unas tablas atadas a los pies, o unas abarcas de esparto: el manto es de sayal azul, grueso, y velo negro. No me detengo en decir las asperezas de esta Venerable Madre y su Convento, por decir sólo lo que toca al Nuevo México; que yo, cuando merezca ver a VV. PP. que tengo de eso gran deseo y esperanza, entonces diré cosas maravillosas, que nuestro Señor obra allá. Entre otras virtudes que esta bendita Madre tiene de Dios alcanzadas, es el deseo de la conversión de las almas, que desde criatura tuvo gran lástima de los que se condenaban; y más de los infieles, que por falta de luz y Predicadores, no conocen a Dios nuestro Señor. Y habiéndola manifestado su Majestad todas las bárbaras Naciones, que en el inundo no le conocen, ella llevada por ministerio de Ángeles, que tiene para su guarda, y sus Alas son San Miguel y nuestro Padre San Francisco, personalmente ha predicado por todas las Naciones nuestra Santa Fe Católica, particularmente en nuestro Nuevo México, donde ha sido llevada de la misma suerte; y también los Ángeles Custodios de sus Provincias venían por ella personalmente, por mandado de Dios nuestro Señor. El hábito que ha llevado personalmente las más veces, ha sido de nuestro Padre San Francisco, y las otras con el de la Concepción, y su velo; aunque siempre remangadas las mangas blancas, y encogidas las faldas del blanco, y así se parece mucho el pardo. Y la primera vez que ha ido, fue el año de mil seiscientos y veinte, y ha continuado tanto estas ideas, que ha habido día de tres y cuatro, en menos de veinte y cuatro horas; y esto se ha continuado siempre, hasta el año de mil seiscientos treinta y uno. Padres de mi alma, no sé como signifique a VV. PP. los impulsos, y fuerza grande de mi espíritu, cuando me dijo esta bendita Madre que había asistido conmigo al Bautismo de los Pizos, y me conoció ser el mismo que allí vio. Asimismo asisto al Padre Fray Cristóbal Quirós a unos Bautismos, dando las señas verdaderas de su persona, y rostro, hasta decir, que aunque era viejo, no se le echaban de ver las canas; que era carilargo, y colorado de rostro; y que una vez estando el Padre bautizando en su Iglesia, iban entrando muchos Indios, y se iban amontonando a la puerta, y que ella por sus mismas manos los estaba empujando y acomodando en sus lugares, para que no le estorbasen; y que ellos veían a quien los empujaba, y se reían cuando no veían quien lo hacía, y la que a ellos los empujaba, para que empujasen a los otros, etc. También me dijo todo lo que sabemos ha sucedido a nuestros Hermanos y Padres Fray Juan de Salas y Fray Diego López en las jornadas de los Jumanas, y que los solicitó e industrió todo este tiempo, para que fueran a llamarlos, como lo hicieron. Diome todas sus señas, y que asistió con ellos. Conoce muy bien al Capitán Tuerto, dando las señas individuales suyas, y de todos; y ella propia envió a los Embajadores de Quivira a llamar a los Padres, todo lo cual dirán los mismos Indios, porque personalmente los habla. También me dijo la jornada del Padre Ortega, que tan dichoso fue en escapar con la vida, por aquellas señales que topó, y todas me las dijo; y luego que volvió del Norte al Oriente, salió de él con gran frío, que llevó hasta topar calor y buen temple, y que por allí adelante (aunque muy lejos) está la grandeza de Reinos; pero que todo lo vence nuestro Padre San Francisco. Son tantas las particularidades que de esa tierra me dijo, que ni aún yo me acordaba y ella me las trajo a la memoria: y preguntándole por qué no dejaba que la viésemos, cuando dejaba que los Indios tuviesen esa dicha, respondió: Que ellos tenían necesidad, y nosotros no, y que todo lo disponían sus Santos Ángeles; aunque yo espero en la Divina Majestad, que cuando ésta llegue a manos de VV. PP. alguno, o algunos la habían merecido ver, porque yo se lo rogué encarecidamente, y ella prometió pedírselo a Dios; y que si se le concediere, lo hará de muy buena gana. Dijo, que saliendo de Quivira al Oriente (aunque muy lejos) se pasaría por las señales que vio el Padre Ortega amenazado de muerte por los caminos, para que no pasase allá nuestra Santa Fe, que así se lo había enseñado el demonio, y en el discurso del camino se convertirían muchas gentes, si los Soldados fueran de buen ejemplo; (res valde difficilis, sed omnia Deo facilia) y que nuestro Padre San Francisco alcanzó de Dios nuestro Señor, que en solo ver los Indios a nuestros Frailes, se convertirán. Sea Dios infinitamente alabado por tantos beneficios. Bien quisiera en esta Carta decir a VV. PP. todo lo que la Venerable Madre me elijo; pero no es posible, aunque muchísimo tengo escrito en un libro, que llevaré conmigo, para consuelo de todos. Dijo, que pasados aquellos largos caminos, y dificultades del Oriente, se daría en los Reinos de Chillescas, Cambujos, y Jumanas, y luego al Reino de Titlas, y que estos nombres no son los propios, sino parecidos a ellos; porque aunque entre ellos habla su lengua, fuera de allí no sabe, ni se le revela. Aquel Reino de Titlas, que es muy grande y pobladísimo, es donde más acudió, y por su intercesión llevó allí nuestro Padre dos Religiosos de nuestra orden, y bautizaron al Rey, y a mucha gente, y allí los martirizaron. Dice, que no eran Españoles, y también han martirizado muchos Indios Cristianos, y el Rey tiene los huesos en una caja de plata en una Iglesia, que allí se edificó; y una vez llevó de acá una Custodia para consagrar, y con ella dijeron Misa los Frailes, e hicieron procesión con el Santísimo Sacramento. Todo esto se hallará allá, y muchas Cruces v Rosarios que ha dado allí; y a ella martirizaron, porque alcanzó de nuestro Señor el martirio. Así me parece por mayor bastará esto, para que VV. PP. se consuelen con tal Compañera, y Santa en sus trabajos; y será nuestro Señor servido de llevarme con VV. PP. para que sepan todas las cosas, como ella me las dijo, y se las mostré, para que me dijese si en algo me había equivocado, o si era lo mismo que entre los dos había pasado, y para ello le impuse 1a obediencia de nuestro Reverendísimo cine para ello llevaba y se la interpuso también el Reverencio Padre Provincial de aquella Provincia, que allí estaba, y su Confesor; y por parecerme la respuesta ha de causar a W. PP. grandísimo consuelo y espíritu, como por acá lo ha causado, que toda España se quiere ir allá, pondré aquí el traslado de lo que ella, por su propia mano y, letra, respondió, que queda en mi poder para llevarlo a VV. PP. y para todas Provincias, nombrando a cada uno por su nombre; y tengo el propio hábito con que ella allá anduvo, y del velo sale tanto olor, que consuela el alma. Traslado de las razones, que la Bendita Madre MARíA DE JESÚS escribe a los dichos PP. del Nuevo México. Obedeciendo a la que V. Reverendísima, y nuestro Padre General, y nuestro Padre Fray Sebastián Marcilla, Provincial de esta Santa Provincia de Burgos, y nuestro Padre Fray Francisco Andrés de la Torre, que es quien gobierna mi alma, y a V. P. mi Padre Custodio del Nuevo México, en nombre de V. P. me manda diga lo que se contiene en estos cuadernos, y si es lo que he dicho, tratado y conferido, que he hablado a V. P. de lo que, por la misericordia de Dios, y de sus justos juicios, que son inmudables, ha obrado en mi pobre alma; que tal vez elige el más inútil sujeto, incapaz e imperfecto, para manifestar la fuerza de su poderosa mano, y que los vivientes conozcan, que todas las cosas se derivan del Padre de las lumbres, que habita en las alturas, en cuya fuerza, y poder, y con la confortación de su Alteza, todo lo podemos: y así digo, que es lo que me ha sucedido en las Provincias del Nuevo México, Quivira y Jumanas, y otras Naciones, aunque no fueron estos los primeros Reinos donde fui llevada, por la voluntad de Dios, y por mano, y asistencia de sus Ángeles, fui llevada donde me sucedió, vi, e hice todo lo que al Padre he dicho: y otras cosas que por ser muchas, no es posible referirlas, para alumbrar en nuestra Santa Fe Católica todas aquellas Naciones: y los primeros donde fui, creo están al Oriente, y se ha de caminar a él, para ir a ellos, desde el Reino de Quivira; y llamo estos Reinos, respecto de nuestros términos de hablar, Titlas, Chillescas y Caburcos, los cuales no están descubiertos; y para ir a ellos parece ha de haber grandes dificultades, por los muchos Reinos, que hay antes de llegar a ellos, de gente muy, belicosa, los cuales dejarán pasar los Indios cristianos del Nueva México, de quien ellos recelan lo son, y mucho más a los Religiosos de nuestro Seráfico Padre San Francisco, porque el demonio los tiene engañados, haciéndoles creer, que está el veneno donde está la triaca, y que han de estar sujetos, y esclavos, siendo Cristianos, consistiendo su libertad, y felicidad en esta vida. Paréceme, que como lo podrán conseguir, será pasando los Religiosos de nuestro Padre San Francisco: y para su seguridad, y guarda se podía ordenar los acompañen Soldados de buena vida, y constumbres, y que con apacibilidad sufran las contumelias que se les pueden ofrecer, y con el ejemplo y paciencia todo se podrá tolerar, que el ejemplo hace mucho: y descubriendo estas Provincias, se pondrá grande obra en la Viña del Señor. Los sucesos que he dicho, me han sucedido desde el año de mil seiscientos y veinte, hasta este presente de mil seiscientos treinta y uno, en el Reino de Quivira, y Jumanas, que fueron los últimos a que fui llevada, que dice V. P. han descubierto con su buena inteligencia, y las personas mismas de aquellos Padres Santos, a quienes ruego, y de parte del Señor amonesto y anuncio, que trabajen en obra tan dichosa, alabando al Altísimo por su buena suerte y dicha, que es muy grande; y que pues su Majestad los hace Tesoreros y distribuidores de su preciosa Sangre, y les pone en las manos el precio de ella, que son las almas de tantos Indios, que por falta de luz, y quien se las administre, andan en tinieblas y ceguedad, y carecen de lo más santo y deseable de la Ley inmaculada, suave y deleitable, y del bien y gloria eterna. Mucho deben alentarse esos dichos Padres en esta heredad del Señor, porque la mies es mucha, y pocos los obreros, a dar la mayor gloria y agrado al Altísimo, y a usar de la más perfecta caridad, que puede haber con estas criaturas del Señor, hechas a su imagen, y criadas a su semejanza, con alma racional para conocerle. No permitan, Padres y Señores míos, que los deseos del Señor, y su voluntad santa se frustre y malogre, a trueque de muchas contumelias y trabajos, pues dirá su Alteza tiene sus regalos y delicias con los hijos de los hombres: y pues a estos Indios los hizo Dios idóneos y capaces para servirle y reverenciarle, no es justo carezcan de lo que los demás Fieles Cristianos tenemos y gozamos. Alégrense VV. PP. Padres míos, pues el Señor les ha dado la oportunidad, ocasión y suerte de los Apóstoles; no la pierdan, por entender y pensar el trabajo: acuérdense de lo que les toca obedecer al Altísimo, y dilatar y sembrar su Ley santa: cuántos fueron los trabajos y persecuciones que padecieron; imitando a su Maestro. Lo que aseguro a VV. PP. es, que sé con cierta ciencia y luz, que los Bienaventurados los envidian, si es que en ellos la puede haber; (que es imposible) pero lo declaro así, a nuestro modo de entender: que si pudieran, dejaran la gloria que tienen, por acompañarlos en esas conversiones, lo hicieran: y no me admira, que como ven en el Señor, que es la principal causa y objetó de su gloria, y es espejo voluntario donde todos le conocen, y como ven la particular que los Apóstoles tienen, y en lo que se señalan más, que tienen los demás Santos, por lo que padecieron por la conversión de las almas, así es cierto, que dejaran de gozar de Dios, por convertir una alma. Razón será, para que VV. PP. pues tiene esa oportunidad se aprovechen de ella; y confieso que así pudiera comprarla con la sangre, vida y crueles martirios, que lo hiciera, que se la envidio a VV. PP. que aunque el Altísimo me concede que puede conseguir este fruto en vida, no es por camino que padezca tanto como VV. PP. ni merezca nada, porque mis imperfecciones lo impiden; pero ya que no puedo nada, ofrezco de todo mi corazón y alma ayudar con oraciones y ejercicios, y los de esta Santa Comunidad. Suplico a mis Padres carísimos merezca mi buena voluntad y deseo, y me hagan participante de alguna de las menores obras y trabajos, que VV. PP. hacen en esas conversiones, y lo estimaré más, que cuanto por mí hago, que recibirá el Señor mucho agrado de la conversión de las almas. Y esto mismo he visto en el Altísimo, y lo he oído de sus Santos Ángeles, que me han dicho que tenían envidia de los Custodios de almas, que se ocupaban en convertir; y como son Ministros, que presentan al Altísimo nuestras obras, aseguran ser las que su Majestad recibe con más agrado, las que se obran con las conversiones del Nuevo México: y me dio por razón el Santo Ángel, que como la Sangre del Cordero era suficiente a todas las almas, y que padeció por una lo que padeció por todas, que sentía más el Señor, que una alma, por falta de luz de nuestra Santa Fe, se perdiera, que padecer tantas pasiones y muertes, como ha criado almas. Esto puede alentar a tan santa ocupación, y padecer mucho por conseguirla, por ser verdadero todo lo que queda dicho de mi letra, y de la de mi Padre Custodio del Nuevo México; y por mandarlo la obediencia, lo firmé de mi nombre: y suplico a VV. PP. todos los que aquí he nombrado, se sirvan por el Señor mismo a quien servimos, y por quien se lo manifiesto, estos secretos se oculten y guarden en custodia, pues lo pide el caso, sin que lo vea criatura. De esta Casa de la Concepción Purísima de Agreda, quince de Mayo de mil seiscientos treinta y uno. =Sor María de Jesús. Mucho quisiera, Padres y Hermanos Míos, poder escribir en ésta, para mayor consuelo suyo: las muchas cosas que tengo escritas, así de mi letra, como de esta Santa Madre que nuestro Señor ha obrado por ella a nuestro favor y ayuda en esas conversiones; pero son más para guardarlas en el corazón, que para escritas: y me parece, que con las razones sobredichas, que son todas de su letra y firma, que quedan en mi poder, se consolarán VV. PP. pues su estilo y pensamiento bien se ve ser Evangélico. Yo le pregunté si íbamos acertados en el modo de proceder en las conversiones, así en fábricas, como en las sementeras, y lo demás que se hace para sustento y amparo de los Indios: díjome, que todo era muy grato a nuestro Señor, pues se encaminaba al fin de las conversiones, que es la mayor caridad. Ha tomado muy a su cargo encomendar a Dios a VV. PP. y la paz y gobierno entre Gobernadores y Religiosos, y el tratar de las conversiones, y así, encomienda a todos muy de veras a Dios, para que Religiosos, Gobernadores, Españoles, e Indios unánimes y conformes, adoren y alaben al Señor; y sobre todo, se empleen en dar luz de nuestra Santa Fe Católica a todas esas Bárbaras Naciones; y pues su Divina Majestad nos tiene en esa santa obra, no nos atajemos, y frustremos en no sufrir todas las cosas, y ocasiones, que se dieren de pleitos. También conozco, Padres míos, que en todo mi tiempo yo no merecí, por mis imperfecciones y defectos, gozar la paz, como la deseaba, pero espero en la Divina Majestad ir a acabar los días, que fuere servido de darme, en la compañía y servicio de W. PP. Sabe muy bien su Divina Majestad, como lo deseo. A todos esos Señores Españoles me encomendarán VV. PP. mucho; y porque siempre he conocido la voluntad que me han tenido, la pago muy bien en manifestar (como he manifestado) a su Real Majestad, y a su Real Consejo de Indias, que son verdaderos Soldados Apostólicos, así por su valor, como por el buen ejemplo con que proceden en nuestra compañía, de que S. M. se da por bien servido. Prometió hacerme toda merced, que de su parte le pidiere, y lo principal deben tenerse por dichosos de ser patrocinados de la bendita alma de MARÍA DE JESÚS: los ha visto, y encomiéndalos a Dios, y así les doy mil gracias, y a Dios de que lo hayan merecido; y lo mismo he dicho a la Madre de la Cristiandad y virtud, de todas esas Españolas, y a la humildad y cuidado que tienen en la limpieza de los Altares; y dicho todo, los encomienda a Dios nuestro Señor, y pido también las oraciones de todos. A todos los indios también doy mil parabienes, pues merecen su principal amor; y porque va también de estos Reinos a esos tan remotos y apartados, y que como a hijos espirituales, a quienes ha predicado nuestra Santa Fe Católica, y alumbrado en las tinieblas de la idolatría, y los tiene muy en la memoria, para no olvidarlos jamás en sus oraciones. Bendita sea tal tierra, y dichosos sus habitadores, pues merecen tantos favores del Cielo. De VV. PP. humilde hijo, y Siervo Fray Alonso de Benavides. Nuestro Reverendísimo Padre General desde acá echa a todos W. PP. su bendición con la de nuestro Seráfico Padre San Francisco; pues como tan verdaderos hijos suyos acuden a obra tan Apostólica, y así me mandó lo escribiese a VV. PP.
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Conclusión de urgencia No pertenezco, de ningún modo, a ese tipo de lectores presuntuosos que, según San Isidoro Hispalense, ninguna enseñanza encuentran en la lectura de los escritores. Creo, por el contrario, que en casi todos los libros, por deficientes, o malos, que sean se halla siempre alguna instrucción, algún dato, alguna enseñanza nuevos. Así acontece con la obra de Juan Rodríguez Freyle. El carnero es, en efecto, un libro curioso, instructivo e incluso de entretenimiento, que proporciona no pocos datos nuevos y fiables acerca de la vida individual y social neogranadina en la época vivida y existida por su autor. El estilo narrativo de éste no es, sin duda, brillante ni dotado de la elegancia retórica característica de otras obras de su tiempo. Sin embargo, su prosa sencilla se muestra dotada de una singular eficacia para transmitir al lector las ideas, los sentimientos, las pasiones, las bondades y las maldades, las virtudes y los vicios que movían la acción de las personas y de la sociedad de los años finales del siglo XVI y primeros del XVII. En ese sentido, El carnero se constituye en una prueba más de la falacia con que algunos han hablado de una supuesta siesta colonial, bajo cuyo piadoso y anodino manto nada sucedía, salvo la abnegada y paciente sumisión de todos al yugo de las autoridades y representantes de la Corona. Algo así como lo descrito en el Primero sueño de sor Juana Inés de la Cruz: El sueño todo, en fin, lo poseía; todo, en fin, el silencio lo ocupaba: aun el ladrón dormía; aun el amante no se desvelaba. Nada más lejos de la realidad. Bajo esa aparente capa de quietud y pasividad, el mundo que ya empezaba a ser americano --es decir, realidad nueva y diferente de la española y de la amerindia, realidad mestiza en todos los aspectos-- empieza a mostrarse y a reivindicar su propia personalidad. Esta amplia y profunda operación cultural es la que El carnero apunta, y en ello reside, a mi juicio, el valor primero de esta obra singular, que hoy se edita por primera vez en España. Jaime Delgado
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La Ilustración fue en España un movimiento intelectual para promover la modernización del país, pero sin voluntad de cambio social o político. La valoración final del reformismo ilustrado no puede ser taxativa, sino matizada, pues si bien la pedagogía ilustrada generó una nueva conciencia de la dignidad nacional, los resultados prácticos obtenidos quedaron lejos de las ilusiones de los intelectuales e incluso de una legislación que no dejó de estar aquejada de invencible ambigüedad. Esta dualidad que caracteriza la época fue captada por los propios intelectuales ilustrados. Así, Manuel José Quintana podía subrayar los aspectos más positivos del reformismo, en unas palabras vibrantes, si bien no exentas de alguna reticencia: "Cuando se echa la vista a aquel decenio (1781-1790), asombra el incremento que habían tomado las Luces, y el vigor con que brotaban las buenas semillas esparcidas en los tiempos de Fernando VI y primeros años de Carlos III. En el sin número de escritos que cada año se publicaban, en las disertaciones de las academias, en las memorias de las sociedades, en los establecimientos científicos fundados de nuevo, en los de beneficencia que por todos partes se erigían y dotaban, en las reformas que se iban introduciendo en las universidades, en las providencias gubernativas que salían conformes con los buenos principios de administración, en el aspecto diferente que tomaba el suelo español, con los canales, caminos y edificios públicos que se abrían y levantaban; en todo, finalmente, se veía una fermentación que prometía, continuada, los mayores progresos en la riqueza y en la civilización española. Había tal vez demasiadas guerrillas literarias, tal vez no se seguía en el fomento de los diferentes ramos en que está cifrada la prosperidad social, el orden que la Naturaleza prescribe y se daba al ornato del edificio un cuidado y un esmero que reclamaban más imperiosamente sus cimientos. Pero esto nada quita del honor que se merece una época de tanta vida, de tanto ardor, de tanto aplicación..." Por el contrario, otros escritores se creían en la obligación de señalar la insatisfacción producida por los resultados finales, aun reconociendo la buena voluntad y los aciertos parciales, como en el caso de Eugenio Larruga: "Hace casi dos siglos que trabajamos para conseguir el restablecimiento de nuestras antiguas fábricas y comercio, mas no lo hemos conseguido. El mucho número de providencias tomadas en este asunto tampoco han logrado el fin a que se encaminaban. Esto lo confiesa todo hombre sensato que sabe especular los asuntos de la patria sin pasión, que desprecia los escritos de pura adulación, y que indagando la raíz de lo bueno y lo malo de un cuerpo político, discurre con acierto para hacer los pueblos industriosos y comerciantes; y aunque no podemos dudar que se ha mejorado en estos últimos años tanto la administración, como la legislación comerciante, sin embargo restan que remediar algunos vicios ocultos, que nos frustran todas nuestras esperanzas, nos pierden al mejor tiempo nuestros adelantamientos y siempre nos tienen dependientes de la ley del extranjero en punto de comercio". En efecto, la Ilustración no había transformado las estructuras profundas de la sociedad española, ni su ideología se había difundido suficientemente entre la población, pero en cambio sí había cumplido su misión histórica; establecer, no sin contradicciones, las bases intelectuales que permitirían el desmantelamiento del Antiguo Régimen. Y lo mismo podía decirse de América, donde los ilustrados se habían servido de los instrumentos intelectuales puestos a su disposición por el reformismo para elaborar una alternativa al sistema colonial que no podía ser otra sino la independencia. El propio Simón Bolívar, el Libertador, podía reconocer su deuda personal con las enseñanzas ilustradas, que era también la deuda de la América independiente para con las Luces, cuando escribe a su preceptor, Simón Rodríguez, las famosas palabras: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Usted me señaló". Esta fue la gloria de la Ilustración en el mundo hispánico.
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Haciendo un breve balance, se podría decir que el primer feminismo aportó muchas iniciativas útiles de reforma, en el campo político, educativo, laboral y económico, aunque confundió a veces "igualdad" con "uniformidad" -que devaluaba la "diferencia" femenina- y no replanteó bien lo público y lo privado. Tanto el feminismo liberal como el socialista no resolvieron bien la situación de las mujeres, y les empujaron al individualismo o al colectivismo. El segundo feminismo, muy influido por ideologías totalitarias del momento, provocó fuertes tensiones sociales y contribuyó a trivializar la sexualidad y a desestructurar la familia. Algunos grupos neo-feministas intentaron defender mejor la "igualdad" y la "diferencia" de las mujeres, y superar disyuntivas excluyentes (familia o trabajo). El feminismo católico se esforzó por compaginar mejor la promoción personal de la mujer con su papel fundamental en la familia y en la sociedad, evitando los errores del individualismo liberal y el socialismo. Con ocasión de la Conferencia de la ONU sobre las Mujeres en Pekín en 1995 Juan Pablo II hizo un balance del feminismo, en su Carta a las mujeres: "Mirando este gran proceso de liberación de la mujer, se puede decir que ha sido un camino difícil y complicado y, alguna vez, no exento de errores, aunque sustancialmente positivo, incluso estando todavía incompleto por tantos obstáculos que, en varias partes del mundo, se interponen a que la mujer sea reconocida, respetada y valorada en su peculiar dignidad. ¡Es necesario continuar en este camino!. Sin embargo, estoy convencido de que el secreto para recorrer libremente el camino del pleno respeto de la identidad femenina no está solamente en la denuncia, aunque necesaria, de las discriminaciones y las injusticias, sino también y sobre todo en un eficaz e ilustrado proyecto de promoción que contemple todos los ámbitos de la vida femenina, a partir de una renovada y universal toma de conciencia de la dignidad de la mujer". En la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem de l988 el Papa abordó aspectos muy importantes sobre la identidad y la situación de la mujer "a quien Dios ha encomendado de un modo especial el hombre": la creación de Adán y Eva, "a imagen y semejanza de Dios", con idéntica dignidad de personas; el pecado original, que introduce el desorden en las relaciones humanas y el "dominio" masculino; la Virgen María, Virgen y Madre, modelo de toda mujer; la actitud positiva de Jesucristo con las mujeres; la "novedad" evangélica según la cual entre marido y mujer hay una sumisión "recíproca"; la necesidad de superar injustas situaciones del pasado, sin caer en la "masculinización" o la irresponsabilidad sexual; la imposibilidad de ordenar mujeres, por fidelidad a la Voluntad de Jesucristo, etc. En general, el feminismo ha facilitado el acceso de las mujeres a la enseñanza en sus diferentes niveles, y ha fomentado la presencia de la mujer en la universidad y en el ámbito científico y técnico, de forma que no quede al margen del desarrollo actual. También ha hecho visibles a muchas mujeres de la historia, destacando sus aportaciones, y ha revisado la ciencia y la cultura desde nuevos enfoques feministas. En ocasiones la comunidad científica no ha aceptado algunos enfoques del feminismo radical por considerarlos "militantes" -que abordaban la realidad de forma sesgada o incompleta (no todo en la vida son relaciones de "poder" o "mercado")-, o por incluir sólo protagonistas de ideologías afines, ignorando otras aportaciones valiosas de mujeres del pasado (por ejemplo reinas, santas o escritoras católicas). Algunos países nórdicos y anglosajones cuestionan hoy las ventajas para las niñas de la coeducación en determinadas etapas escolares con claras diferencias de aprendizaje y maduración entre niños y niñas, y optan por la libertad de elección entre ambos modelos. Defender la igualdad de oportunidades en la educación no significa aplastar las diferencias entre hombres y mujeres. Gráfico Respecto al trabajo, el feminismo ha contribuido mucho a la progresiva incorporación de las mujeres a las distintas profesiones, con la ayuda de otras personas y grupos sociales, que han ido removiendo obstáculos. La presencia de las mujeres en todas las profesiones, en relativamente pocos años, es un hecho positivo y revolucionario. Su mayor formación y cultura es un beneficio para toda la sociedad, y enriquece la creación científica y técnica. Sin embargo, para que esa aportación sea más completa -sin desatender sus familias- resulta imprescindible una legislación adecuada y una mayor implicación de los hombres en la familia. Algunas mujeres optan por trabajar en casa, desarrollando un trabajo de gran repercusión social, que también la legislación y la sociedad deben reconocer de forma adecuada. No se ha conseguido todavía la igualdad total de oportunidades. A nivel legislativo se han introducido algunas reformas importantes, pero en la práctica las mujeres tienen a veces sueldos inferiores y menos oportunidades que los hombres. En conjunto, todavía es escasa la proporción de mujeres en altos cargos -sobre todo en política, finanzas y medios de comunicación- aunque están aumentando. Lo que no sería lógico en cambio -en ninguna profesión- es que se le impidiera a alguna mujer con la preparación adecuada, ocupar un puesto directivo por discriminación, "techos de cristal" o barreras institucionales o sociales. Algunas cualidades que suele tener la mujer -intuición, interés por el trabajo en equipo, atención a lo humano, facilidad de comunicación, menor agresividad- pueden humanizar el entorno profesional. Por otro lado, el tipo de desarrollo actual, muy centrado en la comunicación, la información y los recursos humanos, resulta más apropiado para las capacidades y destrezas de las mujeres, que en otras etapas del pasado. El feminismo ha trabajado mucho por mejorar las condiciones laborales de las mujeres y se han conseguido ya reformas importantes para facilitar el empleo y conciliar mejor familia y trabajo (horarios, permisos/bajas, servicios sociales, etc.), con el apoyo de gobiernos e instituciones (UE, ONU, etc.). En la Conferencia de Pekín los gobiernos adoptaron acuerdos importantes sobre el trabajo de las mujeres: facilitar su preparación y reciclaje, contabilizar el trabajo no remunerado, igual acceso a los recursos, independencia económica, lucha contra la feminización de la pobreza, no penalizar la maternidad en las empresas, mayor corresponsabilidad de los hombres en la familia, etc. Desde hace años el feminismo promueve también una mayor presencia de mujeres en la política, que puedan aportar nuevos enfoques y soluciones. Muchas feministas están hoy en puestos políticos, ONGs, asociaciones y sindicatos, y trabajan activamente estableciendo redes y lobbies, con el fin de desarrollar sus programas, en coordinación con Organismos internacionales y ONGs (UE, ONU, WEDO, etc.) Cuatro Planes para la Igualdad de Oportunidades de la UE y varias Conferencias Internacionales de la ONU sobre las mujeres han sido algunas de las principales Plataformas, junto con Institutos, Ministerios y Comisiones de la Mujer en los gobiernos locales. Han proliferado mucho comisiones y grupos de mujeres y algunas feministas prefieren mantener organizaciones y partidos separados, a pesar de exponerse a nuevas discriminaciones. Las asociaciones feministas suelen tener hoy pocas mujeres, aunque muy activas. La mayoría de las chicas de occidente viven hoy con naturalidad su acceso al estudio y empleos -beneficiándose de una situación que es reciente- y no se plantean militancia feminista, aunque sí exigen igualdad de oportunidades para la mujer y una buena colaboración con los hombres para el progreso social. Ha sido útil el esfuerzo feminista por adecuar mejor el lenguaje a la realidad social, haciendo visibles a las mujeres en la gramática, diccionarios, normas legales, etc..., aunque a veces no se han comprendido bien algunas propuestas, por considerarlas excesivas o ridículas. Otro campo donde se han hecho sugerencias es la imagen de la mujer en los medios de comunicación, denunciando estereotipos y atentados a su dignidad, y exigiendo códigos de conducta y mayor presencia en la toma de decisiones. Pero también las mujeres deben colaborar activamente, rechazando ser utilizadas como "mujer objeto" en la publicidad, modas y medios de comunicación. Quizá uno de los ámbitos donde más han influido algunos grupos feministas -con efectos negativos importantes- es la familia y la natalidad, al modificar profundamente leyes y costumbres. Con el deseo de conseguir una mayor libertad y autonomía sexual para las mujeres -que consideran base importante del "empowerment", adquisición de poder- han contribuido a extender una mentalidad individualista antinatalista, muy arraigada en la sociedad occidental, y que se está difundiendo por todo el mundo, a través de los planes de algunos Organismos internaciones, ONGs, Asociaciones y Laboratorios. La llamada "salud sexual y reproductiva" es uno de los objetivos prioritarios del feminismo más influyente hoy, que exige servicios de información sexual y planificación familiar (generalmente artificial) para todas las mujeres. Una visión individualista y consumista de la sexualidad, desconectada de su significado y valores más profundos, ha empobrecido a muchas mujeres y ha perjudicado a las familias, extendiéndose además a los países en vías de desarrollo. Con el objetivo de facilitar a todas las mujeres la llamada liberación sexual, reducir la población y prevenir el SIDA, algunas organizaciones de la ONU y ONG pueden estar comprometiendo el bienestar real de muchas mujeres y el futuro de algunos países. Es justo exigir respeto y libertad responsable para mujeres y hombres -también en su vida sexual- pero no es lógico difundir internacionalmente el consumismo sexual como patrón de conducta universal. Algunas mujeres de distintos países del mundo han denunciado la presión de campañas anticonceptivas neomalthusianas, contrarias a sus tradiciones culturales y religiosas, que utilizan métodos coactivos con las mujeres (esterilizaciones, abortos forzados, etc.). Esto supone atropellar los derechos humanos de las mujeres y es necesario denunciarlo (y no sólo algunas costumbres del fundamentalismo islámico). Algunos defienden que esas campañas antinatalistas son necesarias para frenar el aumento de población en las zonas pobres. Es preciso tener en cuenta que esta visión catastrofista no es exacta. La evidencia empírica muestra que durante las cinco últimas décadas el crecimiento de alimentos ha sido superior al de población. Amartya Sen, Premio Nóbel de Economía, dice que "la corrupción, la falta de democracia, la guerra y las catástrofes naturales, y no el crecimiento de población, son los culpables del hambre", y critica las campañas de esterilización de mujeres en la India. Julian Simon, Catedrático de Ciencias de la Empresa, uno de los expertos mundiales en el estudio de los efectos económicos de los cambios de población, señalaba: "El recurso supremo son las personas, especialmente jóvenes". Por esta razón, los países en vías de desarrollo tienen la riqueza principal. Cuando la población envejece, cae el progreso técnico en pocos años (salvo que se recurra a la inmigración). En Pekín se reconoció, por otro lado, la función decisiva de las mujeres en la familia, célula básica de la sociedad, que como tal debía ser fortalecida y la importancia de la maternidad; se exigió respeto y consentimiento mutuo de hombres y mujeres en la sexualidad, lo cual es positivo. Varios países han decidido proteger la familia, para mejorar la salud de la sociedad. Es una apuesta decisiva, pues la familia es una institución natural donde todos aprendemos a vivir como personas en un ambiente solidario, y convendría que los políticos facilitaran su tarea, en lugar de dificultarla. De ahí que la UE y otras Organizaciones siguen trabajando por ayudar a conciliar mejor familia y trabajo, maternidad/paternidad y los servicios sociales de apoyo. Simultáneamente, sin embargo, se están promoviendo leyes equiparando al matrimonio las parejas de hecho o las uniones homosexuales, perjudicando y discriminando gravemente a la familia, pues son realidades diferentes. Respecto a la violencia, ha sido útil el esfuerzo feminista promoviendo iniciativas para suprimirla (violaciones, acoso sexual, prostitución forzada, mutilaciones, infanticidio femenino, malos tratos, etc.), aunque muchas siguen aceptando y facilitando la violencia radical del aborto como supuesto derecho de las mujeres. Un feminismo auténtico que promueve la cultura de la paz no puede construirse destruyendo vidas humanas inocentes (sean fetos o embriones, sanos o enfermos). Promover que las mujeres supriman a sus hijos es un atentado radical también a la dignidad de la mujer, en un aspecto genuino de su identidad, como portadora de vida; además de la corrupción intelectual y moral que supone aceptar legalmente el aborto en una sociedad civilizada. Urge defender legalmente la vida humana -desde su inicio a su fin natural- además de ayudar de verdad a las madres en situaciones difíciles, y exigir la responsabilidad de los padres. Conviene seguir analizando, por otra parte, las causas reales de la feminización de la pobreza, la violencia, la discriminación, las enfermedades y problemas de las mujeres en los países pobres, para facilitar el autodesarrollo auténtico, en sus lugares de origen, sin imposiciones exteriores, ni desarraigos perjudiciales, y con respeto a las culturas locales. En realidad, todos los países pueden vivir hoy la solidaridad, pues los occidentales pueden aportar financiación y conocimientos científicos y técnicos a otros, y los países en vías de desarrollo, darles su riqueza humana y valores religiosos (procedentes en muchos casos del humanismo cristiano). La ciencia y la técnica, cuando prescinden de Dios pronto comprometen el verdadero progreso de los hombres, como podemos comprobar hoy en algunas leyes y proyectos científicos de Occidente. Las mujeres y en general, todas las personas que deseen ser coherentes con la defensa de los derechos humanos, tendrían que ayudar al mundo hoy en las grandes cuestiones de Bioética, que comprometen ciertamente el futuro de la humanidad. Sigue siendo conveniente mejorar la situación de muchas mujeres en el ámbito educativo, laboral, social, etc., también en países desarrollados, para que realmente exista la igualdad de oportunidades y desaparezcan discriminaciones negativas. Pero es aún más necesario mejorar la adecuada percepción antropológica de la mujer -en toda la sociedad y especialmente en las mujeres del mundo desarrollado- para poder ofrecer al mundo con más plenitud sus dones más valiosos, unidos a la ética del cuidado, la vida y la solidaridad, más que a la competición, el poder y el mercado. La sociedad actual necesita con urgencia esa aportación humanizadora de las mujeres, que guarda relación con su maternidad física y espiritual. Es importante seguir insistiendo en el reconocimiento de la igualdad y la diferencia entre mujeres y hombres. Somos iguales en dignidad y derechos como personas, y al mismo tiempo somos diferentes y complementarios como masculino y femenino, y esa diversidad es riqueza. Esa complementariedad no supone atribuir a la mujer el mundo privado y al hombre el público, como se hizo en otro tiempo, sino que corresponde a ambos aportar sus respectivos dones para atender la familia y el trabajo, dominando juntos la tierra. Los hombres están desarrollando hoy nuevas capacidades, con la ayuda de las mujeres. Una de las tareas más urgentes es cuidar y proteger con más decisión el inicio de la vida humana, defendiéndola de los peligros de la biotecnología y la desnaturalización. Separar la sexualidad de la procreación y traer vidas en el laboratorio ha provocado graves problemas humanos y supone un entorno hostil y artificial, para la llegada de muchas personas. Las mujeres, depositarias de la vida, que tradicionalmente han desarrollado una "ética del cuidado" solidaria, deben reaccionar con más decisión y proponer mejores alternativas. En palabras de Angela Aparisi, directora del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Navarra, "El cambio que debe propugnar el nuevo feminismo debe pasar por proponer una sociedad en la que todos tengan cabida, especialmente los más indefensos. Una cultura en la que no se niegue la existencia del otro, de cualquier otro. Una sociedad en la que cualquier individuo humano -también el no nacido- sea considerado un bien. Una sociedad que proponga un nuevo horizonte de realización personal, en el que las claves de la dignidad humana no se encuentren, exclusivamente, en valores como el mercado o la productividad. Una nueva cultura no excluyente, en la que tanto hombres como mujeres concedan un lugar prioritario a la defensa de la familia, la maternidad y la paternidad, la vida en todas sus manifestaciones, la acogida y el cuidado de los débiles o enfermos". Muchas mujeres manifiestan hoy entre sus prioridades su deseo de formar una familia, haciéndolo compatible con su trabajo. Cada vez más mujeres se dan cuenta de que es necesario luchar no sólo por la equiparación en el puesto laboral, sino también por el reconocimiento del valor de la maternidad. Algunas políticas como Janne Haaland, profesora universitaria noruega y miembro del gobierno de su país durante varios años, hablan de los "derechos de la maternidad", para exigir unas condiciones laborales que permitan atender bien la propia familia. En su libro sobre el tiempo de las mujeres señala que, en su búsqueda de la igualdad en el trabajo, las mujeres terminaron aceptando una organización laboral pensada para el hombre, que no tiene en cuenta las exigencias de la maternidad. Superado el feminismo igualitario, el objetivo de las mujeres debería ser que sus diferencias con el hombre se reflejaran en la organización laboral. Al pretender que el trabajo de madre carece de relevancia o ignorarlo como si no existiera, las mujeres han aceptado la imitación de los roles masculinos en la vida profesional y, en consecuencia, han limitado su papel de madres a la esfera privada. Urge por lo tanto una política de igualdad más justa en el ámbito laboral y reconocer a la vez que los hijos necesitan la dedicación de sus padres. En las encuestas que difunden los medios de comunicación, muchas personas eligen la familia como el primer valor en sus vidas -aunque algunas sufran carencias o situaciones difíciles- y el hogar comienza a perfilarse como el escenario preferido para disfrutar del tiempo libre. El deseo de conocer las propias raíces, visitar el pueblo de origen, recordar las experiencias de la infancia, son experiencias frecuentes en la mayoría de las personas, y no sólo al final de sus vidas. Esto demuestra la importancia de proteger la institución familiar, que tanto marca a todas las personas, y que influye decisivamente en su desarrollo. Como señala Ricardo Yepes, profesor de Antropología, "el arraigo en el lugar donde se habita es una inclinación natural. Arraigo significa "echar raíces". El hombre tiende a identificarse con el paraje donde habita, donde nace, donde crea su biografía... En el hogar se realiza el proceso de formación de la personalidad humana. Es el marco natural del amor, del sexo, de la familia. Ningún ser humano puede carecer de uno sin grave perjuicio. El hogar es también el lugar donde se guarda a la persona amándola, el lugar donde se cuida al enfermo, al niño, al anciano, a quien está cansado, al que retorna de un viaje, a quien se quiso marchar y ahora vuelve. Y no de cualquier modo, sino amándoles. Construir un hogar, mantenerlo y cuidar a las personas que hay en él, es más rico y profundamente humano que trabajar y transformar el medio". De ahí se desprende la enorme importancia de las mujeres en los trabajos relacionados con "hacer hogar" y atender a la familia, que redundan en beneficio de toda la sociedad, en sus necesidades genuinas. En palabras de Yepes, "Puede enlazarse fácilmente estas ideas con las reivindicaciones del feminismo: la mujer ha sido discriminada cuando se le ha asignado como misión única el cuidado del hogar, negándosele el acceso al mundo profesional; el varón ha adoptado actitudes dominantes cuando ha sido el artífice de esa discriminación". Pero el abandono de la mujer del hogar es todavía más grave, pues desaparece para todos "el lugar al que se puede volver". El mundo se torna más hostil para las personas -sobre todo para los que sufren y los débiles- si faltan las casas a las que volver, y la "casa" es obra sobre todo de la mujer. Feminismo y machismo son dos actitudes extremas, que coinciden en que proclaman la independencia de la mujer o del varón respecto de las tareas que les impone la construcción del hogar". Una cultura progresista exige un nuevo feminismo que desarrolle las capacidades de hombres y mujeres, de acuerdo con su dignidad y de forma solidaria.
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El resultado de la guerra sólo puede entenderse dadas las peculiaridades de la misma. En primer lugar, una forma de combate aparentemente primitiva demostró su validez. En una guerra de guerrillas, la absoluta seguridad en tres cuartas partes del país es mejor que tres cuartas partes de seguridad en todo el país y los guerrilleros siempre ganan con tan sólo evitar la derrota total (Kissinger). Pero, al margen de lo sucedido en Vietnam del Sur, los norteamericanos subestimaron por completo la capacidad de resistencia de los nordvietnamitas: el número de sus bajas fue parecido a como si los Estados Unidos hubieran tenido diez millones de muertos. La dureza del adversario nordvietnamita difícilmente puede ser exagerada: Giap decía que si le mataban diez soldados pero él conseguía matar uno lo consideraba como una victoria. Hay motivos para considerar que, como escribió un izquierdista norteamericano, la guerra fue "el más largo y más sostenido esfuerzo revolucionario en la Historia contemporánea". Claro está que tuvo detrás a un poder totalitario para sostenerla. La guerra probó, por tanto, que no siempre los medios técnicos son capaces de producir el desenlace de un conflicto bélico. Así se aprecia, sobre todo, en lo que respecta al arma aérea: es posible que los Estados Unidos gastaran diez dólares en sus bombardeos por cada dólar de pérdida que le causaban al adversario. En realidad, emplearon este procedimiento más en el Sur que en el Norte, pero allí perdieron unos 950 aviones merced a los antiaéreos soviéticos. En 1965-1967 los aviones norteamericanos lanzaron más bombas que en todos los combates de la Segunda Guerra Mundial. En 1970 se habían arrojado ya más bombas que en cualquier guerra anterior. En tierra las tropas norteamericanas se impusieron allí donde combatieron en condiciones normales, pero su inconveniente principal fue siempre la desmoralización. Una descripción sarcástica de los soldados norteamericanos los presentó como "los implicados a pesar suyo dirigidos por incompetentes cumpliendo una tarea inútil para una gente ingrata". Algún dato sirve para dar cuenta de en qué consistió la guerra de guerrillas: una cuarta parte de las bajas norteamericanas fueron causadas por trampas o por minas y entre el 15 y el 20% lo fueron por fuego amigo. La tensión sufrida y el momento explican que el consumo de drogas se generalizara entre los soldados. En cambio sólo murieron cuatro generales y tres de ellos en accidentes de helicóptero. Los oficiales tan sólo se mantenían en combate seis meses, lo que hacía imposible que las unidades permanecieran apegadas a ellos. Pero, como quiera que sea, no fue de una importancia decisiva que la victoria militar no la obtuvieran los norvietnamitas. Lo que es significativo, en cambio, es que el mismo día en que acabó la guerra fue liquidado también el servicio militar obligatorio en Estados Unidos. Estratégicamente siempre los norteamericanos estuvieron a la defensiva y nunca quisieron crear una psicología bélica en la retaguardia. Hubo 58.000 muertos norteamericanos frente a los 33.000 de la Guerra de Corea. Al margen de estas cifras, las restantes resultan mucho más incompletas y contradictorias de acuerdo con las fuentes. Es posible que los muertos sudvietnamitas fueran 100.000 y medio millón los norvietnamitas y del Vietcong. Las cifras de civiles muertos oscilan entre 400 y 1.300.000. Parece evidente que, a pesar de su brutalidad, en esta guerra se procuró evitar en mayor grado que en la Segunda Guerra Mundial los daños a la población civil. Otro dato importante es que 278 soldados norteamericanos fueron condenados por sus propios tribunales por las atrocidades cometidas. Sin embargo, el sargento Calley, responsable de haber asesinado a un niño y condenado por ello a veinte años de cárcel en 1971, salió de ella en 1974. Las consecuencias de la Guerra de Vietnam fueron muchas y, sobre todo, muy paradójicas. Vietnam quedó convertido en una dictadura comunista que ejecutó de forma inmediata a algunas decenas de millares de personas. En los años ochenta todavía había cuarenta campos de concentración con 100.000 prisioneros. Por entonces, casi un millón de personas pretendieron huir y unos millares murieron al hacerlo por mar (fueron los "boat-people" que motivaron la solidaridad de los intelectuales occidentales). Vietnam fue también, pese a la ayuda soviética, uno de los doce países más pobres del mundo, pero con un Ejército que proporcionalmente era el cuarto. La visión favorable que muchos intelectuales habían tenido de Vietnam del Norte se demostró carente de cualquier fundamento: Susan Sontag había dicho que aquélla era "una sociedad ética" y Grass que Estados Unidos al atacarla había perdido todo derecho a hablar de moral en el futuro. En otros sitios, la situación en la posguerra fue todavía peor. En Camboya los porcentajes de la población eliminados por quienes ahora ocuparon el poder rondaron entre el 15 y el 25% del total. Vietnam desapareció muy pronto del horizonte de la política norteamericana, prueba evidente de que los norteamericanos habían pretendido al final librarse de este conflicto como fuera. Ni siquiera hubo ninguna discusión colectiva como la provocada por la caída de China en manos de los comunistas. Pero, en cambio, en la conciencia de muchos de los participantes en la toma de las decisiones fundamentales hubo una auténtica obsesión retrospectiva por lo acontecido. El ex secretario de defensa norteamericano Robert S. Mac Namara escribió todo un libro en el cual enumeró hasta once causas de lo sucedido desde la ignorancia del país o la falta de percepción del peligro del adversario hasta el olvido del papel del nacionalismo. Dean Rusk, el secretario de Estado, escribió sus memorias rememorando el conflicto que había tenido con su propio hijo por su diferente percepción acerca de lo sucedido. "Aún hoy no puedo escribir sobre Vietnam sin sentir dolor y tristeza", asegura Kissinger en sus Memorias. El deseo de olvidar la guerra pareció dominar largo tiempo el panorama en los medios de comunicación más populares. En la cinematografía, el excombatiente del Vietnam fue retratado con frecuencia como un drogadicto enloquecido, mientras que los prisioneros norteamericanos de la Embajada de Teherán eran considerados como héroes. Sólo en los años ochenta se mitificó al excombatiente de Vietnam. Tardaron mucho las interpretaciones exentas libres de la carga del recuerdo propio. Si la Guerra de Vietnam fue la primera en ser televisada y a nada pueden compararse sus imágenes, al mismo tiempo su complejidad no puede ser explicada sólo con ellas. Finalmente, al margen del impacto que la Guerra de Vietnam tuvo en la política interna americana, las consecuencias más destacadas en la política exterior fueron las aventuras soviéticas y cubanas en África y en Etiopía, favorecidas por la parálisis producida en la norteamericana. La lección más importante fue para ella que una democracia debe guardar siempre determinados requisitos a la hora de intervenir un conflicto exterior y que debe actuar con una moderación que estuvo por completo ausente en este caso.
obra
Durante el reiando de Yongzheng, habrá que buscar a los grandes pintores del siglo XVIII fuera de los círculos oficiales. A todos ellos se les denominó excéntricos, monjes locos, por sus actitudes contrarias al poder. Zhu Da, Shi Tao, los Ocho Excéntricos de Yangzhou, son los artistas más interesantes de esa época con los que enlazarán los pintores vanguardistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX.